DIOS CONOCE TU CORAZON

Reyes 3:26 Reina-Valera 1960 (RVR1960) Entonces la mujer de quien era el hijo vivo, habló al rey (porque sus entrañas se le conmovieron por su hijo), y dijo: !!Ah, señor mío! dad a ésta el niño vivo, y no lo matéis. Mas la otra dijo: Ni a mí ni a ti; partidlo. 

 Una de las cosas mas deliciosas que he encontrado en Dios es la intimidad con Él, ese momento insustituible en el que se puede uno encontrar cara a cara con Él y tenemos toda la garantía de que el mundo cambia solo con su presencia. De hecho, una vez que entramos a ese lugar, esa sensación de intimidad se vuelve adictiva, se vuelve única, es decir, nunca será igual pero siempre será Él y siempre nos quedará claro, es por eso que es difícil alejarse de Dios cuando se ha tenido un auténtico encuentro con Él. 
 Dentro de esa intimidad hay factores que se vuelven una garantía, en mi caso, siempre lo son las respuestas inmediatas, no solo a mis preguntas, sino a mis peticiones, es ahí donde me doy cuenta que no necesito a nadie ni a nada, pues todo depende de Él y de cómo le demos oportunidad de ser nuestro Dios. Desde que descubrí eso en la intimidad con Dios, me he dedicado a contagiar a otros de ir delante de Él y de dejar a un lado los esquemas religiosos y las ideas cuadradas que muchos tienen y que solo los alejan de aquello que Dios nos ofrece. 
Es justo por eso que me quedo asombrado cuando las personas vienen a mi a pedirme que ore por ellas, y por favor no me mal entienda, lo hago con mucho gusto, pero no puedo dejar de darme cuenta, que en muchas de las ocasiones, estas personas no son capaces de orar por sí mismas y esperan venir a usurpar y a robar aquello delicioso que los demás tenemos en intimidad con Dios, a veces me parece inaudito. Hay muchas personas que viven de eso, de que otros oren por ellas, o bien de que otras personas lean la Biblia y aprendan mientras ellas solo obtienen el digerido y se quedan con lo mejor y el resumen de lo que pasó previamente entre Dios y alguien mas, creo que podríamos llamar a esas personas cuatreros de unción, no lo cree? Una de las cosas que ha rondado en mi cabeza en las pasadas semanas es el concepto de que la palabra de Dios no está para convencer a nadie, sino la palabra de Dios está para crear, ya que es una palabra viva, para que lo entienda mejor, la palabra de Dios es una persona con autoridad y mucho, pero mucho poder, por tanto, cada vez que le damos oportunidad a Dios a que nos hable en intimidad, algo nuevo es creado en nosotros, algo nuevo se forma y tiene efectos siempre diferentes y siempre mejores que los anteriores y lo mejor de todo es que no se pueden detener, rechazar u opacar, simplemente es algo que sucede y no podemos evitar, por tanto es algo que crea vida en nosotros, literalmente cada vez que Dios habla algo en nosotros es como si nos embarazáramos y tuviéramos un bebe. 
 Es ahí donde entendemos como es que funcionan o aplican historias como la de la cita de hoy, recuerda la historia?, había dos mujeres que vivían bajo el mismo techo y tienen luz con 3 días de diferencia, pero la segunda mujer por error se acuesta sobre su bebé y este se asfixia y muere, y lo cambia con el de la otra mujer y le alega que es suyo, ya que no está dispuesta a admitir que asfixió al propio, el resto de la historia lo conoce, ambas van ante el Rey Salomón y piden se les haga justicia. El embarazarse de un bebe requirió de intimidad y de una espera de 9 meses aproximadamente, y obvio, debe de ser frustrante el perder a un bebé de esa manera, pero piénselo, la segunda madre está dispuesta a que el bebé sea sacrificado en vez de mantenerlo con vida, entonces en realidad nunca tuvo intimidad con el marido, sino que sólo estaba compitiendo con la otra mujer para ver quien era mas amada por el esposo, aunque el esposo en realidad no le importaba, por tanto el fruto de la supuesta "intimidad" no tuvo importancia. 
 De la misma manera sucede con aquellas personas que creen que pueden venir a pedir a otros que oren por ellas, que pueden usurpar el tiempo de calidad de otros en presencia de Dios y que luego menospreciarán los frutos de esa intimidad, siendo que solo querían ver el efecto de Dios en ellas y no ir a lo profundo y tener un encuentro con Dios para que lo que Él hiciera en ellas fuera duradero y auténtico. A veces creemos que podemos engañar a otros cuando les hablamos acerca de nuestra situación espiritual, pero a Dios no le podemos engañar, Él siempre respaldará a quien fue honesto en la intimidad e hizo las cosas de la manera adecuada, a Dios no se le puede engañar afortunadamente y Él reconoce cuando alguien está dispuesto a sacrificarlo todo por lo que obtuvo del que todo lo sacrificó por Él, tal como la madre del bebé que estuvo dispuesta a entregar su fruto antes de verlo lastimado. 
 La intimidad con Dios es algo que no podemos fingir y es algo a lo que tenemos acceso todos los días, sólo es cuestión de que lo decidamos, de esa manera dejamos de engañarnos a nosotros mismos y dejamos de engañar a Dios fungiendo ser alguien que no somos.