SANIDAD

 Jesucristo dio su vida en sacrificio. Isaías 53 nos asegura que Cristo llevó nuestros dolores, penas, sufrimientos, aflicciones, transgresiones, iniquidades y todos nuestros pecados. Por su llaga, por sus heridas, por su muerte y su resurrección nosotros somos sanados. En el reino de Dios, todo se recibe por fe. Sin fe no se puede recibir. 

Usted recibe sanidad de la misma manera en que recibe la salvación. Usted confiesa y cree de corazón. Es nuestro divino nuevo nacimiento (herencia, derecho, legado y privilegio). No se conforme con menos que lo mejor que Dios tiene para usted. ¿Con qué cosa ha estado batallando por tanto tiempo? Tiene que tomar una decisión, o permanece en la misma situación o decide entregársela a Dios y se atreve a creer que Él hará una milagrosa sanidad y transformación. Su fe en acción comenzará a desalojar a los malignos ocupantes. Es su decisión.
Sin importar cuáles sean sus circunstancias, Abba Padre está listo para encontrarse con usted exactamente donde usted esté. Todo lo que Dios necesita es su fe, que usted crea que Él está dispuesto a sanarlo. La fe es confianza. Cuando usted confía en alguien, ama y respeta a esa persona. Dios el Padre es igual con nosotros. Él nos ama incondicionalmente. Cuando nos rendimos a su amor y obedecemos su Palabra, Él hace. Sus dones son extremadamente valiosos e inestimables. Usted no tiene que hacer sacrificios ni recitar las escrituras día y noche. La razón por la que le doy una lista de escrituras y declaraciones al final de cada sección es porque ellas fortalecerán su fe y le enseñarán cómo mantenerse en contacto y en relación con su sanador y Salvador. Hay algo único al declarar la Palabra de Dios. Pone a los ángeles en alerta y hace huir a los espíritus malignos. Ellos no pueden traspasar sus fronteras espirituales si están reforzadas con oración y con la Palabra de Dios. Piense en esto. 

Es algo que transforma su vida. Cuando usted guarda la Palabra de Dios en su corazón y en su mente, se convierte en una cuerda de salvamento y de salud para todo su cuerpo. Tomo y cito literalmente Proverbios 4:20–22 todos los días ¡porque creo que Dios es el Verbo y que Él es vida! Sus oraciones y declaraciones sobre la Palabra de Dios no son para mover la mano de Dios a su favor sino para fortalecer su hombre interior y acrecentar su fe. Dios se mueve por compasión y amor. Lo único que tenemos que hacer es rendirnos a su voluntad, obedecer su Palabra y amarnos unos a otros

CONOZCA SU IDENTIDAD

Creo que la razón por la cual Jesús pudo perdonar de inmediato era porque Él sabía quién Él era, de dónde precedía y hacia dónde iba. No tenía un problema de identidad. Estando en oración a menudo y manteniendo siempre una comunión con el Espíritu Santo y el Padre Él pudo mantener la calma, por decirlo de alguna manera. Las Escrituras nos dicen que Él iba seguido a orar. Creo que esto es clave. Vea, orando a menudo estamos crucificando la carne y trabajando el dominio propio del alma. Es en el área de nuestra alma, o emociones, donde la ofensa comienza. 
Leímos que el pecado fue primeramente concebido en el corazón de Satanás. La imaginación hará crecer odio y ofensas si es alimentada por el alma. La imaginación sometida al Espíritu brindará un lugar donde la fe puede crecer, y luego debemos meditar en la Palabra de Dios. Jesús se mantuvo humilde al estar siempre en la presencia del Dios Todopoderoso. Es el orgullo de nuestra naturaleza caída el que se ofende. Decimos: “¿cómo se le ocurre a alguien hacerme esto?”. Ahora, hay casos donde somos lastimados, abusos o crímenes, los cuales no tienen nada que ver con el orgullo, pero muchas de las ofensas menores suceden cuando sentimos que se nos faltó el respeto. Como Jesús siempre oía al Padre, Él sabía qué decir y cómo responder. En realidad, El Espíritu Santo le decía cosas que habrían de suceder. Él podía prepararse en oración por medio de la Palabra. Edificándose en oración Él recibía sabiduría para tratar con las situaciones. Estoy convencido de que si pasamos más tiempo en oración recibiendo de nuestro Padre obtendremos mayor madurez. En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios (Lucas 6:12). Nos engañamos y caemos justamente en el plan del enemigo cuando nos enojamos con las personas que dicen y hacen cosas que nos lastiman. Recuerde, se nos dice que no debemos luchar contra gente, sino contra espíritus que manipulan a las personas. Si prestáramos atención a esto, y nos enojamos, deberíamos enojarnos con el diablo y perdonar a la persona que está siendo usada para causarnos problemas o lastimarnos y orar por ella. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes (Efesios 6:12). Saltemos al versículo 18: Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos (Efesios 6:18). Cuando lee el pasaje del versículo 12 al 18 verá que nos dice que no luchamos contra gente, sino contra demonios. Ahora puede vestirse para la batalla sabiendo dónde se origina toda esta guerra. Las personas que se enredan en ella son engañadas y se convierten en prisioneros a disposición del diablo. Oremos por ellas. Primeramente, perdónelas para desatar el poder de Dios el cual repele la guerra, y luego ore para que sean liberadas y productivas en el Reino de Dios. Estoy convencido de que si usted se ofende fácilmente no es una persona tan madura como usted cree y todavía ignora muchos aspectos espirituales. Ahora, aguarde un momento antes de ofenderse conmigo mientras lee este libro acerca del perdón. Termínelo primero y verá que estoy tratando de presentarle la verdad de manera directa. Esta es la verdad que aprendí por medio de la revelación y la aplicación práctica. Así como Jesús, debemos perdonar desde la cruz, en el instante cuando sucede. Cuanto más rápido usted lo suelte y perdone, más rápido el poder de Dios es desatado para arreglar y prevenir problemas. Dije en otros capítulos que sabiendo que las ofensas van a ocurrir, debemos vestirnos apropiadamente con la armadura y orar. Debemos entrenarnos para responder de manera apropiada perdonando, amando, respondiendo de inmediato. Haga esto y protegerá su alma de las semillas de la ofensa y puede comenzar la intercesión por las almas cautivas que causan contienda, división y esparcimiento de ovejas. Cuando pasamos tiempo en la Palabra de Dios y con el Dios de la Palabra, vestidos siempre con la armadura y permitiendo que el amor de Dios fluya por medio nuestro, podemos desatar el perdón. Jesús pudo otorgar el perdón y orar por perdón. Cuando la mujer fue atrapada en el acto del adulterio Jesús no la hizo esperar durante días. Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? Más esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más (Juan 8:3-11). La primera vez que leí esta historia me sorprendió mucho la rapidez con la que Jesús quitó la condena y la perdonó. Él sabe que usted debe tratar con las semillas de condenación, ofensas y amargura. Las palabras tienen poder. No debemos permitirles que tengan nada de tierra donde puedan ser plantadas para comenzar a crecer. La muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos (Proverbios 18:21). Vemos que Jesús estaba dispuesto a permitirle al hombre en la cruz que fuese el primero en beneficiarse de la obra de la cruz. 
Él perdonó a la mujer adúltera y al hombre que bajaron por el techo. Sus ejemplos nos muestran que debemos perdonar rápidamente, remitir nuestros pecados y brindar el amor que recibimos del Padre. Perdonar es tan clave así que trate de ser perdonado lo antes posible. Otra vez, así las semillas de la ofensa no echan raíces de amargura las cuales traen una cosecha de tormento, enfermedades, dolencias e incluso fobias, temores, enojo o ataques de ira. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados (Hebreos 12:15).

VIDA Y MUERTE

Nunca fue el propósito de Dios que el hombre muriera. Dios considera la muerte como un enemigo. Odia la muerte. Todas las cosas que llevan a la muerte toda forma de enfermedad y dolencia no provienen de Dios. Jesús lloró en la tumba de Lázaro porque recordó que nunca estuvo en el corazón de Dios que un hombre se enfermara, envejeciera y muriera. Pero como la consecuencia del pecado es 
muerte, Dios envió a Jesús para llevar el castigo por todos nuestros pecados. Y en la cruz, Jesús conquistó la muerte de una vez por todas, ¡librándonos de la enfermedad y los padecimientos para siempre! El corazón de Dios es que usted sea sanado y restaurado.
Él lo ama tanto que envió a Jesús para redimirlo de la muerte. ¡La cruz de Jesús es la razón por la que hoy puede disfrutar de salud, paz y vida abundante hoy! Jehová te guardará de todo mal; el guardará tu alma. Jehová guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre (Salmos 121:7–8). En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él (1 Juan 4:9).

ESPIRITU Y VIDA

En Juan 6:63, varias palabras saltan a la vista. Jesús dijo: El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. Una de las palabras que llama nuestra atención es la palabra “espíritu”. El espíritu es definido por los libros como alma, o parte no corpórea de toda cosa viviente. Y estamos de acuerdo en que, para que haya espíritu, tiene que haber vida. La biblia dice muchas cosas acerca del espíritu. Isaías nos habla acerca de la vida del Espíritu. Y en el libro de Romanos se nos habla del espíritu de vida de Cristo. 
Cuando hemos conocido a Jesucristo como nuestro Salvador, comenzamos a vivir una vida espiritual, porque hemos recibido el Espíritu Santo en nuestra vida, pero, aunque le hemos recibido, no le poseemos, sino que, por el contrario, es el Espíritu quien nos posee a nosotros. Y podríamos tratar de explicar lo que entendemos por espíritu, pero, con palabras, no podemos describir lo que en nuestro interior entendemos que es el Espíritu que posee nuestras vidas, y que obra a favor de nosotros. Aunque somos cristianos, y conocemos las cosas espirituales, y conocemos que estamos sentados en lugares celestiales, y entendemos que, a través de nuestro espíritu, tenemos una conexión directa con el Señor, se nos hace difícil expresar con palabras una definición para “espíritu”. Sin embargo, estamos claros que, en nuestro interior, lo entendemos. Y es que, tenemos que entender que, nuestro interior es más poderoso que nuestro exterior. 
 En ocasiones, podemos recibir una palabra, pero, al intentar compartirla con otra persona, no encontramos cómo ponerla en palabras. Y es que nos identificamos con esa palabra que recibimos, espiritualmente. La recibimos en nuestro espíritu. Nuestro espíritu recibe mensajes que no podemos expresar con palabras. Lo mismo sucede con la palabra “vida”. Cuando hablamos acerca de vida, pensamos en el periodo en el que estamos vivos, que es el periodo que está contrastado con la muerte. Cuando pensamos en vida, en el mundo natural, hablamos del tiempo en el que respiramos, en que nuestro corazón está latiendo, y decimos que esa vida se detiene, cuando llega la muerte. Dice en Deuteronomio: He puesto delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. La escritura hace paralelas las palabras “vida” y “bendición”. Cuando hablamos acerca de bendición, estamos hablando acerca de vida. Pero, en el Nuevo Testamento, la palabra vida cobra otro significado, porque se nos habla acerca de la vida que viene después de la muerte. Totalmente contrario a lo que pensamos en el mundo natural de que la vida es antes de la muerte, en el Nuevo Testamento, y para nosotros los cristianos, la verdadera vida es la que viene después de la muerte, que es la vida eterna, esa revelación que hemos recibido, producto de tener una relación con el Señor. 
Podemos estar de vacaciones, relajados, y decir: Esto es vida. Porque vida es otra palabra que no podemos expresarla con una definición. No existe una definición específica para poder acomodar todo lo que implica. Pero, podamos o no podamos definir las palabras “espíritu” y “vida”, la palabra de Dios, en Juan 6:63, dice que la palabra es vida y es espíritu. No importa si puedes expresarlo con palabras, lo que importa es que tú entiendas que, cada vez que de tu boca sale una palabra, cada vez que tú articulas algo, cada vez que tú expresas algo, aquello que estás diciendo, de acuerdo a la palabra del Señor, carga consigo una vida, y carga consigo un espíritu.
Todo lo que tú puedes entender con tu mente, aunque quizás no lo puedas explicar completamente con tus palabras, todo eso comoquiera está contenido en las palabras que tú expresas con tu boca. Esa es la importancia de guardar cada palabra que sale de nuestra boca, cada cosa que decimos. Por eso es que es tan importante cuidar nuestra confesión, porque, lo entiendas o no lo entiendas, lo sepas o lo desconozcas, eso no te exime de la verdad de que va a tener resultados en tu vida, puedas o no expresarlo, porque, todo lo que nosotros decimos, todo lo que sale de nuestra boca, carga en sí vida, y carga en sí espíritu.