UNGIDOS PARA MATAR GIGANTES


Lucha la batalla espiritual y derrota al Goliat que desea intimidarte. El Señor está aLucha la batalla espiritual y derrota al Goliat que desea intimidarte. El Señor está a tu lado y te dará la victoria. 1ra. Samuel 16:11 relata: Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son éstos todos tus hijos? Y él respondió: Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí. Es curioso que el profeta dijera que nadie podía sentarse a la mesa hasta que David llegara pero así fue porque su lugar estaba apartado. Ninguno podía disfrutar del banquete hasta que él llegara. Si David estaba inseguro sobre la forma de culminar el Salmo 23, en ese momento se convenció que debía poner: Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida ,y en la casa de Jehová moraré por largos días. Nadie se sentará a la mesa hasta que tú llegues. No te preocupes si otros se adelantaron a la fiesta, nadie comerá de lo que Dios ha preparado para ti. Tal vez el mundo, como los familiares de David, piensa que no deberías estar donde estás, pero el Señor tiene un tiempo preciso para que tomes tu lugar y asumas tu liderazgo. 1ra. Samuel 16:12 continúa: Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque éste es. En otras ocasiones Dios le dijo al profeta que no se fijara en la apariencia, pero con David fue diferente. Nosotros debemos ser dignos representantes del Reino. Comprende que eres valioso, no menosprecies lo que proyectas. El Señor ve tu interior tanto como el esmero que pongas en presentar tu mejor imagen. 1ra. Samuel 16:13: Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá. A partir de ese momento, David ya no fue el mismo aunque continuara ocupándose en la tarea de cuidar ovejas. Imagina su ansiedad por ser apreciado. Cuando lo mandaron a llamar, seguramente dijo: “este es mi momento, ahora mi padre reconocerá que soy valioso”. Pero continuó pastoreando, escribiendo poderosos salmos ante un público de ovejas que simplemente le decía: beeeee”. La diferencia era que luego de esa noche, él ya estaba ungido y aunque se dedicara a lo mismo, su vida había cambiado. Igual te sucede ahora. Aunque hagas el mismo trabajo, si tienes la unción contigo, ya no eres el mismo. La promoción de Dios en nuestra vida se hace evidente poco a poco. Antes de conocerle trabajabas dependiendo solo de tus habilidades, pero al llegar a Sus pies y descubrir Su propósito para ti, comienza a sacarte del anonimato y desarrollas tu liderazgo. No importa que tu tarea continúe siendo la misma porque ahora el Espíritu de Jehová está sobre tu vida y te ayudará a vencer gigantes. Victoria que trae recompensa 1ra. Samuel 17:22-25 continúa: Entonces David dejó su carga en mano del que guardaba el bagaje, y corrió al ejército; y cuando llegó, preguntó por sus hermanos, si estaban bien. Mientras él hablaba con ellos, he aquí que aquel paladín que se ponía en medio de los dos campamentos, que se llamaba Goliat, el filisteo de Gat, salió de entre las filas de los filisteos y habló las mismas palabras, y las oyó David. Y todos los varones de Israel que veían aquel hombre huían de su presencia, y tenían gran temor. Y cada uno de los de Israel decía: ¿No habéis visto aquel hombre que ha salido? El se adelanta para provocar a Israel. Al que le venciere, el rey le enriquecerá con grandes riquezas, y le dará su hija, y eximirá de tributos a la casa de su padre en Israel. A David le interesó el gigante cuando supo que había una recompensa por derrotarlo. Hay que saber diferenciar a los gigantes de las oportunidades de crecimiento. Por ejemplo, nuestra familia no es un gigante a vencer, sino una oportunidad de crecer. Ellos te enseñan a ser humildes, te hacen ver tus errores, te critican y te ayudan a formar carácter. Por otro lado, los gigantes son enemigos a los que hay que vencer porque de ello depende recibir tu recompensa. Cuando David escuchó que recibiría algo si derrotaba al gigante, también recibió valentía para luchar y triunfar. 1ra. Samuel 17: 26: Entonces habló David a los que estaban junto a él, diciendo: ¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente? En este versículo, David comienza a nombrar a Dios. Como ya estaba ungido, fue capaz de vencer al oso y el león. Lo mismo sucede con tu vida, debes vencer al oso y al león para estar preparado ante el gigante. El león representa al mundo y las tentaciones carnales que nos acechan. Él enemigo es como un león rugiente que busca tu debilidad para atacarte por la espalda y cuando estás solo, porque se abalanza sobre los más débiles. Por el contrario, el oso que hiberna, se para en dos patas y ataca de frente. Éste representa tu carne, que no siempre es un problema, pero de vez en cuando te ataca. Puedes ser muy espiritual y vivir según lo que el Señor manda pero en cierto momento sientes el impulso de vivir en la carne como lo hacías antes de conocerlo. Aunque te sientas débil en tu carne, ahora tienes la poderosa unción que te ha posicionado para vencer al oso y al león en los secreto. Si lo logras, entonces estás preparado para vencer al gigante en público. Muchos preguntan por qué no los han promovido o han pasado a otro nivel si la unción los acompaña, la razón es que aún tienen ciertas cosas que resolver en la oscuridad antes de poder enfrentar a Goliat en público.Si aún estás en el anonimato es porque todavía te falta vencer leones y osos que te asechan. El famoso golfista Tiger Woods por ejemplo, tuvo que ventilar sus debilidades con las mujeres en público. Lo triste fue que se hizo millonario con una imagen que no era correcta y se engañó a sí mismo pensando que su secreto nunca saldría a la luz. Nosotros también tenemos cuestiones que resolver pero la diferencia es que no estamos tan expuestos y no tenemos que hacerlo frente a millones de personas que están al pendiente. Guerra espiritual David tomaba a las bestias por la quijada y los vencía, de la misma forma lo hizo con Goliat. Por la boca se vence a los enemigos. Dice la Palabra que el filisteo llevaba 40 días hablando, gritando y amenazando al ejército de Israel. 17: 41 -42 dice: Y el filisteo venía andando y acercándose a David, y su escudero delante de él. Y cuando el filisteo miró y vio a David, le tuvo en poco; porque era muchacho, y rubio, y de hermoso parecer. Y dijo el filisteo a David: ¿Soy yo perro, para que vengas a mí con palos? Y maldijo a David por sus dioses. Esta fue la última vez que el gigante habló porque luego fue obligado a callar por David que no toleró que se metiera con Dios.
El peor error de Goliat fue elevar la guerra natural al plano espiritual. El Goliat que amenaza tu vida se callará cuando tú hables. La gente puede decir que estás loco pero esa es la única forma de vencer a los gigantes, hablando de Dios, siempre, de día y de noche. Camina para el Señor, cocina en Su presencia, evangeliza, habla y habla de Su amor. Él debe ser lo único en tu vida porque está contigo.
David no tenía ninguna oportunidad ante ese guerrero enorme y bien armado, pero en el momento que lo maldijo por sus dioses, desató su ira y se cumplió el plan que Dios tenía para él. Pelea tus batallas en el mundo espiritual, nunca en el mundo natural. Cuando estés saturado del Señor, comienza a declarar todo lo que le sucederá a ese gigante que te amenaza. David lo hizo, le dijo que lo mataría, picaría su cabeza, le daría su cuerpo a las aves y vencería a todos lo que venían con él. Cuando te digan que habrá despidos en tu trabajo no pienses que serás tú el despedido que luego perderá su casa y a su familia. Por el contrario, piensa que si te despiden será porque hay algo mejor para ti y prosperarás junto a tu familia como nunca antes. Pero sólo un hombre saturado de la presencia de Dios, que venció al oso y al león, es capaz de advertir a Goliat lo que le sucederá.
Goliat seguirá hablando en tu vida mientras te quedes callado porque no estás saturado de la presencia de Dios. Declárale a esa deuda que la pagarás pronto, tendrás ahorros y todo lo bueno sucederá. Goliat se callará cuando encuentre a un pueblo lleno del Señor que lo vea a los ojos sin temor y lo amenace porque se ha metido con los ungidos que han vencido a los osos y a los leones. Si te dicen que estás loco, dale gloria a Dios por esa locura!!!!
Puede juzgarse el grado de civilización de un pueblo por la posición social de la mujer.
FELICIDADES CHICAS!!!

PALABRAS QUE HIEREN


El diálogo en la mañana de ese viernes era amargo.

De los espectadores:
- ¡Si eres el hijo de Dios bájate de la cruz!

De los líderes religiosos:
- A otros salvó, pero a sí mismo no se puede salvar.

De los soldados:
- Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.

Palabras amargas. Ácido con sarcasmo. Odio. Irreverencia. ¿No era suficiente que Él estaba siendo crucificado? ¿No era suficiente que estaba siendo avergonzado como un criminal? ¿No eran suficientes los clavos? ¿Fue la corona de espinas demasiado suave? ¿Habían sido muy pobres los azotes? Para algunos, aparentemente sí.

Pedro, un escritor no dado normalmente a usar muchos verbos descriptivos, dice que quienes pasaban cerca insultos al Cristo crucificado. 1 Pedro 2:23
Ellos no sólo insultaban, hablaban o blasfemaban. piedras verbales. Tenían toda la intención de herir y lastimar.
“¡Hemos quebrantado el cuerpo, ahora rompamos el espíritu!”. De esa manera sus arcos con las flechas de su autojusticia y torturantes dardos de puro veneno.

De todas las escenas alrededor de la cruz, ésta es la que más me enoja. ¿Qué clase de personas –me pregunto- se burlará de un hombre agonizante? ¿Quién sería tan indolente como para poner sal en las heridas abiertas? ¿Cuán bajo y pervertido es hablar con desprecio a uno que está atado con dolor? ¿Quién se burlaría de una persona que está sentada en la silla eléctrica? ¿O quién señalaría con el dedo y se reiría de un criminal que tiene la cuerda de la horca alrededor del cuello? Puede estar seguro de que Satanás y sus demonios fueron la causa de tal inmundicia.

Y luego el criminal en la cruz número dos lanza su golpe:
- ¿No eres tú el Cristo? ¡Sálvate a ti mismo y a nosotros!
Las palabras lanzadas ese día tenían el propósito de herir. Y no hay nada más doloroso que las palabras que tienen el propósito de herir. Esa es la razón por la que Santiago llama a la lengua un fuego. Sus llamas son tan malignas y destructoras que destrozan como las de una gran antorcha.

Pero no les estoy diciendo nada nuevo. Sin lugar a dudas usted ha tenido que soportar palabras que hieren. Usted ha sentido la tortura de un escarnecimiento bien apuntado. Tal vez usted está sintiéndolo. Alguien que usted ama o respeta lo azota en el piso con un látigo o con el fuego de la lengua. Y allí yace usted; herido y sangrando. Tal vez las palabras fueron dirigidas para herirlo, tal vez no; pero eso no importa. La herida es profunda. Los daños son internos. Corazón quebrantado, orgullo herido, sentimientos lastimados.
O tal vez su herida es vieja. Aunque la flecha fuera extraída hace mucho tiempo, la punta aún permanece... escondida debajo de su piel. El viejo dolor aflora impredecible y decisivamente recordándole las lacerantes palabras aún no perdonadas.

Si usted ha sufrido –o está sufriendo- debido a las palabras de alguien, estará contento de saber que hay un bálsamo para esta laceración. Medite en las palabras de 1 Pedro 2:23: “Quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente”
¿Ve usted qué no hizo Jesús?. Él no se desquitó. Él no devolvió la ofensa. Él no dijo: <¡Ya verás!> <¡Ven acá y di eso mismo en mi cara!>, <¡Sólo espérate hasta después de la resurrección, bobo!> No, estas declaraciones no se encontraron en los labios de Cristo.

¿Vio lo que Jesús sí hizo? Él encomendó su causa al que juzga justamente. O dicho más simplemente, dejó el juicio a Dios. Él no se hizo cargo de la tarea de buscar revancha, Él no demandó explicaciones. Él no pagó a ningún emisario ni envió a nadie con ninguna propuesta. Él, al contrario de la reacción normal, asombrosamente, habló en defensa de ellos: Lucas 23:24
Si, el diálogo en esa mañana del viernes fue amargo.

Las piedras verbales fueron destinadas a atormentar y torturar. Cómo Jesús –con un cuerpo quebrantado por el dolor, los ojos cegados por su propia sangre, y los pulmones inflándose ansiosamente en busca de aire- pudo hablar a favor de malvados sin corazón, es algo que va más allá de mi comprensión. Nunca he visto tal amor.

Si alguna vez una persona mereció una buena oportunidad para la revancha, Jesús fue esa persona. Pero Él no la tomó. En vez de eso murió por sus adversarios. ¿Cómo pudo hacerlo? Yo no sé. Pero si sé que todas mis heridas parecen insignificantes. Mis rencores y duros sentimientos se vuelven repentinamente infantiles. Algunas veces me sorprendo al ver el amor de Cristo, no tanto por la gente que toleró como por el dolor que soportó.

¡Maravillosa Gracia!