ORANDO POR NUESTROS HIJOS


ENFRENTA EL TEMOR CON LA PALABRA

Resultado de imagen para TEMOREl temor no es algo que podemos hacer desaparecer como un acto de magia. El temor debe ser enfrentado y tratado con y de acuerdo a la Palabra de Dios.
Hay ocasiones en que la gente es liberada maravillosamente del temor a través de la oración. No hay duda sobre eso, porque ser­vi­mos a un Dios de milagros. He orado por per­sonas que desean ser liberadas del temor, y luego regresan para decirme: “Después que usted oró por mí, no he tenido más problemas con el miedo”. Pero la mayoría del tiempo, el temor se enfrenta y conquista cuando medi­ta­mos y confesamos la Palabra de Dios, y resis­timos el temor con el poder del Espíritu.
La Palabra es muy clara al señalar que el temor y la cobardía son un espíritu, y que éste no procede de Dios, por lo que debemos pedirle a Dios que este espíritu entre en nuestra vida, como nos dice en 1 Timoteo 1:7 Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
La Biblia no nos dice que “no temblemos” o que “no sudemos” o que “no nos agitemos”. La Biblia nos dice que “no temamos”. Hay una diferencia entre esas cosas.
En este contexto, temer se refiere a huir o correr de algo. En inglés, la palabra temor es fear y se dice que las letras de la palabra F-E-A-R son siglas para “Falsa Evidencia que Aparenta ser Real”.
Jesús dijo que el diablo es un mentiroso y padre de toda mentira. La verdad no está en él. El diablo usa la falsedad para engañar con temor al pueblo de Dios para que no seamos lo suficientemente audaces para ser obe­dientes a Dios y cosechar las bendiciones que Él tiene para nosotros.
La mayoría de las veces, el temor a algo es peor que eso que tememos. Usualmente, si mostramos suficiente coraje y determinación para hacer aquello que tememos, vamos a des­cu­brir que no es tan malo como pensamos.
A través de la Palabra encontramos a Dios diciéndole a su pueblo una y otra vez: “No teman”. Creo que la razón que Dios los ani­maba frecuentemente era para que no permi­tieran que Satanás les robara la bendición.
De la misma forma, Él entiende que somos temerosos, y por eso el Señor continúa exhortándonos y animándonos a que sigamos hacia adelante y que hagamos lo que Él nos exhortó a hacer. ¿Por qué? Porque Él conoce las grandes bendiciones que nos esperan en el otro lado. Podemos ver un ejemplo de esto en la vida de Abram.
En Génesis 12:1, Dios le dio a Abram una orden. Le dijo algo parecido a esto: “Prepara tu equi­paje, dile adiós a todas las personas que cono­ces y a todo lo que te hace sentir cómodo, y ve al lugar que te mostraré”.
Si Abram hubiera doblado sus rodillas al temor, el resto de la historia nunca se hubiera convertido en pasado. Él nunca hubiera expe­ri­mentado a Dios como su escudo y gran galardón. Abram nunca hubiera recibido su gran recompensa.
De la misma manera, si Josué no hubiera ven­cido su temor y sido obediente a la orden de Dios de dirigir al pueblo a la tierra pro­me­tida, ni él ni ellos hubieran disfrutado todo lo que Dios había preparado para ellos.
Hay poder en la Palabra de Dios que nos equipa para no rendirnos ante los deseos del diablo. Nosotros podemos hacer lo que Dios quiere que hagamos, aun cuando lo tengamos que hacer con temor.
El miedo está en nosotros a causa de nuestra naturaleza caída, pero debemos buscar que Dios y sus dones sean formados y potencializados en nosotros, todo es una decisión, Dios opera en nuestra vida a medida que se lo permitimos.

SÁCALE JUGO A LA PRUEBA

En Proverbios 3:5 dice: “Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia inteligencia”. Esto quiere decir que ante los desafíos que se presentan, debemos tomar la decisión de acallar las voces del razonamiento y la lógica para descansar en los brazos amorosos del Padre celestial. Los resultados no tienen que ver con lo que dicen nuestros sentidos, sino que tienen que ver con la FE. Esto es la convicción de que lo que no estoy viendo ahora, pero que lo voy a ver (lee Hebreos 11:1).
Tomar la decisión de caminar en esperanza es  una actitud de ganancia. Entonces, ¿qué te parece si le sacamos el jugo a la prueba?
Las aflicciones en este mundo son inevitables, pero podemos determinar con valentía que tienen desenlaces buenos, agradables y perfectos. Ante un diagnóstico de cáncer que estoy viviendo, le recuerdo a mi alma que la fruta se exprime para que de ella salga ¡lo mejor! Así que dale, ¡vamos a sacarle el jugo!
Le sacamos el jugo a la prueba cuando:
  1. Crees que lo que estás pasando fue diseñado con un propósito para ti: Dios sabía que había actividad molecular cancerosa y determinó en Su soberanía que no se detuviera. Dios me ama y lo ha permitido para enseñarme algo. El punto es que al final del proceso se exclama como Job: “De oídas había oído de Dios, pero ahora mis ojos lo están viendo” (lee Job 42:5). No es castigo, es tránsito de gloria excelente y eterna.
  2. No buscamos nuestras probabilidades, sino las de Dios: Las nuestras son finitas, las de Dios son infinitas. Las nuestras son pasajeras, las de Dios son eternas. Las nuestras son limitadas, las de Él no tienen fin. Un ejercicio que he hecho es mirar retrospectivamente las vivencias que he tenido en el pasado con el poder de Dios. ¡Wow! He sido testigo de milagros y portentos. En Su amor no hay variación. ¡Qué bueno, lo veré actuando sobrenaturalmente otra vez!
  3. En vez de estar tristes, ¡estamos con gozo! El solo hecho de que estamos en un proceso de dar testimonio de Cristo, nos hace más que felices.  No sólo por el resultado (sea, cuál sea, es bueno), sino porque podemos afirmar que en este mundo habrá dolor, pero en medio del dolor Él está con nosotros.
En lo personal donde he escuchado de forma ensordecedora a Dios ha sido en los desiertos. Estoy contenta, porque todos los días frente a las noticias médicas, el Señor me está diciendo: YO ESTOY AQUÍ. ¿Puedes escuchar cómo te lo está diciendo hoy a ti? Vamos, ¡sácale el jugo a esa prueba!