REBELDÍA

Tu no eres un rebelde cuando vives en total lealtad a Jesucristo. Eres un rebelde cuando tu primer lealtad está ligada a tu familia, amigos, sistemas, trabajo o a una iglesia.
Tu no eres un rebelde por el hecho de estudiar la Biblia y orar todos los días con el fin de pensar por tí mismo. Eres un rebelde cuando por no orar ni estudiar la Biblia dejas que una iglesia piense por tí.

Tu no eres rebelde por el hecho de permancer firme cuando todos ceden. Eres un rebelde cuando quieres controlar a todos los demás para que no cedan.
Tu no eres rebelde por el hecho de reconocer problemas en una determinada organización. Eres rebelde cuando por miedo a ella te trasformas en cómplice de esos problemas.
Tu no eres rebelde por intentar hacer cambios basados en los principios del reino. Eres un rebelde cuando por comodidad no estás dispuesto a hacerlos.
Tu no eres rebelde por ser fiel como una roca a los principios. Tu eres rebelde cuando por ser fiel a normas que por mucho tiempo se han seguido no tienes problema con quebrantar principios.
Tu no eres rebelde por hablar acerca de los eventos finales creyendo que como pueblo debemos arrepentirnos. Eres un rebelde cuando hablas de los eventos finales enfocado en el anticristo dejando de lado a Jesucristo. Eres rebelde hablando de los pecados de Babilonia pasando por alto el orgullo de Laodicea.
Tu no eres rebelde cuando respetas la libertad que otros tienen de pensar diferente. Eres rebelde cuando por estar convencido de una verdad estás dispuesto a perseguir a aquellos que no la sostienen.
Tu no eres rebelde por imitar a Jesucristo. Eres rebelde cuando por tus esfuerzos por imitarlo te crees igual a Él no despreciando a aquellos que no lo lograron.
Tu no eres un rebelde por ser consciente de tu orgullo. Eres un rebelde cuando piensas que eres humilde.
No les creas a todos los que te señalan de rebelde porque la historia ha demostrado muchas veces que aquellos que son señalados de rebeldes son los sumisos, y aquellos que parecen sumisos, son los verdaderos rebeldes.
Que Dios nos haga sumisos,