TUS ACTOS SON TAN GRANDES COMO TU AMOR


¿Porqué echó ella más que todos? Jesús lo dice: porque dio todo lo que tenía, lo cual le demandó un gran sacrificio, un sacrificio que sólo quien ama sin reservas puede hacer. (Nota 2) Lo que determina el valor de lo que uno hace es el amor con que lo hace. El amor da valor a nuestros actos. El acto más pequeño, más insignificante y más rutinario, hecho por amor a Dios o al prójimo, tiene un valor inmenso.

La acción más heroica hecha por amor de la gloria pero sin verdadero amor, vale muy poco en comparación. El que tiene todo dando de lo que le sobra, da con indiferencia porque no le cuesta dar. Aquel a quien le cuesta dar porque le falta aun lo indispensable, sólo puede dar u obligado o por amor. Hay pues aquí una regla: el amor da valor a nuestras acciones; la indiferencia quita valor aún a nuestras mejores acciones. (Nota 3).

Esta es la misma doctrina que enuncia Pablo en 1Cor 13: "si entregase mi cuerpo para ser quemado y no tengo amor, de nada me sirve." (vers.3). En otro lugar volverá Pablo sobre el tema cuando dice que "Dios ama al dador alegre" ("2Cor 9:7); esto es, a quien, aunque le cueste separarse de su única moneda, le alegra devolver a Dios una parte de lo mucho que ha recibido de Él ¡Cómo pudiéramos dar nosotros de lo nuestro con el desprendimiento y amor que mostró esta viuda! (Nota 4). La pobreza, da libertad en lo espiritual, pero la quita en lo material. Escojamos el dominio en que queremos ser libres. Es una gran verdad que las posesiones nos impiden amar a Dios; Atan nuestro corazón. En cambio el que no tiene nada puede amar a Dios con todo su corazón, porque su corazón está libre y no está apegado a lo que posee. Ese es el motivo por el cual Francisco de Asís valoraba tanto a la "hermana pobreza" y la exigía de sus seguidores. No por la pobreza misma, sino porque ella libera el corazón del hombre. (Nota 5).

¡Cuán cierta es la frase de Jesús: "Donde está tu tesoro está tu corazón"! (Lc 12:34). No hemos comprendido toda su profundidad. El que tiene un gran tesoro tiene su corazón acaparado totalmente por él, al punto que no puede amar otra cosa que no sea su dinero. El dinero se vuelve como un agujero negro que absorbe todas sus energías y las atrae a su núcleo en un remolino voraz. En cambio el que tiene poco, tiene poco de qué preocuparse "Dulce es el sueño del trabajador,-dice el Eclesiastés- coma mucho, coma poco; pero al rico no le deja dormir la abundancia". (5:12). El que va ligero de equipaje, y esa es una buena imagen de la ausencia de posesiones, viaja más libremente y puede moverse con más libertad.

El que lleva mucho equipaje tiene mucho en qué pensar y mucho que cuidar y por eso camina dificultosamente. Sin embargo, se dice, que la pobreza es una carga pesada y que quita libertad al que la sufre. Y es cierto. ¡Qué limitado está el pobre en sus deseos y en la satisfacción de sus necesidades! En cambio el rico todo lo puede. Se da lujos sin pensar que con lo que malgasta salvaría a muchos de la miseria. Decide, manda e impone sus caprichos porque con su dinero compra las voluntades. Pero todo depende del color del cristal con que se mire, según reza el dicho. El dinero da libertad en lo material, pero la quita en lo espiritual. La pobreza es al revés, da libertad en lo espiritual, pero la quita en lo material. Escojamos el dominio en que queremos ser libres.

La mayoría de los hombres escogerá un sano término medio: "…no me des pobreza ni riqueza; manténme del pan necesario; no sea que me sacie, y te niegue, y diga ¿Quién es el Señor? O que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios" (Pr.30:8,9). O como dice el apóstol: "Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto." (1ª Tm.6:8). Pero hay quienes niegan esta doctrina, que es la más bíblica de todas las referentes al dinero, y predican lo contrario (Nota 6).

¡Ella encierra tanta verdad en lo que se refiere a la eficacia de la predicación! Jesús la tuvo en cuenta cuando mandó a los doce a predicar de dos en dos: "no toméis nada para el camino, ni bordón, ni alforja, ni pan, ni dinero; ni llevéis dos túnicas." (Lc.9:3, véase también Mt.10:9,10). Juan Bautista, Jesús, Pablo ¿llevaban puestos vestidos costosos y se desplazaban en carruajes? Si así fuera ¿quién los hubiera escuchado? ¿Se puede predicar a Cristo llevando un anillo de oro engastado con brillantes en el dedo?

Se ha criticado la época en que los prelados eclesiásticos llevaban al pecho cruces con piedras preciosas, y vivían en palacios ostentosos; tiempos en que la iglesia ya no podía decir como Pedro: "oro y plata no tengo" porque de ambas cosas estaban repletas sus arcas. Pero tampoco podía decir: "levántate y anda", porque carecía del poder para sanar enfermos (Hch.3:6). Aunque no se daba cuenta, era pobre de solemnidad en lo espiritual: "Porque tú dices yo soy rico, y me he enriquecido,, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo." (Ap.3:17).

Ahora los que criticaban con buen motivo a esa iglesia del pasado quieren imitarla. Anhelan poseer sus defectos como si fueran virtudes. El amor da valor a nuestras acciones; la indiferencia quita valor aún a nuestras mejores acciones. Este pasaje nos muestra también cómo Dios observa todos los acontecimientos humanos; penetra en el corazón del pobre y del rico "y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón" (Hb 4:12). Nuestros actos más triviales pueden tener para Él gran importancia, y los que consideramos relevantes, ninguna.

Lo que el pobre hace desde su miseria, y que nadie nota, puede ser para Dios de mucha mayor trascendencia que el acontecimiento que destacan los titulares de los diarios. La posición actual que ocupa el hombre en la sociedad y en el mundo es incierto indicio de la que ocupará en la otra vida. O, más bien, nos permite adivinar cuál será, en contraste con la presente, porque "los últimos serán los primeros y los primeros, últimos" (Lc 13:30)

También cabe preguntarse ¿por qué se fijó Jesús en la viuda? No sólo por su desprendimiento, creo yo, sino también porque padecía necesidad. Todo el que sufre o pasa hambre atrae la mirada de Dios mucho más que el que está satisfecho. Pero entonces se preguntará ¿por qué Dios no acude a solucionar sus angustias y permite que continúe su miseria? Nosotros no podemos comprender cómo Dios actúa. Su tiempo y su perspectiva es muy distinta y mucho más vasta que la nuestra (Is 55:8,9).

Pero en su momento todo dará su fruto. Los hechos ocultos aparecerán en todo su esplendor ignoto, y las que parecían proezas gloriosas las dispersará el viento como hojarasca. El pobre y el rico cosecharán lo que sembraron ("Los que sembraron con lágrimas con regocijo segarán", Sal 126:5). Mirarán atrás y verán cómo su vida fue un suspiro que pasó raudo como el viento. Y que lo que sufrieron o gozaron es poco comparado con lo que ahora les espera, porque la verdadera vida recién empieza (Nota 7).

Notas al pie

(2) En el pasaje paralelo, Mr 12:41-44, se dice que antes de hablarles de la viuda, Jesús llamó a sí a sus discípulos, que posiblemente se habían dispersado por el atrio donde se desarrolla el episodio. Si los llama es porque tiene algo importante que enseñarles.

(3) A todos nos agrada más el servicio que nos brindan con cariño que el servicio hecho con frialdad. Por eso algunas tiendas enseñan a sus empleados a sonreír a sus clientes y a estar atentos a sus deseos.

(4) A muchos extranjeros que viajan por los pueblos de nuestra sierra les choca la pobreza en que vive la gente, pero les llama también mucho la atención lo generosos que son al mismo tiempo. Se desviven por atender con lo poco que tienen a su huésped que lo tiene todo. Su grandeza de alma (porque la generosidad es grandeza) brota de su pobreza. En cambio hay muchos ricos que cuanto más tienen más tacaños son. Su dinero ha invadido su corazón y lo ha petrificado. Su riqueza los empobrece.

(5) Hace unos días regresaba de la Feria del Libro llevando unos preciosos libros que había comprado a buen precio, y me había propuesto ponerme a orar al llegar a casa. Al trasponer la puerta sentí como si el Señor me dijera: Ahora no me puedes amar porque tienes el corazón ocupado por tus libros. Y es verdad: El apego que tenemos por las cosas nos impide allegarnos a Dios. Por eso Dios a veces nos quita las cosas; es decir, permite que nos las roben o que se pierdan, para que pensemos más en Él.

(6) Soy conciente, sin embargo, que en nuestro país hay una cultura de la pobreza que limita las iniciativas y oprime a la gente, y que es bueno enseñar a la gente que con la ayuda de Dios es posible superarla y alcanzar una sana prosperidad así como prospera su alma (3Jn 2).

(7) ¡Qué contraste entre esta viuda y la viuda que presenta sus demandas al juez! (Lc 18:1-8). Mientras que la primera va humilde a depositar su ofrenda, la otra insiste tercamente en sus derechos hasta obtener lo que desea. No que estuviera mal lo que ella hizo. Al contrario, Jesús la pone como ejemplo de perseverancia en la oración. Pero la viuda pobre nos atrae más porque era humilde. Notemos también que, al desprenderse de todo que tenía para su sustento, ella hace un gran acto de fe en Dios confiando en que Él puede proveer lo necesario ¿Podemos imaginar el gozo y la paz que sintió ella cuando retornaba a su hogar? No hay nadie de quien Dios se agrade que no experimente un reflejo del gozo que proporciona a su Señor.

FIDELIDAD EN LAS FINANZAS


Parece mentira, pero entre más dinero recibimos menos tenemos. Por lo visto, tenemos poca resistencia a la tentación de gastar todo lo que nos llega a la mano y que, cuanto mayor es nuestra ganancia, más razones tenemos para gastarla. Es indudable que la administración del dinero es un gran desafío para todas nosotras. Los gastos familiares son cada vez más altos; con los hijos crecen las exigencias, y la presión de la cultura consumista se hace cada vez más fuerte.El sano crecimiento viene de la disciplina y la sensatez a la hora de llevar la mano a la cartera. Pensamos que solamente mediante un evento «milagroso», como la llegada de una herencia inesperada o la adquisición de un mejor trabajo, podremos salir de los problemas financieros y del endeudamiento excesivo.

Por doquier vemos los estragos que puede causar una mala administración de los bienes y el dinero. Personas que, poco a poco, se hunden en un mar de deudas y de compromisos que ellos mismos se imponen. Lo más triste es que estos no necesariamente están ligados a las necesidades básicas. En el peor de los casos hasta acaban con su vida por la desesperación que una terrible situación financiera les causa.

Por supuesto, cada caso es diferente. Pecaríamos de inocentes si creyéramos que todos los casos de desajuste financiero se producen por mala administración. Debemos reconocer que en nuestro continente muchas familias no reciben lo necesario para suplir ni sus necesidades más básicas y urgentes. Sin embargo, no debemos caer en el engaño de creer que planificar y administrar es solo para aquellos que tienen muchos bienes y que los que tienen menos posibilidades económicas solo pueden limitarse a gastar en lo urgente sin hacer consideraciones de prioridad.

Si no establecemos un buen sistema que regule y controle nuestros gastos, que incluya un presupuesto y la evaluación permanente de nuestros criterios, no hay dinero que sea suficiente para sostenernos. El crecimiento y los buenos resultados vienen de la disciplina y la sensatez a la hora de llevar la mano a la cartera (en nuestro caso).

El Señor está interesado en bendecirnos en todas las áreas de nuestra vida. Este deseo incluye, por supuesto, nuestra vida financiera; mas espera de nuestra parte fidelidad a sus principios sólo el libro de proverbios tiene un sinnúmero de recomendaciones sobre el manejo del dinero y los bienes y una clara conciencia de lo que agrada a Dios en cada circunstancia particular.

Hay quienes piensan que con dar el diezmo están cumpliendo todas sus responsabilidades financieras con Dios y su Obra. La realidad es que todo lo que poseemos pertenece al Señor y el 90% que utilizamos para cubrir nuestros gastos también proviene de su mano amorosa. Por esta razón, debe ser invertido con orden y prudencia.

No creo que Dios se agrade de una vida llena de deudas innecesarias y enredos financieros nacidos de deseos equivocados o inoportunos. La sabiduría y buen juicio de una persona bien puede evaluarse por la forma en que invierte su dinero.

La parábola de los talentos hace alusión a la administración de unos bienes que un señor había dejado a sus siervos. Dos de ellos, según su capacidad, hicieron buenas inversiones y, por respeto a su señor, los devolvieron multiplicados. El tercer siervo según él, por temor no trabajó, ni pensó en formas de hacer crecer ese capital que se le había encomendado. Ya son de conocimiento general las duras palabras que el señor le dirigió a este hombre.La sabiduría y buen juicio de una persona bien puede evaluarse por la forma en que invierte su dinero. Al exaltar la acción de sus otros dos siervos, resalta la fidelidad dentro del límite del encargo y expresa su satisfacción con el cumplimiento de la tarea. El «bien, buen siervo y fiel sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré…» expresado con gratitud por el señor, sigue siendo una expresión que deseamos que el Señor de Señores nos dirija a nosotras. ¡Invirtamos con gratitud y sabiduría lo que Dios nos permite tener, sin importar lo poco o lo mucho que sea!

CUESTION DE ACTITUD

Si alguien me pidiera que nombrara las enseñanzas más significativas de mi vida, sin duda incluiría en el listado al tema de las actitudes. Cuando entendí el significado de las actitudes como factores claves de la conducta humana, pude experimentar un cambio muy significativo en mi trato con los demás. Esto se evidenció especialmente en una mayor facilidad para sortear con soltura algunas de las dificultades que son naturales en la vida de relación. 

Nuestra actitud puede definirse como positiva o negativa y, según los psicólogos, somos negativos ¡en un 80 a 90% del tiempo! Frente a las distintas circunstancias de la vida que debemos encarar, expresamos estas actitudes en un «sí, puedo» o en un «no puedo».

Quizá sea en el área de nuestras relaciones con los demás en donde más influyan nuestras actitudes. El diccionario define a la palabra actitud como «postura del cuerpo», y en un sentido figurado, como «disposición de ánimo manifestada exteriormente». En otras palabras, es la evidencia física (exterior) observable en nuestros ademanes, gestos y postura, de nuestro sentir (interior). Dicho de otra manera: lo que sentimos en nuestro corazón se verá reflejado, de alguna manera, en nuestra conducta. Quizá sea en el área de nuestras relaciones con los demás en donde más influyan nuestras actitudes. Instintivamente, al estar frente a una persona, la empezamos a evaluar, tomando primeramente en cuenta su apariencia, y fijándonos después en lo que dice y hace. También tenemos en cuenta la forma en que se expresa y la manera en que hace las cosas. 

Evaluamos a las personas según lo que podríamos llamar las Cinco Áreas de Apreciación, las cuales son cómo luce, qué dice, qué hace, cómo lo dice, cómo lo hace. Aún antes de haber iniciado una conversación con alguien tomamos en cuenta su vestimenta, facciones, estatura, semblante, expresión de rostro, y todos los detalles por los cuales «luce» como persona, poniéndolos en la «balanza» de nuestra evaluación y, según la «pesada» de lo que nos agrada o desagrada, decidimos si la persona merece nuestra aprobación. Según el sentir resultante, nuestra actitud hacia esa persona será positiva o negativa. Si fuere negativa, por más cuidado que pongamos en lo que decimos, nuestro sentir trascenderá y, por ende, se resentirá la relación. 
 
Si nuestra apreciación de cómo luce la persona genera en nosotros una actitud positiva hacia ella iniciaremos una conversación influida por esa actitud, hasta que, quizás algo de lo que diga, o cómo lo diga nos produzca rechazo, con el consiguiente cambio hacia una actitud negativa. La misma reacción puede ser producida de entrada por algo que la persona haga, o el cómo lo haga. ¿Cuántas veces, por ejemplo el solo hecho de que una persona esté fumando nos vuelve negativos hacia ella, debido a nuestro sentimiento de desaprobación? Lo que la persona hace influye en nuestra actitud. Una persona puede estar comiendo, cosa que no desaprobamos en sí misma, pero sí rechazamos cómo come; nuestra actitud es afectada nuevamente como consecuencia. 

De manera que valuamos constantemente a las personas a través de estas cinco áreas en nuestra vida de relación. Sin embargo, debemos tener muy en cuenta que, así como nosotros juzgamos a los demás a través de estas cinco áreas, ellos nos juzgan a nosotros. Esto significa que, en nuestro trato con los demás, tanto nuestra actitud como la de aquel que tengamos delante de nosotros serán claves en cualquier conversación que entablemos. Una de las evidencias más claras de una actitud negativa en el trato con los demás es la que se manifiesta en la crítica o en la queja; la tendencia natural a ver lo que está mal y no apreciar lo que está bien. 


Cuando un niño llega de la escuela con su boletín de calificaciones y se lo presenta a uno de sus padres, ¿qué es lo Primero que éste comenta? ¡Así es! ¡La calificación baja! Lo hace porque esa mala nota apela a esa actitud negativa de ver lo que está mal. Pero, ¿cómo responde el hijo? ¿Coincide con el padre respecto de su mala conducta? Lo más probable es que no lo haga. Muy por el contrario, él también se pondrá en una actitud negativa justificándose con un sin número de argumentos que, con toda creatividad, irá presentando en defensa de su posición, dificultándole al padre la solución del problema por no reconocer su error. En cambio, si el padre empezara por comentar lo que está bien (y siempre hay algo bueno cuando lo buscamos con la correspondiente actitud
positiva), partiría de una base positiva sobre la cual podría edificar junto con su hijo. Podríamos ilustrar esto de la siguiente manera: 

Enfoque Negativo Padre: «¿Pero cómo? ¿Otra vez un 3 en Historia? ¡ Siempre el mismo inútil! ¿No te da vergüenza? ¡Con todo el sacrificio que hacemos para mandarte a la escuela!» (etc., etc.). Hijo: «Pero papá, ¿no ves que tengo muchos deberes para hacer, que no tengo tiempo de estudiar todo, que la maestra no nos sabe enseñar, que el compañero de banco siempre me distrae, que estuve enfermo el día de la prueba y que etc., etc.,. etc.?» Padre: No sé..... No sé... Ya no sé qué hacer contigo para que estudies 

Enfoque Positivo Padre: Veo que te sacaste un 8 en Aritmética. ¡Muy bien hijo! ¡Te felicito! ¡Estoy orgulloso de tu logro! ¿Cómo hiciste para sacarte una nota tan buena? Hijo: Y papá, imagínate. Me esforcé mucho, estudié todos los días, hice todos los deberes, me dediqué mucho. Padre: ¡Qué bien, hijo! ¡Así es como se progresa! Ahora, aquí veo que en Historia no te ha ido tan bien. ¿Qué fue lo que pasó? 

NOTA: Habiendo establecido una base positiva al comentar y señalar lo que está bien, el padre apela a lo positivo en su hijo. Al partir de esa base, es muy probable que el hijo le responda positivamente, y colabore con el padre para resolver juntos el problema. Hay una ley física que dice que a cada acción le corresponde una reacción opuesta de igual intensidad. ¡Cuán cierta es esta verdad en nuestro trato con los demás! Si nos acercamos a una persona con una actitud negativa, lo más probable es que reaccione negativamente. 

En cambio, si iniciamos una conversación con una persistente actitud positiva, aun cuando la otra persona esté negativa, terminará con una actitud positiva por la influencia de nuestra acción. Volviendo a la ilustración del niño escolar, tengamos en cuenta que ya se ha condenado a sí mismo por esa mala nota al presentarle el boletín a su padre. Con toda seguridad, su mayor deseo sería cambiarla o solucionar el problema de alguna forma, si le fuera posible. Pero si de entrada su padre lo encara con un reproche, el niño reaccionará negativamente, defendiéndose. Pero si lo encara positivamente, partiendo de una base positiva, el padre demostrará ser un líder que tiene sus ojos puestos en la solución y no en el problema.

Si debemos amar a nuestro prójimo «como a nosotros mismos», la actitud que tiene Dios para con nosotros debería trascender hacia los demás. La enseñanza es, entonces, que debemos tener muy en cuenta que las actitudes definen el resultado del trato con las personas y que, por lo tanto, para tener éxito en nuestras conversaciones con los demás debemos:
  1. Examinar nuestra propia actitud hacia la situación o la persona, y determinar si es positiva o negativa.
  2. Si nuestra actitud fuere negativa, deberemos transformarla en positiva, mirando a la otra persona desde la perspectiva de Dios, con su amor y misericordia.
  3. Debemos tener en cuenta cuál es la actitud de la persona con la cual vamos a tratar.
  4. Acercarnos a la persona de acuerdo con la actitud que manifieste. Si fuere negativa, proponernos transformarla en positiva.
El versículo citado al comienzo de este artículo resume el pasaje que comienza en el versículo 5, y que habla sobre las actitudes del viejo hombre, las que el cristiano debe dejar (v. 8) y las del nuevo hombre, de las cuales se debe vestir (v. 12). En ese pasaje se nos exhorta a «vestimos» como escogidos de Dios, santos y amados (v. 12). Si para Dios somos «escogidos, santos y amados», ciertamente esto debería afectar nuestra actitud hacia nosotros mismos en la gracia de Dios. Si debemos amar a nuestro prójimo «como a nosotros mismos», la actitud que tiene Dios para con nosotros debería trascender hacia los demás. Las actitudes mencionadas en el pasaje son: entrañable misericordia, benignidad, humildad, mansedumbre, paciencia, soportándonos y perdonándonos unos a otros teniendo en cuenta lo mucho que Cristo nos ha perdonado. Si tenemos este sentir, influiremos, para el Señor, en las actitudes de los demás.

SOLO PARA MUJERES



Con el lenguaje caracteristico de esta fenomenal comunicadora social, Amber Nogueras nos presenta de forma clara y sencilla, el plan de Dios para la mujer actual. Si su anhelo ha sido ser una mujer de Dios, pero nunca ha sabido como serlo plenamente,
Amber le ayudara a romper muchos de los moldes creados por la sociedad y encontrar libertad para su vida.
al saber como fuiste creada encontraras tu libertad...

LAS 4 PUERTAS


Las páginas de este libro nos conducen a llevar sanidad a las áreas que todo ser humano necesita.

En este libro encontrarás una manera sistemática y organizada de ministrar sanidad interior a las personas oprimidas por el diablo, heridos en sus emociones y atados en su vida espiritual.

El modelo de las cuatro puertas es una manera práctica y sencilla de llevar sanidad en las cuatro grandes áreas de todo ser humano, la heridas de la infancia, la puerta del ocultismo, la herencia espiritual y la puerta del pecado.

Hasta hace algunos años, en las iglesias se ministraba solo liberación, entiéndase el echar fuera demonios; en la sanidad interior la meta no es esta solamente, sino que el espíritu santo sane toda herida del alma.
Este modelo ya está funcionando en muchos países de latinoamérica, ee.uu., alemania, españa, etc.

En la argentina más de 20,000 personas hasta la fecha han experimentado la sanidad interior, y miles de congregaciones lo están aplicando con un enorme éxito.

Cuando Dios reveló este modelo al pastor Bernardo Stamateas, inmediatamente lo compartió con todo el pueblo de Dios, ya que en la última etapa de la historia de la iglesia se levantará como una iglesia poderosa, con toda autoridad, y con un pueblo sano por el poder del Espíritu Santo.

MENTE DE ESCLAVO


Este libro describe y analiza con toda dureza, pero a la vez con el máximo amor, la personalidad y conducta del «esclavo mental, un personaje común en nuestras iglesias: a saber: el chismoso, el quejoso, el peleador, el mediocre, el conformista…Y propone soluciones para liberarlo de su esclavitud con la ayuda del poder de Dios

«Si permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (Jn. 8: 31 y 32).

Estas palabras de Jesús, que leemos en Juan,constituyen uno de los textos más conocidos y memorizados del Evangelio; la mayor partede creyentes lo conocen y lo citan repetidamente…
Y, sin embargo, son pocos los que lo aplican a sus vidas. Muchos hay que viven encerrados en una cárcelmental, sin puertas ni cadenas, viviendo como «esclavos» en un «Egipto» imaginario de temores y prejuicios; incapaces de cruzar el «Jordán» y entrar en la «tierra prometida» que Dios ya nos ha entregado.



LA VERDAD ATRAS DE HALLOWEEN


1. Una definición simple

“Es una fiesta que se hace durante la noche de cada 31 de octubre, consistente en gente que se disfraza con atuendos, mascaras, y todo tipo de vestimenta que tenga que ver con figuras alusivas a la muerte y el terror.

Es básicamente una fiesta de disfraces, en donde los niños salen a pedir regalos por las casas, la comunidad se reúne para mostrar sus mejores disfraces, en fin, una oportunidad para juntarse con todas las personas queridas y pasar un buen rato en torno a una fiesta muy llamativa.” Para toda la gente, ésta es la respuesta… Los psicólogos y especialistas recomiendan celebrar esta fiesta, ya que según dicen ellos es saludable ya que nos enfrenta a nuestros propios temores y nos hace reflexionar en temas tan importantes como es la muerte… Muchos presentarán defenza de este asunto de esta manera...ahora, estamos listos nosotros para presentar defenza de nuestra Fe?...
2.- Historia, el origen de Halloween [1] Halloween no es una fiesta propia de los tiempos modernos originaria de los Estados Unidos, como muchas personas lo creen. Esta es una celebración que se viene haciendo hace miles de años. La fiesta de Samhain Halloween, es nada más que el nombre nuevo de una fiesta que antiguamente se llamó “Samhain”. Esta fiesta la crearon los antiguos habitantes que ocuparon Galia y las Islas Británicas, los cuales fueron los Celtas. Los Celtas, como todo pueblo pagano, tenían una religión y creencias muy particulares. La religión de ellos era el “Druismo”, y sus sacerdotes se hacían llamar “druidas”, los cuales tenían todo el poder administrativo y religioso sobre todo su pueblo, siendo su centro de actividades Stonehenge por mucho tiempo.

Ruinas de los Celtas: Ruinas Celtas de Stonehenge -------------------------------------------------------------------------------- Stonehenge es un sitio antiguo emblemático de Inglaterra. Está en el sureste, cerca de Salisbury, más o menos a dos horas de Londres en automóvil. El sitio tiene una edad estimada en cuatro mil años, y porque se construyó queda un misterio al día de hoy. Las piedras vienen de hasta 280 kilómetros de lejos! Ese sitio servía a realizar sacrificios humanos al universo. Este lugar forma un sitio triangular, que no es mucho más que un campo inglés con piedras encima. Pero con mucha historia ocultista que sobrevive hasta el día de Hoy con el nombre de Halloween. En la religión druida, se tenía la costumbre de celebrar a su dios pagano Samhain, durante la noche del 31 de Octubre de cada año. En aquella noche se celebraba, en términos religiosos, al “señor de la muerte” (Samhain), ya que en esta época empezaba el invierno, una época fría y oscura. Como era el comienzo de la época oscura en aquella región europea, esta celebración, además de significar el fin de año celta, significó la celebración a la muerte y a todos los espíritus de los difuntos, que según se creía, volvían a sus antiguas moradas terrenales.Esta era la época propicia para todo tipo de hechizos, magia, adivinación y todo tipo de actividad paranormal. Acerca de los ritos practicados, pocos antecedentes hay al respecto. Pero hay elementos que se conocen, los cuales han sobrevivido a través del tiempo. Trato o truco (treat or trick) Los sacerdotes druidas iban de casa en casa exigiendo alimentos y vírgenes para ofrenda a su dios Samhain en el festival de la muerte. Si se los daban se hacía un trato (treat) y se iban en paz. Si la gente de la aldea no daba a los druidas el alimento o persona que exigían, se lanzaba una maldición sobre la casa entera y según ella, alguien de esa familia moriría ese año. Esa era la trampa o treta (trick). Este es el origen de la tradición consistente en pedir dulces y golosinas por las casas (“Trick or treat”). Antes eran sacerdotes los que tenían este oficio; ahora son niños. La llegada de los romanos. Este culto se mantuvo inalterable durante mucho tiempo en la cultura céltica hasta el año 46 a. C., tiempo en que se produjo la invasión del Impero Romano. Los romanos, tras conquistar Gran Bretaña, añadieron a “Samhain” (actual “Halloween”) elementos de la fiesta de la cosecha celebrada el 1 de noviembre en honor a Pomona, diosa de los frutos. Pomona, diosa de los frutos. A estas dos celebraciones paganas que se juntaron, mas tarde se añadió un nuevo elemento: El cristianismo católico romano. El día de Todos los Santos De estos tres elementos que se mezclaron (Druidas, Romanos y Católicos), nació la fiesta que hoy en día conocemos como “Día de todos los Santos”, celebrada el 1 de noviembre de cada año, según lo estableció el papa Gregorio IV, en el año 835, con el pretexto de celebrar a todos los mártires y santos de la Iglesia Católica Romana. Lo cierto es que la política de la Iglesia cristiana romana en esos tiempos consistía en sustituir los ritos paganos por los cristianos, haciendo una mezcla, para hacer que todos los pueblos sometidos al Imperio siguieran con sus antiguas costumbres, y así, evitar una eventual sublevación. De esta manera, los descendientes de los celtas pudieron seguir celebrando el festival de “Samhain”, con un nuevo nombre: “Día de todos los santos”, que en ingles se traduce como “All Hallows Day”. En Gran Bretaña e Irlanda se celebró esta fiesta en el día 1 de noviembre, (“All Hallows Day”), pero a la víspera (31 de octubre) se le llamó “All Hallows Even", lo que mas tarde pasó a llamarse en lo que hoy día conocemos como “Halloween”. De esta manera, los católico romanos celebraban el 1 de noviembre como un día sagrado, facilitando las cosas para que los paganos celebraran la víspera (31 de octubre), para celebrar a su dios de la muerte, Samhain. De Europa a América. Esta costumbre llegó a América tras la emigración de los irlandeses hacia el año 1.800, quienes introdujeron esta celebración, muy popular en Estados Unidos, y que ya ha sobrepasado sus fronteras. Varios son los elementos que unen a la antigua fiesta druida con la actual Halloween. Ya vimos de donde nació la tradición de buscar dulces por las casas del vecindario, también tenemos elementos como la calabaza tallada con figuras de caras, las cuales se asemejan a los nabos tallados con una vela en su interior que transportaban los sacerdotes druidas durante la noche. Halloween y los satanistas Halloween, hoy en día, es una de las principales fiestas oficialmente celebradas por los satanistas, ocultistas, y adoradores del diablo como la víspera del año nuevo de la brujería. Anton Lavey, autor de la “biblia satánica”, dice que hay tres días sumamente importantes para todo satanista: el 30 de abril, su cumpleaños y el día mas importante de todos: Halloween. La iglesia satánica asume como suya esta fecha. Algunas de las fechas importantes para los satanistas son:
Del 5 al 30 de Septiembre: Ayunan para buscar la voluntad de Satanás.
27 de Septiembre: Elección de sacerdotes confesores, para escritos en el libro “el Macho Cabrio”
4 de Octubre: Ritual para maldecir el cuerpo de cristo.
Del 15 al 20 de Octubre: Reunión de los devotos para preparar el día de Sanhaim.
Del 21 al 25 de Octubre: Reflexión, disciplina, ayunos y mantras. 26 de Octubre: Ritos tradicionales. 27 de Octubre: Confesión de los pecados contra Satanás.
28 de Octubre: Bendicen a los integrantes de los grupos satánicos.
30 de Octubre: Ritos bautismales.
31 de Octubre: Comienzo del año satánico.

Del 2 al 9 de Noviembre: Bodas satánicas. Los integrantes de la iglesia de Satán, deben de vestir ropas de halloween el día de su cumpleaños, entre otras festividades. Cada vez que se visten ropas de halloween se está participando en prácticas ocultas dedicadas a Satanás. Es un hecho que ocurre año tras año, que cada vez que llegamos al 31 de octubre, siempre en los noticiarios se reportan muertes, desapariciones y tragedias por dondequiera, más que en cualquier otra fecha. Todo esto no es casualidad.
4.- Halloween y los cristianos
Halloween no es una simple e inofensiva fiesta de disfraces para niños…eso es lo que aparenta, pero es un gran engaño. Satanás el diablo, jamás se presentará a nosotros como lo que realmente es: un ser espantoso. Se vestirá como ángel de luz, usando su técnica favorita: el engaño. “Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz.” (2Corintios 11:14) siempre digo, los hijos son herencia de Jehová según lo indican las mismas escrituras en el libro de los Salmos, y como herederos de este galardón que son los hijos, debemos responder antes Dios por ellos. “No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas…” (Deuteronomio 18:10-12) Aprendamos la lección de Israel, cuando todo el pueblo fue amonestado de parte de Dios porque comenzaron a seguir las costumbres y festividades de otros pueblos extranjeros: “Y sabréis que yo soy Jehová; porque no habéis andado en mis estatutos, ni habéis obedecido mis decretos, sino según las costumbres de las naciones que os rodean habéis hecho.” (Ezequiel 11:12)
Conclusión En definitiva, la verdad es que Halloween es una fiesta de carácter religioso - pagano, y cualquiera que participe de ella con sus disfraces o dulces, estará desagradando al Dios creador, y adorando sin saberlo, al señor de la muerte. Uno de mis versículos favoritos es justamente este: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento.” (Oseas 4:6)

Antes de que nuestro Adversario el diablo, gane ventaja en el corazón de tus hijos, te invito a invadirlo de la bendita palabra de Dios, y aún cuando sean mayores , no se apartarán de ella.

COMO PUEDES ESTAR DURMIENDO?


El mundo está en medio de una crisis. Las grandes potencias ven destruirse delante de ellos los bastiones que sostenían su esperanza,aquellos en los cuales habían invertido todos sus recursos. El capitalismo, el sistema económico que prometía recompensar con ganancias el esfuerzo y la empresa personal ha fracasado.

Los gobiernos de los países símbolos del capitalismo están tomando acciones similares a las de aquellos gobiernos socialistas que ellos mismos habían criticado o combatido en el pasado. El militarismos como doctrina de poder también ha mostrado su ineficiencia; la ansiada paz mundial sostenida por naciones con un poderío militar nunca se ha podido alcanzar.

Por otro lado, las naciones y pueblos con menos recursos militares, pero con pasión nacionalista o extremismo religioso, han logrado contener el poderío militar. La democracia como sistema de dominación se encuentra en escrutinio, «el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo» no es más que una caricatura dibujada por aquellos que han sabido jugar las piezas políticas, y el sistema que intentaba dar voz al pueblo lo ha amordazado. ¿Dónde está la Iglesia?, ¿dónde se encuentra escondido el instrumento de Dios cuando el mundo está en crisis? Nuestros países también han sido alcanzados por esta crisis. Además de la crisis financiera y de la falta de credibilidad en nuestras instituciones nos encontramos ahora en medio de un tiempo de incertidumbre, corriendo en busca de la justicia, aunque esta parece escaparse de nuestras manos. Unos a otros nos echamos la culpa; con facilidad buscamos la paja en el ojo ajeno, pero… parece que ninguno de nosotros quiere ver la viga en su propio ojo.

Todos están corriendo de un lado para otro buscando alguna respuesta a las preguntas más comunes que surgen siempre que surge una crisis o una circunstancia inesperada: ¿Por qué sucede esto?... ¿Qué podemos hacer?... y… ¿existe alguna esperanza?

Unos tras otros, tecnócratas y futuristas, se turnan para enunciar sus respuestas. Por aquí los economistas afirman que se trata de un ciclo del mercado; por allá los financieros abogan por un nuevo sistema monetario, y, por todos lados, los presidentes echan la culpa a los que les precedieron; los empresarios se apresuran a pedir nuevas ventajas legales para sus negocios. Todos tienen razón, pero sus razones no nos sirven para nada. El ciudadano común y corriente solo entiende las razones simples: cuando el saldo de la chequera del banco no iguala a la suma de su lista de pagos, cuando no logra salir a la calle sin sentir temor o no puede confiar plenamente en sus autoridades.

El libro de Jonás nos presenta una historia que reproduce una situación parecida a la que nos aqueja a nivel mundial. Cuando leemos el primer capítulo del libro, pareciera que el mundo se está planteando una nueva pregunta. No se verbaliza, pero se percibe a medida que la gente entra en la crisis: ¿dónde está la Iglesia?, ¿dónde se encuentra escondido el instrumento de Dios cuando el mundo está en crisis? ¿En qué se ocupan sus siervos cuando deberían estar respondiendo a las preguntas cruciales del mundo?

Jonás ilustra esta realidad. La escena que presentan los versículos 1.5–6 es alarmante: los marineros y pasajeros de aquel barco están en medio de una tormenta, una situación tan desesperada que cada uno comenzó a clamar a su dios en busca de respuestas. Hombres, mujeres y niños por igual infructuosamente tiran cosas por la borda. Primero arrojan lo superfluo, luego lo importante y, finalmente, acaban botando aun lo esencial, pero ningún esfuerzo ayuda a resolver la situación. Todos están desorientados, sin respuesta. De pronto descubren algo terrible: Jonás se había retirado al fondo de la nave y duerme plácidamente. El capitán del barco le hace una pregunta lapidaria que recoge la decepción, el desconcierto y la indignación de toda la gente: «¿Cómo puedes estar durmiendo?» (1.6) .

Esta pregunta explica de la mejor manera el porqué de este antiguo libro; pareciera que el capitán personifica al Señor que pregunta a Jonás, en su momento, y a la Iglesia en la hora presente: «¿cómo puedes estar durmiendo cuando hay miles de personas que no son capaces de distinguir entre lo bueno y lo malo?» (1.2, 4.11); «¿cómo puedes estar durmiendo cuando el juicio de Dios se cierne sobre aquellos que desobedecen su mandato?» (1.4, 2.3, 4.8) y «¿cómo puedes estar durmiendo cuando el mundo está en caos y todos buscan por sus medios resolver la situación y solo el pueblo de Dios tiene las respuestas?» (1.5, 13).

El capitán de la historia de Jonás debería cobrar vida el día de hoy y preguntarle a la Iglesia en cada rincón del mundo: «¿Cómo puedes estar durmiendo? ¿Cómo te escondes en el fondo de la Iglesia a cantar, a gozar de la comunión con los hermanos? ¿Cómo no tienes compasión de los que sufren?»

Pareciera que, al igual que Jonás, la Iglesia ha caído en una trampa. En los últimos años, estimulada por un crecimiento numérico, ha sido cautivada por el espíritu del mundo. Al igual que en Wall Street, se premió la eficiencia y la efectividad, pero basada en los mismos valores: crecimiento económico, ampliación del mercado, fijación de la marca, desarrollo de nuevos segmentos de mercado. Ahora, sin embargo, cautiva en su trampa, la Iglesia se ve impotente, incapaz de resolver sus propios problemas al ver caer sus índices. Acaba ocupada en tirar todo lo que puede para salvar el barco, mientras el mundo se pregunta ¿cómo puede la iglesia estar durmiendo?

El libro está lleno de lecciones para los cristianos en particular, como para la Iglesia en general. Estas lecciones nos ayudan a sacudirnos la pereza, despertar de nuestro sueño y comenzar a cumplir el papel que la Iglesia está llamada a desempeñar en momentos como estos. «¡Quién sabe si no has llegado … precisamente para un momento como este!» (Ester 4.14) nos preguntaría Mardoqueo.

¡Levántate! ¡Clama a tu Dios! (1.6) El capitán del barco pronuncia estos dos imperativos en medio de la desesperación, al ver que nada funciona. Parece que, en el momento de crisis, la gente se vuelve a su dios con la esperanza de ser oída. Sin embargo, aquel que está durmiendo sobre la carga, él sí tiene la posibilidad de ser oído por el único y todopoderoso Dios. De él podría ser el testimonio del salmista: «En mi angustia clamé al Señor, y él me respondió» (2.2). Tiene entrada al mismo trono de Dios para interceder por aquellos que se encuentran en medio de la crisis. De hecho, más adelante no dudaría en declarar: «mi oración llegó hasta ti, hasta tu santo templo» (2.7). Él es el único en aquel lugar que tiene la respuesta a la crisis porque sabe que «¡la salvación viene del Señor!» (2.9), pero… está durmiendo. La oración que Dios oye debe ir acompañada de una acción deliberada a negarse a satisfacer los deseos egoístas.La oración escuchada, sin embargo, tiene que cumplir con características específicas que Dios presenta en este pasaje: Debe ser sincera. Jonás lo describe bien «En mi angustia clamé al Señor». Interesantemente, también los ninivitas lo perciben cuando, al escuchar el anuncio del juicio de Dios, «proclamaron ayuno» (3.5), y también cuando su rey les instruyó: «hagan duelo y clamen a Dios con todas sus fuerzas» (3.8). Esta es la oración que Dios escucha, no aquella tímida, cohibida, llena de fórmulas. La persona de corazón sincero reconoce que ¡se juega la vida al orar!

Otra característica es que debe ir acompañada de arrepentimiento y conversión. Jonás lo aprende en el vientre del pez cuando declara: «He sido expulsado de tu presencia, ¿cómo volveré a contemplar tu santo templo?» (2.4). El rey de Nínive evalúa la situación y establece que la crisis, la destrucción, es resultado de su mal proceder y su pecado. Así lo señala en el decreto que dicta para el pueblo: «Ordena así mismo que cada uno se convierta de su mal camino y de sus hechos violentos» (3.8). Esta crisis demanda una evaluación concienzuda de nuestro actuar como personas, como familias, como iglesias y como nación. Debemos hacer duelo, clamar a Dios, pero, sobre todo, apartarnos de nuestro mal camino (2Cr 7.14). La oración que Dios oye debe ir acompañada de una acción deliberada a negarse a satisfacer los deseos egoístas.

El tiempo de abundancia, la prosperidad y el éxito arrastraron al mundo al consumismo, al desperdicio, a oprimir al pobre, a la depredación de los recursos naturales en aras del progreso, desarrollo y mejoramiento, los cuales se tradujeron siempre en satisfacción de innumerables deseos egoístas (Stg 5.4–6). La ética del mundo también cambió; lo bueno y lo malo no se definieron más a lo que agrada a Dios, sino al hecho de que produjeran ganancias y si estas eran abundantes. El mundo debe arrepentirse de este mal proceder, que Dios juzga y castiga.

Sin embargo, la Iglesia también ha sido arrastrada por este mismo pecado. La ley de siembra y de cosecha, la prosperidad como medida de espiritualidad, la medida de éxito y el llamado a las ofrendas han sido tergiversados para abusar de la buena fe de los creyentes, para despojar a las viudas y a los pobres de sus últimos recursos, como también para confundir a los ricos y poderosos, financiando construcciones, empresas personales y negocios millonarios, disfrazados como «la obra de Dios». De esto también debemos arrepentirnos y convertirnos de nuestro mal proceder, para volver a cuidar al pobre, a la viuda, a los huérfanos (Hch 4.34; Stg 1.27; 1Jn 3.17–22). Deberá llegar el momento en que entre nosotros no haya quien tenga necesidad o pobreza extrema, porque solo así, Dios escuchará nuestras oraciones. ¿Qué es lo que has hecho? (1.10) Los marineros, luego de haber escuchado la historia de Jonás, y, sobre todo, de su deliberada acción de huir de Dios, lo animaron, con la desesperación de aquellos que estaban sufriendo las consecuencias de su mal proceder, a arrepentirse, a reflexionar sobre las consecuencias de su rebelión contra Dios. Ver una situación desde la perspectiva de Dios cambia significativamente la percepción para aquellos que están en crisis. Los marineros, que en medio de la crisis que comenzaron invocando a cuanto dios conocían, terminaron volviendo su rostro al Dios verdadero y temieron a su justicia y a su poder.

Jonás, por su parte, es confrontado con si mismo en el vientre de aquel pez, movido a clamar por perdón y misericordia a Dios: «en mi angustia clamé al Señor» (2.2) testifica. Reflexiona acerca de su situación presente y las consecuencias de su pecado: «he sido expulsado de tu presencia». Finalmente, resume su situación, su acción y la respuesta de Dios cuando confiesa: «Al sentir que se me iba la vida, me acordé del Señor» (2.7) El examen personal, la reflexión de la situación desde la perspectiva de Dios y el arrepentimiento son necesarios para que nuestra oración llegue hasta el Señor.

¡Anda, ve y proclama! (1.2, 3.2) Sin duda Jonás es un hombre nuevo, tanto en su interior como en su apariencia física. El pez lo vomita en tierra firme y, acto seguido, escucha nuevamente la misma instrucción que había ignorado: «¡Anda, ve y proclama!». El nuevo Jonás sale ahora en dirección a Nínive y, al llegar, comienza a proclamar en la ciudad el mensaje que Dios le había dado. Al leer el capítulo 3, confirmamos que Jonás era el escogido a quien Dios había preparado para esta tarea.¡Nuestro egocentrismo nos impide ver al mundo como Dios lo ve! Centrarnos en nosotros mismos nos lleva a perder la perspectiva.

Los ninivitas son confrontados a través del mensaje de Jonás y movidos a ver la situación y la crisis desde la perspectiva en que Dios la ve. Entienden que lo que sucede no es un accidente de la naturaleza, ni de las finanzas; no es un ciclo del mercado, ni un catarro pasajero de la bolsa de valores. Ellos entienden que todo lo que está a punto de pasar es por causa de su maldad. Entonces el pasaje relata que «le creyeron a Dios, proclamaron ayuno y, desde el mayor al menor, se vistieron de luto en señal de arrepentimiento» (3.5). La escena que vemos aquí es inaudita. Sería propio esperar tal reacción y respuesta del pueblo amado de Dios, pero, ¡oh sorpresa!, esta respuesta surge de un pueblo cuya maldad había colmado la paciencia de Dios y cuyas vidas habían sido condenadas a la destrucción.

¿Cuál fue el mensaje de Jonás? ¿Cómo fue su predicación? ¿Qué estilo y metodología utilizó? No lo sabemos. Lo realmente importante es que su mensaje inició un movimiento de arrepentimiento que llegó, no solo a todos los rincones de Nínive, sino que también afectó a todos los niveles de la sociedad. El movimiento que vemos aquí es un verdadero avivamiento en Nínive; tan genuino que el escritor refiere su resultado con las siguientes palabras: «Al ver Dios lo que hicieron, es decir, que se habían convertido de su mal camino, [Dios] cambió de parecer y no llevó a cabo la destrucción que les había anunciado» (3.10).

Jonás exhibe características relevantes que son necesarias para aquellos a quienes Dios ha llamado para «ir y proclamar». En primer lugar, Jonás utilizó una clara y efectiva estrategia de proclamación, no solo en la forma sino, en especial, en el contenido «se fue internando en la ciudad … mientras proclamaba».

Jonás fue capaz de ingeniárselas de tal manera que logró que, en menos de cuarenta días, cada una de las personas que había escuchado el mensaje lo entendiera y fuera confrontada a actuar en consecuencia. Consiguió que el contenido del mensaje llegara a oídos del propio Rey. No fueron noticias de un alarmista que los visitaba, un saboteador, un loco que andaba por las calles asustando a los Ninivitas; tal como consta en el testimonio escrito, el mensaje llegó al trono con el mismo poder, la misma claridad y autoridad con que se estaba escuchando en cada uno de los cuatro costados de Nínive.

Finalmente, articula con claridad la demanda de Dios de modo que el rey se baja de su trono, se sienta en el suelo, se rompe sus ropajes reales y echa ceniza o tierra sobre su cabeza; y todo esto, a la vista de sus súbditos. Hay una respuesta individual del pueblo, de las familias que una a una se van sumando al ayuno y al clamor, pero la maldad de Nínive demanda también una respuesta oficial y esta es la que vemos en el decreto que se transcribe en los versos 3.7–9. Tal como se puede imaginar al leer este pasaje, el pueblo entero estuvo en un constante clamor de arrepentimiento y contrición delante de Dios con una sola esperanza: «¡Quien sabe! Tal vez Dios cambie de parecer, y aplaque el ardor de su ira, y no perezcamos» (3.9).

Esta es la razón por la que existe la Iglesia como pueblo de Dios en un mundo en crisis, en un mundo como el que hoy nos toca vivir a cada uno de nosotros. La Iglesia no está llamada a dar respuestas económicas, administrativas, filosóficas o comerciales. Cientos de personas están lanzando sus tesis, presentando este tipo de propuestas. La respuesta que la Iglesia pueda dar responde a su naturaleza. La Iglesia debe articular una respuesta clara y contundente que muestre que Dios es soberano «sobre el mar y la tierra firme» (1.9), Dios es justo y su juicio es real y verdadero sobre aquellos que «abandonan el amor de Dios» (2.8); Dios es compasivo y llega a usar misericordia con aquellos que, con sinceridad, se «convierten de su mal camino y de sus hechos violentos» (3.8). Siempre termina su historia con la misma pregunta: «¿No habría yo de compadecerme?» (4.11).

¿Tienes razón para enfurecerte tanto? (4.4) Esta pregunta nos anticipa la última lección que este libro contiene. El libro de Jonás también nos evidencia que, como siervos del Señor llamados a una tarea especial siempre estamos en riesgo de caer víctimas de nuestro propio ego. El peor enemigo del siervo es él mismo.Centrarnos en nosotros mismos nos lleva a perder la objetividad. Nos conduce a que juzguemos a los demás y sus acciones de manera más estricta que el juicio que emitimos sobre nuestras propias acciones. Jonás evidencia esa falta de objetividad en la contradicción que él mismo enfrenta en su libro. Jonás ora sólo dos veces: la primera de ellas es para pedir compasión de Dios para él (2.1) y la segunda, para reprochar la compasión de Dios para con los demás (4.2). ¡Nuestro egocentrismo nos impide ver al mundo como Dios lo ve! Podrá la Iglesia darle la respuesta acertada a un mundo que está en crisis?, ¿tendremos el valor de levantarnos, salir de nuestros «guetos evangélicos» y acercarnos más y mejor al mundo? Centrarnos en nosotros mismos nos lleva a perder la perspectiva. No somos capaces de ver cuán pequeños somos comparados con Dios. La actitud desafiante de Jonás ofrece evidencia de esto cuando «salió y acampó al este de la ciudad. Allí hizo una enramada y se sentó bajo su sombra para ver qué iba a suceder con la ciudad» (4.5) El pasaje puede darnos dos posibilidades: la primera, que este sea un desafío al carácter compasivo de Dios, en cuyo caso la explicación sería que Jonás fue allí a esperar que el Señor cumpliera su palabra de destruir a Nínive. Otra posible respuesta es que, confundido, como está, por la actitud de Dios, va a aquel lugar en espera de que el Señor haga algo que le permita entender la manera como Él actúa con los hombres. Ambas perspectivas nos muestran el mismo problema: la pérdida de perspectiva del siervo en su acercamiento con Dios para ver la grandeza de Dios y la pequeñez del hombre, aun cuando este sea su siervo.

Centrarnos en nosotros mismo nos lleva a perder la compasión. No somos movidos a mostrar el amor incondicional con el que Dios se relaciona con nosotros. Dios aún no ha terminado con su siervo y le enseña que, por estar muy preocupado por sí mismo, ha perdido la capacidad de compadecerse por los de Nínive. No es que Jonás no posea compasión, pues él la siente por su arbusto. No obstante, su compasión por el arbusto solamente está relacionada con el beneficio que este le otorga: comodidad y satisfacción.

El libro termina con una pregunta: «¿No habría yo de compadecerme?» (4.11). Dios ha tenido compasión de Nínive pero también de su siervo, para mostrarle a él y a nosotros, en esta época de nuestra vida, que nos ha dejado una tarea por delante y que, si bien esta nos supera, podemos cumplirla cuando nos levantemos, nos arrepintamos, cumplamos la obra de Dios y nos cuidemos a nosotros mismo para no caer. ¿Podrá la Iglesia darle la respuesta acertada a un mundo que está en crisis?, ¿tendremos el valor de levantarnos, salir de nuestros «guetos evangélicos» y acercarnos más y mejor al mundo? ¿Seremos capaces de articular las respuestas eternas de Dios en términos y lenguajes que sean cultural y lingüísticamente amigables para el mundo? Sin duda, la respuesta está en manos de la Iglesia. La pregunta, sin embargo, ya ha sido lanzada: «¿Cómo puedes estar durmiendo?»

MARTA O MARIA?


Cuando leo este pasaje surge en mi corazón cierta inevitable sensación de culpa. Me gustaría ser como María, pero la presión de la vida frecuentemente me lleva a ser más como Marta. Eso no quita que admire a María, pues me parece que ella representa el ideal al cual me gustaría arribar, la persona que logra desligarse de las interminables tareas de cada día para sentarse, absorta, a los pies de Cristo. En ocasiones, incluso, he utilizado la imagen de María para animar a algún hiperactivo a que intente reducir la intensidad de sus actividades para que pase más tiempo con el Señor. El problema es que mis mejores esfuerzos nunca parecen lograr el escurridizo equilibrio que tanto anhelo.

En la intimidad de mi corazón, sin embargo, confieso que considero a María poco práctica, desentendida de obligaciones que no se pueden ignorar. Entiendo el fastidio de Marta. Ella escogió una actividad menos «espiritual» que estar sentada a los pies de Cristo, pues... ¡alguien tenía que ocuparse de la comida! ¿O no?

Yo también llevo una Marta en mi corazón que me recuerda, a cada rato, que no me olvide de la familia, que no desatienda el trabajo, que asista a cuantas reuniones pueda, que realice las llamadas y escriba los correos que tengo pendientes. En fin, Marta no admite que existan momentos en que «pierda» tiempo, porque es tanto lo que aún queda por cumplir.

No se trata de elegir

¿Por qué nos dejaría Lucas esta historia si lo único que produce en es frustración? ¿El llamado de Jesús en ella consiste simplemente a lograr mayor equilibrio entre las responsabilidades de cada día y los momentos dedicados a buscar la presencia de Dios? Creo que un enorme porcentaje del pueblo de Dios, influenciados por la actual perspectiva de la vida espiritual entre los evangélicos, me darían la razón en lo siguiente: Esto es, precisamente, lo que Jesús quiso enseñar. El problema es que mis mejores esfuerzos nunca parecen lograr el escurridizo equilibrio que tanto anhelo.

Richard Foster, autor de «Alabanza a la disciplina», en otro libro describe a la perfección lo que yo experimento a diario:
«Dentro de nuestro ser existe un verdadero comité de personas. Está la tímida, la valiente, la administradora, la que es padre, la religiosa, la reflexiva, la activa. Y cada una de estas personas resulta ser obstinadamente individualista. No admite posibilidad de negociación o acuerdo. Cada una lucha desesperadamente por defender sus propios intereses. Si se toma la decisión de disfrutar de un momento de quietud en compañía de Chopin, la administradora y la responsable protestan airadamente por la pérdida de tiempo. La activa da a conocer su impaciencia y frustración, mientras que la religiosa nos recuerda las oportunidades de evangelizar o de estudiar la Palabra que se nos escapan…. Cómo no ha de sorprendernos que nos sintamos distraídos y tironeados. ¡Con razón vivimos bajo el peso de agendas recargadas e incesantes corridas!»

En la imagen que me presenta Lucas percibo que algo en la vida de Marta no funciona. Observo en su servicio una actitud de condenación hacia María y una expresión de reproche hacia al Señor, por avalar la aparente irresponsabilidad de su hermana, que resultan francamente desagradables. Ambas manifestaciones claramente revelan que algo en el corazón de Marta no está bien. Seguramente es allí donde debemos dirigir la mirada para descubrir el principio al que se refirió Jesús, cuando le dijo: «una sola cosa es necesaria».

La «cosa» necesaria

Cuando vuelvo a examinar el pasaje me doy cuenta dónde radica mi error. He pensado, seguramente arrastrado por la cultura activa de la que soy producto, que Jesús se refería a la acción de María. Según esta interpretación, es preferible estar sentado con Jesús que estar en la cocina preparando la comida. Como alguien tiene que ocuparse de la comida no encuentro la forma de aplicar esta verdad a mi vida.

La clave, sin embargo, parece que la ofrece esta frase: «pero Marta se preocupaba con todos los preparativos». Rápidamente realizo una búsqueda de la palabra «preocupaba» y descubro que, en griego, es la combinación de las palabras «peri» (hacia) y «spazo» (tirar, jalar). Algunas versiones utilizan el término «distraída», lo que me ayuda a entender que el problema aquí es falta de concentración. Marta ha dejado de prestarle atención al Señor porque los preparativos de la comida «tironean» su concentración, pidiendo que se enfoque exclusivamente en ellos. Es como si ella estuviera pensando: «o me quedo con Jesús o hago la comida, pero las dos cosas juntas ¡no las puedo hacer!»

De la errada perspectiva de Marta surge la pregunta que tantas veces he escuchado: «¿Está Cristo en primer lugar en tu vida?». La pregunta presupone que existen otros elementos o personas que pueden ocupar el segundo, tercer, cuarto o quinto lugar en mi vida. Pero el Nuevo Testamento no avala esta perspectiva, sino que afirma que Cristo es «la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo» (Ef 1.23). Es decir, no existe espacio en nuestra vida para otra persona que no sea Cristo.Si puedo estar concentrado en la persona de Cristo en todo momento, no es necesario identificar un lugar o una tarea actividad específica para lograrlo. Mi dificultad surge al creer que para estar enteramente entregado a Cristo debo abandonar mis quehaceres y, siguiendo el ejemplo de María, pasarme el día sentado en reflexión. Claro, desde esta perspectiva, ¿quién puede seguir al Hijo de Dios? Pero Jesús no le está enseñando esto a Marta, sino que le advierte a que no deje que los otros aspectos de la vida —preparación de la comida, limpieza de la casa, atención de la familia, responsabilidades del trabajo, actividades de la iglesia, deberes del ministerio, etcétera— atrapen de tal manera su interés que deje de prestarle atención a Cristo. Es decir, Marta bien se pudo haber dedicado a preparar la comida mientras seguía atenta al diálogo que Jesús sostenía con los demás. Escogió, sin embargo, que la comida ocupara toda su atención, desplazando la comunión con el Señor y empañando su perspectiva de lo que realmente era importante en el reino de los cielos.

Un nuevo camino

Si logro integrar el principio de estar enteramente concentrado en los asuntos del reino, cambiará radicalmente la forma en que vivo cada día. Descubriré, por ejemplo, que puedo muy bien practicar mi vida espiritual en medio del mal llamado «mundo secular», al que tanto miedo le guardamos los evangélicos. Si puedo estar concentrado en la persona de Cristo en todo momento, no es necesario identificar un lugar o una tarea actividad específica para lograrlo. Se trata, más bien, de una actitud interior en la que oriento todo mi ser hacia la comunión permanente con el Espíritu de Dios.

En el mundo de Marta no me queda más opción que ocasionalmente ubicar a Dios en las periferias de mi existencia, pues necesariamente tengo que atender otros asuntos de urgencia. María, sin embargo, me invita a permitir que Cristo sea el centro de toda actividad en que me involucro. No tengo que dejar lo que estoy haciendo para atender a Cristo, sino, más bien, permitirle que participe activamente en lo que yo estoy haciendo. De esta manera, me encuentre en el bus, en la cocina, entre amigos o en el trabajo, mi ser interior estará enteramente orientado hacia el Dios de mi salvación. Descubriré, en esta postura, una maravillosa fuente de comunión que le traerá orden y sentido a mi vida.

¿Se puede hacer el trabajo de Marta, mientras disfruto de la comunión de María? ¡Claro que sí!

SEGUROS EN CRISTO


“Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día.”2º Timoteo 1:12

Las inseguridades comienzan cuando dejo que mis emociones tomen el control y no la verdad de la Palabra de Dios. NO puedo estar segura en Dios… sino le conozco realmente. Pablo dice: “yo se en quien he creído y estoy seguro”. Cristo es nuestro fundamento sólido, inamovible. “Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; Y el que creyere en él, no será avergonzado” 1 Pedro 2:6 “¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su prop io Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” Romanos 8:31 al 39

1.Segura de mi salvación: Juan 10:27-29. Efesios 1:13

2.Segura de mi destino eterno.
1ºPe.1:3-4

3.Segura de ser su hija. Juan 1:12
4.Segura de la confiabilidad de Su Palabra y Sus promesas.
“Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones;” 2ªPe.1:19 5.Segura contra el ataque del enemigo. Efesios 6:11-17
6.Segura del control de Dios. “¿Quién será aquel que diga que sucedió algo que el Señor no mandó?” Lam.3:37 Leí en un libro estas palabras: ¿Tienes a Dios? Porque si le tienes, tienes todo el amor y la vida , toda la dulzura y la ternura- todo lo que puede satisfacer el corazón y deleitar la mente. Tenerlo a Dios es tenerlo todo, aunque se esté despojado de todo. El ser destituido de Dio s es ser despojado de todo, aunque se tenga todo.( F.B.Meyer)
7.- Segura de Su Provisión y cuidado Salmos 91:1 ,Salmos 119:50: Salmos 73:28 “Pero en cuanto a mi , el acercarme a Dios es el bien; He puesto en Jehová el Señor mi esperanza, para contar todas tus obras” . Hay tantas promesas, como arco iris de esperanzas , que nos ayudan a no mirar las dificultades que estorban nuestro camino sino poder ver el poder y la fidelidad del que hizo la promesa. Confía segura en Sus Manos. Él es la Roca firme, el fundamento sólido de nuestra vida.
“¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra”
Salmos 73:25

ENTENDIENDO EL PROPOSITO Y EL PODER DE LA MUJER

EN ESTE LIBRO EL AUTOR TRATA TEMAS VITALES COMO SON:
SON LOS HOMBRES Y LAS MUJERES IGUALES?
* COMO ES QUE UNA MUJER ES TAN DIFERENTE A UN HOMBRE?
* QUE ES LO QUE LA BIBLIA ENSENA REALMENTE ACERCA DE LA MUJER?
* ES LA MUJER LA CULPABLE POR LA CAIDA DE LA RAZA HUMANA?
* CUAL ES EL PROPOSITO Y EL DISENO DE LA MUJER?
* DEBEN SER LIDERES LAS MUJERES?, ETC.
PARA PODER ESTAR VIVIENDO EN FORMA EXITOSA EN EL MUNDO, LAS MUJERES NECESITAN UNA NUEVA CONSCIENCIA DE QUIENES SON, ASI COMO NUEVAS HABILIDADES QUE LES PERMITAN ENFRENTAR LOS RETOS DE HOY EN DIA.
SI USTED ES HOMBRE O MUJER, CASADO O SOLTERO, ESTE LIBRO LE AYUDARA A ENTENDER A LA MUJER EN LA FORMA COMO ELLA DEBE SER.

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COMO ORAR EL PADRE NUESTRO


El doctor Elmer Towns nos hace la siguiente pregunta: "¿Qué dirías si te escoltan ante el trono de Dios y sólo tienes un minuto para pedir todo lo que necesitas, pero no sabes cómo expresarlo en palabras? La oración del Padre Nuestro incluye todo lo que necesitas pedir cuando hables con Dios. Es la oración modelo que nos enseña cómo orar" .

En este fascinante y poderoso libro, el autor -ganador del premio Medalla de Oro- nos enseña cómo orar al estilo de Jesús. Él examina con profundidad cada línea de la Oración del Padre Nuestro, revelando lecciones que ayudarán a cada cristiano a experimentar diariamente una vida de oración cada vez más dinámica.