NO CELEBRO HALLOWEEN


LA REFORMA QUE TRASTORNÓ AL MUNDO


El 31 de octubre de 1517, víspera de la fiesta católica de Todos los Santos, Martín Lutero dio a conocer públicamente sus tesis, y el impacto fue tal que se señala esa fecha como el comienzo de la Reforma protestante y una vuelta a la puerza del mensaje del Evangelio de Jesús. 

Para unos, Lutero es el ogro que destruyó la unidad de “la” iglesia, la bestia salvaje que holló la viña del Señor, un monje renegado que se dedicó a destruir las bases de la vida monástica. Para otros, es el gran héroe que hizo que una vez más se predicara el evangelio puro de Jesús y la Biblia, el reformador de una iglesia corrupta. Él cambió el curso de la historia al desafiar con valentía el poder del papado y del imperio, sosteniendo puntos de vista contrarios a la práctica y ordenanzas de la religión establecida, el catolicismo romano, por considerarlas contrarias al contenido de la Biblia. La principal doctrina evangélica que Lutero alzó contra el sistema ritualista de penitencias fue que la salvación es por fe y por gracia solamente, no por obras. 

La chispa que movió al monje vino probablemente en 1515, cuando Lutero empezó a dar conferencias sobre la Epístola a los Romanos, pues él mismo dijo después que fue en el primer capítulo de esa epístola donde encontró la respuesta a sus dificultades. 

Esa respuesta no vino fácilmente. No fue sencillamente que un buen día Lutero abriera la Biblia en el primer capítulo de Romanos, y descubriera allí que “el justo por la fe vivirá”. Según él mismo cuenta, el gran descubrimiento fue precedido por una larga lucha y una amarga angustia, pues Romanos 1:17 empieza diciendo que “en el evangelio la justicia de Dios se revela”. Según este texto, el evangelio es revelación de la justicia de Dios. Estuvo meditando de día y de noche para comprender la relación entre las dos partes del versículo que, tras afirmar que “en el evangelio la justicia de Dios se revela”, concluye diciendo que "el justo por la fe vivirá". La respuesta que encontró Lutero fue sorprendente. 

La “justicia de Dios” no se refiere en la carta a los Romanos, como piensa la teología tradicional, al hecho de que Dios castigue a los pecadores. Se refiere más bien a que la “justicia” del justo no es obra suya, sino que es don de Dios. La “justicia de Dios” es la que tiene quien vive por la fe, no porque sea en sí mismo justo, o porque cumpla las exigencias de la justicia divina, sino porque Dios le da este don. La “justificación por la fe” no quiere decir que la fe sea una obra más sutil que las obras buenas, y que Dios nos pague esa obra. Quiere decir más bien que tanto la fe como la justificación del pecador son obra de Dios, don gratuito. En consecuencia, continúa comentando Lutero acerca de su descubrimiento y revelación, “sentí que había nacido de nuevo y que las puertas del paraíso me habían sido franqueadas. 

Las Escrituras todas cobraron un nuevo sentido. Y a partir de entonces la frase ‘la justicia de Dios‘ no me llenó más de odio, sino que se me tornó indeciblemente dulce en virtud de un gran amor”.  

Lutero parece haber sido un hombre relativamente reservado, dedicado a sus estudios y a su vida espiritual. Su gran descubrimiento, aunque le trajo una nueva comprensión del evangelio, no lo llevó de inmediato a protestar contra el modo en que la Iglesia católica entendía la fe cristiana. Al contrario, nuestro monje continuó dedicado a sus labores docentes y pastorales y, si bien hay indicios de que enseñó su nueva teología, no pretendió contraponerla a la que enseñaba el catolicismo. Cuando por fin decidió que había llegado el momento de lanzar su gran reto, redactó noventa y cinco tesis, que debían servir de base para un debate académico. En ellas, Lutero atacaba varios de los principios fundamentales de la teología escolástica católica, y por tanto esperaba que la publicación de esas tesis, y el debate consiguiente, serían una oportunidad de darle a conocer su descubrimiento al resto de la Iglesia.  

La controversia fue mucho mayor de lo que Lutero se proponía. Lo que había sucedido era que, al atacar la venta de las indulgencias de Juan Teztel en Alemania, Lutero se había atrevido, aún sin saberlo, a oponerse al lucro y los designios de varios personajes mucho más poderosos que él. Según Lutero, si es verdad que el Papa tiene poder para sacar las almas del purgatorio, ha de utilizar ese poder, no por razones tan triviales como la necesidad de fondos para construir una iglesia, sino sencillamente por amor, y ha de hacerlo gratuitamente (Tesis 82). Pero aunque muchos abrigaban tales sentimientos, nadie protestaba, y la venta continuaba. 

LAS 95 TESIS 

Lutero clavó sus famosas noventa y cinco tesis en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg. Esas tesis, escritas en latín, no tenían el propósito de crear una conmoción religiosa. Lutero dio a conocer sus tesis la víspera de la fiesta de Todos los Santos, y su impacto fue tal que frecuentemente se señala esa fecha, el 31 de octubre de 1517, como el comienzo de la Reforma protestante y la reafirmación de que la Palabra de Dios es el punto de partida y la autoridad final de la Iglesia y de toda teología. La mayoría de historiadores conviene en que Lutero remitió sus tesis al Arzobispo de Maguncia, al Papa, a algunos amigos y a otras universidades en esa fecha. Con todo, las tesis fueron impresas muy pronto, y antes de 1518 habían sido extensamente leídas por toda Europa.  

Su impacto sorprendió al propio Lutero. Las autoridades religiosas vacilaron, sin embargo, en condenar a Lutero. Este último continuará discutiendo con teólogos partidarios de las doctrinas de Roma, por ejemplo, con Johann Eck en la famosa disputa de Leipzig de 1519. 

Las 95 tesis son finalmente condenadas definitivamente el 15 de junio de 1520 por la bula Exsurge Domine del papa León X. Lutero, entonces abiertamente en conflicto con la Iglesia católica, es excomulgado a principios del año siguiente. El Papa León X exigió que Lutero se retractara por lo menos de 41 de sus tesis, pero el monje alemán, ya famoso en toda Europa, rechazó esta exigencia públicamente en la Dieta de Worms de 1521 jugándose la vida. Era el paso definitivo para lo que luego sería la reforma protestante. Esta Reforma supuso no sólo una revolución espiritual, sino también social, económica, cultural, científica y política. Se puede decir que el mundo y la sociedad modernos en gran parte nacen de este momento de la Historia que supo señalar al Jesús del Evangelio de una forma nítida, nueva y clara.

EL FEMINISMO DE JESÚS

Veo con preocupación que en nuestra comunidad cristiana evangélica, al margen de los discursos de igualdad, respeto y dignidad que se le da a la mujer (¡faltaría más!), la realidad dista mucho de ser la que Jesús enseñaba, tal y como yo la veo. 

Sí, feminismo cristiano. Porque los evangélicos estamos confundiendo la palabra “feminismo” como equivalente a “ideología de género”. Sin duda hay feministas en la ideología de género, Pero lo triste, lo muy triste, es que no haya una corriente de genuino feminismo cristiano entre el pueblo de Dios. Un feminismo que no hace mejor o superior a la mujer respecto al hombre, sino sencillamente iguales en valor, con características diferentes. 

El lobby LGTBI primero nos robó el arco iris, y ahora también nos ha robado el feminismo. Recuperemos lo que es nuestro. Porque Jesús era feminista. Tenía mujeres entre sus discípulos, amigas (Marta y María, por ejemplo), dignificando a la mujer en todo momento y circunstancia (la mujer encorvada, la enferma con flujo de sangre, la mujer adúltera, etc., etc.) Es más, el mensaje de su resurrección fue encargado en primicia a una mujer (un testimonio que no era legalmente creíble). 

Y se acercó a aquellas que los hombres despreciaban pero que comerciaban con su cuerpo (la pecadora en casa de Simón el fariseo; incluso Jesús mismo eligió desde antes de los tiempos descender de una prostituta extranjera, Rahab). En este sentido como en otros muchos Jesús fue revolucionario para su tiempo. 

Y como antes comenté, hombres y mujeres cristianos evangélicos fueron parte del impulso del inicio del movimiento de liberación de la mujer. Sí, liberación real y justa: poder votar, elegir con quién casarse, estudiar en la universidad, asumir lugares de peso y decisión… Y en nuestro mundo evangélico actual nos hemos quedado anclados en el pasado, incluso retrocedido y/o anquilosado. Para mí es una vergüenza ver que casi no hay mujeres en lugares de verdadera responsabilidad o relevancia (ya no hablo sólo del pastorado, cuestión de debate que dejo al margen), sino de seminarios, instituciones, ONGs, federaciones, alianzas, consejos, medios de comunicación, entidades paraeclesiales, congresos, encuentros, editoriales, empresas cristianas.. 

Y esto comienza en la propia iglesia local, donde mujeres de enorme valía (a veces más que reconocidas en su labor profesional extraeclesial) “sólo” sirven para cantar, llevar la escuela dominical, ayudar en la obra social u otro tipo de servicio similar. ¿Valen menos, tienen menor capacidad? No ¿Entonces? ¿por qué no se alza de verdad la voz, o se impulsa un cambio (en especial los varones)? Sólo se me ocurren dos opciones: o no interesa o no importa. 

Como decía, el mundo evangélico está confundiendo la palabra feminismo como equivalente a la ideología de género. Pero me temo que tras ese telón está arraigado un machismo que nada tiene de cristiano, con palabras políticamente correctas y muy educadas, pero con una realidad que grita que “lo que haces no me deja oír lo que dices”. Y estoy cansada, harta, de esta situación. También del silencio de los hombres buenos, esos que en el fondo saben que esta situación existe, pero que callan para no tener problemas o dificultades. Y preocupada, porque el futuro de la iglesia es de los jóvenes, de las mujeres y hombres jóvenes, que llegan buscando seguir a Jesús, no a una institución arcaica impregnada de machismo. 

La consecuencia del pecado original en el Génesis fue que “el hombre se enseñoreará de la mujer”. No es una orden de Dios, sino el anuncio de un fruto envenenado del pecado cometido. En el nuevo orden de Jesús no debe ser así. En la iglesia sobran señores, faltan siervos. Siervas ya hay muchas, y además a menudo ignoradas o anuladas en la indiferencia a su potencial y llamamiento de parte de Dios.

LAS OVEJAS Y LAS CABRAS

Yo tengo dudas de si escribir esto, por la violencia que genera hablar de estos temas: porque es incómodo, e injusto, ser objeto de esa violencia. Sin embargo, actuar a partir del miedo que pueda generar algo no es una buena decisión nunca; y, además, más allá de mis reticencias lógicas, es necesario hablarlo, explicarlo y ponerlo en perspectiva, por si hay alguien que escucha o, en el mejor de los casos, por si hay alguien que necesita compartir el consuelo que yo he recibido al orar sobre este tema.  

La parte buena es que todas las posibles amenazas e insultos que vaya a recibir por escribir este artículo serán eso: cosas externas y ajenas a mí. Por si acaso, por si hay alguno ya con la mano en el teclado a punto de comenzar a golpear, insisto en que ningún insulto, amenaza o calumnia contra mí tiene la capacidad de anular mi identidad en Cristo: lo único que conseguirán es retroalimentar la propia condenación del que ataca. 

Del mismo modo que todos los insultos, golpes y mentiras que se vertieron contra Jesús, que le acabaron llevando a la muerte, fueron incapaces de acabar con su condición de hijo de Dios y salvador de la humanidad. La parte de aquello que yo comparto es apenas testimonial, y soy consciente. Esto no es más que una anécdota comparado con la cruz. Es error constante de Satanás suponer que nos vamos a quebrar bajo el peso del odio. No lo consiguió con Jesús. 

No lo consigue con sus seguidores, a lo largo de las eras. No hay más que añadir. Dicho esto, sí, estoy dejando caer que quienes viene a artículos como el mío a insultar, denigrar y maldecir están siendo utilizados por Satanás: lo creo firmemente. Pero, más allá de esa vergüenza, no son pobres víctimas inocentes; Satanás les utiliza precisamente porque han aceptado y validado el pecado. Ellos mismos han decidido abrir esa puerta.  Para explicarlo de otro modo, es el dilema de las ovejas y las cabras: ninguna cabra piensa que es una cabra antes de llegar al trono; todas se consideran a sí mismas ovejas. 

En Mateo 25 Jesús habla de que al final de los tiempos se nos pedirá cuentas a todos: llegaremos ante él y seremos juzgados por cómo hemos actuado sobre la base de la fe que hemos asegurado tener. Sin embargo, en esa mera llegada ante el trono glorioso ovejas y cabras están todas juntas, y son indistinguibles hasta que Jesús comienza a separarlas. Y, de repente, esa breve imagen me ha llenado de consuelo. Empiezo a entender muchas cosas que suceden en la iglesia cristiana con la que me ha tocado convivir en esta tierra. 

Muchos cristianos estamos perplejos ante el curso de los acontecimientos y, sobre todo, ante el apoyo incondicional que ciertos líderes mundiales inmorales, antiéticos y peligrosos ideológicamente obtienen de parte del movimiento evangélico. Ya no es algo anecdótico, sino una constante que en los últimos años se viene repitiendo en diferentes partes del mundo. Nos sentimos perplejos ante el hecho de que, nominalmente, a pesar de tener un concepto tan diferente de lo que es y de lo que debe ser el evangelio de Cristo, todos nosotros estemos bajo el mismo paraguas de cristianos. 

Pero, al final, es lo que nos explica Jesús: la cuestión es que, en esta tierra, las ovejas y las cabras conviven juntas. Muchos hemos empezado a distinguir a las cabras que habitan en la iglesia de Cristo, pero esas cabras se siguen considerando a sí mismas no solo ovejas, sino las más virtuosas y sanas (doctrinalmente) de todas las ovejas que hayan existido jamás. ¿Quién tiene la última palabra? ¿Quién decide la verdadera naturaleza de cada uno? Nosotros no, Cristo. Son sus palabras las que nos enjuician, nos señalan y nos identifican. Y él es muy claro: las cabras son lo que son, por mucho disfraz de oveja que se pongan, por mucha neolengua que utilicen; por mucha posverdad a la que recurran, por mucha propaganda que insistan en repetir; por mucho dinero que inviertan en expandir sus ideologías. Y en los últimos tiempos, con todo lo que ha estado ocurriendo, los criterios de separación de ovejas y cabras de los que habla Jesús en Mateo 25 se dejan ver claros como el cielo en un día de verano. 

Jesús no está hablando de alta doctrina, ni de una moral elevada, ni de una teología sofisticada: está hablando de nuestros actos, de lo que hemos decidido hacer; de cómo nuestras creencias han dado paso a una acción real, tangible, medible. Habla de alimentar a los hambrientos, de dar de beber a los sedientos, de acoger a los extranjeros, de vestir, de atender a los enfermos, de visitar a los presos. Y es precisamente, precisamente, en esa dimensión en la que todas las cabras actuales no solo están fallando, sino que pretenden convertir en doctrina bíblica sus fallos. Siguen, como si fueran salvadores (así hablan de ellos) a líderes que explícitamente están criminalizando al hambriento, al pobre y al extranjero. 

Están en rebelde oposición al evangelio de Cristo, pero pretenden seguir haciéndonos creer que ellos tienen razón y nosotros no. Y no solo es cuestión de quién tiene la razón: insisten en que somos nosotros los que acabaremos en el infierno, condenados, por no seguir su ejemplo. A una gran mayoría, esta actitud intolerante y belicosa nos genera un malestar interno insoportable, y la sensación de que algo no está en orden. Hablamos de ello, pero precisamente la actitud belicosa, revanchista y violenta de estas personas nos supone un tope que no nos atrevemos a traspasar. 

Bueno, pues para todos los que se sienten incómodos haciéndose llamar “iglesia” con esta gente, les digo que Jesús les da la razón: no, no son las mismas ovejas. No son la misma iglesia. Aunque ahora sea frustrante y doloroso, podemos estar seguros de que a Jesús no se le puede engañar con propaganda. Jesús habla de que a los verdaderos cristianos no se les reconoce por su alta moral, sino por su amor; sí, su amor incluso al transexual, al homosexual, al inmigrante ilegal, a la mujer que abortó, al drogadicto de la esquina, al adolescente que se dedica a pequeños hurtos para tener dinero para las casas de apuestas de su barrio; a las mujeres abusadas, traficadas y maltratadas. Y ahora les hablo a ustedes, las cabras que estarán a punto de saltar en llamas: si leer esto los ofende, si su reacción interna es una mezcla desordenada de emociones violentas, vuestro Dios no es el mismo que el Padre de Jesús, y tarde o temprano se tendrán que plantear la cuestión de a quién pertenecen realmente. 

Jesús dice que son los actos (los realizados incluso en silencio y sin testigos) los que dan testimonio de nuestra salvación: no las afirmaciones públicas y grandilocuentes de nuestra supuesta moral superior. Además, estamos cansados de ver la fina línea en que esa defensa de una supuesta moral cristiana superior se transforma en odio puro al antojo de cualquier corriente de aire. La verdad detrás de este odio es cruda, y en ella caemos todos si no mantenemos los ojos, constante e insistentemente, en “las cosas de arriba”. 

No hay salvación para la humanidad en la política, pero actuamos creyéndonos que la solución es esa porque vivimos en una sociedad que lo cree, y no hemos sido transformados (y no nos hemos dejado transformar, porque ese cambio es doloroso, y como buenos hijos de nuestro tiempo nosotros, sí, nosotros, los adalides de la alta moral cristiana, también huimos del sufrimiento como de la peste). 

No hay salvación en los movimientos de izquierda que pretenden “salvarnos de nosotros mismos” a través de una falsa corrección política que esconde, en realidad, una censura y una moral retorcida y vacua. No hay salvación en los movimientos de derecha que buscan, desde el odio, la confrontación y el miedo, defender los derechos de los ricos y poderosos a cualquier coste. A los de la izquierda Jesús les ofende: ellos lo que creen es que la espiritualidad es algo pasado de moda, sin cabida en la sociedad perfecta que buscan crear. Y es falso. A los de la derecha Jesús les ofende: porque les impele a actuar en favor de unos pobres y desfavorecidos con los que no quieren tener nada que ver. 

Pero, al final, el problema no está en Jesús. El problema detrás de todo esto es que la izquierda ataca a todo lo que suene a cristiano, y desde la ultraderecha evangélica no se pretende defender el evangelio, sino luchar contra la izquierda atea. No saben distinguir la defensa del evangelio de Cristo de su rechazo a la ideología contraria: y te lo mezclan una y otra vez, y quien tenga ojos para ver, que lea los comentarios que van dejando a su paso. No hablan de fe, ni de vida; están hablando de su posición política. No hay nada divino en esta lucha, todo es humano. Lo disfrazan de valores, de moral, de rectitud, de que hay que luchar contra el pecado… pero eso no es más que un calmante para conciencias. 

La verdad es que no están defendiendo a Cristo, sino a sí mismos. Se están creando un nido donde sus inseguridades, sus miedos, sus prejuicios (que surgen de no querer someterse al auténtico escándalo del evangelio), no se vean desafiados. La alta moral que defienden la prostituyen apoyando a líderes cuya única herramienta frente al fuego es echarle más gasolina, carentes de cualquier clase de sabiduría, mesura o rectitud.  Si hay un sector de la iglesia evangélica ciego a la inmoralidad de la política, que insiste en que no hay mal en estas posturas políticas extremas, es porque no son ovejas, sino cabras. 

No han entendido el evangelio, pero conviven con los que sí. Y ese es un problema de las ovejas. Debemos empezar a considerar que tenemos cabras entre nosotros, y son más de las que parece. Alguna, quizá, esté a tiempo de enmendarse, pero es más obra del Espíritu Santo que nuestra. Lo mejor que podemos hacer nosotros es apegarnos todo lo posible a la verdad bíblica, crecer todo lo posible en Cristo, participar y buscar una vida comunitaria sana y empezar a discernir. Aunque duela. Tenemos que empezar a admitir que quienes favorecen el odio y desprecian las palabras de Jesús en Mateo 25 no son nuestros hermanos. No hay más, es así. Quizá debamos perder parte de nuestra identidad evangélica para poder crecer en nuestra identidad en Cristo. 

Tenemos que empezar a admitir que la iglesia evangélica no es santa, ni absoluta, ni tiene toda la razón. Es imperfecta y está cayendo a pasos agigantados en el error de convertirse en una bonita religión más. Tiene sus sacerdotes, aunque se les llama líderes o pastores, porque, en la práctica, aunque no queramos admitirlo, creemos que interceden ante nosotros (porque hay muchos que insisten en la seguridad y la identidad que les da seguir a tal o cual predicador, o ser de tal o cual iglesia, o doctrina). 

Tenemos nuestro sistema de normas para aparecer justificados ante Dios: toda esa maraña de “qué (no) tengo que hacer”, “qué (no) debo escuchar”, “qué ropa (no) debo usar”, “qué libros (no) puedo leer” no es más que religiosidad humana, un modo más de intentar ganarse el favor de la divinidad a través de las obras (con todos los saltos mortales y argumentales que hay debajo para seguir asegurando que la salvación es por fe, claro). Todos esos vicios de los que nos quejamos no son más que un proceso humanístico de convertir una clase de experiencia espiritual en una religión controlada por el ser humano. No es evangelio. No vale para nada.  Por supuesto, sé que decir esto así deja un montón de preguntas en el aire.  

A nivel de política mundial, tenemos un reto por delante que nos deja casi sin aire: que el Señor nos dé sabiduría para estar a la altura, y para que no se nos olvide apartarnos de la mentira de que existe alguna salvación posible para la humanidad en una posición política o ideológica concreta. Debemos involucrarnos en la política, en la medida de cada uno (local, vecinal, municipal, nacional), con la sana posición de que todo esto sirve para el aquí y ahora, para beneficio y servicio de nuestros prójimos, pero no nos consigue cosa alguna para la eternidad. 

A nivel de iglesia mundial, debemos empezar a usar el discernimiento espiritual con responsabilidad y valentía. Queda tiempo para el juicio en que nos presentaremos ante el trono glorioso de Cristo: no sé si mucho o poco tiempo, pero al menos el suficiente como para empezar a actuar a la altura de nuestro llamado y nuestra conversión. 

Quizá no tengamos mucho tiempo, ni capacidad, pero sí tenemos a un montón de hambrientos, sedientos, extranjeros, pobres, enfermos y presos a los que atender en nombre de Cristo. Mateo 25 es claro, y no queda otra opción que creerlo o no creerlo: se nos pedirá cuentas de eso, acordémonos, no de la clase de moral en abstracto que afirmamos tener.

UNA MUJER CABALGA LA BESTIA

¿Está enterado de todo lo que sucederá en los últimos días? ¿Quién es esta mujer? La tradición dice que está relacionada con la iglesia de Roma.

En la actualidad, prácticamente toda la atención está enfocada en el Anticristo venidero, pero él es sólo la mitad de la historia. Muchos se asombran al descubrir que en Apocalipsis 17 también hay otro personaje misterioso en el centro mismo de la profecía: una mujer que cabalga la bestia. 

¿Quién es esta mujer? La tradición nos dice que está relacionada con la iglesia de Roma. Pero, ¿acaso dicho punto de vista no está pasado de moda? Después de todo, el Vaticano de hoy está ansioso de tomarse de las manos de los Protestantes de todo el mundo. Lo que se oye es que “la Iglesia Católica ha cambiado”. Pero, ¿ha cambiado realmente? 

En Una mujer cabalga la bestia, Dave Hunt, experto en profecía, escudriña las verdades bíblicas y los sucesos mundiales para presentar un cuadro bien definido de la mujer y el poderoso lugar que ocupará en el futuro impero del Anticristo. 

Catorce indicios extraordinarios en Apocalipsis 17 y 18 demuestran que la identidad de la mujer está fuera de toda duda. Un provocativo relato de lo que la Biblia nos dice que ha de venir.

MICAL

“Uno de los más arraigados y extendidos prejuicios, reside en la creencia de que todo hombre posee en propiedad ciertas cualidades definidas: que es bueno o malo, inteligente o tonto, enérgico o apático, y así sucesivamente. Los hombres no son tan de una pieza.”  

“No se puede categorizar a la gente así, en puros y defectuosos. Quizás debamos empezar a colaborar todos.”  

“Cuando tomamos una decisión en una fracción de segundo, afirma Payne, somos muy vulnerables a dejarnos llevar por nuestros estereotipos y prejuicios, incluso por aquéllos en los que no necesariamente creemos ni respaldamos.”  

Me encantan estas tres frases de diferentes autores, desde León Tolstoy, hasta trozos aislados de algún diálogo de un libro o película. Me pareen que nos introducen muy bien en un tema que, precisamente por la horrible problemática que traen consigo los estereotipos, pueden llegar a deformar una realidad; más aún, una personalidad, según la poca o mucha información, según nuestras opiniones o afectos, o según nuestra poca o mucha información sobre lo que sea. 

Desconozco porque razón el Señor hizo que lleve varios días pensando en Mical. ¡Por supuesto que conozco su historia desde niña! Pero cuando me puse a investigar con todo el rigor que he podido la vida de esta mujer, que podría calificar con unos cuantos adjetivos, se me queda muy corta toda la información que yo tenía, tal vez influenciada por la enseñanza generalizada sobre esta vida y el, prácticamente único desde el cual se mira a esta mujer, la escena de David trayendo el arca danzando ante sus criadas y el menosprecio de Mical en su corazón mientras miraba desde una ventana. 

Todo lo componemos rápidamente y sacamos unas cuantas, más bien pocas lecciones que distorsionan bastante la realidad. Entre las muchas cosas que examiné con cuidado para tener un punto de vista bastante más amplio del que tenía, me he encontrado  con auténticas barbaridades. 

Desde los que del modo más cursi y distorsionado, tratando a Mical de, en palabras de hoy, mujer cómoda, disfuncional como esposa, algo parecido a una mujer moderna caprichosa, cómoda, y compulsiva a la hora de comprar o modo de vivir; hasta otro tipo de cosas en esta historia que no son verdad ni por un lado ni por el otro. Todo esto me hizo pensar mucho en las etiquetas o estereotipos que podemos hacernos de una persona, cualquiera… Y no sólo llegar a romper literalmente su corazón y su vida; sino su testimonio, prestigio o legado. Mical (heb. Mîkâl, “arroyo”). Generalmente se interpreta este nombre como una forma abreviada de Mîkâ’êl, “Miguel”, que significa “¿Quién como Dios?”; pero también es posible que sea el nombre del dios Mekal, documentado por una inscripción encontrada en las excavaciones de Bet-sán. 

Personalmente, me quedo con la acepción de “ARROYO”, así fue su vida, un único amor, David, y el dejarse fluir como un arroyo en el que el agua sólo puede fluir, sin poder evitar un camino que no se elije y que manejan otros; ellá fluyó, hasta que cansada de sufrir, tuvo unas mal acertadas palabras. Sólo por eso, se le diagnostica como haría un médico no demasiado bueno en lo suyo como si fuera una enferma de lo que no era.  

Mical era la hija  menor del rey Saúl (1Sa 14:49); cuando su padre descubrió que ella estaba enamorada de David, hizo planes para que ese afecto destruyera al joven. Por lo tanto, la ofreció a David como esposa con la condición de que matara a 100 filisteos, esperando que perdiera su vida en la empresa. Sin embargo, David volvió con éxito de su tarea; no sólo trajo 100 prepucios, trajo 200, y en consecuencia le fue entregada como esposa (18:20-28).  

Cuando David se vio forzado a huir de la ira del rey, Mical le ayudó a escapar (19:11-17). Más tarde, fue dada a otro hombre (25:44). Cuando Abner se acercó a David y le ofreció entregarle las tribus del norte gobernadas por Is-boset, David rehusó negociar con él hasta que se le devolviera a Mical (2Sa 3:12-16). Mical se menciona por última vez cuando despreció a David en su corazón al verlo danzar en público delante del arca cuando era trasladada a Jerusalén (6:15, 16); sintiendo que él se había degradado, ella lo reprendió (vs 20-22). Mical murió sin tener hijos (v 23); aunque no es mi propósito en estos momentos llevar la razón en cosas un tanto veladas, como los cinco hijos que se atribuyen a Mical de su matrimonio conde Adriel hijo de Barzilai meholatita, en realidad otros manuscritos indican que se trataba de Merab, la hija mayor de Saúl (1Sa 18:19). 

Me sigue encantando tristemente el nombre de Mical como “Arroyo”, Un dulce arroyo que fluía dirigido por otros yendo de acá para allá. Mical amó a un único hombre toda su vida, David; y personalmente creo a la luz de las Escrituras que quien solamente la amó con toda su alma, hasta seguirla llorando, fue Phaltiel, (1 Samuel 25:44). 

Hay quien define el matrimonio de David con Mical como de alto voltaje, pero sinceramente creo que la peor parte se la llevó ella. Es bien cierta toda la escena de la ventana y el arca, su menosprecio luego dicho en palabras, creo que unas palabras muy poco acertadas, pero nacidas del dolor, fruto de mucho dolor, y en este caso, el que esté libre, que tire la primera piedra. 

Simplemente he hecho un pequeño recorrido bíblico por la vida angulosa que enlaza a Saúl, David y Mical; y con ello no la estoy justificando en todo; pero sí quiero romper una lanza en su favor. Una mujer absolutamente estereotipada y encasillada, fruto de una vida nada fácil y con un amor que jamás dejó de sentir por un esposo que no le correspondió en la medida de lo correcto ni la amó tal como ella lo amaba. 

Este es un tema al que el Señor me lleva una y otra vez, le ruego que me ayude a mirar a los demás con Su mirada, Su comprensión y Su amor; a comprender, a ayudar, a tener compasión, y a no permitir jamas que nadie sea roto y destruido por mis palabras dichas a la ligera o por ideas preconcebidas repetidas sin pensar.

DIOSES EN GUERRA

En Dioses en guerra, Kyle Idleman, autor del libro best seller No soy fan, ayuda a todos los creyentes a reconocer que hay falsos dioses que luchan dentro de cada uno de nosotros, y se disputan el lugar de la gloria y el control en nuestra vida. Lo que nos impide seguir verdaderamente a Jesús es que nuestro corazón anda tras algo o alguien distinto. Aunque tal vez eso que buscamos no sea como las “imágenes talladas” del pasado, en realidad son los ídolos de la vida moderna. 

Detrás del pecado con el que estás luchando, el desaliento al que te enfrentas y la falta de propósito con la que estás viviendo, hay un dios falso que está ganando la guerra por el control de tu corazón.Según Idleman, la idolatría no es un problema; es el problema. A base de hacer unas profundas preguntas, Idleman revela cuáles dioses falsos está permitiendo cada uno de nosotros que ocupen el trono de nuestra vida. 

¿Para qué te sacrificas? ¿Qué te hace enojar? ¿Qué te causa preocupación? ¿De quién anhelas recibir el aplauso? Todos estamos programados para la adoración, pero con frecuencia terminamos valorando y honrando a los ídolos del dinero, el sexo, la comida, el romance, el éxito y muchos otros, que nos alejan de la relación íntima con Dios que queremos tener.

Dioses en guerra, utilizando los testimonios reales, poderosos y sinceros de aquellos que han tenido que luchar en cada uno de estos aspectos, ilustra un claro camino para alejarnos del quebrantamiento de corazón de nuestra idolatría del siglo 21, para volver al corazón de Dios, capacitándonos para ser realmente unos seguidores de Jesús totalmente consagrados.

¿CUÁNTAS RAZAS CREO DIOS?

Algunos piensan que la Biblia justifica sus actitudes racistas. Pero, cuando examinamos lo que dice la Biblia acerca del origen de los diferentes grupos de personas, tenemos una historia diferente.
Es fácil ver que las personas vienen de todo tipo de tamaño y forma. Algunos son bajos, otros altos, algunos tienen cabello rojo, algunos tienen cabello café, algunos tienen narices grandes . . . bueno, ya captaste la idea. Es una variedad asombrosa de personas.
A pesar de esta variedad, solemos agrupar a las personas de acuerdo a una o más características físicas que comparten en común. Estos grupos a menudo se llaman “razas”, y la característica que las define, “características raciales”.
Muchas personas tratan diferente a otros, dependiendo de estas supuestas características raciales. Ellos creen que esas diferencias son más que sólo la profundidad de la piel y tienen implicaciones por su valor como seres humanos, y hasta su lugar en la “escala evolucionaria”. ¿Es esto justificable? ¿Cuántas “razas” de personas hay? ¿Cómo llegaron a existir y, estas diferencias, justifican el prejuicio?

Una base bíblica

La Palabra de Dios resuelve este problema. Hay sólo una raza de personas. Esto es claro de la historia encontrada en Génesis.
En el principio, Dios creó al primer hombre, Adán. Después Él creó a la primera mujer, Eva, de un costado del hombre. Adán y Eva fueron nuestros padres originales, hechos a la imagen de Dios.
Todos los humanos pueden ser rastreados a estas dos personas. Esto está muy claro en Génesis 3:20, donde Adán dijo que Eva “era la madre de todos los vivientes”. Entonces, si somos descendientes de Adán y Eva, deberíamos parecernos mucho, ¿no es así? ¿Cómo podemos explicar las diferencias en las personas?

La torre de Babel

Génesis 11 describe un tiempo cuando los humanos se rebelaron en contra de Dios al instalarse en Babel y rehusarse a dispersarse por el mundo. Debido a esto, Dios confundió su lenguaje, y grupos de personas se separaron y se distanciaron uno de otro.
Como consecuencia de Babel, los grupos de personas se aislaron genéticamente.
Como consecuencia de Babel, los grupos de personas no se podían mezclar fácilmente. Se aislaron genéticamente, dando por entendido que se casaron y tuvieron hijos principalmente con su grupo particular. Mientras los años pasaron, cada grupo generó su propia cultura y formas de hacer las cosas. Aislados genéticamente, ciertos rasgos físicos se volvieron notorios en cada grupo. Estas características étnicas son erróneamente consideradas características raciales; pero realmente sólo hay una raza: La raza humana. Todas estas personas fueron simples personas.

Color de piel

Usemos el color de piel para ilustrar el proceso.
El pigmento primario y responsable por el color de piel de cualquier persona es la melanina. Básicamente, todos tienen el mismo color de piel – sólo que tenemos tonos variados de piel. Las dos formas de la melanina son eumelanina (café a negro) y feomelanina (rojo a amarillo). Su proporción determina el color de piel.
Así que, ¿qué es lo que causa que algunas personas tengan piel muy oscura mientras la piel de otros es más clara? El lugar donde viven hace la diferencia. Por ejemplo, la piel oscura en personas viviendo en regiones cerca del ecuador, las protege de la intensa luz solar, reduciendo el riesgo de cáncer de piel. Las personas en latitudes más altas en donde hay menos intensidad de luz solar, necesitan piel más clara para producir vitamina D con más eficiencia. En cada caso, aquello que tuvieron las características propicias a vivir en la región, se quedaron y se reprodujeron. Los que no lo hicieron, se movieron o se murieron.
A través de muchas generaciones, estas características favorables serían llevadas adelante en el pozo genético, y las características menos favorables tenderían a perderse. Así, la variabilidad genética en poblaciones aisladas, se redujo gradualmente. Así que, las personas de hoy con piel muy oscura, normalmente tienen hijos con piel oscura y las personas con piel muy clara comúnmente tienen hijos de piel clara.
Sin embargo, las personas con piel “medio café”, comúnmente tienen hijos con un rango más amplio de tonos de piel. ¿Por qué? Porque estos grupos de personas “medio cafés” aún tienen variabilidad genética significante concerniente al tono de piel.
Basado en nuestro entendimiento de heredar el tono de piel, sospechamos fuertemente que Adán y Eva eran de un tono de piel medio café. Esto daría el rango más amplio de tonos de piel en sus hijos, desde muy claros a muy oscuros.
Muchas variaciones genéticas

Características raciales

Detrás del tono de piel, se usan otras características para distinguir un grupo de personas de otro. Éstas incluyen cabello liso y chino, el grosor de labios y la forma de los párpados. Estas características se habrían desarrollado o convertido más prominentes en varios grupos aislados de personas a través de las generaciones. Lamentablemente, en lugar de dar la gloria a Dios por las diferencias entre nosotros, nosotros, los seres humanos caídos, las usamos como excusa para juzgar a nuestro compañero. ¿Por qué?

Evolución y raza

El problema es que la mayoría de personas, incluyendo a muchos cristianos, no basan su visión global y valores en la Biblia. En lugar de eso, ignoran la verdad de Dios y adoptan ideas y valores del hombre. Esto es siempre peligroso, pero podría ser demasiado destructivo en el área de orígenes humanos y sus implicaciones para la conducta social.
La vista de los orígenes más prominente el día de hoy, se llama evolución. De acuerdo a visión global evolucionaria, los humanos evolucionaron de un ancestro con forma de mono a través de millones de años. Desafortunadamente, muchos han usado esta filosofía para enseñar que diferentes grupos de personas evolucionaron a velocidades diferentes. Esto les permitió considerar a algunos grupos de personas como “menos evolucionados” que otros, a algunas “razas” más cerca de los monos que otras (siempre poniendo su propia “raza” al principio de la escala, por supuesto).
Mientras el pensamiento evolucionista ciertamente intensifica las actitudes racistas, la evolución no es la causa del racismo. La causa del racismo es el pecado. La inhumanidad del hombre hacia su compañera ha existido desde la caída. El primer pecado registrado después de que Adán comió del fruto prohibido, es Caín matando a su hermano Abel; y unos pocos versículos después en el mismo capítulo, Lamec de verdad presume de matar a un hombre. Sin embargo, la evolución ha sido usada como justificación para el racismo. El difunto profesor de Harvard, Stephen Jay Gould, dijo: Los argumentos biológicos para el racismo pudieron haber sido comunes antes del 1859 (el año que fue publicado el libro de Darwin En el origen de las especies), pero se incrementaron por orden de magnitud siguiente la aceptación de la teoría de la evolución.

La genética moderna

Las ideas evolucionarias acerca de las razas, enseñadas por muchas décadas, ahora están tan arraigadas en el pensamiento de algunas personas que es imposible corregir su mala apreciación. Pero, en verdad, todos los humanos son completamente humanos. Ningún grupo de personas están menos evolucionadas que otras. De hecho, la diferencia genética entre cualesquiera dos personas, sólo es cerca de una décima de un porciento, insignificante. De manera interesante, ¡la variación genética entre las personas dentro de un grupo étnico en particular comúnmente es más grande que entre miembros de diferentes grupos étnicos!
Los científicos involucrados en mapear el genoma humano, han declarado que hay sólo una raza: la raza humana. Hasta hay quienes han dicho que el término raza no tiene sentido.

Una sangre

La Palabra de Dios es clara. Sólo hay una raza.
Hechos 17:26 dice: “Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación.”
Podemos hablar correctamente de grupos de personas, pero sólo entendiendo que estos grupos representan a lo que la Biblia se refiere como “tribus” o “naciones”. Las personas tienen herencias étnicas y culturales que pueden ser honradas y celebradas.
Pero todos somos una sangre. Aun en medio de nuestras diferencias, somos iguales.

Las consecuencias

La idea de las razas nos lleva a hacernos una pregunta muy seria: Si hay razas diferentes, ¿por cuál raza murió Jesús? La respuesta tiene consecuencias eternales.
Todos los seres humanos están relacionados. Podemos rastrear nuestro linaje hasta el primer hombre, Adán. Como descendientes de Adán, todos somos pecadores. Como pecadores, tenemos la necesidad de un Salvador (Romanos 5:12).
Cristo Jesús, el postrer Adán, nació como hombre, como descendiente de Adán (1 Corintios 15:45). Debido a este nacimiento, fue capaz de servir como nuestro Redentor. Fue crucificado, murió, y resucitó. Venció a la muerte, y aquéllos que ponen su fe y confían en Él, no necesitan temer a la muerte, ya que heredarán vida eterna. “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados” (1 Corintias 15:22).

UNA REVELACIÓN DIVINA DE ÁNGELES

La autora Mary Baxter describe sus sueños, visiones y revelaciones que Dios le ha dado acerca de los ángeles. 

Explore las fascinantes dinámicas de los seres angélicos, su apariencia, sus funciones asignadas, y no solo en el reino celestial, sino también en nuestras vidas aquí en la tierra. 

Mary Baxter, describe los sueños, las visiones y las revelaciones de los ángeles que Dios le ha dado. . 

Explore la fascinante dinámica de los seres angélicos: su apariencia, sus funciones y roles asignados, y cómo operan, no solo en los reinos celestiales, sino también en nuestras vidas aquí en la tierra.

UNA REVELACIÓN DIVINA DE LA LIBERACIÓN

Muchos cristianos se preguntan por qué no han podido vencer al pecado, a las tentaciones, y por qué están sufriendo con problemas recurrentes, en su salud, sus finanzas, y en sus relaciones. Una Revelación Divina de la Liberación expone todas estas tácticas de satanás.

A través de las escrituras, visiones de la guerra espiritual, y encuentros personales con las fuerzas espirituales del mal, Mary K. Baxter descubrió verdades poderosísimas que pueden ayudarte a:

Vencer el temor que tienes del enemigo
Reconocer y conquistar las trampas satánicas 
Obtener la victoria sobre los pecados y los fracasos
Ser libre de ataques inexplicados
Interceder por la liberación de otros

Ésta es una guerra que debe ser peleada con el poder y las armas sobrenaturales de Dios.

EL TERCER OJO

EL DESAFÍO DEL AMOR PARA PADRES

Los autores del éxito de librería El Desafío del Amor para matrimonios han creado El Desafío del Amor para Padres, una travesía de 40 días de desafíos que instan al padre, la madre o ambos a comprender, poner en práctica y transmitir a sus hijos un amor como el de Cristo.

El Desafío del Amor para Padres, una publicación que es fácil de leer y se adapta fácilmente al horario de personas muy ocupadas, se ha diseñado para que “los padres se reconcilien con sus hijos y los hijos con sus padres” (Malaquías 4:6). De esa manera, las madres y los padres podrán disfrutar más plenamente de sus hijos mientras aumentan al máximo el impacto positivo que dejarán en sus vidas a largo plazo.

Cada día presenta un versículo bíblico clave con una promesa, un principio bíblico sobre el amor que se aplica a la crianza de los hijos, un desafío específico para que enfrente el padre o la madre por el bien de su hijo y un espacio para escribir sus pensamientos y reflexionar sobre lo que ocurrió durante el día.

SANOS POR LA PALABRA

Hoy muchos sufren enfermedades espirituales y emocionales. Viven agobiados por angustias, depresiones, amarguras, complejos, opresiones y temores de los que no consiguen librarse. ¿Hay salida para ellos? ¿Pueden ser libres de todos estos males y vivir en plena salud espiritual? 

Este libro es una herramienta fundamental para trabajar con personas que tienen heridas interiores. 

En sus páginas encontraremos armas espirituales necesarias para ser completamente sanos y libres y edificar nuestro interior con la verdad de Dios.