IDENTIDAD ESCLAVA

Resultado de imagen para gente con celularEl día después de las elecciones en Gran Bretaña podemos criticar muchas cosas de su sistema, todos los países y los sistemas democráticos son fácilmente criticables. Sin embargo, la herencia de siglos de democracia hace que sigan siendo admirables en muchos sentidos. En 2013 el Gobierno encargó un estudio sobre los cambios en las identidades con el objetivo de orientar las políticas pública de los próximos diez años. 

El estudio, llamado: “Identidades futuras, identidades cambiantes”, nos va dando claves sobre cambios que ocurren allí y que son tendencia en toda Europa. El estudio propone que la identidad de las personas se forja a partir de 3 áreas que están en estrecho contacto y en mutua influencia: Los datos biométricos, como las huellas dactilares, el ADN, la edad, el género, etc. 

Los datos biográficos, como la nacionalidad, la profesión, el estatus económico, etc.; y los datos sociales como: la familia que formamos, los hobbies, la comunidad de personas con la que te identificas, etc. Hay datos que forman parte de más de una categoría como la edad, o la etnicidad o las creencias, etc. La interacción entre estos factores es lo que hace que tú seas quien eres. Observamos que hay aspectos de los que forman la identidad que se mantienen más estables a lo largo de la vida, otros en cambio están cambiando de forma muy rápida en los últimos años. Las categorías que antes se consideraban congénitas, recibidas, son hoy motivo de elección. 

Estamos cambiando identidades heredadas por identidades elegidas. La paradoja es que las identidades elegidas son más frágiles que las identidades recibidas. Los tres factores de cambio que más están afectando a los cambios en la identidad son: la hiper-conectividad de nuestra generación, una sociedad más pluralista y una sociedad en la que se desdibujan y se hacen más permeables las barreras entre la identidad privada y la identidad pública. Atendiendo a este último factor podemos observar lo siguiente: 

- La membrana de separación entre lo privado y lo público se está volviendo más permeable y el concepto de privacidad o intimidad se está reduciendo. Hay una especie de exhibicionismo social y biográfico en la sociedad (en el transporte público siempre encuentro a gente retransmitiendo en voz alta sus planes de fin de semana a los que viajamos con ellos a través de un teléfono móvil). Colgamos una gran cantidad de información personal en la red y buscamos la aprobación de los demás, eso nos hace más vulnerables a la opinión de los demás. 

Alguien dijo que se está produciendo un cambio, de ser una cultura de la culpa a ser una nueva clase de la cultura de la vergüenza, al linchamiento mediático. - El colgar fotografías y vídeos en las redes sociales ha llevado a crear una autobiografía virtual, en lugar de proteger la privacidad. La generación joven es poco sensible al riesgo que esto representa, pero los datos colgados son difíciles de borrar y no sabemos el impacto que esto puede tener en manos públicas o en manos de empresas privadas. Esta tendencia está planteando un constante desafío con los datos que voluntariamente estamos colgando y el uso que se haga de ellos. Existe una Ley Orgánica de Protección de Datos y, a la vez, nosotros estamos facilitando voluntariamente más y más información en las redes que puede tener resultados inesperados e indeseados en el futuro. Lo primero que hacen las empresas antes de contratar un nuevo trabajador es mirar sus redes sociales, pero también otras compañías como las compañías de seguros antes de hacer una póliza, etc. 

Estamos cediendo un montón de datos a compañías privadas que tienen la tecnología para recoger, filtrar y usar nuestros datos para su beneficio. - Para proteger nuestra libertad, necesitamos protección de la privacidad. Probablemente nos escandaliza saber que los gobiernos occidentales han estado espiando las comunicaciones de millones de ciudadanos: e-mails, llamadas de teléfono, whatsapp, etc. Pero la realidad es que la mayoría de la información obtenida se la hemos facilitado los ciudadanos voluntariamente al colgarlo en un muro abierto al público. Básico en el pasado y la consecuencia de una larga lucha democrática, fue el tener comunicaciones privadas, el secreto postal que precisaba de orden judicial para romperlo, etc. y ha sido dinamitado por nuestros hábitos de comunicación. 

Para comprobar el grado de control al que estamos sometidos, debería bastar el dato de que siempre después de un atentado, el terrorista ha sido captado por una o más de las miles de cámaras de seguridad que hay en el entorno. Podemos fácilmente imaginar la cantidad de información sobre cada uno de nosotros potencialmente utilizable por un gobierno malvado o por empresas desaprensivas. Recordemos siempre que los Derechos Fundamentales surgieron como una forma de defensa del individuo hacia el Estado todopoderoso. La mejor forma de protección es la auto-protección. No hace falta caer en alguna de las teorías de la conspiración para ver los riesgos reales de la sobreexposición voluntaria en las redes sociales. Necesitamos recuperar la poesía de desvelarnos poco a poco a los demás en lugar de una cierta grosería de lo excesivamente obvio. 

Debemos recuperar el erotismo de mantener un ámbito privado en contraposición con la pornografía del exhibicionismo social. Tenemos que volver a tomar el tiempo de conocer poco a poco a una persona en la medida en que vamos compartiendo distintos momentos, con situaciones por las que vamos pasando y que van mostrando quiénes somos realmente, más allá de ese yo que quiero ser o del otro yo de lo que los otros piensan que soy. 

Como cristianos podemos tener una visión alternativa. En lugar de coleccionar “likes” en nuestras redes sociales, podemos buscar un solo like, el de Aquél que nos observa con misericordia y con gracia sin límites. En lugar de sentirnos intimidados por la mirada profunda de un Dios ante el que nada podemos ocultar, recordar que ese Dios que no ignora nada, nos ha amado tanto como para ofrecerse a sí mismo para hacerlos libres de aquello que nos esclaviza. 

En lugar de la imborrable huella social que dejan los datos en la red, recordar que Dios nos lleva grabados en la palma de sus manos, que la señal de los clavos que atravesaron sus manos y sus pies, son las de aquel que dijo que no se acordaría más de nuestros pecados, que los había lanzado al fondo del mar, que los alejaría tan lejos como el oriente está lejos del occidente. Finalmente, lo único que borra el registro de todo aquello de lo que debemos avergonzarnos es la sangre del único justo que ha pisado la tierra, Jesucristo, el Hijo de Dios.