TRES MUJERES SABIAS

Casi todas las culturas conocen el arquetipo de la “mujer sabia” que es capaz de resolver los problemas allí donde fracasan los hombres o, mejor dicho, después que han fracasado los hombres. Así lo quiero mostrar escogiendo y resumiendo tres ejemplos claros del libro Mujeres en la Biblia Judía , del que he venido tratando estos días (quien quiera conocer la historia entera acuda al libro):
1. La sabiduría de la vida. Allí donde la dinámica de guerra y violencia de los hombres lleva en espiral infinita a la muerte sin remedio, la mujer (en este caso la Sabia de Tecoa) encuentra un lugar para la vida. Esta mujer está muy cerca de Antígona, pero con una diferencia esencial. Antígona tiene que morir (¡tragedia griega!); esta mujer salva la vida del hijo de David… porque el valor supremo es la vida.
2. La sabiduría de la ley. Allí donde los hombres de guerra, palacio y templo han caído en la espiral de una ley al servicio del engaño y de la muerte, en un momento de reforma necesaria (¡de cambio de Constitución!), el rey y los sabios de Judá acuden a una mujer, llamada Hulda, para que ratifique la nueva ley. Ella sigue abriendo la puerta más clara del Templo de Jerusalén, en el camino del orden de la vida.
3. La sabiduría de la muerte. Al fin de los caminos, la única verdad se alumbra ante el resplandor de la muerte. Saúl y sus hombres no saben qué hacer, y consultan a una mujer que parece prohibida, la “médium” de Endor (imagen). Éste es un caso escalofriante y luminoso de verdad de una mujer, que sabe “ver” en la hondura de la muerte. El tema no es que evoque a un muerto (Samuel) y que venga de las sombras… El tema es que ella es la única persona que sabe decirle a Saúl que encare las consecuencias de su guerra, que sea honesto consigo mismo y que asuma su destino.
Con estos tres casos de mujeres ejemplares, de historias antiguas y actualísimas dejo a mis lectores por hoy y por mañana. No tienen por qué leer las tres historias de un tirón, pueden escoger una y dejar las otras para más tarde… Pueden (y se lo aconsejo) tomar la Biblia en su mano y leer la historia en su original. No se arrentirán. Hay mujeres luminosas y actuales en la Biblia. Buen día.
1. LA MUJER SABIA DE TECOA, SABIDURÍA DE LA VIDA
Mujer experta y sin nombre (¡simplemente una mujer!), cuyo “discurso”, comparable en otro plano al de Natán (Betsabé: 2 Sam 12), forma parte de la historia de David (2 Sam 14).
(1) Problema de fondo. Esta mujer era famosa por sus parábolas, y Joab (general de David) la contrata para que interceda a favor de Absalón, refugiado en Guesur, tras haber matado a su medio hermano Amón, que ha violado a Tamar, su hermana. Su “parábola” (2 Sam 14, 2-16) logra convencer a David que “perdona” a su hijo. Se trata de un discurso pensado por Joab, pero recreado y escenificarlo por ella, logrando que el rey se implique en la trama. Para Joab puede tratarse de mera política: ¡Él es partidario de Absalón en la lucha por el trono de David y por eso le defiende. Para ella es un caso de humanidad: Lo que está en el fondo es el sentido de la vida.
Ella plantea el tema en forma de parábola personal, presentándose como viuda con dos hijos, uno de los cuales ha matado al otro, corriendo luego el riesgo de que maten también al matador, conforme a la justicia del talión, quedando así sin ningún hijo. Ella no se inclina por ninguno de sus hijos, los dos aparecen en su discurso como iguales. Se han enfrentado entre sí, como Caín y Abel (Gen 4). Uno ha muerto, y según ley también debe morir el otro. Se cumplirá así la justicia, pero ella quedará sin ninguna. ¿No tiene esa madre un derecho a la vida de su hijo por encima de la pura ley externa?
(2) Una parábola para David. Si esa ley se aplicara de un modo universal, la misma vida en el mundo se volvería imposible, como sabe el Dios de Gen 4, dejando con vida a Caín, el asesino. La ley de la justicia y la venganza infinita ponen en riesgo la existencia humana; por eso es necesario pararla, detener la venganza, superar el talión. Esta mujer ha presentado el caso en primera persona, no como un principio jurídico general, sino como expresión de su amor de madre, que es capaz de perdonar, superando la ley, a su hijo culpable, pues no quiere que mueran sus dos hijos.
Le ha mandado Joab, pero ella no se limita a repetir sus razones “políticas”, pues lo que quiere, como mujer y madre, es que pueda mantenerse en el mundo la vida. Ella sabe hablar, y el mismo rey David “cae en su trampa” (lo mismo que en el caso de Natán: 2 Sam 12), y de esa forma se deja convencer por su razón, teniendo que “perdonar” él mismo a Absalón, asesino de su hermano Amón.
Este argumento de la mujer sabia de Tecoa nos sitúa ante un problema de defensa de la vida por encima de la pura ley, que no logra garantizarla (en una línea que puede compararla a la de Antígona en la tragedia de Sófocles). Partiendo de aquí y universalizando su experiencia y “teología de madre”, esta mujer de Tecoa ofrece una de las definiciones más profundas de Dios:
«Los hombres somos como agua derramada, que se va sin remedio, pero Dios quiere la vida» (2 Sam 14, 14).
Así entiende ella la historia: Los hombres están dispuestos a derramar la sangre/vida, como agua que se pierde; pero Dios la ama, como esta mujer. De esa forma, ella (la sabia de Tecoa) que puede hablar desde la experiencia de sus hijos, y así rompe la cadena de muertes que exige la ley de la venganza se puede vivir en este mundo.
Ella es como Antígona, en la tragedia griega. Pero resuelve el tema que Sófocles no sabe responde. Desgraciadamente, nuestra cultura occidental ha seguido a Sófocles, no a esta mujer sabia de Tecoa
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2. HULDA, LA SABIDURÍA DE LA LEY
Mujer profeta, cuyo recuerdo se mantiene hasta hoy en el gran complejo del templo de Jerusalén, en una de las puertas que lleva su nombre.
(1) Una mujer de la reforma (cambio de Constitución del judaísmo). Hulda aparece vinculada a la reforma de Josías, en torno al año 621 a.C., con el hallazgo del “libro de la Ley” (y un primer triunfo de la reforma deuteronomista).
Ciertamente, esa reforma supone el rechazo de la figura de un tipo de religiosidad de los dioses y diosas, con la lucha de la vida. Y, sin embargo, esa reforma ha sido ratificada por ella, una mujer muy significativa, cuya palabra y consejo marca el despliegue posterior de la historia israelita. Ella ratifica una ley de justicia, que abre un espacio de vida para todos, hombres y mujeres, en respeto e igualdad.
Hulda puede ser de origen “samaritano”, pues vive en el Barrio Nuevo (2 Rey 22, 14), donde se habían refugiado tras en 721 a.C. muchos refugiado de Israel. Ella es la única mujer-profeta a la que aluden los libros de los Reyes y el hecho de que aparezca aquí y diga la última palabra sobre la caída de Jerusalén resulta muy significativo. Hulda es esposa del “custodio de las vestiduras”, que pueden ser las del rey (sería un funcionario real) o las de los sacerdotes (sería funcionario del templo). Sea cual fuera la función de su marido, Hulda actúa como profetisa oficial de Jerusalén a la que consulta el mismo rey.
(2) Un oráculo en dos partes. La palabra de Hulda interpreta y sitúa la “reforma” deuteronomista en el contexto del pecado y de la esperanza de salvación israelita (2 Rey 22, 3-20; cf. 2 Cron 34, 8-28). El texto base donde aparece ella empieza con una introducción (2 Rey 22, 3-15) donde se habla del “hallazgo” del libro y del mandato del rey Josías, que ordena a sus ministros que consulten el caso con la profetisa Hulda. Siguen después dos oráculos.
(a) El primer oráculo de Hulda (2 Rey 22,16–17) contiene un juicio contra los habitantes de Jerusalén y de Judá, y está formulado en un estilo claramente deuteronomista. Es muy posible que, en su forma actual, sea un añadido posterior en la línea de la teología del libro 2 Reyes.
(b) Por el contrario, el segundo oráculo (2 Rey 22, 18-20) parece auténtico, pues en un sentido estricto no se ha cumplido del todo, ya que Josías, que se ha reunido con sus padres antes de ver la ruina de Jerusalén (esa parte se ha cumplido), no ha muerto en paz, (como Hulda supone), sino como resultado de una derrota en la batalla de Meguido, que significó el fin de sus ideales de reforma yahvista.
A pesar de que no se ha cumplido del todo, la Biblia ha conservado este oráculo de Hulda, en un lugar clave de la historia deuteronomista, para confirmar el “castigo de Dios” contra el templo de Jerusalén y sus adoradores, por no haber cumplido la Ley del Deuteronomio. La Biblia conserva esta palabra de Hulda, no sólo para justificar el "castigo", sino para ofrecer una Palabra de Mujer que ratifica la Nueva Ley, el nuevo pacto de justicia e igualdad para el pueblo de Israel, un pacto que puede abrir un camino de vida para el pueblo.
(3) ¿Otras profetisas? Es muy posible que en los años de la monarquía de Israel y de Judá (del siglo X hasta la caída de Jerusalén, el 587 a. C.) hubiera otras mujeres profetas, como aquellas a las que alude y condena Ezequiel (cf. 13, 17). Pero la Biblia Judía no ha conservado en concreto su memoria, ni ha recogido sus posibles oráculos en libros como los de Isaías o Ezequiel. Por eso es importante conceda aquí un notable protagonismo a Hulda.
3. MEDIUM DE ENDOR, SABIDURÍA DE LA MUERTE
Ésta es la suprema sabiduría. Saber asumir la propia muerte, como dice esta mujer a su rey… Saber asumir el fracaso, las consecuencias de lo hecho… Saber morir, sabiduría suprema, propia de mujer que saber “ver”.
Ésta es una mujer a la que acuda el rey Saul para ponerse en contacto con el profeta Samuel, que ya ha muerte. Se le suele llamar pitonisa o también “hechicera”, pero esos nombre son quizá menos exactos, pues habría que llamarle “nigromante” en el sentido de “médium”. Es una mujer en el borde del gran peligro, allí donde la religión se puede banalizar en puro culto a los espíritus (espiritismo barato)…, pero allí donde los hombre, en especial los reyes y gobernantes, tienen que saber ponerse ante su fracaso y muerta
(1) Una mujer que evoca a los muertos. Al condenar a los hechiceros y evocadores de muertos (Dt 18, 9-15), la Biblia no distingue entre varones y mujeres, pero en otros contexto insiste más en las mujeres (¡no dejarás con vida a la hechicera, mikaspah!, Ex 22, 17), suponiendo que ellas están más inclinadas a conectar con los muertos que los hombres. En ese contexto se sitúa la figura ambigua de la hechicera-nigromante de Endor:
«Saúl había expulsado a los nigromantes y adivinos… Los filisteos se reunieron, vinieron y acamparon en Sunem… Al ver Saúl el campamento de los filisteos, se atemorizó… y consultó a Yahvé, pero Yahvé no le respondió ni por sueños, ni por Urim, ni por los profetas. Entonces Saúl dijo a sus servidores: “Buscadme una mujer que sepa evocar (=hacer subir) a los muertos, para que yo vaya a ella y consulte por medio de ella”. Sus servidores le respondieron: “En Endor hay una mujer que sabe evocar a los muertos”. Saúl se disfrazó poniéndose otra ropa, y fue con dos hombres. Llegaron de noche a la mujer, y él dijo: Por favor, evócame a los muertos y haz que suba quien yo te diga. Pero la mujer le respondió: “Tú sabes lo que ha hecho Saúl; cómo ha expulsado del país a los que evocan a los muertos y a los adivinos. ¿Por qué, pues, me pones una trampa para causarme la muerte?”Saúl le juró: ¡Vive Yahvé, que ningún mal te vendrá por esto! Entonces la mujer preguntó: ¿A quién haré que suba? Él respondió: “Haz que suba Samuel”… » (1 Sam 28, 3-16).
(2) Contexto. El texto supone las mujeres saben dialogar mejor con los muertos, mientras los varones son más propensos a matarles. La médium de Endor conoce la ley israelita (en la línea de Dt 18, 9-12 y Lev 20, 6) que prohíbe consultar a los muertos, que son “dioses” o seres divinos con quienes uno se puede poner en contacto, sino simplemente personas que ya han fallecido. El buen creyente sólo puede consultar a Dios. En esa línea se dice que Israel es religión “de vivos” (es decir, de contacto de Dios en este mundo) y no veneración religiosa de los muertos, a diferencia de otras culturas del entorno que han tendido a divinizar a los difuntos (aunque esa afirmación debería matizarse).
Fiel a la tradición yahvista, Saúl había prohibido la veneración y evocación de los muertos. Pero, llegado el peligro, cuando él mismo se descubre amenazado, siente la necesidad de consultar con otros poderes “sobrenaturales”, pues su Dios Yahvé no le responde “ni por sueños, ni por los Urim, ni por los profetas”. Por eso, no pudiendo conectar con Dios a través de los medios normales, admitidos en ese momento por el yahvismo (sueños o suertes sagradas, oráculos proféticos), Saúl acude a una evocadora de muertos, aunque él mismo las haya condenado.
(3) Experiencia y condena de Saúl. La invocación de los muertos se sitúa cerca del “culto” a los espíritus, pues entre muertos (metim) y espíritus (obim) hay una gran continuidad (casi identidad), como saben los “hechiceros” antiguos (Dt 18, 11) y modernos. El texto supone que no se debe evocar a los muertos (¡sólo a Yahvé!), pero que de hecho puede hacerse, como hace la médium de Endor que consigue que el espíritu de Samuel ascienda como un “dios” (un elohim) y converse con Saúl.
El argumento principal del relato no está en que la “médium” evoque al espíritu de Samuel y converse con él, sino que el mismo Saúl, un rey yahvista, pida su ayuda. Esta “conversación” de Saúl con el espíritu de Samuel constituye uno de los momentos más dramáticos de la historia de Israel, interpretada por una mujer (la médium de Endor). El texto no dice si ella es israelita o cananea, no juzga su conducta; simplemente cuenta lo que ha hecho: ha puesto a Saúl en contacto con el “espíritu” de Samuel (que le dirige una palabra de condena).
(4) Una mujer fiel a la historia. Terminado el “rito”, la misma médium conforta a Saúl, invitándole a que asuma su destino: «Acercóse la mujer donde Saúl, y viendo que estaba tan conturbado, le dijo:
“Tu sierva ha escuchado tu voz y he puesto mi vida en peligro por obedecer las órdenes que me diste. Escucha, pues, tú también la voz de tu sierva y permíteme que te sirva un bocado de pan para que comas y tengas fuerzas para ponerte en camino…Tomó harina, la amasó y coció unos ázimos, que sirvió a Saúl y as sus servidores; ellos comieron y levantándose se marcharon aquella misma noche» (1 Sam 28, 21-25).
Esta médium ha sido capaz de poner a los vivos en contacto con los muertos, pero, al mismo tiempo, es realista y sabe decir su palabra de juicio y exigencia al mismo rey abatido, haciendo que asuma su destino. De esa forma, ella se vuelve animadora de vivos.
Cf. J. TROPPER, Nekromantie. Totenbefragung im Alten Orient und im Alten Testament (AOAT 223), Neukirchener V. Neukirchen-Vluyn 1989; A. JEFFERS, Magic and Divination in Ancient Palestine and Syria (Studies in the History and Culture of the East VIII), Brill, Leiden 1996; R. SCHMITT, Magie im Alten Testament (AOAT 313), Münster 2004.