DIOS PUEDE, Y LO VA A HACER

Abraham, en su caminar hacia el destino de Dios para su vida, tuvo que tomar decisiones que lo identificaran con Dios.  Tuvo que tomar decisiones que establecieran y que le permitieran al mundo ver a quién él le servía, pues venía de una cultura de muchos dioses. Fue un gran esfuerzo el que Abraham tuvo que hacer para salir de su tierra.  Ahora, él tiene que tomar decisiones que marquen su vida una y otra vez, y que marquen la nueva generación que Dios quería levantar a través de él.
En Génesis 17:1-14, Dios establece un pacto con Abraham diciéndole que será padre de naciones, y en señal del pacto que hace con él, le pide que todo hombre bajo su casa debe ser circuncidado.  El pacto de Dios con Abraham llegó en un momento crucial, a sus 99 años, cuando ya para la naturaleza y para lo terrenal no era posible que se cumpliera aquel pacto.  A los 99 años, cumplir con aquella señal de circuncisión era una tarea difícil y era imposible que Abraham pudiera engendrar hijos.
Desde que Abraham salió de la tierra de sus padres, tuvo muchas experiencias con Dios y no fue hasta este momento, después de haber tenido a Ismael y haber pasado por Egipto, que Dios le pide una señal a Abraham que marcara el pacto que acababa de hacer con él.  Es interesante porque por lo general la gente es quien le pide señales a Dios, pero en esta ocasión es Dios quien le pide una señal para a Abraham.
Pero ¿Por qué a los 99 años?  Dios no le pide a Abraham que se circuncidara desde el momento que le dice que salga de la tierra de su padre. Nunca tuvo un contacto personal, aunque sí, Dios le dio instrucciones, visiones e ideas.  Anterior a Génesis 17, no le había pedido a Abraham señal alguna. ¿Por qué Dios le pide señal a Abraham en este momento y no en otro? Dios le pide esta señal a Abraham en el borde crucial de su vida, en el momento donde realmente tiene que entregarse a lo que es el destino de Dios para su vida.  Hasta ese momento, Abraham le sirvió a Dios por una promesa, pero ahora se tendría que rendir a Dios para ver el cumplimiento de esa promesa.
Abraham salió de la casa de sus padres a servir a Dios, siguiendo una promesa, una promesa de bendición.  Pero, durante todo el camino de la vida de Abraham hasta Génesis 17, lo vemos pensando que él lo puede completar, que él lo puede hacer, que él lo va a lograr por sus propios métodos.  Pero, en este punto, a los 99 años de Abraham, las cosas son diferentes.  Si Abraham iba a tener un hijo ahora, solo Dios lo podía hacer.
A los 99 años, Abraham ya no tenía fuerzas para tener hijos.  Esto lo lleva a rendirse ante Dios, y se circuncida como señal de pacto. 
Así como Abraham, tiene que llegar un momento en tu vida donde experimentes la señal del pacto con Dios, pero esta señal no será la circuncisión física, sino la circuncisión del corazón, donde tus fuerzas físicas, mentales y emocionales se rindan única y exclusivamente delante del Dios Todopoderoso, y la marca que haya en tu vida sea una marca que te identifique con Dios y que le deje saber al mundo y te recuerde que, de ahora en adelante, todo lo que va a pasar realmente tiene que pasar porque Dios es el único que lo puede y lo va a hacer en tu vida.
Cuando se hayan agotado tus conexiones, y tus talentos ya no tengan los mismos resultados, en ese momento lo único que te toca hacer es rendirte a la voluntad de Dios, como Abraham.  Y, lo único que Dios te va a decir es: No importa que estés viejo y ya tu cuerpo no tenga la capacidad de engendrar hijos, la obra en tu vida la voy a hacer yo, te lo prometo en el día de hoy. 

SÉ TODO LO QUE DIOS QUIERE QUE SEAS

En Génesis 12, cuando vemos que Dios le da la promesa a Abraham, Dios dice que en él serían benditas todas las familias de la tierra. Cuando Dios llama a Abraham, no lo llama meramente por él, sino por lo que haría a través de él.
Dios no llama a Abraham porque Abraham estuviera en pobreza o en crisis. Abraham no sigue a Dios porque estuviera en un momento difícil de su vida. No que haya nada de malo con eso. Definitivamente, el que esté en problemas, debe buscar a Dios. El problema es que, si buscamos a Dios tan solo cuando hay problemas, entonces, siempre tenemos que tener problemas, para buscar a Dios. Abraham sale porque tenía una promesa grande, que iba más allá de lo que haría Dios por él; se trataba de lo que Dios haría, a través de él.
O creces, prosperas y progresas para que el mundo se identifique contigo y otros sean benditos viéndote a ti, o siempre dejaremos que la gente siga a otros. Y ese es el problema, que los cristianos no hemos permitido que Dios haga todo lo que él quiere hacer a través de nosotros, y la gente entonces no quiere identificarse con nosotros. Dios dijo: Te bendeciré, y tú serás bendición. Dijo: El que te bendiga, lo voy a bendecir; y el que te maldiga, lo maldeciré. Y añadió: Y en ti serán benditas todas las familias de la tierra.
Es importante que tú te identifiques con Dios, que aprendas a diezmar, a ofrendar, que prosperes. Debes llevar una vida que otros quieran imitar. El mundo está identificándose con la gente en la calle, con los del mundo. Pero tú, vive las promesas de Dios, porque el destino de otros está detenido porque no han encontrado un bendecido con el que se puedan identificar. La iglesia necesita entender lo importante de que Dios haga contigo todo lo que quiere hacer, porque es a través de ti que otros van a ver la bendición de Dios, y podrán entonces identificarse contigo y ser bendecidos. A través de ti, muchas familias serán bendecidas.
Olvídate del que te maldiga, del que hable mal de ti; ya Dios dijo que él se encargaría de ellos. No trates de defenderte. Sé todo lo que Dios quiere que tú seas. Honra a Dios. Él te va a bendecir, y tú podrás hacer más; podrás bendecir más gente, tocar más vidas. Cuando Dios te llamó y te sacó del lugar donde tú estabas, más que para suplirte una necesidad inmediata, te llamó porque, a través de ti, es que él puede cumplir el plan en la vida de otra persona. Hasta que tú no seas todo lo que Dios quiere que tú seas, el destino de alguien está detenido, atado.
La gente debe querer imitarte a ti. La gente debería querer lo que tú tienes. Tú deberías poder decir: Dios lo ha hecho conmigo, y te puedo mostrar cómo hacerlo. Dios quiere que, a través de ti, se desate la bendición, y que otros se puedan identificar contigo. Dios le dice a Abraham que, el que no se identificara con él, el que le maldijera, él lo maldeciría. A sus discípulos, les dijo que, si alguno no les recibiera, sacudieran el polvo de sus pies, y se fueran de allí. No quedaría la paz de Dios en aquel lugar.
Entiende que el plan de Dios va más allá. Tú necesitas salir de tu depresión, de tu tristeza, porque hay alguien que necesita ver de dónde Dios te ha sacado, porque su destino está detenido, porque está identificándose con la persona incorrecta. Necesitas levantar tu empresa, prosperar, crecer, porque hay alguien que está en un trabajo mediocre, simplemente, porque todavía tú no has hecho todo lo que tienes que hacer. Cuando tú aceptes el llamado de Dios para tu vida, habrá gente que podrá testificar que, desde que se conectaron contigo, sus vidas cambiaron para siempre.
Sé todo lo que Dios quiere que tú seas, porque el destino de alguien está ligado a que tú llegues a alcanzar todo lo que tú tienes que alcanzar. No te quedes estancado; sigue creciendo, porque hay alguien que está esperando por ti, alguien que necesita ver un ejemplo, que necesita escucharte, que necesita ver lo que Dios está haciendo contigo, para que se desate en ellos la misma bendición que hay dentro de ti.
Sé todo lo que Dios quiere que tú seas. La vida de alguien va a ser cambiada, cuando vea lo que Dios está haciendo a través de ti. 

CUANDO RINDAS TU CORAZÓN

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.  Mateo 23:23  
Nada de lo que hagas externamente funciona, hasta que tu corazón no sea circuncidado, hasta que tengas un corazón humilde que vive agradecido, reconociendo que todo lo que alcanzas es por la gracia de Dios. 
Dios le dice al pueblo que tienen que circuncidarse el corazón.  Esto se lo dice a un pueblo que ya estaba circuncidado físicamente.  A través de los profetas, Dios le está diciendo: Tu circuncisión física no sirve, si la circuncisión del corazón no está en el lugar correcto, como tampoco sirven los diezmos, si no tienes misericordia.
Cristo les dijo: Siguen la ley, y no lo están haciendo mal, pero les falta lo más importante: La justicia, la misericordia y la fe.  Te falta el cuidar de tu hermano, te falta el resto de las cosas.  El problema es que, si dependes de la circuncisión física, de lo que naturalmente hablando da frutos, puedes llegar a confundir lo que logras por cuenta propia, con las bendiciones que solo Dios te puede dar; pensaras qué has alcanzado algo porque Dios te lo ha permitido, cuando no es así. 
Hay cosas que con esfuerzo propio puedes alcanzar.  Abraham tuvo un hijo con Agar, Ismael, pero este hijo no era el que Dios le había prometido que tendría, sino que Abraham obtuvo este hijo por sus propias fuerzas.  No es hasta que en su corazón Abraham logra entender, que lo que Dios le había prometido solo Dios lo podía cumplir, que Abraham pudo entonces caminar hacia todo lo que Dios tenía para su vida.
De las misma manera, puedes bajar de peso con una disciplina de buena alimentación y ejercicio, sin la necesidad de un milagro creativo que en un abrir y cerrar de ojos haga que se te caigan los pantalones.  Así mismo, muchos, aun sin servirle a Dios, prosperan en la vida porque trabajan de sol a sol, ahorran, se preparan, son sabios, son inteligentes.  El que se esfuerza en este mundo tiene derecho a prosperar.  Esto no es malo; pero, aunque vivan una buena vida, aun les falta una cosa.  Los que prosperan basados en el orden de Dios, no tan solo cargan el favor y la gracia de Dios sobre sus vidas y las puertas se abren, sino que también son llenos de paz, un gozo y un descanso que solo Dios les puede dar.
Nada de lo que hagas externamente va funcionar, hasta que tu corazón esté circuncidado.  Nada funcionará, hasta que realmente seas alguien humilde y sencillo delante de Dios, hasta que llegue ese punto en tu vida donde te des cuenta que lo que vas a hacer, lo que vas a alcanzar, solo la gracia de Dios te lo puede dar, solo la gracia de Dios lo puede hacer contigo.  Hasta que no llegues a ese punto donde tu corazón quede rendido a los pies del Señor, donde entiendas y tengas que comprender que, si algo va a pasar, va a pasar porque Dios lo va a hacer en tu vida, entonces podrás comenzar a ver los milagros más grandes que Dios tiene para ti.
Hay gente que comienza como Abraham, con cielos abiertos y una grande promesa de Dios; y, mientras más rápido tu corazón se rinda a él, más rápido podrás llegar al lugar de tu destino.  Hay mucha gente que le ha rendido a Dios sus problemas, sus sueños, sus metas y Dios les ha prosperado en su camino; pero, cuando le rindas el corazón, lograrás alcanzar todo lo que él tiene para tu vida. Esa es la verdadera circuncisión del corazón. 

CREE LO QUE DIOS HA DICHO

En la Biblia, podrás encontrar muchos hombres de Dios que pasaron por una crisis de identidad.  Estas crisis se pueden ver en Adán, Caín, Abel, Abraham y en varios de los grandes hombres de Dios a través de toda la historia. Sus crisis de identidad se ven claramente en el momento en que son llamados por Dios. La baja autoestima y el poco valor que sentían de sí mismos, se ven cuando comparan el llamado de Dios para sus vidas, con las circunstancias que están viviendo en el momento se su llamado. Cuestionan cómo pueden llegar a ser lo que Dios dice que serán. Lo que están diciendo es: ¿Cómo tú dices que yo soy algo, si mis circunstancias dicen lo contrario?
Por ejemplo, Dios se presenta frente a Gedeón, y le dice: Hombre esforzado y valiente, gran guerrero, gran hombre de Dios; y este le contesta: ¿Por qué tú dices eso? Yo soy el más pequeño de la tribu, mira las dificultades que tengo, mira las circunstancias que estoy viviendo. Lo mismo con Moisés; cuando Dios lo llama por primera vez, Moisés le dice a Dios: ¿Quién soy yo para ir? ¿Quién soy yo para libertar al pueblo? ¿Quién soy yo para hacer este trabajo que me estás pidiendo? Le pasó a Abraham; Dios le dice: Te voy a bendecir, serás padre de mucha gente; a lo que Abraham responde: Señor, pero ¿cómo va a ser, si no tengo ni un hijo? Dios no estaba sujetando el llamado y el propósito de estos hombres a su situación natural, actual, sino que les estaba diciendo lo que harían y quiénes eran para Él, Dios les estaba mostrando lo que Él veía en ellos.
Cuando se recibe el llamado de Dios, ocurre una crisis de identidad. Lo primero que se cuestiona es: ¿Cómo podré lograr ser lo que Dios dice que soy? Tu identidad es enfrentada, cuando vez la grandeza del propósito de lo que Dios dice que eres, en contraste con la manera en que te vez en ese momento. Ahí es que te das cuenta si verdaderamente crees que eres lo que Dios dice que eres.
Mucha gente va a la iglesia porque necesitan y esperan que se cubra una necesidad. Quieren que Dios les sane, les restaure, les prospere; y no hay nada malo en eso; esa es una de las formas que muchos comienzan a relacionarse con Dios. Hay otros que no creen en eso; simplemente, viven su vida creyendo que la voluntad de Dios para sus vidas es el estado en que se encuentran. Pero existe un nivel más grande, que es cuando se va a la casa de Dios, no para que las necesidades sean cubiertas y las circunstancias cambiadas, sino para entender lo que Dios quiere que seas. Cuando logras entender lo que Dios quiere que seas y te atreves creer en eso, a pesar de la circunstancias, entonces tu vida cambia para siempre. Pero, para eso, tienes que estar seguro y segura de quién eres, en Cristo Jesús.
Juan 1:29 dice El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Esta es la primera descripción que hace Juan acerca de Cristo. Cuando lo ve, lo primero que le dice es: Esto es lo que tú vienes a hacer; vienes a quitar el pecado del mundo. Más adelante, cuando Juan bautiza al Maestro, se abre el cielo y se oye una gran voz que dice: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia (Mt. 3:17). Dios le dice a Jesús: Sin hacer nada, yo te amo; sin hacer nada, tú me traes placer; sin que tú hayas hecho nada, esto es lo que pienso de ti. El Dios Padre lo identifica, no por lo que va hacer, sino por quien es él.
Después de ser bautizado y recibir la aprobación del Padre, Jesús es llevado al monte por el Espíritu, y es tentado por Satanás.
Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Mateo 4:3-4  
Jesús, en otras palabras, le contesta a Satanás, diciendo: No tengo que cambiar las piedras en pan para mostrarte quien soy. Le dice: Te voy a vencer, no por lo que puedo hacer, sino por quién soy. Yo sé que soy Hijo de Dios, y eso es suficiente.
El enemigo está derrotado, cuando encuentra un creyente firme en quién es, en Cristo Jesús. Cuando encuentra a un creyente que no se encuentra en una crisis de identidad, porque ha creído en lo que Dios ha dicho que va a hacer. Así que, a pesar de lo que el enemigo robe o quiera destruir, sigue creyendo en quien Dios dice que eres.
Hoy Dios te dice: Tu situación actual no define quien eres para mí. Lo que hiciste, lo que haces o lo que harás no define quien eres para mí. Yo sé quién eres, y lo que me trae placer es la conciencia de quién eres. Cree lo que te digo.