RUMORES

Mateo 27:62-66 nos narra el momento en que crucifican a Jesucristo. El capítulo 28 enfatiza cuando Jesucristo se levanta de aquella tumba. Aquella piedra es removida y ahora el ángel se sienta sobre la piedra y comienza a predicar, a dar las buenas nuevas de que Jesucristo había resucitado. El ángel dice a las mujeres: Él no está aquí, Él ha resucitado.
En el verso 11, los guardias que habían estado en aquel lugar fueron a contar lo que había sucedido y los religiosos, los principales, lo que hicieron fue darles dinero a los soldados para que mintieran diciendo que los discípulos habían robado el cuerpo de Jesús. La biblia dice que ese rumor está hasta el día de hoy y hay gente que dice que el cuerpo de Jesús fue hurtado.
Es interesante que los programas que ocupan los primero lugares de audiencia en la televisión son los programas de rumores. En el día de hoy cualquiera es un analista, fiscal, cualquiera puede coger un micrófono y empezar a repartir rumores. Esto ha pasado a través de la historia, aun con el evangelio. Se ha regado muchas mentiras de lo que nuestro Señor Jesucristo ha hecho, de lo que pasa en el evangelio y de lo que pasa en una iglesia. Y la gente constantemente asume cosas que no son la realidad.
El primer intento de detener el poder de la resurrección fue mentir. La razón: Sembrar el pensamiento de duda. Cuando el mundo no puede terminar con lo que Dios ha hecho contigo mintiendo, siempre buscará una segunda manera de hacerlo. No ha sido suficiente las mentiras que han dicho de ti para acabar lo que Dios ha hecho contigo. Todos nos hemos enfrentado a que alguien diga una mentira de nosotros, gente capaz de pagar a alguien para que mienta, tratando de detener lo que hemos vivido, experimentado y creído.
Por eso era tan importante el anuncio de aquel ángel a aquellas mujeres, porque ahora ellas tenían la verdad de primera mano. Habían visto que la tumba estaba vacía, ahora los rumores de lo que la gente iba a decir estarían guardados en silencio en la mente y el corazón de ellas, porque habían tenido una experiencia. Por eso es tan importante que tengamos una experiencia con el Dios Todopoderoso, para que las mentiras que el mundo intenta poner en nuestra vida, se detengan y no tengan ningún tipo de poder por causa de la verdad de la experiencia de Cristo.
La vida de un resucitado se basa en el poder de la verdad. Un resucitado cree fielmente en el poder de la verdad, cree que la verdad lo va a hacer libre del problema en el que está.  Un resucitado cree que, cuando recibe una verdad, su vida es transformada para siempre.

AYUDA IDONEA

El verdadero ataque del enemigo en contra de la mujer nunca ha sido contra la vida de la mujer, sino contra su potencial. El enemigo sabe que si una mujer desarrolla su potencial, los hijos salen hacia adelante, el matrimonio está a salvo, la familia está guardada.

En Génesis 3, vemos que Dios dijo que pondría enemistad entre la serpiente y la mujer, y entre sus simientes. La mujer la heriría en la cabeza, y la serpiente en el calcañar.

De la mujer iba a salir Aquel que vencería al enemigo, Aquel que le aplastaría la cabeza. Por eso, el enemigo trató de detener el potencial de la mujer. Porque en una mujer está el potencial de dar a luz aquello que te hace libre, que te liberta, que trae bendición. No podemos tomar por poco lo que Dios ha depositado en nosotras.

Cuando vamos al Génesis, vemos que Dios le dio autoridad a Adán sobre toda la creación. Le dio autoridad sobre los animales; fue Adán quien les puso nombre a todos los animales que hay sobre la faz de la tierra. Dios le dio autoridad incluso sobre la tierra misma. Pero todo esto pasó antes de que la mujer fuera creada, porque Dios nunca le dio al hombre la autoridad sobre la mujer.

Si bien es cierto que Dios dijo también a la mujer que su marido se enseñorearía de ella, no es menos cierto que el señorío de hombre sobre la mujer es consecuencia de la maldición.

Cuando el hombre pecó, se desalineó su relación con Dios, y por ende todas sus relaciones. Se desalineó su relación con los animales, su relación con la tierra. Ahora cosecharía de la tierra cardos y espinos, con el sudor de su frente. Y el hombre se desalineó también en su relación con la mujer. El producto del pecado fue un desbalance.

Todo se salió del lugar donde debía estar, y una de las cosas que se salió de orden fue la posición de la mujer. Ahora, igual que Dios nunca le dio autoridad al hombre sobre la mujer, Dios nunca le dio autoridad a la mujer sobre el hombre. Dios le dijo que fuera ayuda idónea. La labor de una mujer es siempre contribuir. Y, cuando una mujer no está contribuyendo, no está siendo de bendición, de ayuda, sino que está siendo piedra de tropiezo, si hay alguna Dalila que lo que hace es sacar los ojos, es una mujer que está desalineada.

El propósito de Dios sobre la mujer es ser bendición, ayudar, contribuir.

En la creación, Dios vio que los cielos eran buenos, que la tierra era buena, que las lumbreras eran buenas, que los animales eran buenos, que las aves eran buenas, que los peces eran buenos, que la separación de las aguas eran buenas, que el día era bueno, que la noche era buena, que el hombre lo había hecho bueno, pero lo único que vio que no estaba bien era que el hombre estuviera solo, y puso algo que llenó ese vacío.

Adán tenía una relación perfecta con Dios y, aún así se sentía solo. Cuando Dios buscó ayuda idónea, no buscó ayuda idónea solo para Adán; Dios buscó ayuda idónea para sí mismo, porque fue con la mujer que él pudo resolver lo único que no le salió bien en la creación, que fue que el hombre estuviera solo.

Una mujer que entiende su propósito, no solamente es ayuda para su familia, es ayuda también para su Dios.

LA CULPA DE LA MUJER

La sociedad en la que vivimos siempre busca culpar a la mujer. Eso fue lo que sucedió en Génesis, cuando el hombre pecó; lo primero que hizo fue señalar con el dedo a la mujer. Sucede hoy en día con muchos de nuestros problemas sociales donde el hombre, en vez de tomar la responsabilidad que le corresponde diciendo: Yo hice mal; lo que hace es señalar al más frágil. Por esto, hay muchas mujeres que cargan con culpas que no le pertenecen. Es triste vivir en una sociedad que, buscando una solución para un problema inmediato, lo que hace es acusar y responsabilizar a su madre, a su esposa, a sus hijas.

La mujer no puede seguir cargando con las culpas sociales del mundo.
Juan 8:1 nos relata sobre una mujer adúltera que es juzgada por la sociedad, queriendo apedrearla, a pesar de no haber cometido el acto por sí sola. Esta es una estampa de lo que se vive en el día a día, aunque no vivamos en una sociedad donde se apedrea a la gente.

Imagino a aquella mujer frente al Maestro, bajando su cabeza, su rostro quizás llorando, no solo por la vergüenza, sino porque, en más de una ocasión, ella tuvo que haber visto una acusación similar.

¿Cuánto tiempo puede durar el cuerpo de una mujer siendo apedreado vilmente por una sociedad que no se daba cuenta que aquello era un acto de crueldad? Lo que nos relata la biblia no es muy diferente a lo que vemos hoy. Ponemos una responsabilidad sobre la mujer que no le corresponde.

Vemos familias completas sostenidas financieramente por una mujer, porque hay un hombre que abandono el hogar. Hijos educados 100% por una mujer, porque hay hombres que no se ocupan de sus hijos, porque no tienen la oportunidad, ni la sabiduría, porque no han tenido al Señor. Esa es la sociedad donde vivimos, donde hay grandes sentimientos de abandono, de abuso, de rechazo, de frustración natural y espiritual.

Muchas veces, las mujeres entregamos nuestros sueños para ver cumplidos los de nuestros esposos y los de nuestros hijos. Todos conocemos alguna mujer que trabajó hasta el cansancio para sacar adelante a sus hijos. Muchos somos producto de una mujer que se encargó 100% de nosotros.

En toda historia de éxito, siempre hay una mujer, una mamá, una hermana, una esposa, una abuelita, una hija. Todos nuestros éxitos están atados a nuestra relación con una mujer. De la misma manera que, lamentablemente, nuestras más grandes frustraciones están atadas a nuestras relaciones disfuncionales con los hombres.

Dios nos da la sabiduría para alinearnos, para volver al balance, para volver al lugar que nos corresponde con Él. Dios levanta hombres que entienden que tienen un trabajo que hacer con su familia. Se levantarán hombres que entienden que tienen un deber con su esposa, sus madres, sus hermanas y sus hijos.