CUANDO RINDAS TU CORAZÓN

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.  Mateo 23:23  
Nada de lo que hagas externamente funciona, hasta que tu corazón no sea circuncidado, hasta que tengas un corazón humilde que vive agradecido, reconociendo que todo lo que alcanzas es por la gracia de Dios. 
Dios le dice al pueblo que tienen que circuncidarse el corazón.  Esto se lo dice a un pueblo que ya estaba circuncidado físicamente.  A través de los profetas, Dios le está diciendo: Tu circuncisión física no sirve, si la circuncisión del corazón no está en el lugar correcto, como tampoco sirven los diezmos, si no tienes misericordia.
Cristo les dijo: Siguen la ley, y no lo están haciendo mal, pero les falta lo más importante: La justicia, la misericordia y la fe.  Te falta el cuidar de tu hermano, te falta el resto de las cosas.  El problema es que, si dependes de la circuncisión física, de lo que naturalmente hablando da frutos, puedes llegar a confundir lo que logras por cuenta propia, con las bendiciones que solo Dios te puede dar; pensaras qué has alcanzado algo porque Dios te lo ha permitido, cuando no es así. 
Hay cosas que con esfuerzo propio puedes alcanzar.  Abraham tuvo un hijo con Agar, Ismael, pero este hijo no era el que Dios le había prometido que tendría, sino que Abraham obtuvo este hijo por sus propias fuerzas.  No es hasta que en su corazón Abraham logra entender, que lo que Dios le había prometido solo Dios lo podía cumplir, que Abraham pudo entonces caminar hacia todo lo que Dios tenía para su vida.
De las misma manera, puedes bajar de peso con una disciplina de buena alimentación y ejercicio, sin la necesidad de un milagro creativo que en un abrir y cerrar de ojos haga que se te caigan los pantalones.  Así mismo, muchos, aun sin servirle a Dios, prosperan en la vida porque trabajan de sol a sol, ahorran, se preparan, son sabios, son inteligentes.  El que se esfuerza en este mundo tiene derecho a prosperar.  Esto no es malo; pero, aunque vivan una buena vida, aun les falta una cosa.  Los que prosperan basados en el orden de Dios, no tan solo cargan el favor y la gracia de Dios sobre sus vidas y las puertas se abren, sino que también son llenos de paz, un gozo y un descanso que solo Dios les puede dar.
Nada de lo que hagas externamente va funcionar, hasta que tu corazón esté circuncidado.  Nada funcionará, hasta que realmente seas alguien humilde y sencillo delante de Dios, hasta que llegue ese punto en tu vida donde te des cuenta que lo que vas a hacer, lo que vas a alcanzar, solo la gracia de Dios te lo puede dar, solo la gracia de Dios lo puede hacer contigo.  Hasta que no llegues a ese punto donde tu corazón quede rendido a los pies del Señor, donde entiendas y tengas que comprender que, si algo va a pasar, va a pasar porque Dios lo va a hacer en tu vida, entonces podrás comenzar a ver los milagros más grandes que Dios tiene para ti.
Hay gente que comienza como Abraham, con cielos abiertos y una grande promesa de Dios; y, mientras más rápido tu corazón se rinda a él, más rápido podrás llegar al lugar de tu destino.  Hay mucha gente que le ha rendido a Dios sus problemas, sus sueños, sus metas y Dios les ha prosperado en su camino; pero, cuando le rindas el corazón, lograrás alcanzar todo lo que él tiene para tu vida. Esa es la verdadera circuncisión del corazón. 

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