A QUE VAMOS A LA IGLESIA

Ezequiel 20:12 Reina-Valera 1960 (RVR1960) Y les di también mis días de reposo, para que fuesen por señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico. 

Hay quienes creen que el ir a la iglesia los acerca a Dios, siendo que están muy equivocados, el ir a la iglesia tiene un sentido mucho más profundo y significativo. La gran mayoría de las personas limitan su relación con Dios a estar simplemente "bien", para poder aspirar a una vida sin problemas y con cierta tranquilidad, y a esto llaman paz, aunque el término paz signifique algo muy distinto, a veces pienso que las personas antes de leer la Biblia, deberían de leer un diccionario. 
Me topo con personas que no pueden tener una relación adecuada con Dios y que dicen batallar para escuchar su voz, porque simplemente tienen un mal entendimiento de los conceptos básicos de la fe, tienen su propia definición de palabras que en su estado original significan otra cosa. La primera instrucción que Dios dio en la Biblia, fue honrar el día de reposo y con esto no se refiere al día que nosotros descansamos y no vamos a trabajar, sino al día en el que Él descansa en (ojo! "en" y no "de") su creación, es decir, cuando disfruta de ver a toda su creación funcionar adecuadamente. 
Cuando hablamos de día de reposo, estamos hablando de un período de 24 horas, que dedicamos a funcionar de acuerdo a nuestro diseño y no solo a el tiempo que vamos a la iglesia y que luego andamos buscando en donde la misa o el servicio son mas cortos, le suena familiar? Se que sueno amargo al comentar esto, pero no entiendo a quienes dicen amar a Dios y no tienen idea de qué es lo que dice en su Biblia ni como es que debemos de actuar de acuerdo a sus instrucciones, para cumplir el propósito específico que nos encomendó. En la cita de hoy, Dios nos recuerda el propósito del día de reposo, nos enseña que debemos de actuar y funcionar como comunidad y hacia Dios, es decir, el día de reposo no lo podemos hacer por nuestra cuenta y en "intimidad", sino debemos de hacerlo como pueblo y con toda la intención de dar, lejos de recibir o ir a aprender algo, el día de reposo es el día que funcionamos como Dios lo planeo y donde nos damos a nosotros mismos a Dios, y con ello le honramos. 
Hay quienes van a la iglesia a acercarse a Dios, cuando en realidad y entendiendo la cita de hoy, el día que vamos a la iglesia es donde demostramos nuestra cercanía, y no la demostramos a los hombres, sino a Dios y a nosotros mismos y es cuando los demás nos vean funcionando que querrán imitarnos y hacer como nosotros. 
Aquel que va a la iglesia a pedir, o a orar, pierde su tiempo, hay un tiempo y un lugar para cada cosa, el tiempo de Dios es bendito y no podemos ni debemos de profanarlo con nuestra necesidad, siendo que su voluntad debería de ser mas importante. Sé que probablemente lo que le comento el día de hoy vaya en contra de lo que le enseñaron o le inculcaron, pero no dice la Biblia que conoceremos la verdad y esta nos hará libres?, pues lejos de tomar estas líneas como un ataque a su tradición, véalo como una exhortación y una oportunidad a dejar de hacer las cosas mal y a agradar el corazón de Dios al grado que el favor de su mano sea algo constante y evidente en su vida a causa de su conocimiento y obediencia, como ve?

EL CRISTIANISMO: OBJETO DE PERSECUSION


Y Saulo estaba allí, aprobando la muerte de Esteban” (Hch 7:60, 8:1)
“Saulo, Saulo, ¿Por qué me persigues?... Yo soy Jesús, a quien tú persigues…” (Hch 9:4-5)

Las noticias que se dan a conocer en relación a los atentados que sufren los cristianos en diferentes lugares del mundo nos hacen pensar y reflexionar.“Esta agresión no se limita a intimidar personas, expulsarlas y recortarles sus derechos, sino que llega al asesinato” [1] 

Un informe reciente de una organización cristiana enfocada en el Medio Oriente y Norte de África nos informa que “hay unos260 millones de cristianos que enfrentan discriminación y hasta persecuciones por causa de su fe. Aproximadamenteuno de cada cuatro países pone restricciones de distinto tipo para la libertad religiosa. Millones de niños sufren por la persecución contra sus padres y familiares” [2] .

La persecución toma muchas formas; desde la opresión y la discriminación hasta la negación tajante de las libertades constitucionales o reconocidas internacionalmente. La persecución religiosa es la supresión deliberada del derecho de una persona o comunidad de retener y manifestar sus creencias religiosas

Algunos han sido encarcelados, torturados o incluso asesinados por su fe en Jesucristo. Frecuentemente su dolor y sufrimiento ha sido silencioso. Ellos son aislados de su familia y de la comunión cristiana. Son vulnerables al abuso de las fuerzas de seguridad del Estado, de grupos extremistas, de sus comunidades y de sus familias. Los cristianos son llamados no sólo a esperar que haya persecución, sino también a luchar contra la injusticia. Responder a la injusticia de la persecución es parte de nuestro llamado como cristianos” [3] 

El poder abusivo y autoritario de los regímenes gobernantes nos recuerda el caso de Esteban que relata el capítulo siete de Hechos de los Apóstoles. La intolerancia y persecución están a la vista. Lucas en su evangelio expresa las palabras del Señor Jesucristo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23:34).

Jesús rogó por aquellos que le crucificaban y este Señor está dispuesto a perdonar a los enemigos de su iglesia. Esteban en su grito final exclamo: “¡Señor no les tomes en cuenta este pecado!

Lucas en los primeros capítulos de Hechos nos muestra un contraste muy interesante entre el pueblo y sus jefes. Los últimos son los que oprimían y perseguían a los cristianos no solo por motivos religiosos sino también de poder y control. En el capítulo nueve de Hechos el representante de esos jefes era Saulo. Se encontraba persiguiendo a la Iglesia pero el Señor le dice: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues…”.

La relación entre Jesús y la Iglesia implicaba que perseguirla a ella era perseguirle a él. Se produjo entonces un encuentro con el poder transformador del Señor que tocó la vida de Saulo. Nuestros enemigos pueden transformarse en hermanos en Cristo.

Lo cierto es que lo sucedido en el comienzo del cristianismo también está pasando hoy. Países en que los poderosos persiguen a los cristianos o buscan modos de que su voz no se oiga. En estas situaciones algunos pueden estar tentados a pensar que debe haber una destrucción total de los malos antes que ellos nos destruyan. Esas palabras serían de condenación odiando a los malos y convencerse que para ellos no hay esperanza de salvación. Pero justo aquí se interpone el relato de la conversión de Saulo que muestra el poder transformador del evangelio. El evangelio de Jesucristo nos ha alcanzado a nosotros y ahora puede alcanzarles a ellos.

Nuestra oración en este momento es por aquellos que persiguen a su iglesia, maltratan, excluyen, descalifican y matan. Orar para que tengan un encuentro con el Señor como lo tuvo Saulo. Que el Mesías se les aparezca en medio de su camino y lo que parece ser un poderoso e implacable enemigo caiga al suelo como cayo Saulo. Que se quite el abuso del poder, la injusticia y la persecución.

El Compromiso de Ciudad del Cabo 2010 (Movimiento Lausana) en su segunda parte nos dice: El amor de Cristo nos llama a sufrir y a veces, a morir por el evangelio (IIC2) El sufrimiento podría ser necesario en nuestra participación misionera como testigos de Cristo, como ocurrió con sus apóstoles y con los profetas del Antiguo
Testamento(2 Co 12:9-10; 4:7-10). Estar dispuestos a sufrir es la prueba de fuego de la autenticidad de nuestra misión. Dios puede usar el sufrimiento, la persecución y el martirio para hacer avanzar su misión.

El martirio es una forma de testimonio que Cristo ha prometido honrar de manera especial. Muchos cristianos que viven en la comodidad y la prosperidad necesitan volver a oír el llamado de Cristo para estar dispuestos a sufrir por él; porque hay muchos otros creyentes que viven en medio de tales sufrimientos como el precio de dar testimonio de Jesucristo en una cultura religiosa hostil. Tal vez hayan visto a seres queridos martirizados, o hayan soportado torturas o persecución por su obediencia fiel, pero siguen amando a quienes los han lastimado tanto.

Escuchamos y recordamos con lágrimas y oración los testimonios de quienes sufren por el evangelio. Junto con ellos oramos por gracia y valentía para “amar a nuestros enemigos” como nos ordenó Cristo. Oramos para que el evangelio pueda dar fruto en lugares que son tan hostiles a sus mensajeros. Mientras nos afligimos, como corresponde, por quienes sufren, recordamos el dolor infinito que siente Dios por quienes resisten y rechazan su amor, su evangelio y a sus siervos. Anhelamos que se arrepientan y sean perdonados, y que encuentren el gozo de estar reconciliados con Dios [4] .

Este compromiso también afirma que“El amor trabaja en favor de la libertad religiosa para todas las personas (IIC6). Apoyar los derechos humanos mediante la defensa de la libertad religiosa no es incompatible con seguir el camino de la cruz cuando somos confrontados por la persecución. No existe ninguna contradicción entre estar dispuestos a sufrir personalmente el abuso o la pérdida de nuestros propios derechos por el bien de Cristo y estar dedicados a defender y hablar por los que no tienen voz ante la violación de sus derechos humanos.

Debemos distinguir también entre defender los derechos de personas de otras creencias y avalar la verdad de sus creenciasPodemos defender la libertad de los demás, de creer y practicar su religión, sin aceptar esa religión como verdadera.

· A- Esforcémonos por alcanzar la meta de la libertad religiosa para todas las
personas. Esto requiere una defensoría ante los gobiernos a favor de los cristianos y también de las personas de otras creencias que son perseguidas.

· B- Obedezcamos a conciencia la enseñanza bíblica de ser buenos ciudadanos, de
buscar el bienestar del país donde vivimos, de honrar a los que están en autoridad y orar por ellos, de pagar los impuestos, de hacer el bien y de tratar de vivir quieta y reposadamente. Los cristianos somos llamados a someternos al Estado, a menos que el Estado nos ordene lo que Dios prohíbe, o prohíba lo que Dios ordena. En consecuencia, si el Estado nos obliga a escoger entre la lealtad a él y nuestra lealtad superior a Dios, debemos decir “no” al Estado, porque hemos dicho “sí” a Jesucristo, como Señor (Jer 29:7; 1 P 2:13-17; 1 Ti 2:1-2; Ro 13:1-7; Ex 1:15-21; Dn 6; Hch 3:19-20; 5:29)

En medio de todos nuestros legítimos esfuerzos en favor de la libertad religiosapara todas las personas, el anhelo más profundo de nuestro corazón sigue siendoque todos lleguen a conocer al Señor Jesucristo, pongan libremente su fe en él ysean salvos, y entren en el reino de Dios.” [5] .

El apóstol Pablo expreso: “Anteriormente, yo era un blasfemo, un perseguidor y un insolente; pero Dios tuvo misericordia de mí porque yo era un incrédulo y actuaba en ignorancia. Pero la gracia de nuestro Señor se derramó sobre mí con abundancia, junto con la fe y el amor que hay en Cristo Jesús. Este mensaje es digno de crédito y merece ser aceptado por todos: que Cristo Jesús vino al mundo a salvar los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero precisamente por eso Dios fue misericordioso conmigo, a fin de que en mí, el peor de los pecadores, pudiera Cristo Jesús mostrar su infinita bondad. Así vengo a ser ejemplo para los que, creyendo en él, recibirán la vida eterna” (1 Ti 1:13-16)

Oramos por una transformación radical en las personas, los gobernantes, las naciones y que se experimente el nuevo nacimiento en Jesucristo. Oramos por la iglesia y por todos aquellos que están pasando situaciones de persecución. Nuestra responsabilidad y desafío es que “toda la iglesia” trabaje en unidad, solidaridad y cooperación a favor de los más débiles y desprotegidos, llevando el evangelio de la paz, justicia, verdad y amor.

Renovemos nuestra confianza en el Señor que nos dice: “Edificaré mi iglesia, y las puertas del reino de la muerte no prevalecerán contra ella” (Mt 16:18). Llevemos “todo el evangelio” a “todo el mundo” hasta que el Señor vuelva.

PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN
· ¿Qué implica ser testigo de Jesucristo?
· ¿De qué manera práctica podemos estar en comunión (koinonia), solidaridad y cooperación con la iglesia perseguida y ayudar a nuestros hermanos?
· ¿Qué significa e implica que debemos amar a nuestros enemigos?



 

 
   [1] Fuente: Diario La Nación, Argentina. Ver en:  http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1340156
 
   [2] Middle East Concern, MEC
 
   [3] Daniel Bianchi por medio de MEC, Middle East Concern
 
   [4] Movimiento Lausana. El compromiso de Ciudad del Cabo 2010, Una confesión de Fe y Un llamado a la Acción, Segunda parte:IIC Vivir el amor de Cristo entre personas de otras creencias religiosas, “El amor de Cristo nos llama a sufrir y a veces, a morir por el evangelio” (IIC2)
 
   [5] Ibíd., El compromiso de Ciudad del Cabo 2010, “El amor trabaja en favor de la libertad religiosa para todas las personas (IIC6).

TOMA TU LUGAR

Efesios 1:14 dice: Despiértate tú que duermes, y te alumbrará Cristo. Y, dice también la palabra, en Miqueas 7:8: Tú, enemiga mía, no te alegres de mí, porque aunque caí, me levantaré; aunque more en tinieblas, Jehová será mi luz.
El que está dormido, necesita levantarse. De la misma manera, necesita levantarse aquel que se ha caído. Ahora, ¿quiénes son los que están dormidos?
Cuando dormimos, el mundo no se detiene, sino que siguen pasando cosas a nuestro alrededor, con la diferencia de que no nos damos cuenta. Espiritualmente, el que está dormido es precisamente esa persona que un día llega a su casa y se encuentra con que el matrimonio se terminó. Un matrimonio no termina de un día para otro, sino que van pasando cosas a nuestro alrededor y no nos damos cuenta, si estamos dormidos.
El segundo grupo de personas que necesita levantarse son aquellos que se han caído. El problema con el caerse es que, aunque quisiéramos decir que todo el que se cae se levanta, la realidad es que todo el que se cae puede levantarse, pero no todos se levantan. Y, algunos que se levantan, no se levantan con la misma fuerza con la que se cayeron.
El fracaso tiene diferentes efectos ante diferentes personalidades. Hay quienes necesitan un empujón más grande para levantarse de un fracaso, mientras que hay otros que, ante un fracaso, se levantan sin mayores complicaciones y lo vuelven a intentar. Esto tiene mucho que ver con la personalidad, con la forma de crianza. Pero, cuando entiendes el deseo de Dios para tu vida, cuando entiendes sus planes y su llamado, cuando entiendes que su destino para tu vida es a pesar de tus tropiezos y que él es un Dios de oportunidades, aunque te hayas caído, si tienes el pensamiento correcto, un pensamiento acorde con la palabra de Dios, y si tomas la acción correcta de levantarte, aunque tu intención sea presentarte delante de Dios y decirle: No soy digno; él va a abrir sus brazos y te va a recibir.
No hay fracaso en tu vida del que Dios no pueda levantarte.
Si fracasaste en tu negocio, Dios puede restaurar tu negocio. Si fracasaste en tu matrimonio, Dios puede restaurar tu matrimonio. Si tienes algún hijo que se haya alejado de la casa, Dios puede regresar a tus hijos, y los puede regresar sanos física y emocionalmente. Si has tenido un tropiezo en tu salud, Dios puede sanarte.
Cuando haces uso de tu fe y de la palabra de Dios, no hay situación de la que no puedas levantarte.
Si te has caído, entiende hoy que tu lugar no es el suelo. Tu lugar es levantarte porque Dios quiere llevarte a un nuevo nivel y, la piedra con la que te has tropezado y te has caído, será el escalón para el próximo nivel al que Dios quiere llevarte.

USAR LA ARMADURA DE DIOS

La Palabra de Dios dice claramente que no podemos permanecer ignorantes en cuanto a las artimañas de Satanás. 
A pesar de eso, muchos lo están, permitiéndole continuamente al e nemigo que destruya sus hogares, los despoje de sus posesiones y arruine su salud, mientras ellos se preguntan impotentes cuál fue su error. Esto ocurre porque muchos cristianos no saben que han recibido autoridad sobre los poderes del enemigo para prevenir esos ataques. Otros, al enterarse de que poseen esta autoridad, fallan en ponerla en práctica. 
 Hemos de asumir el hecho de que tenemos que prepararnos y estar listos para enfrentar los muchos desafíos demoníacos que se nos presentan constantemente. Debemos recordar algo: Satanás tiene más de seis mil años de experiencia persiguiendo y atormentando a los cristianos. Si usted asume la tarea de resistir a Satanás sin colocarse toda la armadura de Dios, estará vencido desde antes de comenzar. Esto es lo que ha venido ocurriendo con muchos cristianos que emprenden la batalla contra las fuerzas de las tinieblas sin la protección de su armadura espiritual. No es muy cómodo llevar la armadura puesta, pero es indispensable si desea ser efectivo. Este no es un llamado a la guerra, sino la declaración de una vida en victoria. Las instrucciones de Pablo para la iglesia de Éfeso y para nosotros en relación a la armadura, son claras y poderosas: 

“Por lo tanto, pónganse todas las piezas de la armadura de Dios para poder resistir al enemigo en el tiempo del mal. Así, después de la batalla, todavía seguirán de pie, firmes. Defiendan su posición, poniéndose el cinturón de la verdad y la coraza de la justicia de Dios. Pónganse como calzado la paz que proviene de la Buena Noticia a fin de estar completamente preparados. Además de todo eso, levanten el escudo de la fe para detener las flechas encendidas del diablo. Pónganse la salvación como casco y tomen la espada del Espíritu, la cual es la palabra de Dios. Oren en el Espíritu en todo momento y en toda ocasión. Manténganse alerta y sean persistentes en sus oraciones por todos los creyentes en todas partes” (Efesios 6:13–18, NTV)
El cinturón de la verdad “Defiendan su posición, poniéndose el cinturón de la verdad” (v. 14, NTV). En los tiempos de Pablo, los soldados romanos llevaban puesta una faja de cuero alrededor de la cintura que les protegía el lomo y les permitía llevar armas, como la espada. Los policías modernos también llevan pistolas o esposas en sus cinturones. El cinturón mantiene las armas en un lugar cercano al cuerpo. El cinturón puede ser asociado a la integridad, la honestidad y la verdad. Proclamar la verdad es proclamar la Palabra de Dios. Cuando usted declara y confiesa la Palabra, se está poniendo el cinturón de la verdad. 
La coraza de justicia Colocarnos la coraza de justicia es muy importante, ya que Satanás busca siempre atacar el corazón y la mente de los individuos. La justicia de Cristo en usted derrotará a Satanás vez tras vez. Este es uno de los atributos divinos que nos fue otorgado con la salvación. Su indignidad es cambiada por justicia. La coraza le da confianza y seguridad al proceso de santificación. 
El calzado de la paz “Pónganse como calzado la paz que proviene de la Buena Noticia a fin de estar completamente preparados” (v. 15, NTV). La paz de Dios nos provee de un piso sólido. Muchos cristianos carecen de paz, y piensan que eso forma parte de la cruz que deben cargar en la vida. Nadie es inmune a las pruebas y las tribulaciones. La oscuridad y el miedo nos atacan a todos por igual. Pero debemos ser cautelosos de no confesar o expresar todos nuestros miedos. El enemigo está pendiente de su confesión para poder tener así el derecho de atacarlo. Más bien, confiese la Palabra de Dios y no permita que la paz lo abandone. Esta es una parte necesaria de la armadura. Tener paz mental en medio de los problemas es una de las mayores armas en la guerra espiritual. Es la actitud que usted debe tener. Dios ha prometido que jamás nos abandonará. Cristo nos ha dado su paz. 
El escudo de la fe “Levanten el escudo de la fe para detener las flechas encendidas del diablo” (v. 14, NTV). Su fe es el escudo protector de los intensos dardos y asaltos del enemigo. El escudo de la fe es la omnipresencia soberana de Dios en su vida. Dios ha prometido: “Yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande” (Génesis 15:1). Dios requiere que tengamos una comunión diaria con Él y con su Espíritu, y que dependamos de Él. Al igual que el alimento, Dios debe convertirse en su sustento diario y su misma vida. Levante el escudo de la fe cada día, y confiese y declare su unión con Cristo. Él es su protección. 
El casco de la salvación “Pónganse la salvación como casco” (Efesios. 6:17, NTV). El casco sirve para proteger la cabeza. En este versículo, el propósito del casco como parte de la armadura es proteger su mente de las mentiras del enemigo. Estamos en una guerra espiritual. Dios sabe que sin una protección constante de nuestros pensamientos podríamos terminar teniendo lealtades divididas, y sabemos cuán aborrecible es eso para Él. La mente que está controlada por el Espíritu de Dios produce vida y paz (Romanos 8:6–7). Mantenga lejos de su mente los pensamientos del diablo poniéndose en la mente de Cristo. Esto se logra mediante el estudio y meditación en la Palabra de Dios. Cristo es su salvación. ¡Este elemento de la armadura, el casco de la salvación, también es Cristo en usted! 
La espada del Espíritu “Y tomen la espada del Espíritu, la cual es la palabra de Dios” (Efesios 6:17, NTV). Tomar la Palabra de Dios es tomar el alimento espiritual. Sin ella estaríamos anémicos, débiles, y sin fuerzas para levantar la espada del Espíritu y enfrentar al invasor. Sin espada no hay poder. Cuanto más reciba de la Palabra, más confianza y fuego tendrán sus huesos. La Palabra viva es un arma ofensiva. En el momento en que usted eleva la espada del Espíritu y pronuncia un texto de las Escrituras ante una situación adversa, el enemigo tiene que sacar sus manos de donde las tiene metidas. Esta convicción requiere de valor y de práctica. 
Háblele a su montaña. Declárele la Palabra a su enfermedad. Use cada día su espada, pero asegúrese de tener puestas todas las demás partes de la armadura. Su ser espiritual debe tener todo en orden y listo para la batalla. 
Es más fácil de lo que a usted le parece. Lo único que se necesita es la voluntad de entregarse completamente al Maestro. Vivir por fe y creer en Dios debe convertirse en su estilo de vida. Solo así usted disfrutará de paz y obtendrá la victoria en la vida. La Palabra de Dios sana y restaura a medida que va penetrando, eliminando todas las impurezas ocasionadas por las experiencias pasadas y las falsas doctrinas. Es el Espíritu Santo el que hace uso de la espada. Sin el Espíritu Santo, la espada no será efectiva. 
Debemos ser controlados por el Espíritu para ser efectivos en la batalla. Cuando usted usa correctamente la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios, lo único que le queda a Satanás es retirarse. Orar en el Espíritu “Oren en el Espíritu en todo momento y en toda ocasión. Manténganse alerta y sean persistentes en sus oraciones por todos los creyentes en todas partes” (v. 18, NTV). 
La oración es lo que mantiene a la armadura en su lugar. Si no oramos y nos comunicamos con Dios terminaremos solitarios, separados de Dios y de su amor. Mientras mantengamos una relación con Cristo, en conexión con el Espíritu Santo, vestidos con la armadura de Dios y comprometidos a llevar una vida de oración, seremos invencibles ante la vista del enemigo. Ninguna fuerza maligna podrá permanecer en nuestra misma atmósfera. 
La perseverancia en la oración lo ayudará a obtener la victoria sobre sus deseos carnales. Sin oraciones fervientes y constantes, usted no será capaz de ganar sus batallas. Las oraciones de una mujer o de un hombre justo son poderosas y efectivas (Santiago 5:16). 
La oración poderosa hará que Dios cumpla su Palabra en su vida. Dicho de una manera sencilla, la armadura descrita en Efesios 6 es Jesucristo en nosotros.