FRACASAR EN LA PRUEBA

La prueba viene en tres niveles: 

• La prueba común (1 Corintios 10:13) 
• La prueba por un tiempo (Lucas 4:13) 
• La hora de la prueba (Apocalipsis 3:10) 

Las pruebas comunes son los sucesos de todos los días que desafían nuestra fe, paciencia y determinación de permanecer fieles a Dios y a su Palabra. Las pruebas por un tiempo son las tentaciones que vienen en ciclos, solo para volver y repetirse por un período. La hora de la prueba es el suceso o prueba más importante que Satanás piensa usar para arrancarlo a usted de Dios y quitarle su fe en Él. 

La historia de Job es el ejemplo perfecto de un hombre que pasa una hora de prueba. La hora de prueba de Pedro fue una misión de Satanás dirigida a sacarlo de en medio antes que emergiera su destino como líder. Fue Pedro el que presumió ante Cristo de que él jamás lo negaría y que lo seguiría hasta la muerte (Mateo 26:35). Pedro probó su lealtad cuando desenvainó la espada y cortó la oreja del siervo del sumo sacerdote. Cristo rescató a Pedro de ser arrestado haciendo un milagro creativo de sanidad en la oreja de ese hombre (Lucas 22:51). Luego Pedro y Juan lo siguieron y tuvieron acceso al área de la prueba. Pedro se estaba calentando en un fuego cuando fue acusado de ser discípulo de Cristo. El miedo se apoderó de él y hasta negó conocer a Cristo (vv. 57-60). Leemos que en la tercera negación: “Él comenzó a maldecir, y a jurar: ‘No conozco a este hombre de quien habláis’” (Marcos 14:71). Para el lector de español, cuando leemos que Pedro maldecía y juraba, parece que Pedro hubiera dicho un montón de palabrotas. Sin embargo, en el Nuevo Testamento griego, necesitamos entender el significado de la palabra maldecir en este pasaje. En Marcos 14:71 Pedro maldijo y negó al Señor; la misma palabra griega es usada por Pablo en Gálatas 1:9, donde se traduce como “anatema”: “Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema” (Gálatas 1:9). 

En ambos casos, la palabra griega para “maldecir” y “maldito” es anadséma, que significa: “Declarar a uno responsable de las más severas penalidades divinas”. Pedro no estaba blasfemando sino que estaba atrayendo maldición divina sobre sí mismo ¡porque no estaba diciendo la verdad! Jesús predijo que antes de que el gallo cantara por tercera vez, Pedro lo habría negado. Luego, en el Evangelio de Lucas, después de revelar la futura negación de Pedro, Jesús le dijo a su círculo íntimo en Getsemaní: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Mateo 26:41).3 En el lenguaje inglés, se sugiere el concepto de que Pedro usó una mala palabra para negar al Señor. Sin embargo, la palabra griega para “maldecir” en Marcos 14:71 es la misma palabra que usa Pablo en Hebreos 6:13, donde habla de que Dios hizo una promesa a Abraham. La palabra significa “jurar” o hacer un juramento. De ese modo, Pedro negó al Señor y anunció un castigo para sí mismo en forma de juramento para probar a los que se hallaban presentes que no estaba asociado con Cristo. Después de oír cantar al gallo por tercera vez, Pedro huyó de la gente y lloró amargamente (Lucas 22:62). La realidad de su fracaso y sus mentiras lo abrumaron, cuando la convicción de pecado le perforó el corazón. Antes de ese suceso Cristo le había dicho a Pedro: “He rogado por ti, que tu fe no falte” (v. 32). ¿Por qué habrá sido importante esa oración? En el tiempo de Cristo los judíos tomaban muy en serio cualquier forma de maldición verbal que se pronunciara sobre algo o alguien, ya que las maldiciones y las bendiciones venían de parte del propio Dios, ya fuera por obediencia o por desobediencia a su ley (vea Deuteronomio 28). Pedro no solo mintió, negando conocer a Cristo, sino que también le abrió a Dios la puerta para que llevara condenación divina sobre él. Los discípulos habían sido advertidos sobre el poder de las palabras cuando Cristo les dijo: “Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado” (Mateo 12:37). 

A los ojos de Pedro, él entendía que su confesión mentirosa indicaba que había perdido su fe y ahora estaba bajo una posible retribución divina. Este era el momento del que Cristo le había advertido, cuando Satanás lo “zarandearía” como a trigo (Lucas 22:31). No hay ningún registro de dónde estaba Pedro o qué hizo durante los tres días en que Cristo estuvo en la tumba, aparte de cuando el Señor resucitó. El ángel en el jardín de la tumba les dijo a las mujeres: “Pero id, decid a sus discípulos, y a Pedro, que él va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo” (Marcos 16:7). Después de eso, cuando Cristo llegó a Galilea y comió con sus discípulos, le preguntó tres veces a Pedro si lo “amaba” más que los otros discípulos, y tres veces Pedro le respondió que sí lo amaba (Juan 21:15-17). Creo que el deseo de Cristo era que Pedro confesara públicamente su amor por Él antes de que los otros discípulos colocaran alguna duda en sus mentes, cualquier culpa en la mente de Pedro, o cualquier futura condenación que Satanás pudiera arrojar en el camino de Pedro en relación con su último fracaso. Mediante el proceso de restauración de Dios, el fracaso nunca es definitivo. 

Debemos tener sumo gozo cuando caemos en “diversas pruebas” (Santiago 1:2). Se nos dice que nos regocijemos cuando los hombres nos odian y nos persiguen (Lucas 6:23), y que nos alegremos cuando seamos “afligidos en diversas pruebas” (1 Pedro 1:6). Parece contraproducente regocijarse cuando las cosas van mal (tentación, pesar, persecución). Sin embargo, lo que importa es el resultado final, y cuando usted cae en tentación, su fe produce paciencia, y la paciencia su obra completa (Santiago 1:2-4, RV1909). La persecución desarrolla una especial corona y una recompensa para usted en el cielo (Lucas 6:23), y las diversas pruebas son las pruebas de su fe, que prevalecerá “mucho más preciosa que el oro” (1 Pedro 1:7). Nunca mire las tentaciones y las pruebas como una derrota. Su capacidad para superarlas siempre traerá una gran recompensa.  

DIOS RECHAZA?

Ser rechazado por Dios viene como resultado de que una persona se rehúse a recibir el conocimiento de Dios (Oseas 4:6). He escuchado a la gente decir que Dios no rechaza a nadie. Déjeme decir esto primero: Dios es un Dios de amor. Dios jamás rechazará a una persona que se arrepienta y se acerque a Dios en fe. Él dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). Dios alienta a las personas. No hace acepción de personas. No rechaza a la gente con base en su color, cultura o género. Dios es amor: “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37). Dios jamás rechazará a alguien que venga a Él en fe, amor y arrepentimiento. Pero eso no significa que Dios no rechace personas. 

A lo largo de la Biblia vemos que Dios rechaza a ciertos individuos. Adán fue la primera persona en ser rechazada. Fue echado del jardín y rechazado por Dios por su desobediencia (vea Génesis 3). La ofrenda de Caín fue rechazada por Dios, y Caín asesinó a su hermano, Abel (Génesis 4:3–10). Ismael fue rechazado por Dios (Génesis 21:8–21). Aunque Dios lo amaba y prometió también bendecir sus generaciones, aun así sufrió rechazo por Dios, todo por la impaciencia de Abraham y Sara. Abraham y Sara no podían esperar a que la promesa de Dios se cumpliera en sus vidas. Trataron de ayudar a Dios usando a la sierva de Sara, Agar, como una sustituta (vea Génesis 16:1–4). Esto causó que Ismael fuera rechazado por Dios como la simiente prometida a Abraham. Saúl fue otro que fue rechazado por Dios. Era de la tribu más pequeña de Israel, la tribu de Benjamín, y de la familia más pequeña de esa tribu. Antes de que Dios lo rechazara, ya tenía un espíritu de autorechazo, inferioridad e inseguridad (1 Samuel 15:17 dice: “Aunque eras pequeño en tus propios ojos, ¿no has sido hecho jefe de las tribus de Israel?”). Convertirse en el primer rey de Israel provocó que estas fortalezas se manifestaran todavía más. Cuando fue ungido rey de Israel manifestó rebelión y desobediencia. Salió a la batalla una vez y decidió hacer las cosas a su manera, y de inmediato, a causa de su arrogancia, impaciencia y falta de sumisión al profeta de Dios, fue rechazado como rey de Israel. 

"Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey" (1 Samuel 15:22–23). Después de este rechazo se abrió la puerta para que todo tipo de demonios oprimieran a Saúl. Comenzó a manifestar paranoia, sospecha, un espíritu asesino, hechicería y finalmente suicidio. Esta es una ilustración de cómo los demonios pueden destruir a una persona a través del rechazo. No fue Dios quien primero rechazó a Saúl. Saúl rechazó a Dios a través de la desobediencia y determinación de ir en contra de lo que sabía que el Señor le había mandado a hacer. La vida de Saúl fue destruida por este demonio de rechazo. Lo envió en un curso de colisión. Toda su vida se fue cuesta abajo. Todo fue resultado del demonio de rechazo. Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. 

Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos (Oseas 4:6). Esta es una maldición de rechazo. Pero hay liberación, y hay perdón. Si una persona se arrepiente y dice: “Quiero el conocimiento de Dios. Quiero buscar a Dios. Quiero conocer su Palabra”, esa persona puede ser liberada del rechazo. Pero estoy aquí para decirle que si usted rechaza la liberación, si usted rechaza el conocimiento de la Palabra, el conocimiento de lo profético, y usted dice: “No lo quiero”, Dios lo rechazará a usted. Hay algunos grupos de personas que no conocen ciertas cosas porque nunca se les han presentado. Pero a duras penas podemos decir eso en los Estados Unidos. Aquí, en alguna manera u otra, se nos ha presentado la verdad, la liberación, la sanidad, lo profético y lo apostólico. Bueno, Dios dice: “Si usted rechaza el conocimiento, yo lo rechazaré a usted”. Cuando usted es rechazado por Dios eso abre la puerta al espíritu de rechazo. Cuando esa raíz de rechazo viene a su vida, abrirá la puerta a una hueste de otros demonios para venir que destruirán su vida. 

Dios dice: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento”. El espíritu de destrucción es el resultado de ser rechazado por Dios. Cuando esto sucede grupos enteros de personas, familias completas pueden ser rechazadas y terminar siendo destruidas y devastadas por el enemigo. Por eso es que es tan importante arrepentirse y aceptar la verdad de Dios cuando el Espíritu de Dios está tratando con usted. No hay necesidad de arriesgarse a ser reprobados como las personas mencionadas en Romanos 1:26–32: Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican. 

Hoy en día existe todo un problema sobre si los homosexuales o las lesbianas se pueden casar. El hecho es que Dios lo rechaza. Dios jamás aceptará un matrimonio entre dos hombres o dos mujeres. Es rechazado por Dios. Cuando algo es rechazado por Dios, no puede ser bendecido. Siempre viene bajo una maldición. En nuestra sociedad actual la gente está impulsando el estilo de vida homosexual y otros estilos de vida perversos tanto que muchos de ellos han cruzado le línea. 

Han rechazado la Palabra de Dios. Han rechazado el plan de Dios para la familia y el matrimonio hasta el punto en que están en peligro de ser rechazados por Dios. Esta es una condición peligrosa en la cual estar. Yo le advertiría que si es parte de una comunidad que está promoviendo un estilo de vida homosexual y usted rechaza la Biblia, el cristianismo, a Dios y su diseño para el matrimonio entre un hombre y una mujer, usted rechaza la verdad y entrará en un lugar en el que termine siendo reprobado, completamente endemoniado y destruido por el enemigo. La palabra reprobado significa indigno, echado fuera, rechazado; como basura o residuos. Esta es una persona cuya misma mente ha sido rechazada por Dios. 

En Romanos 1:29–31 hay una lista de demonios que vienen como resultado de haber sido entregado a una mente reprobada. Todos son nombres de espíritus malignos que vienen a la vida de los individuos que han sido rechazados por Dios: “ injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia”. Si usted continúa en pecado y rechaza a Dios puede llegar a un punto en el que Dios lo rechace y usted sea entregado a un espíritu de destrucción. 

Sé que muchos de ustedes probablemente no escuchan esto en las iglesias actualmente, pero la Biblia muestra que Dios rechazó a Caín, a Saúl e incluso a los hijos de Israel porque desobedecieron sus mandamientos. Los rechazó, los sacó de la tierra y los envió a Babilonia (vea Génesis 4:5; 1 Samuel 16:1; Oseas 1:10). Rechazó el sacerdocio de Elí, porque Elí no quería corregir a sus hijos (vea 1 Samuel 2:12–4:18). Fue rechazado y se le quitó el sacerdocio. Dios rechazó a Esaú y escogió a Jacob. Rechazó a Ismael y escogió a Isaac. Dios no acepta nada excepto lo que es digno que Él acepte. No acepta ningún tipo de sacrificio, ningún tipo de ofrenda ni ningún tipo de estilo de vida. Y existe un peligro real de ser rechazado. 

Pero el rechazo de Dios o cualquier otro tipo de rechazo no es la voluntad de Dios para usted. Usted puede arrepentirse hoy, aceptar a Jesús y ser liberado de cualquier demonio o espíritu sin importar que sea lujuria, rechazo, odio, ira, amargura o resentimiento que podría estar operando en su vida. Dios lo ama y quiere salvarlo y liberarlo. Clame a Él y Él le responderá.

CUATRO LUNAS DE SANGRE



El próximo 15 de abril podrá visualizarse un eclipse total de Luna, de acuerdo con la información anunciada por la Nasa, será todo un espectáculo. La cara lunar se torna roja mientras el eclipse se desarrolla -llamada luna de sangre en la antigüedad. Esto debido a la refracción de los rayos solares en la atmósfera terrestre. Este eclipse es el primero de cuatro que se esperan. El próximo ocurrirá el 8 de octubre 2014, luego el 4 de abril 2015, y el último, el 28 de septiembre 2015. Este fenómeno es conocido como tétrada —es decir, eclipses lunares totales consecutivos que ocurrirán en intervalos de seis meses—. Esta tétrada es la segunda que se espera en este siglo, la primera ocurrió entre el 2003 y el 2004. Y la próxima ocurrirá hasta el 2032-2033. Y podrá ser perfectamente visible en América del Norte, y el occidente de América del Sur.



En el libro Cuatro lunas sangrientas: algo está a punto de cambiar, de John Hagee, se advierte de que la tétrada es la marca del Apocalipsis escrita en la Biblia. El autor escribe que cuando se trata de señales en la Tierra como hambre, maldad, pestes y guerra, ya la humanidad las ve como problemas de siempre, pero cuando hay señales en el cielo tienen un significado divino. Su argumento es que en los últimos 500 años, los tres eclipses lunares totales se produjeron en el primer día de la Pascua. Y están conectados con hechos en la tierra relacionados con el pueblo judío.

1492: el último año de la inquisición española, cuando los judíos fueron expulsados de España.
1948: proclamación del Estado de Israel.
1967: inicio de la Guerra de los Seis Días.
Por ello hace énfasis que estas señales apuntan a la segunda venida de Jesús. “El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes de que llegue el día grande del Señor”. Joel 2:30-31
Debo mencionar que para las religiones monoteístas más grandes del mundo, sobre todo para el cristianismo, la segunda venida de Jesucristo es un hecho que se espera desde hace más de dos mil años. Muchas de las profecías de las que habla la Biblia se han cumplido ya, ante el asombro de muchos, mas la parusía sigue siendo la reina de todas las esperas.
A la luz de estos acontecimientos apocalípticos, sería sensato buscar la verdad, no haciéndose un religioso más, sino estableciendo una relación íntima con Dios, certificada por el amor hacia el prójimo, aprovechando bien y prudentemente el tiempo, porque los días que vienen son de gran angustia. Ya que el mismo Jesús dijo: “Que nadie los engañe, porque vendrán muchos en mi nombre y harán grandes maravillas, pero el día y la hora, nadie lo sabe, solo mi Padre que está en los cielos”. Aunque teológicamente ya estamos viviendo el “final de los tiempos”, podría ser hoy mismo si usted muere ahora.
Por lo tanto, el deber de cada ser humano en este mundo es estar vigilante, en búsqueda de una verdad que trasciende a religiones o personas, investigando la razón de nuestra propia existencia y procurando una relación directa con Dios, porque un día todos daremos cuenta de nuestro actuar en este mundo.