EXHIBEN CARTA DE HITLER QUE CAMBIO LA HISTORIA


Diez meses después del final de la primera Guerra Mundial, un veterano alemán que había participado en la contienda escribió cuatro carillas en las que daba fundamentos para tratar "la cuestión judía" desde un punto de vista racional. Tenía 30 años y la firmó de puño y letra en tinta negra, con su letra redondeada: "Respetuosamente, Adolf Hitler".
La carta está fechada en 1919, décadas antes de la Shoá (el Holocausto). En ella, el entonces soldado alemán de 30 años nacido en Austria plasmó lo que parecen ser sus primeros comentarios sobre la aniquilación de los judíos.
"El peligro que representa el judaísmo para nuestro pueblo se expresa en la innegable aversión de grandes secciones de nuestro pueblo", escribió Hitler en alemán. "La causa de esta aversión surge principalmente del contacto personal y de la impresión personal que dejan los judíos como individuos, que casi siempre es desfavorable", asegura el genocida en el escrito.

Carta de Hitler/AP
En otro pasaje de la misiva, Hitler dice que un gobierno poderoso podría manejar la "amenaza judía" al negar sus derechos, pero que "su meta final debe ser la remoción inquebrantable de todos los judíos".
Aunque fue originalmente una respuesta a un colega en el comando militar, Adolf Geimlich, el documento es considerado relevante porque demuestra desde cuándo estaba creando sus ideas antisemitas.
Hallada casi 70 años después de haber sido escrita, ahora por primera vez se muestra al público en el Museo de la Tolerancia de la ciudad de Los Angeles, en Estados Unidos.
A fines de mayo de este año, el Centro Simon Wiesenthal, con sede en Los Angeles, compró el original por 150.000 dólares de un corredor de antigüedades en California. Antes, la carta había pertenecido a un corredor en Kansas que la adquirió del soldado estadounidense William F. Ziegler.

VIVIR EN FAMILIA



No se es familia sólo por los lazos sanguíneos. La familia es más que eso, es algo que se lleva en el corazón.
Madres, padres, hijos, hijas, hermanos y hermanas… todos debemos amarnos y sentirnos bien unos con otros.

Para vivir en familia hay que sentirse familia, y eso parte del corazón y del amor.
El mundo se constituye constantemente en un espacio de descomposición social que muy a menudo amenaza con una de las cosas más importantes en nuestras vidas: la familia. Y con ello no hablamos únicamente de ese concepto tradicional y yaestructurado de “familia”: madre, padre, hijos y hermanos. ¿Acaso si falta el padre o la madre ya no existe la familia? ¿Acaso si no somos hermanos de sangre no podemos ser hermanos del alma? ¿Acaso si nuestro hijo no creció en nuestro vientre ya no es nuestro hijo?
La familia no la hace la sangre sino el corazón: en algún momento hemos sentido a quien no comparte nuestro grupo sanguíneo como parte fundamental de nuestra existencia, por ende, es parte de nuestra familia, ¿cómo más podría decírsele? No debemos det
enernos en las construcciones esquemáticas que las personas poco generosas de espíritu han creado. La familia trasciende las barreras de una simple cadena de ADN y llega a llenarnos el corazón con su compañía y su alegría. No importa si somos hermanos o no, no importa si somos tíos o no, no importa si somos madres o no, lo verdaderamente importante es que lo sentimos, y ningún papel ni lazo preestablecido podrá borrar la intensidad de un sentimiento sincero. La familia no es sólo una y tampoco nos llega hecha: nosotros la podemos crear, aumentar, minimizar, nutrir, concertar…
Pero, ¿qué significa vivir en familia? ¿Tenemos una familia? ¿Sabemos vivir en familia?
Vivir en familia implica mucho más que compartir un espacio físico, implica comprendernos, apoyarnos, cuidarnos, tolerarnos, respetarnos, amarnos… Una autora hindú afirma que solemos
discutir con frecuencia con quienes tenemos mayor confianza, hecho que nos lleva a convertirnos en “luz de la calle, oscuridad de la casa”, pero lo cierto es que debemos empezar por valorar lo que se nos hace más cercano para luego poder apreciar con mayor claridad lo de afuera, no lo contrario.
Nosotras no somos monedas: cara para quienes nos conocen a fondo y sello para quienes apenas se acercan a nosotras. Debemos empezar a replantear nuestras prioridades y reconocernos como mujeres con cualidades y defectos sin que cambiemos de pensamientos según la ocasión y el público objeto.
Vivir en familia va más allá del protocolo, puesto que hablamos de unión, solidaridad y amor puro que no se excusa en la confianza para entregar lo “peorcito” de nosotras,
sino de un amor que desde la confianza encuentra su plenitud y abundancia. Habrán momentos en los que no querremos ver a los demás “ni en
pintura”, pero a pesar de las vicisitudes, siempre habrán razones por las cuales ser leales, respetuosas, justas, sonrientes y libres de prejuicios.
La familia es la cadena de ADN de nuestro corazón, es el resguardo de nuestras almas, así como podemos hacerla crecer sin límites también le podemos restarle importancia, pero lo que siempre debemos recordar es que a pesar de que en algunas ocasiones no veamos los brazos de nuestra familia, ella siempre estará allí para regalarnos calor en los momentos de frío y desolación.