RECONOCE A DIOS EN TU DESIERTO

En Salmo 78:40-41, dice: ¡Cuántas veces en el desierto se rebelaron contra él, y lo enojaron en el yermo! Y volvían, y tentaban a Dios, y provocaban al Santo de Israel. Cuando estudiamos este verso en el original podemos ver que, una mejor traducción para la palabra “provocaban” es “limitaron”.
El desierto no es el lugar donde Dios prueba al hombre, sino el lugar donde el hombre prueba a Dios.  Todo lo que el pueblo pedía, Dios se lo concedía.  En el desierto, Dios estaba cuidando, protegiendo al pueblo y preparándolo para entrar a la tierra prometida.  Aquello era como una historia de amor y protección: El pueblo tenía sed, y Dios les daba agua; tenía hambre, le daba de comer; la nube de día para protección, y la columna de fuego de noche.
El pueblo tentó y limitó a Dios.  No limitó su poder, sino la fe de lo que él podía hacer.  En un momento de sed, el pueblo de Israel cuestionó: ¿Está, pues, Jehová entre nosotros o no? Y, dice la biblia, que llamaron a aquel lugar “Masah” y “Meriba”, que significan “tentar” y “pelear”.  ¿Ha llegado algún momento en tu vida donde, a pesar de lo que ya Dios ha hecho contigo, pones en duda si Dios está contigo y si puede obrar nuevamente a tu favor, y comienzas a pelear?
No era la primera vez que el pueblo de Israel se quejaba y tentaba a Dios.  Frente al Mar Rojo, el pueblo se quejó, y Dios le abrió el mar y los libró.  Luego que cruzaron al otro lado, se quejaron por las aguas amargas, y Dios las cambio en aguas dulces.  En otra ocasión, se quejaron por el maná y Dios les da codornices.
Es entendible que la mente humana ceda fácilmente ante una dificultad y haya un cuestionamiento, pero, si alguien tiene paciencia, es nuestro Dios.  A pesar de tus quejas, él continúa trabajando en tu vida, porque quiere culminar la obra que ha comenzado en ti.  Quien lo limitas, eres tú.
Desde el momento en que el pueblo se quejó, Dios dice: Estos no entrarán a la tierra prometida.  Imagínate llevar a un pueblo a la tierra prometida y que aun allí no vieran a Dios.  Si no ves a Dios en tu desierto, menos lo verás en la bendición y abundancia.   El deseo de Dios es que, cuando estés en la tierra prometida, sepas quién te llevó y quién está contigo.
En esta historia, podemos ver que los milagros no necesariamente provocan fe, ni acercan más a una persona a Dios.  Para un corazón malagradecido, nunca es suficiente lo que Dios ha hecho.  Muchos no necesitan un milagro más, lo que necesitan es reconocer la presencia de Dios, y milagros llegarán a sus vidas.
No limites a Dios. Vive una vida ilimitada.

DUDAS

Hay gente que no hay manera de complacerla, de satisfacerla. La gente se queja por todo; todo lo critica. Dios hace un milagro, nos cuida, nos guarda y, en lugar de agradecerle, nos quejamos, y no vemos lo que Dios ha hecho… y si tú no puedes ver lo que Dios ha hecho, lo próximo que va a pasar es que vas a dejar de reconocerlo, en medio de tu desierto.
Tú no necesitas un milagro más. Basta con que reconozcas la presencia de Dios, y los milagros van a llegar comoquiera.
Si ya has salido de Egipto, y has visto la mano poderosa de Dios, y tienes una promesa de ir a un mejor lugar, lo que tienes que hacer es seguir con la misma premisa con la que saliste: Si su presencia no va contigo, mejor que no te saque.
El problema es que, en medio de aquel desierto, el pueblo de Israel se olvidó de la presencia de Dios, le tentaron, pelearon con él. ¿De qué se quejó el pueblo de Israel? ¿Cuál fue su duda? ¿Cómo limitaron a Dios? Cuestionando si realmente Jehová estaba o no con ellos.
Limitamos a Dios, cuando no damos por buena su palabra, cuando no la aceptamos como real en nuestra vida, cuando cuestionamos su amor, pensando: Si Dios realmente me amara tanto, no estaría pasando por lo que estoy pasando.
Cuestionamos el amor de Dios ante problemas económicos, ante momentos difíciles, ante un desamor, olvidándonos que, hace dos mil años atrás, él derramó el más grande amor en la cruz del Calvario.
El enemigo puso a prueba la integridad de Job. En un periodo de nueve meses, Job perdió muchas cosas, pero en ningún momento perdió su integridad. Su esposa le cuestionó: ¿Aún retienes tu integridad? Y añadió: Maldice a tu Dios, y muérete. Perder la integridad, hubiese sido maldecir a Dios. Job dijo un sinfín de tonterías, pero las dijo, alabando a Dios. Job dijo: Jehová dio, Jehová quitó, sea el nombre de Jehová bendito. No fue Dios quien le quitó, pero aquello fue un momento de adoración.
A través de toda tu vida, tu integridad será probada. Pasarás por situaciones que te harán dudar de la presencia de Dios en tu vida. Y será entonces que tendrás que decidir si limitarás la manifestación del poder de Dios en tu vida, dudando de su propósito en tu vida, dudando de su presencia y su cuidado para contigo. Si dudas, lo único que Dios puede hacer contigo es permitirte que des vueltas en el desierto. Y, aun si lo hicieras, Dios es tan misericordioso que estaría contigo, cuidándote en el desierto, porque su propósito para contigo no ha cambiado, y es llevarte a la tierra prometida.

DESPIERTA

A veces, sin darnos cuenta, en un momento dado, recibimos una palabra de parte del Señor y aspiramos y deseamos cosas grandes. En un momento de nuestra vida, le pedimos a Dios que provocara en nosotros milagros y que pudiéramos crecer, desarrollarnos y movernos a un nuevo nivel. Por alguna razón u otra, llega a nuestra mente y corazón un estado de complacencia. Nos dormimos, a veces, por la circunstancias, las frustraciones, lo que otros nos dicen. Vivimos la vida cristiana, vamos a la casa de Dios, adoramos a Dios, pero estamos dormidos.
Una persona dormida es una persona que no está alerta, que no percibe las cosas que Dios está haciendo. En la Biblia, Pablo utilizó este término en varias ocasiones. Cuando hablaba de la cena del Señor, decía que muchos en la iglesia, cuando toman la cena del Señor, no reciben lo que deberían recibir, porque están dormidos. Muchos, dentro de la iglesia, duermen.
En Romanos 13:11, Pablo le dice al pueblo: Conoce el tiempo y despierta del sueño.  Conociendo el tiempo en que vivimos, es hora de que ya despiertes del sueño, conociendo el momento que está viviendo el mundo, es tiempo que te levantes. Conociendo el tiempo que estás viviendo con tu familia, el tiempo que estás viviendo en tu empresa, es momento de levantarnos del sueño, porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos.
Qué triste sería estar dormido en el momento que llega tu salvación. Tu salvación está más cerca que en el día que tú creíste. Lo que estás esperando que Dios haga en tu vida, lo que estás esperando que Dios haga contigo, está más cerca, y es el momento de levantarte, de salir de esa condición, de ese estado emocional y espiritual que te encuentras.
Despierta, y mantente despierto, para que no pierdas de vista todo lo que Dios quiere hacer contigo.