BEN HUR


La historia de Ben-Hur está dividida en ocho grandes partes, cada una con sus respectivos capítulos en donde se explica la trama de manera cronológica y continua.
La primera parte describe los acontecimientos de Natividad, con un foco especial sobre los Reyes Magos del este. En la escena de apertura, Baltazar, un egipcio, monta un camello. El camello se para en un cierto punto en el desierto, donde él establece una tienda. Otros dos hombres llegan al mismo punto al cabo de unas horas. Uno es Melchor, un hindú, y el otro es Gaspar, un griego de Atenas.
Cada uno de los tres hombres cuenta su historia y comprenden que han sido juntados por su objetivo común de rescate que busca de los problemas mundiales. Les prometen que ellos verán al hijo de Dios, el Salvador del mundo, después de mucho orar.
Esa noche, cuando ellos se disponen para el viaje, una estrella radiante brilla sobre la región, y ellos lo toman como un signo de que deben marcharse. Siguen la estrella, y la cabeza sobre el desierto hacia la provincia de Judea.
La escena cambia a la Puerta Joppa de Jerusalén. Aquí, María y José viajan por el camino de Nazareth a Belén en la conexión con una inscripción romana. Ellos se paran en la posada en la entrada a la ciudad, donde el Shaikh los informa que no hay ninguna vacante en el alojamiento debido a la afluencia de la gente asociada con la inscripción.
María está ahora con el niño y el sufrimiento de sus dolores aumenta. Aconsejados por el Jeque, ellos se dirigen a una cueva sobre la ladera detrás de la posada, donde los pesebres son mantenidos para los animales. Una cueva particular tiene gran importancia histórica, ya que el mismo Rey David había vivido allí en ciertos momoentos de su vida. En aquí María y José, con algunos de sus amigos, permanencia, y Jesús nace en la cueva.
En las praderas fuera de la ciudad, un grupo de siete pastores vela a sus multitudes. Los ángeles del cielo anuncian el nacimiento de Cristo. Los pastores se apresuran hacia la ciudad. Ellos son reprochados por uno de los hombres que supervisan el Khan, pero sin embargo, inspirados según el mensaje del ángel, ellos entran en las cuevas sobre la ladera y adoran a Cristo. Ellos extienden las noticias del nacimiento de Cristo alrededor, y muchos vienen para verlo.
Los Reyes Magos pronto llegan a Jerusalén, y piden información sobre Cristo. Herodes el Grande se asombra al enterarse de otro rey que desafiaría su poder, y pide al Sanedrin que se informen para él. El Sanedrin publica (una profecía escrita por Micah, narración de un Rey que a de venir en Belén Ephrathah) que la interpretación de ellos significa el lugar de nacimiento de Cristo. Los Reyes Magos entonces se dirigen a Belén, y después de la dirección de la estrella, encabezan sobre el derecho al khan, y encuentran a Cristo para el que ellos habían buscado ya mucho tiempo.
Es revelado más tarde con el trabajo que el Espíritu Santo dijo a los Reyes Magos para no volver a Herodes, pero ir a un cierto comerciante árabe el Jeque llamado Ilderim.

Judá Ben Hur es el hijo de una especie de príncipe de Judea, e hijo de la rica y noble familia de Ben Hur.

En ese tiempo la provincia de Judea iba a recibir a un nuevo gobernador, Valerio Graco, quien traería cambios en Jerusalén.
Judá, contando unos pocos años, se reencuentra con su mejor amigo de la infancia después de cinco años desde que se despidieron, Mesala, hijo de un patricio, y mientras hablan de los recuerdos de su infancia, Judá se da cuenta de que Messala ha cambiado, ya que piensa de otra manera, después de haber estado en el ambiente de Roma, lo que genera el que se peleen.
El nuevo gobernador llega a Jerusalén donde entra triunfante con sus soldados, paseando por sus calles. Mientras, Judá se encontraba en la terraza del palacio de los Ben Hur, junto a su hermana Tirza, entonces, cuando Graco pasaba por la calle donde estaba el palacio de los Ben Hur, Judá, curioso, decidió ir a ver, y se inclinó apoyándose en una baldosa de la terraza, pero para su desgracia, ésta estaba suelta y cayó justo cuando Graco pasaba por allí, dándole en la cabeza; inmediatamente la gente en los otros balcones de las casas vecinas comenzaron a señalar a Judá y a llamarle asesino, mientras Graco permanecía en el suelo, siendo atendido por sus soldados.
Arriba, en la terraza, Judá trataba de calmar a su hermana Tirza, diciendo que había sido un accidente y que la elevada posición de la familia hacía imposible el que fueran arrestados, entonces, un estruendo se oyó; los soldados romanos habían derribado la puerta y comenzaron a abrirse paso entre los criados, matándolos a todos, y de inmediato yendo hacia Judá, a quien apresaron. El jefe de los soldados romanos se sorprendió de que Judá fuera tan joven, y de inmediato le ató las manos con cuerdas, entonces, de entre los soldados, sale Messala, y Judá, olvidando todo el resentimiento hacia él, por consideración a su madre y a su hermana, le ruega que interceda en favor de su hermana y su madre para salvarlas, pero Messala fingió no oírlo y se retiró. Su madre y su hermana Tirza fueron llevadas a la prisión, y él fue separado de ellas; con todo lo sucedido en tan pocos minutos, Judá pasó de ser niño a convertirse en hombre.
Cuando lo sacaron a la calle vio los objetos que tenían los soldados romanos como resultado del saqueo realizado hacia el palacio de los Ben Hur, objetos algunas valiosos y otros útiles. Judá pasó de ser un hijo de príncipe y aristócrata israelí a prisionero de los romanos. Al día siguiente los soldados romanos pusieron un letrero a la puerta del palacio de los Ben Hur, que decía: "Esta casa es propiedad del emperador".
Al paso de Ben Hur por Nazareth rumbo al castigo de las galeras, un joven de su edad compadecido de su fatiga, le da de beber agua, ninguno de los dos pronuncia una sola palabra pero Juda siente en el alma el peso impresionante de aquellos ojos bondadosos y enérgicos que lo ayudan a superar todas sus desgracias, ese joven era Jesús.


Tercera parte

La atención pasa ahora a una escena en Italia. Los buques piratas griegos han atacado barcos romanos para conseguir su botín en el mar Egeo, y se había ordenado que Sejanus Quinto Arrius tomara los buques de guerra para luchar contra los griegos.
Judá Ben Hur está a bordo de uno de los buques, al haber sido condenado a una vida de galeote de guerra. A diferencia de muchos otros, que a menudo murieron pronto en sus trabajos, él había sobrevivido a tres ásperos años, principalmente debido a su gran pasión y su voluntad a la rebelión contra Roma.
Arrio pide a la hortator para permitir una audiencia privada para el niño ante él, y ha concedido su petición. Ben-Hur aparece en la cubierta y habla de su vida. Arrio está muy interesado en la vida del joven, al que finalmente comienza a admirar por sus cualidades y desprecio por los que han castigado por su intento de asesinato a cargo. Los romanos fueron supuestamente amantes de la justicia, pero al parecer no se había materializado.
Los piratas salen a su encuentro y a empiezan a atacar. Judá vuelve a su lugar y comienza a remar. El hortator, en la bondad de él, le permite seguir remando libre cuando todo el mundo está encadenado, porque considera que es un hombre de espíritu. Por lo tanto, Ben-Hur, en medio de la batalla, al ver que está siendo hundida, se escapa. Él llega a un tablón que está flotando en el agua, y cuando limpia el polvo, está solo en el mar, mientras que los buques de guerra se han trasladado más lejos.
Arrio sobrevive, además de él, y los dos permanecen allí hasta que aparece un barco romano, Arrio derrota a los piratas y obtiene el grado de triunviro. Cuando regresan al puerto de Misenum, son felices y acogió con alegría. Ben-Hur es adoptado por Arrio como un hijo y se convierte en un ciudadano de Roma.


Cuarta parte

Judá ha entrenado cinco años en el palaestra en Roma. Arrio ha muerto y Ben-Hur hereda sus bienes y toma el nombre de Arrio como suyo. Judá va a Antioquia por asuntos de Estado. En el viaje, se entera de que un compañero de su padre judío jefe del servicio, Simonides, vivió en una casa en esta ciudad, y que las posesiones de su padre se le había confiado a él. A continuación, hace una visita a la casa.njbjb
La hija de Simonides, Esther, comienza a tomar un interés en Ben-Hur. Él cuenta su historia, desde la captura a ese día, pero Simonides exige más pruebas. En el mundo de esa época era común la imposición. Ben-Hur responde que no tiene la prueba, pero hace una última pregunta: si alguno sabía dónde estaba su madre y su hermana. La respuesta es negativa y abandona la casa con una disculpa.
Simonides entonces decide poner al supuesto Ben-Hur a prueba, contrata a Malluch, uno de sus sirvientes, para espiarlo. Malluch se reúne con Ben-Hur en el famoso Jardín de Daphne, un templo griego al aire libre, donde encontrar consuelo. Que la cabeza, junto al estadio. Allí, Ben-Hur se encuentra a Messala, al que ahora considera un traidor, en una de las carreras de carros, la preparación para la carrera para entrar en una semana.
Llega un anuncio de uno de los agentes de Sheik Ilderim, un próspero árabe que tenía una vasta extensión de tierra al este de Antioquía. Se dice que buscan un conductor de carro. Ben-Hur, nada mejor que querer vengarse de Messala, decide conducir el carro del jeque para enferentar a Messala y derrotarlo de una vez por todas.
Mientras tanto, Baltasar y su hija Iras estaban sentados en una fuente en el estadio. Messala en su carro le da una sacudida que destruye las velocidades en su dirección. Ben-Hur le detiene, en la que se disculpa Messala. Baltasar da las gracias a Ben-Hur y se presenta con un regalo.
Ben-Hur se reúne en la tienda de Ilderim. Malluch sigue con él, ya lo largo de la manera en que hablan de Cristo y Malluch, que ha escuchado la historia de Baltasar, que se refiere. De repente, se dan cuenta de que el hombre que rescató en la fuente, Baltasar fue uno de los magos que vio al Cristo. Malluch vuelve a Simonides a su llegada, discuten todos juntos, y que la conclusión de que Ben-Hur es realmente quien dice ser, y que está de su lado en la lucha contra Roma.
Messala está en un comedor con unos amigos en el palacio al otro lado del río de la casa de Simonides. Mientras que en conversación con ellos, Messala se da cuenta de que Ben-Hur ha sobrevivido y vive en una casa romana y ha sido restaurado a su honor, y ahora lo amenaza con tomar venganza en él.
Mientras tanto Iras, la hija de Baltasar llega a la tienda Ilderim, saluda y empieza a hablar con Ben Hur y el Sheik. Hablan de Cristo, y cómo debe haber sido preparada para entrar en el ministerio público ya que se estaba aproximando a la edad de treinta. En otra historia, Ben-Hur parece estar teniendo un interés en la hermosa Iras.


Quinta parte

Messala envía una carta a Valerio Graco informándole de que Ben-Hur está vivo y bien. Sin embargo, el jeque Ilderim, que actualmente está viendo Ben-Hur la formación de los caballos, recibe la carta de un agente que interceptó el correo como la ejecución se pasa por su territorio.
Ben-Hur parece ser la persona adecuada para impulsar los caballos, para que tome en ese viaje que el jeque Ilderim está impresionado. Sin embargo, el jeque informes urgentes que tiene noticias de él. Se abre la carta interceptada, y Ben-Hur comienza su lectura. Él se enfada cuando se encuentra una referencia en la carta que parece indicar que su familia había muerto en una celda de la Fortaleza Antonia. A continuación, se sorprendió y horrorizó cuando se da cuenta de Messala sabía mucho sobre él y su paradero. Resultó que Messala había enviado espías a la tienda haciéndose pasar por personas que quieren ser contratados como conductores del carro.
La puerta se abre, y Simonides, Malluch, y Esther entran. En este punto hay una breve nota en la historia que Ben-Hur también es atraído a Esther.
Que para conversar un rato, y ofrece Simonides Ben-Hur 673 talentos: 120 talentos en efectivo, y 553 más en el talento de propiedad. Esta fue la fortuna acumulada de los negocios de su padre. El humilde Ben-Hur, sin embargo, sólo acepta el dinero, quedando el resto para el mercado para usar en su propia disposición.
Su siguiente tema de debate es la entrada de Cristo. Se refieren a las profecías de la Tanakh, y comenzar a debatir acerca de la naturaleza de la promesa de Cristo. Finalmente, llegan a un acuerdo de que cada uno haga su parte para luchar por el Cristo, a quien consideran un salvador político de la autoridad romana.
Es el día antes de la carrera. Ilderim preparado sus caballos y lances al estadio. Ben-Hur Malluch encarga de aprender tanto como pueda sobre la carrera y tratar de atraer la atención de ella. Ahora, carreras de carro fueron grandes acontecimientos deportivos, y casi todos en la ciudad de entrar en el espíritu, y declaró su apoyo a uno de los participantes, para formar "campañas" en apoyo de los concursantes. En vista de ello, Ben-Hur también nombra Malluch para organizar una "campaña" para él.
Mientras tanto Messala contraataca, organiza una gran campaña, así como Ben-Hur revela su identidad al mundo. Además, se gana el apoyo de las multitudes, y las probabilidades de inclinación hacia su gran campaña. Malluch, sin embargo, los desafía al grupo de Messala ofreciendo a sí mismo una apuesta Messala dse 50 Talentos, que, si el romano pierde, quedaría en la pobreza.
El día de los juegos llega, y los primeros eventos pasan rápidamente. Por último, es hora la carrera de carros. Los amigos de Ben hur se sientan en las gradas, observando atentamente. Al empezar la carrera hay seis participantes, pero en los comienzos el carro de uno de ellos, el ateniense Cleanthes, se bloquea y se cae a su muerte. Después de varias vueltas, Messala y Ben-Hur se enfrentan para llegar primero a la meta, y los otros tres concursantes los persiguen por el tercer puesto.
Cerca del final de la carrera, Ben-Hur golpea deliberadamente su carro contra la rueda de Messala de tal manera que la rompe. Messala cae del carro hacia abajo. Además, Admetus, un Sidonio, salió rápido y se estrelló con él. Ben-Hur, sin embargo, sale ileso, y gana la carrera prácticamente indiscutible, ya que los otros dos carros estaban demasiado lejos. Ben-Hur fue coronado ganador y lluvia de premios, y estaba muy contento en tomar venganza, y ganar en su primer ataque contra Roma.
Después de la carrera, recibe una carta de Iras que le pide que vaya al palacio romano de Idernee al día siguiente. Ben-Hur cuando llega allí, se da cuenta que ha sido engañado, probablemente por Messala, porque está bloqueado en el interior del palacio y no está Iras.
Poco después un cierto Thord, un hombre que había de Sajonia capacitado Ben-Hur en la romana lanista, llega con un amigo y admite que le pagó Messala para matar a Ben-Hur, una vez por todas. Que duelo, pero antes de que finalice el combate con Ben-Hur este le ofrece a Thord cuatro mil sestercios por dejarle vivir. Entonces, Juda mata al compañero de de thord y lo disfraza como él para engañar a Messala. Thord le afirma a Messala que el hombre atrapado en el interior del palacio es Ben-Hur mismo, y que él le ha matado. De esta manera, Thord recoge el dinero de ambos Messala y Ben-Hur y regresa a Roma para abrir una tienda de vinos.
Ahora que Ben-Hur había "muerto", huyó al desierto con Ilderim y comenzó a planificar su futuro, a salvo de sus enemigos.

Sexta parte

Simonides soborna a Sejano para quitar del puesto a Valerio Graco como un servicio a Ben-Hur, que ahora tendría más libertad para moverse al haberse ido uno de sus enemigos. Poco después de la adhesión del nuevo prefecto, Poncio Pilato, Ben-Hur se establece en Jerusalén para encontrar a su madre y su hermana.
Mientras tanto, Pilato ha ordenado una revisión de los registros de la cárcel romana para garantizar que la justicia se mantiene. La sonda revela que una celda de la prisión se ha omitido, y que fue deliberadamente Graco tratando de ocultar la existencia de la celda.
Pilato ordena reabrir la celda y encuentra que hay dos mujeres leprosas dentro del lugar: la madre y hermana de Ben Hur, que son puestas en libertad, y dejar por un tiempo a su antigua casa, que es ahora propiedad de Roma y a la venta. aquí pasan a dormir en la casa, y ofrecen gracias a Dios, pero que lloran, como los leprosos, que son a ser desautorizado, y que nunca puede ver otra vez Ben-Hur.
Amrah, la sirvienta egipcia que, una vez que se sirve en Ben-Hur de la casa, descubre a Ben-Hur y lo despierta, y que se encuentra. Amrah revela que ha estado en la casa de Hur para todos los años, en una de las puertas y furtivamente fuera de él de vez en cuando a comprar en el mercado. Ella también había mantenido en contacto con Simonides a través de estos viajes e incluso ha desalentado a muchos potenciales compradores de la casa porque pensaban que era un fantasma!
Amrah y Ben-Hur independientemente tratan de encontrar información sobre sus familiares perdidos. Mientras que Ben-Hur obtiene un informe de un oficial romano acerca de la liberación de dos mujeres leprosas, Amrah opta por rumores y Ben-Hur se encuentra la madre y hermana primero. Instan a mantener su nueva "residencia" en secreto. Por esta razón, Ben-Hur no tuvo éxito en su larga búsqueda de familiares perdidos.
Alrededor de este tiempo una orden acababa de ser autorizada para utilizar los fondos de la tesorería del Templo judío para construir un nuevo acueducto para llevar agua a Jerusalén. Esto fue visto como un sacrílego por el pueblo judío y le piden a Pilato cancelar su plan. Pilato, sin embargo, envía a sus soldados en el encubrimiento a mezclarse con la multitud. A la vez que golpeó y masacraron a los manifestantes. Sin embargo, Ben-Hur administra la huelga contra Roma de nuevo por matar a un guardia romana en un duelo, y se convierte en un héroe ante los ojos de un grupo de manifestantes galileo.

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Séptima parte

En una reunión de emergencia en Betania, Ben-Hur y sus galileos organizan una fuerza de resistencia, un ejército de rebelión contra Roma, cuando sea necesario. Se aplica a Simonides y Ilderim de ayuda, y establecer una base de entrenamiento en el territorio de Ilderim, profundo en el desierto. Después de la formación de algún tiempo, Malluch le envía una carta anunciando la aparición de un profeta que él considera como el Cristo, y Ben-Hur está encantado.
Ben-Hur viaja a Jordania por los vados, y en el camino se reúne de nuevo con Iras y Baltasar, que viajan con el mismo fin. Ben-Hur, sin embargo, todavía no acepta el razonamiento de Baltasar que el Cristo era un Salvador en lugar de un rey terrenal.
Así llegan a la comunidad de Betabara, donde un grupo se ha reunido para ver a Juan el Bautista. De repente, un hombre camina hacia Juan, y pide que se le bautize. Ben-Hur lo reconoce como el mismo hombre que le dio agua en el pozo en Nazaret muchos años antes, y Baltasar adora, y casi se desmaya de la alegría de ver una vez más el Cristo.


Octava parte

Durante los siguiente tres años, Jesús predica su evangelio en torno a Galilea, y Ben-Hur se convirtió en uno de sus ansiosos seguidores. Él, sin embargo, comienza a pensar que las palabras de Baltasar pueden ser ciertas después de todo, cuando ve que se está comportando con humildad, la elección de los pescadores y similares personas "humildes" como apóstoles. Además, considera que Jesús está desperdiciando tiempo valioso porque no se proclamó rey de inmediato. Sin embargo, ha visto a Jesús hacer milagros, y está convencido de que Cristo realmente ha llegado.
Durante este tiempo Malluch, armados con la fortuna Hur, compró la casa vieja en la Vía Dolorosa y renovado que, a la restauración de su esplendor que fue aún mayor que antes del incidente con Gratus. A continuación invitó a Simonides y Baltasar, con sus hijas, a vivir en la casa con él, y se convierten en regulares ocupantes de la casa, mientras que Ben-Hur, irónicamente, rara vez se queda en la casa, e incluso cuando lo hace, se trata como un invitado.
Ahora, el día antes de que Jesús tenía previsto entrar en Jerusalén y, finalmente, proclamar a sí mismo, Ben-Hur vuelve y les da una revelación completa de lo que ha sucedido a través de los años que ha seguido a Jesús. Cuando se menciona la curación de diez leprosos, Amrah se da cuenta de que de la madre y hermana de Juda podrían ser curadas, y la mañana siguiente apura a los leprosos de su cueva para decirles las buenas noticias. Esperan a lo largo de una carretera, y en medio de todo el regocijo y alboroto en la entrada triunfal, le piden a Jesús que las sane, y su solicitud es concedida.
Después de ser curadas, Ben-Hur las encuentra y abraza se dan cuenta de quienes son (su madre y hermana) y finalmente se vuelven a reunir.
Varios días después, IRAs conversa con Juda de una manera áspera y le dice lo que ella realmente piensa de él (un galeote) y que al principio lo amaba por que creía que el era el hijo de Arrio pero ahora lo detesta más que a cualquiera en este mundo y también le dice que está aliada con Messala desde hace mucho tiempo y le exige la devolucion de su fortuna, ante la negativa de Juda ella se va.
Esa noche, Ben-Hur se da cuenta de lo diferente que Baltasar y su hija son, y decide volver a Esther. Mientras él se pierde en el pensamiento, observa una marcha por la calle, y se mezcla con ella, completamente confundido y se da cuenta de que Judas Iscariotes es líder en la marcha, y muchos de los sacerdotes del templo y soldados romanos son los que marchan con él. ¿Cuál era su objetivo de esta rara la colaboración entre romanos y judíos?
La respuesta no se hace esperar, sino que fue a un oscuro jardín llamado Getsemaní, que Ben-Hur se confunde aún más, y que ve, por delante de él, Jesús camina a encontrarse con ellos. El famoso "¿A quién buscáis?" el discurso se produce, en la que, por única vez en la novela, Jesús es mencionado por su nombre. Ben-Hur, horrorizado por la traición, es descubierto por un sacerdote que tira de sus vestiduras para conducirlo a la custodia, sin embargo, rompe y huye desnudo. Él reclama algunas prendas de vestir que había sacado anteriormente, y envolver en ella a sí mismo, se retira de golpe.
Cuando viene la mañana, Ben-Hur se entera de que los judíos han y sacerdotes tratan de ejecutar a Jesús ante Pilato y aunque este se opone y lo declara "inocente", sin embargo, es condenado a la crucifixión debido a la insistencia de la gente. Ben-Hur es el más sorprendido por la forma en que su legiones han desertado en su momento de necesidad, y, además, cómo un tipo romano fue más misericordioso hacia el Cristo que su propio pueblo.
Con la marcha hasta el Calvario Ben-Hur renuncia a sí mismo a lo que él cree es la voluntad de Dios, y ver la crucifixión de Jesús. El cielo se oscurece, a pesar de que no hay un eclipse. Ben-Hur ofrece a Jesús el vinagre de vino para volver a Jesús a favor de él, y Jesús pronuncia su último mensaje "consumatum est. Todos los que aprobaron su crucifixión ahora sucumben al miedo por un terremoto que ha llegado y el cielo todavía está oscuro.
Para Ben-Hur y sus amigos, sin embargo, este es un momento en el que se comprometieron sus vidas a Jesús, que ahora cuenta no es el rey terrenal que había esperado, pero un rey celestial y un Salvador de la humanidad.

La historia contiene un epílogo con dos escenas en los años posteriores a la Crucifixión.
En la primera escena Ben-Hur y Esther se han casado y tenido hijos, ya que se sienta en su casa de campo en Misenum. En ese momento Iras llegua a hablar con Ester y queda impresionada al ver el aspecto degradado de su rival, Iras observa a los niños que podría haber tenido, y le anuncia que ha matado a Messala y finalmente descubrió que los romanos eran "Brutos". Ella se va al igual que como llegó de repente.
En la segunda escena de Ben-Hur se halla en la casa de Simonides en Antioquía. El negocio de Simonides ha tenido éxito, y ahora, como un anciano, que ha vendido la totalidad de sus buques, sino una, y que uno ha vuelto de su último viaje, probablemente, y estaba destinado para el mismo destino, la mayoría de las fortunas de Simonides y Ben-Hur se había ofrecido a la iglesia de Antioquía.
La madre de Ben-Hur ha muerto, pero su familia, al ser cristiana, no sufre mucho el trauma o la depresión de la partida. Shaikh Ilderim ha pasado toda su fortuna y el título a su hijo, también llamado Ilderim, con la excepción de la Huerta de Palmas, que pasó a Ben-Hur. Los cristianos de Roma están sufriendo persecuciónes bajo las manos del emperador Nerón, y Ben-Hur y sus amigos deciden hacer algo para ayudar.
Poco después, Ben-Hur, Esther, y Malluch establecidos en el último de los buques a Roma, y lleva contodo el sigo dinero que habían tenido y con el deciden construir una iglesia subterránea, que, dice el autor, ha sobrevivido a través de los años y que ahora se conoce como la catacumba de San Calixto en Roma.

EL HÁBITO DE CREAR HÁBITOS


Los hábitos son conductas aprendidas que repetimos regularmente. Estas acciones que estamos acostumbrados a hacer, son las que nos inculcaron desde pequeños y las que nosotros mismos hemos adoptado a lo largo de nuestra vida. Así, podemos tener el hábito de escuchar música, madrugar, hacer una rutina de gimnasia, etc.


Pero también tenemos el hábito de No hacer cosas: el hábito de no leer, de no ir regularmente al médico, de no estudiar, etc.

El hacer, bien o mal, y el no hacer algo son igualmente hábitos.

En la vida cristiana esto se aplica tal cual. Todos sabemos que el aprendizaje y la constitución de una conducta no son de los procesos más divertidos y nos cuesta, nos resistimos. Sin embargo, sabemos que los buenos hábitos, las “virtudes” son buenas para nosotros, que nos hacen bien.

Revisemos los hábitos que hemos instalado o no, como buenos caminos que nos acercan en nuestra comunión con Dios: ¿qué tanto estamos acostumbrados a leer Su Palabra? O de acercarnos a Dios en oración durante el día? Lo buscamos? Es nuestro primer refugio en la tribulación? ¿Tenemos el hábito de usar las escrituras en nuestro diario andar?

Dios nos insta a adoptar estas acciones habituales:

“Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esa es la voluntad de Dios (…) No apaguéis el Espíritu.” 1° Ts 5:16- 20

“Guardaré tu ley siempre, para siempre y eternamente” Salmos 119:44

“Buscad primeramente el Reino de Dios y Su Justicia..” Mt 6:33

Orar. Alegrarse. Agradecer. Amar. Buscarlo. Guardar su palabra.

Hábitos que nos el Señor nos exhorta a tomar porque nos conoce, conoce nuestras debilidades, nuestras flaquezas y sabe que es lo mejor para nosotros. Instalemos hábitos que nos acerquen cada día a nuestro Padre. Sustituyamos aquellas malas costumbres que ponen nuestra atención y nuestros intereses en otras cosas.

En esto debemos ser creativos y prácticos, buscando las formas que nos resulten más útiles, más fáciles, de modo que podamos vencer nuestra barreras. Y por supuesto que el Señor nos llenará de motivac iones cada vez que nos encontremos con Él y vivamos experiencias maravillosas.

Para sustituir un mal hábito hay que instalar uno nuevo, de otra forma nunca podremos extirpar aquella conducta. Por ello es que debemos esforzarnos en buscar estas cosas. Porque siempre nuestras acciones hablaran más alto que nuestra voz y porque la vida cristiana se trata del ejercicio mismo, de la acción de lo que oímos, sabemos y debemos hacer.

SANADOS PARA SANAR


El Salmo 109:22 nos habla de un corazón herido. ¿Está mal tener un corazón herido? No, un corazón herido no es algo malo, pero si usted tiene uno, lo animo a recibir sanidad de Dios y seguir adelante con su vida.


En los días del Antiguo Testamento, si un sacerdote tenía una herida o una llaga sangrante, no podía ministrar. Pienso que podemos aprender de eso hoy, porque conozco un montón de personas heridas que están tratando de ministrar y brindar sanidad a otros mientras ellos mismos siguen teniendo heridas del pasado sin sanar. Esas personas siguen sangrando y con problemas. Son lo que llamo “sanadores lastimados”.

¿Estoy diciendo que esas personas no pueden ministrar? No, pero sí digo que necesitan ser sanadas. Jesús dijo que si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán al hoyo (vea Mateo 15:14). Hay un mensaje en esa declaración. ¿Cuál es la utilidad de estar tratando de ministrar victoria a otros si yo no tengo victoria en mi propia vida?¿Cómo puedo ministrar sanidad emocional a otros si yo no he tratado con los problemas emocionales que traigo desde el pasado? Para ministrar adecuadamente, primero necesitamos ir a Dios y permitir que Él nos sane. He encontrado que cuando tengo un problema de relaciones, cuando estoy lastimada o cuando alguien daña mis sentimientos, no puedo ministrar adecuadamente hasta que la situación se arregla, porque me quita fuerzas y afecta mi fe. Cuando tengo problemas sin resolver en mi vida, no soy tan fuerte como podría ser.

A Dios le gusta usar gente que ha sido herida o lastimada que se haya sanado después, porque nadie puede ministrar a otro mejor que una persona que ha tenido el mismo problema o ha estado en la misma situación que la persona que está pidiendo ayuda. Pida a Dios que lo sane donde sea que usted esté herido, así Él lo puede usar para ayudar a otros. ¡Pídale que lo convierta en un sanador sanado!

EL DIOS JUSTO


Cuando Jesús comenzó a revelárseme como Juez, temí empezar a querer que Dios diera rienda suelta a su ira sobre los que me habían herido. Pensé que podría desear venganza divina por despecho. Sucedió exactamente lo opuesto a medida que continué encontrando al Jesús de la Biblia. Si usted hace lo mismo, tratar de encontrar no solamente una vaga idea de Jesús el Juez, sino al verdadero Jesús, hallado por la meditación larga y amorosa de la Palabra, sé que esta revelación dará el mismo fruto en su corazón.


Cuando Jesús se reveló a mí como el Juez justo, alcancé a captar una vislumbre de la llama de fuego en sus ojos, que me llevó al ámbito de perdón más profundo que haya conocido. Comprender a Jesús como el testigo fiel (Apocalipsis 1:5), el que vio y oyó lo que nadie más, era lo que mi corazón había estado deseando siempre. Al ver en los ojos de Dios el fiero celo por la justicia y su determinación de hacer bueno todo lo malo, me encontré queriendo clamar misericordia para los que me habían perjudicado.

En mi estudio sobre el perdón a la luz de la revelación de Jesús como el Juez descubrí verdades de la Biblia que me ayudaron a explicar la obra que Dios estaba haciendo en mi corazón. Comprendí por primera vez que el Señor me reivindicaría, y esa verd

ad comenzó a dirigir mi corazón hacia el perdón real. Jesús vio, oyó y decidirá cómo enderezar las cosas. Importo tanto para él que su justicia exige que alguien debe pagar. O Jesús carga el pecado y considera pagada la deuda por su obra en la cruz, si la persona se arrepiente, o castigará a los infractores cuando se paren ante Él en el juicio. Esta realidad se apoderó de mi corazón.

Es fácil para los cristianos bien intencionados reducir el perdón de pecados a barrer las transgresiones bajo la alfombra, pero esto se convierte en catastrófico al enfrentar las peores atrocidades de la vida. ¿Cómo podemos barrer el abuso sexual bajo la alfombra? ¿Cómo podemos decirle a alguien cuyo corazón ha sido aplastado “Adela
nte, y no dejes que el delito te robe tu alegría”? Sin el entendimiento de que Dios vengará las injusticias cometidas contra nosotros, el verdadero significado del perdón se pierde. Para los que no conocen a Cristo como el Juez justo, un llamado al perdón puede parecer afirmar que a Jesús no le importa lo que nos pasó o que es demasiado magnánimo para que lo abrumen nuestras quejas. En lugar de ofrecer esperanza, el perdón se convierte en un mensaje de “superarlo y seguir adelante”.

La Escritura nos ofrece un enfoque totalmente diferente del perdón. A través del perdón entregamos nuestro caso a un Juez justo que lucha por nosotros. Podemos olvidar lo que pasó porque sabemos que Dios nunca lo hará. Alguien va a pagar por lo que se nos hizo. Cualquier noción de que Jesús es complaciente ante el pecado y el mal no se alinea con la descripción de las Escrituras del terror que les aguarda a los impíos cuando Cristo regrese. Vemos esto claramente en el libro del Apocalipsis.


Cuando nuestra comprensión del verdadero perdón se abarata, desarrollamos ideas erróneas acerca de Jesús que disminuyen nuestra autoestima porque creemos que no vale la pena luchar. En todo el mundo, los pobres, oprimidos y víctim
as de abusos anhelan recibir una respuesta a su dolor y sufrimiento. Jesús es esa respuesta. Él es el Juez justo, que pedirá cuentas, pero con demasiada frecuencia la iglesia tiene miedo de esta verdad.

Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar. Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha

llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie? (Apocalipsis 6:14-16 ).
Conocer a Jesús como nuestro Juez no nos convertirá en cristianos rencorosos que hablan constantemente palabras negativas de juicio y condenación. Puedo decirle por experiencia que en realidad es lo contrario. Cuando comprendemos que Jesús es el Juez, nos damos cuenta de una verdad igualmente importante: ¡que nosotros no lo somos! Jesús quiere sanar nuestros corazones con la revelación de que Él es el Juez, y nos quiere dar noticias realmente buenas para otros que están oprimidos.

Usted amará mucho más a Jesús si en su corazón le permite ser el Juez. Lo reto a que se familiarice con Aquél que dictará sentencia sobre toda la humanidad, pondrá fin de una vez por todas al pecado, y pedirá cuentas de todo el mal que se haya hecho.

CAMBIANDO EL LUTO POR ALEGRIA


El Evangelio según San Juan, en el capítulo 1 verso 12, señala: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. Nosotros, los que somos hijos de Dios, estamos llenos de Él a rebosar, así que nuestra vida debe ser un ejemplo de una vida llena de entusiasmo. Otras versiones traducen la palabra “potestad” como “derecho” y “privilegio”. Así que, como creyentes en Cristo e hijos de Dios, tenemos la potestad, el derecho y el privilegio de vivir una vida que manifieste la presencia de Dios, en un sentido de gozo palpable.


En el Antiguo Testamento, se nos presenta un pasaje que contiene una simbología e imagen poética maravillosa sobre el carácter de un Dios que quiere que manifestemos su gozo. El profeta Isaías, a la altura del capítulo 61, profetiza la buena noticia de la salvación gloriosa que vendría a Sión. Isaías 61:1-3 lee como sigue: “El espíritu de Jehová, el Señor, está sobre mí, porque me ha ungido Jehová. Me ha enviado a predicar buenas noticias a los pobres, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos y a los prisioneros apertura de la cárcel. a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová y el día de la venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los que están de luto; a ordenar que a los afligidos de Sión se les dé esplendor en lugar de ceniza, aceite de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya”.

El versículo 3 nos presenta tres imágenes para hablar de la consolación y el gozo que se le daría a los afligidos de Sión. Éstos son: “esplendor en lugar de ceniza”, “aceite de gozo en lugar de luto” y “manto de alegría en lugar del espíritu angustiado”. Los afligidos de Sión son los israelitas que, a la vuelta del exilio, esperaban con ansiedad que se cumplieran plenamente las promesas de su reivindicación contenidas en Isaías, del capítulo 40 al 55.

Existe un juego de palabras en el sonido y significado del hebreo peh-ayr, “belleza o esplendor” y epher, “cenizas”. La palabra profética realza que, en lugar de una corona de cenizas (aludiendo a la práctica de los hebreos de echarse ceniza sobre la cabeza en señal de duelo o para enfatizar el dolor por la deshonra), se le daría una corona o tiara, un ornamento para días de fiesta y júbilo.

La segunda imagen nos habla de que quitaría el luto por un “aceite de gozo”. Esto se refiere a la costumbre de verter aceite perfumado sobre la cabeza de los huéspedes en fiestas jubilosas. Jesús, como se desprende de los relatos de Mateo 26 y Marcos 14, fue honrado siendo ungido en su cabeza con perfume costoso. También el salmista David lo señala en el Salmo 23:5: “Unges mi cabeza con aceite, mi copa está rebosando”, refiriéndose a los cuidados del pastor para con su rebaño.

La tercera imagen se refiere a darnos un manto de alegría en lugar del atuendo de luto. Esta imagen alude a las túnicas coloridas indicativas de fiesta y agradecimiento, utilizadas como ornamento en fiestas de júbilo. Eran piezas de ropa distinguida que honraban a sus usuarios, como aquella que se le obsequió a José en Génesis, por su padre Israel (ahora tal vez comprenda y abone al cuadro de la envidia de sus hermanos). Esta también fue la bienvenida que dio el padre del hijo pródigo a su llegada a la casa, ordenando que se le cambiara la ropa raída y maloliente por el manto primo, o los ajuares utilizados para distinguir en la fiesta a un huésped al que se quería agasajar con excelencia, según la tradición hebrea y de las ciudades del oriente medio.

Estas imágenes para mí evocan la idea de un Dios que sabe cómo transformar el luto y nuestras más sentidas pérdidas, para experimentar su presencia. Estar llenos de ella, es estar llenos de entusiasmo. La traducción de la Biblia del Peregrino escoge para “aceite de gozo” la frase “perfume de fiesta”. Algunos de nosotros utilizamos varias fragancias para perfumarnos. Tenemos aquellas de uso diario, pero también tenemos reservadas algunas para nuestras ocasiones especiales. Así que dejando correr mi imaginación, lo que evoca mi mente es contemplar a Dios perfumándonos en nuestras tristezas con un perfume delicado, vistiéndonos de ropas finas en lugar de nuestros trapos raídos por las desavenencias de la vida, hermoseándonos con prendas gratas de alegría y dejándonos saber que ha llegado el momento de la fiesta.

ANSIEDAD


“Con sabiduría se edifica una familia y con prudencia se consolida” Proverbios 24:3 (N.V.I.)


Dios nos equipo para reaccionar ante diferentes situaciones y nos dio emociones para que a través de ellas podamos disfrutar o lamentarnos de las cosas de la vida. Las que no parecen “tan buenas” no significa que son malas, hay gente que llora de alegría no por dolor. Las emociones mal manejadas pueden arruinar posibilidades de éxito. Una reacción que hoy día se evidencia con mucha frecuencia en lugares de trabajo, familias en todo lugar donde hay personas es la ansiedad.

¿Qué es la ansiedad y cómo manejar adecuadamente?

La ansiedad es esa reacción de alerta en nuestro organismo a nivel general ante la amenaza de peligro, ante una situación nueva o incómoda. Es necesaria en la dosis correcta nos alerta para adecuarnos responder, protegernos o defendernos y bien controlada nos lleva a prepararnos para enfrentar las exigencias de la vida.
Hay gente que se ahoga en ansiedad y su cuerpo se desgasta antes de emprender una acción porque la ansiedad los consume. Entonces buscan calmantes como lo es soltar palabras hirientes, comer desmedidamente, llorar y otras acciones nada favorecedoras para la salud y las relaciones sociales. La ansiedad descontrolada puede sabotear la oportunidad de disfrutar la vida. Es normal sentir ansiedad ante algo desconocido, nuevo pero también es necesario aprender a controlarla. Ese entrenamiento viene desde niños donde aprendemos de nuestros padres como enfrentarnos a la vida, por eso padres recuerden que tenemos alumnos 24 horas al día aprendiendo a vivir.
La Biblia dice “La paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento guardará vuestros corazones en Cristo Jesús” Y es que la paz es el antídoto de la ansiedad, la tranquilidad para enfrentar los retos y adversidades de la vida, protege nuestro corazón “emocional” para que reaccionemos en forma adecuada y aún nuestro corazón carnal, ese que bombea sangre que se acelera y parece salirse del pecho cuando la ansiedad lo acelera, por eso déle años a su vida, déle paz a su espíritu, déle paz a su familia, déle paz a su prójimo, déle paz y salud a su ser en forma integral.

Cuando se sienta ansioso o ansiosa deténgase un momento hable con Dios exprésele que hay en su mente en su corazón, ponga palabras de victoria en sus pensamientos, respire profundo, tome un poco de agua y resuelva la situación que se le avecina. Si esta viene de repente recuerde usted tiene ya un “chip” de años de experiencia, conocimiento y fe en Dios guardada que le darán las herramientas básicas para responder en forma adecuada en el momento adecuado, en la intensidad adecuada, con la persona adecuada.
La ansiedad nos enfoca en los problemas y no en la solución nos hace actuar en forma reactiva, impulsiva. Va minando la estabilidad emocional y se vuelve parte de la vida de una persona hasta volverse parte de su descripción “esa persona es ansiosa”; vasta mirar como retuerce las manos, truena los dientes, muerde sus uñas, sus dedos, se pone de un carácter insoportable. Si es su caso deténgase cuando sienta ansiedad identifíquela y tome espacio para estructurar una solución una respuesta y una estrategia para volver a la calma necesaria para vivir en paz. De ser necesario busque ayuda, escuche a la gente cercana ellos son el mejor termómetro.

Algunos consejos para enfrentar la ansiedad.

Planifique sus responsabilidades: Mucha gente cae en cuadros de ansiedad severos porque viven cumpliendo sus responsabilidades al último minuto. Sus trabajos en la universidad, en el trabajo, en su casa los postergan. Viven consumiendo su cuerpo y desgastándose a todo nivel por falta de planificación.

Haga una agenda con sus compromisos y cumplalos a tiempo. Recuerde cuide sus corazones.

Defina sus prioridades. Cuando son claras las desiciones son fáciles. La Biblia dice “en lo que requiere diligencia no perezosos, fervientes en espíritu y sirviendo al Señor” Cuando usted reconoce que siempre servimos a Dios en donde sea que estemos, dando un testimonio adecuado de quien es un cristiano y somos diligentes, la ansiedad no será parte de nuestro equipaje diario.

Accione no ignore. No se puede escapar de un momento de ansiedad porque siempre se presentará algo que querrá desubicarle. Pero asuma la situación y actué en forma correcta y de ser necesario busque consejo, apoyo en otras personas.

Ejerza dominio propio: Recuerde que como fruto del Espíritu, esta el dominio propio. Es algo que se puede lograr con la ayuda de Dios y con empeño de nuestra parte.

Dice Proverbios 25: 28
“Como ciudad invadida por sus enemigos y sin murallas que la protejan es el hombre que no domina su espíritu”

GUIA DE ACCION PASTORAL CONTRA LA VIOLENCIA DE GENERO


Creo que se cubrió un área no abordada a nivel de publicaciones dentro de la Iglesia Evangélica. En segundo lugar creo que el éxito de la Guía está en su contenido y en su formato.

El contenido es triple: fundamentos sobre el maltrato; herramientas prácticas para el abordaje del maltrato; y un acercamiento pastoral al fenómeno en nuestras iglesias.
En relación al formato la clave está en la total gratuidad del material y la presentación y maquetación de la Guía, que la hace atractiva y fácil de leer.
Si cada año denuncian unas 130.000 mujeres, según datos del ministerio de Sanidad, se estima que unas cuatrocientas mil más no lo hacen, y parte de esas mujeres también son parte de nuestras iglesias evangélicas.
Tenemos que ser parte de la solución, no del problema, tenemos que desplegar, como responsables pastorales de la iglesia, todos los recursos de protección sobre la mujer maltratada.

Tenemos que denunciar, perder nosotros el miedo a las consecuencias. Si una comunidad entera, la iglesia, llega a tener miedo de un agresor, ¿cuánto más una muje

r sola?
Mientras la autoridad, policía y fiscales, no tengan la denuncia en su mesa no pueden iniciar las diligencias previas al proceso y desplegar los recursos de protección sobre la mujer y su familia.

EL LIBRO DEL MAÑANA


Repasando libros de la Biblia al azar, como hago con relativa frecuencia después de concluir un largo artículo, tropiezo con un versículo en Éxodo 34:2 que me dejó pensativa. Dice así: “Prepárate para mañana”.


Confieso que me turbé. ¿A qué mañana se refiere el autor? Al mañana después del mañana, a los años en la tierra o al mañana en la eternidad? Quiero creer que a esto último. Y me cercan los pensamientos: ¿Estoy yo preparada para el mañana con Dios?Los cristianos vivimos alegremente después de nuestra conversión, ¿pero estamos realmente preparados para un mañana con Dios, que puede ser inmediato, quién sabe, tal vez mañana mismo? San Pablo me asusta: “Examinaos a vosotros mismos si estáis en fe” (2ª Corintios 13:5). ¡Claro que estoy en fe! ¡Fui bautizada, voy a la iglesia, leo la Biblia, testifico a otros!Todo esto lo hacían los miembros de la Iglesia en Corinto. ¿Qué pasa entonces?


Que te examines en las profundidades del alma, donde late el corazón, donde se siente la vida. Que pruebes y compruebes si Jesucristo está verdaderamente en ti, si eres auténtico cristiano. ¿O crees que puedes decir “me he bautizado y ya está?A Pablo le preocupaba mucho el tema de la seguridad cristiana. Quería que los convertidos fueran conscientes de lo que significa ser salvos. A los miembros de la iglesia en Filipos les aconseja: “Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor” (Filipenses 2:12). Esto no quiere decir que hayas de vivir con miedo y angustia de ánimo, cosa que se opondría al gozo que el mismo apóstol aconseja en otro lugar a los cristianos.

Ocuparte de tu salvación con temor y temblor significa simplemente darle importancia, que seas consciente del tesoro espiritual que posees . Que dependas totalmente de Dios hasta para los actos más insignificantes de tu vida. Que permitas en ti el querer y el hacer de Dios. (Filipenses 2:14).

“Prepárate para mañana”. ¡Qué tremenda advertencia! ¡Qué consejo más lleno de sabiduría! Al rico de la parábola no le importaba el mañana. Se le advierte que cualquier noche piden su alma y por no estar preparado lo puede pasar muy mal. Igual de mal que lo pasaron cinco de las diez vírgenes que no estaban preparadas para recibir al esposo, según la parábola de Mateo capítulo 25. Tan mal como lo sufrió el siervo que no se preparó ante la inminente llegada del señor. Recibió muchos azotes. Y fue puesto entre los infieles (Lucas 12:41-48).¿Sabes lo que quiere decir Moisés cuando nos advierte en el Éxodo “prepárate para mañana? Lo mismo que enseña la amonestación del profeta Amós: “Prepárate para venir al encuentro de tu Dios” (Amós 4:12).

¿Estás preparado?

EL DIOS DEL CAMBIO


CAMBIO. Probablemente, una de las palabras y, más aún, de los conceptos más temidos para el ser humano, por una parte, más anhelados por otra; más estudiados, sin duda, y más ansiógenos también

Porque a las personas nos tiemblan las piernas cuando lo vemos asomar, más aún cuando la velocidad a la que se presenta nos deja sin aliento. Sin respiración, sin tiempo, sin margen… los cambios, simplemente, se dan. Te arrollan, incluso, y no siempre vienen como una brisa cálida o sosegada, sino más bien como un huracán que no da cuartel.


Pero, en cualquier caso, forman parte de la vida. Las personas somos seres “plásticos”, como decimos los técnicos. Seres que se amoldan a las circunstancias, a los avatares, a las idas y las venidas de la marea de su vida y que, con mayor o menor acierto, se intentan reponer y sobreponer a los tan temidos eventos que a veces, sin previo aviso y sin preguntar, aparecen y nos ponen contra la pared.

Algunos afrontan el cambio de forma milagrosa: parecieran tener un sexto sentido por el que, no es que lo intuyan, pero parecen estar siempre preparados para lo peor. No es que sean derrotistas, alarmistas ni tampoco negativos y, pudiera uno pensar que nada puede con ellos. Es que, lejos de dejarse aplastar por el cambio o la adversidad, deciden afrontar su vida, con lo bueno y con lo malo, desde la convicción de que lo que les sucede, aun siendo complicado o desgarrador, les traerá una nueva dosis de fortaleza y aliento. Si la fe les acompaña, saben en lo profundo que, “a los que a Dios aman, todas las cosas ayudan a bien” y ven, por encima de la dificultad, la oportunidad de un paso adelante y no la derrota de uno hacia atrás.

Pero esa, reconozcámoslo, no es la experiencia de la mayoría de nosotros . La realidad nuestra, la de las personas normales, de a pie, frágiles y temerosas de lo que viene y no vemos, de lo que se avecina y no anticipamos, es que todo lo que se relacione con el cambio nos viene grande. Nos atenaza y nos bloquea en ocasiones, nos inquieta, nos quita la paz y el sueño… pero mucho más allá de esto, nos moldea, nos recuerda que somos piezas de barro en manos de un Dios Todopoderoso que reina sobre el cambio porque es el único que no muta.

El Señor que nos gobierna tiene una relación especial con el cambio . Nos creó para una relación íntima y estable con Él, eterna, que el hombre, anhelando lo que no tenía, lo que no le correspondía, cambió en un sucedáneo de lo que Dios le había preparado. Toda la desgracia que eso nos ha traído nos ha llevado a la búsqueda de formas de revertir el mal que nos rodea. Hemos creído a lo largo de los siglos que la manera de ser felices, de buscar nuestro bien y de salir adelante a partir de nuestra caída y de nuestra desgracia (que seguimos sin reconocer), era el placer, lo material, lo que este mundo ofrece… mirar para otro lado, en definitiva. Pero un cambio lejos y fuera de la voluntad de Dios sólo nos lleva al vacío, a la soledad y a la ruina más absoluta.

Queremos cambiar lo que no nos gusta, pero evadimos la realidad de cómo ha de hacerse. Cambiamos equivocadamente nuestro entorno, nuestras circunstancias, pero no cambiamos nuestro corazón. Nuestro interior, el que alberga el mal mismo, todo lo que Dios desprecia y aborrece, sigue siendo igual siglo tras siglo y olvidamos que el mal no está fuera de nosotros, sino bien arraigado en nuestro ser. 

Nuestro Dios, sin embargo, nos llama a un cambio, pero no al que nosotros creemos o queremos . Nos invita a revertir una vida de independencia de Él, en la que buscamos vivir como si Él no existiera, en la que no nos conformamos con lo que tenemos y no valoramos lo que Él nos ha dado, para transformarla en una vida de servicio a los demás, negándonos a nosotros mismos y buscándole a Él en primer lugar. Ningún cambio es un buen cambio si no le tiene a Él en cuenta, si no pasa por considerar lo que Dios tiene preparado para ese presente y también para el futuro por llegar. Nuestro bien, entonces, no está en UN cambio o en EL cambio que nosotros pensamos, sino en SU cambio.

Por una parte, Dios es el mismo ayer, hoy y por siempre. La paradoja está justo ahí: un Dios que nos llama al cambio, porque Él no cambia . Por eso justamente Él es Rey y Señor en el cambio y nos pide que nos volvamos a Él, que es inmutable. Ese y no otro es el verdadero cambio. Porque cuando nuestras circunstancias cambian, cuando todo parece venirse abajo, cuando nada ni nadie puede responder dándonos la estabilidad que esperamos y necesitamos, Dios está ahí, en todo Su poder, en toda Su Majestad, inamovible en el paso de los tiempos, omnipotente ante la acción de las circunstancias. Él reina porque Él controla, porque Su mano permite o impide y porque ni un solo cabello de nuestra cabeza cae en el suelo sin que Él dé Su consentimiento.

Por esta misma razón, porque Él no cambia, es que podemos asirnos en los momentos de tormenta y marea a la Roca de los Siglos. Su Palabra permanece, Su amor permanece, Su cuidado permanece, Sus promesas permanecen. Y a la espera de cielos nuevos y tierra nueva, de un cuerpo de gloria nuevo con el que podremos contemplar Su gloria en Su perfecta presencia, esperamos, en nuestros cambios, que Él obre con Su propio cambio.