SUEÑA

Esta cancion va dedicada a esa gente que
esa gente que sueña pero que trabaja todos los dias para hacer ese sueño realidad
Un dia mas en la batalla tratando de escalar otra muralla
rodeado de sabidos y canallas
pero sigo luchando estoy seguro que yo valgo
pero el sabor amargo del rechazo traigo
no hay nadie que me baje de las nubes

en vez de criticarme mejor por que no subes
el mundo es diferente de este punto de vista
el mundo esta a tu alcance
por qué no lo conquistas
Quiero que un dia digas yo lo conocia

yo sabía que ese nene iba a pegar un dia

lleno de fantasias, lleno de ganas, lleno de vida

el triunfo era inevitable que dios te bendiga
y ahora que estas arriba no te olvides de los tuyos
enseñale como hay que tomar puerta con los puños
sigue soñando, cosechando tu destino
y no te desvies de tu camino, ok?
Cuando digan que no vales, no sigue no mas
no cambies tu rumbo y dale no mires atras que cuidandote yo estare ... sueña
Si parece imposible, ten la seguridad conmigo todo es posible
yo se la verdad
juntos somos invencibles ... sueña
La palabra dice que con fe puedes mover montañas

yo soy testigo y sé
que si yo puedo tu puedes
juntos podemos ser
ejemplo para que ellos nunca dejen de creer

No te des por vencido, quien dijo que era facil

yo tambien mande al carajo a todos, bueno, casi
es que da coraje cuando uno busca el apoyo
y te das cuenta que estas solo en este rollo
No tires la toalla por si acaso falla
termina tu azaña y veras como se callan

toda esa gente que lo hizo dificil

como aparecen cuando ya no hay crisis
A esa misma gente le dedico esta cancion

si no fuera por ustedes no habria motivacion

sigan hablando, yo seguire soñando
inspirandome hasta ver un cambio
Cuando digan que no vales, no sigue no mas
no cambies tu rumbo y dale no mires atras que cuidandote yo estare ... sueña
Si parece imposible, ten la seguridad
conmigo todo es posible yo se la verdad juntos somos invencibles ... sueña
Yo sé que no tienes los recursos
que terminaste solo ciertos cursos y por eso no eres culto
pero dios es justo
y ha de tener otros planes
para que su caballo descartado gane
No pierdas la fe, hay que ser positivo
Lázaro levantate que dios te quiere vivo
espero que tu objetivo no sea solo el dinero

espero que tus motivos sean buenos y sinceros
espero mucho de ti porque un hermano te considero

tenemos el mismo padre y por el porque te quiero
por el es porque este mundo me parece bello por
el es que yo sueño, por el es que yo sueño
Cuando digan que no vales, no sigue no mas no cambies tu rumbo y dale no mires atras que cuidandote yo estare ... sueña Si parece imposible, ten la seguridad conmigo todo es posible yo se la verdad juntos somos invencibles ... sueña
Cuando digan que no vales, no sigue no mas no cambies tu rumbo y dale
no mires atras que cuidandote yo estare ... sueña Si parece imposible, ten la seguridad conmigo todo es posible yo se la verdad juntos somos invencibles ... sueña
Un hombre justo cae siete veces y vuelve a levantarse
qué clase de hombre eres tu? levantante!

GUIA DE CAPACITACION MISIONERA


Un excelente libro que nos da las bases para capacitarnos como misioneros de campo.

LOS MOVIMIENTOS DE PLANTACION DE IGLESIAS


“¡Mira a las naciones! ¡Mira y asómbrate!”

Hoy, esta profesía antigua está siendo cumplida en formas nunca antes soñadas posibles. Este libro revela cómo Dios está transformando la vida de millones a una nueva vida en Cristo Jesús a través del milagro de los Movimientos de Plantación de Iglesias.

En este libro usted descubrirá:

Cómo 4,000 iglesias fueron plantadas en el norte de India en sólo 10 años.

Cómo 150,000 gitanos en el oeste de Europa cambiaron del paganismo a fe en Cristo Jesús.

Cómo 160,000 Chinos fueron bautizados en un sólo año.

Cómo 150,000 Muslmanes cambiaron a Muhammad por Jesús.

Cómo 15,000 nuevas iglesisa fueron empezadas en un sólo año.

Cómo Dios está usando a un nuevo tipo de misionero/a y plantador/a de iglesias para dar vuelta patas arriba al mundo para Jesús.

Cómo la explosión del cristianismo del pimer siglo ha sido re-nacida en el siglo 21.

Cómo usted puede unirse a Dios para traer un Movimiento de Plantación de Iglesias a su comunidad.

EL PESIMISMO


¿El pesimismo es cuestión de nacimiento o sólo una opción de vida?

Es relativamente frecuente toparse con personas instaladas perpetuamente en la amargura, en la

tristeza, el pesimismo y el desinterés. La primera pregunta que nos asalta cuando nos encontramos con estas actitudes es si son el resultado de una insistente acumulación de disgustos, mala suerte, decepciones, desengaños y fracasos a lo largo de toda una vida o si más bien se trata de una opción voluntariamente elegida, una posición ante uno mismo y ante los demás que responde a percepciones muy subjetivas, opiniones o incluso a un cierto modo ético-estético de entender las cosas. Todos conocemos a personas empeñadas en encontrar el lado negativo de todo lo que acontece a su alrededor: son los pesimistas tenaces.

Motivos para el pesimismo hay de sobra

Cualquiera de nosotr

os tiene motivos, casi cada día, para preocuparse o entristecerse. Pero estropearse la vida a propósito es una habilidad que se aprende, no es suficiente con sufrir experiencias negativas. Lo peor es que quienes se empeñan en ver el lado negativo de las cosas, además de convertirse en personas infelices, tienen una penosa facilidad para amargar la vida de quienes tienen al lado, especialmente si las víctimas son niños o jóvenes, o dependen emocionalmente de la persona siempre insatisfecha.

Las experiencias desagradables tienden a amarrarnos al pasado y a inhibirnos el futuro, porque nos condicionan y atemorizan. Simplificando un poco, dará igual cómo nos vayan las cosas realmente, porque si mostramos una predisposición negativa y pesimista, los momentos dichosos los tamizaremos en exceso y los percibiremos con desconfianza y reservas, sin anotarlos a nuestro "haber".

Diferentes

roles que puede adoptar el amargado

Normalmente, los amargados tienden a desempeñar el papel de víctima y asumen uno varios de estos roles para justificar su pesimismo:

  • El de perseguidor: que hace de malo, interroga y es percibido como un listo que lo sabe todo y castiga o humilla a quienes cree que se equivocan.
  • El de salvador: que busca que le reconozcan su papel bondadoso pero que a la vez nos pasa constantemente facturas de cuanto hace.
  • El de víctima: cuyo planteamiento de supervivencia y comunicación es dar lástima a los demás, captando su atención mediante la exhibición de su sufrimiento.

Ocasionalmente "circunstancias nos sobran para ello" todos podemos interpretar estos roles y ello no es negativo. Lo que hace peligrar nuestro bienestar emocional y el de quienes nos rodean es que esos papeles los desempeñemos habitualmente.
Paul Watzlawick, en su libro "El arte de amargarse la vida", nos ayuda a reconocer nuestro estilo personal frente a determinadas situaciones y nos brinda una excelente oportunidad para reflexionar sobre los procedimientos por los que una persona va construyéndose una vida desdichada.

Watzlawick, recurriendo a la ironía, nos enfrenta con los modos en que de manera voluntaria vamos creando y consolidando nuestra infelicidad. El autor, sabedor de

la naturaleza contradictoria y paradójica del ser humano, en lugar de facilitar consejos para alcanzar la felicidad prefiere divulgar fórmulas para conseguir que vivamos anclados en la desgracia o pesimismo contínuo. Naturalmente, el propósito es que el lector se percate del error y reaccione de manera contraria a la que proponen esos consejos.

Ejemplos de como vivir en la amargura y el pesimismo total

  • Créate problemas: y si no tienes bastante con los tuyos asume como propios los de los demás. Llena tu vida de complicaciones reales o ficticias, y concede gran importancia a todos los sucesos negativos.
  • Piensa que siempre tienes la razón: todo es blanco o negro, y sólo existe una verdad absoluta: la tuya. Rechaza de entrada lo que digan los demás, incluso cuando pueda aportarte algo positivo. Si la idea o propuesta no es 100% tuya, deséchala, seguro que no merece la pena.
  • Vive obsesionado: elige un acontecimiento suficientemente negativo de tu memoria, conviértelo en recuerdo imborrable y tráelo a tu mente una y otra vez, hasta que sólo vivas para pensar en ello. Así, las dificultades cotidianas no absorberán tu atención y continuarás con tu pesimismo o infeli cidad.
  • El presente no merece la pena, piensa siempre en el futuro: aplaza el disfrute de los placeres de este o aquel momento, porque no puedes saber lo que te deparará el futuro. Confórmate con lo malo conocido y no te arriesgues ante lo bueno por conocer. Tortúrate pensando en todo lo negativo que te podría ocurrir dentro de unos años.
  • Jamás te perdones: llegarás a un punto en el que tan sólo sentirás autocompasión. Piensa que tú eres el único responsable de lo que te ocurre, y nunca creas que hay situaciones que escapan a tu control.

Estas recomendaciones se plantean en un tono irónico con la intención de despertar la autocrítica y de que nos veamos un poco ridiculizados ante este tipo de pensamientos que nos invaden y determinan nuestra conducta hasta el punto de amargarnos la vida. El pesimismo requiere, para que no desaparezca, un duro esfuerzo.

Una alt

ernativa interesante

La psicología científica propone sistemas para abordar este tipo de situaciones. Uno de ellos es la reestructuración cognitiva, una técnica cuyo objetivo es identificar, analizar y modificar las interpretaciones o pensamientos erróneos que los sujetos experimentan en determinadas situaciones o tienen acerca de otras personas.

Un pensamiento es un diálogo con nosotros mismos, que contiene afirmaciones sobre situaciones, circunstancias, temas y personas. Cada una de esas afirmaciones es un pensamiento, que podemos clasificar en dos grandes grupos: los positivos, que nos ayudan a alcanzar nuestros objetivos y tienden a crear emociones positivas y nos hacen sentirnos bien; y los negativos, que obstaculizan el logro de nuestros objetivos y generan emociones negativas que hacen que nos sintamos mal y veamos la vida siempre con pesimismo.

Qué hacer para no dejarnos invadir por los pensa

mientos negativos

  • Reflexionar sobre la influencia que nuestros pensamientos o interpretaciones tienen sobre nuestras emociones y conductas y que nos pueden llevar al pesimismo.
  • Identificar los pensamientos que nos hacen sentirnos mal en una situación determinada. La señal que nos avisa que quizá sea conveniente identificar nuestros pensamientos es la percepción de estados emocionales negativos como ira, angustia, pesimismo, miedo, tristeza... Una vez identificados, debemos controlarlos, objetivarlos, anotarlos en un papel y, en la medida de lo posible, asociarlos a las circunstancias que los crearon, para después reflexionar sobre ellas
  • Analizar estos pensamientos para ver hasta qué punto se corresponden con la realidad y en qué grado nos afectan.
  • Finalmente, busquemos pensamientos alternativos a los que nos hacen sentir mal. Los pensamientos alternativos deben ser más racionales y positivos.

AYUDA! SOY HUMANA Y ME DEPRIMO.....



El desánimo no nos permite ver mas allá de las circunstancias adversas que nos están afectando y en consecuencia no buscamos donde debemos buscar la respuesta: solamente en Jesucristo nuestro Señor.

Todo hemos estado tristes o desanimados alguna vez en nuestras vidas, pero la depresión no es una tristeza normal, es algo más que eso. Experimentar tristeza cuando algo va mal, se ha sufrido una pérdida o tenemos un problema grave, es un sentimiento natural e incluso a veces retador para adaptarnos a la situación y poder seguir adelante; pero la depresión es algo más profundo y duradero que afecta en gran manera el diario vivir de la persona que la padece. La depresión es un estado emocional crítico del ser humano que afecta los sentimientos, pensamientos y actitudes, en el que se encuentra insatisfecho con la vida, consigo mismo y con todo lo que le rodea sin encontrar una respuesta a lo que le sucede, lo cual lo conduce a sentimientos de inferioridad, culpabilidad, impotencia, desesperación y ansiedad entre otros. Sin embargo, no hay nadie que no haya pasado por algún estado depresivo en su vida ya sea leve o intenso, nadie está libre, ser cristianos no nos excluye pero si nos da la salida y la victoria sobre la depresión.
Identifica las causas: En ocasiones el origen puede ser físico, así que lo primero que hay que hacerse es un examen médico para descartar o confirmar que esa pueda ser la causa de la depresión. A veces es fácil detectar que es lo que nos está causando la depresión, sobre todo si son hechos concretos o adversidades, como la pérdida de un ser querido, una separación o divorcio, la pérdida de trabajo, problemas familiares etc. Otra de las causas es cuando nos fijamos metas más altas de nuestras capacidades o posibilidades lo cual provoca un estado de frustración y de fracaso lo cual puede generar depresión. Esto puede suceder en todas las áreas de nuestra vida tanto personal, como profesional, en el matrimonio, en el hogar, con los hijos, ministerial, social, etc. Ocurre cuando hemos fijado metas fuera de la realidad, a nuestra manera, a la manera y los parámetros del mundo y no a la manera de Dios. En Romanos12:3 el apóstol Pablo nos dice: “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.” La depresión también puede tener un origen espiritual y ser causada por un pecado no resuelto, o debilidad en las obras de carne como dice Gálatas 5:19-21 “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. La depresión en sí no es pecado, sino en algunos casos, una consecuencia del mismo. Ya sea por desobediencia espiritual, por altivez, orgullo o por debilidades que han abierto puertas al mismo. Ya sea de origen espiritual o emocional la causa de la depresión, la consecuencia espiritual de ambas casi siempre tiende a ser la misma: apartarnos de Dios. ¿Por qué? Porque posiblemente el sentimiento que uno tiene es de que Dios nos ha abandonado o que nos ha rechazado. O porque sentimos vergüenza o culpa por nuestras debilidades y pecados. Y, ¿sabes que es lo más tremendo de esto? Que eso es exactamente lo que Satanás quiere, desalentarnos de tal forma que nuestra fe en el amor y la misericordia de Dios se desvanezca. El desánimo no nos permite ver mas allá de las circunstancias adversas que nos están afectando y en consecuencia no buscamos donde debemos buscar la respuesta: solamente en Jesucristo nuestro Señor.
¿Cuando buscar ayuda? No tengas temor o vergüenza y no dudemos en buscar ayuda de un Pastor o consejero cristiano que te pueda ayudar, no trates de resolverlo sola, sobre todo si se presenta alguno o varios de los siguientes aspectos:
* Cuando no encontramos la causa y nuestra voluntad falla para buscar a Dios y cambiar nuestra actitud.
* Cuando existe desinterés completo por cumplir con nuestras responsabilidades. * Si tenemos pensamientos suicidas.
* En caso de intento agresión física hacia otras personas
* Si ya se ha vivido antes un estado de depresión.
* Cuando no puedes dormir o duermes demasiado.
* Si no tienes hambre o estás comiendo compulsivamente.
* Te encierras y no deseas ningún tipo de relación social.

* Cuando esta situación está afectando y lastimando a tu familia o gente cercana.
* Cuando ya ha pasado mucho tiempo en ese estado (meses, un año)

¿Cómo evitar o vencer la depresión?

Entrégale todo a Dios Una vez identificado el problema y los efectos que te está causando lo primero que debes hacer es rendir tu vida nuevamente al Señor, Reconoce que lo único que te puede ayudar a ser salir de esta situación es el poder y la misericordia de Dios juntamente con tu decisión y voluntad de ser libre de esa depresión. “El que encubre sus pecados no prosperará Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.; “Proverbios 28:13 “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” 1Juan 1:9
Cambia tu mente Un cambio de pensamiento implica un cambio de actitud así, pensamientos positivos generan actitudes positivas. “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad” Filipenses 4:8 “Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.” 1 Corintios 2:16
Alaba y agradece Alaba a Dios en medio de la adversidad y agradece todas las bendiciones lo que haz recibido toda tu vida. “Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios. El es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias El que rescata del hoyo tu vida,” Salmo 103:2-4
Clama y pide ayuda El lo ha dicho, clama a mi y yo te responderé así que hazlo con fe y el hará la obra. “Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado alma mía, dijiste a Jehová: Tú eres mi Señor; No hay para mí bien fuera de ti”. Salmo 16:1:2 “Oye, oh Jehová, mi voz con que a ti clamo; Ten misericordia de mí, y respóndeme. Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, oh Jehová;” Salmo 27:7-8 Pide sabiduría, conocimiento y la guianza del Espíritu Santo para obrar de acuerdo a la voluntad de Dios.
Busca su Presencia y confía en El Piensa siempre que El te ama. Que el amor de Dios no sea solamente un concepto en tu vida, El quiere que realicemos cuanto nos ama y que podamos experimentar su amor en toda su plenitud como dice Pablo en Efesios 3:16 : “para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.”
Acéptate a ti misma Aprende a vivir y a tratar por medio del Espíritu Santo con tus puntos débiles y a fortalecer tus dones y habilidades. No te compares ni trates de imitar a otros. Se tu misma porque a ti es a quien Dios ama y tiene un propósito específico para tu vida. Solo tú puedes ser la número uno y cumplir los propósitos que Dios tiene para ti. Tú no puedes cumplir los de otros ni los demás los tuyos. Tú eres única. Si estás convencida del inmenso amor de Dios por ti, nada te separará de El y esta será la fuerza que te ayudará a vencer todos esos pensamientos negativos en tu vida porque es quien te justifica y quien intercede por ti delante del Padre. ¿
Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.
¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?” Romanos 8:33-35 Así que te puedo asegurar que si dedicas con constancia tiempo a la oración y al estudio de la Palabra, difícilmente habrá un estado depresivo o de desánimo que pueda tomar control sobre tu vida. Como dice Romanos 8:37: Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó y con Cristo ¡todo es posible!

NO DEJES MORIR TU SUEÑO

II Reyes 4: 8. Mujer importante, para que tenga esta opinión, realmente debe haber ocurrido lo que se plantea en proverbios 31:23, 30. Nosotros somos importantes para Dios cuando en nuestro
corazón hay temor, respeto a Dios.

Ella invitaba a comer al siervo, no porque fuera importante, sino porque reconoce presencia de Dios que la rodea. Apocalipsis 3:20

Ella no compartía una mesa con cubiertos descartables, ella ponía la mejor mesa para el. No podemos venir a la presencia de Dios con las sobras, sino con lo mejor que tenemos. Con un corazón limpio como el mejor de los manteles, un lugar iluminado, con utensilios relucientes, con una comida elaborada, un sacrificio que me cueste y luego pasar tiempo con el.

No tienes ganas?, reconoce que la presencia de Dios te esta rodeando, no le hagas esperar.

Cuando Dios ve un corazón dispuesto a recibirlo y atenderlo, entonces te pregunta ¿qué quieres que haga?, ahí, comienza a responder tu sueño.

La sunamita dijo: no te burles. Tenía todo listo, habia conquistado el corazón de Dios y plafff, surgió la duda.

A veces ocurre que no creemos en los milagros que Dios puede hacer, en las palabras proféticas, en los sueños que dios tiene para mi y mi familia, en que pronto viene la respuesta.

V.17 más la mujer concibió, a pesar de : sus indicios naturales (edad) su poca fe, su negación sus dudas

Dios te dice algo: el milagro llega, la respuesta viene, el sueño se cumple a pesar de vos, a pesar de las dudas que te quiera mostrar el enemigo,

Cuando tenemos una palabra o sueño pueden pasar tres cosas:

  • Que nazca a término en el tiempo de dios. Porque dios hace todo hermoso en su tiempo. Eclesiastés 3:11
  • Que sea abortado por falta de fe o rechazo
  • Que se pase del tiempo preciso por temor al desafío y muera

Su hijo nació y creció.

Frecuentemente cuando ya recibimos la respuesta esperada y la palabra nació (se cumplió), nos pasa lo que le sucedió a la sunamita. V.20, lo tuvo abrazado hasta que murió.

¡no hizo nada para recuperarlo, para sanarlo, para calmarlo!!!

No puedo entender como lo tuvo tanto tiempo a punto de morir sin reaccionar. Si su padre estaba segando era muy temprano en la mañana, y el murió a mediodía. Solo se sentó a ver como moría.

Si Dios te respondió, te contesto, pero eso se enfermo. Desmejoro, se fundió, se frustró, no esperes a que muera, reacciona, clama, grita, ayuna, ora.

V. 21 entonces..... Ah claro ahora que estaba muerto recurre al poder divino, la muerte, la separación la hizo reaccionar. Coloca al niño en la cama del siervo, esperando que algo ocurra, pero nada sucede. Ella quería tomar unción prestada, pero no resulta.

Salmo 23... Unges mi cabeza con aceite, el pastor unge (embarduna, frota) la cabeza de cada oveja con aceite de oliva para que las moscas no se le metan en la lana.

La unción es personal, si no quiero que mi fe decaiga, debo buscar esa uncion que me libra de todo rodeo de tentacion, de todo pecado. Debo embardunarme de la presencia de Dios

V.22 hace todo lo necesario para ir al encuentro del que le puede dar la respuesta.

V.27 ella llega angustiada, amargada.

V.29 ciñe tus lomos. Efesios 6:14 ceñir, constreñir, aplastar los lomos con la verdad. Con la palabra. Para recibir el báculo de Eliseo, su criado tenia que ceñir sus lomos. Para que el bastón de Eliseo hiciera el mismo efecto que si el lo utilizara, Giezi tenia que estar humillado. Aplastado por la verdad. La única manera de que podamos utilizar la unción de otros es estar humillados bajo la palabra de Dios.

Porque no debía saludar, ni contestar? Para no distraerse del peso de la unción que llevaba.

Inmediatamente le hablo a la madre y le dice que no la iba a dejar. No habia necesidad de hablar, solo debía obedecer.

Asi fue que llegado el momento el niño no resucitó. Cuando llega Eliseo cerro la puerta tras ambos.

hay que preparar el ambiente donde Dios va a hacer el milagro. Eliseo se encerro, esto me habla de intimidad con Dios, de busqueda de su presencia. La mamá y Giesi estaban listos para ver lo que Dios iba a hacer, pero no como Dios lo iba a hacer.

Dios hizo el milagro a través del calor del cuerpo de Eliseo, por eso estornudo 7 veces, porque es una reacción natural al cambio de temperatura. 7 veces porque es el nº de la perfección de Dios. Y así selló su milagro.

Dios necesita de tu calor para ejecutar su milagro. De tu pasión, tu entusiasmo, tu calidez, tu energía y tu juventud

Si no recibiste tu milagro, tu respuesta, no dudes

Si ya recibiste tu sueño, mantenlo vivo

Si se te murió, reacciona, aun hay tiempo para un milagro.

MUJER Y MISIONES: SIGUE SIENDO UN RETO


Cada mujer cristiana, por ser miembro de la comunidad de fe en Jesucristo —una nueva comunidad sin barreras—, está dotada y motivada para ejercer la misión al menos en su casa y en su ciudad a causa de su elección, su identidad, su dignidad y su vocación. Una de las tareas es vivir según su dignidad y enseñar a otras que Dios restauró en Cristo, en la Cruz del Calvario, la dignidad de la mujer según el diseño original de su creación.

Fe cristiana y misión son términos inseparables. La fe cristiana no puede concebirse sin considerar el énfasis en el alcance misionero, porque éste es parte de la disciplina interna del cristianismo. Tampoco se concibe una mujer cristiana que no desee dar a conocer su fe pues, conforme a nuestra naturaleza, queremos compartir con otros acerca de las convicciones, creencias y experiencias que tenemos. Es así que la fe cristiana es misionera por naturaleza.

Ha llegado la hora de que nosotras, las mujeres latinoamericanas, asumamos nuestra responsabilidad misionera con más ahínco, deseo, ardor y tenacidad. Hay muchos lugares donde nos esperan y muchas personas que nos necesitan.

Llamado y misión en medio de una sociedad hostil

Para hablar acerca de la misión de la iglesia se acostumbra considerar sus bases bíblicas desde el origen de la misma, el que para algunos está en Adán y, para otros, en el llamamiento de Dios a Abraham.

Sin embargo, quiero reflexionar sobre 1 Pedro 2.9 porque el mensaje de toda la carta está dirigido a una comunidad cristiana que tiene un perfil, en cierta medida, muy similar a la condición de la mujer en muchas sociedades latinoamericanas y en otras latitudes. Se trataba de personas sin patria que constituían una minoría alienada de la sociedad en que vivían, con el agravante de que ésta era muy hostil. Por ser extranjeros tenían poca o ninguna posibilidad de adquirir seguridad, aceptación social y prestigio. En síntesis, eran un grupo marginal.

Es a esa comunidad de hombres y mujeres que el apóstol Pedro les afirma: «Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable…» Antes de comunicarles su llamado y su misión en medio de esa sociedad hostil, Pedro les define su identidad, dignidad y elección como una nueva comunidad sin barreras.

La identidad y dignidad de la iglesia

«Linaje escogido». Conforme a la afirmación de Pedro, la fe cristiana les prometía una condición igualitaria a todos los miembros de la comunidad elegida por el favor divino. Aunque en ese grupo todas las personas eran iguales tenían, realmente, una posición de privilegio. El apóstol sabía bien que para que esa comunidad tuviera éxito debía considerarse a sí misma escogida y privilegiada.

Asimismo, si una mujer quiere tener éxito en su misión debe ser consciente de que ha sido elegida para ello.

«Real sacerdocio». Esta descripción implica que todos los miembros de la comunidad tienen una función sacerdotal (Nm 11.29; Is 61.6) y que, además, ésta ofrece sacrificios espirituales (1Pe 2.5). Queremos resaltar aquí que el sacrificio verdadero consiste en la ofrenda de la vida cotidiana en obediencia; en el ofrecimiento continuo de nuestra voluntad a la voluntad de Dios. En consecuencia, es la comunidad entera la que cumple una función sacerdotal, y no solamente algunos de sus miembros.

La entrega y sumisión al Rey hacen que nuestro ser entero busque su gloria y su dominio. Nuestra vida, entonces, se alista para la manifestación de su poder y el cumplimiento de sus planes eternos.

Pero también, nos damos cuenta de que el sacerdocio nos refiere al gozo de la intimidad con Dios. La iglesia es una comunidad que ella entera invita a sostener una relación personal e íntima con Dios. Invita a una nueva relación. La fe en Cristo no nos habla de una lista de normas y conductas que cumplir, sino de una relación que sostener con el Padre. El énfasis del Nuevo Testamento está en esa relación.

Ese Rey Todopoderoso también se muestra como padre fiel y compasivo, dispuesto a caminar con nosotros e intervenir a nuestro favor.

Hemos visto que la identidad de sacerdotes y su dignidad real fortalecía a los destinatarios de la epístola de Pedro para vivir en medio de la hostilidad y la opresión. También hoy, sólo la intimidad con mi Padre puede endulzar mi corazón cuando ha sido amargado por la injusticia; darme un sentimiento de valía cuando he sido objeto de desprecio y se me ha tratado como despojo; sacar mis bajezas más vergonzosas de su recóndito escondite para permitirme encararlas y dejárselas a Él. Únicamente la intimidad con mi Padre me da el coraje de hacer lo que es justo, aunque con ello venga la pérdida. En la intimidad con mi padre mi voluntad muere… y vive la de Él.

«Nación santa». Se trata de una comunidad consagrada a cumplir los propósitos de Dios. Esto implica que la misma está sustentada por valores y principios radicalmente diferentes de los del mundo.

Toda la carta tiene un énfasis especial en la necesidad de que el cristiano se guarde en santidad, y en que esto debe ser su distintivo en la sociedad que lo rodea (1Pe 1.15), pues la misma persigue metas diferentes a las expuestas en el evangelio.

Cabe considerar aquí que los destinatarios de dicho documento vivían en medio de un contexto de clases sociales muy marcadas y que en el imperio romano existía un interés generalizado en el status social. Además, este ambiente tenía una fuerza tan arrolladora que los cristianos podían caer fácilmente en el elitismo, incluso dentro de su propia comunidad.

Por esta razón, en el capítulo 3 de su primera epístola Pedro da instrucciones precisas a las mujeres para que ganen a sus maridos incrédulos, y amonesta a los hombres a fin de que den a sus esposas un trato digno. Existen dos formas en las que la mujer cristiana puede hacer uso de su libertad en medio de un contexto de opresión: una, según su identidad y dignidad, y la otra según los principios de este mundo. En cuanto al hombre cristiano, éste puede darle a su esposa el trato que la sociedad romana acostumbraba o bien, tratarla con dignidad y tenerla en alta estima. Lamentablemente, esto último puede acarrearle la burla de otros.

«Pueblo que pertenece a Dios». Esta cuarta descripción me trae a la mente el mensaje de Tito 2.14: «Él se entregó por nosotros para rescatarnos de toda maldad y purificar para sí un pueblo elegido, dedicado a hacer el bien.» Note cómo en este versículo la vocación está íntimamente ligada con la dignidad. Ese pueblo debe ser celoso de buenas obras, dado que ellas son uno de los distintivos de la comunidad en misión.

Pueblo a Dios». Esta cuarta descripción me trae a la mente el mensaje de Tito 2.14: Note cómo en este versículo la vocación está íntimamente ligada con la dignidad. Ese pueblo debe ser celoso de buenas obras, dado que ellas son uno de los distintivos de la comunidad en misión.

La misión de la iglesia

«Para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable». Pedro es directo y específico en la definición de la misión: nuestra tarea es proclamar las virtudes de Dios.

Proclamar refiere a la acción de publicar abiertamente, de divulgar algo escondido, dejando de lado el temor. El anuncio no es solamente verbal, sino que constituye un estilo de vida dirigido por los valores del Reino. El énfasis en toda la epístola es que si nuestro estilo de vida es diferente al del mundo dará testimonio de quién es Dios.

Si tradujéramos esa parte del versículo literalmente del original diría: «proclamar los hechos portentosos de Dios» o «las proezas de Dios», es decir, las obras poderosas de Dios en la cruz del calvario, la resurrección, la creación de una nueva comunidad dirigida por los valores del Reino, la transformación de los corazones.

Este pequeño texto de Pedro afirma, sin lugar a duda, que mi identidad y dignidad están íntimamente ligadas a mi misión. Si no soy, no puedo hacer.

Una realidad que demanda acción

Desde la reflexión que el apóstol Pedro nos ofrece, podemos afirmar que cada mujer cristiana, por ser miembro de la comunidad de fe en Jesucristo —una nueva comunidad sin barreras—, está dotada y motivada para ejercer la misión al menos en su casa y en su ciudad a causa de su elección, su identidad, su dignidad y su vocación. Considero que una de las tareas es vivir según su dignidad y enseñar a otras que Dios restauró en Cristo, en la Cruz del Calvario, la dignidad de la mujer según el diseño original de su creación.

Asimismo, como mujeres con una misión puntual es importante sensibilizarnos ante la terrible condición de nuestras congéneres en ciertas regiones. Abrir los ojos ante esta cruda realidad podría hacer que algunas de nosotras descubriéramos el llamado a un ministerio de consolación, ayuda, educación u otros aspectos, ya sea en nuestra propia comunidad o de manera transcultural.

Consideremos los datos siguientes:

  • Cuatrocientos cincuenta millones de mujeres sufren deterioro físico a causa de malnutrición en la infancia. En muchas sociedades, las niñas y las madres comen sólo después de que lo han hecho los hombres y los niños.
  • Las mujeres componen la mitad de la población mundial, pero sólo participan del uno por ciento de su riqueza. Setenta por ciento de los 1.300 millones de personas que viven en la pobreza son mujeres.
  • Es dos veces más probable que una niña no reciba educación.
  • Dos millones de niñas, principalmente en África y el Medio Oriente, sufren mutilación física para disminuir su deseo sexual. Las niñas que sobreviven a tal práctica en el futuro experimentarán dolor en la relación sexual, probablemente serán infértiles o tendrán más posibilidades de morir al dar a luz.
  • En algunos países las mujeres víctimas de violación son encarceladas por adulterio, mientras que los culpables quedan impunes. Asimismo, los asesinatos de mujeres y niñas siguen en aumento. Una mujer no necesita ser culpable de conducta inmoral para ser asesinada. Su padre, su marido, sus hermanos o sus tíos pueden matarla simplemente porque es objeto de murmuración. Además, muchas pequeñas son asesinadas por sus familias sólo por ser del sexo femenino
  • Cada año mueren en el mundo cien millones de niñas por abandono. En muchos lugares, cuando una niña se enferma, simplemente la dejan morir.

La respuesta de las mujeres de fe

La participación de la mujer en la obra misionera involucra a todas aquellas que hemos sido alcanzadas por la inconmensurable gracia de Dios. En estos momentos pienso en algunas de las misioneras que trabajaron aquí, en Costa Rica, en las primeras décadas del siglo pasado. Ellas, a pesar de ser solteras, no dudaron en ir a la zona Atlántica. Allí llegaron a atender hasta seis o siete congregaciones y nunca desmayaron en su ministerio a pesar del clima inhóspito.

En los tiempos apostólicos las mujeres ministraban junto a los hombres. Sin embargo, con el paso de los siglos la iglesia resultó influida por las culturas circundantes. Aunque en muchos avivamientos espirituales las mujeres fueron aceptadas como ministras en las primeras etapas, después fueron descartadas.

Finalmente hoy la situación está cambiando. Muchas mujeres están redescubriendo el papel que la iglesia primitiva les había concedido. Desde hace unos cuantos años el Señor ha levantado una nueva generación de mujeres dispuestas a colaborar en el cumplimiento de la misión que Él ha encomendado.

Pienso en China, donde las mujeres dirigen cuarenta mil de las cincuenta mil iglesias-hogar que existen hoy en aquel país.

Pienso, también, en las tres profesionales costarricenses que están en Guinea Bissau, África Occidental: Isabel, Eugenia y Seidy, quienes fundaron el primer orfanato en ese país. ¿Por qué su tarea es tan importante? En Guinea Bissau no existían los orfanatos. Las personas consideraban que los huérfanos eran espíritus que habían matado a sus padres. Por tal motivo, no se les debía cuidar ni prestar atención y se los dejaba abandonados para que murieran. Estas mujeres, llamadas en su comunidad «las levanta muertos» (a los huérfanos se los considera como muertos), están cambiando la sociedad al tener bajo su cuidado casi cincuenta huérfanos.

Pienso, además, en Clarisa Bello (soltera), quien ministra en Puerto Ayacucho, Amazonas, Venezuela. Ella, junto con otra compañera, se dedica a trabajar con la gente de la zona y a capacitar a hermanas y hermanos que se adentran en la selva amazónica.

Pienso en Débora (pseudónimo), quien ministra entre el pueblo kurdo desde hace varios años. Es consejera, maestra de niños y profesional en agronomía. Tuvo que regresar a Costa Rica para realizar un curso intensivo de enfermería a fin de poder brindar primeros auxilios y, además, aprendió a ser partera.

Pienso, asimismo, en Xinia Gamboa, quien se encuentra en el sur de Asia aprendiendo hindi para ministrar en la India. Anteriormente ella había estado trabajando en un orfanato.

Pienso también en Cristina Hernández, hondureña, profesional del arte, quien trabaja en una aldea en el sur de Asia ayudando a los jóvenes a recuperar su tradición artesanal milenaria, casi en extinción.

Además, como ejemplo de ejercicio de la misión doméstica, pienso con admiración en mi madre, quien con su visión casi apagada y su salud agotada, sostiene día a día un ministerio de consolación para aquellos que otros no abrazarían ni querrían escuchar. Ellos saben que ella los ama, los escucha, les sonríe, los abraza… y los espera.

¿Por qué involucrarnos en esta tarea?

  • Porque es tiempo de que la mujer asuma con más fuerza su compromiso misionero tal como lo profetizó el rey David: «… las mujeres que anuncian las buenas son una gran multitud.» (Sal 68.11 BDLA)
  • Porque dos tercios del liderazgo cristiano y de las personas que asisten a las iglesias son mujeres.
  • Porque debido a la opresión que sufren muchas mujeres en diferentes países, la iglesia misma ignora el plan y el ministerio que Dios tiene para cada una de ellas.
  • Porque en muchos países solamente una mujer puede comunicarse con otras mujeres.
  • Porque muchos hombres y mujeres han hecho de la iglesia una fortaleza de desigualdad y exclusión que silencia los dones que la mujer ha recibido del Espíritu Santo, constituyéndose de esa manera en una barrera al evangelio de Jesucristo.
Porque es tiempo de que la mujer asuma con más fuerza su compromiso misionero tal como lo profetizó el rey David: «… las que anuncian las son una gran multitud.» (Sal 68.11 BDLA)

El desafío

Las mujeres tenemos la oportunidad de participar en la extensión del Reino en múltiples maneras, como la historia lo demuestra y confirma. Además, la Biblia nos lo demanda y nuestra iglesia lo exige. El Señor está desafiando a esta generación de mujeres a servir a los millones de personas que se encuentran en situación de calamidad física y espiritual.

Por ello, no debemos rendirnos. Si el Señor la ha llamado, ¡vaya! No permita que otros impidan su servicio, pero cuide su corazón y sus actitudes. Manténgase sometida a Jesucristo, abierta a las demás personas, fiel a la Escritura y libre de cualquier sentimiento de rechazo y amargura. Tenga siempre presente que Él irá con usted adondequiera que vaya

AYUDA IDONEA




La mayoría de las parejas se casan teniendo grandes expectativas para su matrimonio. Saben que muchos matrimonios han fracasado y un buen número de los que perduran no son felices. Sin embargo, creen que su matrimonio será diferente porque se aman de verdad. De modo que comienzan su matrimonio con grandes expectativas pero a menudo, en poco tiempo, estas se tornan en frustraciones. El matrimonio que ellos estaban tan seguros había sido hecho en el cielo cae estrepitosamente a tierra; las estrellas que tenían en sus ojos se transforman en arena; el encanto es ahora desilusión.

¿Qué ocurrió?

Ninguno de los dos había aprendido a conducir sus vidas personales o su matrimonio de acuerdo a la Palabra de Dios.

Cuando Dios creó al hombre y a la mujer e instituyó el matrimonio, no hizo como un inventor que crea una máquina y luego deja que el comprador descubra cómo usarla y manejarla, cómo se relacionan entre sí las diferentes partes. No. Dios ha provisto información y dirección específica sobre el propósito del matrimonio y las distintas pero complementarias responsabilidades de las personas que lo componen. Dios ha dado ciertas responsabilidades a la esposa y otras al marido. Cuando dos personas conocen, aceptan, y cumplen las diferentes pero complementarias responsabilidades, se estimula la unidad en el matrimonio. Por el contrario, cuando el marido y la mujer no comprenden o no cumplen con las responsabilidades que Dios les ha dado se produce gran confusión y frustración.

Consideraremos ahora lo que la Palabra de Dios dice acerca de las responsabilidades primordiales de la esposa en el matrimonio. Hay, por supuesto, muchos pasajes de la Palabra de Dios que hablan del rol de la esposa. Algunos pasajes claves son Gn 2.18–25; Pr 31.10–31; Ef 5.22–24, 33; Tit 2.4, 5; 1 Pe 3.1–6.

En el Nuevo Testamento, a menudo se le ordena a la esposa a someterse o a estar en sujeción a su marido (Ef 5.22–24, 33; Col 3.18; Tit 2.4, 5; 1 Ti 2.9–12; 1 Pe 3.1–6).

La idea de la sumisión de la esposa no es muy popular hoy en día. A veces el antagonismo a la sumisión de la esposa surge de una rebelión pecaminosa contra la voluntad de Dios. En otras ocasiones puede surgir de un concepto falso de lo que involucra la sumisión de la esposa. Con el fin de corregir esto vale señalar lo que no es la sumisión bíblica.

La sumisión no es un concepto solo para las mujeres. Es un concepto aplicable a todo creyente (Ef 5.21; Fil 2.3, 4; 1 Pe 5.5; Ro 13.1; He 13.17).

La sumisión no significa que la esposa es una esclava. En realidad, la esposa nunca es tan libre como cuando está en sumisión a su esposo, pues entonces tiene libertad para llegar a ser todo lo que Dios propuso que fuese. (Estudie con su pareja la descripción de la esposa ideal según Dios en Pr 31.10–31).

La sumisión no quiere decir que la mujer jamás abre su boca, que nunca puede dar una opinión, que jamás da consejos (Pr 31.26; Hch 18.26; Jue 13.21–23).

La sumisión no significa que la esposa es una flor de adorno que deja que sus habilidades queden adormecidas. (La esposa ideal según Dios utilizó sus talentos y habilidades en Pr 31).

La sumisión no significa que la esposa es inferior al marido. Jesucristo no era inferior a María y a José y, sin embargo, las Escrituras nos dicen que cuando era niño «estaba sujeto a ellos» (Lc 2.51). Jesucristo en ninguna manera era inferior a Dios el Padre. Era y es en todo sentido total y completamente Dios. Sin embargo, las Escrituras afirman que hay un orden y una estructura en la Trinidad. Jesús dijo: «No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo así juzgo… no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió» (Jn 5.30), y Pablo declaró: «Quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo» (1 Co 11.3). Esto no implica que Cristo es inferior a Dios el Padre; más bien, enseña que hay una división de las tareas y responsabilidades en la Trinidad. Del mismo modo, la sumisión de la esposa en ninguna manera implica inferioridad, al contrario, enseña la necesidad de orden y estructura, de compartir la responsabilidad en el hogar. Génesis 1.26–27 y Gálatas 3.28 afirman el estatus de igualdad y dignidad de la mujer y el hombre.

Ahora veamos la sumisión de la esposa desde un punto de vista más positivo.

Las Escrituras indican que es la responsabilidad de la mujer someterse. En ningún lugar se dice que el esposo deba lograr la sumisión de la esposa mediante la fuerza física. Más bien, se le manda a la mujer que sea sumisa (Ef 5.22 y 1 Pe 3.1).

Las Escrituras indican que la sumisión de la esposa debe ser continua. En el griego, el verbo utilizado en la mayoría de los pasajes sobre la sumisión está en tiempo presente. La sumisión ha de ser el estilo de vida continuo de la esposa (Ef 5.22 y 1 Pe 3.1).

La sumisión de la esposa es un mandamiento, no una opción. El verbo en griego está en el modo imperativo (Ef 5.21 y 1 Pe 3.1). Su sumisión no se basa sobre la forma en que la trata su esposo. Ni tampoco se ve condicionada por las habilidades, talentos, sabiduría, educación o estado espiritual del marido (1 Pe 3.1 y Lc 2.51).

La sumisión de la esposa es espiritual. Debe hacerse «como al Señor» (Ef 5.22). El Señor manda que la esposa sea sumisa. Negarse a someterse a su esposo equivale a estar en rebelión contra Dios mismo. Sumisión a su esposo es una prueba de su amor a Dios además de probar su amor hacia su esposo. La esposa, entonces, debe considerar la sumisión a su esposo como una acto de obediencia a Cristo y no solamente a su esposo. Jesús dijo: «Si me amáis, guardad mis mandamientos» (Jn 14.15), y uno de sus mandamientos a las esposas es: «Estén sujetas a sus propios maridos…» (Ef 5.22). Además, la sumisión es espiritual pues debe hacerse en el poder del Espíritu Santo. El contexto en que se ordena la sumisión indica que solo puede ser ejercida por mujeres cuyos corazones han sido limpiados por la sangre de Cristo, que son fortalecidas en su interior por el Espíritu Santo, por mujeres que están llenas de toda la plenitud de Dios (Ef 1.1–5.21; 1 Pe 1.1–3.6).

La sumisión es un concepto positivo, no negativo. Enfatiza más lo que debe hacer que lo que no puede hacer. En mi opinión, la definición de sumisión que da Bill Gothard es muy acertada. Él afirma que la sumisión «es la libertad de ser creativa bajo la autoridad instituida divinamente». La sumisión significa que la esposa coloca todos sus talentos, habilidades, recursos, y energía a disposición de su marido. Sumisión quiere decir que la esposa cede y utiliza todas sus habilidades bajo la dirección de su esposo para el bien de él y de la familia. Significa que se considera como parte del equipo de su marido y no un contrincante que lucha contra él y procura sobrepasarlo. No es solamente un ser independiente que va por su propio camino, es compañera de equipo de su esposo que lucha por los mismos logros. Tiene ideas, opiniones, deseos, pedidos y percepciones y con amor se los hace conocer, pero sabe que en todo buen equipo alguien tiene que tomar las decisiones finales. Sabe que los miembros del equipo deben apoyar al capitán, a sus planes y decisiones, o no habrá progreso sino, por lo contrario, habrá confusión y frustración.

La sumisión involucra las actitudes de la esposa además de sus acciones. Jesucristo se sometió voluntariamente al Padre. Dijo: «Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra» (Jn 4.34). Pero ¿cómo sirvió al Padre? ¿Con un espíritu de resignación, de servicio a ciegas o de carga? De ninguna manera. Sirvió al Padre con alegría porque le agradaba hacer la voluntad del Padre (Sal 40.7–8). Del mismo modo, la sumisión de la esposa a su marido ha de ser alegre, no servil o de mala gana. Las Escrituras declaran que la esposa, según Dios, «con voluntad trabaja con sus manos» (Pr 31.13), y se siente satisfecha al utilizar todos los recursos que Dios le ha dado para suplir las necesidades de su marido y de su familia. Efesios 5.33 contiene un importante mandato referente a la actitud en que la esposa debe someterse a su marido. Dice: «La mujer respete a su marido». Al someterse a su esposo debe hacerlo con una actitud de respeto. Esto es más claro en la Versión Ampliada del Nuevo Testamento donde afirma que la esposa debe considerar, honrar, preferir, estimar, alabar y admirar a su esposo.

La sumisión de la esposa debe ser extensiva. Debe someterse a su esposo como la Iglesia se somete a Cristo (Ef 5.24). ¿Qué debe abarcar la sumisión de la Iglesia a Cristo? Debe ser total. Cristo es la «cabeza sobre todas las cosas en la iglesia» (Ef 1.22), y todo lo que la iglesia hace en palabra o en hecho debe ser en el nombre del Señor Jesús, en total dependencia de su persona. La iglesia debe reconocer a Cristo en todos sus caminos, y hacer todo para su honra y gloria (Col 3.17; Pr 3.5, 6; 1 Co 10.31).

Del mismo modo Pablo dice que las esposas estén sujetas a sus maridos en «todo». La sumisión de la esposa no es algo que ocurre a veces sí y a veces no, tampoco debe ser selectivo, es decir, elegir lo que le gusta y rechazar lo que le disgusta. La sumisión debe ser su estilo de vida en todo tiempo, en todo lugar, y en todo aspecto.

Esto no significa que ella debe obedecer a su marido cuando este le ordena hacer lo que Dios prohíbe, o cuando procura que no haga lo que Dios manda. La mujer se sujetará a su marido «como conviene en el Señor» (Col 3.18). La autoridad de su esposo es delegada. Si la mujer no se somete, está rebelándose en contra de Dios y de su esposo. Sin embargo, cuando la autoridad de su esposo le ha sido delegada, él pierde su autoridad en esas ocasiones y en aquellas áreas cuando sus órdenes están claramente en contra de la voluntad revelada de Dios.

Cuando el marido le pide que haga algo que indudablemente es contrario a la Palabra de Dios, la esposa debe obedecer a Dios antes que al hombre (Hch 5.28–29).

La sumisión de la esposa a su marido, entonces, debe ser extensiva pero no necesariamente total o ilimitada. Ella debe obedecerle en todo excepto cuando contradiga la Palabra de Dios. Aun así, cuando obedezca, ha de hacerlo de un modo amante, sumiso; y si por motivos de conciencia decide desobedecer, que explique con calma y claramente sus razones, asegurándole al marido de su amor y lealtad, y procurando demostrar ese amor y esa lealtad en maneras variadas, continuas y tangibles. La mujer será la ayuda de su marido (Gn 2.18), pero no lo podrá ser si manifiesta un espíritu contencioso, desconsiderado y no cooperativo.

Un examen honesto de las Escrituras lleva a la conclusión que el ministerio primordial de la esposa de por vida es su marido. Cuando Dios creó a Eva para Adán dijo: «No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea (literalmente, correspondiente) para él. Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos … mas para Adán no se halló ayuda idónea para él. Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre» (Gn 2.18–22).

Varios factores importantes acerca de la relación de la esposa con su marido surgen de este pasaje.

Dios creó a la mujer para ser ayuda del hombre. Sin la mujer, el hombre aun en su perfección estaba incompleto.

Dios creó a la mujer para ser una ayuda idónea. Ninguno de los animales podían proveerle al hombre la ayuda que necesitaba. Sólo la mujer podía hacer eso. «El que halla esposa halla el bien, y alcanza la benevolencia de Jehová» (Pr 18.22). «Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas. El corazón de su marido está en ella confiado, y no carecerá de ganancias» (Pr 31.10–11).

Dios creó a la mujer para corresponder al hombre. Ella es similar al hombre pero algo diferente. Es el complemento del hombre, no su copia en carbón. Es para el hombre lo que una llave para un cerrojo y lo que una película para una máquina fotográfica, indispensable (1 Co 11.11).

De acuerdo con las Escrituras, la esposa fue creada para llenar las necesidades, las faltas, la incapacidad de su marido. Fue creada para ser la ayuda singular de su marido. Le ha de dar «bien y no mal todos los días de su vida» (Pr 31.12). Deberá ser como vid fructífera en la casa de su marido (Sal 128.3). Debe ser «una carne» con su esposo y esto solo ocurrirá en la medida que acepte y cumpla con el rol que Dios dispuso para ella en el matrimonio.

Esto no significa que todo lo que hace debe estar directamente relacionado con su marido. Tampoco quiere decir que nunca deba hacer algo en beneficio propio o de otros, o que jamás deba participar en actividades o ministerios fuera del hogar (Pr 31.10–31).

Significa, eso sí que jamás debe hacer algo en detrimento de su esposo o que le cause daño o que la obligaría a descuidar su ministerio primordial de ayudar a su esposo (Pr 31.10–31).

Ahora me gustaría sugerir formas específicas en que la esposa puede ayudar a su marido. Puede ayudarle:

Haciendo que su hogar sea un lugar seguro: un lugar de aliento, comodidad, comprensión y refugio (Pr 31.11, 20). No haga bromas acerca de él ni comentarios hirientes, tampoco le recuerde constantemente sus faltas, errores y fracasos. Corríjalo solamente si es absolutamente necesario y evite el peligro de dejar que el hogar esté desordenado y lleno de confusión. También evite el peligro de hacer del hogar una sala de exposición donde todo debe siempre estar en su lugar y sin ninguna mancha. Los maridos quieren vivir en sus hogares, y no en una sala de exhibición.

Siendo confiable y formal (Pr 31.11–12).

Manteniendo una buena actitud (Pr 31.26, 28–29; Stg 3.13–18; Fil 4.4).

Dialogando abierta y honestamente, en amor (Ef 4.25).

Estando satisfecha con su posición, sus posesiones, sus tareas (Fil 4.6–13; He 13.5, 16).

Siendo sufrida, perdonadora y paciente (Ef 4.2, 31–32; Col 3.12–14).

Mostrando interés en sus problemas y asuntos (Fil 2.3–4).

Siendo miembro laboriosa, frugal, diligente, ambiciosa y creativa del equipo (Sal 128.3; Pr 31.10–31).

Ofreciendo sugerencias, consejo y corrección cuando es necesario, en amor (Pr 31.26).

Manteniéndose hermosa, especialmente en su ser interior (1 Pe 3.3–5).

Manteniendo una vida espiritual buena (1 Pe 3.1–2, 7).

Cooperando con su esposo en la crianza de los hijos (Ef 6.20; Pr 31.26–28; 1 Ti 5.13, 14).

Promoviendo lealtad a él en los hijos. Las actitudes de la esposa hacia su marido son adoptadas rápidamente por los hijos. Una falta de respeto o confianza en su liderazgo, quejas acerca de lo que ha hecho o ha dejado de hacer ejercerán una influencia debilitante sobre los hijos. Ella, con sus hijos o cualquier otra persona, debe evitar tomar una posición en contra de su esposo . Debe apoyarle y cooperar con él en la disciplina. Toda diferencia de opinión acerca de la disciplina debe dialogarse lejos de los hijos.

Siendo agradecida. El aprecio debe expresarse libremente y en variadas formas (Ro 13.7).

Mostrando confianza en sus decisiones. Desdén, falta de confianza, ansiedad, u oposición fuerte a sus decisiones puede hacer que él se torne indeciso, defensivo o que no acepte ninguna innovación. Si la esposa duda de la sabiduría de alguna decisión importante, debe hacérselo saber sin amenazas, y descontar que hay algunos hechos o factores que ella desconoce y que en verdad él desea lo mejor para todos (1 Co 13.4–8).

Esposas, Dios las ha llamado a someterse a sus maridos, a ser su ayuda idónea y singular.

Sin embargo, de nada vale que usted tenga todo el conocimiento de lo que esto significa si no lo pone en práctica en su relación con su marido. El conocimiento de estas verdades no estimulará la unidad en el matrimonio, pero ponerlas en práctica sí lo hará.

QUIEN RIE AL ULTIMO...


Porque podemos confiar en que nuestro Dios puede sosegar todo conflicto, la mujer creyente debe sentirse fuerte y no dejarse atrapar por la miserable y devastadora autocompasión.

Por la breve escala de nuestras vocales corre la risa con sus diversos matices. La «a» la hace franca, espontánea, alegre; la «e» le confiere un timbre de desconfiada reserva; la «i» le presta su punto divertido, burlón; de la «o» toma el asombro y el desconcierto, mientras a través de la candorosa «u» aparece recelosa y precavida.

Existe un tipo de risa -creo yo- que no se expresa en forma audible: la risa del corazón. Y es que el corazón puede reír y llorar sin que otros se enteren.

Vengo a hablar de risa tras el recuerdo de que quien ríe último, ríe mejor, cosa que vino a mi mente al observar cómo no hay nada malo que permanezca impune, ni causa que alguien pisotee injustamente y no resurja y se desarrolle luego mucho mejor que cuando quisieron hacerla fracasar.

Hay grados de ofensa, pero en todos los casos, antes o después, el ofendido es vindicado y el ofensor acaba por avergonzarse, reconociendo -dependiendo de la porción de humildad cultivada- ante el otro, o en su fuero interno, lo improcedente de su acción.

Cuando la persona ofendida, que ha esperado serena la intervención de Dios en el conflicto, ve fin como Él le da la mejor de las soluciones, se ríe, no con la risa del vengativo, sino con la de quien, gozos agradece que las cosas estén donde debían esta porque eso era lo justo, lo correcto. La suya es la risa de quien ha sabido confiar en su Señor ante las infidelidades de los demás, y obtenido el fin esperado ¡Dios la ha honrado! Con eso le basta, y le es más que suficiente para elevarse por encima de las mezquindades humanas. Con el poder del Espíritu Santo ríe en último lugar, sin por ello albergar resentimiento alguno contra el ofensor. Alborozada por la victoria, satisfecha por 1a vindicación, rebosa de alegría, y no puede sino cubrir con tan rarísimo producto a quienes se alzaron contra ella imprudentes, por más sutileza que emplearan.

No queda en el creyente que «ríe último» rastro de amargura; ni siquiera gesto de indiferencia sino, por extraño que parezca, un sentimiento de auténtica simpatía que, como tal, no tiene sino que repercutir en el otro, forzándole a vibrar con la misma nota de paz que repica en su propio corazón. Todo por haber sabido esperar con paciencia la divina intervención cuando por si mismo no pudo resolver nada.

Dado que podemos confiar en que nuestro Dios puede sosegar todo conflicto, el creyente debe sentirse fuerte y no dejarse atrapar por la miserable y devastadora autocompasión.

Nunca me he sentido tan mal ante mis propios ojos como cuando he caído en esa trampa, ni presenciado espectáculo más deprimente que el ofrecido por la hermana llorosa a causa de las ofensas que debe aprender a dejar en las manos del Todopoderoso.

Es una pena llorar por nosotras mismas en tales situaciones, cuando diariamente contemplamos multitudes por las que si deberíamos derramar ante el Señor ríos de lágrimas. Eso era lo que hacía David al ver a quienes, alejados de su Hacedor; menospreciaban su santa ley. (Sal. 119:136).

La práctica de llevar a Dios las necesidades de los otros junto con las nuestras nos hace descansar en cuanto a las propias «pequeñas-grandes» luchas, confiadas en que de estas se encarga Él, si en verdad andamos en obediencia. «Pondré a salvo al que por ello suspiras, nos afirma. Y nosotras, como el salmista, podríamos pedirle y luego esperar tranquilas: «De tu presencia proceda mi vindicación», confiando en que El ha de vengar nuestros agravios (Sal. 12:5; 17:2; 18:47). ¡Hay tanto bueno en que concentrarnos y por lo que estar agradecidas!

El egocentrismo es el pivote sobre el que giran todas nuestras discordancias e incoherencias, haciéndonos frías, duras y altivas, con lo cual herimos a otras o, heridas por ellas, nos cerramos al amor,

Nuestra vida transcurre en el taller de Dios desde el momento en que creímos en Cristo como Salvador, aprendiendo el oficio que supera en dignidad a cuantos en el mundo hay: el de colaboradoras suyas. Como tales, nos va preparando para nuestra diaria intervención. Ahora bien, si no todas somos superdotadas, sí hay algo para lo que todas estamos calificadas: pata alentar y consolar, Para ejercer esta tarea debemos practicar la sensibilidad hacia los Otros, atentas a darles el

trato para nosotras mismas deseado. Lo demás vendrá fácilmente después, adquirido a los pies del Señor.

Esta lengua nuestra, que tantas veces nos deja en mal lugar, ha de rendirse diariamente al servicio de su Creador, dispuesta a pronunciar palabras que produzcan el milagro de disipar la sombría y viscosa nube que, a veces, sin que lo sepamos, puede estar envolviendo a nuestra hermana.

El profeta dijo, y nosotras debemos hacerle eco: «Jehová el Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado». Sin embargo, al igual que para aquel, es imprescindible pasar por la disciplina del aprendizaje:

«Despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios» (Is. 50:4). ¡Hay tantas más cansadas que nosotras! Sin olvidar que formamos parte del engranaje del formidable plan de Dios para ser usadas en el mismo, y no para que El se adapte a los nuestros.

Si no estamos en lo que debemos, temamos. ¡Dios también ríe! Aunque las tres veces que en la Biblia se nos dice esto es con referencia a los obstinados que se le oponen, y por supuesto no es la risa del humano, a cuyo nivel no se rebaja, pienso que, en cuanto a nuestras deslealtades no confesadas, recogeremos el producto de las mismas.

No estamos jugando a la religión, sino viviendo la vida cristiana. Y qué es esto sino ir reaccionando en todo enfrentamiento a la manera de nuestro Salvador. ¿Qué hizo El ante la más horrenda injusticia? Calló, encomendando su causa al que juzga justamente y «por el gozo puesto delante de El, sufrió la cruz» (1 P. 2:21-23).

La esperanza de lo que nos aguarda debería enseñarnos a calibrar las cosas de aquí abajo y la forma de responder a ellas.

Entretanto vivamos con Dios y para Dios, proyectando su luz a cuantos nos rodean. No olvidemos que El tiene pensamientos entrañables para nosotras: pensamientos de paz y no de mal, para darnos el fin que esperamos (Is. 29:11). Verlos y disfrutarlos requerirá nuestra fe y sumisión.

No se lamente, pues, por lo que otros puedan haberle hecho. A tiempo saldrá a luz lo justo, y El, el Defensor, «aún llenará tu boca de risa y tus labios de júbilo» (Job 8:21).

Y riendo última, reirá mejor..