LO QUE CREES

En Juan 4:23-24, dice la palabra del Señor: Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque también el Padre tales adoradores busca que lo adoren.  Dios es Espíritu, y los que lo adoran, en espíritu y en verdad es necesario que lo adoren.
En el mundo espiritual, lo que viene para algunos, para otros ya es.  La salvación viene para algunos, porque aún no han confesado a Jesucristo como su Salvador personal, pero para nosotros ya es la salvación porque ya le hemos confesado y aceptado.
Hay quienes han recibido sanidad en sus cuerpos, mientras que otros no lo han recibido físicamente, pero lo están recibiendo como que ya es.  La diferencia se encuentra en creer.
¿Qué tú crees hoy? ¿Crees que tienes un buen matrimonio, o crees que algún día lo tendrás?  Todo es cuestión de conciencia y de tu relación con Dios.  Uno de los problemas de algunos cristianos es que viven basados en el futuro o en el pasado, pero no viven el presente.  Han olvidado el poder del momento presente.
Cristo le hace un contraste a la mujer samaritana, que estaba viviendo en dos tiempos.  Vivía con la carga de haber tenido 6 hombres y no era feliz y también vivía con la esperanza que le había enseñado la religión de que algún día vendría el Mesías para libertarla.
Hoy día, muchos viven de la misma manera, atados con el pasado que les persigue, y lo único que les queda es venir solos al pozo a la hora que nadie va, por no ser gratos para los demás.  Viven con la esperanza de un futuro glorioso, sin darse cuenta que el futuro glorioso se encuentra presente y se llama Jesucristo.
Lo único que tienes es hoy.  Lo que haces hoy es la decisión más importante de tu vida, porque lo que hagas hoy se convierte en tu pasado.
La samaritana estaba viviendo con el problema de la religión y con el problema de lo que el mundo ofrece.  Todos hemos tenido estas experiencias de una manera u otra.  Es verdad que es importante tener visión, metas, sueños y hacer arreglos para el futuro; pero la verdadera libertad la encontramos en Jesucristo que no pretende hacernos libres por algo que hagamos o no hagamos, sino que quiere que seamos libres en el mismo instante que creamos.
Mientras no veas a Dios en tu presente, siempre buscarás satisfacción en los hombres, sin darte cuenta que luego tendrás una lista en tu pasado de gente que no puede hacer por ti lo que solo Dios puede hacer.  Esto, en todo: Emociones, empresa, matrimonio.  Mientras más grande es esa lista, más coraje, frustración e insatisfacción.
Hoy es el día que puedes vivir en tu máximo potencial.  Vívelo al máximo.  Permite que Dios se meta en tu presente, y verás cómo toda tu vida cambia para siempre.

EN TODO LUGAR

Tenemos una responsabilidad de hacer la vida de los otros mejor, de interferir en el momento en que haga falta, de detener una confesión negativa. Cuando alguien haga una confesión negativa, no tengas vergüenza en decir: Yo ato y paralizo esas palabras, en el nombre de Jesús. ¡Qué aprendan a hablar correctamente!
La revelación que hay en tu vida, no puede ser tan solo para ti.
En Deuteronomio 6, dice que los mandatos y estatutos que Dios les daba eran para ponerlos por obra en la tierra a la que pasaban para tomarla, para que temieran a Jehová, guardándolos ellos, sus hijos, y los hijos de sus hijos, para que sus días fueran prolongados. Dios les mandó que repitieran aquellas palabras a sus hijos, y hablaran de ellas estando en casa y andando por el camino y al acostarse y cuando se levantasen, y las ataran como señal en sus manos, y dijo que estas estarían como frontales entre sus ojos, y las escribirían en los postes de sus casas y en sus puertas.
En esta escritura, vemos un gran mandamiento que Dios puso sobre nuestra vida: Que lo que recibimos de parte de Dios, no es solamente para nosotros, sino que es nuestra responsabilidad divulgar, propagar, llevar más allá, pasar a las próximas generaciones aquello que hemos recibido de parte de nuestro Dios.
No podemos permitir que las próximas generaciones no reciban la enseñanza, la estructura, que no entiendan lo importante de aquello que nosotros hacemos. Tenemos que enseñar a nuestros hijos lo que hemos aprendido de la palabra del Señor

ABRIENDO CAMINOS

El profeta Isaías dijo que habría uno que prepararía camino a Jehová, enderezando calza en soledad a nuestro Dios. Juan el bautista entendió que aquel del que hablaba Isaías era él. Entendió que era a él a quien le tocaba bajar los montes, levantar los valles, apaciguar el camino, alinear aquello que estaba desalineado. A él no le importó lo que la gente dijo de él. No le importó parecerle extraño al mundo; no le importó ser excéntrico, hacer las cosas de manera diferente. Él simplemente entendió que él tenía un llamado y que su llamado era preparar el camino para Aquel que vendría detrás de él.
La pregunta es: ¿A quién Dios te ha llamado a prepararle el camino?
¿Habrá alguien que pueda decir que su vida es diferente gracias a que tú invertiste en ella? ¿Has ayudado a alguien? ¿Le has dado palabra a alguien? ¿Has preparado el camino para alguien? ¿Has levantado un valle para alguien? ¿Has bajado un monte para alguien?
El problema que muchas veces tenemos los cristianos es que enfocamos nuestras vidas en alguien que abra el camino para nosotros. Nos enfocamos en que alguien sea la conexión que nos consiga el trabajo, en alguien que pueda referirnos, en alguien que nos dé palabra de parte de Dios.
Deja de pensar un poco en ti, en lo que tú necesitas, en la puerta que estás esperando que se abra para ti, y enfócate en la bendición de otra persona, enfócate en abrir el camino para otra persona, en buscar quién es esa persona a quien tú tienes que abrirle el camino, para que entonces Dios se encargue de traer la persona que él usará para que lo haga para ti.

POR REVELACION

En Lucas 19:41-44, el Maestro estaba hablando de lo triste que él se sentía, y el dolor que experimentó, al no poder ser reconocido y aceptado en su generación, como el Mesías prometido.
Muchos no entendieron, no recibieron el hecho de que él era Aquel que ellos habían estado esperando; que era de él de quien hablaron todos los profetas. Pasó tres años y medio en aquel lugar, hizo milagros, hizo grandes cosas, y todavía aquella gente no lo entendía, no lo comprendía. Por eso dijo: Ustedes perdieron el día de su visitación.
Jesús se entristeció porque no lo reconocieron, no pudieron entender quién él era.
Una de las frustraciones que tiene todo ser humano, en un momento dado, es pasar desapercibido en esta vida. La gente está falta de reconocimiento; quieren diplomas, placas, trofeos, ser reconocidos en público, ser admirados. Todos necesitamos eso, de alguna u otra manera; solo que hay quienes lo desean desmedidamente, de una manera irracional, y buscan llamar la atención.
Jesús experimentó esta tristeza, no por un problema de autoestima, sino porque era un detalle del cumplimiento de la profecía. No habían entendido lo que proféticamente él representaba para ellos. Eso causó tristeza y dolor en su vida.
Lo triste no fue que una persona no lo reconociera, sino que toda una generación perdiera de vista quién él era, todo un pueblo no entendió quién él era.
Cuando sabes quién tú eres, lo que Dios ha hecho en tu vida, lo que Dios te ha llamado a hacer, triste sería que una generación completa se pierda de lo que Dios quiere hacer contigo.
Jesús dijo que, si en Sodoma se hubiesen hecho los milagros que se hicieron en Capernaum, hace mucho se hubiesen arrepentido, y hubiese permanecido. Aquello era un insulto para Capernaum; Jesús estaba diciendo que aquel lugar era peor que Sodoma, por no creer en él como el Mesías prometido, a pesar de todos los milagros que él había hecho allí.
Y es que, hay gente a la que tú nunca vas a convencer de quien tú eres, por más que tú hagas. Porque para recibir quien tú eres, tiene que ser por revelación, por conexión y por relación, no por lo que haces.
Deja de estar tratando de impresionar a la gente. Que la gente reciba revelación de quien tú eres, a través del Espíritu, para que entiendan, entonces, la grandeza de lo que Dios ha puesto en ti, y puedan ver al Cristo que está dentro de ti.

LA MAYOR SEÑAL

En muchas ocasiones, nos sentimos presionados para hacer ciertas cosas, simplemente para complacer y dar seguridad a los que nos rodean; pero la realidad es que no hay manera alguna en esta tierra, de darle seguridad a alguien que no se siente seguro de sí mismo.  Lo importante es entender que la inseguridad de otros no puede poner en juego tu seguridad, y no puedes hacer lo que Dios no te mandó hacer.
Jesús mismo se entristeció porque toda una generación no lo reconocía, aun cuando hizo milagros y prodigios.  Puedes hacer milagros, levantar a los muertos, darle vista a los ciegos y multiplicar panes y peces para dar de comer a multitudes, y van a querer más señales y demostraciones de quién tú eres.
En Isaías 7:14, dice: Por tanto, el Señor mismo os dará señal: La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emanuel.
Al mismo Jesús, la gente estaba pidiéndole señales.  Pero Jesús mismo era la señal.  Jesús se comparó en Mateo 12 con Jonás.  A Jonás no le creyó Nínive por el mensaje, sino por la señal al salir del pez, pues creían en el dios pez.  Por esto, Cristo le dice a aquellos, refiriéndose a Nínive: Al ver la señal, creyeron; y ustedes, viéndome, no creen.
Una señal lo que hace es apuntar hacia una dirección, hacia un lugar.  En aquel tiempo Jesús era la señal, hoy en día nosotros somos señal del camino al Padre.  Pero tenemos que estar seguros de que lo somos, porque sino caemos en el juego de los demás, que piden señales.
Deja de tratar de impresionar a la gente insegura que te rodea.  Libérate de la presión de tratar de mostrar todo aquello que solamente le toca a Dios mostrar.  Que nada ni nadie trastoque la seguridad de quien tú eres, un hijo de Dios que fue llamado a hacer grandes cosas.
Cada vez que actúas en fe y creces tomando control sobre los problemas y emociones, es la señal de que Dios está obrando en tu vida; y la transformación que Dios está haciendo con tu vida, es la mayor señal.