UN MEDICO QUE CURA

El médico y autor Don Colbert está enseñando a toda una generación que el mantenerse saludable tiene que ver con lo espiritual.
Don Colbert no es el médico típico. Su meta es llegar a la raíz del problema--sea física, emocional, psicológica o espiritual--y resolverla de manera que los pacientes, no sólo se sientan mejor temporalmente, sino que se recuperen completamente.

Colbert, un cristiano desde sus días en la universidad, no afirma que obra milagros. "No estoy diciendo que yo puedo sanar todo mal; simplemente estoy diciendo que... Dios ha programado nuestros cuerpos para que sanen, una vez que removemos las espinas. La espina a veces puede ser una emoción tóxica, a veces puede ser una toxina, a veces puede ser un problema genético. Una vez que hallamos lo que es, podemos comenzar a removerlo", expresa él.

Fuera de la corriente principal

Desde hace mucho, Colbert, de 47 años, ha estado interesado en la salud y la nutrición. Desde joven leía libros sobre cómo comer bien y se dedicó al fisiculturismo. Pero no fue hasta que él mismo experimentó una crisis en su salud que hizo de la medicina nutricional y preventiva el enfoque principal de su práctica.

Graduado de la escuela de medicina de la Universidad Oral Roberts, Colbert abrió su oficina, la Clínica Familiar Wekiva, en Longwood, Florida, en 1987. En pocos años llegó a estar tan ocupado que veía de 40 a 50 pacientes al día. Estaba disponible 24 horas al día, 7 días a la semana--hasta que finalmente quedó completamente agotado. No sólo estaba exhausto, sino que también desarrolló un caso tan severo de psoriasis que tenía llagas en todo su cuerpo.

El dermatólogo que visitó le dio varias medicinas, algunas de las cuales parecían brea, cuenta él, y le hacían oler a gasolina o aceite motor. Algunas hicieron que su piel se estrechara y se pusiera brillante. Convencido de que tenía que haber una mejor solución para su problema, Colbert comenzó a aprender más sobre la medicina natural. Se dio cuenta que cuando comenzó a evitar ciertos alimentos, desintoxicar su cuerpo mediante ayunos y otros métodos de limpieza, tomar suplementos, descansar adecuadamente y reducir el estrés en su vida, la psoriasis desapareció.

A medida que Colbert continuó estudiando varios tipos de terapias nutricionales, comenzó a aplicar sus nuevos conocimientos en su consultorio. También los compartió en privado con el conocido evangelista, Benny Hinn, con quien viajaba mensualmente para verificar las sanidades en sus cruzadas.

Un día, a principio de los noventa, relata Colbert que fue invitado al programa de televisión de Hinn, y éste le dijo, "Doctor, todas estas cosas que usted comparte conmigo en privado, yo quiero que las escriba todas y publique un libro para que esté disponible a todos nuestros asociados". Como resultado, Walking in Divine Health (Caminando en salud divina) fue publicado en 1996.

"Desde ese momento mi vida tomó un giro diferente", expresa él, "y el Señor me dirigió más a salir de la medicina tradicional". Eventualmente, Colbert cambió totalmente su práctica tradicional y cambió el nombre de su clínica a Centro de Bienestar de la Salud Divina como reflejo de su compromiso con la gente de lograr la salud divina a través de medios holísticos. El nuevo método de Colbert va en contra de todo su entrenamiento médico. "A nosotros se nos enseñó principalmente a apagar fuegos", recuerda él de sus años en la escuela de medicina. "Una persona venía, pasábamos unos minutos con ella y escribíamos una receta. Nunca llegábamos a la raíz del problema. Nunca tratábamos los asuntos espirituales, emocionales y psicológicos. Me di cuenta que, para realmente llegar a la raíz del problema, necesitaba tratar con la persona completa".

Años antes, Colbert había sido ex-puesto a otros medios para lograr la salud--la sanidad divina. En su tercer año de medicina, sufrió una insolación que casi muere. Los músculos en sus piernas sufrieron tanto daño que le dijeron que nunca más volvería a caminar. Pero su esposa, Mary, no aceptó el diagnóstico y comenzó a declarar sobre él la Palabra de Dios en cuanto a la sanidad. Fue sanado milagrosamente, y un año después, el día de su graduación en 1984, caminó sin ninguna ayuda para recibir su título en medicina.

Colbert comenzó su pasantía con el Florida Hospital en Orlando, y él y Mary empezaron a asistir a la iglesia de Hinn. Esta fue una conexión divina para Colbert. Hinn comenzó a invitar a Colbert a hablar en conferencias y enseñar sobre varios aspectos de la salud en sus reuniones mensuales con sus asociados. Aunque era reservado, Hinn lo forzó a salir de su comodidad trayéndolo repetidamente a la plataforma ante miles de personas para explicar las sanidades en sus cruzadas.

Colbert relata que su contacto con las personas enfermas de las cruzadas le convencieron de que muchos cristianos no necesitarían la sanidad sobrenatural de Dios si aprendieran a vivir de acuerdo a los principios de salud divina. "Veíamos a personas saliendo de las cruzadas fumando, comiendo perros calientes, comiendo galletas y tomando bebidas gaseosas--volviendo al mismo estilo de vida antiguo que les hizo enfermarse", recuerda Colbert.

Educando a la gente

Colbert cree que mucha gente sufre innecesariamente de enfermedades simplemente porque no sabe cómo vivir de forma que puedan prevenirlas. Él cita Oseas 4:6 ("Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento") como la explicación bíblica de su condición. Literalmente, declara él, la ignorancia del pueblo de Dios los está matando.

Colbert tiene como meta el proveerle a los cristianos la información que necesitan para vivir vidas saludables. En el cumplimiento de su misión, Colbert ha escrito varios libros para compartir el conocimiento que ha obtenido a través de la investigación, la experiencia y sus estudios de posgrado en nutrición, fisiología del ejercicio y medicina preventiva.

En 1999, comenzó a producir una serie de libros pequeños, llamados La cura bíblica, sobre diferentes problemas de salud tales como artritis, diabetes, enfermedades del corazón y depresión. Cada año ha añadido más títulos a la serie. Esta serie, publicada por Casa Creación, ha sido muy popular aún en el mercado secular y es hallada en las librerías principales así como en supermercados y farmacias.

A veces las personas cuya salud ha mejorado por la aplicación de lo que han aprendido en uno de los libros de Colbert buscan al autor para agradecerles. Mary cuenta la historia de una mujer en Virginia que los fue a recoger en el aeropuerto con toda su familia. La mujer, de unos 50 años en ese entonces, había sufrido de migrañas desde que era niña, y habían llegado a ser tan severas que la medicina ya no la ayudaba. Un día, relata Mary, la mujer obtuvo el libro La cura bíblica para dolores de cabeza. Luego de haber seguido el programa recomendado en el libro por dos semanas, sus dolores de cabeza desaparecieron. "Cuando la conocimos hacía seis meses que no tenía dolores de cabeza", cuenta Mary.

Colbert, sin embargo, es firme al decir que el comer bien y hacer ejercicio no son la respuesta total a la crisis de la salud. Si realmente deseamos vivir libre de enfermedades, debemos superar nuestras emociones mortales así como cambiar nuestra dieta. "He hallado con los años que con cada enfermedad hay, por lo general, una emoción vinculada a esa enfermedad", expresa él. "Y la emoción que tantas personas en nuestro país tienen es la frustración. Tenemos una epidemia de personas frustradas. Si podemos deshacernos de estas emociones mortales es como apagar un interruptor y, entonces, nuestros cuerpos pueden ser reprogramados para sanarse de nuevo", declara él.

Todos los libros de Colbert han hecho más popular a este ya famoso doctor. Su amplia distribución es una de las razones por las cuales 50 por ciento de sus pacientes vienen de otras ciudades, y algunos de tan lejos como Suiza y Zimbabwe. Pero su práctica privada y sus libros no son los únicos medios que Colbert usa para educar a la gente. Él y su esposa tienen un programa de televisión llamado Your Health Matters (Su salud es importante), el cual sale al aire semanalmente en cadenas de televisión independientes. Ahí enseñan sobre la salud y entrevistan a invitados que se han beneficiado de las recomendaciones de Colbert. Ellos también aparecen en otros programas de televisión y dan conferencias en todo el país, enseñando sobre la salud a través de la Palabra de Dios.

Preservando nuestros templos

¿Cuál es el mensaje que Colbert está tratando de comunicar a través de toda esta educación? "¡Cristianos, despierten y dejen de poner basura en su templo!", enfatiza él. "Trato de que la gente se dé cuenta que su cuerpo es el templo del Espíritu Santo y que la mayoría de ellos están echando basura en sus templos con comida rápida, comidas altamente procesadas, con azúcares, grasas hidrogenadas--todos los combustibles errados. Y yo les digo, 'Si ustedes ponen el combustible errado en su automóvil, no funcionará bien'."

"Esa es una de las razones por las cuales mucha gente, aún cristianos, están enfermos. Es por eso que no sólo están enfermos físicamente, sino también mentalmente--porque están consumiendo el combustible errado. Si pudiéramos comunicarles que deben comenzar a tratar sus propios cuerpos como el templo de Dios, a comenzar a sembrar buenas semillas de buenos pensamientos en sus mentes y buenos alimentos en sus cuerpos, entonces sus cuerpos podrían resistir las enfermedades."

Mary cree que el mensaje de su esposo es crucial. "Leímos un informe donde hicieron un estudio sobre diferentes grupos (religiosos) en los Estados Unidos y el mundo--musulmanes, cristianos, hindúes, Nueva Era--y estadísticamen-te, los cristianos resultaron ser el grupo más enfermo sobre la tierra." Los esfuerzos que ella y su esposo están haciendo para educar a los cristianos, ayudarán a producir un despertar sobre el cuidado de la salud.

Colbert recomienda que se hagan cambios de estilo de vida (dormir lo suficiente, relajarse, reírse, hacer ejercicios); cambios en la dieta (como, por ejemplo, desintoxicar el cuerpo y comer alimentos vivos y más saludables en vez de alimentos cocidos y procesados); y tomar suplementos nutricionales de alta calidad. También recomienda escuchar enseñanzas en casetes de líderes espirituales para tratar los problemas emocionales. Y sí, él periódicamente receta medicinas. "Yo no estoy en contra de las medicinas", manifiesta él. "Yo creo en las medicinas a mediano plazo." Colbert puede usar medicinas inicialmente, pero su meta es hallar la causa del problema.

Colbert tiene sus críticos, particularmente entre los miembros de su propia profesión. Pero él está tan entusiasmado con los resultados positivos que la crítica no lo desconcierta. "La mayoría de los médicos no lo entienden porque no pueden hallarlo en sus libros de texto. Pero todo lo que hacemos en simple-mente apoyar al cuerpo, remover las 'espinas', y el cuerpo muchas veces es capaz de sanarse a sí mismo."

30 PRINCIPIOS PARA LA VIDA....


Principio #1
Nuestra intimidad con Dios, que es su prioridad para nosotros, determina el impacto que causen nuestras vidas. Génesis1:26

Principio #2
Obedezcamos a Dios y dejemos las consecuencias en sus manos. Éxodo 19:5

Principio #3
La Palabra de Dios es ancla inconmovible en las tormentas. Números 23:19

Principio #4
Estar conscientes de la presencia de Dios nos da energías para desempeñar nuestro trabajo. Deuteronomio 20:1

Principio #5
Dios no nos demanda que entendamos su voluntad, sino que la obedezcamos aunque nos parezca poco razonable. Josué 3:8

Principio #6
Cosechamos lo que sembramos, más de lo que sembramos, después de sembrarlo. Jueces 2:1-4

Principio #7
Los momentos sombríos durarán solo el tiempo necesario para que Dios lleve a cabo su propósito en nosotros. 1 Samuel 30:1-6

Principio #8
Libremos nuestras batallas de rodillas y siempre obtendremos la victoria.
2 Samuel 15:31

Principio #9
Confiar en Dios quiere decir ver más allá de lo que podemos, hacia lo que Dios ve.
2 Reyes 6:17

Principio #10
Si es necesario, Dios moverá cielo y tierra para mostrarnos su voluntad.
2 Crónicas 20:12

Principio #11
Dios asume toda la responsabilidad en cuanto a nuestras necesidades, si lo obedecemos. Job 42:7-17

Principio #12
La paz con Dios es fruto de nuestra unidad con Él. Salmo 4:8

Principio #13
Escuchar a Dios es esencial para andar con Él. Salmo 81:8

Principio #14
Dios actúa a favor de quienes esperan en Él. Isaías 64:4

Principio #15
El quebrantamiento es el requisito de Dios para que seamos útiles al máximo. Jeremías 15:19

Principio #16
Todo lo que adquirimos fuera de la voluntad de Dios termina convirtiéndose en cenizas. Ezequiel 25:6-7

Principio #17
De rodillas somos más altos y más fuertes. Daniel 6:10-11

Principio #18
Como hijos del Dios soberano, jamás somos víctimas de nuestras circunstancias. Oseas 3:4-5

Principio #19
Todo aquello a lo que nos aferremos, lo perderemos. Amós 6:6-7

Principio #20
Las decepciones son inevitables; el desánimo es por elección nuestra.
Habacuc 3:17-19

Principio #21
La obediencia siempre trae bendición consigo. Lucas 11:28

Principio #22
Andar en el Espíritu es obedecer las indicaciones iniciales del Espíritu. Hechos 10:19

Principio #23
Jamás podremos superar a Dios en generosidad. 2 Corintios 9:8

Principio #24
Vivir la vida cristiana es permitir al Señor Jesús vivir su vida en y por medio de nosotros. Gálatas 2:20

Principio #25
Dios nos bendice para que nosotros podamos bendecir a otros. Efesios 4:28

Principio #26
La adversidad es un puente que nos conduce a una relación más profunda con Dios. Filipenses 3:10-11

Principio #27
No hay nada como la oración para ahorrar tiempo. 2 Tesalonicenses 3:1

Principio #28
Ningún creyente ha sido llamado a transitar solitario en su peregrinaje de fe.
Hebreos 10:24-25

Principio #29
Aprendemos más en nuestras experiencias por el valle de lágrimas que en las de la cumbre del éxito. Santiago 5:10

Principio #30
El deseo ferviente del regreso del Señor nos mantiene viviendo productivamente. Apocalipsis 22:11

MADUREZ POR MEDIO DE LAS DIFICULTADES


Crecemos en los momentos difíciles, no en los fáciles. En nuestro andar con el señor siempre habrá tramos difíciles. No podemos escapar con ellos; necesitamos enfrentarlos, porque son parte del proceso de ser perfeccionados en él. Si decidimos huir de ellos, estamos poniendo serios obstáculos a nuestro crecimiento.

A medida que superamos diversos obstáculos, seremos más fuertes y más compasivos. Nos enamoraremos más de Jesús. Si usted ha pasado por dificultades y no se siente de esta forma, probablemente no se haya recuperado de la ofensa. La decisión de recuperarse es suya. Algunas personas son heridas y nunca se recuperan. Puede sonar cruel, pero es porque ellos lo prefirieron así.

Jesús aprendió obediencia por medio de las cosas que sufrió. Pedro y Pablo aprendieron obediencia por las cosas que sufrieron. ¿Y usted? ¿Ha aprendido? ¿O está duro, frío, amargado y resentido? Si es así, no aprendió obediencia.

Sí, es cierto que hay ofensas que no desaparecen rápidamente. Tendrán que trabajar en ellas, y luchar para ser libre. Pero en ese proceso crecerá y madurará.

La madurez no se produce fácilmente. Si así fuera, todos la lograrían. Pocos llegan a ese nivel en la vida, porque deben enfrentar mucha resistencia. Hay resistencia, porque el camino que sigue nuestra sociedad no es el de agradar a Dios, sino el del egoísmo. El mundo está dominado por el "príncipe de la potestad del aire" (Efesios 2:2). Como consecuencia, para entrar en la madurez de Cristo habrá dificultades que son el resultado de ir en contra de esa corriente de egoísmo.

Pablo había regresado a tres ciudades donde había comenzado iglesias. Su propósito era fortalecer las almas de los discípulos. Pero es interesante observar cómo las fortalecía. Los alentaba así: "...confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios" (Hch. 14:21,22).

No les prometía una vida fácil. No les prometía el éxito según los parámetros del mundo. Les mostraba que para terminar la carrera con gozo debían encontrar mucha resistencia, que él llamaba "tribulaciones".

Si estamos remando contra la corriente en un río tendremos que remar continuamente para poder avanzar contra el sentido en que corre el agua. Si dejamos de hacerlo y descansamos, acabaremos siguiendo la corriente. Cuando estamos decididos a seguir el camino de Dios, encontraremos muchas tribulaciones. Las pruebas nos mostrarán la respuesta a una pregunta fundamental. ¿Cuidaremos de nosotros mismos, como lo hace el mundo, o viviremos la vida negándonos a nosotros mismos?

Recordemos que cuando perdemos la vida por amor de Cristo, hallamos su vida. Aprendamos a concentrarnos en el resultado final, no en la lucha.

Pedro lo expresó tan bien: "Amado, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría" (I P 4:12,13).

Observemos que Pedro compara el nivel de sufrimiento con el nivel de regocijo. ¿Cómo podemos regocijarnos hasta tal punto? Cuando su gloria se revele, seremos glorificados con él. Esta glorificación se dará en la medida que permitamos que él perfeccione su carácter en nosotros. Así que, no vea la ofensa. Vea la gloria venidera.

QUE ESTA SALIENDO DE MI BOCA?


Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quién confiaré. -Salmo 91:2

Notemos que el versículo 2 dice: "Diré...". Rodea con un círculo la palabra diré en tu Biblia, porque debemos aprender a verbalizar nuestra confianza. Respondemos a Dios lo que Él nos dice en el primer versículo. ¡Hay poder en volver a decirle a Él su Palabra! No se nos dice simplemente que pensemos en la Palabra. Se nos dice que digamos la Palabra. Por ejemplo, Joel 3:10 dice que el débil diga: "Soy un hombre fuerte". Una y otra vez encontramos a grandes hombres de Dios como David, Josué, Sadrac, Mesac y Abed-nego declarando sus confesiones de fe en voz alta en situaciones peligrosas. Notemos lo que comienza a suceder en el interior cuando uno dice: "Señor, tú eres mi refugio; tú eres mi fortaleza; ¡tú eres mi Señor y mi Dios. En ti pongo mi total confianza!". Cuanto más lo decimos en voz alta, más confiados nos volvemos en la protección de Él.

Muchas veces, como cristianos, estamos de acuerdo mentalmente en que el Señor es nuestro refugio, pero eso no es suficiente. Poder es liberado al decirlo en voz alta. Cuando lo pronunciamos y lo decimos de veras, estamos situándonos a nosotros mismos en el refugio de Él. Al poner voz a su señorío y su protección, abrimos la puerta al lugar secreto.

No podemos pasar por alto el hecho de que este versículo utiliza mi tres veces: "esperanza mia", "castillo mio", "mi Dios". El salmista hace una afirmación personal a Dios. La razón de que podamos confiar es que sabemos quien es Dios para nosotros. Este versículo hace la analogía de quién es Dios; Él es un refugio y un castillo. Estas metáforas son importantes términos militares. Dios mismo se convierte en el lugar defensivo para nosotros contra todos los enemigos invasores. Él es personalmente nuestra protección.

¿Ha intentado alguna vez protegerse de todas las cosas malas que pueden suceder? Dios sabe que no podemos hacerlo. El Salmo 60:11 nos dice: "...vana es la ayuda de los hombres". Dios tiene que ser nuestro refugio antes de que las promesas del Salmo 91 lleguen a funcionar.
Podemos ir al doctor una vez al mes para que nos haga un chequeo. Podemos revisar doblemente nuestros vehículos cada día para asegurarnos de que los motores, los neumáticos y los frenos están en buen estado. Podemos cubrir con material ignífugo nuestra casa y almacenar alimentos para un periodo de necesidad. Podemos tomar todas las precauciones imaginables que el ejercito ofrezca, pero aun así no podemos hacer lo suficiente para protegernos de todo peligro potencial que la vida tiene que ofrecer. ¡Es imposible!

No es que ninguna de esas precauciones sea errónea; es que ninguna de esas cosas, por si misma, tiene la capacidad de proteger. Dios tiene que ser Aquel a quien primero acudamos. Él es el único que tiene una respuesta para cualquier cosa que pueda venir. Cuando pienso en lo totalmente imposible que es protegernos a nosotros mismos de todos los males del mundo, pienso en las ovejas. Las ovejas no tienen verdadera protección excepto su pastor. De hecho, una oveja es el único animal en que puedo pensar que no tiene ninguna protección innata.
No tiene dientes afilados, ningún aroma ofensivo que lanzar para ahuyentar a sus enemigos, ningún ladrido fuerte, y ciertamente no puede correr con bastante rapidez para escaparse del peligro. ¡Por eso la Biblia nos llama el rebaño de Dios! Dios está diciendo: "Quiero que me vean como su fuente de protección. Yo soy su pastor". Ahora bien, Él puede utilizar doctores, policías, bomberos, refugios, cuentas bancarias, etc., para satisfacer nuestras necesidades concretas, pero el corazón tiene que correr primero a Él como nuestro pastor y protector. Entonces Él escogerá el método que desee para producir la protección.

Algunos citan el Salmo 91 como si fuera cierto tipo de varita mágica, pero no hay nada mágico en este salmo. Es poderoso, y funciona sencillamente porque es la Palabra de Dios, viva y activa. Y la confesamos en voz alta simplemente porque la Biblia nos dice que lo hagamos. Cuando estoy afrontando algún desafío, he aprendido a decir: "En esta situación en particular [nombro la situación en voz alta] escojo confiar en ti, Señor". La diferencia que marca cuando proclamo mi confianza en voz alta es increíble.

Tome nota de lo que sale de su boca en momentos de problemas. Lo peor que puede suceder es que salga algo que produzca muerte. Maldecir no le da nada a Dios con lo cual trabajar. Este salmo nos dice que hagamos justamente lo contrario: ¡hablar vida!

C. B. Morelock, corresponsal de guerra en la Segunda Guerra Mundial, informo de una situación inexplicable y milagrosa: Sesenta aviones alemanes ametrallaron a más de cuatrocientos hombres que quedaron atrapados en las arenosas playas de Dunkirk sin el beneficio de ningún lugar donde cubrirse. Aunque los hombres fueron repetidamente atacados por ametralladoras y bombardeados por aviones enemigos, ni uno solo de los hombres fue alcanzado. Todos los hombres de ese grupo salieron de la playa sin ningún rasguño. Morelock afirmaba: "Los marineros que recogieron a esos supervivientes de Dunkirk me han dicho personalmente que los hombres no sólo recitaban el Salmo 91, ¡sino que lo gritaban a todo pulmón!". ¡Decir nuestra confianza en voz alta libera fe!