REALMENTE SOMOS IGNORANTES?

Al leer la Biblia, muchas veces partimos del punto de que nos encontraremos a nosotros mismos en ella y por tanto nos proyectamos en todo lo que leemos, es por eso que a muchas personas se les hace difícil el leer la Biblia, porque al no poder encontrarse en lo que leen, no entienden nada, le hace sentido? No entiendo porqué todo el tiempo las personas tienden a declararse ignorantes de la palabra de Dios y nulifican todo lo que saben y han aprendido, y pareciera que cada vez que leen o que alguien les enseña algo de la Biblia, partieran de nuevo de cero, siendo que todos hemos sido enseñados ya se en la escuela, el catecismo, la escuela dominical o qué se yo. Esto se lo digo porque he aprendido que muchas personas parten de su papel de no saber nada y leen la Biblia buscándose a sí mismas en ella y leen una historia completamente paralela basada en su imaginación y no lo que está escrito y es la historia de Adán y Eva una de esas historias tan confundidas, ya que pocos pasan de ahí al leer. 
 Muchas personas entienden a Adán y Eva como ignorantes y que fueron engañados como si no entendieran nada y como si el acto que Satanás cometió le fue muy sencillo, pero piense en esto, Adán y Eva vivían en el Edén y tenían un espíritu que les conectaba con Dios, le escuchaban todo el tiempo y Dios encima de eso les había dado un propósito para el cual les estaba preparando, es decir, sabían mucho y entendían de que se trataban las cosas de la vida, estoy convencido de que Dios les había revelado todo los secretos, si no, para qué les habría hecho a su imagen y semejanza? 
 Por tanto, la labor de Satanás seguramente no fue sencilla, pero supo hacerla muy bien y la hizo con la mujer por una simple y sencilla razón, Adán dependía de Dios y Eva dependía de Adán, por tanto se metería en menos problemas haciéndolo de esa manera. Dios había puesto por cabeza de Eva a Adán, así lo había diseñado, y ese es el orden que prevalece al día de hoy y Adán entendía esto, era su trabajo el resguardar a Eva y cuidarla en todo momento y por mas vueltas que le doy, no puedo imaginarlo de otra manera mas que a Adán observando a Eva conversar con la serpiente por días si no es que por semanas e incluso estoy convencido que ambos platicaron en la intimidad acerca de lo que la serpiente trataba de enseñarle a Eva. 
 Ahora bien, tenemos un Dios absoluto con efectos inmediatos, por tanto, al Eva comer del fruto, su muerte espiritual fue inmediata, su condición cambió en menos de un segundo y estoy seguro que tanto Adán como Eva entraron en pánico, no sabían que hacer, Eva se sabía desobediente y Adán se veía a si mismo como irresponsable, pues todo lo que tenía que hacer era cuidar a Eva, y esta había muerto espiritualmente enfrente de Él, en segundos ella había perdido la condición para vivir en el huerto y si era echada fuera, no podría cuidar de ella, como le había sido encomendado, así que tomó una decisión y comió del fruto pensando en su responsabilidad y no entendiendo otra salida lógica y no teniendo según su entendimiento una alternativa viable. 
 Lo interesante del asunto, es que justo acababan de cometer el único error del cual Dios les había prevenido, y fue la única situación en donde no consultaron a Dios, de seguro Él tenía una alternativa, pero le fue más fácil a Adán el entenderse el "hombre de la casa" y responsable por Eva que consultar a Dios, el resto de la historia lo conoce y las consecuencias de ese "acto de valentía" las seguimos viviendo día a día. 
 Dios nos creo con la idea de que dependiéramos de Él y no con la intención de que fuéramos creativos, la mejor de las soluciones está siempre en Él y es ahí donde tampoco pagaremos el precio de nuestros errores, pero tenemos de 2 alternativas siempre, recurrir a Dios y salir del apuro a su manera o entendernos mas inteligentes que Dios como hizo Adán y sufrir las consecuencias, no lo cree? Es por eso que es tan importante que no nos digamos ignorantes a nosotros mismos y que tomemos todo lo que sabemos de Dios y lo pongamos en práctica, por poquito que sea, ya que si no, podemos caer en el error de Adán y acarrear consecuencias a nuestra vida y a nuestras generaciones futuras.

COMO ESTA TU RELACION CON DIOS?


En la carta de Pablo a los judíos, en Romanos 2, podemos ver la realidad que se vivía en aquellos tiempos; realidad que, lamentablemente, hay quienes viven hoy.
A los judíos les llenaba de tal gloria, de tal orgullo, el ser llamado judío, que llegó el momento en que la confianza de ellos estaba puesta en ser judío, por encima de lo que esto representaba. Vivían tan orgullosos que hasta lo hacían como parte de su nombre. Hoy en día, vemos muchos cristianos que se llenan de orgullo, dándole más importancia a que se sepa que son cristianos, que a representar lo que es ser cristiano. 
Una de las marcas que distinguía a un judío era la circuncisión.  Esto era una marca externa, como símbolo del pacto que Dios había hecho con Abraham.  Lo que representaba aquel acto externo era un pacto de relación entre Dios y el hombre.  Los judíos se involucraron tanto en su propia ley y mandatos que perdieron el significado de lo que aquel acto significaba.  Tan así era que habían hecho de este acto uno más importante que la relación que tenían con Dios. 
Un símbolo no es lo que nos da el significado, sino el significado detrás del símbolo.  Las personas casadas, sin el aro de matrimonio, siguen casadas, porque el aro es un símbolo solamente.
El ser cristiano no es una religión, sino una relación de pacto con Dios.  Es por esto que muchos pueden ser cristianos, sin ser religiosos, mientras otros son religiosos, sin ser cristianos.  Cristo, en una ocasión, hasta comparó a los religiosos con sepulcros blanqueados porque en su interior no había relación.   Aun hoy día, muchos se preocupan por las marcas externas, cuando lo realmente importante es la relación con nuestro Dios. 
Los judíos eran muy conocedores de la ley y comenzaron a menospreciar a los demás.  Por esto, Pablo les dejaba saber que no miraran solamente lo externo, sino cómo estaban en su relación con Dios.  Los símbolos que los cristianos buscamos en nuestra vida los buscamos por lo que simbolizan para nosotros y no por el significado que tienen para el mundo. 
No es lo que está afuera lo que te da la victoria en Cristo Jesús. Lo que te ayuda a alcanzar las promesas de lo que Dios ha decretado sobre tu vida es tu relación con Dios.  La victoria en público se refleja de acuerdo a tu relación con Dios en lo privado. 
La biblia dice que el nombre de Dios es blasfemado por causa de aquellos que se jactan de ser conocedores de la ley y olvidan la relación con Dios.  Un hijo de Dios es aquel que lo es en su interior.
El mundo te va a exigir marcas, leyes y exigencias que ni ellos mismos cumplen, pero lo importante es que no olvidemos la vida íntima con Dios.  Es necesario estudiar Su palabra y retirarte en oración.   Lo importante no son los ritos ni las marcas, sino lo que él ha depositado dentro de ti. 

HABLAR DE TU FE


Imaginemos que te han dado una nueva tarea. Tendrás que re­coger tu oficina, tu casa y tus relaciones y mudarte a Tombuctú. No, no es solo un lugar legendario en el medio de la nada; es una ciudad actual en Mali, África occidental. Te han asignado que vivas entre los tuareg, una tribu nómada del desierto, más conocida por sus tocados y manadas de camellos. Establecerás tu negocio en la zona, empleando a obreros locales, comiendo en los restaurantes locales y uniéndote a la Cámara de Comercio de Tombuctú. Tu misión es aprender todo lo que puedas sobre la cultura tuareg a fin de poder amar a las personas de modo eficaz. No estás allí para intentar hacer que ellos cambien; sen­cillamente eres llamada a amar. ¿Aceptarás el reto?
Puede que algunas estén intrigadas tanto por el reto como por la aventura de esta oportunidad, pero es poco probable que yo reciba muchas solicitantes para esta tarea solitaria y aislada en África. ¿Cuántas veces has oído a alguien expresar el temor a que si él o ella entrega a Dios el control de su vida, Él po­dría enviarle como misionero a África? El pensamiento de dejar atrás el agua caliente y los inodoros puede ser un obstáculo tan grande como tener que decir adiós a unos padres ancianos en el aeropuerto.
¿Y si te dijera que tu tarea no es ir a África, sino que sim­plemente te están pidiendo que te quedes en tu lugar de trabajo actual? Debes relacionarte con las personas que están en los cu­bículos que te rodean o con quienes trabajan al lado en la línea de producción. Tu tarea incluye asegurarte de pasar tiempo con sus compañeros de trabajo en el almuerzo, mostrándoles ge­nuino interés y comprensión. En cada oportunidad que tengas, debes mostrar a tus compañeros de trabajo que te interesas por ellos y por lo que sucede en sus vidas. No debes pedirles que cambien sus valores ni su estilo de vida; sencillamente debes mostrar interés sincero y amor auténtico a aquellos con quienes trabajas. ¿Es ese un reto que aceptarás?
Ninguna de nosotras restaría importancia a ir a vivir a África para amar a los tuareg, pero ¿cuántas de nosotras verían el valor de poner en práctica nuestra fe amando a nuestros compañeros de trabajo? Todas nosotras que hemos puesto nuestra fe en Jesu­cristo tenemos el llamado en nuestra vida de transmitir a otros el amor que Él nos ha dado gratuitamente. Cuando el amor es acumulado, se vuelve un poco apestoso. Si se transmite, se convierte en un aroma hermoso.
La Constitución de Mèxico decreta que haya separación entre Iglesia y Estado. Esto mismo se ha abierto camino en el lugar de trabajo hasta tal grado que muchas de nosotras sentimos que debemos dejar nuestra fe en la puerta antes de entrar. Ser cristiana puede que no sea polí­ticamente correcto; hablar acerca de muestra fe incluso puede ser tabú; pero expresar nuestra fe puede significar suicidio en nuestra carrera. Por tanto, ¿cómo podemos mantener las expec­tativas del lugar de trabajo a la vez que practicamos el mandato de Cristo de ser testigos no solo hasta los confines de la tierra sino también en nuestro lugar de trabajo en “Jerusalén”? (He­chos 1:8).
Creo que la responsabilidad de expresar nuestra fe es un privilegio que se obtiene mediante la autenticidad y el amor. Nadie hace más daño a la causa del cristianismo que quienes siempre están citando la Biblia, los cristianos píos y los predi­cadores de “fuego y azufre” que utilizan el lugar de trabajo como una plataforma para predicar, en lugar de ser un lugar donde amar con sinceridad. Un Dios condenador presentado mediante una actitud farisaica solamente profundiza la resisten­cia. El amor de Dios atrae y derriba barreras.
 Esto no es un proyecto
Es imperativo que no consideremos a nuestros compañeros de trabajo incrédulos como “proyectos”. A muchas de noso­tras nos han enseñado que tenemos que conseguir que personas sean salvas. Esto evoca la imagen de empujar a una mula terca hasta un pozo de agua a la vez que musitamos: “Vamos, animal obstinado. Necesitas esta agua”.
Probablemente todas nosotras hayamos experimentado que alguien nos empujara a hacer algo por un motivo menos que amoroso. Y es una reacción común resistir en cuanto nos sin­tamos forzadas a hacer algo. Si un vendedor intenta atraernos diciendo: “¡Tengo una oferta para usted!”, inmediatamente nos volvemos escépticas. Eso es lo que sucede con nuestros compa­ñeros de trabajo si sienten que están intentando hacerles tragar el cristianismo.
Debemos comprobar nuestro corazón y examinar nuestros motivos. ¿Estamos simplemente intentando anotar una conver­sión, o es nuestro deseo amar a nuestros colegas?

ANATOMIA DE UN HÀBITO

Los hábitos son cosas que aprendemos a hacer mediante la repetición y que finalmente hacemos ya sea inconscientemente o con muy poco esfuerzo. Primero formamos hábitos y después ellos nos forman a nosotros. Somos lo que hacemos repetidamente. No se engañe al pensar que usted sencillamente no puede evitar lo que hace, porque lo cierto es que puede hacer o no hacer cualquier cosa si realmente lo quiere. Al menos puede hacer cualquier cosa que sea la voluntad de Dios, y esas son las cosas de las que hablaremos en este libro.
He aprendido que concentrarme en las cosas buenas que quiero y que necesito hacer me ayuda a vencer las cosas malas que no quiero hacer. La Biblia dice en Romanos 12:21 que vencemos el mal con el bien. Yo creo que ese debería ser uno de nuestros versículos fundamentales para este libro y para el viaje en que nos estamos embarcando. El otro versículo que quiero que usted recuerde a medida que trabaja hacia su meta se encuentra en Gálatas.
"Así que les digo: Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa"  Gálatas 5:16.
Concentrarse en las cosas malas que usted hace nunca le ayudará a hacer las cosas buenas que desea hacer. Esta es una verdad bíblica muy importante. El bien tiene más poder que el mal. La oscuridad es tragada en luz, y la muerte es vencida por la vida. Cualquier cosa que Dios ofrece es siempre más poderosa que lo que Satanás desea para nosotros. El diablo quiere que tengamos malos hábitos, pero el deseo de Dios es que sigamos al Espíritu Santo y le permitamos conducirnos a la buena vida que Jesús murió para que la disfrutáramos. Y una buena vida es una vida con buenos hábitos.
Uno de los ingredientes de formar buenos hábitos y romper malos hábitos es enfocarse en lo que usted quiere hacer y no en lo que quiere dejar de hacer. Por ejemplo, si usted come en exceso y quiere formar hábitos alimenticios equilibrados y saludables, ¡no piense en la comida todo el tiempo! No lea libros de cocina que están llenos de hermosos postres que hacen la boca agua, sino en cambio lea un buen libro sobre nutrición que le educará con respecto a cómo elegir mejor. Permanezca ocupado haciendo cosas que mantendrán su mente alejada de la comida.
Si quiere formar el hábito de hacer ejercicio regular, no piense y hable sobre lo difícil que es, sino piense en los resultados que tendrá si es persistente. Sí, tendrá que invertir tiempo que puede que usted crea que no tiene, y sí, al principio sentirá bastante dolor. 
Si quiere usted salir de la deuda, no piense y hable de todas las cosas que no podrá hacer y todas las cosas de las que tendrá que prescindir mientras esté pagando todas sus facturas. En lugar de pensar en el lado negativo de su meta, piense y hable de lo maravilloso que será ser libre de la tiranía de una deuda abrumadora.
Somos motivados por la recompensa, de modo que si usted desea con ganas la recompensa, tendrá el impulso que necesita para seguir adelante hacia su meta. No se derrote a usted mismo antes incluso de comenzar fijando su mente en las cosas equivocadas. Donde va la mente, allí sigue la persona, de modo que asegúrese de que sus pensamientos estén en lo que usted quiere en lugar de estar en lo que no quiere.

CUIDA TUS PALABRAS


Es muy normal que durante nuestra vida y de forma inesperada nos topemos con situaciones indeseables que alteran nuestra tranquilidad y nos hacen pasar por momentos desagradables que no quisiéramos repetir jamás. Lo cierto es que la gran mayoría de estos malos ratos los podríamos evitar por completo, si tan solo controláramos nuestros impulsos. La manera que respondemos a una situación que nos incomoda o a una palabra de arrogancia, ironía u hostilidad hacia nosotros, será el oportuno balde de agua que extinga la pequeña llama o, por el contrario, el combustible que desate un incontrolable incendio. Jesús también nos dice en su Palabra: “ . . . aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11:29).
La manera más efectiva para controlar nuestro enojo u hostilidad es desarrollar un espíritu apacible. En la sociedad machista en la que vivimos en muchos países de Latinoamérica, se tiende a relacionar un espíritu apacible con “cosa de mujeres”. Algunas personas piensan que un espíritu apacible le resta a la hombría. Nada más lejos de la verdad porque esa característica no es exclusiva de uno u otro sexo. No te hace más mujer ni menos hombre. Es un regalo de Dios para todo aquel que lo solicita. Desarrollar un espíritu apacible suaviza tu temperamento y embellece tu carácter. Dios te ha dado el potencial para desarrollar esta hermosa característica, pero tú tomas la decisión de aceptarla o no. Aunque sabemos que Dios tiene el poder para hacer un cambio instantáneo en nosotros, generalmente Él nos pide que hagamos nuestra parte. Mi experiencia me dice que esta transformación en nuestro carácter no siempre viene de manera automática cuando aceptamos a Jesús y decidimos vivir bajo sus demandas. Es algo que se desarrolla en el camino, siempre y cuando nos hayamos determinado a transformarnos. La realidad es que todos, en alguna medida, necesitamos hacer modificaciones para poder cumplir con lo que Dios desea de cada uno de nosotros. ¿Por dónde debo empezar? ¿Qué es lo primero que debo hacer? ¿Qué tal si comenzamos refrenando nuestra lengua? ¿Qué tal si nos detenemos a pensar varios segundos antes de desenrollarla como látigo cortante y despiadado?
Cuando nos tomamos el tiempo para frotar el fino, pero delicadamente abrasivo polvo de la Palabra de Dios sobre nuestras palabras antes de que salgan de nuestra boca, suavizamos nuestros ásperos pensamientos. Entonces hablamos con sabiduría y sensatez. Cuando tomamos esta verdad, la hacemos nuestra y la practicamos como parte de nuestra vida diaria, estamos listos para pasar al próximo nivel: ser pacificadores. Es entonces cuando ya no se trata de estar en paz con mis hermanos, sino procurar que ellos también estén en paz entre ellos mismos. Eso es ser un pacificador. Todos hemos caído en la trampa de utilizar palabras ásperas cuando hemos querido ser firmes o estrictos en algo. Yo personalmente he caído en esa trampa, pero no tiene que ser así. Se puede ser firme, estricto o determinado, sin lastimar con nuestras palabras. Se puede corregir o amonestar con palabras llenas de amor y misericordia. ¿Por qué no lo hacemos? Sencillamente porque no controlamos nuestros impulsos. No hemos tomado la firme determinación de al menos intentar suavizar nuestras palabras cuando deseamos expresar nuestro malestar por alguna situación.
Cuando vuelvas a enfrentar un momento donde te veas tentado a herir con tus palabras, detente. Respira profundamente y toma unos segundos mientras te preguntas: ¿Cómo respondería Jesús en este caso? Eso te hará reflexionar y de seguro suavizará tus palabras. Jesús es el modelo a seguir, pues dio su vida por nosotros solo porque nos ama. Él nunca nos heriría con sus palabras.