USOS Y COSTUMBRES DE LOS JUDÍOS EN LOS TIEMPOS DE CRISTO

El propósito de este libro es de describir el período y las circunstancias en que Cristo vivió, para que el lector pueda ver más claramente lo que sucedía en aquel tiempo, entrar en sus ideas, familiarizarse con sus hábitos, modos de pensamiento, su enseñanza y culto. Este libro transporta al lector a los pueblos de Palestina durante la época de Cristo, como si viviera entre aquellas familias.
Yeshua era verdaderamente Dios y verdaderamente hombre -y como hombre fue estrictamente de su tiempo, habiendo crecido en el seno de las costumbres sociales, dentro de un hogar religioso, con hermanos, amigos y compañeros, y trabajó con otros como carpintero-. Como tal, anduvo en conformidad a los tiempos en que vivió. Habló y enseñó a la manera de entonces. Sin embargo, se dijo de Él: “¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!”
El propósito de este libro es describir el período y las circunstancias en que Yeshua vivió, para que el lector pueda ver más claramente lo que sucedía en aquel tiempo, entrar en sus ideas, familiarizarse con sus hábitos, modos de pensamiento, su enseñanza y culto. No sólo da al lector un mejor entendimiento de muchas de las expresiones y alusiones en el Nuevo Testamento, sino que presenta nuevas evidencias de la veracidad de la historia y una percepción de las enseñanzas de Jesucristo en contraste con las de sus contemporáneos.
Este libro transporta al lector a la sociedad civil ordinaria de Palestina durante la época de Yeshua. Lo lleva a mezclarse codo con codo con los hombres y mujeres de aquel período, para verlos en sus hogares y familias, para aprender sus hábitos y maneras de hacer, y para seguirlos en su vida ordinaria. Esta obra es la de un detallista erudito, pero se presenta con un estilo popular y legible, y añadirá significación, colorido y profundidad espiritual a las palabras y acontecimientos del Nuevo Testamento.

CRONOLOGÍA DE LOS TIEMPOS

En los albores de la creación YHVH (Di-os) tenía en su mente todo el diseño de lo creado, incluso, la futura caída, y restauración de su obra cumbre, EL SER HUMANO, creado a su imagen y conforme a su semejanza, de tal modo que nos introduciremos, en el laberinto de los tiempos, tratando de discernir con la ayuda del Ruaj Ha Kodesh (Espíritu Santo) los principales acontecimientos que han marcado, la historia humana, desde el punto de vista de nuestra común Fe.
Durante el primer Milenio, encontramos en los inicios de los tiempos, que después de la caída del hombre, YHVH (Di-os) determinó darle al ser humano tiempo para arrepentirse (Los  hombres vivían varios cientos de años) de sus pecados; y así con el correr de los años, nos encontramos con el primer homicida; Caín  matando a su hermano Abel. Por tal motivo, Caín pierde su derecho a primogenitura siendo sustituido, por su hermano Set, tercero en la línea sucesoria de Adán y así siguió transcurriendo el tiempo, hasta encontrarnos con Enoc séptimo desde Adán el cual fue traspuesto por YHVH (Di-os).
Viendo YHVH (Di-os) que el ser humano, no se arrepentía de sus malos caminos, a pesar del tiempo de vida que le había  otorgado (casi mil años, como en el caso de Matusalén) le peso en su corazón haber creado al ser humano; y nos narran las Sagradas Escrituras que tomó la decisión de exterminar al hombre, por medio de un diluvio universal, como sucedió en el Segundo Milenio en el  año de 1656  el 17 del mes Ziv (de esta línea cronológica) aproximadamente.
Ya  para finalizar el Segundo Milenio, nace el Llamado Padre de la Fe, el Patriarca Abraham, curiosamente en el año de 1947 (de esta línea cronológica);
Durante el tercer milenio sucedieron hechos relevantes para la historia de la salvación, donde YHVH escoge a un hombre llamado Abram, para a través de este, traer restauración para todos los seres humanos, y se lleva a cabo un pacto entre YHVH y Abram al cual también le cambia el nombre por Abraham, de tal modo pues, que es a través de la descendencia física de este hombre que YHVH traería salvación a toda la humanidad; e inicia el proceso, dándole un heredero físico; a Isaac, y de este pasa la bendición a Jacob, llamado después Israel, y así pasó el tiempo, hasta que la descendencia de Israel (Jacob) llega a formar un pueblo, que se transforma en el pueblo escogido por YHVH.
Al transcurrir el tiempo, este pueblo se ve esclavizado en Egipto, en aquel entonces la nación más poderoso del mundo, y YHVH decide librarlos del yugo egipcio y llevarlos a una tierra que fluye leche y miel (Caanan) donde seguiría llevando su plan de salvación; para ello el mismo YHVH hizo prodigios y maravillas antes de sacarlos de Egipto, con hechos gloriosos, como abrir el mar rojo, sustentarlos en el desierto con Maná, sacar agua en medio de la nada, y su nube de gloria tanto de día guardándolos del calor y del sol; y de noche, para alumbrar el campamento, y así  llevarlos a la tierra prometida, conquistándola con más prodigios, como detener las aguas, del río Jordán, destruir las murallas de Jericó, y aún más, detener el sol. Es maravilloso como YHVH hizo tantos prodigios y maravillas en medio de su pueblo, a fin de que este pudiera confiar en Él, y tener seguridad y Fe en el único Elohim (Di-os) verdadero.
Así siguió el transcurso de la historia, pasando por la época de los Jueces, los Reyes, la construcción del primer templo, la época dorada del Rey David y continuando con su hijo Salomón; y finalmente, la caída del Reino y su división en Reino del Norte llamado Israel (10 tribus) y Reino del Sur, llamado Judá (2 tribus). Estos son los hechos más relevantes de este tercer milenio.
Uno de los eventos más importantes al comienzo del cuarto milenio fue el rompimiento de la nación de Israel, como tal,  durante el reinado del hijo de Salomón, Roboam; que redundó en la separación de 10 de las tribus, las cuales formaron el Reino del Norte llamado Israel (Casa de Israel), y quedando la tribu de Judá y Benjamín, con algunos Levitas formando el Reino del Sur llamado Judá (Casa de Judá); a la postre y debido a la rebelión de ambas casas contra YHVH; los del Sur fueron deportados a Babilonia en la época del rey Nabucodonosor y las tribus del Norte fueron conquistadas por los Asirios, y dispersas por varias naciones;  pasados los años, el Reino del Sur, Casa de Judá se ve favorecida, por YHVH quien permite su regreso a Jerusalén, y también permite que el Templo destruido por Nabucodonosor, sea reconstruido, en tiempos de Esdras y de Nehemías.
YHVH en el transcurrir de la historia les envía profetas como siempre a tiempo y fuera de tiempo, para ver si su pueblo se arrepiente, pero tristemente no fue así, sino que el pueblo continuo en rebelión contra su creador; no obstante al final de este milenio, acontece, el hecho más importante de toda la historia de la humanidad; es decir la visitación de parte de YHVH a esta tierra,  en la persona de Yeshúa Ha Mashíaj AmiNatzrat (Jesús de Nazaret). Habían transcurridos varios siglos desde el  tiempo de los profetas pos exilio, y un tiempo de silencio, para luego hacer su aparición el que sería el redentor de Israel.
Hasta aquí hemos visto actuar al ÚNICO Y SUPREMO ELOHIM de Israel, YHVH de los Ejércitos haciendo maravillas como lo es la creación del cielo, la luna, el sol, las estrellas, las galaxias, nuestro sistema solar, con sus planetas, y la TIERRA con su obra cumbre, el HOMBRE; y una vez puesto el ser humano en la tierra, y a causa de su desobediencia, fue arrojado del paraíso, y aún en nuestro tiempo sigue haciendo maravillas, culminando con su visitación a nuestro planeta, para devolvernos al paraíso perdido, restaurándonos a su imagen y conforme a su semejanza; a fin de que podamos vivir con Él.
Es de notar lo que Yeshúa vino a hacer aquí en la tierra; primero su obra expiatoria para redimir al ser humano que había perdido la imagen de YHVH, y devolverlo al paraíso; y segundo, venir a poner en la perspectiva correcta la TORAH (mal traducido como ley),  que son las instrucciones y enseñanzas  que YHVH dio a Moisés con el objetivo de llevar a cabo precisamente esta obra integral de redención que sería efectiva a través de su sacrificio en el madero, porque sabemos que por las obras de la Ley (Torah) nadie se puede justificar, pero son sus enseñanzas e instrucciones las que nos dan vida; si es que las obedecemos, en otras palabras, su sacrificio nos abre la puerta hacia la salvación y nos muestra el camino al Padre, pero es la obediencia a sus mandamientos lo que permite que alcancemos la promesa de la vida eterna, sin su sacrificio no hay entrada, pero sin obediencia a sus instrucciones  para ser santos nadie le vera.
Entramos en el quinto milenio; aquí ocurrieron varias cosas importantes, como la entrada de la apostasía, en el primer siglo de este milenio. Apostasía que se fue recrudeciendo con el paso del tiempo hasta formar una religión (Iglesia Católica Apostólica y Romana) ajena a las enseñanzas del Mesías y separándose de la rica savia del olivo original con una fuerte dosis de antisemitismo y alejándose de las enseñanzas de Yeshúa Ha Mashíaj, de la Torah; en fin de todo lo que fuera Judío, (Yeshúa dijo que la salvación viene de los Judíos). Incluso la humanidad cayó en una época oscura, llamada en la historia secular, la Edad Media; vino un oscurantismo terrible, y todo lo que la humanidad había avanzado en ciencia, letras, arte, etc, quedó atrás con esta época oscura. Y así continuamos, hasta el sexto milenio, en el cual se dio, entre otras cosas la época de la reforma protestante, vino también un florecimiento, de las letras, el arte, es decir un recentismo, en el mundo secular; también los descubrimientos de América y otras partes del mundo. Con todo esto llegamos, a las postrimerías del final de este sexto milenio, y podemos observar el cumplimiento de varias profesáis como las de Daniel en cuanto al aumento de la ciencia que como podemos ver ha sido asombroso y más si como creyentes lo tomamos como punto de referencia para el retorno del Mesías.
Finalmente deseo compartir con Uds. las profecías, que de manera particular el Ruaj Ha Kodesh (Espíritu Santo) nos ha dado de manera particular en esta congregación, a través del tiempo.           Desde el año de 1995 nos habló que venían sus juicios sobre esta tierra, diciéndonos: Sus ojos miraran  la recompensa que el enemigo va a dar a sus seguidores, y nos hablaba de plagas y pestes que vendrían, y nos decía: “Si Ustedes permanecen en mi obediencia serán guardados, pero si salen de ella, serán alcanzados por todo lo que viene”; y la obediencia la comparaba con un rayo de luz que nos protegía. Años  después en el año 2006 a principios de este, lo volvió a ratificar, pero de una manera más contundente diciendo: “Viene muerte y destrucción, orad por vosotros mismos para que seáis guardados de todo lo que viene”, así como lo dice en Lucas cap. 21:34-36; pero el día 12 de octubre del año 2015 aún  fue más contundente y preciso, diciéndonos: “El tiempo es, el día es, la hora viene; juicio y destrucción  sobre los moradores de la tierra, porque han profanado el templo, templo del Ruaj Ha Kodesh (Espíritu santo)”. También se nos dijo, que “Estamos en el umbral del acontecimiento más trascendental de nuestro tiempo y que construyéramos el arca, y la calafateáramos con brea y dejáramos las murmuraciones” (Entiéndase espiritualmente), por lo cual podemos concluir que el escenario ya está dispuesto para su efecto, así como en su momento lo estuvo Sodoma y Gomorra; sobre la cual vino muerte y destrucción, y esto llegará de repente así como en los días de Noé  y en los días de Lot, como lo declara YHVH   en este último mensaje; y es confirmado por su palabra escrita en Lucas cap. 17:26-33.
Sirva pues esta obra  para alertarnos a fin de que el pueblo de YHVH no perezca con esta generación maligna y perversa, GRANDE ES EL AMOR DE YHVH QUE DESEA QUE TODOS SEAMOS SALVOS. Nuestra seguridad es pues la obediencia a sus mandamientos, así como lo fue el Arca en tiempos de Noé, y así como los Ángeles libraron a Lot, así ahora la obediencia es el ARCA PARA ESTE TIEMPO.

LOS PROFETAS DE ISRAEL


Existe una continuidad entre los profetas anteriores que no escribieron y los profetas posteriores de Israel. Si queremos obtener un entendimiento acabado de la profecía israelita, debemos estudiar ambos grupos. 

El autor respalda con considerable evidencia la idea de la continuidad de la profecía. En lugar de concentrarse en los escritos proféticos apunta a los profetas mismos, hablando tanto de aquellos que escribieron como de los que no lo hicieron. 

El autor dice: “Un estudio de estos personajes es muy remunerador, porque cuando los vemos como personas que vivieron en cierto tiempo bajo circunstancias específicas, progresamos enormemente en el entendimiento de lo que escribieron” .

Este libro empieza con una introducción informativa sobre los profetas de Israel: su carácter único dentro del Cercano Oriente, su función, el papel que el Espíritu tuvo en sus vidas y trabajo, y su relación con los falsos profetas.

Además de los profetas escritores representados en el canon, el autor habla de los profetas que no escribieron, tanto de la época anterior a la monarquía (p. ej. María, Débora Samuel) como de la época monárquica (p. ej. Natán, Elías Elíseo).