INTENSO

¡CRUCIFICADO PERO VIVO! 

Desde el punto de vista natural, la vida crucificada está cargada de contradicciones. Desde luego, la contradicción más grande es la frase en sí misma: vida crucificada. Si una vida está realmente crucificada, está muerta, no viva. Pero, ¿cómo puede una persona estar muerta y viva al mismo tiempo? 

En este libro, A. W. Tozer presenta el camino hacia la profundidad en Dios. Ese camino lo denomina: la vida crucificada. 

Desde los días de los apóstoles, una variedad de frases han sido usadas para definir este tema: la vida profunda, la vida en las alturas, la vida completamente santificada, la vida llena del Espíritu, la vida cristiana victoriosa, la vida cambiada. Pero después de observar algo de la literatura producida sobre este asunto, nada parece ser más profundo, más alto, más santo o más lleno del Espíritu que el cristianismo común, corriente y crucificado. 

En esta lectura aprenderá acerca de la dinámica, la profundidad, los riesgos y las bendiciones de vivir esta vida que Jesucristo preparó y dispuso para cada uno de los seguidores. 

LA CRUZ COMO ESPADA

Cuando usted piensa en la cruz de Cristo, sin duda le llegarán muchas palabras a la mente, pero espada seguramente no es una de ellas. Sin embargo, creo que la cruz tiene el poder de hablarle de manera diferente a cada una de nosotras a medida que atravesamos por las diferentes etapas de la vida. Así que paremos un momento y pensemos en lo que la cruz significa en este momento para usted.
Una Pascua planteé la siguiente pregunta en las redes sociales en las que hago presencia: “En una palabra, ¿qué significa la cruz para ti?”. 
Fui bendecida con un caudal de respuestas. Entre la plétora de palabras usadas para describir la cruz, estaban: amor (la respuesta más popular), gracia, libertad, perdón y redención; además de: Jesús, vida, misericordia, sacrificio, etcétera. Se contaban muchas muestras de enorme gratitud entre las hermosas definiciones, aparte de las que puse aquí.
Permítame aclarar rápidamente que no hay una sola palabra que defina de manera única y completa a la cruz. La cruz vino a cerrar la brecha que había entre el cielo y la tierra para reconciliar a Dios y la humanidad; y transformó lo que parecía ser una terrible derrota en un asombroso triunfo. Esta fortalecedora esperanza de transformación ha permanecido a lo largo de los años. Ninguna otra victoria fue lo suficientemente decisiva como para abarcar a toda la humanidad e iluminar su oscura historia, y al mismo tiempo extender sus rayos hacia el futuro. Así que dudo que la amplitud y el significado de lo que ocurrió en la cruz pueda ser captado y plasmado en palabras humanas. La conquista de la cruz es más que perdurable. Es eterna.
Cierre sus ojos un instante e imagine una cruz de madera. Quiero que visualice aquello que en el pasado fue un hermoso árbol lleno de vida, ahora convertido en un inerte instrumento de muerte. Despojado de su corteza y de todas sus ramas, la madera muerta es toscamente tallada y astillada. Las ásperas piezas son unidas artificialmente para formar una cruz de madera, que cuando es levantada, luce curiosamente como una espada con su punta clavada en la tierra.
Imagine ahora a Jesús, la Palabra hecha carne, y el glorioso Hijo de Dios, con su cuerpo desnudo y magullado, estirado a lo largo de esta horrible espada. Unos clavos de veintidós centímetros mantienen sus manos pegadas a la cruz de la espada, y detrás de la cabeza del Maestro está la empuñadura de madera. Tal vez en el cielo las cruces y las espadas son una misma cosa.
Así como Adán robó el fruto del árbol prohibido, causando que todo adentro de él muriera; Jesús murió en un árbol estéril y se convirtió en su fruto, para que todos en Él puedan vivir.
Hace poco estudiaba el libro de Hebreos, y me topé con unas palabras familiares que cobraron nuevo significado después de mi corta expedición en el mundo de las espadas:
“Cuando Dios hizo la promesa a Abraham, este la apoyó hasta la empuñadura, poniendo su propia reputación en riesgo. […] Cuando Dios quería respaldar sus promesas, daba su palabra, una garantía sólida. Dios no puede romper su palabra. Y como su palabra no puede cambiar, la promesa es inmutable” (Hebreos 6:13, 17–18, traducción libre de la versión de la Biblia en inglés “The Message”, aún sin una traducción oficial en español, itálicas añadidas).
Al leer este pasaje, llegó de repente una imagen vívida a mi mente. Dejé de ver la cruz como un seco árbol de muerte, y comencé a verla como una espada de madera con su cruel punta clavada en la maltrecha tierra. Vi el cuerpo de Jesús a lo largo de la hoja de la espada. Sus brazos abiertos abarcaban toda la cruz de la espada, como dándonos la bienvenida incluso en la agonía de la muerte.
Lo que cambió la imagen que tenía de la cruz fue mi estudio de las espadas y su terminología, lo cual me hizo entender de manera diferente la frase “hasta la empuñadura”. Antes de mi investigación, yo pensaba que esta frase tenía un sentido figurado, significando: “completamente, hasta el límite”, o “sin que falte nada”. Pero ahora entiendo que hay un sentido literal en ella, porque la empuñadura es una de las partes de la espada.
La empuñadura es la pieza por donde se toma la espada, y comienza donde termina la hoja. La empuñadura incluye la cruz de la espada, el pomo, la guarnición.
Cuando una espada es impelida “hasta la empuñadura” sobre el oponente, hay muy pocas posibilidades de que la víctima escape de la muerte. La espada es solo retraída cuando el atacante siente que su victoria es segura. Atravesar a alguien hasta la empuñadura es un movimiento cruel realizado por oponentes agresivos que disfrutan el contacto directo con el dolor de la víctima. El agresor está seguro de su victoria porque ha cerrado completamente la distancia entre ellos. No hay un espacio seguro entre él y el enemigo.
Al ofrecer a su Hijo Jesús, Dios usó la cruz como una espada para acabar con la hostilidad entre Dios y el hombre.

DOS DIMENSIONES DE LA IDENTIDAD

La identidad que hemos recibido del Señor tiene dos dimensiones: una que es interior e invisible, lo que somos; la otra que es exterior y visible, lo que hacemos. Tanto lo que somos como lo que hacemos debe estar en armonía, complementarse y también evidenciarse en nuestras vidas. No podemos esconder lo que somos ni avergonzarnos de lo que hacemos. Cuando escondemos lo que somos o nos avergonzamos de lo que hacemos, algo está mal dentro de nosotros. No tenemos bien afirmada nuestra identidad.
La Biblia dice en Efesios 5:2 cómo debemos vivir en acorde con lo que Dios ha establecido como nuestra identidad; que andemos en amor, en el fruto del Espíritu que “es en toda bondad, justicia y verdad” (v. 9). El fruto del Espíritu es: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre.
Vivir en el Espíritu es vivir en sintonía con nuestra verdadera identidad, la que Dios diseñó originalmente para nosotros y que está vigente hoy por la obra de Jesucristo.
Sugerencias para mantenerte viviendo en el Espíritu:
1. Ten una vida de devoción. Entra en intimidad con Dios. Allí donde nadie te ve y donde eres tú sin máscaras.
2. Afianza la paz interior. Busca la paz y síguela.
3. Reorganízate en forma más armónica por dentro y por fuera. En tu alma y en tu cuerpo.
4. Renuncia al materialismo: que el materialismo no sea tu dios.
5. Utiliza un lenguaje de bendición, como que ya eres una mujer bendecida.
6. No entres en luchas con cosas que ya están vencidas.
7. Vive sin miedo.

LA CASA FAVORITA DE DIOS


¿Acaso tiene usted agradables recuerdos de la casa en que nació? ¿Cómo son esos recuerdos?. Recordar los cálidos acontecimientos sucedidos en ese hogar, no es el edificio en si, lo que hace que uno añore el hogar donde creció. 

Si acaso Dios llegara a añorar algunos de los lugares en que le adoraron aquí en la tierra. ¿Cuál seria ese lugar? ¿Qué pudo haber sucedido, que impulsara a la eterna mente Divina, a colocar sobre ese lugar un rótulo que lo señale como su favorito, para mantenerlo en esa categoría para siempre? El ser humano busca encuentros con Dios, en la llamada Casa de Dios. 

Pero Dios busca encuentros con el hombre en lo que él llama la casa del hombre. ¿Recuerda los nombres? El Tabernáculo de Moisés; el Tabernáculo de David; el Templo de Salomón. Desde el tiempo del Edén, Dios ha estado escudriñando la tierra en busca de alguien que le rinda una íntima adoración. 

¿Qué sucedería si los antiguos patrones se descubrieran? 
¿Qué acontecería si las prácticas llevadas a cabo bajo la unción fueran restauradas por medio de una renovación? 
¿Si acaso pudiéramos reconstruir esa casa vendría El a morar en ella? 

Mientras que el panorama se cubre con las costosas cúpulas de las Iglesias que irrumpen en la atmósfera de Dios y vitrales que añaden colorido al sol que Él creo, entonces se pensaría que escoger su casa favorita debería ser cuidadosamente planeado. Prepárese para llevarse una sorpresa, cuando descubra cuál es La casa Favorita de Dios. ¡Si usted la edifica, El la habitará!

EL GRAN TEJEDOR DE VIDAS

LOS HILOS DE NUESTRA VIDA, ¿SON UNA MARAÑA ACCIDENTAL O ESTÁN INTENCIONALMENTE ORDENADOS?

¿Viviríamos de otra manera si creyéramos que todo lo que nos sucede en la vida, desde los momentos felices hasta las tragedias cotidianas, son parte de un diseño meticuloso y con propósito, donde todos los elementos se entretejen con precisión milimétrica? Esa es la pregunta que el doctor Ravi Zacharias, el escritor popular y orador de fama internacional, plantea y responde en este libro.

Es común creer que los grandes acontecimientos de la vida como una muerte o un nacimiento son guiados por la mano de Dios. Sin embargo, es fácil dejarse llevar por la idea de que nuestra vida cotidiana no está dirigida por el Dios soberano, sino que es simplemente producto de nuestro propio esfuerzo. Este libro rebosa de historias que nos demuestran lo contrario. 

Desde un encuentro casual en un partido de críquet hasta las últimas palabras de un padre, desde una llamada telefónica imprevista hasta una línea en la lectura de las Escrituras, el doctor Zacharias nos revela cómo cada detalle de su vida está tejido en su lugar perfecto. Luego nos anima a examinar nuestros orígenes, desilusiones, triunfos y nuestras creencias bajo otra luz, y nos explica cómo todos formamos parte de la obra intencional y perfecta de El gran tejedor.

LA PROFECÍA DE LOS SIETE MONTES

¡USTED HA SIDO LLAMADO A IMPACTAR SU CULTURA!

La Revolución de Elías afectará el mundo y preparará el camino del Señor antes de su regreso. Según las Escrituras, Jesús se sentará a la derecha del Padre hasta que todos sus enemigos sean puestos bajo sus pies.

El pastor y autor Johnny Enlow enseña que las siete naciones enemigas del pueblo de Israel en el Antiguo Testamento, están vigentes hoy. Estas naciones corresponden a los siete "montes" de la sociedad global: los medios de comunicación, el gobierno, la educación, la economía, la religión, la celebración (las artes y el entretenimiento) y la familia.

Con poder y favor divino, estos montes serán confrontados. ¡Solamente los revolucionarios tomarán estos montes para Cristo! Usted puede ser uno de ellos.

¡Adiéstrese y prepárese para reclamarlos!

ASEDIO DE LA MENTE

Tim LaHaye y David Noebel hacen sonar trompetas de alarma, y nos llaman a despertar y a defender nuestro derecho a creer y a actuar como cristianos. 

Los autores insisten en que se trata de un conflicto entre dos cosmovisiones diferentes: la cristiana bíblica y la humanista secular. 

Es una batalla por nuestra mente, una guerra para decidir qué es lo que modelará nuestros pensamientos.

¿ASÍ DICE EL SEÑOR?

¿Cómo se da cuenta usted cuando es Dios quien está hablando? Hoy día hay una insaciable hambre por la palabra profética del Señor. Los cristianos están ansiosos por recibir "palabras del Señor" y compartirlas. Junto al genuino deseo por lo real, viene también la vulnerabilidad a los ministerios proféticos falsos o excesivos.
Con mucha frecuencia, los "profetas" modernos corren a través de nuestras iglesias, fraternidades y hogares, dando palabras casi como adivinos. Pero, ¿es realmente Dios quien está hablando?
En este penetrante y revelador libro, el respetado autor y maestro John Bevere comparte con usted:
  • Cómo discernir exactamente lo profético
  • Cómo la falsa profecía puede ser exacta con su pasado y presente, pero equivocarse en su futuro
  • Cómo la falsa profecía lo inutilizará
  • Cómo discernir al verdadero profeta del falso
  • Cómo responder cuando una palabra no proviene de Dios
  • Cómo ser guiado por el Espíritu, y más
No sólo aprenderá cómo reconocer la voz del Señor más claramente, sino también tendrá más confianza para manejar de manera adecuada las verdaderas palabras proféticas. Si tiene hambre de conocer a Dios más plenamente, si alguna vez se le ha profetizado o ha sido usado en el ministerio profético, entonces querrá leer ¿Así dice el Señor?

ORIGEN DE LAS NACIONES

Noé tuvo 3 hijos Sem, Cam y Jafet de los cuales se pobló la tierra... Como cristianos no podemos hacer caso a lo que dicen algunos críticos que dicen que es solo una leyenda, sino que a pesar de que no tenemos evidencias contundentes, debemos creerlo por fe...



Pero ya que hay algunos que no creen por fe tendremos que poner evidencias de que es real... y que cada humano puede rastrear sus orígenes a estos 3 hijos de Noé... 




EMPEZAREMOS POR EL PRIMER HIJO DE NOÉ

JAFET:
ESTE PATRIARCA TUVO 7 HIJOS GOMER, MAGOG, MADAY,JAVAN,TUBAL,MESEJ Y TIRAS. Hemos encontrado evidencias en distintos pueblos que descienden de el.
Empezaremos por los griegos, los cuales se remontaban a un Titan llamado Japetos, el cual se debe identificar como Jafet, ya que lo consideraban como su padre... pero no solo de ellos sino de toda la raza humana... es interesante notar que junto con la corrupción religiosa que tuvieron los pueblos también se corrompió su concepción de la historia y sus antepasados.
Los romanos, cuyo dios principal era Júpiter, también pudo haber sido una corrupción de Jafet ya que ellos llamaban a Júpiter "dios padre".
Finalmente los Indios que adoraban a Pra-Japati como dios de la procreación.
Veremos ahora que pueblos pueden rastrearse a los diferentes hijos de Jafet.

GOMER: de el desciende un pueblo indoeuropeo nómada conocido como los gomeri o cimerios. que vivían lo que ahora es el sur de Rusia,Ucrania, armenia, de hecho una parte de Ucrania recibe de ellos el nombre de Crimea. Se cree que ellos procrearon a los celtas. Estos mismos se reclaman descendientes de los cimerios. Hay evidencias de ello, pues un país celta como Gales es llamado en su lengua nativa como Cymru, lo cual podría rastrearse a Gomer y los cimerios. Además Josefo dice que los descendientes de Gomer eran los Gálatas, que eran celtas que emigraron a Asia menor. Los celtas ocuparon gran parte de lo que es Europa, en Francia fueron conocidos como galos. Actualmente los celtas son la etnia mas influyente en lo que ahora es la población francesa, irlandesa, escocesa, galesa, suiza (los helvecios). También se establecieron en España, donde se mezclaron con los iberos y formaron el pueblo de los celtiberos, por lo tanto en menor grado los españoles pueden rastrearse a los celtas, aunque los asturianos y gallegos tienen mas influencia de los celtas.

También los ingleses son en menor grado descendientes de los celtas ya que era el hogar de varias tribus celtas entre ellos los bretones, pero sin embargo tienen los ingleses tienen un linaje mas germánico.

Los hijos de Gomer fueron Ashkenaz, Rifat y Togarma: los judíos llaman hasta hoy Ashjenaz a Alemania, probablemente tienen fundamento, ya que podemos establecer etimología con los sajones (sachsen). Además se ha relacionado la palabra Gomer con germano, por lo cual estas tribus también podrían descender de Gomer mediante Ashkenaz. En Asia menor los descendientes de Ashjenaz eran llamados ascanios donde dieron nombre a un lago homónimo. Escandinavia antes llamadas islas de ascandia también podrían rastrearse hasta Ashkenaz. Otros sin embargo prefieren identificar a Ashjenaz con los escitas.

Con Rifat hay menos conexiones Josefo los identifica con los paflagonios.
Togarma es el padre de los armenios, ellos mismos se reconocen descendientes de él, probablemente también los georgianos son descendientes de Togarma.


Magog: en asirio se decía mat gugu. Josefo identifica a sus descendientes como los escitas. Probablemente tiene razón ya que en el libro de Ezequiel se describe la invasión del pueblo de Magog contra Israel, la cual se parece mucho a la invasión escita que ocurrió años después además se los describe como arqueros a caballo exactamente como peleaban los escitas. Los escitas se establecieron en lo que ahora es Siberia y el sur de Rusia.

Eran fieros guerreros nómadas de los cuales algunos probablemente se establecieron en Mongolia, ya que Marco Polo en sus viajes por oriente observo que la palabra Mogol era una corrupción de la palabra Magog, esto incluiría por extensión a varias tribus mongolas como los Hunos y los tártaros, además los escitas compartían muchas cosas con los mongoles entre ellos su comida de campaña sus vestimentas y su manera de pelear.
Los húngaros que se llaman así mismos magiares también podrían remontarse a Magog, ya que estos son probablemente descendientes de los escitas según fuentes medievales. También se ha dicho que las tribus turquicas descienden de Magog.

Maday: Este es el antepasado de los medos, de hecho cuando en hebreo cuando se menciona a los medos la palabra es maday. Estos son los progenitores de los pueblos iranios aunque algunos de ellos como los persas son en parte semitas. Madai es el antepasado de los que ahora conocemos como arios lo que incluye a los indios, pakistaníes, iraníes, azeris, kurdos y otros. También se ha dicho que los pueblos turquicos son descendientes de Maday aunque probablemente serian mezcla con magogitas. Tambien se los liga con los pueblos eslavos.


Javan: este es el antepasado de los griegos helénicos, la palabra Javan significa Jonia, y equivale a Ion el padre de los jonios.
En la biblia cuando se traduce como Grecia, la palabra siempre es Javan. Los hijos de Javan fueron Elisa, Tarsis, Quitim y Dodanim.

Los griegos hasta el dia de hoy llaman a su país Hellas lo cual puede rastrearse a Elisa, una de las 4 principales tribus griegas, los eolios también pueden rastrearse a Elisa. Algunos descendientes de Elisa se establecieron en Sicilia ya que dice en el libro de Ezequiel se dice que sacaban la purpura de las costas de Elisa... la cual era y es abundante en lo que ahora es el mar colindante a Sicilia. Ademas esto tiene sentido pues sabemos que el sur de Italia, y Sicilia fueron colonizadas por griegos.

El siguiente hijo de Javan se llamo Tarsis, el cual, según Josefo, fundo la ciudad de Tarso en Cicilia, también lo han identificado con Tartessos en España, lo cual tiene sentido por que se sabe que fue probablemente fundada por griegos y que estos y los fenicios comerciaban con esta ciudad, ademas Ezequiel menciona que Tarsis era exportador de metales, al igual que Tartessos. Además los judíos consideraban que Tarsis era el punto mas alejado del planeta lo que cuadra con la localización de Tarsis.

El tercer hijo de Javan fue Quitim, la cual era la palabra hebrea para Chipre y algunas islas del Egeo. Esto podría ser cierto ya que la capital de Chipre era Kition. También Quitim pudo haber sido antepasado de los macedonios pues ya que en un libro apócrifo Alejando Magno es llamado rey de Quitim, ademas etimológicamente podemos ver que el prefijo Mat que en asirio y algunos idiomas indoeuropeos significa tierra y se ha dicho que la palabra macedonia (en griego: Makedonia) podría venir de Mat-kettim que significaría tierra de Quitim.

El cuarto hijo es Dodanim el cual se ha identificado con los Dardanios, los dorios, y los rodios.


TUBAL: este ha sido identificado con los tabali que mencionan los asirios que vivían en Asia menor y siempre son mencionados con los Mosjoi (de su hermano Mesec), tradiciones medievales los ligan a los iberos y a los itálicos, si son verdad estas tradiciones los españoles tendrían otro antepasado al que remontarse. Otros lo identifican con la ciudad de Tobolsk en Siberia, o la de Tblisi en Georgia.


MESEC: es el antepasado de los Mosjos o mushku de Asia Menor que siempre son mencionados con los tabali. Leyendas rusas lo hacen su antepasado que fundo la ciudad de Moscú, ya que dicen que Mesec y su esposa Kwa fundaron esa ciudad dándole el nombre de Moskwa. Por extensión serian el antepasado de los 'pueblos eslavos.

TIRAS: Josefo los identifica con los tracios, etimológicamente esto puede ser correcto. Los tracios eran un pueblo guerrero indoeuropeo que vivía en lo que ahora es la parte europea de Turquía, Bulgaria y Rumania. Se decía que los macedonios eran mezcla de tracios y griegos. Entre los posibles descendientes de los tracios estaban los teutones que se establecieron en Alemania (en alemán: Deutschland, tierra de teutones), los getas y los godos.

Podemos concluir que los jafetitas son los que ahora llamamos indoeuropeos y que la biblia no se equivoca al decir que descendemos de estos hombres.

¿DE QUÉ TENEMOS QUE SER SANADOS?

La desobediencia del hombre causó una enfermedad llamada pecado que continúa arrasando con la humanidad; una división que nos aleja del amor de Dios. Esta enfermedad llamada pecado no solo se limita a una conducta impropia e inadecuada por nuestro mal proceder, sino además de ser una transgresión, es actuar independiente de Dios. Debido a esto comienzan a manifestarse emociones antes no conocidas por el hombre y la mujer, como la vergüenza, el miedo y la culpa.
Observemos la vida de Adán y Eva en Génesis 3:8-13:
Y oyeron la voz del Señor Dios que se paseaba en el huerto al aire del día; y se escondió el hombre y su mujer de delante del Señor Dios entre los árboles del huerto, Y llamé el Señor Dios al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. Y le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? Has comido del árbol del que yo te mandé no comieses? Y el hombre respondió: La mujer que me diste, ella me dio del árbol, y comí”. Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí.
La respuesta del hombre y su mujer al desobedecer a Dios fue esconderse por miedo a ser descubiertos. Al descubrir su desnudez, sintieron vergüenza porque estaban descubiertos de Dios. La palabra “vergüenza” significa un sentimiento de inutilidad e inferioridad; es además un sentimiento de temor que impide que una persona lleve algo a cabo. La vergüenza es una turbación producida por una falta cometida. Vivir alejados del amor del Padre producirá en nosotros vergüenza.
Muchas personas no estarán conscientes de esta verdad porque sus mentes se encuentran cauterizadas por la mentira del enemigo, manifestando una conducta sin vergüenza. En otros casos son personas que fueron abusadas por un pariente y aun de adultos se encierran en la vergüenza de que alguien conozca su secreto, produciendo sentimientos de coraje, frustración y aislamiento. Para otros, la vergüenza es consecuencia del abandono de un ser querido como es el caso de un matrimonio disuelto porque su pareja ya no la (o) ama y se fue con otra (o). La lista continúa, pero estos son algunos ejemplos. La Biblia dice en Salmo 34:5: Los que miraron a él fueron iluminados, y sus rostros nunca serán avergonzados.
Cuando ponemos nuestra mirada en Jesús, nuestra vergüenza desaparece porque Él ya murió en la cruz por nosotros.
La segunda emoción manifestada por el ser humano después del pecado fue el miedo, provocando una huida por no enfrentar su problema. El miedo es una emoción caracterizada por un intenso sentimiento desagradable debido a una percepción de un peligro real o imaginario, presente o futuro. Observa que el miedo aquí es acompañado por vergüenza: “Tuve miedo porque estaba desnudo”. El miedo es ausencia de Dios porque en Él no hay temor. La Palabra dice en 1 Juan 4:18: En el amor no hay temor, antes bien, el perfecto amor echa fuera el temor, pues el temor lleva en sí mismo castigo, de donde el que teme no ha sido perfeccionado en el amor.
El amor de Dios echa fuera todo temor. El miedo no proviene de Él. Este es resultado de la desconfianza y la ausencia de fe. Dios desea que podamos venir ante Él por medio de su hijo Jesús y hallar descanso. Recuerdo que cuando tenía unos 9 años nos pidieron a un grupo de juveniles y a mí tener una participación en la iglesia donde asistía. Todo estuvo bien hasta que me dieron el micrófono para que hablara. Comencé a temblar de pies a cabeza, no me salían las palabras y para colmo, la audiencia comenzó a reírse. Imagínate cómo me sentí. Me dije a mí mismo: “Jamás volveré a hablar en público”. Sin embargo, años después el Señor me halló y libertó de todo pasado y hoy en día tengo otro problema cuando me dan un micrófono: no me callo.
Muchas personas sufren de ansiedad y depresión, dos de los mayores problemas de salud mental en el mundo. Pero existe una buena noticia: Jesús vino a traer libertad del miedo por medio de su redención.
La tercera emoción luego del pecado fue la culpa. Adán culpó a Dios por darle una mujer y la hizo responsable de su desobediencia. La mujer culpó a la serpiente, por tentarla. La palabra “culpa” es algo que se mantiene dentro de sí, pero también conlleva ser expuesto, hallarse en peligro de sufrir los efectos de una mala acción y la negligencia de una desobediencia que no mide consecuencias. Existen la culpa real, que es por causa de una mala acción, y la culpa irreal, cuando después de haber sido perdonados, cargamos con acusaciones que provienen de nuestra mente.
Hay hijos que se culpan por el divorcio de sus padres. Otros culpan a las personas por sus infortunios, siendo esclavos del alma. En una ocasión conocí a una mujer que se culpaba por un aborto que se había practicado antes de conocer a Jesús y con lágrimas me contaba su sentimiento de angustia causado por la culpabilidad. Solo le hice una pregunta: “¿Estás arrepentida?”. Me contestó que sí y le respondí: “Entonces entrega esa culpa a Dios”. Desde ese momento fue libre. Una cosa es responsabilizarnos de nuestra culpa real y otra es vivir bajo las mentiras de Satanás, quien nos induce a crearnos una culpa irreal cuando ya Jesús nos perdonó. Salmos 32:1-2 (LBLA) dice:
¡Cuán bienaventurado es aquel cuya transgresión ha sido quitada, y cubierto su pecado! ¡Cuán bienaventurado es el hombre a quien Jehová no le imputa (culpa) iniquidad y en cuyo espíritu no hay engaño!

ORACIÓN PROFETICA

El poder para alterar las circunstancias es liberado en las oraciones proféticas de las madres y los padres. Los eruditos modernos interpretan el significado de profetizar como proclamar el evangelio. Sin embargo, proclamar el evangelio es predicar y enseñar (Mateo 28:19-20, Marcos 16:15). La palabra predicar se encuentra en más de cuarenta versículos en el Nuevo Testamento. La palabra griega común es kerysso, que significa “proclamar o anunciar un mensaje”. Esta se utilizaba para describir a una persona que había sido enviada por un rey a una ciudad con una proclama para ser leída en público.
La palabra enseñar en griego es didasko, que significa, “aprender de la instrucción”. No es lo mismo profecía que profetizar. La palabra profecía se utiliza en la mayoría de los contextos de mensajes bíblicos que predicen acontecimientos futuros. La palabra profetizar es profeteia, que significa “predecir acontecimientos bajo inspiración divina; ejercer el oficio de profeta”. Bíblicamente cuando hablamos de profetas se trata generalmente de hombres que operan bajo este don. Sin embargo, la Biblia también identifica a algunas mujeres como profetisas que operan bajo este don inspirado (Éxodo 15:20; Jueces 4:4; 2 Crónicas 34:22).
Lucas nos revela que dos mujeres que eran primas fueron también inspiradas por el Espíritu Santo. Sus declaraciones divinas fueron tan importantes, que aparecen registradas en el Nuevo Testamento. Elisabet era la mayor, y María la más joven. Ambas estaban embarazadas y ambas fueron informadas por el ángel Gabriel de que les nacerían hijos. Ellas supieron los nombres de sus hijos desde antes de nacer: Juan, el hijo de Elisabet, y Jesús el Hijo de María. Elisabet declaró una gran bendición sobre María:  “Y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre” (Lucas 1:42).
María respondió a las buenas noticias de Elisabet, y sus palabras también son recordadas por los fieles religiosos de todo el mundo: “Porque ha mirado la bajeza de su sierva; pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones” (Lucas 1:48).
En los tiempos del Nuevo Testamento María era un nombre común entre las mujeres israelitas. De hecho el nombre María aparece sesenta y un veces en cincuenta y tres versículos diferentes de la Biblia. La hermana mayor de Moisés y Aarón se llamaba María (Éxodo 15:20). Tenemos a María, la madre de Cristo (Mateo 1:16), a María Magdalena (Mateo 27:56); a María la madre de Santiago y Juan (Mateo 27:56); a María de Betania (Lucas 10:42); y a María la esposa de Cleofás (Juan 19:25). La Biblia se refiere a María como “la esposa de José”, y en relación con Cristo la llama “su madre” ocho veces en Mateo (Mateo 1:18; 2:11, 13-14, 20-21; 12:46; 13:55) .
El Padre de Cristo era celestial, pero su madre era terrenal. Imagínese a Cristo explicando la diferencia entre su lado paterno y su lado materno. Cuando le preguntaban qué edad tenía, tal vez decía: “Soy mayor que mi madre, pero tengo la misma edad de mi Padre”. Cuando le preguntaban dónde nació, podía responder: “Por parte de mi madre, en Belén, pero por parte de mi padre siempre he existido”. Cuando le preguntaban dónde vivía, podía explicar: “Por parte de mi madre, he vivido en Nazaret, pero por parte de mi padre solo estoy visitando la tierra durante unos años”. Cuando le preguntaban cuáles eran sus posesiones, la respuesta podía ser: “Por parte de mi madre tengo que pedir todo prestado, pero por el lado de mi Padre soy dueño de todo lo que ves”. Cuando reveló que moriría, pudo dar estos detalles: “Por el lado de mi madre voy a morir en Jerusalén, pero por el lado de mi Padre voy a vivir para siempre”. Como Jesús, la gente lo veía como un hombre terrenal, pero como Cristo, Él era el Hijo ungido de Dios.
El primer milagro de Cristo fue motivado por las instrucciones de su madre. En esos tiempos la celebración de una boda se extendía durante siete días (Jueces 14:15-18). La mayor preocupación durante esa semana de fiesta y celebración era quedarse sin comida y bebida. En Juan 2 se dice que se habían quedado si bebida, y María se preocupó. Cuando María se acercó a Cristo en busca de ayuda, Él se mostró tajante, diciendo: “Aún no ha venido mi hora [para realizar milagros]”. Sin responderle, María se dirigió a los criados y les dijo: “Haced todo lo que os dijere” (Juan 2:4-5).

En ese momento, María dio la declaración de misión de todo el ministerio de Cristo. Cualquier cosa que Él o Dios nos pida que hagamos, hagámosla. La bendición solo se libera a través de la obediencia, ¡y los milagros se manifiestan cuando hacemos lo que Él nos dice! Cristo actuó por la fe de su madre, y su primer milagro fue convertir el agua en vino en las bodas. Hay una cierta autoridad que se libera cuando una madre fija su atención en Cristo y comienza a declarar palabras que alterarán la situación actual y crearán un milagro para el futuro.

NI AUN SE NOMBRE


Reseña:
Escribí este libro tanto para los hombres como para las mujeres. ¿Por qué? Porque la impureza sexual no es problema de hombres. Es un problema humano. Arruina nuestras relaciones, nos roba la pasión espiritual y nos deja con una sensación de vacío...

Sin embargo, lo cierto es que ni tú ni yo tenemos que quedarnos bajo este yugo interminable de culpa y vergüenza. Dios nos llama a vivir de acuerdo con una norma alta: ni aun se nombre la impureza sexual. Y nos da todo lo que necesitamos para que esto sea una realidad.

Si estás listo para abordar un plan práctico, centrado en la gracia que derrote la lujuria y celebre la pureza, espero que te unas a mí en este viaje tan prometedor.
  
Contenido:



Primera parte: La verdad acerca de la impureza sexual 
1. Ni aun se nombre
2. A lo que Dios llamó bueno
3. No puedes salvarte a ti mismo

Segunda parte: En el fragor de la batalla
4. Un plan a la medida
5. Muchachos y muchachas
6. La sexualidad egocéntrica
7. La mitad de una píldora de veneno no te matará

Tercera parte: Estrategia para cambios a largo plazo
8. Los llaneros solitarios son los llaneros muertos
9. La espada del Espíritu
10. La santidad es una cosecha

EL MINISTERIO SUPREMO: LA FAMILIA

El libro de Malaquías tiene un contenido histórico y profético que es fundamental para unir perfectamente el Antiguo Testamento con el Nuevo Testamento. Los propósitos de Dios para la humanidad se ven claramente confirmados en ese momento de la historia donde se cumple la llegada del Mesías salvador. Se pasa la antorcha de la revelación de Dios de mano de los profetas del Antiguo Testamento, a manos del Hijo de Dios y del Espíritu Santo, que la llevarían hasta el fin de los tiempos.
Estas son, literalmente, las últimas palabras del Antiguo Testamento: “He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición” (Malaquías 4:5-6).
Este versículo es contundente. Nunca imaginé antes de estudiarlo que la relación entre padres e hijos pudiera ser tan significativa e importante para Dios. Como podrán notar en este versículo, Dios ministrará su Palabra y enviará al Espíritu Santo para hacer tornar en los últimos tiempos el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia sus padres, tiempo en que más se necesitará.
Esto significa que el producto del avivamiento de los últimos días antes del Día de Jehová—que será grande y terrible—provocará la reconciliación entre padres e hijos. En otras palabras, habrá una revolución espiritual que afectará a toda la familia. Veremos el poder de Dios derramado en los hogares que lo invoquen, y se estrecharán lazos de comunicación entre padres e hijos. 
“No sea que yo venga y hiera la tierra con maldición”,continúa diciendo el textoSi la tierra no responde al propósito de Dios en cuanto a las relaciones paterno-filiales en la familia, el resultado será maldición. Habrá serias consecuencias para aquellas familias donde hay discordia, división, enojo, rechazo, griterías y falta de respeto entre padres e hijos. La maldición consecuente de nuestras malas actitudes, sumada a la poca madurez y sabiduría para tratar los conflictos de la familia, será inevitable.
Si Dios no encuentra un espíritu de amor y de comunión entre padres e hijos, la religión no nos va a salvar, como tampoco lo hará todo lo que hayamos hecho para “salvar al mundo”. La prioridad de Dios es tu familia. El otro eslabón que une el Nuevo con el Antiguo Testamento son los cuatro evangelios. El Evangelio de Lucas detalla los eventos de este mencionado eslabón histórico-profético que conecta ambos testamentos.
Veamos: “Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan. Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento; porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre. Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto”(Lucas 1:13-17).
Basado en todo el texto del pasaje anterior: “Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos” (v. 16), podemos concluir que al entender las dimensiones y la magnitud del llamado que Dios le hace a los padres, probablemente decidas acercarte más a Dios. Comprenderás que necesitarás refrescarte espiritualmente para suplir las más fundamentales necesidades de tus hijos, para que ellos crezcan emocional, espiritual y físicamente saludables. Por mejores padres que tratemos de ser, sin el Espíritu Santo es imposible formar a los hijos conforme a las expectativas de Dios.
Agrega que irá delante de él para hacer volver el corazón de los padres a los hijos y viceversa (v. 17). O sea, que el impacto más importante que debe tener tu encuentro con Dios es la restauración de la relación con tus hijos o el fortalecimiento de la comunión con ellos. Finaliza diciendo: “para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto”. ¿Dispuesto a qué? Dispuesto a imitar los frutos del carácter de Jesús. Esta es una de las dificultades más grandes de los creyentes: su disposición de caminar con Jesús e imitar su estilo de vida. El mayor anhelo de Dios es santificar nuestro carácter para que manifestemos los frutos de Jesús. Su Espíritu ha sido enviado para impartir en nuestro corazón tanto el querer como el hacer su buena voluntad.
¿Para qué otras cosas nos está preparando Dios? ¡Para su venida! El Señor está preparando un pueblo que no será avergonzado en ese gran día. Desde el principio, el propósito de Dios fue crear una raza de sacerdotes que fueran ministros en la iglesia más importante de la tierra: el hogar.
Es decir, que independientemente de cuál sea tu composición familiar, madre o padre soltero(a), primeras nupcias, segundas nupcias donde haya hijos de él, de ella o de ambos, la voluntad de Dios es la misma y los principios de calidad de vida familiar son los mismos. Los principios del Reino de Dios son eternos y no cambian. Si tenemos fe para creer en la efectividad de la Palabra de Dios, viviremos vidas de plenitud y abundancia.
Este estilo de vida no es opcional en los últimos días antes de la segunda venida de Jesucristo, sino que será requisito para entrar al Reino de Dios. Recuerden que lo contrario a esto es maldición. Por lo tanto, no hay otro camino. 

LA PALABRA HABLADA DESATA PODER

Me sería imposible exagerar la importancia de la oración intercesora. ¿Por qué? Porque Dios ha elegido la intercesión como el principal medio para desatar su poder sobre la tierra. La Escritura deja bien en claro que la intercesión es una de las principales actividades del Reino de Dios tanto en este siglo como en el venidero.
La intercesión es orar por otros: los perdidos, los oprimidos, las misiones, familiares, amigos, la iglesia, los líderes del gobierno y de cada esfera de la sociedad, etcétera. La intercesión es oración que está de acuerdo con lo que Dios promete hacer. Ver el valor de la intercesión desde el punto de vista de Dios nos da el ímpetu para hacer de la oración una alta prioridad en nuestras vidas.
El hecho de que Jesús, el divino Hijo de Dios, interceda, revela lo importante que es la intercesión. La Biblia nos dice que: “vive perpetuamente para interceder por [nosotros]” (Hebreos 7:25, LBLA; vea también Romanos 8:34).
Jesús es totalmente Dios y totalmente Hombre, la segunda persona de la Trinidad, y aún así intercede y desata el poder del Padre. Seguirá haciendo intercesión de aquí a un millón de años. La oración no quedará obsoleta en la eternidad, sino que seguirá siendo central en nuestras vidas en el siglo venidero.
Dios el Padre le dijo a Jesús que le pida (al Padre) por las naciones: “Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra” (Salmo 2:8). Jesús seguirá gobernando las naciones durante el Milenio a través de la intercesión mientras le pide al Padre que le permita poseer por completo las naciones.
En el comienzo de la creación, los tres miembros de la Trinidad trabajaron juntos. El plan del Padre era crear los cielos y la tierra. El Espíritu estaba presente en poder, cerniéndose sobre la faz de la tierra, o incubándola, pero la tierra seguía sin forma, vacía y en tinieblas. Entonces Jesús pronunció los planes del Padre y el Espíritu se movió en el poder de su Palabra. “Y la tierra estaba desordenada y vacía… y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz”  (Génesis 1:2–3).
El Espíritu esperó que los planes del Padre fueran pronunciados antes de desatar su poder en la tierra. Cuando Jesús declaró “Hágase la luz”, el Espíritu desató luz. El Espíritu no soltaría la luz hasta que Jesús efectivamente lo dijera. Las tinieblas permanecieron hasta que Jesús “intercedió” y habló la Palabra de Dios sobre las tinieblas para desatar el poder creativo del Espíritu. El apóstol Pablo afirmó que Dios creó todas las cosas por medio de Jesucristo (Efesios 3:9), así que sabemos que fue Jesús quien le habló vida a la creación como está registrado en Génesis 1.
Vemos el obrar de Jesús en la frase: “Y dijo Dios” diez veces es Génesis 1 (RV60). El principio fundamental de la intercesión es que los planes del Padre fueron declarados por Jesús, y luego el Espíritu Santo desató poder. David escribió que: “Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos” (Salmo 33:6). El apóstol Juan confirmó el rol de Jesús en la Creación cuando escribió: “Todas las cosas por él [Jesús] fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Juan 1:3).
Juan también reveló en su Evangelio que Jesús es el Verbo de Dios: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.” (Juan 1:1). El libro de Apocalipsis hace eco de esta verdad: “Y su nombre es: El verbo de Dios” (Apocalipsis 19:13). La mayoría de nosotros estamos familiarizados con este concepto, ¿pero qué significa? Una razón por la que se lo llama “Verbo” es que trae las ideas de Dios y les da vida en el mundo natural al pronunciarlas. Cuando Jesús articula los pensamientos del Padre para desatar su poder en el reino terrenal,  Él funciona como la Palabra viviente (logos en griego).
Aún ahora Jesús sustenta la creación pronunciando la palabra de Dios: “quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder” (Hebreos 1:3). Él está sosteniendo el universo en su lugar de la misma manera que lo creó: hablándole la Palabra del Padre. Fíjese en el uso de los verbos en tiempo presente en Colosenses 1:17: “Él ya existía antes de todas las cosas y mantiene unida toda la creación” (NTV).
Si Jesús, la Palabra viviente, dejara de pronunciar la palabra, todo el orden creado dejaría de existir, literalmente. Los planetas, el sol, nuestros cuerpos físicos y toda la miríada de procesos de vida se mantienen juntos porque Jesús sigue hablando la palabra de su poder para sostenerlos.
El Padre ha ordenado que sus ideas sean pronunciadas, y cuando son dichas, el Espíritu desata poder. Una ley fundacional del reino es que el Espíritu se mueve en respuesta a la Palabra de Dios hablada por su pueblo. Sea que Jesús estuviera hablando sobre los cielos y la tierra informes en la Creación o que nosotros estemos intercediendo por un avivamiento en una reunión de oración, el poder de Dios es desatado mediante el principio de intercesión, volver a hablarle a Dios su Palabra.
Por ejemplo, el Señor ordenó que la sanidad fluyera cuando sus hijos colocaran las manos sobre los enfermos y hablaran la Palabra de Dios sobre ellos. ¿Cuántas sanidades que podrían haber ocurrido no se manifestaron porque no hablamos la Palabra de Dios? En otros términos, si no hablamos la Palabra de Dios, nos perderemos algunas de las bendiciones que de otro modo podríamos experimentar.
Como parte de nuestra armadura espiritual, tenemos la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios. Es un arma poderosa cuando es hablada y soltada contra las tinieblas. Cuando Pablo alentaba a los Efesios para que se fortalecieran en el Señor y en el poder de su fuerza, les escribió: “Vestíos con toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo… tomad… la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios; orando en todo tiempo” (Efesios 6:11, 17-18).
Cuando fue tentado por Satanás, Jesús habló la Palabra de Dios, que salió como una espada y atacó el dominio de Satanás (Mateo 4:3-7). En el momento de su segunda venida,  Jesús va a juzgar a las naciones hablando sobre ellas las palabras del Padre. Sus decretos de intercesión saldrán como una espada para eliminar toda resistencia a su gobierno justo y amoroso:  “De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones” (Apocalipsis 19:15). “Y herirá la tierra con la vara de su boca” (Isaías 11:4).
Cuando hablamos la palabra de Dios, podemos liberar fortaleza en el corazón de un amigo. Lo llamamos “aliento” porque da valor o fuerza. Nuestra oración es la manera que Dios tiene de soltar su poder para que el amigo pueda superar la condenación o el desánimo u otras pruebas de su vida. Una forma de crecer en oración es hablar la Palabra de Dios contra las mentiras de Satanás que atacan nuestros corazones.

LA FE Y LA RAZÓN NO SON ENEMIGOS

De alguna manera, la percepción es que los creyentes temen lidiar con las preguntas difíciles que la fe  puede hacer resurgir. La imagen que se esboza es que los creyentes deben estar alejados de cualquier perspectiva contraria y solo “dejar de hacer preguntas”.
Joe Marlin, doctor en medicina y alumno de doctorado de filosofía de la New York University, así como ateo, había leído El espejismo de Dios, de Dawkins, y muchas otras obras que intentaban desvanecer la fe en Dios. Me dijo en una entrevista que a veces era “militante” de su ateísmo. “Especialmente cuando alguien le ‘agradecía a Dios’ por algo. Me sentía como si estuvieran dándole a Dios el crédito de algo que en realidad la persona había hecho”. Describió el proceso de comenzar a dudar de sus dudas acerca de su ateísmo, de encontrarse con una persona de fe y lidiar abierta y objetivamente con esas preguntas. Me dijo: “De hecho, la razón me llevó a Dios, no me alejó de Él”.
Cuando sucede algo que no comprendemos, sugerir que lo que ocurrió simplemente son “los misteriosos caminos de Dios”, no es abandonar la razón ni aceptarlo todo ciegamente en nombre de la fe. Si un conductor ebrio mata a una familia inocente, nosotros nos preguntamos por qué sucedió. La respuesta razonable es que sucedió porque alguien se descuidó y condujo ilegalmente un coche mientras estaba incapacitado, y el resultado fue la muerte de una familia inocente. Pero la verdadera pregunta es: ¿Por qué Dios dejó que sucediera? ¿No podía haberlo evitado? Escuchamos historias de la intervención de Dios, de manera que, ¿por qué sucedió en este caso? Cuando apelamos al misterio, simplemente estamos reconociendo que hay muchas cosas que no sabemos. Eso definitivamente no significa que vivamos con una resignación fatalista. Debemos continuar buscando respuestas a estas grandes preguntas. Muchas veces el verdadero misterio yace en comprender las motivaciones de personas que hacen lo que hacen.
La fe involucra razonar, recordar e investigar o estudiar. La fe es un trabajo arduo. Nosotros debemos hacer nuestra parte de comprender lo que Dios está prometiendo, asir las condiciones de esas promesas, revisar la evidencia de su fidelidad en el pasado y sujetarnos de nuestras convicciones al respecto, a pesar de nuestros sentimientos volubles, como C. S. Lewis sugirió:
Cuando era ateo tenía estados de ánimo en los que el cristianismo parecía terriblemente probable. Esta rebelión de nuestros estados de ánimo contra nuestro auténtico yo, ocurrirá de todas maneras. Precisamente por eso la fe es una virtud tan necesaria: a menos que les enseñen a sus estados de ánimo “a ponerse en su lugar”, nunca podrán ser cristianos cabales, o ni siquiera ateos cabales, sino criaturas que oscilan de un lado a otro, y cuyas creencias realmente dependen del tiempo o del estado de su digestión.
Lewis estaba diciendo que la fe, en realidad es asirse de lo que nuestra razón nos ha llevado a concluir, a pesar de nuestros sentimientos cambiantes. Esto es casi completamente contrario a como lo presentan los escépticos. Nosotros somos llamados a amar a Dios con todo nuestro corazón y nuestra mente. Cuando nos aplicamos a comprender, buscar sabiduría, examinarlo todo y asirnos firmemente de lo que es verdad, discernimos la senda correcta y tomamos decisiones sabias acerca de nuestra vida y nuestro mundo.    
La Escritura explica la tendencia del corazón humano a ser atraído hacia la incredulidad al suprimir la evidencia de Dios. Tal como un abogado que no desea que ninguna evidencia que pueda desacreditar a su cliente salga a la luz en un juicio, el escéptico es amenazado por el creyente que argumenta a favor de Dios, basado en la razón. Pablo escribió: “Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó” (Romanos 1:18-19).
De ahí que haya tal frustración e ira por parte de los ateos cuando se menciona a Dios. Su arduo trabajo para suprimir la verdad es saboteado. La tendencia de la mente humana es eliminar o ignorar intencionalmente algo que no desea escuchar. El temor opera de manera similar. Cuando dejamos de pensar y razonar profundamente es cuando el temor viene con fuerza a nuestra vida. Por ejemplo, yo sé que volar en un avión es mucho más seguro que conducir, y he volado varios millones de millas en mis viajes durante los últimos treinta años de ministerio. Aunque sepa que volar es seguro, hay veces en que la turbulencia puede causar que me preocupe de que nos estrellemos, sin necesidad. Al usar la razón, yo puedo tranquilizar mis temores y restaurar mi confianza de que la turbulencia no causará que el avión se estrelle, más que una carretera llena de baches provocará que mi coche choque. El razonamiento serio puede restaurar mi fe en volar.
La incredulidad puede resultar de no lograr recordar. Jesús llevó a cabo muchos milagros, tales como alimentar a miles de personas con unos cuantos peses y panes. Una y otra vez, aunque sus discípulos habían experimentado milagro tras milagro, ellos olvidaban el poder de Jesús tan pronto como enfrentaban otro desafío. La incredulidad de los discípulos era resultado de no pensar claramente y de no recordar. El razonamiento serio puede restaurar su fe en Dios.

ERES AMENAZA

Mateo 8:23-37 nos muestra el momento en el que se levanta una gran tormenta, mientras Jesús dormía en una barca, y los discípulos lo levantan porque tenían miedo. Lo primero que Jesús les dice al despertar es: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe?
En esta escritura vemos que el miedo está relacionado a la fe.  Cuando tienes poca fe, muestras mucho miedo, pocas expectativas, pocos sueños y metas.
Tu cerebro no controla totalmente tus decisiones y acciones, sino que siempre habrá una decisión que puedes tomar para transformar lo que sientes, piensas y experimentas. Esto es el dominio del espíritu en tu interior.  Si esto no fuera así, seríamos máquinas, robots controlados por un pequeño cerebro.  En los momentos difíciles, la pregunta es: ¿Dónde está mi fe?  ¿Fe o miedo? ¿En qué pongo mi mirada, en qué me enfoco?
El grado de miedo que experimentas es tu grado de fe.
Luego de haber cuestionado el temor de los discípulos, Jesús reprende los vientos. Reprender es una acción de decir: Esto no puede ser de esta manera.  Cuando reprendes a alguien, le estás diciendo: No permito ese comportamiento.  Reprender es una actitud de autoridad.
Hay quienes no toman autoridad sobre las circunstancias y tratan de buscar aquello que les pueda dar paz.  Esto le pasaba al rey Saúl; tenía demonios que le atormentaban y le traían a David que tocara el arpa para calmarlo; pero, cuando la música cesaba volvía a ser atormentado.  Esto sucede con algunas personas que están atormentadas; escuchan música, se entretienen y se calman por un rato, pero no tienen paz.  Vivir en la paz de Dios es tomar autoridad sobre la tormenta y vivir en la bonanza de Dios, para, de esta manera, cumplir el propósito de Dios en nuestras vidas.
Después que Jesús calma la tormenta y llegan a la otra orilla, a la tierra de los gadarenos,  vinieron dos endemoniados feroces al encuentro y le preguntan: ¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios?  ¿Has venido a atormentarnos?  Es impresionante ver que, tan solo un momento atrás, los discípulos no sabían quién era Jesús, pero estos endemoniados lo reconocieron.
Cuando tú entiendes que eres una amenaza para los problemas, caminas y vives en autoridad y en paz.
Los discípulos despertaron, levantaron a Cristo en medio de aquella tormenta. Mientras sigas dormido, tu tormenta no va a desaparecer.  Hay tormentas en tu vida que tienes que levantarte, tomar autoridad y reprender.
Hoy, levántate en medio de la tormenta.  No huyas; enfréntate y párate firme en la palabra de Dios.  Declara las promesas: Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.  Ante los pensamientos negativos y de temor, declara: Ninguna arma forjada contra mi prosperará.  Has que tu vida tenga bonanza, disfruta de la paz de Dios y así podrás cumplir su propósito.

AL OTRO LADO

En el momento en que el pueblo de Israel se disponía a cruzar el Jordán e ir a la guerra para así conquistar la tierra prometida, dice la palabra –en Números 32– que hubo un grupo que quiso quedarse al oriente del río, porque vieron que era tierra de ganado, y ellos tenían ganado.
Los hijos de Rubén y los hijos de Gad permitieron que el ganado determinara el lugar en el que se establecerían, por encima de la promesa de Dios. La tierra que Dios les había prometido estaba al otro lado del Jordán, pero ellos preferían conformarse con la tierra que estaba al oriente del río porque, ante sus ojos, parecía buena. Esta gente lo que estaba diciendo era: No me interesa cruzar al lugar donde Dios quiere que yo esté, porque yo creo saber escoger mejor que Dios.
¡Qué tristeza que, pudiendo alcanzar cosas más grandes, nos quedemos cortos ante lo que Dios nos ha prometido, por darle prioridad a las cosas incorrectas!
Al momento de hacer su petición para quedarse, los hijos de Rubén y de Gad apelaron a Moisés, diciendo: No nos hagas pasar el Jordán. En otras palabras: No nos hagas pasar trabajo. De la misma manera, hoy, hay gente que no quiere pasar más trabajo del que ellos consideran necesario, no quieren presión, quieren ir suave; pero es importante que tú sepas que todo lo nuevo que Dios tiene para ti va a requerir que tú te atrevas a cruzar, a dejar las cosas del pasado, a arriesgarte.
Si lo que tú tienes hoy es bueno, ¡gloria a Dios! Pero algo bueno puede convertirse en desobediencia delante de Dios, si tú no te atreves a moverte al lugar donde Dios te quiere posicionar.
En aquella tierra, ya no había gigantes. Entonces, ¿qué era lo que ellos no querían? No querían pelear. Es por esto que, a fin de cuentas, Moisés les permitió quedarse, pero no sin antes cuestionarles: ¿Irán sus hermanos a la guerra, y ustedes se quedarán aquí? En otras palabras: ¿Tan egoístas son? ¿Van a dejar que otros se arriesguen, y ustedes se van a quedar?
Una de las razones por las que hay personas que no quieren cruzar al otro lado es por egoísmo. Porque, como ellos están bien, pues los demás no importan. Una de las actitudes más egoístas es no creer en prosperidad. Las oraciones más egoístas y más avaras son las de aquellos que solo piden para suplir sus necesidades, en lugar de pedir en abundancia para poder dar a otros.
Tú tienes que cruzar y pelear, no solo por ti, sino porque tus hermanos te necesitan al otro lado.
Aunque la única razón que tengas para cruzar al otro lado sea que Dios lo dijo, que Dios lo prometió; aunque estés bien en donde estás, arriésgate, atrévete, ejercita tu fe. No te conformes con algo bueno, si no fue lo que Dios te prometió. No te quedes al otro lado del río. Sal del oriente de tu Jordán, sal de tu zona de comodidad. Cruza al otro lado, conquista todo lo que Dios te ha prometido. No te dejes llevar por lo bien que puedan parecer las cosas de este lado del río. Déjate llevar por lo que Dios ha dicho, y Dios ha dicho que llegó el momento de cruzar al otro lado.