LEY Y GRACIA


LA LEY fue dada por Moisés.
LA GRACIA y la verdad vinieron por Jesucristo (Juan 1:17).
LA LEY dice: haz esto, y vivirás (Gálatas 3:12).
LA GRACIA dice: vive, y entonces haz esto.
LA LEY dice: págame lo que me debes (Mateo 18:28).
LA GRACIA dice: yo te perdono todo (Lucas 7:42).
LA LEY dice: la paga del pecado es muerte.
LA GRACIA dice: el regalo de Dios es vida eterna (Romanos 6:23).
LA LEY dice: el alma que pecare, ésa morirá (Ezequiel 18:20).
LA GRACIA dice: Quienquiera que cree en Jesús, aunque esté muerto, aun así vivirá; y quienquiera que viva y cree en Él nunca morirá (Juan 11:25,26).
LA LEY pronuncia la condenación y la muerte.
LA GRACIA proclama la justificación y la vida.
LA LEY dice: haz un nuevo corazón y un nuevo espíritu.
LA GRACIA dice: te daré un corazón nuevo, y pondré un espíritu nuevo dentro de ti (Ezequiel 11:19).
LA LEY dice: maldito es cualquiera que no permanece en todas las cosas que están escritas en el libro de la ley para hacerlas (Gálatas 3:10).
LA GRACIA dice: bendito es el hombre cuyas iniquidades son perdonadas, cuyo pecado es cubierto; bendito es el hombre a quien el Señor no imputará iniquidad (Romanos 4:7,8).
LA LEY dice: amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza (Deuteronomio 6:4).
LA GRACIA dice: aquí está el amor: no en que nosotros amamos a Dios, sino en que Él nos amó, y envió a Su Hijo para ser la propiciación por nuestros pecados (1 Juan 4:10).
LA LEY habla de lo que el hombre debe hacer para Dios.
LA GRACIA cuenta lo que Cristo ha hecho por el hombre.
LA LEY se dirige al hombre como parte de la vieja creación.
La GRACIA hace a un hombre un miembro de la nueva creación.
LA LEY tiene que ver con una naturaleza inclinada a la desobediencia.
LA GRACIA crea una naturaleza inclinada a la obediencia.
LA LEY exige obediencia por el terror al Señor.
LA GRACIA suplica a los hombres por las misericordias de Dios (Romanos 12:1).
LA LEY exige santidad.
LA GRACIA da santidad.
LA LEY dice: condénalo (2 Corintios 3:6-9).
LA GRACIA dice: abrázalo (Lucas 15:20).
LA LEY habla de sacrificios sacerdotales ofrecidos año por año continuamente que nunca podían hacer perfectos a los que los ofrecían (Hebreos 10:1).
LA GRACIA dice: pero este Hombre, después de que ha ofrecido un sacrificio para siempre por los pecados . . .con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados (Hebreos 10:10,14).
LA LEY declara que los que han pecado en la Ley, serán juzgados por la Ley.
LA GRACIA trae paz eterna al alma atribulada de cada hijo de Dios, y proclama la salvación de Dios en desafío a las acusaciones del adversario. 

“Él que oye Mi palabra, y cree en Él que me envió, tiene la vida eterna, y no entrará en el juicio (condenación), sino que ha pasado de la muerte a la vida” (Juan 5:24).

CORAZON QUEBRANTADO


«Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado. Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios» (Salmo 51:17).


Ningún otro salmo expresa tan plenamente la experiencia por que atraviesa el alma que ha sido guiada al arrepentimiento Su humilde confesión de pecado (va. 3, 4 y 5); su deseo intenso de ser perdonada por los méritos de la sangre de Cristo (v. 7) ; su ansiedad porque el Señor le conceda un corazón puro (v. 10); su voluntad de ofrecer, de rendir algo a Dios por todos sus beneficios.

Dice el salmista que él enseñará a los prevaricadores el camino de Dios; dice que sus labios, por la gracia. de Dios, se abrirán para publicar las alabanzas de Dios; manifiesta que ofrecerá a Dios un espíritu quebrantado y humillado (va. 16, 17). Viene a decir que, del mismo modo que ha ofrecido ---siguiendo los ritos mosaicos-- numerosos corderos inmolados y acción de gracias a Dios, también ahora ofrecerá a Dios, como un cordero inmolado, su quebrantado corazón. Cada uno de vosotros, quienes habéis hallado el mismo perdón de Dios, llegasteis en el pasado a la misma resolución, la de ofrecer a Dios un corazón quebrantado, lo cual nuevamente os será grato hacer hoy. 


I. EL CORAZÓN NATURAL ES UN CORAZÓN NO HERIDO, NO QUEBRANTADO.

La ley de Dios, sus misericordias, las aflicciones que le acontecen, no quebrantan el corazón natural. Oye hablar de la ley de Dios y de su misericordia y continúa impasible. Es más duro que una piedra. Nada hay en el universo tan duro. "Oídme, duros de corazón, que estáis lejos de la justicia" (Isaías 46:12). "Hemos recorrido la tierra y he aquí que toda la tierra está reposada y quieta" (Zacarías 1:11). "Yo escudriñaré a Jerusalén con candiles y haré visitación sobre los hombres que están sentados sobre sus heces" (Sofonías 1:12). "Endurecieron sus rostros más que la piedra, no quisieron tornarse" (Jeremías 5:3). "Mujeres reposadas y confiadas, oh confiadas" (lsaías 32:9-11).

¿Por qué? ¿Por qué es tan duro, el corazón natural?

Primero: Porque hay un velo sobre él. Porque el corazón del hombre natural se halla cubierto por un espeso velo. No cree en la Biblia, ni en lo estricto de la ley, ni en la ira que ha de venir; un trágico velo cubre sus ojos.

Segundo: Porque Satanás es dueño del corazón natural. Satanás se lleva la semilla tan presto como puede.

Tercero: Porque el hombre natural está muerto en delitos y pecados. Los muertos. no oyen, ni sienten; carecen de sentimientos y de sensibilidad.

Cuarto: Porque se ha construido una barrera de despreocupación que le resultará mortal. El corazón natural confía a lo más en cualquier refugio falso, refugio de mentira, como dice la Biblia. Confía en la oración, o en las limosnas.

Pedid, amigos, a Dios que os libre de la maldición de un corazón muerto, no quebrantado, no contrito y humillado. Primero, porque no pasará mucho tiempo tranquilo en su falsa confianza; os halláis sobre lugares resbaladizos y las olas del océano rugen bajo vuestros pies. Segundo, porque Dios os denostará en la eternidad en vuestra calamidad. Si vosotros os volvéis ahora, hay esperanza de perdón cierto. Los ministros y los cristianos están preparados y Cristo mismo también lo está; pero después, en la eternidad, su denuesto caerá sobre vosotros.


II. EL CORAZÓN DESPERTADO ES UN CORAZÓN HERIDO, PERO NO QUEBRANTADO, NO ROTO.

1. La ley inflige la primera herida. - Cuando Dios se dispone a salvar un alma, la lleva primeramente a preocuparse de sus pecados. "Maldito es todo aquel que no permaneciere en todas las cosas que están escritas en el libro de la ley, para hacerlas". "Así que yo, sin la ley vivía por algún tiempo, mas venido el mandamiento el pecado revivió y yo morí". La vida y el corazón de cada uno adquieren entonces tremendos colores.

2. La majestad de Dios produce la segunda herida. El pecador recibe la sensibilidad que le hace sentir la grandeza y santidad de Aquel contra quien ha pecado. "Contra ti, a ti solo he pecado" (v. 4).

3. La tercera herida procede de su propia incapacidad para mejorarse. - En este estado el corazón todavía no ha sido quebrantado; el corazón se levanta contra Dios. Primero, a causa de lo estricto de la ley: "Si no fuese tan exigente." Segundo, porque sea la fe el único camino de la salvación y ella constituye un don de Dios: "¡Quisiera merecerse la salvación y ganarla!" Tercero, porque Dios sea soberano y pueda salvar o no, según su voluntad. Esto es lo que hay en el corazón no quebrantado. No existe otro estado y situación más miserables.

Aprendamos que una cosa es ser despertado y otra muy diferente ser salvado. Amigos, no descanséis en vuestras opiniones.


III. EL CORAZÓN DEL CREYENTE ES UN CORAZÓN QUEBRANTADO EN DOS ASPECTOS.

Ha sido quebrantado de su propia justicia y de su propia posibilidad de justificarse. Cuando el Espíritu Santo lleva a un alma a la cruz, ésta desespera de justificarse por sus propios méritos y justicia. Toda su carga y todas sus propias justicias y sus propias opiniones se derraman perdiéndose del modo como un líquido se pierde al romperse el frasco que lo contiene.

Primero, porque la obra de Cristo se le muestra. tan perfecta, lo mismo que la sabiduría y el poder de Dios. Ve en la obra de la cruz la justicia de Dios. 

"Me maravillo al pensar que hubo un tiempo en que yo busqué otros caminos de salvación. De haberla podido obtener con mis obras, ciertamente que con todas mis fuerzas me hubiera lanzado a ello. Me maravillo al pensar que el mundo no ha comprendido, ni ha aceptado, el único camino de salvación por la justicia de Cristo" - Brainerd.

Segunda. ¡La gracia de Cristo tiene tanto esplendor! ¡Qué maravilloso que toda la justicia de Cristo tan excelsa y divina, sea ofrecida gratuitamente al pecador! ¡Que yo, que he sido voluntariamente negligente, menospreciador de Cristo, que he odiado su obra, que he obstaculizado su llamamiento levantando entre él y yo verdaderas montañas haya sido objeto de su amor, y a pesar de todo, haya venido hasta mí pasando por todas ellas! "Para que te acuerdes y te avergüences, y nunca más abras la boca a causa de tu vergüenza, cuando me aplacare para contigo de todo lo que hiciste, dice Jehová" (Ezequiel 16:63). ¿Tienes tú este corazón quebrantado, y contrito ante la visión de la cruz? No será una mirada a tu propio corazón, o al corazón del infierno, sino al corazón de Cristo lo que quebrantará tu corazón. ¡Oh, pedid que Dios os dé un corazón quebrantado así! El orgullo y la jactancia están excluidos ¡A Él sea la gloria, digno es el Cordero! Todas las batallas y los esfuerzos del alma que busca su propia justificación han de ser quitados y hollados con desprecio.

El corazón quebrantado ha visto deshecho su amor para con el pecado. - Cuando un hombre cree en Cristo, se da cuenta entonces de que el pecado le es aborrecible. Primero, porque él le separa de Dios, abre entre Dios y él una gran alma y arrastra al hombre a la condenación del infierno. Segundo, porque llevó a Cristo a la cruz, al Señor de gloria; fué la gran carga que gravitó sobre su alma, lo que le hizo sudar, sangrar y morir. Tercero, porque es la plaga del corazón de Cristo ahora. Toda mi infelicidad y desdicha se debe a que soy un pecador. Ahora el creyente se lamenta y conduele, como una paloma, de haber pecado contra quien tanto le amó. "Entonces recordarás tus caminos y todas las cosas en que hablas vivido impíamente y te aborrecerás a ti mismo".


IV. LAS VENTAJAS DE UN CORAZÓN QUEBRANTADO.

1. Te guardarás de que te ofendas por causa de la predicación de la cruz. El corazón natural se ofende cuando se le predica de la cruz. Muchos de vosotros estoy cierto de que la odiáis y la menospreciáis. Muchos, sin duda, se enfurecen a menudo en lo más íntimo de sus corazones al oír la predicación de la justicia de otro, que debéis aceptar desechando la vuestra, si no queréis perecer. Muchos, sin duda, han abandonado esta iglesia por causa de tal predicación; y muchos más, a no dudar, seguirán el mismo camino. El escándalo y la ofensa de la cruz no han terminado. En cambio, amados, el corazón quebrantado no puede ofenderse de tal predicación. Los ministros puede mente la verdad a los corazones quebrantados. Un corazón quebrantado gozosamente se sienta a oír acerca de la justicia sin obras.

Muchos de vosotros os ofendéis cuando hablamos claramente del pecado; muchos se ofendieron el domingo pasado. Pero el corazón quebrantado y contrito no se ofende porque odia el pecado más que los mismos ministros a veces pueden hacerlo. Hay muchos como los adoradores de Baal: "Saca fuera tu hijo para que muera" dicen (Jueces 6:30). Del mismo modo quienes no tienen un corazón quebrantado respiran amenazas contra el predicador que destroza el ídolo de su orgullo; pero un corazón quebrantado desea ver el ídolo destrozado y derrotado y convertido en añicos.

2. El corazón quebrantado descansa al fin. - El corazón natural es como el mar tempestuoso. "¿Quién nos mostrará lo bueno?" Y corre preguntando de criatura en criatura buscando su propio placer, "lo bueno". El corazón despertado no tiene paz. Los temores de la muerte y del infierno amenazan ---así lo descubren los desesperados- sus almas desde que fueron sacados bruscamente de su condición dormida y de su estado de reposo y falsa tranquilidad.

Pero el corazón contrito dice: "¡Vuelve a tu paz, oh alma mía!" La justicia de Cristo echa fuera el temor, disipa todos los temores. Aun la misma plaga y corrupción del corazón no pueden verdaderamente turbarle, porque ha depositado todas sus cargas en Cristo.

3. No puede acontecerle ningún mal al corazón quebrantado. - Para los no convertidos, ¡cuán trágico es el lecho de muerte, o de la enfermedad, agitado e inquieto corno una bestia salvaje aprisionada en la red! En cambio, el corazón quebrantado se halla satisfecho y sereno en Cristo. Cristo le es suficiente; no ambiciona nada más. Aunque todo desaparezca, su amor, el amor de Cristo permanece. Está como un niño de meses en el regazo de su madre, confiado y seguro. ¿Conoces tú este seguro descanso?

LA IDENTIDAD EN LA ORACION

Hechos 17:29 Reina-Valera 1960 (RVR1960) 

Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres. 

Gran tiempo de nuestra oración lo pasamos pidiendo cosas a Dios y muchas de esas cosas que pedimos suelen no suceder o no llegar y en ocasiones nos consolamos pensando que Dios "por algo" no nos las dio o que probablemente tiene algo "mejor" para nosotros, pero curiosamente, nunca descubrimos cual fue ese "por algo" y tampoco recibimos una respuesta de Dios diciéndonos esto es eso "mejor" que tengo para ti, lo había pensado? Y por qué Dios no habría de darnos las cosas que pedimos?, qué acaso no es un Dios bueno que quiere cosas buenas para nosotros?, que no se supone que nos ama? La respuesta a muchas de estas preguntas, está en la definición de la palabra "bueno", pues cada quien tiene su propio concepto de lo que es bueno, pues cada mente piensa diferente. Bueno, normalmente se confunde con cómodo, con placentero, con abundante, pero todos esos términos, no significan lo mismo, El diccionario nos dice que bueno significa "algo que es útil y que tiene propósito", por tanto todo aquello que denominemos como bueno, tiene que tener un propósito y ahora si podemos usar esa palabra para adjudicársela a Dios, el es bueno, hace cosas buenas para nosotros, es decir, el tiene propósito y lo que hace y lo que nos de, tiene que tener ese mismo propósito, para que le podamos reflejar y representar adecuadamente en la tierra.  

Piénselo de esta manera, normalmente pedimos a Dios cosas que solucionen nuestras situaciones, pero pocas veces, pedimos cosas que nos pongan a funcionar con respecto al propósito que pudiera tener para nosotros, a veces incluso pedimos cosas que pudiéramos compartir y pareciera que quisiéramos negociar con Dios y le ofrecemos compartir lo que le pedimos, con tal de que nos lo de, le ha pasado? Afortunadamente Dios no es así y no se deja comprar, Él tiene una visión mucho mas allá de lo que nosotros vemos, y no porque no podamos, sino porque no hemos querido verlo. El libro de los Hechos es el libro que nos enseña a funcionar de acuerdo al Reino, es la narración donde los discípulos, ahora convertidos en Apóstoles empiezan a poner en práctica las enseñanzas de Jesús y se dan cuenta como todo lo que dijo era cierto y como el evangelio se esparcía con rapidez solo porque obedecían al pie de la letra las enseñanzas del Mesías. 

La cita de hoy nos enseña algo primordial para poder entender las cosas de Dios y para orar adecuadamente, lo primero que nos enseña es que somos linaje de Dios, es decir, una vez que decidimos hacer a Jesús el Señor y Salvador de nuestras vidas, somos transformados a una nueva naturaleza y somos parte de la familia de Dios, por tanto, cuando pedimos, no lo debemos de hacer como ajenos, sino como de casa, y no podemos ir a pedir como mendigos, sino a reclamar como herederos, segundo, debemos de entender que el oro, la plata, los bienes materiales son una señal que nos sigue, lo que reclamamos y lo que heredamos es el carácter de Dios, la autoridad sobre la tierra y el poder del Espíritu Santo en nosotros, y todo lo que pudiera ser del mundo, será lógico, evidente y llegará sin esfuerzo, ya que es el respaldo de Dios. 

Por tanto si usted pide a Dios cosas materiales y lo hace como alguien ajeno o como alguien que no le queda claro el término de "humilde", lo primero que debe de hacer, es hacer como los discípulos cuando dejaron de hacerlo para convertirse en apóstoles, entenderse de casa, comportarse como de casa, hacer las cosas como se hacen en el Reino de los Cielos y verá que nada de lo que pide, le será negado, pues todo lo que piense, lo que haga y lo que diga, tendrá un propósito y será de acuerdo a la voluntad de Dios.

NO TE CONFUNDAS

La fe significa creer, pero la pregunta es "que es eso que debemos de creer?", normalmente las personas tienen la idea que el creer que Dios hará algo es tener fe, la pregunta es que es eso que creemos que hará?, pues tenemos que diferenciar entre lo que queremos que haga y lo que sabemos que hará, ya que son conceptos muy distintos. 

La fe tiene que ver con el creer en la palabra y con el esperar que todo lo que en ella esta escrito se cumplirá, si no conocemos la palabra y no sabemos que es lo que Dios ha escrito acerca de lo que quiere hacer en nosotros, difícilmente podremos decir que tenemos fe, por mucho trabajo que nos cueste creer lo que le digo, ya que a nadie nos gusta enterarnos que nos hemos engañado acerca de tener fe todo este tiempo. 

 esto se lo comento, pues he visto a muchas personas frustradas en el ejercicio de su fe, ya que pretenden que el anhelar algo con muchas ganas les sea tomado por fe y por tanto Dios conceda su petición, siendo que las cosas están muy lejos de funcionar de esa manera, ya que nada a lo que nos aferremos es algo que refleje al Dios de la Biblia, ni al Reino al que pertenecemos. Dios es fiel a su palabra y por mientras nos mantengamos en ella, su mano (la de Dios) y su favor se mantendrán en nuestra vida, ya que curiosamente, la palabra es tan basta que hay siempre una respuesta en ella para cada situación de nuestra vida. Lo peor que podemos hacer en la vida es hacer algo pensando en que es bueno y que Dios nos respalda sin haber consultado a Dios acerca de ello, he visto a muchas personas decir "decláralo por fe" a muchas otras decir "yo tengo mucha fe en que Dios me va a dar esto o aquello", y a un montón más decir "pídeselo a Dios", siendo que las promesas de la Biblia nos ofrecen abundantemente mas de lo que pudiéramos pedir y a veces solo nos quedamos cortos con nuestros anhelos y peticiones limitados de acuerdo a nuestra mente terrenal y limitada. 

La fe tiene que ver con el espíritu, cuando leemos la palabra nuestro espíritu reconoce lo que es suyo y de acuerdo a su naturaleza, es decir, es como si de repente se encontrara en casa y reconociera todo lo que le es familiar, de modo que nos podemos comportar como herederos, pues por medio de la palabra y el Espíritu de Dios tenemos acceso a esa herencia que podemos reclamar aquello que fue dispuesto para nosotros y que gobernemos como fue dispuesto. La cita de hoy habla de algunas personas que decían tener fe y realmente solo imitaban a otros que hacían prodigios en el nombre de Jesús, si conocer verdaderamente quien es Dios y pensando que su fe o lo que ellos entendían por fe les daría poder para enfrentar demonios y situaciones difíciles, pero oh sorpresa!, cuando se dieron cuenta que no es solo decir las cosas, sino llevar el respaldo de Dios para hacer lo que pretendían, ya que la fe nos da identidad en Cristo, no nos hace conocidos ni famosos a nosotros y por tanto los demonios les desconocieron. 

Esto mismo nos pasa cuando confundimos el orar con el pedir, ya que pedimos sin la certeza de recibir y pedimos cosas que no sabemos si se alinean con la voluntad de Dios, por lo cual aun lo natural y lo sobrenatural nos desconocen y nada de lo que pedimos nos es dado, simplemente por no funcionar como el Reino de los Cielos funciona. Por tanto, y tal como lo dice la Biblia (Hebreos 11:1), la fe es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve, pero eso que se espera y eso que no se ve, no es otra cosa que el cumplimiento de la palabra de Dios, si no la conoce, tiene una gran deficiencia en su fe.

EL PODER DEL NO

No toda buena oportunidad, es una oportunidad divina.  Hay que tener sabiduría para saber cuándo decir que no. 
Hay dos maneras de hacer dinero: La manera del mundo y la manera de Dios.  La manera del mundo puede ser mintiendo, engañando, robando, haciendo lo incorrecto.  Pero, a veces, aun medios nobles, que pueden parecer bonitos, no necesariamente son producto de las riquezas que Dios te ha prometido a través de su pacto.  Las riquezas del mundo no son solamente las que se obtienen con el engaño, sino también aquellas que se obtienen fuera de la manera que Dios quiere que las hagamos.
¿Cómo sabemos que las riquezas que obtenemos son de Dios o del mundo?  El resultado final de las riquezas te lo va a decir.  La biblia dice que la bendición de Jehová es la que enriquece y no añade tristeza.  No has robado ni engañado, pero, si las riquezas que has obtenido te han traído tristeza, puede que el vehículo que has utilizado para obtenerlas no sea el que Dios quería. 
Tenemos que decir que no al sistema del mundo y confiar en que Dios puede prosperarnos.  Ningún creyente prospera solo diciendo sí; también el cristiano prospera diciendo no.  Hay un momento en la vida donde tendrás que pararte firme y decir no.
Los más grandes hombres de Dios en la biblia, a nivel financiero, fueron marcados en algún momento que dijeron que no a la manera del mundo.  En Génesis 14:21, Abraham le dijo que no a la propuesta del rey de Sodoma.  En Hebreos 11:24, vemos que Moisés rehusó llamarse hijo de la hija del Faraón.   También el rey David dijo que no en varias ocasiones, pero en una muy particular rehusó matar al rey Saúl, cuando tuvo la oportunidad de hacerlo.  Daniel es otro ejemplo, cuando rehúsa comer la misma comida que los demás.  Pero el ejemplo más grande lo vemos en Cristo cuando, estando en ayuno, el enemigo le tienta diciendo que convirtiera las piedras en pan y comiera.  También el enemigo le dijo que le adorara a cambio de posesiones. 
En tu vida financiera, llegará el momento que tendrás que decir que no a ofertas que parecen buenas, morales y justas, pero que no son la manera que Dios quiere.  El pacto se confirma, no porque tengas dinero, sino porque, cuando lo obtengas, tendrás paz y bendición en tu vida.  Tienes que tener confianza en el pacto de Dios a tu vida que es un pacto con muchas promesas y no deberías conformarte con parte del pacto.  De qué vale tener riquezas, y no tener un buen matrimonio, una familia unida, paz en tu conciencia y no estar bien en tu relación con Dios. 
En todos estos ejemplos de la biblia, podemos ver varias cosas en común:
No buscaron la manera fácil.  ¿Quieres prosperar a la manera de Dios?  Deja de buscar la manera fácil.  Hay que trabajar, levantarse temprano, esforzarse, ofrendar, diezmar.  Cristo sabía que tenía que sacrificarse y pagar un precio en la cruz del Calvario.  David, en una ocasión, dijo: No quiero nada que no me cueste.  No hay riquezas fáciles; hay que esforzarse.
Se aseguraron de que el mundo no se llevara el crédito de su bendición.  Nunca aceptes riquezas donde el mundo se lleve el crédito de que te lo dio. 
Se ocuparon de mantenerse puros delante de Dios.  No pusieron en riesgo su relación con Dios. 
Supieron respetar el orden divino.  No violentaban el orden de autoridad. 
Esperaron el tiempo de Dios.  Si no hay paciencia, no se puede prosperar.  Hay que saber esperar en Dios.
Tuvieron la visión puesta en los sueños y el propósito de Dios.  Cuando no hay visión, se le dice que sí a cualquier oferta. 
Verdaderamente, creyeron que Dios les iba a prosperar.  Cree, por encima de todas las cosas, estés donde estés, que es Dios que te va a prosperar. 
Cuando un hombre y una mujer están seguros y claros del pacto de Dios en sus vidas, se paran firmes y dicen que no a la oferta del mundo y obtienen lo que Dios les ha prometido.  

AMIGO DE DIOS

Todas las relaciones importantes empiezan por una amistad, ya que no podemos ser nada de nadie si no somos amigos de se alguien primero, que interesante, no? Esto es muy sencillo, la amistad se genera por una decisión, un día decidimos ser amigos de alguien y mantenernos en su vida y que esa persona permanezca en la nuestra, en otras palabras la amistad es una de las expresiones mas claras del amor, ya que el amor es esa decisión que tomamos a favor de quienes son nuestros amigos. Dios no pretende ser otra cosa mas allá de nuestro amigo, pero así como hacemos con nuestros amigos en la tierra, necesitamos conocerle, hablar con Él y escucharle, para poder tomar decisiones adecuadas a favor de esa amistad que decidimos tener con Él. 

El problema es que muchas personas nunca han tomado esa decisión y asumen que Dios es su amigo porque alguien les dijo que quiere cosas buenas para nosotros, pero no es así, Dios describió el amor y la amistad a lo largo y ancho de toda la Biblia, para que nos aseguráramos de tener una amistad adecuada no solo con Él, sino con las personas que nos rodean también. Piense en esto, Jesús nos enseñó que no hay quien tenga un amor mas grande que el dar la vida por un amigo (Juan 15:13), y esto es importante, porque hay personas por las que nos sería lógico o natural dar la vida, como por nuestros familiares y la gente de nuestro entorno, pero un amigo al cual nos liga solo la decisión de amarle, esas son palabras mayores, esas son cosas que no se hacen en un arrebato, son cosas que se piensan y se tienen que hacer medianamente. 

Es precisamente por eso que caemos recurrentemente en el pecado, es por eso que le somos infieles a Dios todo el tiempo, porque no hemos aprendido a ser sus amigos y no hemos pensado detenidamente de qué se trata nuestra amistad con Él y lo que implica el ser amigo de Dios. El ser amigo es tomar consciencia de las cosas que son importantes para nuestra contra parte y decidir constantemente a su favor, no es simplemente negarnos a cambio de algo, sino actuar y caminar por la vida teniendo siempre presente el compromiso que hemos contraído con ese amigo al cual llamamos Dios. Dios por su parte ha prometido muchas cosas buenas e interesantes para sus amigos, entre ellas el hablarnos constantemente y el revelarnos sus planes, hacernos efecto de su palabra (bendecirnos) y el compartirnos de aquellas cosas que hay en su Reino y enseñarnos a gobernar junto con Él, y lo hace, tal como nos enseña en la cita de hoy, todo el tiempo y no solamente cuando nos acordemos de Él como nosotros lo hacemos. 

Estamos en esa parte del año donde empezamos a planear aquello que haremos el año entrante y ponemos muchas buenas intenciones en nuestra lista y las llamamos propósitos que por alguna razón terminan no cumpliendose, pero que le parecería el hacer lo mejor que puede hacer por usted mismo, el hacerse usted amigo de Dios y hacerlo tal como nos lo enseña la cita de hoy, todo el tiempo y con la verdadera intención de ser tan cercano como se puede ser, mas que un hermano de sangre.

LA CUBIERTA DEL LIBRO



“Por lo cual, entrando en el mundo (Cristo) dice:
    Sacrificio y ofrenda no quisiste;
    Mas me preparaste cuerpo.
Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron.
Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para
hacer tu voluntad,
Como en el rollo del libro está escrito de mí.”
Hebreos 10:5-7

Respecto de esta cita, la versión antigua de la traducción Reina Valera dice «En la cabecera del libro está escrito de mí» aludiendo posiblemente a la cubierta de los libros, que por aquel entonces se escribían en forma de rollos, y darían título a la vida del Siervo del Señor: “Mi delicia es hacer Tu voluntad, oh Dios mío”.
Esto me lleva a reflexionar sobre el título que tendría el libro de mi vida, ¿qué se lee sobre mi cubierta? ¿Qué título espera encontrar Dios en ella?
El autor de la carta a los Hebreos dice que entrando al mundo Cristo dijo de sí mismo: “He aquí,vengo, Dios, para hacer tu voluntad”.
La cubierta del libro del Hijo de Dios tiene dos ideas centrales expresadas por medio de una acción: “vengo” y un objeto: “para hacer tu voluntad”, que concentran la razón y la misión del Señor Jesucristo en su paso por este mundo, viviendo entre los hombres, desde su concepción virginal hasta su ascensión a los cielos.
La primeras hojas relatan sobre el nacimiento, un pesebre, el niño en brazos de su madre, pastores adorando, ángeles cantando. El nacimiento es la primera consecuencia del “vengo”, implicó para el Padre prepararle a su Hijo un cuerpo, cual planta tierna que hunde sus raíces en la tierra seca (Isaías 53:2), e implicó para el Hijo el despojarse, el renunciar a lo que era suyo y tomar naturaleza de siervo, presentándose como un hombre cualquiera (Filipenses 2:7).
La acción de venir del Hijo tiene una razón sujeta al Padre: “Para hacer tu voluntad”, voluntad de Dios que revela un deseo irrevocable en el corazón del Padre, deseo totalmente compartido por el Hijo y especialmente probado en las últimas páginas del libro: “Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.” (Lucas 22:42)
Los que lo vieron caminar por las calles polvorientas de su pueblo, los que lo escucharon hablar y enseñar, los que gustaron de su compañía y mansedumbre, los que viajaron y comieron junto a él, los que presenciaron sus milagros y experimentaron en carne propia su poder, dan testimonio de la voluntad del Padre cumplida por medio del Hijo: “Y nosotros mismos hemos visto y declaramos que el Padre envió a su Hijo para salvar al mundo. 1° Juan 4:14
El deseo del corazón de Dios no pudo cumplirse sin angustia y lágrimas, sin dolor y sangre derramada.
Oprimido por el dolor y con un profundo sentimiento de desamparo el Hijo vuelca en una exclamación en su hora más difícil sobre la cruz, todo su dolor: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mateo 27:46)
En estos días próximos a la navidad, volvemos a tomar el libro y hojeamos sus primeros relatos: el pesebre, el niño, los ángeles, los cánticos. Pero ninguna otra parte de la historia puede echar luz sobre la cubierta de nuestro propio libro como lo hace el final de la historia. El niño del pesebre nació para cargar con nuestros sufrimientos, para soportar nuestro propios dolores, para ser traspasado a causa de nuestra rebeldía, atormentado a causa de nuestras maldades, para morir por los nuestros pecados y ser sepultado entre gente perversa, a pesar de que nunca cometió ningún crimen ni hubo engaño en su boca (Isaías 53: 4-9).
Esta navidad permítete conocer la historia hasta el final. Toma posición sobre el relato completo y clama a Dios por fe para creer, toma la pluma y escribe sobre tu propio libro el título que corresponde a uno que ha creído y vive conforme a Aquél que te hizo nuevo, que te dio vida y que volverá por ti.
“Pero a quienes lo recibieron y creyeron en él, les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios.” Juan 1:12
Que en tu libro todos puedan leer “Hecho hijo de Dios” y que al leer tus páginas puedan encontrar ejemplo de lo que es andar conforme al privilegio al que has sido llamado.