AYUDA IDONEA

El verdadero ataque del enemigo en contra de la mujer nunca ha sido contra la vida de la mujer, sino contra su potencial. El enemigo sabe que si una mujer desarrolla su potencial, los hijos salen hacia adelante, el matrimonio está a salvo, la familia está guardada.
En Génesis 3, vemos que Dios dijo que pondría enemistad entre la serpiente y la mujer, y entre sus simientes. La mujer la heriría en la cabeza, y la serpiente en el calcañar.
De la mujer iba a salir Aquel que vencería al enemigo, Aquel que le aplastaría la cabeza. Por eso, el enemigo trató de detener el potencial de la mujer. Porque en una mujer está el potencial de dar a luz aquello que te hace libre, que te liberta, que trae bendición. No podemos tomar por poco lo que Dios ha depositado en nosotras.
Cuando vamos al Génesis, vemos que Dios le dio autoridad a Adán sobre toda la creación. Le dio autoridad sobre los animales; fue Adán quien les puso nombre a todos los animales que hay sobre la faz de la tierra. Dios le dio autoridad incluso sobre la tierra misma. Pero todo esto pasó antes de que la mujer fuera creada, porque Dios nunca le dio al hombre la autoridad sobre la mujer.
Si bien es cierto que Dios dijo también a la mujer que su marido se enseñorearía de ella, no es menos cierto que el señorío de hombre sobre la mujer es consecuencia de la maldición.
Cuando el hombre pecó, se desalineó su relación con Dios, y por ende todas sus relaciones. Se desalineó su relación con los animales, su relación con la tierra. Ahora cosecharía de la tierra cardos y espinos, con el sudor de su frente. Y el hombre se desalineó también en su relación con la mujer. El producto del pecado fue un desbalance.
Todo se salió del lugar donde debía estar, y una de las cosas que se salió de orden fue la posición de la mujer. Ahora, igual que Dios nunca le dio autoridad al hombre sobre la mujer, Dios nunca le dio autoridad a la mujer sobre el hombre. Dios le dijo que fuera ayuda idónea. La labor de una mujer es siempre contribuir. Y, cuando una mujer no está contribuyendo, no está siendo de bendición, de ayuda, sino que está siendo piedra de tropiezo, si hay alguna Dalila que lo que hace es sacar los ojos, es una mujer que está desalineada.
El propósito de Dios sobre la mujer es ser bendición, ayudar, contribuir.
En la creación, Dios vio que los cielos eran buenos, que la tierra era buena, que las lumbreras eran buenas, que los animales eran buenos, que las aves eran buenas, que los peces eran buenos, que la separación de las aguas eran buenas, que el día era bueno, que la noche era buena, que el hombre lo había hecho bueno, pero lo único que vio que no estaba bien era que el hombre estuviera solo, y puso algo que llenó ese vacío.
Adán tenía una relación perfecta con Dios y, aún así se sentía solo. Cuando Dios buscó ayuda idónea, no buscó ayuda idónea solo para Adán; Dios buscó ayuda idónea para sí mismo, porque fue con la mujer que él pudo resolver lo único que no le salió bien en la creación, que fue que el hombre estuviera solo.
Una mujer que entiende su propósito, no solamente es ayuda para su familia, es ayuda también para su Dios.

CRUDA ESPIRITUAL

Hace unos días alguien me contó acerca de una experiencia increíble acerca de ganar un concurso de comer hot dogs, y como ese "logro" le llevó a comer gratuitamente en ese restaurante durante un año, y justo cuando terminaba de narrar la historia como si hubiera sido algo muy bueno, nos confesó que tras comer todos esos hot dogs, no le quedó mas remedio que vomitarlos pues su cuerpo los rechazó como era de esperarse, ya que no es natural para nuestro cuerpo ingerir tal cantidad de alimento.

La resaca es un fenómeno muy común, y es más conocido para aquellos que suelen tomar alcohol y lo hacen en exceso, al día siguiente sienten como si alguien los hubiera golpeado y su malestar pareciera ser tanto interno como externo y puede pasar un largo rato hasta que el malestar desaparezca, ya que todos los niveles de nuestro cuerpo se tienen que restablecer.

Esto sucede, porque damos a nuestro cuerpo alimentos o bebidas que le son ajenos, que no son naturales en el, o bien no lo son en esas cantidades, siendo cierto el hecho de que necesitamos comida y bebida para sobrevivir, y sabemos que incluso el alcohol en cantidades muy moderadas nos trae beneficios a la salud.

De la misma manera como nos sucede con el alimento y con la bebida, nos sucede con la bondad y la maldad, cuando hacemos lo bueno nos llenamos de alegría y no solo nuestro corazón, sino aun nuestro cuerpo reaccionan de manera positiva, pero cuando hacemos lo contrario y dejamos que los pensamientos y las acciones negativas entren en nosotros, no solo nos afectan negativamente, sino que además nos provocan una resaca, ya que hemos llenado en exceso nuestra alma de pensamientos y sentimientos ajenos a la naturaleza de la misma y luego nos sentimos tan mal que pareciera que no podemos salir de esa mala racha.

Muchas personas se excusan de tener una naturaleza maligna, y es eso lo que no les permite dejar de pecar, y no les permite funcionar adecuadamente según lo que Dios nos pide, o bien según lo que ellas se imaginan que Dios les pide, pues el solo pensar en lo adecuado y lo correcto les provoca un malestar (culpa) que pareciera una resaca espiritual.

La cita de hoy, nos habla acerca de nuestra naturaleza, nos habla de que lo bueno es natural en nosotros y la manera más sencilla de vivir, porque fuimos creados para obras buenas, es decir, no es que nosotros tenemos que ser buenos como objetivo, sino que la bondad sale de nosotros como consecuencia de nuestra naturaleza.

Es interesante notar que hay quienes viven en constante resaca espiritual, quienes sufren constantemente y han adoptado la culpa como un estilo de vida, ya que mal entienden el concepto de la bondad, ya que piensan que la bondad o el ser bueno se tiene que reflejar en las personas y se les tiene que notar, cuando en realidad, la bondad tiene que ver con los demás, es decir, el ser "buenos" no se nota, sino se manifiesta, de acuerdo a la naturaleza.

No existe tal cosa como la naturaleza maligna en las personas, Dios confiesa habernos formado a su imagen y naturaleza, por tal el ser buenos nos es natural, mas hay muchos que han decidido no manifestar esta naturaleza y llenarse de excusas, de modo que nuestro ser vive bajo la constante reprimenda de manifestar su naturaleza y el rechazo de nuestro ser a las acciones y pensamientos malos que practican todo el tiempo.

Si por alguna razón usted vive con el constante sentimiento de que debe de hacer algo más por su relación con Dios, o que puede hacer más por las personas, entonces está usted en constante resaca espiritual, ya que está dejando de hacer lo natural en usted y está adicionando acciones y sentimientos ajenos que llegará un día que su naturaleza rechazará y vomitará como el ejemplo que mencioné al principio y esas son las grandes crisis que pasamos en nuestras vidas, cuando nuestra naturaleza rechaza nuestra manera de vivir y nos exige santidad.

Por tanto, deje de batallar, deje de esforzarse por cosas que los demás notarán, piense que lo bueno ya nos es natural, y solo tenemos que querer manifestarlo.

YO NO SOY MALA PERSONA

Es muy cierto que nuestra relación con Dios es algo muy personal y que difícilmente otra persona pueda intervenir en ella, de hecho, aunque haya indicios que denoten el que no tenemos una buena relación con Dios, no significa mucho, pues solo Dios y solo nosotros sabemos en realidad como están las cosas.


Ahora bien, cada persona puede llegar a tener un idea propia de qué es tener una buena relación con Dios, ya que pocas veces solemos consultar, aunque en la mayoría de los casos, nuestra consciencia nos demanda más y sabemos que hemos dejado de lado la importante relación que deberíamos de estar cultivando todo el tiempo.

Y sucede que cuando nos encontramos con otra persona y nos aborda con el famoso tema de Dios, nos ponemos nerviosos y lo primero que solemos hacer es el defendernos y tratar de rescatar una posición que nunca tuvimos, tratando de aparentar una bondad que no es necesaria demostrar diciendo: "Yo no soy una mala persona, yo le robo a nadie, no he matado a nadie, no tomo, no fumo y no me la vivo de parranda" y con este argumento pretendemos hacer las "paces" con Dios como si con ello pudiéramos demostrar que llevamos una vida agradable a Él.

La verdad es que nadie puede demostrar si este argumento es cierto o no, y no es necesario, pues el no ser "malas personas" no es importante, ya que Dios no nos invita a que seamos buenos, sino a que le imitemos a Él, para que crezcamos a la estatura de Yeshúa (Jesús), el no hacer todas esas cosas no nos acerca en lo absoluto.

Y muchos al leer esto pensarán "uff! tengo mucho por hacer, esto de ser agradable a Dios es dificilísimo", y es una de esas respuestas que nos solemos dar que también son un gran engaño, pues ni son muchas las cosas que tenemos que hacer, ni es dificilísimo, solo sucede que no tenemos ni idea de por donde empezar y hay tantas cosas cargadas en nuestra consciencia que sabemos que están mal, que se nos hace eterno el llegar a ese punto que no sabemos como es ni donde es, pero que nos imaginamos como "estar bien con Dios".

La Biblia nos enseña que no importa que tan malos hayamos sido, todo lo que tenemos que hacer es reconocer nuestro pecado, entenderlo como desagradable delante de Dios y permitir que el sacrificio de Yeshúa (Jesús) en la cruz haga efecto en ello y estaremos como nuevos y en la perfecta condición no para ser "buenos", sino para empezar a hacer la obra y aquí es donde se pone buena la cosa!

Hay quienes se conforman con no ser malos, y creen que todo lo relacionado con Dios tiene que ver con dar dinero a los pobres o visitar a los enfermos o a quienes están en la cárcel y eso no entra en sus agendas, pero creen que con no ser "malos" les basta.

Pero se ha puesto a pensar que en realidad el no ser "malo", en realidad no le hace "bueno"?, hay un largo trecho entre la maldad y la bondad, aquel que solamente no es "malo" y no hace nada por entenderse igual o semejante a Dios, no es "bueno", simplemente es mediocre, ya que no hace nada ni por ser bueno, ni ser malo, simplemente pasa su vida sobreviviendo pasivamente, y a esos Dios los llama "tibios", y sabe, lamentablemente de esos hay muchos en todos lados y aunque suene feo y pareciera que los estamos señalando, los tibios son aquellos quienes se cuidan de no ser tachados como "malos", pero tampoco tienen nada que decir a su favor, ya que no tienen la mas mínima idea de por donde empezar su relación con Dios y nunca han tomado una Biblia para conocer a Dios y recuperar la identidad que este le dio desde un principio.

Afortunadamente Dios es tan bueno, que no nos desecha y no nos condena, como nuestras mentes lo hacen, Dios lo escribió en su palabra para prevenirnos y que nos diéramos cuenta, si es que nos encontráramos en esa situación y empezáramos por hacer algo al respecto.

La Biblia nos enseña que la fe no es por obras, es decir, el que hace mucho por otros pero no conoce a Dios, no le cuenta en lo absoluto, pero también la Biblia nos enseña quepa fe sin obras es muerta, eso quiere decir que el conocer a Dios nos va a llevar a distintas acciones, inspiradas por la palabra y por el Espíritu Santo, por tanto, el centro de la fe, es y será siempre la palabra de Dios (la Biblia), si no hacemos por conocerla, no importa cuan "no malos" seamos, o cuantas cosas buenas según nuestro entendimiento hagamos, siempre caeremos de nuevo en la categoría de tibios y seremos expulsados por la boca de Dios, o bien podemos ser verdaderamente valientes y tomar el reto de conocerlo por medio de su palabra y ser verdaderos hijos de Dios

LA MUJER Y LA CULPA

La sociedad en la que vivimos siempre busca culpar a la mujer. Eso fue lo que sucedió en Génesis, cuando el hombre pecó; lo primero que hizo fue señalar con el dedo a la mujer. Sucede hoy en día con muchos de nuestros problemas sociales donde el hombre, en vez de tomar la responsabilidad que le corresponde diciendo: Yo hice mal; lo que hace es señalar al más frágil. Por esto, hay muchas mujeres que cargan con culpas que no le pertenecen. Es triste vivir en una sociedad que, buscando una solución para un problema inmediato, lo que hace es acusar y responsabilizar a su madre, a su esposa, a sus hijas.
La mujer no puede seguir cargando con las culpas sociales del mundo.
Juan 8:1 nos relata sobre una mujer adúltera que es juzgada por la sociedad, queriendo apedrearla, a pesar de no haber cometido el acto por sí sola. Esta es una estampa de lo que se vive en el día a día, aunque no vivamos en una sociedad donde se apedrea a la gente.
Imagino a aquella mujer frente al Maestro, bajando su cabeza, su rostro quizás llorando, no solo por la vergüenza, sino porque, en más de una ocasión, ella tuvo que haber visto una acusación similar.
¿Cuánto tiempo puede durar el cuerpo de una mujer siendo apedreado vilmente por una sociedad que no se daba cuenta que aquello era un acto de crueldad? Lo que nos relata la biblia no es muy diferente a lo que vemos hoy. Ponemos una responsabilidad sobre la mujer que no le corresponde.
Vemos familias completas sostenidas financieramente por una mujer, porque hay un hombre que abandono el hogar. Hijos educados 100% por una mujer, porque hay hombres que no se ocupan de sus hijos, porque no tienen la oportunidad, ni la sabiduría, porque no han tenido al Señor. Esa es la sociedad donde vivimos, donde hay grandes sentimientos de abandono, de abuso, de rechazo, de frustración natural y espiritual.
Muchas veces, las mujeres entregamos nuestros sueños para ver cumplidos los de nuestros esposos y los de nuestros hijos. Todos conocemos alguna mujer que trabajó hasta el cansancio para sacar adelante a sus hijos. Muchos somos producto de una mujer que se encargó 100% de nosotros.
En toda historia de éxito, siempre hay una mujer, una mamá, una hermana, una esposa, una abuelita, una hija. Todos nuestros éxitos están atados a nuestra relación con una mujer. De la misma manera que, lamentablemente, nuestras más grandes frustraciones están atadas a nuestras relaciones disfuncionales con los hombres.
Dios nos da la sabiduría para alinearnos, para volver al balance, para volver al lugar que nos corresponde con Él. Dios levanta hombres que entienden que tienen un trabajo que hacer con su familia. Se levantarán hombres que entienden que tienen un deber con su esposa, sus madres, sus hermanas y sus hijos.