A TRAVEZ DE LA TORMENTA



Cuando nos damos cuenta que hay tormentas que se agitan en nuestras vidas, es natural buscar primero una causa externa para explicar el problema. Pero, a veces, las tormentas que encontramos no tienen un origen externo. Vienen de adentro, alimentadas por la creencia de que el Señor no puede realmente ayudarnos a salir de la dificultad.

En la Biblia encontramos que Noé enfrentó la tormenta más grande que la tierra ha conocido: el diluvio del Génesis. Pero él estuvo preparado para la inundación y equipado para sobrevivirla. ¿Por qué razón? Porque tenía paz con Dios, y porque supo cómo responder a la insólita orden del Señor. Noé
fue fiel, obediente y perseverante. Su ejemplo nos enseña cuatro secretos para mantener firme la fe en medio de las tormentas que pueden devorar nuestras vidas. Noé caminó con Dios Génesis 6.8, 9 nos da una descripción breve, pero impresionante de él. “Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová… Noé, varón justo, era perfecto en sus generaciones; con Dios caminó Noé”.

Mucho antes de que la tormenta del Génesis fuera anunciada, Noé era ya un
hombre hecho para soportarla por lo que él era interiormente. Es descrito como “perfecto”, no porque hubiera logrado una pureza intachable, sino porque decidió depender con firmeza del Creador. Como resultado de esa decisión, Noé recibió la bendición de la gracia inmerecida pero inconmovible
de Dios. Como cristiano, usted también tiene este privilegio. La gracia inmerecida del Padre celestial le permite vivir para Él. Sin embargo
¿está usted respondiendo a este privilegio buscando la presencia de Dios y esforzándose por conocerle más? Propóngase a caminar con Dios, buscándole a través del tiempo invertido en su Palabra y en la oración, y así
echará las bases necesarias para mantenerse firme cuando las tormentas golpeen su vida.

Noé obedeció a Dios

El relato de Génesis nos dice en dos ocasiones que Noé hizo exactamente lo que el Señor le ordenó. El primer caso está en Génesis 6.22, cuando Dios le dice que vendría un diluvio, le da especificaciones para construir el arca y le promete resguardar a su familia y a dos animales de cada especie. El segundo caso aparece en Génesis 7.5, cuando Dios le dice que introduzca a su familia y a todos los animales en el arca, porque siete días después comenzaría la lluvia.

Es significativo que el escritor de Génesis haya decidido hacer hincapié en la firme obediencia de Noé. Aquí tenemos a un hombre ya acostumbrado a obedecer a Dios. Por eso, cuando el Señor le dice que haga algo increíble —una tarea intimidante y que además provocaría burlas y ataques
contra él— Noé siguió delante. Después, ya terminado el trabajo y con la tormenta cerca, estuvo ya listo para meter a su familia dentro del arca y hacer preparativos para todo lo que viniera después.

Obedecer al Señor no siempre es fácil, porque muchas veces parece ilógico desde el punto de vista terrenal. Pero siempre que usted decide obedecer, sus dudas se extinguen y se fortalece su confianza en Dios. De esa manera, su obediencia le permite confiar plenamente en la provisión y en el cuidado del Señor cuando vengan las pruebas. Noé puso en práctica su fe en Dios Hebreos 11.7 dice: “Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe”. Noé puso de manifiesto una fe y una perseverancia interiores que prefiguraban el tipo de compromiso que Dios nos pide a nosotros en Santiago 1.2-8. Aquí aprendemos dos principios en cuanto a la fe:

1. La fe verdadera produce crecimiento (vv. 2-4). “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna”.

2. La fe verdadera produce constancia (vv. 6-8). “Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues,
quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos”. ¿Qué tempestad está usted enfrentando hoy? ¿Una relación que se está debilitando? ¿Un diagnóstico médico terrible? Con santo y reverente temor a su Señor, ponga en práctica su fe, y confíe en que Él le sacará adelante en la prueba. Los caminos del
Señor podrán no ser los de usted, pero son siempre los mejores (Is 55.8, 9).
Noé esperó en Dios y él le honró. Noé, su familia y la multitud de animales
pasarían, en total, todo un año en el arca (Gn 8.13, 14). Fue una cantidad importante de tiempo hasta esperar que las aguas se retiraran, especialmente sin tener ninguna idea de lo que sería el mundo cuando eso
sucediera. Pero la fortaleza interna de Noé, forjada por una vida dedicada a Dios, le dio la paciencia para perseverar hasta que pasaron la tormenta y sus secuelas.

Cuando finalmente salió del arca, Noé construyó un altar que agradó al Señor (Gn 8.20-22), y recibió una nueva orden, la misma que había sido dada a Adán y Eva: “Fructificad y multiplicaos; procread abundantemente en la tierra” (Gn 9.7). Noé había soportado la tormenta, y por eso fue honrado por Dios con una nueva misión en su vida: la de restaurar la tierra. El Señor hace lo mismo con sus hijos hoy.
Travis Boyd tenía 12 años de edad cuando su madre, Liz Holmes, murió en los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. Más tarde, él dijo que lloraba por ella en medio de la noche, hasta que el cuerpo se empapaba con un sudor frío. Pero en esas circunstancias encontró esperanzas por su fe en Jesucristo. Le contó al periódico USA Today: “Yo sabía que Dios me ayudaría a salir adelante. Es lo que Él hace”.

Siguió diciendo: “Sabía que Dios hace las cosas por alguna razón, no de la forma ni en el momento que nosotros queremos”. Hoy, Boyd ha salido triunfante de esa gran tormenta que hubo en su vida. Figura en la lista honorífica de Virginia Union University y ha creado una coral religiosa.

Esperanza después del desastre. Calma en medio de la tormenta que se agita por dentro. Eso es lo que usted experimentará al aprender, como lo hizo Noé, a confiar en Dios y en sus caminos. Él le ayudará a capear todas las tempestades que vengan contra su vida.