BETSABÉ DESDE OTRA PERSPECTIVA

En los mitos de los pueblos y las maneras de narrarlos, siempre encontramos algo de verdad, envuelto con interpretaciones. En el caso de la historia bíblica de David y Betsabé, las interpretaciones del texto, han tergiversado lo que pareciera haber sido la historia original.
Seamos religiosos o no, la historia de David y Betsabé puede haber llegado a nosotros. De hecho, el hit “Hallelujah” de Leonard Cohen, inmortalizó la historia bajo la clásica interpretación de dos amantes furtivos cautivados por la pasión.
Creamos en la literalidad del relato o no, me interesa más que nada el análisis desde la perspectiva de un mito, no en tanto sea verdad o mentira, sino en tanto entidad dadora de sentido para las generaciones subsiguientes a quienes narran. El mito como lugar en el mundo. No necesariamente verdad, ni necesariamente mentira.
No haré juicios de valor acerca de si se trata de un relato real o no. Este es un análisis a partir de las interpretaciones que se hacen desde lo dicho y lo no dicho, acerca del relato.
De esta manera, siempre que se escucha el relato desde las personas religiosas constituye una advertencia moralista sobre la facilidad con la que se puede ceder a la tentación del erotismo.
Desde numerosos púlpitos de la cultura judeo-cristiana, se usa la historia para advertir sobre los riesgos de la sensualidad, la fácil caída en el erotismo desregulado y la pasión arrolladora. Miles de personas fantaseando con la relación ilícita de dos adultos que se dejan llevar por la sensualidad. Entre ellos, Leonard Cohen.
De cada diez veces que he escuchado este relato, nueve han puesto a Betsabé como una adulta con libre elección que pecó junto con David. Sólo un par de veces he escuchado interpretaciones más cercanas a lo que se traduce del texto original hebreo según los comentaristas: la forzó y la violó. [1]
Creo que nos hemos estado perdiendo la riqueza de un relato que habla de cosas muy diferentes a la sensualidad. Quisiera que escuchemos de qué manera las culturas originarias suelen ser bastante más progresistas de lo que imaginamos, en nuestra cultura posmoderna “racional” y “evolucionada”. Textos de más de 3500 años de antigüedad, intentan interpretarse y leerse como si se tratara de historias escritas en ciudades con baños instalados y energía eléctrica. De esta manera hay una falta de respeto bastante frecuente a los textos judíos, musulmanes, de los pueblos originarios, inclusive entre quienes dicen creer en ellos.
Haré una transcripción literal de una versión contemporánea de la Biblia:
“En la primavera, cuando los reyes suelen salir a la guerra, David envió a Joab y al ejército israelita para pelear contra los amonitas. Destruyeron al ejército amonita y sitiaron la ciudad de Rabá. Sin embargo, David se quedó en Jerusalén.
Una tarde, después del descanso de mediodía, David se levantó de la cama y subió a caminar por la azotea del palacio. Mientras miraba hacia la ciudad, vio a una mujer de belleza singular que estaba bañándose. Luego envió a alguien para que averiguara quién era la mujer y le dijeron: «Es Betsabé, hija de Eliam y esposa de Urías el hitita».
Así que David envió mensajeros para que la trajeran y cuando llegó al palacio, se acostó con ella. Luego ella regresó a su casa. (Betsabé recién había terminado los ritos de purificación posteriores a su período menstrual). Tiempo después, cuando Betsabé descubrió que estaba embarazada, le envió el siguiente mensaje a David: «Estoy embarazada».
Entonces David envió un mensaje a Joab: «Mándame a Urías el hitita». Así que Joab se lo envió. Cuando Urías llegó, David le preguntó cómo estaban Joab y el ejército, y cómo marchaba la guerra. Después le dijo a Urías: «Ve a tu casa a descansar». David incluso le envió un regalo a Urías apenas este dejó el palacio. Pero Urías no fue a su casa, sino que durmió esa noche a la entrada del palacio con la guardia real.
Al enterarse David de que Urías no había ido a su casa, lo mandó llamar y le preguntó:
—¿Qué pasa? ¿Por qué no fuiste anoche a tu casa después de haber estado fuera por tanto tiempo?
Urías le contestó:
—El arca y el ejército de Israel y el de Judá están viviendo en carpas, y Joab y los hombres de mi señor están acampando a cielo abierto. ¿Cómo podría yo ir a casa para beber, comer y dormir con mi esposa? Juro que jamás haría semejante cosa.
—Está bien, quédate hoy aquí —le dijo David— y mañana puedes regresar al ejército.
Así que Urías se quedó en Jerusalén ese día y el siguiente. David lo invitó a cenar y lo emborrachó. Pero aun así no logró que Urías se fuera a la casa con su esposa, sino que nuevamente se quedó a dormir a la entrada del palacio con la guardia real.
David trama la muerte de Urías
Entonces, a la mañana siguiente, David escribió una carta a Joab y se la dio a Urías para que se la entregara. La carta le daba las siguientes instrucciones a Joab: «Pon a Urías en las líneas del frente, donde la batalla sea más violenta. Luego retrocedan, para que lo maten». Así que Joab asignó a Urías a un lugar cerca de la muralla de la ciudad donde sabía que peleaban los hombres más fuertes del enemigo. Y cuando los soldados enemigos salieron de la ciudad para pelear, Urías el hitita murió junto con varios soldados israelitas.
Luego Joab envió a David un informe de la batalla. Le dijo a su mensajero: «Informa al rey todas las novedades de la batalla. Pero tal vez se enoje y pregunte: “¿Por qué las tropas se acercaron tanto a la ciudad? ¿Acaso no sabían que dispararían desde la muralla? ¿No fue Abimelec, hijo de Gedeón, muerto en Tebes por una mujer que le tiró una piedra de molino desde la muralla? ¿Por qué se acercaron tanto a la muralla?”. Entonces dile: “Murió también Urías el hitita”».
Por lo tanto, el mensajero fue a Jerusalén y le dio un informe completo a David.
—El enemigo salió contra nosotros a campo abierto —le dijo—, y cuando los perseguíamos hasta las puertas de la ciudad, los arqueros que estaban en la muralla nos dispararon flechas. Mataron a algunos hombres del rey, entre ellos a Urías el hitita.
—Bien, dile a Joab que no se desanime —dijo David—. ¡La espada devora a este hoy y a aquel mañana! La próxima vez esfuércense más, ¡y conquistarán la ciudad!
Cuando la esposa de Urías se enteró de que su marido había muerto, hizo duelo por él. Una vez cumplido el período de luto, David mandó que la trajeran al palacio, y pasó a ser una de sus esposas. Luego ella dio a luz un hijo…”
(2do Samuel 11 – Nueva Traducción Viviente)
Así el texto no lo dijera de manera explícita (aunque lo hace), el contexto claramente sugiere una relación absolutamente dispar en cuanto al poder entre ambos: David era el rey. [2]
El verbo “laqach”, que se usa para describir la acción de los soldados sobre Betsabé, en otros lugares de la Biblia se usa para apresar, estar preso o encarcelar. Claramente sugiere una acción coercitiva sobre Betsabé.
Pensemos en los tiempos en los que la historia fue escrita. El pueblo demanda un rey que lo represente. De acuerdo al relato que hace la Biblia en el libro de Samuel, Dios advierte que el rey tendrá un poder económico aplastante, tomará siervos, se llevará lo mejor de sus cosechas… y tomaría para sí mujeres. Así, en plural, así y en cantidad, así como una cosa.
Más allá de que se crea en el texto bíblico como fidedigno, y se crea en el Dios judeo-cristiano o no, hay que reconocer que la cultura judía veía claramente el peligro de un gobierno centralizado. La supuesta “teocracia”, de la que se habla —anterior a la aparición de los reyes— era aparentemente un gobierno más orgánico y más directo. Aunque por ello mismo, mucho más inestable. Recordemos que, en este contexto, las gobernantes mujeres como Miriam y Débora, existieron. Cosa impensable a partir de la creación de gobiernos centralizados
Deberíamos recordarlo, cuando intentamos “civilizar” a los pueblos originarios para que vivan en ciudades y acepten al estado como regulador de sus conductas. Los gobiernos centralizados suelen generar violencia. Asimetría. Pobreza.
De hecho, por ejemplo, en la actualidad existen países musulmanes que han tenido mujeres presidentes. En este contexto, muchas mujeres musulmanas se niegan a ser “civilizadas”, ya que no se consideran oprimidas, aunque muchas mujeres musulmanas en otros países lo sean. El problema no parece ser el salvajismo, sino la civilización.

Los sistemas centralizados y asimétricos y la masculinidad

Cabe la pertinencia de la pregunta en cuanto al cambio aparentemente abrupto en la conducta y los sentimientos de David.
¿Cómo un paciente pastor de ovejas, capaz de componer Salmos de hermosa poesía y ejecutor maestro del arpa se convierte en un violador y un asesino cobarde? La respuesta es bastante incómoda: lo necesita para responder a las demandas de su rol.
Los roles sociales son tanto adjudicados como asumidos. Hay una sociedad que exige que su rey viva entre la pompa y el lujo, y un sujeto que asume ese papel. Por consiguiente, hay una alienación al aparato productivo. Muy diferente de la del obrero al que se le exige trabajar noche y día, pero hay una alienación al ocio. No es digno de un rey trabajar, sólo ir a pelear a la guerra, ser masculino y cruel.
La historia narra que pese a David deber haber estado en el campo de batalla, decide quedarse a descansar, haciendo a sus vasallos pelear por él. Se siente en la cima del mundo. En el limbo. Se lo ha ganado, luego de tanto trabajo. El reino es suyo, su dominio. Que otros trabajen, él es el rey.
Siendo justos, me pregunto si no será que en realidad la guerra no le gustaba.
Quizás se exigía de él una crueldad que no lo satisfacía. Si bien la crueldad, la pulsión de muerte y los instintos oscuros son propios de todos los seres humanos y todos somos capaces de actos aberrantes, David era un artista. A los artistas no les suele gustar demasiado lastimar a otros. Pueden sublimar sus impulsos de maneras más nobles y satisfactorias.
Sin embargo, paseando por la terraza, mirando a Jerusalén desde arriba, nota algo que desea y que no le pertenece. Observa a una mujer hermosa bañándose, que no pertenecía a su harén.

Sobre la mirada pornográfica

En este caso, nos topamos con otro concepto interesante: el de la mirada pornográfica. Según Rita Segato, la mirada pornográfica está más ligada al contexto de la dominación que al del erotismo. Así como la violación, la pornografía tiene más que ver con someter los cuerpos a un sistema y dominarlo que con disfrutar de un momento erótico.
El consumo de pornografía no está ligada a un vínculo con otros desde la paridad del erotismo. Por el contrario, intenta poner al otro en una relación asimétrica. Es el otro quien muestra su cuerpo, y el consumidor quien disfruta de ello. No hay compromiso ni exposición vulnerable por parte del consumidor de pornografía. Esta relación asimétrica aparente, otorga a quien mira la ilusión del poder. De ser el ojo que domina la situación.
Sin embargo, esta relación es ilusoria, ya que el sistema obtiene ventajas también de quien está mirando. Vendiéndole cosas, haciéndose popular a costa suya. Otorga al espectador la ilusión de ser dominante, cuando en realidad está siendo dominado por el mundo mediático.
Ahora bien, en el caso de David, no es un medio de comunicación el que le está vendiendo una imagen para su disfrute. Es el mismo quien, atrapado por un cuerpo que le atrae, pero que no es suyo, decide poseerlo y dominarlo. Convertirlo en su propiedad.
¿Cómo es que en el reino hay algo de buena calidad que él no tiene? El rey siempre debe tener lo mejor de lo mejor, entonces si no lo tiene, no es el rey.
¿Qué posibilidades de elegir tenía Betsabé? Casi ninguna. Y sin embargo el verbo que se utiliza sugiere una actividad forzada. Es decir, que Betsabé pudo haber intentado poner resistencia.
Pero claro, como la mayor parte de las veces en la cultura occidental, la culpa de la violación es de la mujer por ser demasiado sensual, por ser demasiado hermosa, o ser demasiado “fácil”. Por vestirse demasiado bien o por vestirse con poca ropa. Por lo tanto, sólo se menciona que durmió con ella, dando entender que se trató de un acto erótico y no de sumisión.
Lo cierto es que la mayor parte de las traducciones, haciéndose instrumentos de una interpretación misógina de la historia, sólo mencionan que durmió con ella.
Y aquí nos topamos con un gran escollo a la hora de interpretar la historia: la violación no tiene que ver con lo erótico o lo sensual, al igual que la pornografía, tiene que ver con el ejercicio del poder 
El cuerpo desnudo de una mujer que se bañaba y no pertenecía a su harén, confronta a David con el hecho de que no puede tenerlo todo. Puede tener muchas mujeres ganadas en botines, pero a aquella que se está bañando, no la puede tener. El cuerpo desnudo de una mujer que no es suya, que no está pendiente de su mirada, sino bañándose, desafía a David.
Hay que recordar que las condiciones de privacidad de ese entonces, eran muy diferentes a las actuales. El texto, especifica que David la ve desde el terrado. Tratemos de imaginar las condiciones de vida de la época. Casi nadie tenía baños instalados dentro de la casa. Por lo tanto, el uso del agua se hace en el exterior.
Pensemos en una especie de biombo hecho con telas o cueros. No es descabellado pensar que a Betsabé no la podían ver quienes estaban a su misma altura, pero sí alguien que mirara desde arriba. Probablemente el disfrute de David, tenga que ver al mismo tiempo con esta posición “desde arriba”, desde donde miraba a la mujer. Pensemos en un biombo cerrado en un patio de una casa. El único que podría ver eso, sería alguien que mire desde arriba, no desde la paridad. Es una metáfora de la posición masculina en la sociedad occidental “desde arriba”. Vaya metáfora…
Habiendo convivido durante toda mi vida con personas religiosas, debo decir que no me sorprende los sesgos machistas bajo los cuales se intenta interpretar. Las lógicas de la propiedad privada, el dominio, el control y el avasallamiento de las voluntades, son pan de cada día en las comunidades religiosas.
Pastores que violan las voluntades con llamados manipuladores, evaluaciones a los pastores mediante cuánto han podido aumentar las propiedades privadas de la iglesia: los miembros. Las personas siguen usándose, convirtiéndose en objetos de propiedad ajena en las comunidades religiosas.
¿Y qué en cuanto a las mujeres? Relegadas a un papel secundario, como Betsabé. Sin ser escuchadas por quienes tienen el poder, como Betsabé.
Así, las lógicas de la violación, del tratar al otro como a un objeto, se reproducen por todos lados. No es casual que miles no puedan ver el sufrimiento de Betsabé. Las mujeres somos seres peligrosos para las comunidades religiosas. Nuestra capacidad de regirnos en lógicas cualitativas, afectivas (como también cuantitativas y racionales), nuestra capacidad de vincularnos, amenazan las lógicas de asimetrías, mandatos supuestamente racionales, y números fríos.
Y Betsabé es una amenaza para David. Su matrimonio de clase plebeya lo es. El que Betsabé tenga voz y palabra, el hecho de que, siendo hermosa, esté casada con alguien que no es de la nobleza, amenaza las lógicas de poder del reino: lo mejor para el rey.
Violando a Betsabé, David intenta poseer algo que sólo quienes aman de manera simétrica pueden. Quienes no están atados a las riquezas pueden elegir con más libertad que aquellos que necesitan cuidar sus bienes. Sólo en la paridad económica se puede desear, de lo contrario el deseo se transforma en necesidad.
El deseo es un lujo de los pobres. Algo que los matrimonios arreglados, las concubinas y su enorme palacio no pueden darle.
No sabemos hasta qué punto Betsabé eligió a su marido de manera libre. El margen de decisión, parece haber sido bastante más estrecho en aquel entonces. Pero seguramente, es mucho más probable que en un contexto de menos asimetría se pudiese desarrollar una relación más afectuosa. De hecho, el posterior discurso del profeta Natán, pareciera así demostrarlo.
Tiempo después de lo ocurrido Natán confronta a David con los hechos usando el recurso literario de la parábola.
Por lo tanto, el Señor envió al profeta Natán para que le contara a David la siguiente historia: —Había dos hombres en cierta ciudad; uno era rico y el otro, pobre. El hombre rico poseía muchas ovejas, y ganado en cantidad. El pobre no tenía nada, solo una pequeña oveja que había comprado. Él crió esa ovejita, la cual creció junto con sus hijos. La ovejita comía del mismo plato del dueño y bebía de su vaso, y él la acunaba como a una hija. Cierto día llegó una visita a la casa del hombre rico. Pero en lugar de matar un animal de su propio rebaño o de su propia manada, tomó la ovejita del hombre pobre, la mató y la preparó para su invitado.
Entonces David se puso furioso.
—¡Tan cierto como que el Señor vive —juró—, cualquier hombre que haga semejante cosa merece la muerte! Debe reparar el daño dándole al hombre pobre cuatro ovejas por la que le robó y por no haber tenido compasión.
Entonces Natán le dijo a David:
—¡Tú eres ese hombre! El Señor, Dios de Israel, dice: “Yo te ungí rey de Israel y te libré del poder de Saúl. Te di la casa de tu amo, sus esposas y los reinos de Israel y Judá. Y si eso no hubiera sido suficiente, te habría dado más, mucho más.  ¿Por qué, entonces, despreciaste la palabra del Señor e hiciste este acto tan horrible? Pues mataste a Urías el hitita con la espada de los amonitas y le robaste a su esposa. De ahora en adelante, tu familia vivirá por la espada porque me has despreciado al tomar a la esposa de Urías para que sea tu mujer”.
Esto dice el Señor: “Por lo que has hecho, haré que tu propia familia se rebele en tu contra. Ante tus propios ojos, daré tus mujeres a otro hombre, y él se acostará con ellas a la vista de todos. Tú lo hiciste en secreto, pero yo haré que esto suceda abiertamente a la vista de todo Israel”.
Entonces David confesó a Natán:
—He pecado contra el Señor.
Natán respondió:
—Sí, pero el Señor te ha perdonado, y no morirás por este pecado. Sin embargo, como has mostrado un total desprecio por la palabra del Señor con lo que hiciste, tu hijo morirá.
Después que Natán regresó a su casa, el Señor le envió una enfermedad mortal al hijo que David tuvo con la esposa de Urías. Así que David le suplicó a Dios que perdonara la vida de su hijo, y no comió, y estuvo toda la noche tirado en el suelo. Entonces los ancianos de su casa le rogaban que se levantara y comiera con ellos, pero él se negó.
Finalmente, al séptimo día, el niño murió. Los consejeros de David tenían temor de decírselo. «No escuchaba razones cuando el niño estaba enfermo —se decían—, ¿qué locura hará cuando le digamos que el niño murió?».
Cuando David vio que susurraban entre sí, se dio cuenta de lo que había pasado.
—¿Murió el niño? —preguntó.
—Sí —le contestaron—, ya murió.
De inmediato David se levantó del suelo, se lavó, se puso lociones y se cambió de ropa. Luego fue al tabernáculo a adorar al Señor y después volvió al palacio donde le sirvieron comida y comió.
Sus consejeros estaban asombrados.
—No lo entendemos —le dijeron—. Mientras el niño aún vivía, lloraba y rehusaba comer. Pero ahora que el niño ha muerto, usted terminó el duelo y de nuevo está comiendo.
—Ayuné y lloré —respondió David— mientras el niño vivía porque me dije: “Tal vez el Señor sea compasivo conmigo y permita que el niño viva”. Pero ¿qué motivo tengo para ayunar ahora que ha muerto? ¿Puedo traerlo de nuevo a la vida? Un día yo iré a él, pero él no puede regresar a mí.
Luego David consoló a Betsabé, su esposa, y se acostó con ella. Entonces ella quedó embarazada y dio a luz un hijo, y David lo llamó Salomón. El Señor amó al niño y mandó decir por medio del profeta Natán que deberían llamarlo Jedidías (que significa «amado del Señor») como el Señor había ordenado. (2 Samuel 12)
Natán, habla de una relación amorosa entre una oveja y un pastor. Si bien sigue habiendo asimetría, pareciera una relación de cuidado más tierna. Es interesante que el profeta interprete la historia mejor que nosotros. Una oveja como mascota, no es lo mismo que una cordera asada.
Para David, Betsabé era una más de sus propiedades, algo usable, manejable a su antojo.
Para Urías, su esposo, era un ser digno de cuidado y afecto.
He visto muchos matrimonios entre la gente religiosa que se parecen más a la primera relación de David con Betsabé que a la de Urías con Betsabé. Denostando sus opiniones, tratando a la mujer de cosa, peyorizándola, estereotipándola a un ser irracional sin ideas ni decisión.
Siguiendo con la historia, Betsabé queda embarazada. Cuando se lo hace saber a David, el rey intenta engañar al pueblo. Intenta que Urías duerma con ella para disimular su violación. No lo logra. Decide que Urías sigue siendo su vasallo por lo tanto tiene derecho a matarlo. Pide que lo conviertan en carne de cañón y lo dejen solo en la batalla. Es muerto de la manera más vil y cobarde.
Es curioso, que el hijo de David y Betsabé muera. Pensemos en esto: Betsabé es una mujer que ha sido violada, cuyo marido ha sido asesinado y que se encuentra sola ante un rey con todos los privilegios. Probablemente Betsabé no quiere ese hijo. Si bien puede asegurar su manutención en el futuro, es el recordatorio de una historia de dolor profundo. El estrés crea un medio ácido en el útero que puede traer tanto abortos espontáneos como malformaciones en el feto.
Pero, aunque nos cueste creerlo, el “castigo de Dios” para David, puede haber sido misericordia para Betsabé. No tendría que ver una y otra vez al recordatorio de su vejación, de su dolor y de la pérdida de su esposo. Debieran recordarlo, quienes acusan a las mujeres que luego de ser violadas interrumpen su embarazo. Los hijos debieran concebirse en libertad y afecto, aparentemente, para la cosmovisión del relato.
Luego de la muerte del hijo de una violación, se relata un acto de intimidad emocional, de consuelo de David para Betsabé. Seguía habiendo asimetría, poderes desiguales, pero la actitud de David es más humana.
Confieso a mi corazón y mi cabeza del siglo XXI le cuesta entender cómo Betsabé puede haber estado relajada con alguien que la había violado y matado a su esposo. Pero David era el rey. Podría haberla tratado nuevamente con brusquedad, rudeza y violencia. Sin embargo, la trata con ternura. De allí, nace un hijo que es llamado “amado de Dios”. El contexto claramente plantea la concepción alrededor de la intimidad emocional y la ternura.

Sobre los efectos de la Impunidad en una comunidad

La comentarista bíblica Ellen Gould Harmon, especifica que estas acciones de David tuvieron un efecto directo en las desgracias acontecidas en su familia tiempo después.
Su hijo Amnón se “enamora” perdidamente de Tamar, su hija con otra mujer. Al lector de estos tiempos puede parecerle una historia escabrosa por el parentesco, sin embargo, para la época no se trata de un acto incestuoso.
Las familias reales egipcias, con frecuencia casaban a los hermanos. De hecho, el poemario “Cantar de los Cantares”, de Salomón, menciona repetidamente a la amada como “hermana mía”. Al parecer tanto los libros de Eclesiastés como Cantares son libros de fuerte influencia egipcia.
Luego de estas aclaraciones, continuamos. Tenemos el relato de dos hijos de David, Amnón y Tamar. Amnón se enamora de Tamar e intenta urdir una trampa para poseerla a la fuerza. Tamar es violada por Amnón.
En un drama digno de tragedia griega, Absalón, hermano de Tamar, decide matar a Amnón, y lo logra dos años después del acontecimiento.
La comentarista ya citada, menciona que la conciencia culpable de David, fue la que le impidió en su momento poner límites a sus hijos, ya que sus errores le pesaban.
Ahora bien, esto para mí, confirma que lo que pasó con Betsabé se trató de una violación.
¿Por qué? Porque en la historia de esta familia, lo que se pierde es la compasión por el otro. La identificación empática.
Este clima de violencia y dominación, es el mejor caldo de cultivo para que los príncipes no aprendan a estar enamorados. El enamoramiento tiene que ver con la vulnerabilidad, con sentirse poco, con idealizar al otro. Los príncipes han sido entrenados durante toda su vida a menospreciar dichos sentimientos. A que las mujeres que les gustan deban caerles mal, en el fondo. Sólo necesitan poseerlas.
El contexto de impunidad que genera la violación de David a Betsabé, sin que haya consecuencias visibles para el rey, torna más probable que los actos se repitan. En donde el enamoramiento es combatido con violación y odio. Los príncipes no pueden enamorarse, porque no saben sostener la vulnerabilidad. Entonces, en lugar de disfrutar el romance, deciden dominar, someter, violar.
A esto se refiere la autora, a mi entender, ya que tiene mucha más lógica que si se tratase de un mero acto ilícito de dos adultos libres. Al fin y al cabo, David podía pedir en matrimonio o concubinato a la mujer que deseara. Pero en su lugar, decidió someter a alguien contra su voluntad. Las familias reales someten. No saben vivir el enamoramiento, porque no pueden soportar que algo les falte (Lacan).

Sobre el aprendizaje de la vulnerabilidad

Las historias citadas anteriormente son paradigmáticas a las relaciones entre varones, mujeres, sistemas socioeconómicos y poder político. Nuestro desafío es intentar aprender a vincularnos con el otro desde la paridad, el afecto y la vulnerabilidad.
Todo lo demás, corre riesgo de terminar en lógicas violatorias.

DE QUÉ HOMBRE ESTÁ ENAMORADO TU HOMBRE?

Todos los hombres, están enamorados de otro/s hombre/s. Es a quién se dirigen en busca de consejo, ante quien sienten que deben rendir cuentas, aunque no deban hacerlo.
Hay algún hombre que los tiene fascinados, al que admiran y ante el que sienten que deben validarse constantemente. El grupo de pares y de amigos son subrogados de este “gran hombre”, muchas veces el padre.  En nuestra sociedad occidental, los hombres a los que los hombres admiran son quienes detentan atributos de fuerza, poder, riqueza y capacidad de dominio. Esto es estructural a todas las culturas.
Seguramente al leer este título, todos pensarán que voy a abordar la temática gay. Lamento decepcionarlos.
Los hombres violentos, por ejemplo, están enamorados de padres crueles.  Puede que los odien, puede que los culpen de muchas cosas en su vida, pero están fascinados con su poder, con su hidalguía y su capacidad de someter a otros, los odian, pero anhelan ser como ellos.  Ser ellos. Un hombre maltratador, ha sido generalmente un niño maltratado. Es cierto también que parte de la madurez es poder cuestionar estos mandatos para “hacer la suya” [tomar el propio camino], desenamorarse de este padre.
Ahora bien ¿qué tiene todo esto que ver con la espiritualidad? Pues mucho… y ya sé que van adivinando para qué lado voy a ir…
Jesús y su revolución de género
Jesús no cumplió con lo que se demandaba de él como hombre. Nunca cumplió con los estereotipos masculinos de su época. Estos estereotipos tenían que ver con la segregación de mujeres y niños, la vida pública y expuesta, la distancia emocional y el formalismo.
Los discípulos intentan ahuyentar a las mujeres con los niños, porque ellos eran adultos respetables, querían la burocracia y el prestigio del clero. Jesús se opone diametralmente a ese tipo de jerarquías.
Jesús defendió a las mujeres en el episodio de Juan 8, cuando le traen a una mujer “adúltera”, Jesús podría haber salido del brete muy fácilmente citando un aspecto de la ley (pues supuestamente también debían traer al hombre para ser apedreado), pero como diría Roberto Badenas en su libro “Encuentros”, Jesús está más preocupado por la mujer que sufre que por su reputación.
En el contexto de aquella época, Jesús podría haber salido fácilmente citando la ley explícita que requería apedrear a ambos adúlteros, incluyendo al hombre en cuestión. Eso lo hubiese sacado del problema fácilmente, habría expuesto la ignorancia de los adversarios, y lo habría prestigiado como conocedor de la Torá.
Pero Jesús prefiere mirar la necesidad de la mujer y avergonzar a los varones poderosos, pero sin un espíritu de predación y dominio. Jesús prefiere el camino del arte, al de la ciencia.  Hace una intervención artística, disruptiva.  Prefiere el calor humano al frío de la letra ley.
Por otro lado, Jesús veía a las mujeres como pares (Lucas 10:38-41, Juan 4:7).
En el episodio con la Samaritana de Juan 4: Tuvo una discusión teológica con una mujer. Eso para la época era algo totalmente revolucionario, ya que los religiosos de la época decían que quien enseñaba la Torá a su hija, hacía igual que si “arrojara perlas a los cerdos”.
Además, en el episodio que se relata en Lucas de las hermanas de Lázaro (Lucas 10: 38 – 41), muestra que Jesús se quedaba a solas con mujeres solteras, siendo él soltero. Les enseñaba la Torá, y no se ofendía si lo cuestionaban, las trataba como pares.
En la sociedad en la que se movía Jesús, ninguna mujer podía dirigir la palabra a un hombre, a menos que su marido o el hombre de la familia estuviese presente y lo autorizara. La machista en este relato, es Marta, quien se dirige a Jesús para que “ponga orden” a su hermana, en lugar de recriminarle a ella directamente. Como vemos, ya en ese entonces existían mujeres machistas.
Las mujeres manejan sus finanzas, por lo que probablemente ocupen un puesto de liderazgo importante y participen en la planificación de sus viajes. Son las primeras en recibirlo en el corazón y en el vientre y las primeras en irlo a buscar a la tumba.
Dicho todo esto… Hablemos sobre el amor de Jesús hacia los varones.
Ama a Jesús, hombre. No seas cobarde.
Jesús era un varón que se podía mostrar vulnerable, enojado, espontáneo, sincero, cálido o ácido según las circunstancias. De lo que nadie puede acusar a Jesús es de haber sido distante emocionalmente, frío ni burocrático. Típicas características que definen a la masculinidad occidental en nuestros días.
Y es que, para ser tierno en sociedades patriarcales, hace falta ser valiente. El psicoanalista Fernando Ulloa diría: “La ternura es un profundo concepto político”. La misión de Jesús si bien no era política, venía a revolucionar las nociones de poder, y por lo tanto las nociones del patriarcado occidental. Su discurso resulta hasta hoy, revolucionario.
Pocos hombres están dispuestos a admitir su vulnerabilidad y necesidad de cariño ante otros hombres. Las cofradías masculinas, basan su poder en el dominio, escarnio y peyorización de la mujer y con ella del mundo emocional y del cuidado de la vida. De lo que no se dan cuenta es que, haciendo esto también se maltratan a sí mismos. Se niegan como personas, niegan su costado más vulnerable y humano. Siempre tienen que ser fuertes, potentes recios y triunfadores.
Las violaciones y los feminicidios, son muestras de masculinidad ante otros hombres, muestras de poder. No vienen de un intenso deseo sexual, provienen del deseo de mostrar dominio. Y en nuestras comunidades religiosas, si bien no asistimos a tantos feminicidios y violaciones (quisiera decir que no existen, pero es mentira), constantemente las mujeres somos maltratadas.
Para poder sostener la lógica violenta de la conversión de a miles, el calcular cuántos diezmos se recaudan o cuantos miembros se tienen, se necesita excluir a las mujeres, triunfar sobre ellas. Las lógicas cuantitativas no se llevan bien con las mujeres. A las mujeres no nos gustan los números.  Podemos manejarlos, no somos estúpidas (yo misma estuve en las olimpíadas matemáticas más de una vez), pero nuestra manera de vincularnos con el otro no tiene que ver con números.
Nos regimos en lógicas cualitativas, más que cuantitativas. Desde pequeñas no se nos niega el acceso al mundo de las emociones y la intimidad como a los varones (deja de llorar, pareces una nena). Muéstrenme una iglesia donde se valoren más los números que a las personas, y les mostraré una iglesia machista.
Las mujeres aportamos una necesaria visión vincular a la fe (aunque seamos sinceros, también podemos hacernos cargos de los números como en la época de Jesús). Por lo tanto, puede decirse que la lógica de Jesús para la fe, es una lógica femenina.
Lo importante es que Jesús va a romper con esa lógica del líder macho-alfa que no necesita de nadie. Jesús se muestra, profundamente necesitado de comprensión, apoyo, empatía y cariño. En el Getsemaní lo vemos claramente.  Jesús era un líder, pero no se ponía en un pedestal.
Es por esto que nuestras comunidades no necesitan tanto hombres “capacitados en género”, como hombres que amen profundamente a Jesús. Que puedan abrirse visceral, sincera y crudamente con él. Que lo amen profundamente. Sé que esto no es políticamente correcto.
Nos gusta pensar que nuestras falencias ocurren por falta de “capacitación”, “de formación”, “de civilización”. Lo que en realidad necesitamos son hombres más parecidos a Jesús, que tengan sus ideales en su vida y que lo amen, se fascinen y se quiebren por él. Que adopten sus ideales de humildad, de servicio, de corazón quebrado por el dolor ajeno.
Jesús no fascina con muestras de poderío. Los invito a que escuchen cualquier sermón de un fanático violento, y cuenten cuantas veces nombra a Jesús. Casi no pueden, no les sale. A lo sumo, lo hacen con imágenes violentas de la cruz. Pero poco hablan de su vida, porque su vida transpira amor, ternura y compasión.  Hay algo en el carácter de Jesús que, de manera cuasi mágica, hace que la violencia lo repela.
Eso sí, dicen la palabra “Cristo” bastante seguido. Cristo es el título de Jesús. “Vendrán falsos cristos”, significa vendrán falsos mesías. “Cristo” ha sido resignificado por el poder persecutorio religioso para denominar al dominio. “Moros y cristianos”, “Este cristiano”, para hablar de cualquier persona. “Cristo” marca el triunfalismo sobre otros, sea en una sinagoga en llamas o en una hoguera inquisitoria de América.
No nos alcanza con gente que vea a Jesús como un dictador de moral, como la mayoría de los religiosos lo ve. Tampoco nos alcanza con que haya gente que lo vea como un gran líder de la revolución, como muchos de la izquierda intelectual. Necesitamos hombres que se fascinen con su lógica no-violenta. Que lo amen, que busquen consejos en él como su Padre.
Muchos intelectuales miran preocupados las situaciones de género en el mundo. En América Latina, todos los días muere una mujer sólo por ser mujer, muchas veces violada, muchas veces muerta por su pareja o expareja. Quienes nos decimos seguidores y seguidoras de Jesús tenemos una gran deuda con el mundo: les debemos una afectividad diferente.
Debiéramos haber sido los portaestandartes del afecto, la tolerancia, el abrazo, la generosidad, la fiesta y la entrega por el otro. En su lugar hemos sido los cuervos aguafiestas y los primeros en la fila para mostrar crueldad y burocracia incompasiva. Y eso, tiene mucho que ver con el sometimiento de las mujeres.

Busquemos la afectividad de Jesús. Quizás haya alguna esperanza para nosotros.