MOLDES

Creo que es una constante en muchos de nosotros ir en busca, cada día, de la voluntad de Dios. Necesitamos el manual, la receta, la respuesta concreta sobre aquello que “no aparece” en la biblia. Para cada decisión en la que no queremos equivocarnos le pedimos al Señor que nos llegue una conformación firmada por escribano de qué debemos hacer!

¿Por qué se nos hace tan difícil conocer la voluntad de Dios?

La lectura de Romanos 12:2 nos ayuda a conocer el origen del problema
 
 No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.”  NVI

“ No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”  RV

Estas dos versiones nos muestran las maneras en que nuestra mente y entendimiento son el obstáculo a vencer para llegar a comprobar su voluntad: nos “amoldamos” y “conformamos”.

Conformarse es quedarse con menos. Es darse por satisfecho con algo o mucho menos de la totalidad. Es una actitud mediocre.

Lo cierto es que es una realidad bastante cotidiana en nuestra vida cristiana. El Señor ya nos lo dio todo y nosotros vamos pidiendo “más de Ti”, mientras que sostenemos aun en nuestras manos nuestros intereses, nuestros sueños y deseos. Nunca nos queremos despojar de ellos, y terminamos conformándonos con las cosas que el mundo tiene para ofrecernos. Y esto siempre tiene gusto a poco. Las personas deambulan por toda clase de “nuevas satisfacciones” que siempre caducan; todo tiene fecha de vencimiento.

En cambio, el Reino… es eterno!!!!! Como podemos conformarnos con apenas esta vida y este mundo cuando tenemos la opción de la eternidad?
Y aun formando parte del Reino de Dios, nos conformamos con mirarlo de lejos sin llegar a contemplarlo, viviendo una tibia vida que se parece más a la del buen vecino que a la de Cristo.

Amoldarse es tomar la forma de algo, es caber en un molde para que el resultado sea el de ser “igual a” .En definitiva, determina qué somos.

Hay  moldes en los que estamos deseosos de entrar porque su forma nos resulta atrayente. Y hay moldes de muchos tipos que podemos adoptar: podemos parecernos demasiado al resto del mundo en tendencias, ideas, formas de vivir; o  podemos incluso tomar moldes “menos mundanos”. A veces la ley que ha sido despojada de su sentido, suele ser lo que determina los límites de lo que debemos hacer o no y nos resulta un cómodo molde que deja en paz a nuestra conciencia (aunque no a nuestro espíritu).

En cambio, si nos animamos a romper los moldes, a despojarnos de nosotros mismos y de aquello a lo que nos hemos aferrado y nos ponemos en las manos del alfarero vamos a llegar, por fin, a conocer su voluntad.

Es un desafío de transformación de nuestra mente. Toda la estructura de pensamiento debe ser cambiada. Todo nuestro propio acervo de conocimiento forjado durante el desarrollo de nuestra vida,  echado por tierra. Es renunciar, pero para ganar.

Es un desafío, no para mediocres y conformistas, sino para soñadores que anhelan las cosas “grandes y misteriosas” que Dios tiene.

Es un desafío, no para los que quieren pasar desapercibidos, sino para los rebeldes que quieren romper los moldes alborotando los cánones de la sociedad actual.

Es el desafío de los seguidores de Cristo.