BUENA VOLUNTAD DE DIOS



¿No es impresionante pensar que Dios tiene una voluntad buena para tu vida? Para mí sí. En mi pequeña percepción de Dios, es natural suponer que Él esté demasiado ocupado para planear una voluntad buena para mí. Sin embargo, a lo largo de las Escrituras, se nos confirman sus planes y propósitos. A algunas personas les cuesta creer que los propósitos de Dios sean buenos. Tienden a pensar de Dios como un capataz o tirano cruel con un látigo, listo para hacernos vivir la vida más difícil que podamos imaginar. Pablo no dijo que Dios produce en nosotros el querer como el hacer conforme a su plan malvado, su “mano dura” o sus exigencias sin fin.

No, Dios produce en nosotros el querer como el hacer conforme a su buena voluntad. Esta pequeña frase puede traducirse como su beneplácito o su buen agrado. Dios no solo sabe qué está bien y es bueno, sino que tiene la intención o la determinación de trabajar en pro de algo bueno. Vemos este mismo término en el primer capítulo de Efesios. “Nos predestinó para que por medio de Jesucristo fuéramos adopta­dos como hijos suyos, según el beneplácito de su voluntad”. Volvemos a encontrar esta palabra más adelante en el mismo capítulo: “y nos

dio a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo”.

Pablo escribió en su carta a los Tesalonicenses: “Por eso siempre oramos por ustedes, para que nuestro Dios los considere dignos de su llamamiento, y cumpla con su poder todo propósito de bondad y toda obra de fe”. También me viene a la mente el entrañable pasaje de Romanos: “Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, es decir, de los que él ha llamado de acuerdo a su propósito”.

¿Acaso no sientes, al leer estos versículos, que Dios tiene un plan y propósito intencional para nosotros, y que es algo bueno? El Señor nos llama a seguirlo y a caminar con Él, porque tiene un buen plan y un propósito intencional. Él quiere que caminemos conforme a sus caminos, y quiere ayudarnos a hacerlo porque tiene buen
as intenciones para nuestra vida. Quiere que conozcamos el gozo de vivir para Él y que caminemos humildemente en obediencia a Él. Es divertido ver cuántas tentaciones de este mundo parecen ofrecernos placeres agradables, pero no logran satisfacernos en absoluto. Ya sea vivir con alguien fuera del matrimonio, recurrir al alcohol o las drogas para estimular el placer, o codiciar más posesiones, a menudo las personas parecen no encontrar lo que buscan. Pero Dios tiene buenos propósitos y buenas intenciones para nuestras vidas, y se encuentran en Él. Nadie puede quitarnos su buena voluntad y sus buenas intenciones.

Aunque la Biblia nos dice que Dios tiene planes buenos para nosotros, no significa que nuestra vida será buena y grata y que no tendremos problemas. Dios nos recuerda que podríamos llegar a tener dificultades, pero aun así Él tiene buenas i
ntenciones para nosotros. Vemos esto en la vida de hombres y mujeres de fe del Antiguo Testamento. Abraham, José, Daniel y Jonás, todos enfrentaron pruebas difíciles, pero Dios tenía buenos propósitos y buenas intenciones para ellos, que se hicieron realidad de una manera hermosa en sus vidas. Como hija y partícipe de su gracia, Él tiene buenas intenciones para ti también. No te desanimes ante las pruebas, sino más bien confía en su buena voluntad para tu vida.

En Jeremías, leemos que el profeta recibió un mensaje para l

os israelitas. Él les dijo que se prepararan porque iban a estar cautivos en Babilonia durante setenta años. ¡Setenta años! ¿Qué? ¡Eso es terrible! ¿Tenía realmente Dios buenas intenciones para con ellos? Sí. Así es. Eso es lo que Jeremías les dijo a los israelitas: “Así ha dicho el Señor: Cuando se cumplan los setenta años de Babilonia, yo iré a visitarlos, y les cumpliré mi promesa de hacerlos volver a este lugar. Sólo yo sé los planes que tengo para ustedes. Son planes para su bien, y no para su mal, para que tengan un futuro lleno de esperanza —Palabra del Señor”.

Probableme
nte hayas leído este versículo antes, pero ¿te diste cuenta de que fue dicho cuando los israelitas supieron que estarían cautivos du­rante setenta años? No se nos asegura que todo será “color de rosa”, sino que Dios está con nosotros y tiene planes maravillosos para nuestra vida. Cuando enfrentas retos y dificultades, puede que no entiendas por qué te está pasando eso. Puede que te preguntes por qué el Señor permitió esa circunstancia en especial, pero una cosa que puedes hacer es confiar en las buenas intenciones de Dios para ti. Él te dotará de lo que necesites para atravesar esa dificultad según su bu
ena voluntad para tu vida.

Cuando reconozco que Dios tiene buenas intenciones para mí, veo la vida desde una perspectiva un poco diferente. Sé que puedo confiar en un Dios que me ama y tiene un plan bueno para mí, aunque no me guste lo que está pasando en ese momento. El predicador escocés del siglo xix Alexander MacLaren dijo: “Procura cultivar un sentido opti­mista y alegre de la multiforme bondad de Dios en tu vida diaria”. Sí, cuando tenemos el sentido alegre de la superabundante bondad de Dios hacia nosotros, cambia la manera en que recibimos lo que nos sucede.

¡Que la bondad del Señor llene nuestros pensamientos en todo momento para que podamos ver la vida con gozo y bendecir a otros con la misma bondad que tan misericordiosamente recibimos!

EL MATRIMONIO


El matrimonio es una tarea que hay que llevar día a día a la perfección en Cristo. Nuestras relaciones han sido formadas por el sistema de este mundo, el cual es distorsionado y erróneo. Por eso muchos matrimonios, aún estando en la Iglesia, teniendo la Palabra de Dios, habiéndose discipulado y habiendo tomado clases de cómo llevar mejor su matrimonio, todavía están siendo atacados por este sistema diabólico del mundo, que es todo lo contrario a lo que Dios ha establecido.

El matrimonio duele. El día a día, la carga de sobrellevar las deudas, la casa y aún la relación conyugal, deben ser trabajados desde el punto de vista bíblico. Tenemos que despojarnos de nosotros para ser solo lo que Él quiere que seamos como pareja. ¡Hay tantas cosas que distancian a un matrimonio!

Las discusiones, el pasado, el dolor de una infidelidad que es tan complicado y quiebra por completo la unión, forman una pared de inseguridad y dolor profundo. Por eso, el perdón no puede faltar para transformar un matrimonio; el perdón genuino, no falso, no de palabras, sino de verdad.

En Oseas 1:2 dice Jehová a Oseas: “Toma una mujer”, pero ella era una fornicadora. Sé muy bien que esto trata de la relación de Dios con el pueblo de Israel, pero no podemos dejar a un lado que aquí hay una relación de dos personas: Oseas y Gomer. Quiero llevarlos a que puedan ver lo que ocurre en el mundo espiritual cuando hay este pecado (fornicación, infidelidad), especialmente en el matrimonio. Sé que Oseas se casó por obediencia a Dios, pero con el tiempo él llegó a sentir algo hermoso por Gomer, pues aunque él sabía que no tenía una reputación nada buena, él entendía que Dios había hecho un pacto entre ambos. Dios hizo un casamiento y eso era algo que le brindaba seguridad. Se casó con grandes esperanzas. Su primer hijo se llamó Jezreel, que significa “Dios dispersa” o “Dios esparce”. Podemos ver claramente que lo primero que pasa cuando un matrimonio deja entrar este espíritu de fornicación y adulterio, es que hay, como consecuencia, separación. Se dispersa todo en tu hogar.

Tuvo su segunda hija, que se llamó Lo-ruhama, que significa “No más misericordia”. ¡Qué fuerte! ¿Verdad? Cuando pecamos sabiendo lo que hacemos porque en nosotros andaba la verdad, entonces dice la Palabra que la misericordia se aparta de nosotros. Su tercer hijo se llamó Lo-ammi, que significa “No mi pueblo”.

Muchas veces decimos que somos hijos de Dios, pero reina en nosotros el pecado. Primera de Juan 3:6-9 afirma: “Todo aquel que permanece en Él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido. Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como Él es justo. El que practica el pecado es el diablo; porque el diablo peca desde el principio. Por esto apareció el hijo de Dios para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios no practica el pecado porque la simiente de Dios permanece en Él y no puede pecar porque es nacido de Dios”.

Ahora les dejo a ustedes la pregunta: ¿Eres pueblo o no, según la Palabra? Tenemos que ver la progresión de los tres: “Jezreel”, juicio; “Lo-ruhama”, tolerancia pasiva; “Lo-hammi”, ninguna relación. Tenemos que aborrecer el pecado. Ya basta de jugar a ser cristianos a medias y que el enemigo se ría en tu cara, haciéndote creer que esa relación a medias es permitida. No, amados, no es permitida jamás.

“Contended con vuestra madre; porque ella no es mi mujer, ni yo su marido, aparte, pues, sus fornicaciones de su rostro y su adulterio de entre sus pechos, no sea que yo la despoje y desnude, la ponga como el día que nació, la haga como un desierto, la deje como tierra seca, y la mate de sed” (Oseas 2:2-8).

Aquí vemos a un Oseas quebrantado, un hombre destrozado por el adulterio de su esposa. Sus palabras llegan al alma, pues vemos cómo un hombre queda igualmente inundado de dolor por el engaño de su esposa. Cuando él dice “ella no es mi mujer” quiere decir que el pacto de amor y fidelidad fue roto. En otras palabras, él le daba a ella el divorcio. Oseas padece en carne propia el dolor de la humillación de la infidelidad, pero Dios aquí muestra cómo salvar un matrimonio mediante el sufrimiento y el perdón.

Esta es una de las historias más profundas acerca del matrimonio y tiene una revelación sobre el adulterio que no podemos encontrar en otro lugar. Un matrimonio exitoso no es asunto de gente perfecta, mediante principios perfectos. El matrimonio es más bien un estado donde la gente con sus imperfecciones, a menudo se hieren y se humillan, pero a través de la Palabra encuentran la gracia para perdonarse el uno al otro, llevarse en amor y sustentarse en el que todo lo puede. Solo así el poder de la Palabra y el poder redentor de Dios transformarán tu matrimonio.

En Oseas 2:14-15, vemos cómo Dios usa esta situación dolorosa para traer bendición. Nos habla de la etapa de entrar en el desierto. “Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón. Y le daré sus viñas desde allí, y el valle de Acor por puerta de esperanza; y allí cantará como en los tiempos de su juventud, y como en el día de su subida de la tierra de Egipto.”

Ese desierto es el lugar donde Dios te dará tu bendición y disfrutarás de lo que es una relación íntima con tu Padre. Lo conocerás, escucharás su voz, tendrás esos momentos que solo se viven en privado, en lo secreto. Allí comenzarás a vivir las experiencias más hermosas con tu Padre. Allí se aprende a que lo más horrendo de nuestras vidas va tomando una nueva forma, la forma perfecta de nuestro alfarero. El Valle de Acor significa dificultad, pero Dios cambia el Valle de Acor por puerta de esperanza. Allí donde hubo problemas, vendrá a surgir la esperanza en Cristo. Allí es el lugar perfecto donde el constructor viene a formar su más grande obra maestra.

Tenemos que tener esperanza. Esperanza, ticvá, es expectación: anhelar, cordón, esperar, esperanza, lo que anhelo. Es algo que está a la expectativa, algo que es deseado y que se anticipa ansiosamente, algo por lo cual uno aguarda. Ticvá viene del verbo qavah que significa “esperar” o “aguardar”. Su significado original es “estirar como una soga”. Sabemos que Dios viene al rescate; el mismo Jehová es nuestra esperanza. La bendición de Dios sobre tu matrimonio transformará el valle de Acor por la bendición absoluta, por la restauración plena.

“Y te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia, juicio, benignidad y misericordia.

Y te desposaré conmigo en fidelidad, y conocerás a Jehová. En aquel tiempo responderé, dice Jehová, yo responderé a los cielos, y ellos responderán a la tierra. Y la tierra responderá al trigo, al vino y al aceite, y ellos responderán a Jezreel.Y la sembraré para mí en la tierra, y tendré misericordia de Lo-ruhama; y diré a Lo-ammi: Tú eres pueblo mío, y él dirá: Dios mío” (Oseas 2:19-23).

Dios renovará su pacto contigo y con tu matrimonio, siempre y cuando te arrepientas de todo corazón y jamás vuelvas a pecar. Él volverá a hacer pacto con ustedes siempre y cuando permanezcan en Él, en su Palabra de verdad, en santidad y obediencia. Entonces,

Él traerá sobre ustedes un nuevo amanecer, un nuevo trato, una comunión excelente, una comunicación perfecta. Traerá amor del que solo Él puede dar, un amor puro y verdadero; seguridad en Él; y un continuo fluir en el Espíritu referente a tu relación. Cuando se vuelve a establecer lo primordial, que es el andar en santidad, pureza y obediencia, la gloria de Dios caerá sobre tu matrimonio, los cielos y la tierra se unirán a tu favor y verás la manifestación sobrenatural en tu casa, tus hijos y todo en donde tú pongas tu mano. Todo será prosperado y ordenado por Él. Dios sabía lo que había en el corazón de Oseas y le dice:

“Ve ama a una mujer amada de su compañero” (ver 3:1). Claramente, Jehová le estaba diciendo: “Ve y ama a la que ama tu corazón”. Y confió en Dios y volvió a casarse con Gomer. Recordemos otra vez que esto también se refiere a los tratos de Dios con Israel después de prometer fidelidad a Jehová. Pero lo mismo hace un matrimonio que decide establecer nuevamente sus pactos en fidelidad a Jehová su Dios.

LA ORACION DEL JUSTO


La condición del corazón es un aspecto importante de la oración contestada. Es la oración sincera hecha de corazón la que permite que el poder de Dios esté disponible. Santiago 5:16 dice que la oración ferviente que proviene del corazón sincero de una persona justa tiene un gran poder dinámico en su actuación. Santiago anima los creyentes mediante el ejemplo de Elías, que fue un hombre sujeto a las mismas pasiones que cualquier hombre, y sin embargo su oración cerró los cielos: “Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto” (vv. 17-18).

Elías era conocido por su fervor. Ferviente significa tener o mostrar una gran emoción o celo, ardiente, extremadamente caliente o brillante. Muchos intentan separar la emoción de la oración, pero Dios responde a quienes son sinceros y ardientes. La implicación es que los justos orarán de esta forma. Se debe a que la justicia nos hace orar por justicia, igualdad y las cosas que son correctas.

Los justos tendrán pasión en la oración. Cuando abren su boca y comienzan a orar y hablan a las montañas de sus vidas, fluyen sabiduría, vida, verdad y justicia. Su entorno comienza a adquirir los atributos del Reino cuando ellos los declaran para que existan. La justicia es el fundamento del Reino de Dios. Para que el Reino de Dios, la justicia, la paz y el gozo en el Espíritu Santo (Romanos 14:17), se manifiesten en su vida, debe usted ser justo. Su Reino viene y su voluntad se hace cuando el justo ora. Los ojos del Señor y sus oídos están sobre los justos.

Él escucha sus oraciones y las responde. Él recompensa a los justos y les salva de todos sus problemas. Dios quiere allanar las montañas del justo, quiere hacer caminos donde no los hay y ríos en el desierto para los justos. Él lo hará con usted como lo hizo con Daniel:

En aquellos días yo Daniel estuve afligido por espacio de tres semanas. No comí manjar delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con ungüento, hasta que se cumplieron las tres semanas... Y he aquí una mano me tocó... Y me dijo: Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que te hablaré, y ponte en pie; porque a ti he sido enviado ahora... no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido. —Daniel 10:2-3, 10-12

El Señor enviará refuerzos angélicos para ayudarle a permanecer y ser victorioso sobre las fuerzas malignas que intentan destruir la Palabra de Dios en su vida. Daniel oró con fervor y pasión, y su oración fue eficaz, ¡logró mucho! Un ángel del Señor se acercó hasta él, le fortaleció y le dio una palabra profética tan poderosa que aún sigue estando activa y se cumple en el Cuerpo de Cristo en la actualidad.