VENIALES Y CAPITALES?

Colosenses 2:13 Reina-Valera 1960 (RVR1960) 

Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados. 


La Biblia nos enseña que la paga del pecado es la muerte, y si lo nota, no hace diferenciación de pecados, no los categoriza y no los pone unos por encima de los otros, ni nos dice que hay unos peores que los otros, simplemente el pecado nos pone en riesgo de morir eternamente. 

Es un hecho que conocemos que hay 7 pecados capitales o pecados mortales, pero eso no está fundamentado en la Biblia, fueron decretados por el Papa Gregorio Magno en el siglo sexto, ya que la humanidad se encontraba hundida en el oscurantismo y la ignorancia total, las personas actuaban sin conciencia sin saber que todo lo que hacían era deleitarse en los placeres carnales y arriesgar su vida eterna, mas no podemos decir que son estos 7 pecados sean los únicos que nos pongan en riesgo de morir. 

Debemos ver el enfoque de su efecto final, la muerte, eso nos lleva a entender que para Dios un mentiroso es igual que un asesino y que todos tenemos la necesidad de Jesús para poder ser limpios ya sea de una mentira o del mas cruel de los asesinatos, pero sabe, el perdón de Dios tampoco tiene medidas, eso quiere decir que así como nosotros no podemos defender nuestro pecado y decir que es menor que el de otros, Dios tampoco se jacta de haber perdonado a unos mas que a otros, Él simplemente dio a su Unigénito para salvarnos a todos aquellos que le recibamos como nuestro Señor y Salvador y pongamos concientemente nuestro pecado delante de Él. 

La Biblia nos enseña que nacemos muertos en espíritu y nos enseña que adicionalmente nuestro pecado cotidiano nos mantiene en esa condición, nos mantiene atados a la tierra por medio de nuestra carne y esto no se refiere a los pecados que tengan que ver directamente con ella, sino a nuestra naturaleza humana que nace y muere en la tierra y nunca la dejará. 

Pero piénselo de esta manera, Dios siempre nos ha enseñado que en su presencia las cosas son mejores, de hecho la Biblia declara que en su presencia hay plenitud de gozo, y por tal oraciones como le famoso Padre Nuestro, empiezan reconociendo el lugar donde Dios habita y nos anima a subir a la presencia de Dios donde todo es perfecto en vez de atraerlo entre nosotros en medio de la inmundicia en la que vivimos y para ello necesitamos suplir con la condición del Reino de los Cielos, la santidad.

ÉXITO

En nosotros tiene que haber deseo de tener éxito. Hay personas que uno escucha hablando y te hacen pensar dónde está su deseo de tener éxito. Las iglesias se han encargado de predicar pensamientos de derrota, de frustración, mensajes que alteraron la mente de los cristianos. Como iglesia, debemos erradicar los pensamientos de derrota y levantar el entendimiento de lo que dice la palabra acerca de las bendiciones, los beneficios de la prosperidad y la sanidad que Dios tiene para nosotros.
En nosotros tiene que haber deseo de éxito, de prosperar, de bendición. Si una persona está enferma y no tiene el deseo de sanarse, Dios no puede hacer nada por esa vida. Una persona que tiene talentos y no tiene el deseo de sacar el mejor provecho de ellos, nada sucederá en su vida.
El mundo sigue adelante y deslumbra por la gente que tiene éxito. Muchos pagan cientos de dólares por ir a ver un espectáculo de un artista de televisor, porque se presenta con éxito. Vemos las premiaciones a los artistas destacados y pasamos horas frente al televisor viendo su éxito. Nos deslumbramos por sus historias de éxito, por la apariencia de éxito.
Los cristianos tenemos que aprender que el éxito tiene que ser visible. Cuando quieres ser una persona de éxito para Dios, tienes que dejar de ser tímido y salir del anonimato. Las personas pueden distinguir cuando a alguien le van las cosas bien y cuando le van mal. Todos conocemos personas que creemos están bien, pero los escuchamos decir o hacer cosas que nos dejan saber que están mal. En la calle podemos distinguir a una persona exitosa, por como se conduce, como se ve y como habla.
Tenemos que entender que tu éxito no solamente se tiene que ver, sino que Dios lo quiere mostrar. Dios quiere mostrarte ante el mundo, sano, bendecido, con una mente clara, con un propósito definido y con autoridad.
¿Sabes que hace falta para que tus familiares se salven? Que te muestres ante ellos con éxito. ¿Sabes lo que necesitas para que en el trabajo no te vean como el cristianito que siempre está diciendo cosas de la Biblia? Que te presentes ante ellos con éxito. Dios quiere que tengas una vida visible de éxito y si quieres ser un agente de transformación en ti tiene que estar el deseo de prosperar.
Hay muchos jóvenes que tienen más talento que los famosos de hoy en día, pero el que tiene influencia sobre ellos es aquel que está en los medios, el que vende millones de discos. Estos famosos son agentes de transformación y de esa manera Dios quiere que seas agente de transformación.
Esto no significa que ahora tienes que tener éxito como los del mundo, pero sí tienes que entender que lo que Dios quiere hacer contigo es algo visible. Dios hizo visible a todos los hombres y mujeres que  levantó. Por ejemplo José, tenía el carácter necesario, era firme en sus decisiones, firme en sus convicciones y vivía con fe, aun en medio de las peores circunstancias. Sabemos que por estas características el final de José sería exitoso y sería una exhibición de lo que Dios había hecho con su vida.
Dios y el mundo miden el éxito de manera diferente. El mundo mide el éxito por el dinero, las posesiones, los logros, el acceso, mide el éxito únicamente por lo que se ve. Hoy sabemos que ese éxito, no lo es todo.  Así como el Señor le dijo a Samuel en, 1 Samuel 16:7, Dios no mira el éxito por la apariencia del hombre, sino por su corazón.

BUSCANDO....

Me ha pasado en varias oportunidades el releer un pasaje y que adquiera un nuevo significado para mi vida. Probablemente las veces anteriores no estuve muy demasiado atenta, quizás porque he ido a la Palabra con liviandad, como quien lee un diario de noticias.

Esa misma actitud liviana se repite en el resto de nuestra vida cristiana, porque estamos ocupados, apurados, atariados, cansados.

Pero cuando los problemas son mayores o la desesperación ya nos ha ganado, vamos en búsqueda de la respuesta de Dios y queremos que nos ayude con nuestras particularidades.

Así me sucedió cuando me asaltó una angustia vieja y un pasaje del libro de Deuteronomio me recordó aquello que sé pero que olvido frente a los problemas del diario vivir.

El mensaje principal es claro y contundente: si buscamos al Señor, lo hallaremos. Tan simple y rotundo como eso… y tan difícil que se nos hace! Pero si desmenuzamos este pasaje, podemos encontrar detalles nos muestran la manera de hacerlo.

El pasaje comienza diciendo “Mas si desde allí..”. Examinemos donde estamos parados. Esto se refiere a cualquier posición: quizás nos toca vivir en un lugar lejos de nuestra familia, o estemos atravesando una situación económica difícil. Quizás nuestro esposo/a no comparte la fe, o la enfermedad nos aqueja hoy o desde hace ya mucho tiempo… Cualquier circunstancia, cualquier tormenta o desde la confortable comodidad del ser tibios. Pensemos en nuestra posición y Desde allí, debemos buscar al Señor para que Él se convierta realmente en el Rey sobre toda circunstancia. Para que Él sea plenamente el Rey en nuestra vida.

Si desde allí lo buscamos, lo hallaremos… pero esa búsqueda debe ser con todo nuestro corazón y nuestra alma! Desde las entrañas y con las mismas ganas que empeñamos en aquello que nos gusta, que anhelamos. Si invirtiéramos en nuestra comunión con el Señor el mismo tiempo que invertimos en nuestro celular, internet, televisión, futbol, etc, la relación sería otra. Buscarlo sedientos y hambrientos. Buscarlo primeramente. Buscarlo, buscarlo y buscarlo.

¿Queremos encontrarnos con Dios? Allí, donde estemos parados, debemos empeñar nuestro corazón y nuestra alma en ello. Debemos dejar de pensar en la circunstancia y quizás apagar el celular o la tele y arrodillarnos. Cuando nos acerquemos al Padre, seguramente Él estará con los brazos abiertos y nos dirá “te estaba esperando”.