LOS PELIGROS DE NO PERDONAR

Usted habrá oído decir, “Trata a otros como quieres que te traten. Perdona a otros para ser perdonado" Sin embargo la brecha entre conocer y vivir de acuerdo a estos simples principios es enorme. 

¿Tiene dificultad de volver a amar después de una decepción? 
¿No ha podido volver a sonreír, ni reír luego de experimentar una ofensa? 
¿Le ofenden las palabras "La sangre es más espesa que el agua", luego que un ser amado le traiciona? 

Si su respuesta a estas preguntas es, “¡sí!”, este es el libro que puede mostrarle como volver a amar, sonreír y reír. Los peligros de no perdonar le ayudara a reparar su corazón quebrantado, le mostraran como vivir la vida a plenitud y como arreglar esa parte que fue desbaratada por las ofensas de otros: su corazón. 

Cada capítulo es un viaje de revelaciones. Permítase usted mismo la oportunidad de descubrir la verdad oculta detrás de su dolor mientras reconquista el poder de amar libremente.

HONRA Y VALORES

En Levítico 19, dice: Delante de las canas te levantarás y honrarás el rostro del anciano. Padre y madre merecen honra; el hombre tiene que darle honra a la mujer; la mujer tiene que dar honra al hombre; y todos les debemos honra a las personas mayores.
Las canas se respetan. La experiencia de una persona se respeta. Dice la biblia que te levantarás delante de las canas.
1 Timoteo dice que debemos dar honor a las viudas, y que los ancianos que gobiernan sean tenidos por dignos de doble honor. ¿Quiénes son estos? Tu jefe; el gobernador que, aunque tú no hayas votado por él, merece todo tu respeto, y no tan solo una dosis, sino doble porción de honor.
Tenemos que enseñar respeto y honor. La iglesia tiene que levantarse y enseñar lo que dice la palabra del Señor acerca de la honra que debemos.
Puedes diferir de la opinión del Gobernador, pero no le puedes faltar el respeto. Puedes diferir de la orden que estás recibiendo de tu jefe, pero no le puedes faltar el respeto. Puedes diferir de la opinión de tus padres, pero no les puedes faltar el respeto.
Exigir tus derechos, no significa que tengas que faltar el respeto.
Quizás, en alguna ocasión, tuviste una mala experiencia con un maestro, porque no todos los maestros son perfectos, pero los maestros se merecen respeto. Y muchos jóvenes no respetan a sus maestros.
En el verso 17, dice que más respeto aún se debe tener por aquellos que nos enseñan la palabra del Señor. Tu pastor merece respeto. Cuando tengas un problema que quizás el gobierno no te vaya a poder resolver, y que quizás en tu casa no se pueda resolver, probablemente, ese problema se va a resolver desde el altar. Más vale que tú hayas guardado la estima y hayas enseñado a tus hijos a respetar el altar.
Las personas que Dios ha puesto en autoridad en nuestras vidas, los que predican, lo que nos enseñan, merecen respeto.
La sociedad se burla de aquellas cosas que la palabra nos dice que merecen respeto. En una comedia, en una parodia, ¿de quién se burlan? De los padres, de los políticos, de los pastores. ¿O acaso no es esto lo que vemos y nos produce gracia? Pues no debería causarnos gracia, porque la deshonra tiene consecuencias que hacen que un hogar se destruya.