10 TIPOS DE HOMBRES CON LOS CUALES UNA MUJER CRISTIANA NO DEBERIA DE CASARSE

Conozco muchas amigas solteras que les gustaría bastante encontrar a la persona correcta. Algunas me dicen que las opciones son escasas en sus iglesias. Entonces, se aventuran en el mundo de los encuentros online. Otras desisten desesperanzadas, pensando si acaso queda algún cristiano decente por ahí. Comienzan a cuestionarse si deberían bajar sus patrones para poder encontrar pareja.
Mi consejo permanece: no te conformes con menos de lo mejor de Dios. Muchas cristianas han terminado con un “Ismael” porque la impaciencia las empujó a un casamiento infeliz. Por favor, acepta mi consejo paternal: estás mejor soltera que con el hombre equivocado.
Hablando de “hombres equivocados”, aquí están los 10 tipos de hombres que deberías evitar a la hora de pensar en matrimonio:
  1. El incrédulo. Por favor, escribe 2ª Corintios 6.14 en un post-it y pégalo en tu computador. El texto dice “No formen yunta con los incrédulos. ¿Qué tienen en común la justicia y la maldad? ¿O qué comunión puede tener la luz con la oscuridad?”. Esto no es una regla religiosa anticuada. Es palabra de Dios para ti hoy. No permitas que el encanto, el visual o el éxito financiero de un hombre (o la disposición de él de ir a la iglesia contigo) te lleve a comprometer lo que sabes que es correcto. El “noviazgo misionero” nunca es una estrategia sabia. Si el joven no es un cristiano regenerado, bórralo de tu lista. Él no es lo correcto para ti. Aún estoy buscando una mujer cristiana que no se haya arrepentido de casarse con un incrédulo.
  2. El mentiroso. Si descubres que el hombre con quien tienes una relación te ha mentido sobre su pasado, o que siempre está cubriendo sus rastros para esconder secretos de ti, huye por la salida más próxima. El casamiento debe ser construido sobre un fundamento de confianza. Si él no puede ser confiable, termina ahora antes que él te engañe con una decepción aún mayor. 
  3. El playboy. Me gustaría poder decir que si encuentras un buen chico en la iglesia, puedes asumir que él vive en pureza sexual. Pero ese no es el caso hoy. He oído historias tenebrosas sobre solteros que sirven en el grupo de música del domingo, pero que actúan como Casanovas durante la semana. Si te casas con alguien que estaba durmiendo por ahí antes de casarse, ten la seguridad que estará durmiendo por ahí después de casarse.
  4. El perezoso. Hay muchos cristianos firmes que experimentaron el fracaso conyugal años atrás. Desde el divorcio que están experimentando la restauración del Espíritu Santo y, ahora, desean casarse nuevamente. Los segundos matrimonios pueden ser muy felices. Pero si descubres que el hombre con el que tienes una relación no se preocupa de sus hijos de un matrimonio anterior, una falla ha sido expuesta. Cualquier hombre que no pague por sus errores del pasado o no sustente a sus hijos de su casamiento anterior no te tratará con responsabilidad.
  5. El viciado. Los hombres de iglesia que tienen vicios con alcohol y drogas, saben esconder sus problemas (pero tú no quieres esperar hasta tu luna de miel para descubrir que él es un bebedor). Nunca te cases con un hombre que rechaza pedir ayuda por su vicio. Insiste en que él consiga ayuda profesional y apártate. No entres en una relación de dependencia en la que él afirma que te necesita para poder estar sobrio. No podrás ayudarlo.
  6. El vago. Tengo una amiga que percibió, sólo después de casarse, que su novio no tenía planes de conseguir un trabajo fijo. Él había elaborado una muy buena estrategia: él se quedaría en casa todo el día para jugar videojuegos, mientras su esposa trabajaba afanosamente y pagaba todas las cuentas. El apóstol Pablo dice a los tesalonicenses: “El que no quiera trabajar, que tampoco coma” (2ª Tesalonicenses 3.10). La misma regla se aplica aquí: si un hombre no quiere trabajar, no merece casarse contigo.
  7. El narcisista. Sinceramente espero que encuentres un chico bonito. Pero debes ser cuidadosa: si tu pareja gasta seis horas al día en el gimnasio y regularmente postea fotos de sus bíceps en Facebook, estás en un problema. No te enamores de un hombre egocéntrico. Él puede ser bonito, pero es un hombre que está enamorado por la apariencia y, por sus propias necesidades, jamás logrará amarte sacrificialmente, como Cristo ama a la iglesia (Efesios 5.25). El hombre que siempre se está mirando al espejo nunca te percibirá.
  8. El abusador. Hombres con tendencias abusivas no logran controlar su rabia cuando una situación se calienta. Si el joven con quien tienes una relación tiene la tendencia a perder los estribos, sea contigo o con otros, no te sientas tentada a racionalizar su comportamiento. Él tiene un problema y, si te casas, tendrás que navegar por un campo minado todos los días, evitando desencadenar otra explosión. Hombres irritados hieren mujeres (verbal y, a veces, físicamente). Busca un hombre que sea gentil.
  9. El hijito de mamá. Pueden decirme anticuado, pero sospecho de alguien de 35 años que aún vive con sus padres. Si su madre aún le hace la comida, le lava y plancha su ropa, ten plena seguridad de que está parado en el tiempo. Estás pidiendo problemas cuando crees que puedes ser esposa de un joven que no creció. Retrocede y, como amiga, anímalo a encontrar un mentor que pueda ayudarlo a madurar.
  10. El controlador. Algunos cristianos piensan que el casamiento se trata de superioridad masculina. Ellos pueden citar la Escritura y sonar súper espirituales, pero, por detrás de la fachada de autoridad, hay una profunda inseguridad y orgullo que se puede transformar en abuso espiritual. 1ª Pedro 3.7 manda a que los maridos traten a sus esposas como a su semejante. Si el hombre con quien tienes una relación te rebaja, hace comentarios degradantes sobre las mujeres o parece aplastar sus dones espirituales, retrocede ahora mismo. El poder le subió a la cabeza. Las mujeres que se casan con controladores religiosos, frecuentemente terminan en un pasillo de depresión.




Si eres una mujer de Dios, no vendas tu primogenitura espiritual casándote con un joven que no te merece. La mejor decisión que puedes tomar en la vida es esperar por un hombre que se entregó totalmente a Jesús.

COSAS QUE APRENDER DE RUT

Si había alguien considerada inelegible para recibir la gracia de Dios y su perdón, esa era Rut, pero aun así ella es una ejemplo de mujer que no se conformaba con el no. En el primer capítulo de Rut, ella juntó sus cosas y se dirigió a Israel con Noemí, prometiendo adorar a su Dios. En el segundo capítulo, ella descubrió la bondad de Dios en los campos de trigo de Booz cuando él les dijo a sus trabajadores que le dejaran granos para ella. En el tercer capítulo, ella se convirtió en una persona tan audaz que fue a ver a Booz y se acostó a sus pies para pedirle que se casara con ella. (Como Noemí era pariente de Booz, Rut estaba peticionándole que ejerciera la ley llamada “obligación de pariente” en la que el pariente más cercano debe casarse con la viuda para proteger su linaje.) Y en último capítulo de su historia, esta muchacha desprivilegiada de Moab se casó con Booz y vemos a un coro de israelitas diciéndole: “Y dijeron todos los del pueblo que estaban a la puerta con los ancianos: Testigos somos. Jehová haga a la mujer que entra en tu casa como a Raquel y a Lea, las cuales edificaron la casa de Israel; y tú seas ilustre en Efrata, y seas de renombre en Belén” (Rut 4:11). ¿Cómo pasó Rut de ser una estigmatizada pagana a convertirse en una celebrada “hija de Raquel y Lea”? Ella tomó el mismo camino que usted debe tomar.

Primero, se fue de Moab. Como ella quería servir al Dios de Israel, estaba dispuesta a olvidar el pasado. Ella dejó la vergüenza, los dioses falsos, la decepción y las mentiras de la tierra de sus padres. Ella estaba dispuesta a dejar a su hermana, Orfa, a quien le faltaba determinación. Si quiere servir a Cristo completamente, debe romper con su pasado. No puede mantener una conexión con el pasado. A menudo pensé en el viaje que Rut y Noemí hicieron desde Moab hasta Belén, dándome cuenta de que tenían que cruzar el río Jordán para llegar a su nuevo hogar. Esto es importante. No solo es el Jordán el punto en el que Josué y los hebreos en la tierra prometida, es también el lugar donde Jesús fue bautizado en agua por Juan. El Jordán representa las aguas del bautismo.

Muchos cristianos luchan en sus caminos espirituales porque ellos no se detienen en el Jordán. No se dan cuenta de lo importante que es el bautismo en agua. No es un ritual. El bautismo es un ejercicio espiritual donde le decimos adiós a la vieja vida y recibimos la nueva.

Es cuando renunciamos públicamente a las cosas del pasado como el egoísmo, la avaricia, la lujuria, la parranda, el enojo, las adicciones, y cualquier otra cosa a la que estábamos esclavizados en el mundo. El bautismo en agua es esencial para cada cristiano que quiere servir al Señor de todo corazón.

Segundo, Rut encontró una mentora en Noemí. Esto es importante para usted como una cristiana en crecimiento. Dios nunca diseñó la vida cristiana para que la viva sola. Él desea que la viva en comunidad, y quiere poner madres espirituales en su vida que puedan ayudarle en este viaje. Si no tiene una mentora, ore y pídale al Señor que ponga a una en su camino. Rut nunca hubiese llegado a Belén ni tampoco hubiese ido a los campos de Booz si Noemí hubiese estado cerca para aconsejarla. Usted no puede llegar a ningún lado espiritualmente sin mentores.

Tercero, Rut descubrió la compasión del Señor cuando estaba en los campos de Booz. Ella no tenía idea de que bueno era el Dios de Israel hasta que Booz y sus parientes demostraron generosidad con ella. Ella había oído de la bondad del Señor de su suegra, pero ella lo experimentó en Belén. Usted tiene que conocer al Señor pasando tiempo con Él. Debe convencerse de que Él está con usted y no en contra suya. Debe edificar su confianza sobre la bondad de Jesús.

Cuarto, Rut estaba dispuesta a ir a la era donde Booz estaba durmiendo. Rut estaba desafiando a la tradición al hacer esto. Además, ella estaba arriesgando su vida, porque las mujeres no se paseaban por la era donde los hombres bebían y estaban de parranda. Ella puso su confianza en Dios, y también confió en Booz que era un hombre moral el cual la protegería. Ella se armó de gran valor para lograr su decisión.

En la Biblia, las eras eran simbólicas del trabajo de refinación del Espíritu Santo. Juan el Bautista dijo esto de Jesús:

"Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará". Mateo 3:11-12, énfasis añadido

Este pasaje muestra que la obra del Espíritu Santo no solo es fortalecedora. Él también viene para refinarnos. Él viene con su cernidor y nos sacude como al grano para remover la cáscara, las malas actitudes, los malos comportamientos, el egoísmo, el orgullo y la corrupción que nos contaminan. Cuando venimos a la era y nos entregamos a la operación del Espíritu, le damos permiso de invadir nuestra privacidad, abrir nuestros roperos, mirar dentro de los cajones, tirar hacia atrás la alfombra y exponer todos nuestros pecados para que podamos ser más como Cristo. Cuando Rut vino a la era buscando la mano de Booz en matrimonio, ella también se entregó a este santo proceso de refinamiento. Ella se entregó completamente, y al mismo tiempo reunió su pedido solicitar lo imposible. Como resultado de su fe, ella fue injertada dentro de la familia de Dios y se convirtió en una hija de Israel. Esta también puede ser su porción si usted deja todo para seguir a Cristo.

Un mensaje de su Padre celestial

Mi querida hija:

No importa los pecados que hayas cometido, ni importa cómo fuiste usada o abusada, yo te he cubierto con la sangre de mi precioso Hijo. Tú pasado no te define. Yo te redimí. Mi Hijo pagó el precio completo por tu pecado y culpa, y cuando te arrepientes y le invitas que venga a tú vida, yo remuevo tus pecados tan lejos como el oriente está del occidente. Mi amor cubre multitud de pecados. Cuando te miro ahora, no veo las fallas del pasado, ni tampoco los errores, ni tampoco llevo la cuenta de tus pecados. Eres una nueva criatura en Cristo. Todo es nuevo. Cómo decidiste seguirme, te he dado una nueva naturaleza. Mi Hijo vive en tu corazón y te he cubierto con ropa de justicia. Puedes venir a mí confiadamente y siempre te recibiré con los brazos abiertos. Eres mi hija amada y deseo pasar tiempo contigo

PATRIARCA O ESPOSO?

Resultado de imagen para hombre protectorHoy día millones de hombres cristianos creen que su espiritualidad se mide por el nivel de control que puedan ejercer sobres sus esposas y basan sus creencias en una interpretación equivocada de las Escrituras. Piensan que son verdaderos “hombres de Dios” porque nunca escuchan el consejo de sus esposas y no permiten que las opiniones de estas “atenten”  contra la masculinidad que Dios les dio. ¿De dónde sacan la idea de que este estilo autoritario de liderato se parece aun remotamente al estilo de Cristo?

La perspectiva patriarcal y rígida de la familia cristiana dice que los hombres han sido colocados por Dios en el rol de jefe y proveedor a tiempo completo. El papel de esposo, según el modelo conservador, es dirigir y proteger a su esposa, mientras  que el de ella  es confiar en él y someterse a su autoridad en todo momento sin cuestionar.

Esta perspectiva se ha derivado de la mala interpretación de las palabras de Pablo en Efesios 5:23-28:  “Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama”.

No podemos entender el significado completo de este pasaje bíblico sin leerlo a la luz de su contexto cultural. Tenemos que recordar que en el momento que Pablo pronunció estas palabras (probablemente en el 60 d. C.), las mujeres no tenían ningún derecho en la sociedad y se consideraban propiedad de sus padres o esposos.  Los hombres pensaban que las mujeres eran ignorantes (y muchas de ellas realmente lo eran debido a que los  hombres no les permitían educarse).

Durante el primer siglo los efesios estaban sumergidos en las culturas griegas y romanas. Los griegos veían a las mujeres con desdén y los romanos enseñaban que las esposas debían mantenerse en su lugar como inferiores. Plutarco, el filósofo romano, creía que la mujer “debía hablar o a su esposo o a través de su esposo”. Una vez en un discurso, el famoso Catón le advirtió a los líderes romanos: “Tan pronto como [las mujeres] comiencen a ser sus iguales, se convertirán en sus superiores”.     

En el tiempo del Nuevo Testamento, la idea del hombre de “gobernar la familia” era mantener a su esposa encerrada en la casa para hacer las labores agotadoras, atender la granja familiar, proveer gratificación sexual y tener tantos hijos como él quisiera  para tener suficientes obreros para recoger las cosechas. Si moría en el parto, buscaba otra esposa. Si no lo satisfacía en la cama, buscaba una mujer más joven fuera de la casa que complaciera sus necesidades sexuales.

Sin embargo, cuando Pablo trajo el mensaje cristiano a los efesios vino con un modelo de familia radicalmente nuevo que iba a la misma médula de lo que estaba mal con el mundo: “Maridos, amad a vuestras mujeres...”. ¡Quizás no nos damos cuenta de lo revolucionarias que fueron estas palabras en el primer siglo!

Fue aún más revolucionario cuando Pablo le dijo a los hombres efesios que amaran a sus esposas “como a sus mismos cuerpos” (v. 28). Esto significaba que el hombre y la mujer eran iguales. Significaba que los hombres cristianos tendrían que romper su mentalidad pagana del Oriente Medio y dejar de mirar a sus esposas como si fueran animales inferiores sin cerebro. Las sencillas palabras de Pablo hicieron añicos la raíz del prejuicio por sexo.

Y cuando Pablo le dijo a los hombres que amaran a sus esposas “como Cristo amó a la iglesia”, implicó algo aún más revolucionario: las mujeres eran tan merecedoras de la gracia de Dios como los hombres. Encontramos en estos tiernos versículos el fundamento para la idea cristiana de la igualdad de los sexos.

En este pasaje Pablo estaba declarando que el hombre no estaba más “sobre” la mujer. Los esposos no podían dominar más a sus esposas o tratarlas como esclavas. Ahora que Jesucristo había venido, la maldición del  dominio sobre la mujer que comenzó en el jardín del Edén se había roto. ¡Se le devolvió a la mujer un lugar de respeto y dignidad! Esto fue una buena noticia para las mujeres de Éfeso y es una buena noticia para las mujeres de hoy.    

Pero si esto es cierto, ¿por qué Pablo todavía dice que el hombre debe servir como “cabeza” de su esposa? ¿Acaso eso no le da el derecho a dominarla? Eso depende de si queremos el modelo de liderazgo cristiano o el secular.

El esposo sí funciona como un líder. Pero el Evangelio de Jesucristo —quien fue el máximo ejemplo de un compasivo “líder servidor”—no permite que el esposo imponga su liderazgo de una manera autoritaria ni que el hombre vea su rol de “cabeza” como una jerarquía dada por Dios que lo coloca sobre su esposa para dominarla o negarle sus derechos.

En otras palabras, el ser la cabeza del matrimonio  en el sentido bíblico verdadero puede verse solo si el esposo: (1) reconoce que su esposa es su igual, (2) la ama sacrificadamente, (3) le da poder a su esposa al permitirle compartir su autoridad.

¿No es esto lo que Jesús hizo por la Iglesia? Él accedió a dejar las glorias del cielo y tomar forma de hombre. Se dio voluntariamente para morir en la cruz y luego le concedió a sus seguidores su autoridad divina, haciéndolos coherederos de su Reino. Este es el modelo que deben seguir los esposos cristianos. Primero deben humillarse y reconocer que sus esposas están en el mismo lugar que ellos. Luego deben concederle a sus esposas la misma autoridad de ellos para que de esa manera puedan gobernar juntos. Esto es ser “cabeza” a la manera de Cristo.