SOLO FALTA ESCUCHAR...

A lo largo de toda mi vida había leído la famosa cita donde Dios decide crear al hombre a su imagen y su semejanza, y a pesar de que pensaba que la entendía, no me terminar clara hasta hace unos días. Tengo por costumbre el leer diferentes versiones de la Biblia, pues una palabra puede dar una dimensión mas amplia al entendimiento de la misma al complementar una traducción, interpretación o parafraseo, y en esta ocasión no fue la excepción.

Normalmente el hombre no conoce a Dios o bien conoce la parte que le conviene o que le acomoda, pero no conoce a Dios tal cual es. Durante muchos años creí conocer a Dios, pero con el tiempo me percaté de que solo conocía sus efectos en mi, pero no le conocía a Él, y este es algo muy común, ya que normalmente nuestra interacción con Dios tiene que ver con el constante pedir y no con el interés de encontrar nuestra identidad en Él. Cuando comencé a leer la Biblia, pensé que conocería a Dios, pues ahí encontraría su propósito para mi y de nuevo me equivoqué, ya que constantemente buscaba reflejarme a mi misma en las situaciones y personajes de la Biblia y trataba de hacer que la Biblia se tratara de mi y no de Dios, por tanto, me costaba mucho trabajo entender lo que ahí venía escrito y no entendía quien es Dios. Cuando empecé a cuestionar a Dios y a reclamarle el hecho de que no contestara mis oraciones y le expresaba mi frustración por no entender ese famoso "Dios por algo hace las cosas" que todos me decían, fue que empecé a entender a Dios por medio de respuestas que recibía de su parte que parecía no tener ningún sentido. Recuerdo claramente el reclamarle y Dios me hablaba de las promesas que había en la Biblia, lo cual me frustraba mucho, y renegaba y le reclamaba aún mas, pero no salía adelante, y esto me pasó por meses, creo que incluso años.

Afortunadamente Dios es paciente y sabe que tarde o temprano llegaríamos a ese punto donde me quedarían claras las cosas, llegaría el famoso día que dejara de renegar y de centrarlo todo en mi y no me quedaría de otra mas que escucharle y aprender de Él, y así sucedió. Llegó el día que me rendí y puse atención a lo que Dios me hablaba y aprendí que siempre y todo el tiempo me respondía mi pregunta, pero me la respondía desde su punto de vista y no desde el mío, me explicó como las cosas por difícil que pareciera creerlo era un acto de amor, pero sobre todo una expresión de fidelidad a su palabra (ya que Dios es fiel solo a su palabra), de modo que todo lo que había pasado no solo estaba bajo su control, sino que había un plan que iba mas allá de solo una escena y un sentimiento, tenía que ver con la eternidad. 

No puedo describir como algo tan simple como escuchar los motivos de Dios transformó toda mi vida y en pocos segundos todo hizo sentido y aquel dolor tan fuerte desapareció y se convirtió en agradecimiento y gozo, obvio, al día de hoy no dejo de extrañarlo, pero ya no hay dolor y eso me ha permitido ayudar a muchas personas. Que interesante pensar que Dios sanó una herida en mi corazón y ese simple acto se convirtió en toda una generación de personas libres de sus propios pensamientos y su propia idea de lo que pasa en sus vidas, ese es Dios! Ahora entiendo claro cuando Dios nos dice que todas las cosas que hace en nuestra vida, nos vienen a bien a los que vivimos conforme a su propósito (Romanos 8:28), Dios usa todo lo que hay en nuestra vida para dejarse ver, siempre y cuando estemos dispuestos a reflejarle a Él y a ser cada día más como Él, aun en los momentos difíciles en los que todo pareciera estar turbio y confuso. 

En ocasiones y en medio de nuestra confusión y dolor, lo único que debemos de hacer es guardar silencio y dejar de preguntar "por qué?" y escuchar a Dios, aunque usted no lo crea, no es difícil, todo lo que necesita es silencio, todo lo que necesitas es dejar de hablar y pensar, para empezar a escuchar una voz que parece sutil, pero que entre más la escucha, hace cada vez más sentido y le va a dar libertad, al grado que otros verán a Dios en usted, aún cuando no lo planee de esa manera.

NO PIERDAS LA CORDURA

La fe en el Señor Jesús aclara nuestra mente y nos da la visión correcta para tomar decisiones.  Cuando gozamos de una mente clara, una mente sana, como producto de la fe, gozamos también de sus beneficios.
La mente clara no se concentra en cosas triviales y vanas.  Cuando vivimos en la fe no perdemos el tiempo peleando por cosas sin importancia en nuestras vidas.  No peleamos batallas que no traen recompensa.  Una mente clara está enfocada en alcanzar el propósito de Dios en su vida.
La mente clara no es supersticiosa.  Muchas personas no creyentes creen en supersticiones como, por ejemplo, no dejar que un gato negro le pase por el frente, no abrir una sombrilla bajo un techo, no pasar por debajo de unas escaleras, que cuando suenen las doce campanadas en despedida de año hay que hacer esto o aquello.  Pero aquellos que creemos en Jesucristo y tenemos una mente clara sabemos que el que tiene una palabra lo tiene todo y que la fe produce en nosotros una vida inteligente y con sabiduría, libre de la atadura de la superstición.
La mente clara vive libre del fanatismo.  La gente fanática no está enfocada y pierde el tiempo.  Por ejemplo, los que son fanáticos de ciertos equipos de deportes se hacen hasta enemigos de hermanos, de amigos, del vecino, simplemente porque no apoyan al mismo equipo.  Los fanáticos de novelas viven viendo los mismos protagonistas y los mismos dramas, una y otra vez, donde los protagonistas no son felices hasta el último capítulo.  La mente sana está enfocada y el tiempo lo invierte leyendo la biblia, orando, haciendo el bien y trabajando para el reino.
La mente clara no es escéptica.  Algunos, antes de servirle al Señor, no creían ni en la luz eléctrica.  Pero, los que le servimos al Señor, tenemos la mente clara, somos inteligentes a causa de nuestra fe; vemos un milagro y escuchamos testimonios y reconocemos el poder de Dios en nuestras vidas. 
La mente sana es sensible.  La gente que no tiene el nivel intelectual de la fe tiene una tendencia a la insensibilidad.  Ven a los necesitados y no hacen nada, mientras que, los que tenemos la mente clara a causa de la fe, somos sensibles y ayudamos al necesitado y buscamos a los perdidos.
Si algo debemos orar y pedirle al Señor todos los días de nuestra vida es que no perdamos la cordura y tengamos mente clara.  Que podamos ver las cosas desde la perspectiva de la fe y como Dios quiere que las veamos.  No se trata de vivir enajenados del diario vivir, sino que hemos recibido el espíritu de poder, de amor y dominio propio en todo nuestro diario vivir. 
Muchas veces la mente está inundada por recuerdos de situaciones difíciles del pasado.  Pero Dios te dice que no hay porque temer porque él no te ha dado espíritu de cobardía, sino espíritu de poder, de amor, y de dominio propio.  Tienes una mente clara, que te da la ventaja que necesitas para alcanzar el propósito de Dios para tu vida.