DISPENSACIONES III


LA ERA PRESENTE
A. DISPENSACIaN DESPUÉS DEL DILUVIO, GOBIERNO HUMANO O PRIMERA ORGANIZACIÓN. (Gén 8:15,  11:9)
La dispensación del gobierno humano, o primera organización, duró 427 años desde el diluvio, hasta la dispersión (10.25; 11:10-19). Este nuevo orden tuvo un principio favorable. Noé tenía 600 años de edad en este tiempo. Uno no podía vivir esta cantidad de tiempo sin haber adquirido mucha experiencia y sabiduría. Todos sus familiares habían alcanzado una edad madura, pues Sem, su hijo menor, tenía 98 años. Tras ellos estaba el diluvio, con su amonestación sobre las consecuencias del pecado.
Noé y su familia empezaron esta nueva era con un mandamiento propio de la manera sacrificial, para acercarse a Dios. Noé edificó un altar a Jehová y “ofreció ofrenda quemada en el altar“. Este acto de adoración fue aceptado por Dios, y ratificado con una promesa de misericordia y trato beneficioso para con la raza humana. (8:20-22). Dios estableció su pacto con Noé, sus hijos, y con toda la creación, afirmando de que no serían jamás destruidos por un diluvio, y puso como su señal el arco iris (9:8-17). Este es el pacto Noecino. Les fue requerido a ellos también cumplir el mandamiento de “fructificad y multiplicaos“. La sustancia de este mandamiento era que ellos tenían que rehabilitar la tierra, y esparcirse sobre su superficie. Dios, más adelante, confirió a la potestad del hombre, la tremenda misión de imponer castigo de muerte sobre hombre o bestia, por la destrucción de la vida humana (9:5-6). En este mandamiento aprendemos el fundamento sobre el cual todas las leyes son construidas, incluyendo aún la más leve forma de castigo. Con este mandamiento el gobierno humano fue instituido. Esta provisión fue designada por Dios para frenar en un mundo impío, la tendencia a la violencia y el crimen. En otras palabras, la pena capital fue una institución divina. Ha habido un fuerte movimiento en los días modernos para abolir la pena capital, y aún algunos cristianos, mal guiados, han abogado por esto, y han prestado su influencia en este asunto. Desde un punto de vista cristiano ha sido argumentado que Dios está tratando el mundo en gracia, desde la muerte de Cristo. Esto es una posición equivocada, Dios está tratando con la gracia solamente a aquellos que aceptan a su Hijo. El está aun tratando, inflexiblemente en juicio, con un mundo impío. Si se parte del sentimiento agraviado que existe en simpatía con un criminal, el cual va en aumento, y se actuara endureciéndose las leyes, para hacerla cumplir, mejoraría nuestras cortes y  nuestro sistema de jurisprudencia seria mas eficaz en un mundo en donde se ha perdido el temor y el respeto, creándose un mundo lleno de inseguridad; pero  cuando los jueces  son injustos; los abogados de mala reputación; y se hace fácil las fianzas, otorgándose inmerecidos perdones, todo nuestros esquemas se vuelven incapaz de frenar la delincuencia. La aplicación de la pena capital sobre el criminal culpable, de forma pronta justa y propia, produciría menos “ola de crímenes”, y haría al delincuente repetitivo mas presionado a abstenerse de burlarse de la justicia. Cuando la justicia se disloca, cuando el sistema es muy tolerante al pecado, la sociedad entra en un retroceso y el caos que pone en peligro la seguridad ciudadana.
NOTA: Mientras que Dios fue el que pronunció castigo sobre la primera rebelión organizada contra Él mismo, fue el también quien instituyó el gobierno humano en un mundo donde el pecado abundaba; así que en ese sentido, la dispensación del gobierno en las manos de los hombres aun sigue. Dios traerá juicio, al final de los tiempos, sobre los gobernantes blasfemos, organizados en los últimos días contra su poder soberano.
Según empezaron los descendientes de Noé, y sus hijos, a multiplicarse, hay un alejamiento evidente de Dios. Nimrod, el nieto de Ham, fue el fundador de los antiguos reinos de Babel (Babilonia) y Assur (Asiria). “El empezó a ser un poderoso en la tierra“. Esto es, un gran héroe o director de los hombres, un organizador, un constructor. Su dirección fue evidentemente en desafío a Dios. La versión de los setenta del Antiguo Testamento traduce el v.9 del capítulo 10: “el era un poderoso cazador contra Dios“, el sentido, de acuerdo con la antiguas frases hebreas, es que él era un poderoso rebelde para con Dios.
El espíritu de rebelión, el cual culminó en la edificación de la torre de Babel, indudablemente encontró su base en este “gigante” de los tiempos antiguos. En desafío al mandamiento de Dios a Noé (9:1), estos habitantes antiguos de la tierra de Shinar (Mesopotamia-11:2), levantados en orgullo, jactanciosidad y propia afirmación, decidieron edificarse una torre, la cual llegaría al cielo. Ellos propusieron concentrarse en un lugar de su propia elección, para organizarse con la mira de hacer una gran confederación (11:4). ¡Qué parecido al espíritu de los líderes de la antigua Unión Soviética cuyo desafío a Dios es revelado en uno de sus cuadros, mostrando a un obrero soviético montado en una escalera alcanzando las nubes!. En el extremo de las nubes se ven las tres personas de la Trinidad, quienes están a punto de ser lanzadas de su trono, por el martillo que el obrero tiene en su mano. Hoy todo esto no existe. Su imperio se derrumbo. Dios ha de tolerar solo por un corto período estas actitudes y luego, en silencio castigará con juicio a tales blasfemadores. Como hizo con los antiguos cuando descendió, confundió su lengua, y los esparció por toda la tierra (11:6-9).
B. DISPENSACIÓN PATRIARCAL (Promesa familiar–Gén.12 a Éxodo 14)
Después de la dispersión, Dios permitió a las naciones trabajar de acuerdo con sus propios designios, y escogió una familia, la de Abrahán, para ser su testigo y canal de redención y bendición al mundo. Thare había traído a su hijo Abraham; su nuera, Sarai, y a su nieto, Lot para Ur, su ciudad nativa en Caldea. en su camino a la tierra de Canaán (11:27-32). Aquí murió Thare, y Dios se le apareció a Abraham con el llamamiento de separarse por completo de su parentela. El prometió a Abraham que de sus lomos saldría una gran nación, a la cual le daría prosperidad y fama, y sería de grande bendición “para todas las naciones” (12:1,2). Tan significativo había de ser este llamamiento y favor divino, que aquellos que se atreviesen a impedir el propósito de Dios en Abraham serían maldecidos, y aquellos que mostrasen bondad a él y a su posteridad les sería dado a cambio de ello, bendición (v.3).
Abraham obedeció y confiando en su Dios, tomó a Sarai, a su sobrino Lot, y caminó en dirección sureste hacia la tierra de Palestina, la cual había de ser más tarde posesión de su descendencia (12:10-20). Dios intervino con Faraón para que Sara no fuese deshonrada, y al mismo tiempo disciplinó a Abraham, y lo envió nuevamente a Canaán.
Estas familias patriarcales cometieron errores (la generación después de Abraham), pues Isaac no fue tan piadoso como su padre, ni Jacob tan espiritual como Isaac. La familia de Jacob, con excepción de José, carecían de santidad. Rubén, Simeón y Leví actuaron como un bando de ladrones en sus tratos con Hamor y Shem (Gén.34) y estos hijos de Jacob, excepto Rubén, intentaron quitaron la vida a José, pero todos estuvieron de acuerdo con venderlo a una caravana egipcia (Gén.35:22). Podemos imaginarnos que la subsiguiente servidumbre de la descendencia de esta familia, la cual por no hacer el deseo de Dios, no le fue permitido el poseer el lugar de ellos era la tierra de Canaán, a la que finalmente fueron, después de sufrir intensamente, bajo la cruel mano de Faraón, y su gente en Egipto (Ex.1:7-22; 2:23; 5:6-9).
Sin embargo, Dios desplegó el favor de su pacto hacia ellos como una nación, y los redimió con sangre (Ex.12) por su gran poder y por su brazo extendido (Ex.14). Esta liberación de Egipto por sangre muestra el poder milagroso de Dios que es interviene en favor de su pueblo escogido proveyéndole en el tiempo oportuno un libertador. (Miqueas 7:14-17).
C. DISPENSACIÓN DE LA LEY:
La dispensación de la ley se extiende, desde la salida de Egipto, hasta la crucifixión de Cristo. “La ley fue dada por Moisés, pero la gracia y la verdad vino por Jesucristo” (Jn.1:17). Cuando Israel clamó a Dios en su cautiverio, les dió un libertador, Moisés, quien vino a ser también su director y rey -”el fue rey en Jesurún” Deut.33:5 (Jesurún significa el justo, el que guarda la ley, el que defiende la justicia, ver 26:32:15). De aquí en adelante el plan de Dios era organizar un gobierno basado en las leyes que Él mismo daría para ser ejecutadas por hombres escogidos por el mismo Dios, con un sistema visible de adoración, y en un lugar especifico para que su gloria fuese manifestada (Ex.19; 24:9-18).
En el monte Sinaí, Dios manifestó su gloriosa presencia y majestad. El propósito fue revelar a Israel su santidad, a quien ellos tenían que adorar y servir, y revelarle a ellos lo poco preparados que estaban para vivir en su presencia. Cuando la ley fue dada, el pueblo prometió tres veces obedecer los requisitos de Dios (Ex.19:8; 24:3,7). Debido a su propia condición pecaminosa, ellos fueron presuncioso, y se sometieron a sí mismos con ligereza. Seguramente no hubo ninguna evidencia de humildad. Pronto vino un terrible fracaso. Los anteriores tratos de Dios con la raza humana para convencer al hombre de pecado habían fracasados. Dios ahora se proponía a dar su perfecta y santa ley, y hacer saber su propósito claro. La Ley de Dios se comprende en tres divisiones principales:
1.-Los mandamientos; los cuales expresan la santa voluntad de Dios. y que engloban todo lo demás (Ex.20:1-17);
  • 2.-Los juicios, que interpretan la relación del hombre con su prójimo, en la familia, en el hogar, con sirvientes o empleados, en la más amplia relación con el vecino (Ex.21:1-23; 33);
  • 3.-Las ordenanzas, las cuales hacían provisión para su vida y adoración religiosa (Ex.24:12; 31:18).
Después del pueblo haber dado tres veces su promesa incondicional de obediencia, el pacto fue sellado con el esparcimiento de sangre, lo cual significaba que sus vidas estaban comprometidas, aunque ellos no obedecían, violentando en muchas veces el pacto, por lo que venia juicio y necesitaban hacer expiación para obtener el perdón.  (Ex.24:8).
La historia de Israel en el desierto, en la tierra prometida, bajo los reyes y el ministerio de los profetas, en la cautividad y en el período de restauración, es un largo registro de fracasos y rebeliones, culminando en el supremo pecado de la crucifixión del Heredero: el Mesías prometido. Aún cuando Moisés estaba en el monte recibiendo la ley, Israel estaba danzando alrededor del becerro de oro, y proclamando: “estos sean vuestros dioses, oh Israel, que os han traído fuera de la tierra de Egipto” (Ex.32). Más tarde, en la jornada por el desierto, no estando satisfechos con el maná provisto por Dios, y murmuraron contra Éste, y clamaron por carne (Núm.11). A pesar de haberles asegurado Dios su dirección victoriosa en contra de los enemigos de ellos, ya probada con la derrota de Faraón y sus huestes, en su incredulidad, ellos rehusaron entrar en Canaán, escogiendo seguir a los diez espías faltos de fe, antes que a los fieles Caleb y Josué (Núm.14). Moisés mismo, por quien la ley había sido dada, pecó contra el mandamiento de Dios, y faltó, no dándole la gloria a Él en medio del pueblo. Le fue dicho que hablase a la roca, pero en su provocación, actuó como si el poder para producir agua hubiese estado en sí mismo, e hirió la roca (Núm.20:7-12; 27:14).
Después que Israel había conquistado una gran parte de la tierra, poco antes de que su líder, Josué, hubiese muerto, ellos dieron su solemne promesa de obedecer a la ley (Josué.24:14-26). Todo el libro de Jueces es un récord de desastre sobre desastre en la nación, a pesar haber sido libertados repetidas veces de las naciones gentiles que les rodeaban. Dios permitió a estas naciones afligirlos una y otra vez por causa de su apostasía; pero cuando Israel clamó a Dios, les proveyó un libertador, y así uno tras otro aparecieron jueces para juzgarlos y dirigirlos a la victoria, pero después volvían a repetir los errores.
Después del período de gobierno de Samuel, sus hijos no estando preparados para tomar la dirección. Israel clamó y demandó a Dios un rey como lo tenían las naciones vecinas. Éste les concedió su petición y les dió a Saúl. “Un hombre joven, escogido” (1ªSamuel 8:3-8; 1ªSa.9,10). Pero Saúl, levantado en orgullo, no obedeció a Dios, y se entremetió en el oficio sacerdotal (1ªSam.13:8-14). Finalmente salvó a Agag, rey de los amalecitas, junto con lo mejor de su ganado, en contra de la dirección específica de Dios (1ªSam.15:17-26).Por lo que termino siendo desechado.
David, era el “varón conforme al corazón de Dios”,y sustituyo a Saúl, pero manchó las páginas de su hoja de servicio con el crimen de Uría, Hetheo (2ªSam.11:13-15;18-25).Salomón, hombre de paz, edificador del templo, cayó en el lazo de sus múltiples mujeres, quienes tornaron su corazón tras otros dioses, en cuyo honor les edificó lugares altos e hizo sacrificios (1ªReyes 11:1-13). Por la arrogancia de Jeroboam, hijo de Salomón, diez tribus de la nación se rebelaron bajo su dirección y establecieron el reinado del norte, llamado Israel o Ephraim (1ªRey.12). Sin excepción, los reyes de Israel desde Jeroboam, se corrompieron y el más notable por su inmensa maldad fue Acab, que llevo al pueblo a la idolatría. Hasta Oseas, en cuyo mandato Israel fue tomado cautivo por Asiria, fueron asesinos, idólatras y perversos (2ªRey.17:7-23). Con la excepción de algunos pocos reyes piadosos como Joas, Ezechias y Josías, los reyes de Judá, el reinado del Sur, fueron malvados e idólatras, hasta que al fin Judá vino a ser aún peor que Israel, y Dios tuvo que llevarles nuevamente a Babilonia en cautiverio (2ªRey.25).
Podríamos pensar que los desterrados en Babilonia habrían aprendido su lección, pero el ministerio del profeta Ezequiel fue a una gente imprudente, tardos para oír, quienes“habían puesto en sus corazones ídolos“(Ezq.2:3-4; 14:3). La lección de la cautividad fue parcialmente aprendida, pues el resto que retornó, se apartó muy pronto de Dios, casándose con las impías mujeres cananitas, etc… las cuales habían quedado en estas tierras (Esdras 9:1-2). El segundo grupo que regresó bajo la dirección de Nehemías,hicieron juramento de guardar la ley (Neh.9:1;10:29); pero no pasó mucho tiempo sin que muchos de ellos empezaran a violar el sábado, y a casarse con mujeres paganas (Neh.13:15-30). La última voz profética que Dios les envió fue Malaquías la cual suena en severa denuncia por la apostasía de Israel, acusándoles de ofrecer en el altar de Dios pan con levadura y animales ciegos, cojos y enfermos (Mal.1:7-14). Aún la familia sacerdotal corrompió el pacto de Leví, y se apartó del camino (Mal.2:7-15). La nación finalmente decidió que era vano servir a Dios (Mal.3:7-15).
Malaquías fue el último mensajero profético enviado a Israel. Jehová entonces guardó silencio para con ellos, hasta que mandó a su propio Hijo. Durante el período de 400 años, entre Malaquías y Cristo, Palestina estuvo bajo los poderes de Persia, Siria y Roma. Durante el reinado de Antíoco Epífano (175-164 a.c.), rey de Siria, los judíos, produjeron algunos héroes en los hijos de Matatías, el sacerdote. Judas Macabeo fue el más prominente entre estos siete hijos de Matatías, y dirigió el elemento piadoso de la nación contra Antíoco y sus agentes, quienes habían tornado a la nación completamente hacia la idolatría otra vez, y las adoraciones abominables del dios Bacus predomino. La masa de los judíos, sin embargo, apostataron, y cuando Cristo vino, les encontramos siendo dirigidos religiosamente por los escribas y fariseos, hipócritas y orgullosos. El pecado culminante de la nación fue la crucifixión de su Mesías, y Rey, bajo la dirección de estos hombres.El juicio de Dios cayó sobre la nación con la destrucción de Jerusalén por los ejércitos romanos bajo el mando de Tito, año 70 d.c. La historia registra que más de un millón de judíos perecieron en esta ocasión, y la nación fue esparcida entre los reinos de la tierra, en cumplimiento a la amonestación dada por Moisés (Deut.28:25).
Podemos hacer un breve resumen de una dispensación que demuestra el fracaso del hombre bajo la ley, haremos mención de algunas Escrituras en el Nuevo Testamento: “por la ley es el conocimiento de pecado” (Rom.3:20); “porque lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”(Rom.8:3,4).  Romanos 8:3,4 explica apropiadamente la relación entre las dos dispensaciones: la ley y la gracia.

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