LOS 7 RUJOT DEL ETERNO


DALILAH

Resultado de imagen de dalila biblia"(La debilidad de Shimshom) Shoftim 16:5

Dalilah (en hebreo דְּלִילָה, '[la que] debilitó', 'desarraigó' o 'empobreció', de la raíz dal, 'débil' o 'pobre') era la «mujer en el valle de Soreq» a la que amó Shimshom y que fue su perdición en el bíblico Libro de Shoftim.

¿Qué hizo? Dalilah aceptó dinero de los gobernantes filisteos para traicionar a Shimshom. D'OS había estado utilizando a este juez para salvar a los israelitas de los filisteos. Estos enemigos no podían vencer a Shimshom, pues D'OS le había dado una fuerza extraordinaria, por eso, los gobernantes filisteos le pidieron ayuda a Dalilah.

Los filisteos sobornaron a Dalilah para que descubriera por qué Shimshom era tan fuerte. Ella aceptó el dinero y después de varios intentos logró averiguar el secreto de Shimshom. Dalilah les reveló el secreto a los filisteos, y así pudieron capturar y encarcelar a Shimshom.

SHIMSHOM
Lamentablemente Shimshom tubo en poco el objetivo por el cual el ETERNO lo había escogido, ante la belleza y la pasión de Dalilah olvido la prohibición que D'OS avia dando a los antepasados en el desierto ....
Devarim 7:2-4
"Cuando el Señor su D'OS haya hecho caer a estas naciones en poder de ustedes, y ustedes las hayan derrotado, deberán destinarlas a la destrucción y no hacer con ellas ningún pacto ni tenerles compasión.
Tampoco deberán ustedes emparentar con ellas, ni casar a sus hijos e hijas con las jóvenes y los muchachos de esa gente,
porque ellos harán que los hijos de ustedes se aparten del SEÑOR y adoren a otros dioses; entonces la ira del SEÑOR se encenderá contra ustedes y los destruirá en un abrir y cerrar de ojos."

- Aunque el Eterno no aparto su ESPÍRITU de Shimshom, las consecuencias de su desobediencia fueron terribles .

¿Qué aprendemos de ella?
Dalilah se dejó dominar por la codicia. Fue una mujer egoísta y desleal, manipuladora, y mentirosa entre otras cosas, que traicionó a un siervo de D'OS.

Ninguna mujer considerada piadosa o virtuosa debe ser portadora de las características que destacan a Dalilah, ya que ella pertenecía a un pueblo pagano, e idólatra, considerado eternamente enemigo de nuestro pueblo y nuestro D'OS.


PECADO Y SUFRIMIENTO

La doctrina judía, del primer siglo, aseguraba, con bastante ahínco, que existe una relación, directa, entre el pecado y el sufrimiento.

Cuando Jesús se encontró, en el camino, con un ciego, de nacimiento, Sus discípulos Le preguntaron si había pecado él, o sus padres, para que haya nacido sin poder ver (Juan 9:2). Los alumnos del Maestro estaban manifestando, abiertamente, la creencia, generalizada, de que las enfermedades, y las incapacidades físicas, y las limitaciones, de cualquier tipo, son consecuencia, natural, de algún pecado, muy particular.

Casi todos los seres humanos, por lo general, creemos que existe una relación, de causa y efecto, entre los pecados que hemos cometido y las desgracias que vivimos.
No podemos dejar de reconocer, realmente, que un gran número de problemas de salud, y de padecimientos, se deben, básicamente, a las transgresiones que han consumado, en algún momento, aquellos que las padecen (ya que todo lo que uno siembra, eso mismo va a cosechar); pero, muchas veces, esto no es así.

Los amigos de Job intentaron convencerlo, a como dé lugar, para que él aceptará, con resignación, que sus sufrimientos, y sus enfermedades, eran la consecuencia, real, de los pecados que había cometido. Ellos llegaron a acusarle, inclusive, de faltas, y errores, muy concretos; pero estaban equivocados, ya que el Espíritu Santo nos ha revelado, en el Registro divino, que el patriarca fue probado, tenazmente, para demostrar su fidelidad, y no para castigar su inmoralidad. El Omnipotente le dijo a Satanás, por cierto, que Job era Su siervo, y que no había otro como él, en toda la tierra, ya que era un varón perfecto, y recto, y temeroso de Dios, y apartado del mal (Job 1:8).

El Eterno Se hizo hombre para llevar a cabo la redención, universal, y definitiva, de nuestros pecados. El nombre, divino, de Jesús, trae salvación, y vida eterna (Juan 3:18; Hechos 2:21), y puede ser invocado por todos los seres humanos (ya que Él Se ha hecho como uno de nosotros, gracias a Su encarnación) (Romanos 10:6-13).
No hay otro nombre, debajo del cielo, dado a los hombres, por medio del cual podemos, y debemos, ser justificados, salvados y santificados (Hechos 4:12; 9:14; Santiago 2:7).

Los que confiesan que creen en el Mesías, pero sus vidas no han cambiado, o lo demuestran de manera muy discreta, y casi imperceptible, despiertan dudas, y desconfianza, en la gente que los rodea, porque el nuevo nacimiento produce, de manera contundente, un cambio, extremadamente radical (el mismo que no da lugar a ninguna sospecha, ni confusión, en cuanto a la transformación, y a la regeneración experimentada).

Los que seguimos a Cristo somos nuevas criaturas; y nuestros pensamientos, y nuestros actos, pasados, ya nos los practicamos; ya que hemos sido hechos de nuevos (2 Corintios 5:17).

Jesús no ha venido, únicamente, para que nuestros errores sean perdonados; sino, también, para que nos apartemos del pecado y nos consagremos a Él. 

MUJER Y BIBLIA

“La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Porque Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada incurrió en transgresión. Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación con modestia” (1ªTi.2.11-15) 

Resultado de imagen de MUJER Y BIBLIA"Estamos ante un pasaje bíblico que tal y como lo leemos, ha debido resultar un tanto chocante para muchos lectores a lo largo de la historia y, mucho más en este tiempo que vivimos. De ahí que al pobre apóstol Pablo le hayan acusado de ser un misógino de tomo y lomo, cuando en realidad esa lectura del texto bíblico, no tiene en cuenta todos los elementos que se necesitan para hacer una correcta exégesis del mismo, ni tampoco considera otras grandes declaraciones y comportamientos de Pablo en relación con el género femenino, que para su tiempo eran del todo revolucionarias.[i] 

La clásica argumentación que se da es que “la mujer no puede hablar en la iglesia ni enseñar -¡y mucho menos ocupar un ministerio público!- porque no puede ejercer autoridad sobre el hombre, como dice la Palabra de Dios”. Como si el hablar o enseñar en la iglesia, llevara implícito el ejercer alguna autoridad sobre los varones. Luego acusan de “desobediencia al texto bíblico, que tan claro está” o el “plegarse a la cultura del momento para adaptar la Palabra de Dios a conveniencia”; o incluso, “sumarse a ciertas reivindicaciones de supuestos derechos feministas.” Frase bastante “trillada” hasta este momento.   

EL SIGNIFICADO DE LOS TÉRMINOS Vayamos por partes. Lo primero que hay que conocer es el significado de los términos. Una cosa que llama la atención, en principio, es que el término que usa Pablo para autoridad, no es el que debiera haber usado si hubiera querido prohibir a la mujer hablar o enseñar en la iglesia ejerciendo autoridad. Al respecto, dice el conocido biblísta y comentarista del texto bíblico, Stuart Park: "Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre". Pablo emplea aquí una hendíasis, por lo que "enseñar" forma parte del hecho de "ejercer dominio sobre el hombre". El verbo "enseñar" no ofrece dudas: traduce didasko, "dar instrucción" a secas. "Ejercer dominio", en cambio, presenta mayor complicación. 

Vine señala tres verbos relacionados con el ejercicio de dominio o autoridad, empleados en el Nuevo Testamento. Exousiazo (de exousia, "poder", "autoridad" "libertad", "derecho") significa, "ejercer poder, sin más (p.ej. Luc.22.25; 1ªCo.6.12) (...) El verbo que Pablo emplea aquí, en cambio, es authenteo (de autos, "uno mismo", y un verbo perdido, bentes) y su sentido es bien distinto. Según Vine, significa "trabajar para ejercer autoridad por su propia cuenta", "dominar". Se usaba anteriormente para significar "uno que mataba a otro con su propia mano, o a sí mismo". Más tarde llegó a significar "uno que actúa bajo su propia autoridad". El matiz es importante porque arroja luz sobre la transgresión de Eva.[ii]  Está claro, entonces, que lo que el apóstol Pablo está prohibiendo no tiene nada que ver con que la mujer no pueda hablar o enseñar en la iglesia, sino de un tipo de enseñanza y ejercicio de autoridad por la cual quiere ejercer dominio sobre el hombre.   

UNA CONTEXTUALIZACIÓN NECESARIA Al respecto del contexto efesio es muy interesante traer a nuestra consideración el siguiente texto, relacionado con las creencias y prácticas de ciertos movimientos gnósticos (o pre-gnósticos) de toda esa zona de Asia Menor en ese tiempo: Sus doctrinas se basaban en complicadas interpretaciones alegóricas, y en sus comunidades las mujeres desempeñaban un papel muy destacado, ya que consideraban que Eva era la mediadora que había traído el verdadero conocimiento a la raza humana. […] En la zona de Asia Menor, lo femenino era considerado como la fuente de la vida. La Gran Madre recibía diferentes nombres, uno de ellos era Artemisa. Los romanos la conocían como Diana de los Efesios cuyo templo era una de las siete maravillas del mundo. 

A veces se la identificaba también con Eva, a quien los mitos gnósticos consideraban como la que había traído la vida y el conocimiento a Adán. Por eso el versículo 13 puede entenderse como una refutación de dicha enseñanza. Se prohíbe a las mujeres que enseñen que la actividad femenina dio la vida al hombre, porque, de acuerdo a las Escrituras Adán fue creado primero. Por otra parte, Eva no trajo el conocimiento (gnosis) sin que, siendo engañada, cayó en transgresión. Por tanto, los versículos 13 y 14 no son la razón por la cual las mujeres no pueden ejercer el liderazgo, sino que se trata más bien de la refutación de una herejía ampliamente difundida en la zona por los mitos gnósticos o proto-gnósticos que glorificaba a Eva. Esta interpretación, por otra parte, armoniza con otros ejemplos en los que Pablo primero indica la herejía y después la refuta: 1ªCo. 15.12-57; 1ªTi. 4.3-5; 2ªTi. 2.17-19; Ro. 3.8. 31[iii] Luego, a la hora de abordar la interpretación de los versículos 15 y 16, que siempre han presentado ciertas dificultades, añade: “Aunque exaltaban el principio femenino como figura divina, sin embargo, tenían una visión muy negativa de la sexualidad femenina y sentían repugnancia por el proceso del nacimiento, ya que lo veían como una reproducción de la materia, que era algo negativo. Las mujeres no podían alcanzar la vida eterna si no renunciaban a su sexualidad y a tener hijos”[iv] Esta explicación del contexto filosófico y religioso de la iglesia de Éfeso ayuda en la interpretación de los versículos citados y, clarifica la referencia que hace el apóstol Pablo a la defensa de la maternidad siendo parte de la vida de la mujer y a través de la cual también “se ocupa de su salvación”[v] 

Por tanto, el pasaje leído que parece enseñar una cosa, hecho el trabajo hermenéutico de la contextualización pertinente viene a decir otra diferente a la que siempre se había entendido. Entendimiento erróneo que ha llevado a negar a la mujer a lo largo de los siglos el derecho a hablar, orar y enseñar en las iglesias de toda la cristiandad. 

Cuestión esta que, por mucho que se quiera argumentar deja a las hermanas en una situación inferior con respecto al hombre, en vista de que éste no podría recibir de aquella la enseñanza de la Palabra del Señor, por el hecho de ser… una mujer. Por otra parte, el “dominio” al cual se refiere al apóstol Pablo en el pasaje citado es un tipo de dominio que no solo estaría mal de parte de las mujeres hacia los hombres, sino también por parte de los hombres hacia todos los miembros de la comunidad a la luz de la enseñanza del Señor sobre la autoridad. 

[vi] De ahí que el autor de artículo citado, concluya con este magnífico párrafo: “El veto a la participación de la mujer en los ministerios de la iglesia, en consecuencia, tiene implicaciones muy serias. 

Implica que la identidad del hombre y la mujer como imagen y semejanza de Dios no ha sido plenamente restablecida nunca, y que el foro donde la mujer debe sentirse segura –en el seno de la familia de la fe, en la iglesia- es el único lugar donde no debe pronunciar palabra alguna” [vii] Efectivamente, y si la interpretación tradicional está errada, su aplicación ha perjudicado a más del 50% de los miembros de la iglesia del Señor que son las mujeres, impidiendo así su derecho, a desempeñar sus dones en el seno de la iglesia. El asunto es bastante serio.   

[i] Ver Gálatas 3.26-28 
[ii] Park S. Stuart Revista Aletheia, Nº 37, 1-2010. p.30. 
[iii] Piñero Antonio. Cristianismo primitivo y religiones mistéricas. 1995, p.204. --Citado por Muñiz Aguilar Marga 2000, pp.115,121 
[iv] Muñiz Aguilar 2000 p.121 (Esa concepción de la maternidad nos suena mucho en este tiempo también, aunque por otros motivos) 
[v] 1ªTi. 2.15 con Fil. 2.12). 
[vi] Mr. 10.43-45; 1ªP. 5.1-3, con 3ª J. 9) 
[vii] Aletheia Nº 37, Pg.33

ESTHER, BELLA POR DENTRO Y POR FUERA


Resultado de imagen de ESTHER"“Esther es una historia de triunfo que surgió de la tragedia; el éxtasis, que brotó de la agonía; celebración que surgió de la devastación. Esta puede ser tu historia.” Charles Swidall 

La pequeña Hadassah siendo muy niña quedó huérfana. Sus padres habían decidido permanecer en la tierra del cautiverio y dicen las crónicas que fueron asesinados mientras su hijita lo veía escondida lo cual le salvó la vida. Mardocai su primo, bastante mayor que ella, la adoptaría como su única hija y la amaría, criaría, educaría como si hubiera salido de sus propias entrañas. Sus padres eran judíos y por lo tanto su nombre fue escogido con mucho esmero... ¡Hadassah!... Su significado es mirto o arrayán y, efectivamente, así llegaría a ser la maravillosa reina de Persia, ¡Esther!... ¡Estrella persa! 

Me encanta todo lo referente al arbusto del mirto o arrayán, no sólo por lo precioso que puede llegar a ser; sino porque nos ilustra, sin la más mínima duda, cómo era Hadassah, tanto por dentro como por fuera. El follaje del mirto es perenne, es decir, está siempre verde, nunca se cae, y dicen los entendidos que su precioso verdor nunca deja de ser, por muy grandes que sean las dificultades. Su fuerza nunca desmaya ante las adversidades, por muy duras que puedan llegar a ser. 

El mirto es tremendamente aromático, su olor es intenso a la vez que delicioso, y de ahí vienen otras dos acepciones del nombre que estamos intentando desgranar, perfume y precioso. Así era Hadassah, Esther... ¡Preciosa! Cuentan las crónicas que en su temprana juventud era bellísima y con una espléndida figura, pero no solo por fuera; sino en toda su esencia. Podemos aplicarle todas las características citadas antes: Fuerte, noble, digna, decidida, “sus hojas” permanecían siempre verdes tanto al sol como a la sombra. Las dificultades, creo que la hacían crecer. Su fortaleza era increíble en todos los aspectos, y jamás perdía el gozo. 

Tal como diría el profeta Isaías, el gozo del Señor era su fortaleza y eso nos lleva a la última acepción de este precioso nombre, ¡VICTORIA! El gran lema para Esther, antes Hadassah, era no dejar que los grandes desafíos que tenía que atravesar la hundieran. Muy al contrario, logró vencer con la ayuda del Todopoderoso, siempre mirando al invisible. Ese tipo de bellezas no se acaban con el paso del tiempo, se intensifican. La razón es muy fácil de comprender: Nacen de muy adentro, de lo más profundo de un alma bella y se reflejan al exterior por más que pasen los años. Esa es la verdadera belleza de una mujer que está llena de su Dios. 

Nunca soporté esa especie de idea retrógrada y casi podría decir que mentira extra bíblica de que para ser una verdadera mujer llena del Espíritu del Señor haya que ser más bien feíta, poco agraciada, ser poco lucida, vestir de una manera monjil, ser un poco bobita y caminar unos cuantos pasos atrás de un hombre de Dios, especialmente si éste es su marido. Su especialidad debe ser la sumisión a ultranza, una especie de humildad no real, nada de demostraciones de cualquier don que el Señor le haya dado, prohibición de cualquier tipo de liderazgo, nada de cuidados o adornos externos, y si puede ser, un burka... ¡Eso sería genial! ¡Los siento muchísimo! Pero en Proverbios 31, cuando habla de las características de la mujer virtuosa, no encuentro por ningún lado nada parecido. 

La belleza de Hadassah, Esther, Estrella persa... Iba desde lo más profundo hasta llegar a iluminar todo su exterior; era como una especie de luz que iluminaba cualquier lugar en el que se encontrara, y eso se trasluciría con el paso de los años por muy inverosímil que parezca, y quedaría bien patente como el más bello ejemplo de lo que debe ser una mujer llena de Dios y poder llegar hasta nuestros días. No me emocionan demasiado los concursos de belleza actuales. La mayoría de las veces, veo a mujeres aparentemente bonitas; pero a las que le falta mucho para llegar a la talla de una Esther. En la mayoría de las ocasiones son una especie de rubias a lo Marylin o morenas intentando ser una burda imitación de Penélope Cruz y la mayoría dejan mucho que desear; aunque las tienen durante un tiempo para enseñarles a caminar, a hablar y a una serie de cosas. 

¿Alguien sabe cuál fue el primer concurso de belleza de la historia? ¡Por supuesto! Ocurrió en Susa, capital de Persia, en el gran reinado de Asuero o Jerjes, como prefiráis, unos 483 años antes de Cristo. Asuero rey de Persia, era un hombre sanguinario, cruel, lujurioso, arrogante y soberbio. Se dice que incluso cometió incesto por venganza y su amor por el vino era bien conocido por todos. Este “hombre maravilloso” estaba casado con una mujer bellísima, la reina Vashti, no tenía mal gusto este señor en cuestión... Vashti era preciosa; pero también inteligente y muy empecinada y ¡lo siento!, pero puedo comprenderla demasiado bien. El gran rey Asuero gobernaba 127 provincias y tenía trabajo duro y unos cuantos consejeros, algunos nada fiables y demasiado ambiciosos. Un día decidió celebrar uno de esos festejos de los que duraban unos seis meses y corría el vino a raudales junto a todos sus consejeros. Una noche decidió mandar traer a la reina Vashti para que todos pudieran disfrutar de su belleza. Vashti dijo que nanai y os podéis imaginar la reacción, no sólo del rey; sino de sus maravillosos consejeros. ¡Esto no se puede consentir!... ¡Qué mal ejemplo para todas nuestras mujeres!... Vashti fue destituida como reina y a otra cosa mariposa. Y aquí comienza el gran concurso de belleza. No se hace al modo tradicional de la antigua Persia, es decir, buscar mujeres hermosas de las mejores siete familias de la nobleza. 

Se buscaban vírgenes hermosas de toda Susa y entre ellas se encontraba Hadassah, cercana a cumplir sus veinte. ¿Os podéis imaginar cómo se pudo sentir aquella preciosa chiquilla judía y su primo Mardocai? Me encantan la sabiduría y prudencia del primo mayor y la aceptación de sus sabios consejos por parte de Hadassah: ¡No digas que eres judía!... ¡Ten cuidado!... ¡Ten fe!... ¡Sé valiente! Y allá que se nos llevan a Hadassah a palacio para prepararla durante tres meses a causa del concurso de belleza. Cuando le preguntaron por su nombre dijo, Esther, Esther de Susa... Y allí estuvo dejándose cuidar por los más refinados tratamientos de belleza del momento, bajo el, creo que, cariño sincero, consejos y también órdenes del eunuco Hegai, quien siempre se portó muy bien con ella. Esther tenía esa preciosa capacidad de llevarse bien con todos aquellos que la rodeaban, era fácil quererla. Y llega el gran día, Hadassah, Esther, Estrella persa... 

Sabe caminar con elegancia, hablar con dulzura y con las palabras exactas. Va perfectamente vestida, maquillada, acicalada, perfumada y lleva sobre sí los más preciosos adornos ¡toda una belleza! Pero una belleza muy diferente a las otras y cuando Asuero la ve, simplemente queda prendado con ella, creo que realmente se enamora, la ama y la hace su esposa y su reina. ¿Colorín colorado este cuento se ha acabado?... ¿Vivieron felices y comieron perdices?... ¡Pues para nada señores míos! En poco tiempo comenzarían los grandes problemas. Agag el amalecita, enemigo acérrimo y por antonomasia del pueblo de Dios, no soportaba a los judíos y a uno muy en especial, a Mardoqueo o Mardocai. 

No se rebajaba ante el enemigo de su pueblo y de su Dios y esto encendía todas las iras de Agag o Amán. No paró hasta ingeniar un plan para exterminar a los judíos y para acabar bien a gusto con Mardocai. Y aquí viene el punto más álgido del libro e historia de Esther, un libro del Antiguo Testamento en el que no se nombra, ni una sola vez, a Dios; pero Su presencia va implícita en cada párrafo. Un libro que cuenta la historia de una mujer valiente y osada como pocas; pero que se encuentra en una especie de esquina oscura del Antiguo Testamento y que es cuestionada por unos cuantos. Mardoqueo se las ingenia para hablar con su querida prima y le pide ayuda. Ella se asusta en una primera instancia, no sabe qué hacer y hasta duda. 

Mardoqueo se lo pone bien clarito y le dice: ¿Te crees que tú te vas a librar por el hecho de que seas Esther la reina de Persia? Es entonces cuando Esther toma conciencia de toda la situación y salen unas palabras muy especiales para mí: “Ve y reúne a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunad por mí y no comáis ni bebáis en tres días, noche y día; yo también ayunaré igualmente, y entonces entraré a ver al rey; aunque no sea conforme a la ley, Y SI PEREZCO, QUE PEREZCA.” (Esther 4:16) Y así lo hace ella, sus doncellas y todo el pueblo judío que habitaba en Susa. 

Y esta mujer bella, osada y valiente, se prepara lo mejor que puede y sabe y se presenta delante del rey sin ser llamada. Conoce, después de cinco años de reinado y matrimonio, los peligros que esto representa y sabe que se juega la vida. Pero se amarra muy fuerte a su Dios y utiliza todos sus encantos, creo que no estaría mal el decir... Para seducir a su esposo. Y el gran Asuero no se pudo resistir y le coloca suavemente el cetro real sobre sus hombros, ofreciéndole hasta la mitad de su reino. Pero Esther no sólo es preciosa. Es muy hábil, lista, sagaz... Y sabe bien cuál es una de las mejores maneras para llegar al corazón de un hombre, un suculento banquete... 

En realidad son tres banquetes en los que crea la intriga de su esposo y Agag, cada vez se siente más desconcertado. El último día, la deliciosa antes Hadassah, le declara al rey todas sus peticiones y son concedidas, una a una con sumo gusto. ¿Qué podemos aprender de todo esto?   
  
• Hadassah, Esther, Estrella persa... Utilizó su belleza; aunque muchos no lo compartan conmigo, para salvar a su pueblo. De un modo sano, pero ese fue el principal motor.     
• Su fe en el Dios de Israel era grande y demostró de diferentes maneras.     
• Su presente determinó su futuro.     
• Ayunó y oró, y eso lleva implícito muchísimo del fondo de su alma.     
• Confió en Dios y esto le dio la fuerza para la valentía que requería todo aquello.     
• Jamás se mostró orgullosa, prepotente o altiva.     
• No era una “niña tonta”; pero supo ser sumisa y hasta diría que obediente a cada uno de los consejos y peticiones de su primo que hacía las veces de padre.     
• El reino de Dios pesaba en su corazón mucho más que el reino de Persia, tenía bien claras sus prioridades.     
• Bien podía haber dicho la frase que miles de años después pronunciaría otra mujer: “He descubierto que Dios y yo juntos podemos sacar mejor provecho de mi vida que el que yo sacaba sola”.     
• Cuando nos damos a Dios y cuidamos de los demás, llevamos como recompensa implícita, el cuidado de nosotros mismos.     
• Y lo más importante para mí: en todo aquel aparente sin sentido y despropósito, Esther encontró que había propósito divino. Esto toca muy fuerte a mi propio corazón.     
• Puede que yo sufra por unas cuantas cosas en mi vida, cuando es así, me paro, me acuerdo de Esther, y me identifico plenamente con las palabras: ¿Tal vez para esta hora has llegado al reino?... ¡Y si perezco que perezca! Muchas veces en la vida del creyente, sobre todo cuando quiere vivir más y más cerca de Dios, suceden cosas inesperadas. 

Se presentan “amalecitas” como Agag con toda su intriga y su ira para intentar destruirnos. Alguien quiere exterminar a nuestro pueblo, el enemigo de nuestras almas hace un despliegue de todo su poder y tal vez comencemos a temblar o rebelarnos; nos hacemos mil preguntas, intentamos encontrar el propósito divino en nuestra situación, y no logramos verlo. 

Es ahí, justo ahí, cuando al menos a mí me recuerda el Señor: “Mi embrión vieron tus ojos y allí estaban escritas todas aquellas cosas que serían luego formadas” (Sal 139). ¿Recordáis las palabras del Señor a Moisés cuando dudaba en obedecer a Dios después de haberle fallado y fracasado?: Moisés, ¿qué tienes en tu mano? Aquél gran siervo de Dios respondió: Una vara. Entonces el gran Yo Soy le dijo: ¡Vé! MUJER DE DIOS YO TE PREGUNTO AHORA: ¿Qué tienes en tus manos?... Alguna tendrá aguja e hilo igual que Dorcas; otra tendrá muy buena mano para la casa igual que Marta; otra, tal vez tenga un muy buen pedigrí como Priscila en todos los sentidos... 

Otra, tal vez, igual que Esther tendrá una belleza muy especial. Yo no sé lo que puedes tener entre tus manos. Pero te garantizo que siempre habrá algo en ti. Jamás olvides que “El Espíritu reparte los dones con liberalidad” y no hace ni la más mínima distinción con las mujeres. Si eres mujer, no permitas que nadie “Ponga un bozal al buey que trilla”. 

Sé igual de valiente que Esther y no olvides jamás que Dios capacita a quien llama. El pequeño libro de Esther contiene dramas, intrigas, suspense, amor, odio, venganza, matanzas, convicciones, valor y honor. Pero la gran verdad de este maravilloso libro, el personaje central de este libro, era UNA MUJER ESCOGIDA PARA UNA TAREA ESPECIAL, y Esther aceptó el reto de entrar en el plan de Dios. ¿Quién dijo fácil? Pero mi Dios es el Dios de los imposibles, el Dios que un día me dijo: ¡Ven, sígueme! El Dios que más tarde me diría: ¿Qué tienes en tu mano?... ¡Te necesito! Ponte a mi servicio. 

El Dios que un día, en medio de mis más profundas tormentas me dijo: ¿Tal vez para esta hora has llegado al reino? Reconozco que en algunas ocasiones me ha costado lágrimas amargas. Pero siempre termino diciendo: HEME AQUÍ, ENVÍAME A MÍ... Y si perezco que perezca. Soy mujer, ¿y qué? Aquí estoy para ser útil en sus manos, y tal vez mediante lo que Él me dio salvar a mi pueblo. 

Dejadme crecer amablemente y envejecer y hacer tantas cosas excelentes. El encaje y el marfil, el oro y las sedas no han de ser nuevas para tener valor y hasta los viejos árboles pueden curar. Las calles antiguas conservan su encanto, ¿por qué no podría yo, a semejanza de ellas, envejecer lenta y amablemente?

LAS 95 TESIS QUE TRASTORNARON AL MUNDO

Resultado de imagen de 95 tesis de lutero"Este 31 de octubre se conmemora en todo el mundo la Reforma Protestante, cinco siglos después de que Lutero clavase sus 95 tesis en Wittenberg (Alemania). 

El 31 de octubre de 1517, víspera de la fiesta católica de Todos los Santos, Martín Lutero dio a conocer públicamente sus tesis, y el impacto fue tal que se señala esa fecha como el comienzo de la Reforma protestante y una vuelta a la puerza del mensaje del Evangelio de Jesús. Para unos, Lutero es el ogro que destruyó la unidad de “la” iglesia, la bestia salvaje que holló la viña del Señor, un monje renegado que se dedicó a destruir las bases de la vida monástica. Para otros, es el gran héroe que hizo que una vez más se predicara el evangelio puro de Jesús y la Biblia, el reformador de una iglesia corrupta. 

Él cambió el curso de la historia al desafiar con valentía el poder del papado y del imperio, sosteniendo puntos de vista contrarios a la práctica y ordenanzas de la religión establecida, el catolicismo romano, por considerarlas contrarias al contenido de la Biblia. La principal doctrina evangélica que Lutero alzó contra el sistema ritualista de penitencias fue que la salvación es por fe y por gracia solamente, no por obras. 

La chispa que movió al monje vino probablemente en 1515, cuando Lutero empezó a dar conferencias sobre la Epístola a los Romanos, pues él mismo dijo después que fue en el primer capítulo de esa epístola donde encontró la respuesta a sus dificultades. 

Esa respuesta no vino fácilmente. No fue sencillamente que un buen día Lutero abriera la Biblia en el primer capítulo de Romanos, y descubriera allí que “el justo por la fe vivirá”. Según él mismo cuenta, el gran descubrimiento fue precedido por una larga lucha y una amarga angustia, pues Romanos 1:17 empieza diciendo que “en el evangelio la justicia de Dios se revela”. Según este texto, el evangelio es revelación de la justicia de Dios. 

Estuvo meditando de día y de noche para comprender la relación entre las dos partes del versículo que, tras afirmar que “en el evangelio la justicia de Dios se revela”, concluye diciendo que "el justo por la fe vivirá". La respuesta que encontró Lutero fue sorprendente. La “justicia de Dios” no se refiere en la carta a los Romanos, como piensa la teología tradicional, al hecho de que Dios castigue a los pecadores. Se refiere más bien a que la “justicia” del justo no es obra suya, sino que es don de Dios. La “justicia de Dios” es la que tiene quien vive por la fe, no porque sea en sí mismo justo, o porque cumpla las exigencias de la justicia divina, sino porque Dios le da este don. La “justificación por la fe” no quiere decir que la fe sea una obra más sutil que las obras buenas, y que Dios nos pague esa obra. Quiere decir más bien que tanto la fe como la justificación del pecador son obra de Dios, don gratuito. 

En consecuencia, continúa comentando Lutero acerca de su descubrimiento y revelación, “sentí que había nacido de nuevo y que las puertas del paraíso me habían sido franqueadas. Las Escrituras todas cobraron un nuevo sentido. Y a partir de entonces la frase ‘la justicia de Dios‘ no me llenó más de odio, sino que se me tornó indeciblemente dulce en virtud de un gran amor”. 

Lutero parece haber sido un hombre relativamente reservado, dedicado a sus estudios y a su vida espiritual. Su gran descubrimiento, aunque le trajo una nueva comprensión del evangelio, no lo llevó de inmediato a protestar contra el modo en que la Iglesia católica entendía la fe cristiana. Al contrario, nuestro monje continuó dedicado a sus labores docentes y pastorales y, si bien hay indicios de que enseñó su nueva teología, no pretendió contraponerla a la que enseñaba el catolicismo. Cuando por fin decidió que había llegado el momento de lanzar su gran reto, redactó noventa y cinco tesis, que debían servir de base para un debate académico. En ellas, Lutero atacaba varios de los principios fundamentales de la teología escolástica católica, y por tanto esperaba que la publicación de esas tesis, y el debate consiguiente, serían una oportunidad de darle a conocer su descubrimiento al resto de la Iglesia. 

La controversia fue mucho mayor de lo que Lutero se proponía. Lo que había sucedido era que, al atacar la venta de las indulgencias de Juan Teztel en Alemania, Lutero se había atrevido, aún sin saberlo, a oponerse al lucro y los designios de varios personajes mucho más poderosos que él. Según Lutero, si es verdad que el Papa tiene poder para sacar las almas del purgatorio, ha de utilizar ese poder, no por razones tan triviales como la necesidad de fondos para construir una iglesia, sino sencillamente por amor, y ha de hacerlo gratuitamente (Tesis 82). Pero aunque muchos abrigaban tales sentimientos, nadie protestaba, y la venta continuaba. 

LAS 95 TESIS Lutero clavó sus famosas noventa y cinco tesis en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg. Esas tesis, escritas en latín, no tenían el propósito de crear una conmoción religiosa. Lutero dio a conocer sus tesis la víspera de la fiesta de Todos los Santos, y su impacto fue tal que frecuentemente se señala esa fecha, el 31 de octubre de 1517, como el comienzo de la Reforma protestante y la reafirmación de que la Palabra de Dios es el punto de partida y la autoridad final de la Iglesia y de toda teología. La mayoría de historiadores conviene en que Lutero remitió sus tesis al Arzobispo de Maguncia, al Papa, a algunos amigos y a otras universidades en esa fecha. Con todo, las tesis fueron impresas muy pronto, y antes de 1518 habían sido extensamente leídas por toda Europa. 

REACCIÓN Y CISMA Su impacto sorprendió al propio Lutero. Las autoridades religiosas vacilaron, sin embargo, en condenar a Lutero. Este último continuará discutiendo con teólogos partidarios de las doctrinas de Roma, por ejemplo, con Johann Eck en la famosa disputa de Leipzig de 1519. Las 95 tesis son finalmente condenadas definitivamente el 15 de junio de 1520 por la bula Exsurge Domine del papa León X. Lutero, entonces abiertamente en conflicto con la Iglesia católica, es excomulgado a principios del año siguiente. El Papa León X exigió que Lutero se retractara por lo menos de 41 de sus tesis, pero el monje alemán, ya famoso en toda Europa, rechazó esta exigencia públicamente en la Dieta de Worms de 1521 jugándose la vida. 

Era el paso definitivo para lo que luego sería la reforma protestante. Esta Reforma supuso no sólo una revolución espiritual, sino también social, económica, cultural, científica y política. Se puede decir que el mundo y la sociedad modernos en gran parte nacen de este momento de la Historia que supo señalar al Jesús del Evangelio de una forma nítida, nueva y clara.

PRIORIDADES

Resultado de imagen para PRIORIDADESLas frases que algunos entrenadores de fútbol dicen a sus jugadores rayan con lo increíble: uno de ellos dijo al explicar el trabajo que deberían hacer sus delanteros: "Si estás en el área y no sabes qué hacer con la pelota, métela en la red y ya discutiremos las alternativas más tarde” Así de simple, porque la prioridad en este deporte es el gol. Cada año se editan cientos de libros sobre las prioridades en la vida, cómo aprovechar bien el tiempo y cómo tomar decisiones que merezcan la pena. Hay muchos autores que se han hecho millonarios al hablar de esos temas, porque a millones de personas les preocupan. 

Parecen situaciones trascendentales, y en cierta manera lo son, no voy a decir lo contrario. Lo que sí me gustaría recalcar es que seguimos siendo especialistas en complicar las cosas.  En primer lugar, nosotros decidimos lo que es importante, porque el tiempo que le dedicamos a una actividad o a una persona define nuestras prioridades. Si quieres saber qué es prioritario para ti, haz un ejercicio muy sencillo: mira hacia atrás (quizás solo un par de meses) y anota el tiempo que le dedicaste a cada actividad y a cada persona durante las últimas semanas. No te engañes ¿vale? No se trata de lo que querrías hacer, sino lo que estás haciendo. ¿Ya lo tienes? Puede que te lleves una gran sorpresa. 

Cuando alguien hace este sencillo ejercicio, inmediatamente decide dedicar menos tiempo a la televisión, a internet, a algunos juegos pasivos... ¡Incluso a "dejar pasar el tiempo" como a veces nos sucede! Aunque sea difícil explicarlo aquí en un par de párrafos, lo material no debe gobernar nuestra vida. Tenemos que trabajar, estudiar, llevar a cabo actividades diferentes, etc. pero eso no debe llenar nuestra existencia por completo.  A veces sólo nos preocupa lo que vamos a ganar cuando tenemos que tomar una decisión. Medimos todo en términos de dinero, posesiones materiales o posición, y esa no es una buena motivación. 

Si tenemos que escoger entre dos trabajos, ¿Cuál sería el elegido? ¿El que nos da más dinero, o aquel en el que podemos desarrollar nuestra cualidades? ¿El que nos hace mejorar nuestra posición o el que nos permite tener más tiempo para nuestra familia? Son preguntas muy personales, todos tenemos que responderlas, porque normalmente, a quién más engañamos cuando no hacemos lo que debemos hacer es a nosotros mismos. En último término, lo que llegamos a ser es, en parte, la suma de todas las decisiones que tomamos. Esa es la razón por la que siempre tenemos que preguntarnos, ¿Cuáles son nuestras prioridades?  El profeta Isaías comprendió perfectamente cuál debería ser la motivación principal en la vida: "Yo esperaré en El, pues en El tengo puesta mi esperanza” (Isaías 8:17)". La mejor decisión es vivir siempre en la Presencia de Dios. 

La prioridad número uno debe ser estar de acuerdo con la Palabra de Dios y buscar su Voluntad. La motivación perfecta es que el Espíritu Santo nos llene, y nos enseñe a ser nosotros mismos en el lugar en el que estamos. Disfrutando con nuestro trabajo y con las personas que tenemos a nuestro alrededor.  Lo demás ya lo "discutiremos" más tarde.

VIENDO HACIA ADELANTE

La humanidad de Jesús es algo curioso y fascinante. Él se siente frágil, pero al mismo tiempo sabe lo poderoso que es. Sabe que le van a matar, y seguramente lo tiene en mente mientras escucha y recibe las alabanzas, las palmas y los honores. Su sabiduría eterna cabe en esa mirada que lo observa todo y no dice nada, ni siquiera tras la entrada triunfal más famosa e impactante de toda la historia. Ningún rey, emperador, césar o gobernante entró jamás en una ciudad con tanto esplendor. Ningún desfile triunfal se puede comparar a aquel acto espontáneo, verídico y profundo. 

Creo que, aunque los mismos que alababan hoy a Jesús en pocos días decidirán matarle, en este momento su alabanza es sincera. Quizá eso también sea fascinante: nuestra capacidad para cambiar de rumbo casi en un suspiro, frente a la permanencia eterna del hijo de Dios. Estamos antes de Pentecostés, antes de la muerte y la resurrección. Nosotros sabemos ahora al leer este texto quién es Jesús, pero ellos solo ven a alguien a quien felicitar por las cosas asombrosas que hace. 

Supongo que la parte importante de este relato es señalar, de manera sutil pero firme, que Jesús podía haberse dejado embaucar. Ya estaba, ya tenía el éxito que se esperaba de él. No había más honores. ¿Qué más pedir? Y, sin embargo, Jesús entra a Jerusalén con la firme idea de que le van a matar, que él lo va a permitir, y que nada es lo que parece. Más allá de la hermenéutica acostumbrada para este texto, hay algo que me dice a mí en este momento de mi historia vital: que me olvide de los éxitos que celebra y reclama el mundo. Olvídate de lo que debe ser, de lo que se debe esperar. Sé que es contrario a todos los gurús del marketing y la emprenduría, a todos los coaches y talleres que se ofertan. 

Los éxitos no son lo que parece. Los fracasos tampoco. Aprecio el trabajo de todos los que nos quieren hacer la vida más ventajosa y aprovechable, pero nunca todo ese esfuerzo puede ir por delante de la convicción del camino estrecho por el que irremediablemente nos llevará la buena fe. Nunca el buscar hacer las cosas bien, triunfar, en cierto modo, en lo nuestro, puede ir por delante de aquel que en un primer momento nos llamó a trabajar en ello.  He comprendido que hacer las cosas para el Señor y no para los hombres conlleva la aceptación de que gran parte de la gente que nos rodea verá nuestras acciones como fracasos. 

Quizá lo explique más adelante, pero a mí hoy me sirve de consuelo. Jesús, en el momento de mayor esplendor humano de su ministerio, se quedó callado y observó, y se marchó sin querer celebrar ni aprovecharse de la gloria humana. Lo hizo mal, a los ojos de cualquier experto en branding y marketing. No aprovechó el momento, y esos momentos, sencillamente, son tan pasajeros que no aprovecharlos es casi una falta moral. 

Todos los días, en todo lo que me rodea, se me recuerda que en cuanto consiga un poco de gloria (una plataforma de seguidores, un post viral, unos cuantos likes, alguna reseña de mis libros…) debo exprimirle el máximo posible o pasará el momento y si no lo he aprovechado, habré fracasado. Jesús, sin embargo, me dice que él renunció a hacer precisamente eso en su momento de gloria. 

Es más: nadie nunca ha tenido un momento de gloria igual. Y no solo no pasó nada, sino que hizo bien. Él fue consecuente con las verdades de su reino, con la convicción de que nuestro tesoro no estará nunca sobre esta tierra.

EL TRATO DE JESÚS HACIA LAS MUJERES

Jesús fue perseguido por “La Iglesia oficial” de su tiempo. Es decir, por los escribas y fariseos. El concepto que estos profesionales del Templo y de la religión tenían acerca de las mujeres no era el mismo que tenía Jesús, y esto alimentaba el odio hacia él. La dignificación que Jesús muestra hacia ellas constituiría una de sus confrontaciones públicas con los religiosos más repetidas del evangelio. 

Cualquier cultura de hace miles de años resulta evidentemente misógina para nuestros ojos occidentales actuales. Pero el trato favorable de Jesús hacia las mujeres rompió la norma social de las relaciones entre hombres y mujeres en aquel tiempo. De algún modo, este escandaloso trato de igualdad fue parte del proceso que lo llevaría a la cruz. 

Pero ¿Cómo fue esta actitud de Jesús? Veamos algún ejemplo concreto:   

La mujer encorvada En Lucas 13, 10-17 se relatan varios desafíos simbólicos respecto a la doble moral de algunos rabinos contra las mujeres. Ellas eran relegadas a la parte posterior de la sinagoga, así que la invitación que Jesús realiza a una mujer encorvada para pasarla al frente suponía una provocación necesaria. Él la sitúa en el centro de atención. No se dirige hacia el lugar donde está ella sino que la llama (v.12) a la zona privilegiada de los hombres. Para Jesús, aquella “hija de Abraham” merecía ser libre de su aflicción incluso en sábado, un día en el que estos intérpretes religiosos también prohibían ayudar a alguien que lo necesitara. 

Tampoco era en absoluto habitual el uso de la expresión “hija de Abraham” para dirigirse a una mujer. Éste era un título de privilegio para los hombres[1]. Con todos estos ingredientes por medio y desafiando los códigos de impureza, Jesús toca a esta mujer para sanarla. En una cultura simbólica como la judía, todo aquello eran señales que anunciaban el escandaloso amanecer a una nueva era de igualdad entre hombres y mujeres. Y esto era intolerable, algo que enfurecía a los rabinos que más tarde pidieron crucificar a Jesús. 

Estremece imaginar a aquella mujer de cabeza gacha que de repente se levanta de su encorvamiento físico y moral para, poco a poco, mirar cara a cara a aquellos hombres desde el milagro y la zona privilegiada del lugar santo. Jesús no solo estaba sanando su cuerpo sino su sentimiento de indignidad.   

La genealogía de Jesús en el evangelio de Mateo (algo muy importante para la identidad de los hebreos) incluiría a mujeres en lugar de sus maridos. Y no solo se omitiría el nombre de ellos sino que se nombra a señoras y señoritas de muy dudosa reputación, lejos del estereotipo de mujer adiestrada para la casa y el silencio. Pero nada de esto es casual. Ungiendo al rey A los elegidos para una misión divina se le aplicaba una simbólica unción con aceite. Hasta el siglo uno, esto solo lo oficiaban hombres. 

El gran profeta Samuel, por ejemplo, tiene el honor de ungir a David para proclamarle rey de Israel. Comprendida esta potente simbología de la unción los evangelios recogen a dos mujeres ungiendo a Jesús con sus lágrimas. Cuando Judas trata de impedir que María unja a Jesús, el Señor le dice “¡Déjala!” (Juan 12, 1-2). Días después es otra mujer quien derrama sobre Jesús un frasco de alabastro para ungirle. 

En esta ocasión Jesús le dice a esta mujer que su acto sería conocido allí donde fuera predicado el Evangelio. Una vez más, el Mesías pone a las mujeres en el centro del protagonismo religioso universal (Mateo 26, 6-13). Ninguna de estas mujeres estaría ungiendo a un rey cualquiera sino al Rey de Reyes.    

¡Ha resucitado! Tras la resurrección Cristo, él vuelve a honrar atípicamente a las mujeres al darles las primicias de anunciar el levantamiento del Hijo de Dios entre los muertos (Mateo 28, 10; Juan 20, 17). Las mujeres fueron las primeras evangelistas de las Buenas Noticias. Las apóstoles enviadas a los apóstoles.   Las demás mujeres ¿Y qué de la mujer adúltera que iba a ser apedreada?: “Quien no tenga culpa que tire la primera piedra” (Juan 8, 7) ¿Y de la mujer del flujo de sangre que no cesaba? (Lucas 8, 43-50). Jesús permitió que aquella mujer le tocara a pesar de que, de nuevo, se consideraba algo impuro. Otra vez Cristo otorga a la mujer un lugar central para sanarla. Son solo unos ejemplos de esta maravillosa revolución comenzada por Cristo. Él nos dejó estos referentes de justicia restaurativa como semillas para ser plantadas y regadas por los cristianos siguientes. Por ti y por mí. 

El apóstol Pablo definió esta nueva libertad en Cristo como un espacio comunitario en el que ya “no hay esclavo ni libre, ni mujer ni hombre” (Gálatas 3, 28) a pesar de que aún no se asumió la idea de abolir la esclavitud. Serían siglos más tarde cuando los cristianos se movilizarían para la liberación de los esclavos en países de occidente. En muchos lugares ya no hay esclavos. Pero esto aún no ha ocurrido con la igualdad plena entre hombres y mujeres. Y quizás sean estos caminos que aún quedan por recorrer a lo que Jesús se refería cuando dijo que sus seguidores harían, en un futuro, “cosas mayores” que Él (Juan 14, 12) Pues venga ¡Vamos adelante!   

[1] Juan Driver, afirma que “Hija de Abraham era una expresión inaudita en la antigua literatura judía”. La Mujer y Jesús, el testimonio de los evangelios. Congreso Anabautista del Cono Sur. Enero, 2007

Promotores Del Transhumanismo: Como La Industria Musical Programa Nuestro Futuro

Promotores Del Transhumanismo: Como La Industria Musical Programa Nuestro Futuro: Artículos sobre el nuevo orden mundial, las sociedades secretas, los illuminati, el control mental y la apologética.

WOMAN IS BEAUTIFUL

El patriarcado está fuertemente arraigado. Es un dominio, pacifico o violento,  que considera a las mujeres, ya sea de manera individual o colectiva, un ser inferior al que se debe guiar, guardar, corregir, gestionar sus bienes, paralizar sus iniciativas y ejercer contra ellas su fuerza, física o psíquica, en el ámbito familiar, social o religioso, hasta hacerlas un producto destinado al servicio al varón.  

A las mujeres se las ha domesticado y oprimido. En muchas sociedades están recluidas a ser esposas, madres, hijas o cualquiera de los roles que el varón le asigna.  Según sea la sociedad y la época, el poder que ejerce el patriarcado puede tener origen "divino", familiar, o fundarse en acuerdos de voluntades entre los propios varones. En ellos prevalece el dominio del hombre sobre la mujer, impidiendo que esta se realice como sujeto. 

A través de los libros de la Biblia podemos destacar el patriarcado reinando con claridad en los pueblos antiguos. Esta herencia la han acogido con gusto un número considerable de iglesias y aún no la han soltado, pues asumen a las mujeres como seres menores e incompletos que deben actuar de la manera que se les dicta. Salvo excepciones, que también podemos encontrar en la Biblia y en algunos documentos históricos fiables, ha sucedido así a lo largo de la historia.  A las mujeres, por su sexo, se les marcan normas y prohíben acciones. Se las encorseta. Desde el púlpito no suelen reconocerse estas acciones, no se mencionan estas negativas, pues se actúa de manera, casi siempre, no explícita. 

Pongo pequeños ejemplos:  A las mujeres se les prohíbe enseñar a los varones adultos, teniendo permitido instruir a los niños, dando por hecho que lo segundo es de menos importancia, obviando que es en los niños donde mejor se puede sembrar la palabra de Dios.  Otra muestra podría ser el denominado "tiempo de alabanza" (entrecomillado por no estar de acuerdo una servidora con este concepto de considerar las canciones como único modo de alabar). En este periodo de la liturgia que abre el culto a Dios, hay lugares en los que los hombres tocan ciertos instrumentos apropiándoselos como masculinos. Ellas, a veces tienen los suyos, productores de melodías más suaves. Las mujeres, por regla general, no llevan la voz cantante, simplemente corean lo que canta el varón, complementan su voz. Las mujeres que profetizan (según el contexto denominacional) son tildadas de alocadas e inmaduras. El varón puede hacerlo con total normalidad y autoridad.  Ellas no pueden escribir reflexiones bíblicas o compartirlas en público. El varón puede hacerlo y, además, es considerado alguien espiritual entregado a Dios.  

Las mujeres que desean participar activamente en la vida congregacional, pueden ser consideradas, en algunas comunidades, como  entrometidas, chismosas y se duda de su formación.  Existe algo curioso y es que, igual que en otros ámbitos, dentro de ciertas iglesias, las mujeres están encargadas de las obras sociales, de la ayuda al marginado, de visitar a los enfermos, de cuidar las flores, de lavar lo que está sucio y de atender niños, de preparar la comida en los actos especiales. Aún así, estos trabajos se consideran neutros frente a los que realizan los varones. Las mujeres cuidan de la iglesia como se les ha enseñado a hacer en sus propias casas.  Las mujeres no podrán criticar los actos, las palabras, los consejos, las predicaciones y enseñanzas del varón.

Trabajan a expensas de él. Bajo la supervisión de él. Con el permiso de él. Cualquier iniciativa queda bajo inspección patriarcal.  A veces parece que se las escucha, que se les da oportunidades para avanzar. Sin embargo, no se tienen en cuenta sus palabras. Ocurre que, en la vida eclesial, hombres y mujeres se convierten en seres no complementarios sino opuestos. Incongruentemente, fuera del templo, las mujeres pueden ser jefas del gabinete donde estos varones trabajan ocho horas diarias bajo sus órdenes, pero en la iglesia, el hombre aparece como la parte activa. Las mujeres ocupan la pasiva. 

Ellos existen como la nota normal dentro de los vivos, y las mujeres como "lo otro", como si más que hijas de Dios, fuésemos un híbrido fallido de su obra, un error que hoy día todavía no sabemos recomponer y que aún no se ha podido eliminar de la faz de la Tierra. Para muchos somos las eternas adolescentes, las falta de talento, las no capaces de discernir entre el bien y el mal. Somos las Evas que incitan a pecar a los santos varones y necesitamos supervisión constante, consejos, ayudas, correcciones, disciplinas, guías.

Estas características de dominio hacia las mujeres dentro de la iglesia, las expulsa del ámbito de participación por causa de su sexo. No se les otorga autoridad ni se valoran sus  responsabilidades. Su función a los ojos de muchos es insignificante. Lo que no se logra entender es cómo, en estas iglesias a las que me refiero, se predica el mensaje de Dios "según dice la Biblia" y se actúa de manera tan diferente y mezquina en la práctica. El patriarcado no permite que las mujeres se salgan del canon establecido por ellos. Hay varones que cuando una mujer predica salen indignados del templo para no oírlas y las critican. Consideran que es mejor esperar en la puerta a que salgan sus esposas que poner sus oídos a disposición de estas enseñanzas.

Me pregunto: Si tan convencidos están de que las mujeres enseñan algo indebido, ¿cómo dejan que sus esposas se contagien dejándolas dentro? ¿Cómo dejan a sus hijos en manos de estas cuando acuden a la escuela dominical? Estos hombres acusan a las mujeres con formación eclesial de no tener la suficiente humildad como para quedarse sentadas con la boca cerrada. En contrapartida, están convencidos de que el hombre que predica ejerce la humildad, pues es un medio usado por Dios para darnos su mensaje.  A las mujeres que cultivan sus dones les dan la espalda. Las hacen invisibles y transparentes. Por desgracia es otra forma de exteriorizar que no piensan perder su posición privilegiada.

Una forma subliminal de invasión a las mujeres por parte del patriarcado es alentarlas a tener sus propios grupos para que se "distraigan", evitando así mezclarse con los temas que a ellas les interesan. Esta propuesta, aún teniendo su parte positiva, lleva trampa, ya que las obligan a alimentarse fuera del grupo que debería estar compuesto por todos.  Los hombres a los que me refiero están convencidos de que el cerebro de las mujeres es más pequeño y, por lo tanto, sufre taras. No están capacitadas para realizar cualquier trabajo con éxito. 

En los grupos de mujeres comparten y se enseñan unas a otras, a veces bajo la convicción errónea de que son cristianas de segunda clase. En los actos especiales de estas reuniones femeninas se suele invitar a un varón para que las enseñen, las instruyan, les expliquen la Palabra, las conduzcan, las exhorten, las encaucen. En casos así asumen de nuevo su papel de inferioridad pasiva a causa de su sexo y realzan el patriarcado aunque el varón les esté enseñando un concepto insustancial. Este tipo de hombres se sienten privilegiados cuando son invitados a estos actos porque asumen la labor de evangelizar que desde el podio se le concede a su narcisismo, viéndolas a ellas en un nivel muy inferior.

Ellos "por mérito propio, porque se lo merecen", dan gracias a Dios por la oportunidad que tienen de salvar y conducir almas tan pobres y, porque tienen poder, ofrecer un poco de su tiempo para darles alimentos blandos ya que son incapaces de consumir algo sólido. Son los eternos padres. Ellas, hijas para siempre, las que no madurarán jamás. Otros hay que, queriendo aparentar seguridad, al leer los textos bíblicos que se consideran discriminatorios para nuestro sexo, agarran la Biblia y la levantan con efusividad para mostrar que no son palabras suyas sino de Dios mismo, y que Dios no habla a las mujeres sino a través del hombre. Y claro, ¿quién se atreve a discutir con el mismísimo Dios y llevarle la contraria? ¡Cuánta superstición existe en el pueblo de Dios y no se admite! En ese momento, el patriarca se monta en el trono divino y desde allí actúa; otro símbolo de invasión o anulación al hacer uso de tal autoridad. Para mantener su situación no se preocupan en estudiar las normas sociales incluidas en los relatos bíblicos que quedaron obsoletas siglos atrás y se colocan como mediadores entre Jesús y las mujeres. Por otro lado, está la manera de vestir.

No todas las modas femeninas están permitidas en estos grupos (a veces con razón, pero no siempre). Se anima a que las  mujeres cubran sus brazos sea cual sea la temporada del año. Se las alienta a usar falda larga, velo, zapato plano. Esto las lleva a tener dos maneras de actuar, incluso a esconderse, pues visten a gusto del patriarcado para entrar en la iglesia y a gusto de ellas -que por lo general también es un gusto impuesto desde el patriarcado- cuando salen del templo.

El varón puede ir con pantalón corto, sin afeitar, sin peinar, sin corbata, sin ducharse y puede adoptar cualquier postura corporal que se le antoje. Las mujeres no pueden tintarse el pelo ni ir maquilladas porque esto supone provocar a los hombres de manera obscena. El perfume es sensual. Los tacones provocativos. Existen lugares de culto donde las mujeres están obligadas a sentarse separadas de los hombres, aunque sean sus propios esposos los que están al otro lado del pasillo y duerman en la misma cama cada noche. Pero con Dios como excusa se marcan las distancias, se separan. Las mujeres están obligadas a recibir al clero en el precioso reino de su casa y ponerle todo cuanto necesite al alcance de su boca y de su mano. A veces, según el talante, puede interpretarse por parte de ellos como "aquí vengo y tomo posición de tu hogar este día y a esta hora, soy el rey".  En la iglesia ellas están obligadas a sonreír, a agradar. Aceptar, si se produce, el maltrato psicológico al que se las somete como algo que se merecen, ya que fueron  las que indujeron a pecar al varón y han de pagar con esta culpa esclavizante.

Por cierto, si Dios perdona, ¿cuándo perdonará el hombre? Y por cierto otra vez, si fue el varón quien cometió el primer crimen, ¿por qué no se considera a todos los hombres criminales, fraticidas, y se les castiga de igual manera que a nosotras?  A las mujeres se las persuade a convivir con maridos maltratadores, borrachos, mujeriegos e irresponsables, porque tienen que demostrar que son buenas esposas y que es el Señor quien las ha puesto en ese ambiente para ayudar al hombre, al suyo, y si le abandona ella será responsable de su condena (siendo la mujer tan poca cosa como dicen que es, vean aquí cuan grande es su empresa).  Tienen prohibido quejarse, pues esto se considera murmuración y la murmuración es pecado ante los ojos de Dios.

¿Qué es murmuración para Dios, qué es desahogo, qué es denuncia justa? ¿Es necesario el consuelo o debemos guardarnos todos nuestros sentimientos sin expresarlos jamás? ¿No son precisas las denuncias para el buen funcionamiento de la congregación? ¿No consideramos el don de discernimiento? ¿No se reúnen los varones para hacer esto mismo si alguna mujer destaca? Por su sexo, a las mujeres se les tapa la boca. Se les venda los ojos. Se les ata con cuerda corta. Se les pone palos en la rueda de sus ministerios. La opresión que sufren las lleva a ser víctimas, necesitando en muchos casos ayuda psicológica para volver a recuperar su autoestima, su identidad, para sentir que existen y habitan. Una mayoría no llega a conseguirlo, quizá por oír predicaciones en las que se les dice que no hay nada que contenga más maldad que la mente femenina.

Las mujeres, tratadas como las eternas inmaduras son manipuladas por hombres que para ello usan la Biblia, convirtiendo en Palabra de Dios las costumbres sociales de la época en la que se escribieron los libros.  Se usan textos bíblicos desvirtuando su sentido original, o que se escribieron por un motivo específico y se generalizan, o se añadieron después de un tiempo y nos dañan, nos mantienen en el estatus de total sumisión y sacrificio, pues conservando el concepto de que no somos capaces de hacer nada bien, al mismo tiempo somos responsables de todos los males. 

Leemos en 1ª Cor 14, 34-35:  Las mujeres deben guardar silencio en las reuniones de la iglesia, porque no les está permitido hablar. Deben estar sometidas a sus esposos, como manda la ley de Dios. Si quieren saber algo, que se lo pregunten a ellos en casa, porque no está bien que una mujer hable en las reuniones de la iglesia.  Esto se predica apartando a las mujeres de la congregación, sin tener en cuenta los versículos que le anteceden y hablan en general a todos los creyentes, 1 Cor 14, 26-33:  En resumen, hermanos, cuando os reunáis, unos podéis cantar salmos y otros enseñar, o comunicar lo que Dios os haya revelado, o hablar en lenguas, o interpretarlas. Pero que todo sea para vuestra edificación. Y cuando se trate de hablar en lenguas extrañas, que hablen dos personas, o tres como mucho, y por turno. Además, alguien debe interpretar esas lenguas. Y si no hay nadie en la iglesia capaz de interpretarlas, mejor será no hablar en lenguas, sino que cada uno hable consigo mismo y con Dios. Igualmente, si hay profetas, que hablen dos o tres, y que los demás consideren lo que ellos hayan dicho. Pero si Dios le revela algo a otro de los que allí están sentados, entonces el primero deberá dejar de hablar. De este modo, todos, por turno, podréis comunicar mensajes proféticos, para que todos aprendan y se animen. Ahora bien, el espíritu profético ha de estar sometido al control de los profetas, porque Dios es Dios de paz y no de confusión.  ¿Por qué se suprimen estos versículos o se tergiversan y sólo se les da importancia a los que nos humillan? ¿Por qué se eliminan los textos que van dirigidos a ambos sexos? 

1ª de Pedro 4, 10-11 dice:  Como buenos administradores de los diferentes dones de Dios, cada uno de vosotros sirva a los demás según el don que haya recibido. Si alguien habla, sean sus palabras como palabras de Dios. Si alguien presta un servicio, préstelo con las fuerzas que Dios le da. Todo lo que hagáis, hacedlo para que Dios sea alabado por medio de Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el poder para siempre. Amén.  

Para Dios, la mujer es admitida a la par que el hombre. Tenemos buen ejemplo de ello en el comportamiento de Jesús con las mujeres. Hay dos casos en los que en estas comunidades que comento hay trato igualitario. El primero es al pasar la ofrenda, incluyen a hombres y mujeres pues el dinero es valioso y necesario. El segundo es aumentar el número de inscritos. A partir de aquí, las mujeres son un simple concepto teórico, no personal. Son cautivas de la sujeción por parte del patriarcado con la excusa del deseo divino que les impide ser sujetos activos.  

En algunas iglesias, igual que en algunas sociedades, hay división sexual del trabajo. Se margina a las mujeres a ejercer papeles secundarios y terciarios. Se eliminan los dones y esto se asume como algo legítimo por parte de todos. Nos colocan en un papel suplicante y de agradecimiento cada vez que nos permiten actuar. Y lo más grave, lo peor, no son los emotivos amenes que se escuchan, sino los que ellas pronuncian bajito con la aceptación amarga de estos conceptos, como si no hubiera otra salida distinta a la que se muestra. ¿La hay? Deseo añadir que, por supuesto, no todos los varones discriminan a las mujeres, pero queda mucho trabajo por delante. 

Antes de que las normas minen nuestra existencia y nuestro quehacer, debemos plantearnos un nuevo modelo de roles en el que el sexo, ya sea el injustamente llamado débil o el nefastamente llamado fuerte, no sea lo que prime, sino la gracia de Dios derramada en nosotros tal como le plazca. 

Para que el hombre ocupe su lugar, ¿es necesario que dejemos nosotras de ocupar el nuestro? ¿Qué ilusión nos permiten? ¿Por qué esa lucha entre ambos? ¿Por qué si las mujeres se sitúan, se posicionan, parece que les roban al hombre su identidad? ¿Dónde está la nuestra? 

Existen iglesias donde se maltrata a las mujeres. Ser negada es ser maltratada. Nos toman como propiedad y llegamos a sentirnos como propiedad, subordinadas, con nuestra autoestima invadida por seres extraños a nosotras. Este estatus se reproduce por los siglos de los siglos. Deberíamos unirnos para protestar por ello y evitar que los varones usen el nombre de Dios como excusa y lo pongan enarbolando esta bandera. 

Si muchas no estamos locas por todas las variantes que nos han inculcado es por pura gracia de Dios. ¿Quiénes somos? ¿Qué somos? ¿Cuál es nuestra identidad? ¿Quién nos la da? ¿Cuál es nuestro estatus? ¿Cuánto valemos? ¿Para quién valemos? ¿Qué han hecho de nosotras? ¿Cómo salimos de estos roles? ¿Hacia dónde nos conducen? ¿Por qué? Es necesario respondernos estas preguntas y deducir de las respuestas qué clase de sujetos somos y a quién o quiénes nos queremos sujetar. Silenciadas durante siglos por el hecho de ser mujeres, nos subimos al escenario reclamando la palabra, la voz y el voto. 

Que se cumpla en nosotras lo que dice Proverbios 13,12: Esperanza frustrada, corazón afligido; pero el deseo cumplido es como un árbol de vida. Veintisiete veces se menciona la fe en Hebreos 11. Que se efectúe por fe la esperanza que tenemos. Que el deseo de servir al Señor que habita en nosotras no se malogre. Sigamos en la tarea.  

Del mismo modo que el movimiento por los derechos de los negros en USA tenía como eslogan black is beautiful, no dejaremos de pensar que woman is beautiful, pues lo es.

JESÚS, EL VARÓN. APROXIMACIÓN A SU MASCULINIDAD

Del mismo modo que el feminismo ha hecho visible la injusticia e inequidad de las relaciones humanas, los estudios de psicología y sociología han revelado las presiones sociales que soportan los varones en la construcción de la masculinidad, un producto temporal sujeto a las expectativas de la política, la religión o la familia. 

Este libro recoge los resultados del análisis social de género y los aplica a la exégesis bíblica para aproximarse al modelo de masculinidad con el que los evangelistas retrataron a Jesús. 

Dentro del amplio marco de la construcción de la masculinidad en el Mediterráneo antiguo, el presente estudio destaca el carácter profético con el que el varón de Galilea se apartó de principios rígidos y cómo propuso a sus discípulos un modelo de relaciones justas y cercanas a mujeres, niños y otros varones

IGUALDAD SOCIAL Y ECLESIÁSTICA

El movimiento feminista tuvo su origen en Estados Unidos y tiene una relación directa con la labor de mujeres de fe evangélica. Uno de los primeros documentos del feminismo, la Declaración de Seneca Falls, se aprobó en una capilla metodista en 1848, un texto que afirmándose en “que todos los hombres y mujeres son creados iguales; que están dotados por el Creador de ciertos derechos inalienables” reivindicaba el derecho a voto y la igualdad de hombre y mujer, enfrentándose a “las repetidas vejaciones y usurpaciones perpetradas por el hombre contra la mujer, con el objetivo directo de establecer una tiranía absoluta sobre ella”. 

170 años después, el feminismo ha conseguido victorias, pero siguen detectándose ámbitos en los que queda camino por avanzar. El manifiesto feminista del 8 de marzo enumera algunas de estas reivindicaciones.  
La importancia de que “se consideren las violencias machistas como una cuestión que atañe a toda la sociedad” de forma que “haya cambios culturales, en las ideas, actitudes, relaciones y en el imaginario colectivo”. Apunta también a la justicia “para que se apliquen de forma efectiva las leyes contra las violencias machistas y se amplíen para incluir la violencia sexual” y se ejercite la “protección, la reparación y la justicia” a quienes son víctimas. En el ámbito internacional, el manifiesto también pide que se garanticen los derechos “para todas las mujeres”. Otro aspecto que entra en estas reivindicaciones es el reconocimiento del “valor y dignidad del trabajo doméstico y de cuidados que realizamos las mujeres, y los derechos de quienes los realizamos”, así como el deseo de que “se asuma la corresponsabilidad por parte de todos los hombres, de la sociedad y del Estado”. 

Sobre el trabajo se exige que “se rompa la división sexual del trabajo que nos condena a la precariedad, la discriminación laboral y los trabajos peor pagados, no remunerados, invisibles e ilegales”, y se defiende “crear alternativas para las trabajadoras migrantes en situación administrativa irregular”. La desigualdad salarial sigue presente, los evangélicos “no debemos tener miedo a unirnos a actividades seculares que respalden la defensa de los derechos de la mujer, siempre y cuando no contravengan nuestros principios y valores cristianos”, apunta. 

Tenemos que reconocer que se ha progresado algo en el ámbito legal y la Constitución, donde se reconoce la igualdad de sexos. Sin embargo lo que pone el papel no siempre se cumple en la práctica. Las mujeres todavía lidian con desigualdad en el plano laboral, familiar y me atrevería a decir que incluso en el eclesial.  

En una sociedad como la nuestra y con el calendario de elecciones que tenemos por delante, parece difícil encontrar alguna voluntad política constructiva, y las posiciones de enfrentamiento ganan repercusión. En medio de este caos de voces que gritan, se está creando tensión entre diferentes corrientes de pensamiento. El movimiento que a mí me representa es aquella corriente de genuino feminismo que respeta a los hombres y que junto a ellos lucha por una igualdad para todos, los evangélicos debemos participar en el debate social dado que desde un discurso bien estructurado y argumentado podemos alzar la voz en foros públicos como universidades o plataformas culturales. 

Desde nuestras Asociaciones, Iglesias o centros de ayuda social podemos organizar talleres sobre igualdad, derechos de la mujer, violencia de género, etc. También podríamos dar a conocer, desde exposiciones artísticas y actividades culturales, el protagonismo de la mujer desde el relato bíblico hasta la actualidad y cómo la mujer ha tenido una presencia abrumadora en la construcción de los cimientos de las sociedades. 

Los evangélicos estamos confundiendo la palabra “feminismo” como equivalente a “ideología de género”. Sin duda hay feministas en la ideología de género. Pero lo triste, lo muy triste, es que no haya una corriente de genuino feminismo cristiano entre el pueblo de Dios. Un feminismo que no hace mejor o superior a la mujer respecto al hombre, sino sencillamente iguales en valor, con características diferentes. 

“Como mujer, puedo decir que he tenido el privilegio de tener hombres a mi lado que siempre me han valorado y apoyado. Y como estos, hay muchos otros hombres que nos apoyan y luchan junto a nosotras para una igualdad real”, añade Priscila Romo, que reivindica una igualdad enraizada en la fe: “la igualdad que Dios ya nos demostró en la cruz, cuando entregó a su hijo para salvarnos a todos, sin hacer distinción de raza, género o condición”.   

EL EJEMPLO DE JESÚS   La dignificación de la mujer por Jesús quedó reflejada en el arte paleocristiano, como en esta escena encontrada en Roma que ilustra la sanación de la mujer sirofenicia. Tenía mujeres entre sus discípulos, amigas (Marta y María, por ejemplo), dignificando a la mujer en todo momento y circunstancia (la mujer encorvada, la enferma con flujo de sangre, la mujer adúltera, etc). Y se acercó a aquellas que los hombres despreciaban pero que comerciaban con su cuerpo (la pecadora en casa de Simón el fariseo; incluso Jesús mismo eligió desde antes de los tiempos descender de una prostituta extranjera, Rahab). En este sentido como en otros muchos Jesús fue revolucionario para su tiempo. 

El hecho de que también retara las leyes sexistas sociales en aquel entonces, me confirma que el movimiento feminista no es algo que se aleja de lo que encontramos en la Palabra de Dios. La actitud de Jesús, sin embargo, no siempre ha encontrado reflejo en la iglesia. Debemos y podemos ser sal y luz, empezando por nuestra casa. La iglesia debe avanzar en igualdad incluso en sus propias congregaciones, donde todavía no hay mujeres en lugares de verdadera responsabilidad o relevancia. La iglesia necesita tomar una posición pedagógica frente al machismo, la violencia de género, el aborto, la identidad sexual, la igualdad de derechos y responsabilidades entre hombres y mujeres. Y aunque algunas iglesias asignan diferentes roles ministeriales al hombre y a la mujer, ninguna mujer debería ser menospreciada por el simple hecho de ser mujer, reconociendo plenamente el llamado y ministerio probado de la mujer.  

En esa acción pedagógica, sería bueno abrir foros sobre temas de género y sobre la contribución de la mujer al desarrollo de la iglesia en la actualidad, donde también se examine el asunto del machismo. Es uno de los problemas silenciosos (silenciados) que viven las mujeres cristianas hoy en día y que muchas iglesias están ignorando y mirando hacia otro lado. Al igual que el concepto distorsionado de la sumisión que nada tiene que ver con la exégesis bíblica. 

Para mí es una vergüenza ver que casi no hay mujeres en lugares de verdadera responsabilidad o relevancia (ya no hablo sólo del pastorado, cuestión de debate que dejo al margen), sino en seminarios, instituciones, ONGs, federaciones, alianzas, consejos, medios de comunicación, entidades paraeclesiales, congresos, encuentros, editoriales, empresas cristianas… Y esto comienza en la propia iglesia local, donde mujeres de enorme valía (a veces más que reconocidas en su labor profesional extraeclesial) “solo” sirven para cantar, llevar la escuela dominical, ayudar en la obra social u otro tipo de servicio similar
. En el ámbito institucional también hay trabajo por hacer. Es importante tener implementadas políticas de igualdad salarial dentro de nuestras Iglesias y Asociaciones; así como medidas de conciliación familiar para personas que de manera voluntaria o remunerada trabajan en nuestras entidades. Porque más allá de las reclamaciones políticas o acciones de gobierno, hay una responsabilidad personal y de comunidad que asumir.

Necesitamos hombres y mujeres cristianos, padres y madres, jóvenes, líderes y pastores que vivan y defiendan la igualdad, y que juntos, como cuerpo e Iglesia, alcemos nuestra voz por la mujer, reclamando el lugar que Dios le da.