LIBRE AL FIN

En sus 245 páginas, Larry Huch comparte con usted la forma en que una maldición familiar le acosó hasta que buscó la sanidad de Jesucristo.
Cuando contempla su historia familiar o la de su esposa, ¿encuentra en ella un esquema de sufrimiento constante? ¿Existe un hilo común de enfermedades o de circunstancias que van de generación en generación? Si es así, este libro es para usted. Depresión, ira, maltrato, inseguridad, drogas, alcohol, comidas, ... Son incontables las formas en que lo pueden afectar las iniquidades de los padres, dañinos esquemas que se han ido pasando, consciente o inconscientemente, a lo largo
de las generaciones.
¡Pero usted se puede librar de ellas!
En este revolucionario libro, el pastor Larry Huch revela poderosas verdades tomadas de las Escrituras, para mostrarle como puede romper las maldiciones generacionales y comenzar a recibir las bendiciones de Dios en todos los aspectos de su vida. El autor
"Libre Al Fin tiene un mensaje para esta generación: un mensaje que Larry Huch ha experimentado en su propia vida. Jesucristo nos puede liberar de toda maldición generacional que nos haya mantenido cautivos. Usted puede ser libre y, en lu
gar de maldiciones, puede tener bendiciones. Entonces las bendiciones pueden pasar a toda su familia e incluso más allá a las generaciones futuras".

Capítulos

Parte I: Identificación Y Compresión De Las Maldiciones
1.- Recibir Vida Nueva
2.- Las Maldiciones Generacionales
3.- ¿De
Dónde Salió Eso?
4.- De Tal Palo Tal Astilla, Nunca Más
5.- Quitar La Carga Y Destruir El Yugo
6.- La Maldición Sobre Una Nación
7.- La Inversión De Una Maldición Nacional
8.- La Sangre De Jesús Tiene Más Poder Del Que Usted Cree

Cuando contempla su historia familiar o la de su esposa, encuentra en ella un esquema de sufrimiento constante? Existe un hilo comun de enfermedades o de circunstancias que van de generacion en generacion? Si asi es, este libro es para usted.

Depresion, ira, maltrato, inseguridad, drogas, alcohol, comida... Son incontables las formas en que lo pueden afectar las "iniquidades de los padres", daninos esquemas que se han ido pasando, consciente e inconscientemente, a lo largo de las generaciones

10 MALDICIONES QUE BLOQUEAN LA BENDICION


Larry Huch, fundador y pastor principal de DFW New Beginnings en Irving, Texas, condensa en un innovador libro, las 10 Maldiciones que bloquean la maldición. Una obra en la que el autor comparte su experiencia personal con una vida de enojo, drogadicción, crimen y violencia.

Desde muy temprana edad Larry se inmiscuyo en el mundo de las drogas, consumiendo y traficando con ellas, para financiar su vicio. En la introducción del libro relatan que “él guardaba en su casa el dinero en efectivo en una caja junto con grandes cantidades de cocaína y heroína”. Un día en la sala de su casa, debido a una sobredosis por poco pierde la vida. “Antes de la sobredosis, yo hubiera pensado que era un ateo.
Mas cuando me estaba muriendo, no pude hacer otra cosa que clamar a Dios desde lo profundo de mi alma y deje, ‘Dios, por favor, no permitas que muera sin encontrar la felicidad’. En ese momento, supe que iba a vivir y que había sido salvo por la Gracia de ese Dios desconocido”, recordó el autor.
Luego de esa mala experiencia con el abuso de las drogas, Larry comenzó a buscar una experiencia autentica con Dios. Se mudó a Flagstaff, Arizona, y por invitación de un amigo llego a la iglesia, en donde tuvo un segundo encuentro Dios. Al poco tiempo su deseo de usar drogas comenzó a desaparecer. “Me sentí tan profundamente feliz y completo que ya no necesitaba, ni quería las drogas”, manifestó. Hoy en día Larry Huch desde su iglesia en Texas, ministra a más de cinco mil personas, incluyendo pastores que asisten a su conferencia Anual de Liderazgo Mundial. Y junto con su esposa Tiz, han sido pioneros de siete iglesias en los Estados Unidos y Autralia.
En su primer libro titulado “Libre al fin”, Larry narra su testimonio completo, y en su más reciente publicación, el autor muestra cómo rompió esas maldiciones, y, revela cómo el lector puede revolucionar su vida, si decide liberar la bendición. Según Larry, la maldición de la palabra expresa, el legalismo, la falta de perdón y la idolatría, son sólo algunas de las 10 Maldiciones que bloquean la bendición. Y en su libro, además de describir detalladamente la forma en que el lector puede identificar las señales de una maldición, revela la guía para ponerles fin, y poder de una vez por todas, darle marcha atrás a las maldiciones que bloquean sus bendiciones.¿Sufre usted de depresión, disfunción familiar, infelicidad conyugal u otros problemas y no puede superarlos? En las páginas de este innovador libro, 10 Maldiciones que Bloquean la Bendición, Larry Huch comparte su experiencia personal con una vida de enojo, drogadicción, crimen y violencia. Él muestra cómo rompió esas maldiciones, y, revela cómo usted puede. Usted no tiene que batallar más. Decídase a revolucionar su vida. ¡Usted puede darle marcha atrás a las maldiciones que bloquean sus bendiciones! ¡Sea libre hoy!

SANA TUS ALAS ROTAS

Hay diferencias en el diseño del hombre y de la mujer y estas señalan la perfección de Dios creando dos personas con características específicas, a fin de que cada parte sea complemento de la otra.

Por muchos años había creído que los varones, por el simple hecho de ser varones, tenían una extensa lista de prerrogativas tales como ser autoridad sobre la mujer, gozar de más inteligencia, más capacidad para hacer negocios, merecedores de los mejores puestos y salarios en las oficinas y mucho más.

Sin embargo, a medida que he ido madurando, sobre todo, al ir aprendiendo en la escuela de la vida de Dios, me he dado cuenta de que realmente hay hombres muy inteligentes, con muchas capacidades según su área de trabajo, excelentes líderes y que muchos merecen los salarios que devengan. Pero… también he descubierto una verdad paralela: las mujeres también poseen una inteligencia admirable, indiscutibles capacidades y son excelentes líderes, porque han sido creadas a la imagen de Dios.

El relato de la creación del Génesis (Gn 1) no deja lugar a dudas sobre la igualdad fundamental entre el varón y la mujer: «Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra; y sojuzgada, y señoread….» Al varón y la mujer les fue dada, por la imagen de Dios, igual dignidad, jerarquía y visión.

Hay diferencias en el diseño del hombre y de la mujer, mas estas no establecen jerarquía o superioridad de uno sobre el otro, sino señalan la perfección de Dios creando dos personas con características específicas, a fin de que cada parte sea complemento de la otra. Sin embargo en este artículo no se pretende discutir este tema, ya analizado por teólogos y biblistas, sino analizar el sufrimiento de la mujer resultante de un mundo pecaminoso y proponer la participación de ella en cambios que agraden a Dios.

Lo increíble es que en nuestra cultura latinoamericana la mayoría de las mujeres sufren simplemente por su género. He descubierto en el seno mismo de la iglesia, en hogares de cristianos, incluso en familias de pastores, que algunas mujeres son tratadas como ciudadanos de segunda clase, lo que conlleva un profundo sufrimiento. Muchas son rechazadas desde el vientre materno sólo por su género. En cierta oportunidad una mujer me relató que su esposo la había abandonado porque ella le había dado cuatro hijas; él siempre había querido tener un varón y como no lo consiguió, se marchó… a pesar de que son los hombres que determinan el género del bebé.

Cuando he compartido en diferentes lugares con grupos de mujeres, he descubierto con dolor que aproximadamente 80% de ellas han sufrido desdén desde temprana edad, e incluso abusos físicos, verbales, violaciones, y diferentes tipos de maltrato (muchas veces por sus propios padres o por familiares). Han llevado pesadas cargas que no han dejado florecer su verdadera identidad y honor dado por Dios. Han luchado para hacer su contribución singular en la sociedad pero han sufrido el desgaste de una lucha que nunca parece terminar. En toda Latinoamérica se puede observar esta triste realidad en el rostro de la mayoría de las mujeres. Rostros que denuncian su profundo dolor.

Las niñas que han sufrido se convierten en muchachas que son conquistadas por un «galán». En ese tiempo la mujer se siente atraída, pues el conquistador le despierta la conciencia de que ella es especial, porque desde que la conoció le ha ofrecido protección y atención, y ha producido en ella la oportunidad de soñar con una vida diferente, llena de esperanza, de ilusiones… Y como una niña inocente, con el firme deseo de realizar su sueño de casarse y formar su propio hogar (para escapar de una vida difícil y miserable) cree en el conquistador… Entran al matrimonio con traumas no resueltos, los cuales posiblemente, por no recibir la ayuda necesaria, nunca resolverán. Muy pronto el tiempo de conquista llega a su fin, y lastimosamente, el «cuento de hadas» se acaba y se repite la cruda realidad. El maltrato aceptado y los roles ya establecidos como «normales» por una sociedad machista, comienzan a darse de manera natural sin que nadie se inmute por ello.

Muchas creen que al contraer matrimonio van a liberarse de todo el sufrimiento y con el afán de liberarse de este estilo de vida, aceptan con sencillez la nueva vida que se les ofrece. Empero, no siempre obtienen una felicidad integral, pues, lamentablemente, muchas han sido formadas para hacer que otros sean felices y ellas simplemente sean el medio de esa felicidad. Todavía me estremece el comentario que en una ocasión me hizo una señora: «Yo soy el trapito que limpia el vidrio para que otros vean.»

El menosprecio a la mujer se manifiesta hasta en el humorismo, el cual revela el predominante concepto patético de nuestra sociedad, según el cual la mujer fue creada para ser utilizada por el hombre. Esto se aleja diametralmente del diseño original de Dios, donde se promulga el compañerismo y no el señorío del uno sobre la otra. No existe ninguna evidencia bíblica de que la creación de la mujer haya sido defectuosa ni de que el propósito de nuestra creación haya sido para que fuésemos usadas por el varón y aun descartadas por él. El pecado ha pervertido el plan de Dios.

El maltrato se presenta en cualquiera de sus facetas: físico, emocional, sexual, amenazas, intimidación, el arma del silencio, despotismo, presión financiera, violencia contra la propiedad, aislamiento, humillación, abandono, etcétera. Y como si esto no fuera suficiente, la mayoría son víctimas de infidelidad conyugal. La mujer se llega a acondicionar de tal forma al sistema machista que llega al extremo de creer que la infidelidad es normal y en medio de un caso de infidelidad se dicen unas a las otras: «Yo creo que es un desliz, perdónalo por esta vez, ¿quién no lo ha hecho?». Decían las abuelas de una generación anterior a la mía, con el fin de tolerar el adulterio de los varones: «Los hombres son de la calle y las mujeres de su casa», «De la puerta hacia fuera, los hombres son libres de hacer lo que se les plazca».

Muchas hemos sido enseñadas en ese contexto. Y para añadir dolor sobre dolor, hay algunas que erradamente son moldeadas a que se consideren culpables de la infidelidad de sus parejas. Las causas supuestas de dicha culpabilidad son incontables: Aumento de peso, falta de una atención «como se merece», falta de habilidad culinaria, y menor formación académica, (lo cual establece un abismo entre ambos), etcétera. Sin embargo he visto a chicas muy lindas, profesionales y formadas en el seno de buenas familias, engañadas por sus esposos. Pareciera que eso es lo normal y las mujeres han aceptado este hecho social de generación en generación, y lo han tolerado por considerarlo inevitable o que su deber es sufrir.

Hay otro elemento en esa realidad de menosprecio que vive la mujer: debemos dar todo por poco o muchas veces por nada. Aunque una mujer se haya esforzado para alcanzar una carrera universitaria, se le requiere o casi se le obliga a que se niegue a sí misma el uso y desarrollo de sus capacidades cuando se casa, y en ese nuevo estatus, dirigida por la idiosincrasia de la sociedad, debe dedicarse exclusivamente al rol de ama de casa. Mujeres de una generación no muy lejana a la mía, comentan que sus padres les decían… «¡No! ¿Para qué vas a ir a la universidad? Estudia algo corto, como secretariado o algo que simplemente te sirva para defenderte; el que una mujer estudie una carrera larga es una pérdida de tiempo y de dinero.» Esta visión del desarrollo de una mujer me parece muy miope sin dejar de señalar que injusta, ya que a ambos, varón y mujer, Dios les dio dones, talentos y deseos de realizarse en diferentes áreas de la vida.

Es sorprendente la cantidad de limitaciones impuestas que las mujeres sufren. Para muchos hombres las mujeres no tienen aspiraciones, ni inteligencia para ejercer distintas profesiones (ingeniería, arquitectura, medicina o cualquier otra en la que deseen desarrollarse). Estoy convencida de que las mujeres son altamente competentes para desenvolverse laboralmente en el área que deseen y la historia lo ha comprobado.

Me pregunto cuántos esposos han consultado a sus esposas cuáles son sus sueños de realización personal, y si ya los conoce, ¿cuánto han cooperado para que la verdadera identidad de su esposa salga a luz, sea quien ella es y se desarrolle para lo que fue formada por Dios? En general, la realidad de nuestra Latinoamérica muestra que el esposo ignora los anhelos del corazón de su esposa, espera desarrollarse y triunfar él y ya sea consciente o inconscientemente, espera que su esposa entierre sus más profundos sueños y lo ayude a alcanzar sus metas. En muchos casos no es ni para desarrollarse él a expensas de ella, sino porque él no aprueba dirigido por sus prejuicios el progreso de ella.

Gracias a Dios muchas mujeres han disfrutado del fruto de su esfuerzo de acompañar y apoyar a sus esposos en el progreso exitoso de las capacidades de ellos. Pero existe una mayoría de mujeres abandonadas por sus esposos después de que ellos alcanzan sus metas. Estas mujeres no gozan del fruto de su esfuerzo a pesar de que lo entregaron todo: se quedó en casa, se negó a sí misma cosas que le habría gustado tener o hacer para desarrollarse como persona, trató de ahorrar hasta el último centavo para que su esposo estudiara o lograra sus sueños, pero el día menos pensado, ese varón, por el cual se sacrificó para tener un futuro mejor y una vida más cómoda para los hijos, se marcha.

Ante esta realidad de la mayoría de las mujeres quiero compartir algunas verdades que nos ayudarán a romper los viejos esquemas y a participar en la obra de Dios de redimir y restaurar vidas.

De la mujer nace vida para dar vida: Ser mujer es un privilegio que Dios concedió a cada una de nosotras. Debemos estar agradecidas por tanta misericordia y gracia, aceptando que él, tiene un propósito especial para nosotras, el dar vida y crear calidad de vida. Con la ayuda de él podemos contribuir a la vida verdadera de otras personas y disfrutar de vida en abundancia.

La mujer es coheredera de la gracia de la vida: En 1ª de Pedro 3.7 se ordena a los maridos que den honor a la mujer como a coheredera de la gracia de la vida. En otras palabras, Dios sitúa a la mujer claramente en un lugar de honor, donde él siempre ha querido que esté. Sin embargo, las primeras personas que necesitan cambiar para operar cambios significativos en nuestra cultura, somos nosotras mismas. El cambio debe partir de nuestra propia aceptación, en la que reconozcamos que somos creación especial de Dios y coherederas de la gracia de la vida; a fin de aprender a valorarnos, a cultivar nuestras fortalezas y a reducir nuestras debilidades.

La mujer es digna de recibir honor por parte del varón: En el mismo versículo Pedro demanda honor para la mujer. Es una orden de Dios. Y añade una advertencia: las oraciones de aquel esposo que no dé honor a la mujer serán estorbadas. La cláusula final de este versículo sugiere un vínculo estrecho entre la intimidad de un varón con Dios y la dignidad ese varón dé a la mujer. Oremos porque los varones adultos moldeen sus creencias y conductas de acuerdo a esta verdad, y puedan formar nuevas generaciones de varones con creencias y conductas que dignifiquen a la mujer, pues de esta forma tendrán una vida que crece legítimamente en la intimidad con Dios.

Dios ha dotado a la mujer para que produzca gozo y alegría, tanto emocional como espiritual: Ella es como el termostato del hogar. Imagine un momento conmigo: usted se levanta cantando, toda su familia se torna feliz y así se irán a sus diferentes actividades. Pero… si usted amanece enojada, el ambiente se torna hostil. Nuestra presencia en el hogar tiene trascendencia física, emocional, intelectual, social y espiritual en cada uno de sus miembros, es una gran responsabilidad y capacidad que como mujeres tenemos, necesitamos aprovecharla con sabiduría.

La mujer es el corazón de su hogar: Unimos a la familia, consolamos, escuchamos al hijo (a) o esposo cuando están cargados, acudimos en auxilio sin importar la dificultad. Dios nos ha hecho expertas en relaciones humanas, y sensibles a las necesidades y realidades de otros. ¿Acaso no es cierto que Dios ha puesto características de su corazón en nosotras para sentir, amar y cuidar como él lo hace? Siempre me he preguntado qué pasaría si se sacaran las mujeres de todos los hogares. Yo me atrevo a especular que nos enfrentaríamos a una situación caótica en la mayoría de ellos.

Dios creó al varón y a la mujer para que se complementaran, y si Dios quiso que el varón fuera la cabeza del hogar y la mujer el corazón, fue para que la fusión entre varón y mujer resultara perfecta. Tanto el uno como el otro son vitales. Sin duda el varón también siente y se conmueve y la mujer también reflexiona y decide con excelencia, pero cada uno tiene sus características y capacidades distintivas para hacer su parte en forma especial.

La mujer debe desarrollar al máximo sus potencialidades (dones y talentos que Dios le ha dado) para que resulte en una excelente esposa, madre, profesional y ama de casa. Es justamente cuando la mujer se desarrolla integralmente que su contribución, tanto a su familia como a la sociedad, llega a máximizarse. La mujer descrita en Proverbios 31.10–31 es tal mujer. Observe como se sale de los moldes tradicionales de su época y de la nuestra. Compra, vende, negocia, administra su casa, se viste hermosa es excelente esposa —corona para su marido—, excelente madre —sus hijos la llaman bienaventurada— y mucho más. Hoy, en la mayoría de nuestras iglesias, esta mujer tan completa no sería bien recibida, porque despertaría el celo de competencia y actitudes de censura. Hoy, la mujer virtuosa deseada por muchos y que muchas predicaciones fomentan es la mujer pasiva, que se deja utilizar, y no la mujer emprendedora de Proverbios 31, cuya libertad de usar su gran capacidad le ha sido robada.

Cuando algunos predicadores exponen el tema se atreven a decir que «con dificultad se encuentran mujeres virtuosas en esta época». Y tal vez sea cierto, pero… ¿no será así porque los maridos realmente no están dispuestos a que su esposa sea como la mujer de Proverbios 31 y las han estorbado? La mayoría de las mujeres sanas tienen ese espíritu emprendedor, han tenido aspiraciones y deseos de hacer grandes cosas; pero han sido limitadas por sus propios padres, esposos, la iglesia y la sociedad. Han pretendido volar, pero no pueden, ¡porque sus alas les han sido cortadas! Mujeres necesitamos creer, descubrir y cultivar este propósito de Dios claramente descrito en este pasaje para nuestras vidas. Y necesitamos la valentía para no dejar que nos sigan cortando las alas a fin de poder extenderlas y aprender a volar.

¡Y pensar que la mujer misma, en muchos casos, participa en la perpetuación de los esquemas machistas! Sí, porque, cuando es madre, es la persona que educa a sus hijos e hijas y lamentablemente, sigue enseñando dentro de la tradición. Por lo tanto, no sólo se sigue sosteniendo una sociedad machista, sino que también se sigue dejando a la sociedad una herencia de mujeres sin la preparación para discernir las características de la identidad dada por Dios y los planes que él tiene para ellas. Los hijos se forman con hechos y palabras y las madres mismas se han encargado de comunicarles día a día que las mujeres son inferiores a los varones. 

Reproduzca en su mente esta pequeña escena: «Hija, sírvele a tu hermano de cenar.», Y a lo mejor el hermanito está simplemente viendo la televisión. Esto es sólo un pequeño ejemplo, y probablemente usted se estará riendo al recordar cuántas escenas de estas se han repetido a diario en su casa. Aclaro bien, no estoy diciendo que no sirvamos con amor a otros. ¡Por supuesto que debemos hacerlo! En Cristo tenemos esa gran capacidad para amar y servir. Pero si se enseñara desde el principio del servicio mutuo, se haría una contribución valiosa a fin de romper el mito de que la mujer es inferior y al servicio del varón. Y con muchos cambios como este podemos redescubrir e implementar los valores cristianos que han sido vedados por el mundo y que nos ayudarán a tener una vida para la gloria de Dios y el bien de nuestras familias.

Los animo a estar conscientes de que la mujer fue concebida en el mismo corazón de Dios a fin de lograr grandes cosas, las cuales ni siquiera podemos imaginar; pues el Señor, en su infinita gracia, se complació al hacernos partícipes activas en su reino. Pero, como ya he dicho, debemos creer en esa gracia divina para con nosotras, aprender a amarnos y a valorarnos como personas especiales y capaces de hacer el bien en Cristo. De esa manera seremos realmente libres para realizar con éxito las grandes responsabilidades que nuestro Señor nos ha delegado como mujeres. Debemos y podemos educar con amor a nuestro mundo. Con la ayuda de Dios, podemos cortar la cadena de opresión y violencia de la cual la mujer ha sido víctima y hacer una diferencia sustancial. Depende de nosotras y de la gracia del Señor el ser exitosas en esta empresa.

Mujer, mi propósito es despertar tu conciencia de que está en tus manos mejorar tu vida. Dios te ama y en él puedes ser libre internamente para lograr, junto a tu familia, los sueños que ha guardado tan íntimamente. Si desarrollas todo tu potencial habrá satisfacción en su familia.. Aquellos a quienes amas se gozarán por ti y tu por ellos.

¡Adelante, mujer, descubre y vive según la identidad que Dios te ha dado! , ¡sana tus alas y levanta el vuelo!

LOS HOMBRES NO LLORAN


Se ha dicho que los hombres no lloran, ya sea porque así nos enseñaron en casa, o bien por la cultura machista en la que hemos crecido. Pero permítame narrarle algunas historias...

Lloran por sus hijos Recientemente, al terminar un seminario, un mayor de la Infantería de Marina del país donde me compartió: «Mi papá era militar; nunca lo había visto llorar, hasta aquel día en el que, siendo yo un adolescente, le anuncié que me iría de casa. Fue tan impactante para mí… Él lloraba desconsoladamente, no podía comprender cómo su hijo se marcharía de casa antes de tiempo».El sufrimiento y angustia. Sin duda una situación así produce un intenso dolor que no halla otra forma de expresarse más que con lágri
mas. En secreto o en público, todos los padres hemos llorado alguna vez, ya sea al nacer nuestro primer hijo, al verlo graduarse de preescolar, o bien, en la sala de espera de algún hospital, mientras oramos a Dios para que nuestro hijo salga de la crisis en la que se encuentra. No necesariamente todos los padres lloran por lo mismo, pero lo cierto es que a todos, en algún momento, nos toca llorar por nuestros hijos. Me encontraba con un matrimonio joven que recién habían perdido a su hijo de dos años. Ambos lloraban copiosamente, sus preguntas no encotraban respuesta: «¿Por qué, si lo amábamos tanto?, ¿por qué nos ocurre esto a nosotros?» De repente, el caballero se voltea hacia su esposa y, con la ternura más sublime que he visto, le asegura: «No es tu culpa ni tampoco mía... No es tu culpa mi amor». Se viven momentos que nunca se olvidan y este es uno de ellos. El sufrimiento, la angustia, las preguntas sin respuestas, y el amor por la dama que ha sido amiga, esposa, y compañera de lucha. Sin duda una situación así produce un intenso dolor que no halla otra forma de expresarse más que con lágrimas.

Lloran por amor Es frecuente oír en nuestra familia que los hombres no lloran por amor, pero la realidad es que sí lo hacemos. Definitivamente los hombres sí lloran por amor. Lloran porque aquella mujer amada, después de años de insistencia, al fin corresponde su amor; o porque, aun amándola, ella decide alejarse. Se llora cuando pasan los años y, a pesar de nuestros errores, el amor sigue latiendo en el corazón, y bajo una circunstancia difícil es fácil darse cuenta del calibre de mujer que se tiene al lado. También se llora cuando el amor de la vida parte para siempre.


Lloran por sus errores Conversaba con un matrimonio producto de un error —según lo afirmó él—. La razón de la crisis de este matrimonio, el segundo para este caballero, era que seguía amando a su ex esposa y a los hijos fruto de aquel primer matrimonio. Pocas veces he visto a un hombre entrado en años llorar de esta manera. Él es alto, robusto, emprendedor, profesional y empresario, pero ahora ll
oraba como un niño arrepentido. Entre lágrimas y balbuceos, confesaba: «Lo nuestro no tenía por qué haber ocurrido, usted lo sabe». Pero la historia estaba contada, lloraba con remordimiento su error, y no podía devolver el tiempo. 

Su sentido de responsabilidad le indicaba que tenía que aceptar las consecuencias: la distancia de sus hijos, la pérdida del calor del hogar que tanto le había costado construir, y los abrazos y la cercanía de la mujer de su juventud. No importa lo exitoso que un hombre haya sido, en muchos momentos de la vida llorará sus errores, y en silencio sentirá la culpa que le carcome el alma mientras se pregunta: «¿Qué hice?» Esta escena la he visto repetirse tantas veces que me pregunto por qué no llorar más frecuentemente, llorar lágrimas que nos permitan devolvernos en el camino simplemente para decir lo siento, aunque pensemos que es muy tarde.

Lloran por sus pérdidas Leí la historia de un esposo que había perdido a su esposa luego de cincuenta y cuatro años de matrimonio. Su hijo, quien cuenta la historia, comentó que su padre casi no lloró en el momento del funeral pero que, al transcurrir las horas, pidió a sus hijos que le llevaran de nuevo al cementerio. Al llegar, se lanzó sobre la lápida y comenzó a recordar los momentos que pasaron juntos: el día que ella lo abrazó cuando él perdió el trabajo; la angustia que vivieron juntos cuando alguno de sus hijos se enfermaba; las ocasiones que le pidió perdón por algún error cometido. «De repente, todos llorábamos tratando de consolarlo», —relata el hijo.
Al cabo de unos minutos, el hombre secó sus lágrimas y pidió: «No lloren hijos, no lloren, porque no ha sido un mal día… no fue ella la que tuvo que pasar este momento amargo de tener que despedirme, me tocó a mí. No lloren hijos, porque no ha sido un mal día». Cada vez que leo o cuento esta historia me conmuevo, porque al final de la carrera, cuando el ser amado ha partido, todos lloraremos porque la posibilidad de estar juntos se ha ido, y solo quedará el recuerdo del tiempo compartido.

Lloran por la pena que los mata Terminaba una conferencia en la que hablaba del perdón. La audiencia la formaba un grupo de ejecutivos de venta de una prestigiosa compañía, y sin que lo solicitara, al final, un joven
se puso de pié y llorando descontrolado se dirigió a sus compañeros y contó: «Hace varios años mi papá y yo nos peleamos y dejamos de hablarnos. Él no ha conocido a mis hijas y estoy seguro de que en el fondo quiere hacerlo. Ninguno de los dos nos hemos dado la oportunidad de acercarnos, pero cuando salga de aquí voy a llamarlo y le preguntaré si quiere conocer a sus nietas. Estoy seguro de que este fin de semana iré a su casa con mi familia para que conozca a mis hijas». 

Este caballero no sintió vergüenza de llorar frente a sus compañeros, porque a pesar de las bromas pesadas que nos damos entre los hombres, jugando de machos, en el fondo todos deseamos una oportunidad como esta para llorar nuestras penas, y sacar lo que nos está matando por dentro. Aunque se haya crecido en una cultura machista, los hombres sí pueden llorar, y nada tiene que ver esto con nuestra hombría, y sí tiene que ver con ser seres humanos dotados por Dios con la sensibilidad de llorar nuestras alegrías y nuestros dolores. 

En público o en secreto, los hombres... sí lloran.

LA IMPORTANCIA DE UNA VISION


La vida debe vivirse con una visión clara en nuestra mente y espíritu, establecida de acuerdo con la palabra de Dios, la comunión con el Dios de la Palabra y la continua reflexión personal. De otra manera permaneceríamos en una constante incertidumbre acerca del plan de Dios para nosotras como siervas y copartícipes de Su proyecto para que el Reino sea extendido. Pensando en las implicaciones de una visión bien establecida encontré que la Biblia en el cuarto capítulo del libro de Proverbios expresa lo siguiente:
- v. 25 «Miren tus ojos hacia delante y fíjese tu mirada en lo que está frente a ti». El texto nos hace pensar en una visión que nos ayudará a determinar los pasos necesarios para la consecución de nuestras metas futuras.
-
v. 26 «Fíjate en el sendero de tus pies y todos tus caminos serán establecidos»
- v. 27 «No te desvíes ni a la derecha ni a la izquierda. Aparta tu pie del mal»
En estos versículos se nos advierte que existen factores que pueden desviarnos de nuestra visión, para que así podamos evitarlo a toda costa. Se pone de relieve que tal vigilancia requiere disciplina y dominio propio para que caminemos en la dirección que Dios nos establece y consigamos apartarnos de lo que nos distrae o nos lleva por sendas distintas.
Una visión es una meta amplia que incluye toda la existencia pero que está delimitada en la mente de forma clara y es coherente con la voluntad expresa de Dios. En el establecimiento de una visión es importante tomar en cuenta que la vida se compone de múltiples dimensiones: espiritual, física, emocional, relacional, financiera, laboral, y otras más. Una revisión honesta de cada una de ellas a fin de que nuestra visión sea verdaderamente integral, es
fundamental.
La definición de una visión Volviendo a la expresión «Miren tus ojos hacia delante» podemos notar que nos insta a enfocarnos en lo que viene. No se puede mirar simultáneamente en dos direcciones; pretender lograrlo no hace más que confundirnos y restarnos energía. O, nos enfocamos en lo que quedó atrás o miramos hacia el porvenir. Muchas personas están ancladas en lo que les pasó o lo que les hicieron. Buscan afanosamente los culpables de su situación actual. Sin embargo, el énfasis debe estar en lo que se puede lograr todavía a pesar del pasado. Por supuesto, esto no implica una negación irresponsable del dolor que las heridas nos causan. Es necesario perdonar a quien haya que perdonar, reprocesar las situaciones traumáticas y buscar que el Señor restaure lo que deba ser restaurado en nuestro corazón para poder avanzar en libertad. «Miren tus ojos» Esta frase nos habla de la responsabilidad de ver con nuestros «propios» ojos ese camino. No a través de los que otros nos muestran.

¿En dónde están puestos mis ojos? ¿Cuál es mi visión en particular?
Si quisiéramos hacer un intento de definición, podríamos decir que una visión es una meta amplia que incluye toda la existencia pero que está delimitada en la mente de forma clara y es coherente con la voluntad expresa de Dios; un objetivo de vida bien establecido. Una dirección hacia la que sentimos que el Señor nos impulsa con un propósito especial y para la cual nos ha capacitado. Características de la visión
1) La visión da dirección, orden y sentido a la vida Proverbios 29.18, nos recuerda que «Donde no hay visión el pueblo se desenfrena». La visión provee una base de ordenamiento y estabilidad.
2) La visión debe estar profundamente grabada en la mente y el corazón Nunca debe ser olvidada; debe ser clara, concisa y detallada. Habacuc 2.2 dice: «Entonces el Señor me respondió y dijo: Escribe la visión y gráb
ala en tablas.”
3) La visión es algo personal Debe ser custodiado en lo interno y compartido sólo con personas de confianza y en el tiempo oportuno. Esto para evitar que el enemigo quiera adelantarse en nuestros planes para sabotearlos, especialmente cuando se trata de proyectos para el Señor. Es mejor trabajar duro en primera instancia y compartirlo cuando hayamos logrado consolidar las bases de nuestro plan. Recordemos Mateo 17.9: «Mientras descendían del monte Jesús les ordenó, diciendo: No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del Hombre haya resucitado de entre los muertos.»
4) Es un medio a través del cual Dios nos comunica su voluntad
Se revela en forma cotidiana en nuestras oraciones, mediante una estrecha relación con él, en nuestro caminar diario a su amparo. Génesis 15.1 dice que «Después de estas cosas la palabra del Señor vino a Abram en visión diciendo: No temas, Abram, yo soy un escudo para ti; tu recompensa será muy grande.»
5) La visión viene a nuestros pensamientos y a nuestra imaginación Escuché decir alguna vez que «el pensamiento es materia». Cuando Dios quiso mostrarle a Abram lo que tenía para él lo llevó fuera y le dijo: «Ahora mira al cielo y cuenta las estrellas, si te es posible contarlas. Y le dijo: Así será tu descendencia.» Era una muestra «gráfica» y comprensible para él de los planes que el Señor le estaba comunicando.
6) La visión debe ser creída, abrazada, retenida en lo profundo de nuestros ser Nos dice el relato de Génesis que «Abram creyó en el Señor, y él se lo reconoció por justicia.» Debemos tener una profunda convicción interna de la fidelidad de nuestro Dios y su compromiso constante en cumplir sus promesas. Lo que vivimos con el Señor es una continua aventura de fe que requiere de dependencia completa y confianza en él.
7) Dios busca a sus hijos para darles visión
En el caso del llamamiento de Samuel, nos dice el relato que «vino el Señor y se detuvo, y llamó como en las otras ocasiones» en total, llamó cuatro veces. Dios estaba buscando a alguien en el cual pudiera depositar una visión importante para su momento histórico. Había escogido a Samuel y él mismo lo buscó para que fuera su siervo en medio de la gran crisis espiritual de su pueblo. Por supuesto, debemos aquietar el corazón, tal como él lo hizo, para poder escuchar sin estorbo la voz de Dios que nos llama insistentemente y responder con un sincero «aquí estoy, Señor.»
Otras consideraciones Mientras caminamos en el logro de las metas puede ser necesario hacer ajustes a nuestro plan. Es el contacto profundo con Dios el que nos permitirá saber cuáles son esos cambios, así como el momento oportuno para realizarlos. Es aprender a conocer los «semáforos» de Dios o las señales de Dios, para hacer los «altos» y los «cedas» en el momento adecuado y por supuesto, entender cuando continuar la senda. Nuestro Dios es un pedagogo que no siempre sale a auxiliarnos inmediatamente (porque nos quedaríamos como niños espirituales), sino que va proveyendo los recursos que considera necesarios para nosotros en cada circunstancia específica.
Es importante recordar que Dios no revela su voluntad para toda nuestra vida de un golpe, sino que nos la va aclarando a medida que camina a nuestro lado día a día. Lo que vivimos con el Señor es una continua aventura de fe que requiere de dependencia completa y confianza en él en cada situación que nos toque enfrentar. Por otra parte, no deberíamos olvidar que el enemigo quiere desalentarnos. Es por esta acechanza continua que debemos estar siempre alertas para descubrir las estrategias que pretenden apartarnos del camino que el Señor desea que sigamos.
¡Que nuestra mente y corazón estén siempre enfocados a seguir ese
plan maravilloso que el buen Dios tiene para nosotros y a través de nuestras vidas!

DOBLECES Y GIROS


Anne Beiler, fundadora de Auntie Anne’s Pretzels, una historia de éxito de US$333 millones, a la que muchas veces se hace referencia como «un milagro de los negocios», nunca llegó a pensar que sus logros como la ejecutiva de dicha empresa fueran su mayor éxito. De hecho, ella nunca albergó en su corazón el deseo de ser dueña de un negocio.

 «Mi empresa fue la plataforma que Dios me dio para lograr el “verdadero negocio”… El negocio real, el que verdaderamente importa, es ayudar a personas derrumbadas por el pecado  de ellas o de otros» —comenta Anne, quien vendió su exitosa compañía en 2005, para trabajar con su esposo en la creación de un centro de consejería cerca de su hogar en Pennsylvania. La jornada de la tragedia personal de Anne, su trauma físico y emocional, y su quebranto ha incluido más giros y dobleces que sus famosos pretzels. Según ella, esta jornada espiritual «transformó mi vida y me convirtió en la vencedora que soy ahora».

«El éxito y la abundancia de mi vida dependerá de la calidad de mis relaciones, en especial, mi relación con Dios» En su libro Twist of Faith (1 - Giros de fe), Anne comparte su historia de pobreza, riqueza, pérdida y gozo, incluyendo la tristeza y la pena que experimentó después del accidente fatal que sufrió su hija Ángela de diecinueve meses de edad. Su dificultad para trabajar con su dolor la llevó a pasar por una serie de eventos que pondrían a prueba su fe al igual que su matrimonio. Criada en una granja en Lancaster, Pennsylvania, Anne creció en una estricta familia amish-menonita de diez personas. Aunque recibió a Cristo en su corazón a los doce años, la fe de su infancia era muy legalista. «Mi teología era básicamente que la vida es buena, y que Dios es severo» —relata ella. 

A los diecinueve años, Anne se casó con Jonás Beiler, quien venía de un trasfondo parecido. Ambos compartían el deseo por una fe que no fuera tan rígida ni orientada a las reglas, así que dejaron la iglesia menonita y se unieron a una creciente congregación independiente. Anne recuerda la ocasión, en que por primera vez llegó a sentir una conexión personal con Cristo, como un «fuego espiritual». Anne y Jonás disfrutaban su vida matrimonial y criar a sus dos pequeñas hijas, Ángela y su hermana de cuatro años, LaWonna. «Jonás y yo teníamos un buen matrimonio. Éramos buenos amigos» —comparte ella. «Cualquier desavenencia la conversábamos y seguíamos adelante. Y nos encantaba ser mamá y papá». Luego, llegó la mañana del 8 de septiembre de 1975. Ángela acababa de terminar su desayuno. Ansiosa por su visita diaria a su abuela, se escabulló por la puerta del tráiler de la familia y se dirigió hacia la casa de los papás de Anne —apenas a unos cuantos metros de distancia. Mientras que Anne tomaba el teléfono para avisarle a su mama que Ángela se dirigía a su casa, la hermana de Anne, Fi, retrocedía su tractor desde el granero entre las dos casas. Fi no vio la figurita en pijama de cuadros hasta que ya era demasiado tarde. «Ahí empezó mi viaje de tristeza y dolor» —confiesa Anne.

Secretos y mentiras Después de la trágica muerte de la pequeña Ángela, como les resultaba demasiado difícil expresar su angustia en voz alta —aun el uno al otro—, Anne y Jonás hacían como que todo estaba «bien» entre ellos, pero mientras tanto vivían en secreto como dos extraños en un matrimonio que se hundía. Pocos meses después, y con un mundo de silencio que la distanciaba emocionalmente de su esposo, Anne se sumergió en una profunda depresión. Sin nadie a quien hablar, ella buscó consuelo en el oído atento de su pastor. Durante la primera sesión, él le hizo insinuaciones sexuales, lo que propició una relación ilícita que duró seis años, aun después de que Anne diera a luz una tercera hija y de que la familia se mudara a Texas. Después de haber quedado atrapada en aquella relación, «transferí todo lo que deseaba vivir con mi esposo —amor y cariño— a mi pastor» —confiesa ella—. «De cierto modo, me convencí a mí misma de que mi pastor era mi salvación». Una manera torcida de pensar, una vida secreta, y un insoportable dolor la mantuvo en un oscuro abismo, incluso, llegó a considerar el suicidio. Se preguntaba dónde estaba Dios. ¿Por qué no le contestaba sus preguntas? ¿Por qué Dios no la estaba ayudando a arreglar todo este desorden? Cada noche, ella se arrodillaba al lado de su cama y le pedía al Señor que la ayudara. Entonces ella recibió una llamada telefónica que cambió su vida.

Una confesión poderosa Sam, el hermano de Anne, llamaba seguido para saber cómo se encontraba, y como ella estaba tan acostumbrada a mantener su dolor escondido, su respuesta siempre era, «estoy bien». Pero ese día en particular fue diferente. Cuando Sam la presionó para que respondiera con honestidad, ella se desarmó y le confesó: «No, no estoy bien». Aunque no le contó sobre su aventura amorosa, esa pequeña confesión rompió la oscuridad. En ese instante, Anne aprendió una transformadora verdad del Espíritu Santo. «Me di cuenta de que no era necesario contarle todo a mi hermano» —comenta—, «pero cuando decidí ser sincera con él, esa confesión me dio poder. Encubrir mi secreto me estaba matando». Al reconocer que ella debía cambiar de rumbo, Anne cortó la relación que sostenía con su pastor. Cuando se lo confesó a su esposo, él quedó profundamente herido, pero se mantuvo comprometido con su matrimonio. No obstante, aunque Jonás y Dios ya la habían perdonado, a Anne le tomaría mucho tiempo perdonarse a sí misma. Ella y Jonás empezaron a recibir consejería y Dios comenzó a restaurar su relación. De hecho, fue durante este proceso que Jonás se interesó por la consejería como una profesión.
Con un matrimonio en proceso de restauración y un deseo de ayudar a otros de la misma manera, Jonás empezó a estudiar en un centro cristiano evangélico de consejería con atención integral, en Akron, Ohio. Desde entonces él y Anne empezaron a desarrollar la visión de su propio centro de consejería. Ellos habían llegado a un punto crítico en su camino de retorno a la integridad. Anne estaba aprendiendo que la transparencia y la confesión mutua entre ambos, no solo con Jesús, profundizaba su relación con Dios y otros. Dios utilizó esta «levadura y luz» para formar su nueva visión, no solo del ministerio de consejería, sino con respecto a lo que Dios quería lograr con el dolor de ambos. «Del dolor nació el propósito» —asegura Anne.

 La masa crece La pareja regresó a su ciudad de origen en 1987, con solo US$25 en sus bolsillos. Jonás siguió estudiando consejería, así que Anne buscó trabajo para sostener a la familiar. El único empleo que encontró fue administrar un puesto de comida en la feria del agricultor del lugar. Le fue tan bien que pronto ella y Jonás decidieron abrir su propio negocio en el que vendían helados, pizzas y pretzels suaves. Al principio los pretzels eran horribles, tanto, que Anne incluso pensó en sacarlos del menú. Pero Anne y Jonás, que habían crecido en familias de panaderos, decidieron experimentar con la receta, y le añadieron un «ingrediente secreto», que muy pronto incrementó las ventas. Los clientes respondieron con mucho entusiasmo a su producto, y empezaron a acercarse a ella para pedirle permiso de usar su nombre para vender pretzels en otros lugares. Ella firmó su primer contrato de negocio con una promesa legal escrita, un apretón de manos, y una cifra de US$1.250. Lo que ella no sabía es que esto se llamaba «franquicia». Con la ayuda de profesionales en establecer licencias y contratos, la franquicia se disparó y hoy en día tiene 1.000 sucursales alrededor del mundo.Anne estaba aprendiendo que la transparencia y la confesión mutua entre ambos, no solo con Jesús, profundizaba su relación con Dios y otros. La rentabilidad del negocio le permitió a la pareja iniciar, en 1992, su centro de consejería sin fines lucrativos, que llamaron Recursos para la Familia y Centro de Consejería (FRCC, por sus siglas en inglés).

 Un nuevo capítulo Como miembro ejecutiva, Anne sentía que la compañía creciente absorbía todo su tiempo, así que optó por tomar una decisión. En el 2005, vendió su negocio —con este hecho iniciaba un nuevo capítulo de su vida, literal y figuradamente. Comenzó a trabajar en su libro, en el que ella cuenta su historia a su manera —sin arreglos, ni adornos, sencillamente, la pura verdad de las experiencias que había vivido. Como resultado de compartir su vida privada, y de su proceso de sanación y la aprobación del público, Anne decidió dictar conferencias para ayudar a las mujeres a contar sus historias y renovar su relación con Dios.

«Dios me llamó a ayudar a las mujeres a que sean transparentes» —comparte ella—. «Las mujeres se mueren por contar su historia en un lugar seguro. Podemos lograrlo en el cuerpo de Cristo. Dios usa la verdad de nuestras historias para llevarnos a lugares inimaginables». En abril de 2009, Anne dictó su primera conferencia: «Siete mujeres, siete historias», en El Centro Familiar de Gap. El Centro Familiar, que abrió sus puertas en septiembre de 2008, representa el cumplimiento de la visión de toda la vida de los Beilers, de ofrecer consejería y un centro de servicio comunitario para los residentes de Lancaster y los Condados de Chester.

El centro, de 5.109,5 metros cuadrados, incluye las oficinas del FRCC, una iglesia, una biblioteca, servicios de salud, una guardería, clases universitarias públicas, e incluso un restaurante familiar —llamado el Café de Ágela, en memoria de su preciosa bebita.  El éxito del centro vale para Anne más que su imperio de pretzels. «Estoy disfrutando el deseo que mi corazón había guardado desde que era una niña» —comparte ella. «Es el sueño de ayudar a la gente a cultivar relaciones familiares saludables a un nivel espiritual». Aunque la vida siempre estará llena de dobleces y giros, Anne está convencida de cuál es el camino que quiere seguir.

«El éxito y la abundancia de mi vida dependerá de la calidad de mis relaciones, en especial, mi relación con Dios»
—confiesa Anne—. «No existe gozo más grande».

MARZO, MES DE LA MUJER


Si, marzo es nuestro mes , el mes de la mujer. Es así que el 8 de marzo celebramos el Día Internacional de la Mujer , aprobado por Naciones Unidas.

Desde siempre la mujer ha luchado por sus reivindicaciones a pesar de ser en muchas oportunidades silenciada. No obstante esa situación de opresión en múltiples oportunidades ha manifestado en el discurso y en la acción sus derechos y reivindicaciones. Ha luchado por sus derechos y sus legítimas reivindicaciones.

Es así que en Grecia , durante la Revolución Francesa o durante las huelgas a fines del siglo XIX o en los primeros años del siglo XX . Y justamente fue en esos tiempos que muchas mujeres fallecieron por ejemplo en New York , inmigrantes judías e italianas durante un incendio en una fábrica.

A principio del siglo el pensador Carlos Vaz Ferreira habla de la condición de la mujer, dedica una de sus obras acerca del tema de lo femenino y sus reivindicaciones : derechos políticos y sociales.

Las mujeres valemos mucho a los ojos de Dios , hemos sido creadas a imagen y semejanza del Creador. Fuimos creadas a partir de la costilla del hombre , no de sus pies ni de su cabeza, se entiende, ¿no?, es claro ¿verdad?

Te preguntaste alguna vez hermana que cual es tu lugar , que lugar ocupas . Cómo te quieres posicionar , cómo te vez como mujer uruguaya o mercosuriana o latinoamericana. Te preguntaste por tus decisiones, por tus opciones como persona , como ama de casa , como profesional o estudiante.

Somos de mucho valor entre ollas, libros, niños ; solas o acompañadas SOMOS DE MUCHO VALOR. Un valor que nadie te lo puede quitar , un valor del que nadie te puede privar, ¿lo sabías? , ¿o acaso te lo están negando?

El valor te lo da Dios por lo tanto nadie ,NADIE te lo puede quitar.

Debemos ser respetadas por nuestra condición , amadas como hermanas en Cristo, como vaso más frágil. Esto no significa estar en inferioridad de condiciones, ni ser dominadas o violentadas. Tenemos un lugar especial , un lugar dado por Dios. Y esto los hermanos varones deben tenerlo presente y considerarlo.

Debemos ser respetadas en todo lugar , en todo tiempo por nuestros hermanos en la fe sean amigos , esposos, novios , padres, compañeros de trabajo o familiares .

Las mujeres cristianas debemos darnos el lugar que nos corresponde en todo lugar, en todo tiempo y espacio. Debemos dar ejemplo hoy y siempre. Debemos nutrirnos de la Palabra de Dios. Conocer más de la vida de aquellas mujeres bíblicas y de las que tanto deberíamos aprender porque a través de ellas habló Dios.

Conocer por sobre todas las cosas a nuestro amado Señor Jesús y lo que el tiene para cada una de nosotras. El sabe lo que quiere lograr en nosotras , hemos nacido de nuevo y eso nos une pero existen diferencias . Tenemos historias distintas , trayectorias , formaciones , vivencias diferentes . Aprendamos más de El cada día , aprendamos a amar , logremos el dominio propio, dejemos de lado el odio , si el odio que envenena.

Logremos construir nuestro criterio propio basado en la Biblia “nuestra constitución espiritual”, sin mirar lo que otros dicen o hacen. Somos nosotras y Dios, Dios y nosotras; debemos aprender esto y después vendrá todo lo demás.

Dios tiene cosas maravillosas para sus hijas. Que el 8 de marzo Día Internacional de la Mujer nos encuentre más unidas en oración , en amor , en prudencia y que seamos como Ester mujeres de paz y que hablemos verdad. Amén , Dios les bendiga y no se nos olvide el amor.