SOMOS CUALQUIERA: UN MANIFIESTO ABIERTO DE LO QUE (NO) SOMOS

Personas comunes y ordinarias. Algunas más ordinarias que otras (como quien escribe)…
Algunos estudiantes de secundaria, otros universitarios. Algunos sin terminar la preparatoria o con muchas carreras inconclusas, otros con licenciaturas y doctorados.
Algunos alumnos, otros profesores…
Algunos felizmente en iglesias, otros felizmente por fuera de ellas. (No vamos a explicar aquí que una comunidad de fe no se reduce a una iglesia y que con frecuencia —ser comunidad de fe— no tiene nada que ver con lo institucional).
Personas normales (bueno, no tanto) con sus trabajos y responsabilidades. Algunos empleados y operarios, otros jefes o emprendedores.
Una lista cada vez más amplia, pero, sobre todo: NUNCA ESPECTACULAR.
No nos espera un jet privado para ir a predicar a “algún” lado. No estamos corriendo ese avión destino a humolandia para la mega conferencia de líderes evangélicos. No estamos obsesionados por retiros espirituales ni por traer ningún “avivamiento” mágico.
Aunque si de “despertar”, concientizar, pluralizar y empoderar se trata, cuenta con nosotros.
No estamos casados con el hijo o la hija de tal pastor. No somos amigos ni hijos “de” con ciertos beneficios, accesos y posibilidades. O que gracias a los “frutos” de ese “ministerio” “bendecido” de… contamos con ciertas necesidades económicas resueltas como para jugar el juego de quién puede ser más progrealternativodisidente o activista revolucionario virtual…
A estas alturas, es obvio decir que no tenemos un “ministerio a las naciones” ni hacemos lo que hacemos o decimos lo que decimos porque “vivimos” del “ministerio” (ni nos interesa).
Tampoco nos dedicamos full-time a esta actividad (aunque esto último sería maravilloso que suceda…).
¿Qué es eso de vivir del “ministerio”? ¿Qué es eso de vivir del diezmo y las ofrendas? ¿Qué es eso del mercado editorial/musical/eclesial cristiano como únicos espacios de éxito y realización personal?
Esto se trata de personas reales. Personas a las corridas para tomar el bus con destino laboral. Colgados y apretados en ese tren/metro o subterráneo que nos llevará a cumplir rutinas y obligaciones.
Enojados por ese embotellamiento que retrasa el preciado retorno al hogar o porque ese viejo automóvil —que apenas podemos mantener— se ha vuelto a descomponer.
Preocupados porque nunca llegamos económicamente bien a fin de mes, por la incertidumbre laboral, o por la enfermedad de un hijo o hija. Por esa estabilidad que nunca llega. Con las angustias y alegría normales de la soledad, la pareja, la familia y ¡la vida misma!
Mujeres y hombres de cualquier parte del mundo; de una ciudad o de un pueblo con escaso acceso a la tecnología, pero con algo diferente para decir sobre la fe y la espiritualidad. Entusiasmados con una fe más humana, real y, sobre todo: SALUDABLE.

Incluso este mismísimo intento de editorial comenzó a escribirse por un cualquiera en el café de una gasolinera.  Aprovechando al máximo un breve espacio —libre— de la jornada laboral.

Esto -al igual que muchos de nuestros escritos- no surge de un encierro académico, ni de la lírica poética ni mucho menos de un retiro espiritual. Tampoco como consecuencia de un largo rato de oración… ¡Surge de la espontaneidad! De alguna manera, expresa ideas y deseos que van surgiendo mientras estamos realizando las distintas tareas mencionadas.

Somos como somos. Nuevos, novatos, ordinarios, sin grandes pretensiones planificadas. Vamos paso a paso. Viviendo y disfrutando la experiencia del compartir. No queremos ser tendencia mundial de nada, ni la nueva moda evangélica. No tenemos ningún plan. Nuestro propósito es algo que vamos descubriendo y resignificando paso a paso. Golpe a golpe. Entre aciertos y muchos desaciertos…

Tenemos más deudas que dinero. Siempre con más ganas que logros.
Con demasiado por aprender y más errores por cometer. Con más amistades por hacer que “contactos” por lograr…
Somos los cualquiera de cualquier parte del mundo que se comienzan a encontrar y a organizar…
De verdad; no esperes “grandes cosas” de nosotros. Ni grandes conferencias, ni grandes respuestas, ni grandes definiciones. Somos cualquiera, simplemente una multiplicidad de borradores en acción.