QUIENES SON LOS JUSTOS


Los justos son aquellos que tienen una posición correcta delante de Dios. Gracias a Cristo, todos podemos ser rectos en la presencia de Dios y darle a conocer con valentía nuestras peticiones, si hemos aceptado su sacrificio.

Los justos son valientes como el león. Los justos son quienes tienen y ocupan el Reino de los cielos, o asientan su residencia en él. La Biblia dice que los justos brillan en el Reino de su Padre. La luz y la alegría brillan en su camino. Pueden tener muchas aflicciones, pero Dios les libra de todas ellas.

Los justos tienen la mente de Cristo. Sus pensamientos son rectos y puros. Tienen una mente sobria. No afirman o confían en su propia justicia, sino que viven bajo la justicia imputada de Cristo. Están abiertos a la corrección del Señor y de sus ministros. Reciben sabio consejo y lo aplican a sus vidas.

Los justos son inamovibles e incapaces de ser desarraigados de su posición en Dios. Su casa permanecerá. Sus hijos serán salvos, bendecidos y tendrán abundancia de comida. Florecerán y no serán derrocados por el enemigo. El desánimo, la duda o la depresión no les harán desviarse. Los justos están seguros de que Dios vendrá y le salvará.

Los justos son generosos y compasivos. Se preocupan por los pobres. Son personas activas en las áreas de la justicia; buscan la justicia. Caminan con integridad. Las riquezas y el honor les acompañan. Dan fruto y su trabajo conduce a la vida.

Los justos dan la bienvenida a la sabiduría y las asociaciones piadosas. Saben quién está a su alrededor. Tienen cuidado de a quiénes permiten entrar en su círculo más íntimo. Las personas que participan en la maldad y la impiedad pueden obstaculizarle en su avance. Su asociación con ellos puede llevarle a un lugar de ineficacia en el espíritu. Sus palabras y oraciones no moverán montañas porque su asociación con ellos le ha desviado (Proverbios 12:26). A veces tendrá que decirles a sus amigos y socios en los negocios que se vayan.

Cuando se encuentre enfrentándose a un obstáculo en el espíritu, eche un vistazo a los amigos que le rodean. La Biblia dice: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos”. Ellos incluso podrían ser la puerta abierta a alguno de los tercos demonios y fortalezas con los que usted lucha. Sea sabio. Que los consejos de los impíosestén lejos de usted (Job 22:18).

Los justos y el pacto de Dios

Usted pertenece a “los justos” y puede hacer suyos todos los beneficios de los justos al estar en pacto con Dios. Dios no bendice caprichosamente a las personas. Él no bendice a la gente por cualquier cosa, sino que bendice a aquellos con quienes tiene un pacto. Estar en pacto con Dios es un contrato o una promesa de su paz, seguridad, favor, protección, salud y prosperidad, y Dios no rompe sus promesas ni se olvida de su Palabra (Números 23:19; Isaías 55:11).

Pactar con Dios es una bendición mutua. Dios tiene un pueblo, y nosotros tenemos un Dios (Levítico 26:12). Nos convertimos en la justicia de Dios mediante Jesucristo (Romanos 3:22). Como hemos recibido el nuevo pacto mediante su sangre derramada en la cruz, su justicia se nos imputa o cuenta a nuestro favor. Nos convertimos en “los justos”, pero si no permanecemos en Dios y nos entregamos totalmente a Él, entonces Él no tiene “un pueblo”. Entonces no hay necesidad de pacto. No podemos ser de Dios si no caminamos conforme a su pacto. Él no puede contarnos como suyos y poner su nombre en nosotros. Podemos orar por paz en la tormenta y hablar a las montañas durante todo el año, pero sin Jesús, que es el Príncipe de paz y quien abre camino, la paz no llegará y las montañas no se apartarán.

Los justos poseen el Reino de Dios (Mateo 5:10) ¿Es usted justo? Esto es algo más que ser salvo. La justicia se trata de vivir continuamente de manera correcta delante de Dios. No se trata de perfección, sino de que su estilo de vida sea el de una persona justa. Una persona justa no vive un estilo de vida de pecado. El justo camina en un nivel de santidad e integridad. No es mentiroso, borracho y fornicario. No trata mal a la gente. Si usted es justo, entonces las palabras que pronuncie sobre su situación producirán algo. Harán que las cosas se alineen para usted en el Espíritu. Su pacto con Dios es eterno, y no caerá, porque Él le ha imputado su justicia mediante su Hijo Jesús.

EL AMOR: EL MAYOR DON



Cuando participemos en la guerra espiritual, debemos recordar que un ejército con soldados solitarios o llaneros solitarios fracasará. Aunque pueden ser destacados grandes guerreros, la fuerza de un buen ejército es la capacidad de que los soldados sean camaradas. En otras palabras, deben protegerse y respetarse unos a otros. A pesar del talento y la capacidad que los soldados puedan tener, el cuidar de la trinchera del compañero es obligatorio. La Biblia hace referencia a tener dones sin amor. Dice que es como un fuerte sonido musical que está muy desafinado.

El Señor usa todo tipo de personas en todo tipo de maneras. Incluso en la Iglesia, Dios ha d

ado diferentes dones a los hombres que se manifiestan en diferentes administraciones. Yo estoy orgullosa de ser parte del movimiento apostólico de Dios de los últimos tiempos. Mi alma se aviva cuando veo los milagros de Dios, y lo que especialmente me motiva es cuando Dios usa a personas con dones para ministrar a las naciones. A pesar de todo ello, no puedo pasar por alto que algunas personas con dones han causado reproche a los ministerios del Señor. Dios ha permitido que los dones y los llamados que Él nos ha dado permanezcan en nuestras vidas incluso si nosotros nos desviamos. Sus dones son irrevocables (Romanos 11:29).

Debemos llegar a entender que cuando un santo falla, eso afecta a todo el cuerpo. Como
soldado en el ejército de Dios, debe usted aprender a sostener a sus compañeros soldados espirituales y orar por ellos, especialmente en tiempos como estos. Nuestro testimonio como creyentes es muy importante en estos tiempos. ¿Cómo comenzamos a sostener a otros? En primer lugar, debemos orar por todos los creyentes, y especialmente por quienes están en el frente de batalla.

Es la misericordia y la gracia de Dios lo que mantiene alejado el reproche de nuestra vida y ministerio. Yo hago todo lo que sé para servir a Dios fielmente, pero las trampas del enemigo son muy reales. No creo que la mayoría de líderes o laicos planean meterse en situaciones que causan reproche
al evangelio de Jesucristo. La Biblia dice que si fuera posible, incluso los escogidos serían engañados (Mateo 24:24). He estado predicando por años que debemos practicar nuestra salvación con temor y temblor. He visto muchas veces que cuando las personas piensan de sí mismas más de lo que debieran, caen presas de las trampas del enemigo. Solamente por la misericordia y la gracia de Dios somos verdaderamente libres. Nuestra libertad no es mediante nuestra propia capacidad para guardarnos a nosotros mismos; es mediante el poder de Dios para guardarnos.

Debido a que los dones y llamamientos de Dios son irrevocables, debemos vigilar nuestro caminar de amor. Tenemos que tener cuidado de no quedar tan atrapados en nuestros dones que perdamos nuestra relación con Dios. Eso es lo que les sucedió a los sacerdotes en Ezequiel 44. Ellos cayeron en pecado, pero Dios les permitió quedarse en sus puestos sobre el pueblo; ellos siguieron a cargo del templo, pero Dios los quitó de sus posiciones en Él. ¡Ellos ya no pudieron estar cerca de Dios! Los creyentes deberían tener temor a esta maldición: tener un gran ministerio hacia la gente pero nunca ser capaces de acercarse a Dios.

El Señor nos ha dado un camino seguro para mantener nuestros ministerios hacia la gente y mantener una sana relación con Él.¡ Él quiere que nos aseguremos de tener el mayor don de todos! Hay muchos dones espirituales estupendos, y estoy segura de que muchos dirían que el poder profético es el mayor don. La capacidad de entender todas las verdades y misterios secretos en nuestro manual de operaciones, la Palabra de Dios, estaría en el primer punto de la lista para muchos. Para otros, mover montañas y resucitar muertos son los mayores dones. Aunque todos esos dones son estupendos y verdaderamente deben desearse, no se comparan con el mayor don de todos, que es el amor. Podemos tener todas las cosas que he mencionado anteriormente y seguir siendo nada ante los ojos de Dios si no tenemos amor. Sin amor, las personas pueden seguir llamándole grande y desear estar en su presencia, pero usted no podrá permanecer en la presencia del Señor.