AMOR ASOMBROSO

LIBRE EN CRISTO, NO ESCLAVA


Este mensaje lleva "libertad" a cientos y miles de mujeres para que puedan ser fuertes y valientes, porque la fortaleza y la valentía no es solo cosa de hombres. Mujeres sin rumbo, sin sueños, sin propósitos, castigadas, engañadas, conformándose con migajas de amor.

Mujeres que tienen entre 30 o 40 años pero su cuerpo indica mucho más, con rostros tristes y desesperanzados.

Dios puso un espíritu fuerte en toda mujer.

En más de una ocasión ese espíritu se fue opacando y finalmente la cultura lo aplastó. Otras veces, no ha tenido la oportunidad de desarrollarse porque se escondió detrás de otras personas. Sin embargo cuando ese espíritu logra salir a la luz, alcanza grandes cosas en la vida. No existe un sector en especial que le sucede esto, en realidad mujeres de cualquier edad y clase social puede vivir esta experiencia.

Toda mujer en cualquier parte del mundo tiene derecho a ser libre para hablar y desempeñarse en lo que más le guste. No se trata de una imposibilidad económica, muchas veces la imposibilidad se la impone una, por el "que dirán" o porque simplemente piensan que no son capaces de lograr metas. Muchas mujeres sienten que solo están para servir o agradar a los demás. Hay que recordar que la mujer es un ser independiente que puede valerse por si misma sin tener que estar detrás de nadie y puede lograr lo que se proponga.

La mujer no nació para sufrir o ser castigada, como han enseñado antiguamente, la mujer nació para ser feliz.

APRENDER A AMAR


“El amor debería ser una realidad en nuestra existencia, no sólo un sueño o el tema de unos versos. Es un término que ha de cobrar vida. Y nunca es demasiado tarde para experimentar el amor por primera vez”.
Debemos aprender a amar, ya que muy pocas personas saben cómo hacerlo. Todo el mundo piensa que el amor es necesario, que la vida sin el carece de sentido. Pero son muy pocos los que verdaderamente saben cómo amar, y todo lo que hacen en nombre del amor no es amor sino cualquier otra cosa.
El amor muchas veces se funde con otros muchos conceptos: celos, cólera, odio, posesión, dominación, ego. Todos ellos venenos que destruyen el verdadero néctar: amar significa deshacerse de todas estas interferencias. Sólo entonces, en ese preciso momento, un amor de una calidad inédita florecerá a nuestro alrededor. A nadie le duele el amor, nunca.
Y si te parece que el amor te ha hecho daño, la que se siente dolida no es tu capacidad de amar, sino otra cosa. Si no te das cuenta de eso, seguirás caminando en círculos continuamente. Probablemente eso que denominas amor oculta en tu interior muchas cosas carentes de amor; la mente humana es muy astuta cuando se trata de engañar a los demás y también a sí misma. La mente pone etiquetas bonitas a cosas feas, intenta tapar tus heridas con flores. Esta es una de las primeras cuestiones en la que tienes que profundizar si quieres entender qué es el amor.
El “amor” tal como se utiliza habitualmente el término, no es amor; es deseo. Y el deseo sin duda te hará daño, porque desear a alguien como si fuera un objeto supone ofender a esa persona. Es un insulto, es violento. Si te diriges a otra persona con deseo, ¿durante cuánto tiempo podrás fingir que es amor? Superficialmente parecerá amor, pero rasca un poco y verás como debajo se oculta el mero deseo.
El deseo es un impulso animal. Contemplar a alguien con deseo supone insultarlo, humillarlo, reducir a la otra persona a una cosa, a un objeto. Nadie quiere ser utilizado; es lo peor que puedes hacerle a alguien. No hay nadie que sea una cosa, no hay nadie que sea un medio para alcanzar un fin.

Esta es la diferencia entre deseo y amor. El deseo utiliza a la otra persona para colmar sus apetitos. Te limitas a utilizar a la otra persona y cuando ya has terminado de utilizarla, la tiras. Ya no te sirve, ha cumplido su función. Este es el acto más inmoral que se comete en la existencia: utilizar a los demás como un medio. El amor es justo lo contrario: supone respetar a la otra persona como un fin en sí misma. Cuando se ama a otra persona como un fin en sí misma, no hay dolor; te sientes enriquecido a través de esa experiencia. El amor enriquece a todas las personas. En segundo lugar, el amor solo puede ser verdadero si tras él no se oculta el ego; de lo contrario, se convierte en un mecanismo del ego.
Es una forma sutil de dominar. Hay que ser muy consciente de ello, porque ese deseo de dominar está profundamente arraigado. Nunca se presenta desnudo, siempre se oculta bajo maravillosos ropajes, engalanado. Ahora hablemos de amor como no sabemos verlo la gran mayoria de nosotros... Y si el amor es lo que mantiene unido al cuerpo, es fundamental, como dice el texto, que el amor sea sincero. No alcanza con que simpaticemos con nuestros hermanos. Es necesario que verdaderamente los amemos.
Se necesita amor verdadero. Como el amor con el que Cristo nos ama a nosotros. De hecho, nuestro modelo de amor no es otro que el de Cristo, que hasta entregó su vida por nosotros. Pablo pasa entonces a describir el amor verdadero, y lo hace de una manera impecable.
En primer lugar, el amor no es solamente espiritual. El amor verdadero se refleja en nuestras actitudes. Pablo usa la palabra "diligente", es decir que el que ama se mueve por aquél a quien ama. El amor es activo. Amar es dejar que las demás personas entren en nuestro corazón, que vengan a vivir en nuestras vidas. Implica comprometerse con esa persona al punto de que pasa a ser importante para nosotros.
En segundo lugar, el amor verdadero implica desear el bien de los demás, y como es diligente, el que ama busca activamente el bien de los demás. Y esto es así no sólo para las personas que también nos aman a nosotros. Aún a nuestros enemigos, a los que nos odian o nos desean el mal, tenemos que desearles el bien. "Bendigan a quienes los persigan; bendigan y no maldigan" (12:14). Y aún más, tenemos que ser también diligentes con ellos. Procurarles el bien, ayudarlos, porque el amor verdadero persigue el bien, va tras él, actúa. En tercer lugar, el amor verdadero nos lleva a ser humildes, reconociendo nuestros propios errores antes de cuestionar los errores de otros. Por eso, Pablo dice "vivan en paz con todos" (12:18). Porque el que se examina a sí mismo ignora los errores de los demás y los ama sin importar esos errores. Por eso, pagar con la misma moneda es señal de no habernos examinado a nosotros mismos. ¿Quiénes somos nosotros, seres falibles, para vengarnos de otros? ¡Como si fueramos perfectos! Sólo nos aproximamos a la perfección cuando amamos de verdad, y el amor verdadero excluye la venganza porque favorece la paz.
Y por último, el amor verdadero es empático. Pablo nos alienta a alegrarnos con los que están alegres y a llorar con los que lloran. Esto implica poder ponernos en el lugar de los demás, pero no solamente entendiendo con nuestra mente la situación que atraviesa cada uno, sino aún más, comprometiéndonos de corazón con su vivencia. Ser capaces de experimentar lo que la otra persona siente, hacer propio ese sentimiento para poder comprender verdaderamente en profundidad qué es lo que le pasa.
Eso es parte del amor verdadero.
Me sacude verdaderamente el último versículo del capítulo: "no te dejes vencer por el mal; al contrario, vence al mal con el bien". Es muy interesante que Pablo deje ahí de hablar en plural y hable en singular. Y es que está dirigiéndose en particular a cada persona que recibe ese mensaje. Eso pone en evidencia la importancia de esa afirmación. Y es que si el amor es contrario al mal, amar es vencer. Y así como el amor de Dios venció al pecado y a la muerte, nuestro amor puede vencer al mal.
Y quiero repetirlo: amar es vencer.
Me parecieron centrales los versículos del 9 al 12, que de algún modo resumen la esencia del amor verdadero. Espero que esta reflexión les haya significado tan reveladora como a mí, y que les haya sido de gran bendición. Nunca olviden que amar es vencer, y que por lo tanto el amor es lo único que puede cambiar el mundo.
Que el Dios de amor, que venció a la muerte y al pecado por medio de Cristo y de su Espíritu Santo, librándonos para siempre, los llene con su amor verdadero para que puedan vencer al mal con el bien. ¡AMÉN!
La visión que tiene la mujer acerca de la vida se extiende y reproduce en aquellos con quienes convive. Cuando hay un cambio positivo en la mujer, toda la familia recibe el impacto. Por eso es tan importante estar conscientes de nuestras actitudes.
Si vemos la vida con esperanza, nuestra familia completa heredará esa actitud.

DIOS ME SATISFACE CON LARGA VIDA


“Lo saciaré de larga vida”, Salmo 91: 16. La sexta promesa de los versículos finales del Salmo 91 se encuentra en el versículo 16. Dios no sólo dice que Él prolongará nuestra vida y nos dará muchos cumpleaños. ¡No! Él dice que nos saciará de larga vida. Hay personas que testificarían que celebrar muchos cumpleaños no es necesariamente una bendición. Pero Dios dice que Él nos dará muchos cumpleaños y a medida que lleguen esos cumpleaños, experimentaremos satisfacción.

Se ha dicho que hay un vacío con forma de Dios dentro de cada uno de nosotros. El hombre ha intentado llenar ese vacío con muchas cosas diferentes, pero nada satisfará el vacío hasta que sea lleno con Jesús. Él es la verdadera satisfacción a la cual Dios se refiere en su promesa.

Dios está haciendo la oferta. Si acudimos a Él, dejamos que Él llene el lugar vacío en el interior y le permitimos que nos ayude a cumplir el llamado que hay en nuestra vida, entonces nos dará una larga vida y nos satisfará mientras la vivimos. Solamente la persona insatisfecha puede apreciar realmente lo que significa encontrar satisfacción.

Es un hecho que Dios quiere que vivamos una vida satisfactoria, pero no pasemos por alto la promesa de una larga vida. El rey David fue el guerrero más valiente y atrevido de Israel, sin embargo, vivió una buena vejez: lleno de días, como a los autores del Antiguo Testamento les gustaba decir. Su vida estuvo llena de combate, situaciones de alto riesgo y pronósticos imposibles, no obstante, él no murió en batalla, sino que su cabeza quedó en paz en su vejez. Una larga vida es una estupenda promesa de protección.

Pablo nos hace saber en Efesios que estamos en un combate. No podemos seguir la corriente de lo que se siente bien y ganar esta batalla, porque el enemigo hará que el camino erróneo sea muy fácil de tomar.

Una vez, en una barca en el mar de Galilea, los discípulos clamaron, teniendo temor a ahogarse en la tormenta. Jesús, sin embargo, había dicho que debían pasar al otro lado. Si ellos hubieran pensado bien lo que Él había dicho, habrían sabido que la tormenta no les haría daño porque tenían la palabra de Él con respecto a una misión al otro lado del lago. De la misma manera, si se le ha prometido a usted una vida larga y satisfactoria, entonces usted sabe que atravesará las actuales circunstancias.

John Evans, un predicador galés, relató un incidente que le sucedió a un amigo durante la Guerra Civil poco después de haber recibido una comisión del capitán. Aunque muchos de los hombres en el ejército tenían poca consideración por la religión, estaba de moda que cada soldado llevase una Biblia.

Mientras seguía órdenes de quemar un fuerte, el capitán y sus hombres estaban bajo un pesado fuego del enemigo. Cuando el conflicto terminó, él descubrió que una bala de mosquete se había incrustado en su Biblia, la cual llevaba en su bolsillo. Si no hubiera sido por esa intervención, seguramente él habría muerto. Investigando más sobre el incidente, él entonces descubrió que la bala había llegado a detenerse en el versículo de Eclesiastés 11:9: “Alégrate, joven, en tu juventud… y anda en los caminos de tu corazón… pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios”. Este mensaje causó una profunda impresión en su mente, al igual que el modo en que fue dado. Como hombre no religioso, entendió que la Biblia literalmente había hecho algo más que sólo intentar salvar su alma. Como resultado, él dirigió inmediatamente su corazón hacia Dios y continuó siendo devoto en su caminar cristiano hasta una buena vejez. Él con frecuencia testificaba de cómo la Biblia aquel día se convirtió en la salvación de su cuerpo al igual que de su alma.

Dios no estaba interesado sólo en proteger la vida de ese hombre y alargarla; Él estaba más interesado en la fiel obediencia de él a medida que vivía esa vida. De la misma manera, Dios quiere que reclamemos la promesa de una larga vida, pero también quiere que utilicemos nuestra larga vida viviendo para Él. Hágase la pregunta: “¿Qué voy a hacer con mi larga vida?”.

Nada en este mundo es más confiable que las promesas de Dios, cuando las creemos, nos negamos a dudar, y hacemos de su Palabra nuestra autoridad final para cada área de la vida. Hay, sin embargo, algo único en este salmo. Se pueden encontrar promesas de protección en toda la Biblia, pero el Salmo 91 es el único lugar en la Palabra donde todas las promesas de protección están reunidas en una colección, formando un pacto escrito por medio del Espíritu Santo. ¡Qué poderoso es eso!

Yo creo que el Salmo 91 es un pacto: un contrato espiritual que Dios ha puesto a disposición de sus hijos. Se necesita con desesperación en estos tiempos difíciles. Hay algunos que sinceramente preguntan: “¿Cómo sabe que puede tomar un canto de los salmos y basar su vida en él?”. Jesús respondió esa pregunta. El valor de los salmos fue enfatizado cuando Él los citó como una fuente de verdad que debe cumplirse: Y les dijo: “Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos” (Lucas 24:44, énfasis añadido).

Cuando Jesús específicamente iguala los Salmos con la Ley de Moisés y los Profetas, vemos que es históricamente relevante, proféticamente sano y totalmente aplicable y confiable. En una época en que hay tantas incertidumbres por delante, es más que consolador entender que Dios no sólo sabe de antemano a lo que nos enfrentaremos, sino que también hace una total provisión para nosotros.

MI PASADO NO ES MI FUTURO


¿Está usted en Cristo? Entonces debe dejar ir lo antiguo. Se ha ido. Una nueva forma de vivir ha sido preparada para usted. Debe usar el don de la fe para ingresar en esta vida nueva. Deje ir su pasado, porque su pasado no es su futuro. Dios es el Señor de nuestro futuro. Él tiene planes para nosotros. Él siempre está planeando con antelación para que no tengamos que hacerlo nosotros. Todo lo que tenemos que hacer es confiar en Él y aprender sus caminos. Sus sendas son más elevadas y más sabias, y Él nos dice claramente que olvidemos nuestro pasado.

Filipenses 3:13–14 nos instruye que olvidemos lo que está detrás. Nos exhorta a luchar por lo que está delante, alivianándonos de la carga de nuestro pasado. Esa es la única forma en que podemos tener la fuerza necesaria para perseverar hacia nuestra meta.

¿Cuántos corredores de maratón llevan mochilas? Si comienzan con una, pronto la arrojan para poder aliviar su peso y terminar la carrera. Los corredores de maratones compiten con la menor cantidad de artefactos y llevan sólo lo que es necesario para su viaje.

Nosotros también corremos una carrera. No es sólo una carrera física, sino también una espiritual. Eso es lo que hace que la carrera sea diferente. Proverbios 4:18 nos dice que el camino se vuelve más claro y distinto cuando lo caminamos: “Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto”. Siempre que avancemos, nuestra luz se incrementará. No podemos avanzar cuando miramos hacia atrás, así que debemos volvernos al Hijo y seguir su luz.

Con cada paso, abandonamos el reino de la oscuridad y viajamos con mayor profundidad hacia su luz, hasta que brille más que la luz del día. Algunos de ustedes están corriendo con mochilas llenas de piedras, porque intentan llevar su pasado al futuro. Otros de ustedes miran hacia atrás. Tal vez teman que su futuro sea como su pasado. Ahora es el momento de poner a descansar el pasado.

Cuando nos excusamos por nuestra conducta por nuestro pasado, decimos: “Me he ganado el derecho a ser de este modo por lo que me hicieron”. Esta actitud traiciona la presencia de la falta de perdón en nuestro corazón. El perdón es la propia base del evangelio. Sin perdón, no hay remisión del pecado. La falta de perdón nos mantendrá atados al pasado. “No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados.” —Lucas 6:37

La falta de perdón inevitablemente nos hace perder la visión de nuestra propia necesidad de perdón. Tenemos la promesa de Dios de que si perdonamos, seremos perdonados. Cuando no perdonamos, el peso de nuestros propios pecados vuelve a pesar sobre nosotros. El perdón de Dios es la propia fuerza que nos libera de nuestro pasado. Incluso, podemos liberar a los demás, porque “a quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos” (Juan 20:23).

Pero recuerde: Al no perdonar a los demás, tampoco se nos perdona a nosotros. Algunos de nosotros hemos retenido el perdón como una forma de castigo cuando, al final, sólo nos estamos castigando a nosotros mismos. ¿Valdrá la pena?

INTERCAMBIO DE MIRADAS


54 “Y prendiéndole, le llevaron, y le condujeron a casa del sumo sacerdote. Y Pedro le seguía de lejos.
55 Y habiendo ellos encendido fuego en medio del patio, se sentaron alrededor; y Pedro se sentó también entre ellos.
56 Pero una criada, al verle sentado al fuego, se fijó en él, y dijo: También éste estaba con él.
57 Pero él lo negó, diciendo: Mujer, no lo conozco.
58 Un poco después, viéndole otro, dijo: Tú también eres de ellos. Y Pedro dijo: Hombre, no lo soy.
59 Como una hora después, otro afirmaba, diciendo: Verdaderamente también éste estaba con él, porque es galileo.
60 Y Pedro dijo: Hombre, no sé lo que dices. Y en seguida, mientras él todavía hablaba, el gallo cantó.
61 Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palab ra del Señor, que le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces.
62 Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente.” Lucas 22, 54-63

La negación de Pedro nos resulta muchas veces un evento incomprensible.

¿Cómo fue posible que este hombre, uno de los tres más íntimos del maestro, a quien el Padre mismo revela la naturaleza de Jesús y a quién Jesús deja ver de antemano su gloria venidera en la transfiguración, pueda sucumbir ante la interrogación de una criada y dos hombres?

Evidentemente Pedro no se conocía en profundidad, estaba muy seguro de sus convicciones y no sentía temor alguno al afirmar ante Jesús y el resto de los apóstoles: “Aunque todos estos pierdan su fe en ti, yo no” y cuando Jesús le dice que antes que cante el gallo lo habrá negado tres veces, él contesta: “Aunque tenga que morir contigo no te negaré”.

Pedro se atrevía a contradecir al Maestro, confiaba más en sí mismo que en lo que J esús le estaba revelando que veía en él. Esta actitud lo hacía sumamente vulnerable al enemigo y de hecho éste no desaprovechó la oportunidad.

El evangelio de Lucas menciona que Jesús volteó y miró a Pedro tras la negación, sin embargo nada dice respecto de ese intercambio de miradas. Sólo que provocó a Pedro a llorar amargamente.

¿Cómo imaginamos que fue ese intercambio de miradas? ¿Qué decían los ojos de Jesús? ¿Qué decían los ojos de Pedro?

Jesús conocía a Pedro, sabía lo que había en su corazón, sabía también que Pedro no se conocía a sí mismo, sabía de la amargura de su corazón antes de que el propio Pedro pudiera experimentarla.

Jesús amaba a Pedro así como él era, con sus errores y debilidades, con sus idas y venidas. Sabía que sus discípulos se dispersarían, que todos perderían la fe en Él, sin embargo eso no lo detuvo, prosiguió a cumplir aquello por lo cual había venido.

La mirada de Jesús no podría haber sid o otra que una mirada compasiva, llena de misericordia, a Jesús le dolía más la amargura del propio Pedro, que la ofensa que le significaba la negación de su persona. Y no cabe duda de ello, pues Jesús iba a la cruz por ese Pedro, a causa de esa naturaleza, y lo hacía por amor.

Entre los encuentros del Jesús resucitado con sus discípulos, se relata un diálogo muy conocido entre Pedro y Jesús en el capítulo 21 del evangelio de Juan:

15” Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos.
16 Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas.
17 Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes qu e te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.
18 De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras.
19 Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios. Y dicho esto, añadió: Sígueme.”

Aquí nos encontramos con un Pedro muy diferente, algo había cambiado en su interior, había aprendido la lección. Consciente de lo engañoso de su corazón, ya no dice: “Señor, yo te amo más que estos.” Ahora responde: “Señor, lo sabes todo; sabes que te amo. Pedro había dejado de lado el Yo para dar paso al Tú de Cristo.

Jesús no desecha a Pedro por su error, no menciona la negación, no le reprocha nada, no le saca del servicio, por el contrario, renueva su mandato: “Apacienta mis ovejas” y finalmente le dice “Sígueme”.

Jesús nos deja un claro doble ejemplo de cómo deben ser nuestras actitudes para con los demás, a la vez que nos deja claro cómo es Él con nosotros. Necesitamos el amor de Jesús en nuestros corazones para poder amar como Él amó.

Si hoy sientes amargura en tu corazón por haber de alguna manera “negado” a Jesús, te invito a que busques su mirada, sin miedo, pues no encontrarás allí reproches, ni rechazo sino la mirada mansa de un Cristo que todo lo conoce y que a pesar de tu negación nunca dudó en subir a la cruz por ti. Él renovará tu llamado y te dirá una vez más “sígueme”.

EL ANGEL DE LA PAZ


“¿Qué me está pasando?” Ese pensamiento estalló en mi mente, mientras me tambaleaba ante la vista de la vasta e insondable profundidad debajo de mí. “¿Estoy soñando? ¿Estoy muerta? ¿Estoy viva?” Mil preguntas corrieron en mi mente como extraños objetos no identificados flotando alrededor de mí. Parpadeé, tratando de aclarar mi visión, pero era como un sueño extraño, sin algún punto de referencia familiar al que pudiera asegurar mi cordura.

“¡Ayúdenme! ¡Ayúdenme!” Mi grito estalló desde lo más profundo de mi ser, mientras miraba con desesperación hacia el infinito y sin camino a mi alrededor. Luché en vano para volver a la seguridad de mi país, mi hogar y mi familia. Una luz brillante apareció muy por encima de mí. Al igual que una estrella gigante, su destello de luz disipaba la oscuridad, a medida que descendía. Todo mi ser estaba sumergido en un resplandor glorioso.

Me acerqué con cautela, mientras se convertía en el ser más magnífico que jamás había visto. En su cabeza había una corona de joyas de luz agrupadas. En su mano izquierda sostenía una simple cruz. En su mano derecha empuñaba un sable de luz y, mientras avanzaba hacia mí, luz fluía de ella y me tocó.

Al instante, todo un nuevo mundo de sensaciones llenó mi ser. Los temores e incertidumbres desaparecieron y me llenó un deseo irresistible de ir con ella. Sin embargo, paralizada por el asombro y la maravilla, sólo podía ponerme de pie y mirar. Curiosamente, todo lo que mi mente podía pensar era: “¿Cuál es su nombre?”. Como me quedé boquiabierta, ella habló.

“¡Entonces, Marietta! ¿Te gustaría saber quién soy?”, ella sonrió. “Yo soy el ángel de la paz. He sido enviada para mostrarte lo que le sucede a los seres humanos cuando dejan este mundo. Si deseas conocer la respuesta a esta pregunta, sígueme.” Mi mente estaba corriendo. ¿Cómo me metí en esto? ¿Qué yo había hecho para traerme a este lugar extraño?

Durante mucho tiempo antes de que esto sucediera, había luchado con las grandes interrogantes de la vida. Un par de cosas se habían vuelto más claras a medida que le daba vueltas en mi cabeza una y otra vez, y llegué a una serie de conclusiones simples. Éstas fueron: perseguir el dinero y las buenas cosas nunca puede hacerte feliz; las relaciones te pueden fallar (nadie es perfecto); y muchas tradiciones religiosas no son confiables.

Mientras miraba a mi alrededor, pude ver claramente que muchas personas no estaban contentas y ansiaban la paz. Yo había pensado mucho y cuestionado duramente, tratando de aprender sobre el alma humana y por qué se comporta como lo hace. Cuanto más pensaba en estas cosas, más me daba cuenta de que no podía encontrar las respuestas por mí misma. Yo quería respuestas apasionadamente, en especial a la pregunta más importante de todas: “¿Qué nos pasa cuando morimos?”. No pude llegar a una conclusión satisfactoria. En medio de esta confusión, me encontré aquí, en el más extraño de los días extraños.

Todo había comenzado lentamente y poco a poco. Me había convertido progresivamente en alguien menos y menos consciente de las cosas físicas que me rodeaban. Mi ser interior parecía ser más fuerte y, de alguna manera, más consciente. Los objetos en la habitación, las paredes, techo y muebles, se convirtieron en sombras y, finalmente, desaparecieron por completo. Entonces me encontré en este nuevo mundo increíble con las experiencias extraordinarias que me trajo.

Desde mi regreso, he tenido mucha gente preguntándome lo que pasó. He tratado de contarles porque es para eso que me mostraron todas estas cosas, pero lucho con esa petición. Simplemente, no hay manera en el mundo de describir completamente las cosas que vi más allá de la tierra. Nuestras palabras, incluso, podrían estropear la belleza y la perfección de las cosas celestiales que están allá fuera.

Pero tengo que completar la tarea que me han dado, así que voy a tratar de describir lo que vi. Lo único que pido es que ustedes, que leen esto, miren más allá de mis deplorablemente inadecuadas palabras, y traten de ver algo del verdadero poder, la belleza gráfica y la gloria divina de las cosas que vi.

“Sígueme”, dijo el ángel, pero antes de hacerlo, mira hacia atrás y obsérvate a ti misma.”

Yo miré muy por debajo a través del espacio nublado y oscuro, y finalmente pude ver mi cuerpo inmóvil. En torno a mí, estaban mis amigos preocupados que me llamaban y me sacudían frenéticamente, tratando por todos los medios posibles de despertarme, pero sin éxito.

“Este es el punto de vista humano de la vida”, dijo mi guía angelical. “Mira a tu familia. Te aman y lloran por ti. Todo ser humano pasa por problemas y angustias y, finalmente, la muerte. Pero les está oculta la verdadera imagen de lo que sucede después de todo eso.

“Hay millones y millones en todo el mundo. Están llenos de esperanza, ambición y problemas. Entonces, finalmente, la muerte llega. Todos ellos tienen miedo de la muerte. Es un destructor implacable y acorta la vida. Generaciones van y vienen, una tras otra en rápida sucesión.”

Tímidamente hice una pregunta. “Sé que soy joven y no sé mucho, pero he estado pensando mucho en estas cosas. Un día, todas estas personas morirán. ¿Qué pasa con ellos? ¿Tienen un lugar a dónde ir? ¿Puedes llevarme con ellos? ¿Puedo ir y estar con mis seres queridos que ya han muerto?”

Esperé por su respuesta. Me di cuenta de lo mucho que increíblemente quería saber. Por mucho tiempo, esta pregunta me había perseguido, día y noche. Sin poder compartirla, la había enterrado en lo más profundo dentro de mí, donde daba vueltas y vueltas. La respuesta siempre era difícil de alcanzar. Ahora, de manera notablemente inesperada, este ángel de la paz se posaba delante de mí, enviado desde el otro mundo. Yo estaba al borde de un descubrimiento monumental, uno que por fin podría resolver estos asuntos que me habían afectado.

—Extracto tomado del libro Nueve días en el cielo de Dennis y Nolene Prince; esta es la historia verídica de Marietta Davis en el verano de 1848. Una publicación de Casa Creación.

VUELVE A FLUIR LIBREMENTE


En los tiempos del Antiguo Testamento, detener los pozos de agua con piedras era una de las armas utilizadas para vencer a los enemigos (vea 2 Reyes 3:19). Nuestro enemigo, el diablo, sigue utilizando hoy esa arma contra nosotros.

Creo que usted y yo nacimos abiertos y libres con capacidad para fluir. Pero con el tiempo, nuestro enemigo, Satanás, viene y comienza a arrojar piedras en el pozo de nuestro ser interior como piedras de abuso, sufrimiento, rechazo, abandono, incomprensión, amargura, resentimiento, autocompasión, venganza, depresión, desesperanza, y la lista continúa. Para cuando nos convertimos en adultos, nuestros pozos están tan llenos de piedras que están obstruidos y ya no fluyen con libertad en nuestro interior. De vez en cuando, podremos sentir un pequeño borboteo en nuestro interior, pero nunca parecemos experimentar la liberación total necesaria para que las aguas de nuestras almas vuelvan a fluir libremente.

Es interesante que cuando Jesús fue a levantar a Lázaro de entre los muertos, ordenó: “Quiten la piedra” (Juan 11:39). En un sentido similar, creo que el Espíritu Santo quiere quitar las piedras que han estado obstruyendo nuestros pozos de agua viva.

Cuando habló del agua viva en Juan 7.37-39, Jesús no dijo que de aquellos que crean en Él, sólo fluirían ríos de agua viva de vez en cuando. Dijo que estos ríos de agua viva fluirían continuamente. Esa agua viva es el Espíritu Santo. Aquí Jesús se estaba refiriendo al derramamiento del Espíritu Santo, el cual hemos recibido (los que hemos aceptado a Jesús como Señor y Salvador). Permita que el poder del Espíritu Santo quite las piedras que bloquean el pozo de su vida, y deje que el agua de vida en su interior sea libre para volver a fluir.

BAJO LA MISMA MISION


El león invita a la leona a descansar a la sombra de su protección, y ella le invita a él a celebrar la bondad y la promesa que ella proporciona. Él protege la vida de ella, y ella a su vez le da un legado. Piense en un momento en la palabra sumisión. ¿Qué viene a su mente? Probablemente Efesios 5:22, sobre que las esposas se sometan a sus esposos. Curiosamente, muchos cristianos han tomado este versículo y han creado una definición extrema y limitadora de la palabra. Yo creo que la palabra sumisión ha sido distorsionada, llevada muy lejos de la intención de Dios para ella. Muchas mujeres cristianas han creído que su valor principal yace en su capacidad de servir a los hombres. No han entendido que hablar en la iglesia, dando sus opiniones con respeto, o asumir la responsabilidad de un papel de liderazgo es servir.

Oí una definición de la palabra sumisión que encajaba y estaba en consonancia con el plan de Dios para todos los cristianos, no sólo las parejas. Piense en lo siguiente: el prefijo su- significa “bajo”, y misión es una tarea. Si los unimos, podemos sacar la conclusión de que sumisión significa “bajo la misma tarea o misión”. Personalmente, John y yo estamos bajo la misma misión. Estamos comprometidos a criar hijos piadosos y edificar un matrimonio sano y vibrante. En la esfera de la iglesia, nuestra misión es apoyar a pastores y fortalecer a individuos.

Pero piense en ello. ¿No somos todos ministros de reconciliación, embajadores de Dios a los perdidos? Los siguientes versículos captan nuestra misión como embajadores de Dios varones y hembras: “Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándole en cuenta sus pecados y encargándonos a nosotros el mensaje de la reconciliación. Así que somos embajadores de Cristo, como si Dios los exhortara a ustedes por medio de nosotros: «En nombre de Cristo les rogamos que se reconcilien con Dios». (2 Corintios 5:19-20, énfasis añadido)

Lo fundamental: ellos sabrán que nuestro Jesús es real cuando nos amemos y trabajemos bien los unos con los otros. Ese debería ser el objetivo conjunto de todos los hombres y mujeres, sean solteros o casados, líderes o laicos. La fuerza de la Caída ha terminado.

El perdón de Dios se ofrece libremente a todos. No hay necesidad de culpar a nadie si el sacrificio de Él nos ha considerado intachables a todos. Dios quiere que todos nosotros, varones y hembras, ¡digamos a todo el mundo lo que Él está haciendo! En cambio, hemos estado demasiado ocupados diciéndonos los unos a los otros qué podemos o no podemos hacer.

Él quiere que trabajemos juntos como influencias persuasivas que alienten y convenzan a hombres y mujeres de que desechen sus conflictos (cualesquiera que puedan ser) y entren en la obra de Él. Este tema de la resolución de conflictos debería aplicarse a cada área de las relaciones humanas. Este mandato no es tan sólo un tema de género; es también de raza, socioeconómico, familiar, de la iglesia y de la dinámica en el ámbito de trabajo. ¡Él quiere la reconciliación para todos nosotros!

Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo! Todo esto proviene de Dios, quien por medio de Cristo nos reconcilió consigo mismo y nos dio el ministerio de la reconciliación. (2 Corintios 5:17-18)

“Alguno” significa, bueno, cualquiera. Cualquier hombre, cualquier mujer, cualquier niño unido a Cristo es creado de nuevo. La vieja vida desaparece. El verbo ha llegado en el versículo anterior es un verbo que significa “crecer mucho”. Es una interesante elección de palabras, que implica multiplicarse, prosperar, crecer rápidamente y desarrollarse. Nuestra nueva vida en Cristo es algo más que un concepto de sustitución. Es vida multiplicada en el interior, y está a disposición de cualquiera.

Los leones y las leonas ya han establecido sus relaciones mutuas. Las leonas entienden que están bajo la misma misión que el león. ¿Cuál es su misión? Es establecer una generación de leones con legado y fortaleza. Para lograrlo crían, protegen y sostienen bien a sus cachorros. Tanto el león como la leona tienen un papel que desempeñar dentro de esa misión, y ninguno de los felinos usurpa el papel del otro.

DESPUES DE LA CAIDA

O EL CIELO O EL INFIERNO

SONRIE

EL RAPTO

DECLARO