RECUERDA OLVIDAR



Aunque nunca he asistido a una de las reuniones de mi instituto de enseñanza secundaria, ¡he escuchado sobre ellas! Mis amigas me han contado acerca de compañeros de clase que siguen siendo de la forma que siempre fueron y de otros cuyas personalidades han cambiado por completo. Informan también que otros son más grandes -¡o más calvos!- y casi irreconocibles. Además, y tristemente, algunos que disfrutaron del éxito mientras estudiaban han seguido el camino del alcoholismo, sufrieron alguna incapacidad física o han enfrentado otras tragedias.

El pasado nos hace quienes somos. Nos enseña lecciones acerca de Dios, de la vida y de nosotros mismos. Aprendemos mucho de lo que queda atrás. Pero nuestro aprendizaje no debe detenerse allí. Debemos tomar esas lecciones y seguir adelante. Y esa es precisamente la verdad que el apóstol Pablo enseña en Filipenses 3:13-14, otro de los pasajes que me hacen crecer y del que quiero hablarles. Después de exaltar a Jesucristo y exhortarnos a que seamos como Él, Pablo nos dice cómo buscar la semejanza a Cristo.

Reconociendo que él aún no ha llegado en su propia búsqueda, Pablo ofrece en Filipenses 3:13-14 tres acciones que lo ayudaron a continuar su progreso hacia la madurez espiritual. Y, mi amada amiga, esas mismas verdades se aplican a tu crecimiento también. Pablo escribe: "Olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús" (NVI).

El primer paso hacia una vida que agrada a Cristo -una vida que culmina en gloria eterna con nuestro Señor- es olvidar lo que queda atrás. El pasado, como tú bien sabes, no siempre es fácil de olvidar. Ya sea un logro anterior que nunca más se ha repetido o algún fracaso que no hemos dejado ir, el pasado puede apropiarse de nuestra mente y nuestro corazón. Yo lo sé, porque pensar mucho en las heridas, insultos y tristezas del pasado hizo una vez que la infelicidad y el llanto fueran parte de mi vida diaria.

Sin embargo, las palabras del apóstol Pablo en Filipenses 3:13-14 vinieron en mi rescate. Me dieron la dirección que necesitaba para vencer -por la gracia de Dios- el estilo de vida negativo que surgió de mis malsanos pensamientos acerca del pasado. Y al igual que Pablo lo es para mí, él puede ser tu maestro y tu ejemplo de olvidar y proseguir. Olvida por completo. Al comenzar a mirar la experiencia de Pablo de olvidar el pasado, permíteme decir que el pasado es importante. Nos moldea, nos enseña y nos recuerda la fidelidad de Dios. Sin embargo, nuestro desarrollo espiritual puede obstaculizarse al prestar demasiada atención al pasado. ¿Cómo es posible?

Hacer mucho hincapié en el pasado puede hacer que se afloje el paso de nuestro andar con Cristo. Es fácil mirar atrás y nunca moverse hacia adelante. Como lo expresa un comentarista: "De seguro mirar atrás termina en ir hacia atrás". El crecimiento cristiano -el proceso de moverse hacia adelante- requiere mirar al futuro y no al pasado. En realidad, un erudito escribe: "El proceso hacia adelante del cristiano se ve obstaculizado si este piensa mucho en el pasado lleno de fracasos y pecados, lleno de penas y desalientos, lleno de desencantos y esperanzas y planes frustrados. Siempre que el cristiano tenga sus cuentas justificadas ante Dios y los hombres, debe olvidar completamente su pasado".

¡El lenguaje de Pablo en Filipenses 3 es fuerte! Otro erudito bíblico escribe: "Cuando Pablo dice que olvida lo que queda atrás, se refiere a un tipo de olvido que no es simple y pasivo. Es un olvido activo, de modo que cuando algún pensamiento... del pasado le pasaba por la mente a Pablo, él inmediatamente lo desterraba de allí... Es una exclusión constante, deliberada de cualquier pensamiento del pasado...". Aun otra fuente de gran erudición explica: "Olvidar es muy fuerte en el griego, [significando] ‘olvidar completamente'" y traduce las palabras de Pablo: "De hecho estoy olvidando completamente las cosas que están detrás".

Tomemos el consejo de Pablo. Los cristianos de otras épocas tomaron el consejo de Pablo de olvidar lo que queda atrás con mucha más seriedad que nosotras hoy. F. B. Meyer, escribiendo en su famoso comentario devocional a fines del siglo XIX, se refirió al "deber de olvidar", y llamó a eliminar el "insano meditar en el pecaminoso pasado". Meyer solicitó a sus lectores que "aprendieran a olvidar... y no insistieran en el pecado pasado". Él explicaba: "Pudiera haber cosas en nuestro pasado de las que nos avergonzamos, que pudieran obsesionarnos, que pudieran reducir nuestro vigor. Pero si las hemos entregado a Dios en confesión y fe, Él las ha echado fuera y las ha olvidado". ¿Su consejo? "Olvídalas y... el pecado que ha... ennegrecido tu expediente, [y] extiéndete a lo que está delante para te des cuenta de la belleza de Jesucristo".

Sigue adelante con fe. No siempre es fácil olvidar lo que queda atrás. Y observa esto: La palabra "olvidando" está en el tiempo presente. Es que olvidar no es un acto que se hace de una vez y por todas. En lugar de eso, al igual que Pablo, debemos mantenernos olvidando estas cosas del pasado que nos estorban. Pablo no quería descansar en sus logros del pasado, tampoco debemos nosotras. Y Pablo no quería que sus errores del pasado le impidieran seguir adelante y tampoco debemos nosotras. Así que, una y otra vez, me he dicho a mí misma: "No, Elizabeth, eso es del pasado. Eso ya terminó. Eso ya no es real. ¡Así que no sigas pensando en eso! No permitas que eso te frene. Olvida cualquier cosa que te impida seguir adelante en fe y tu desarrollo espiritual". He aprendido a mirar al pasado (bueno, ¡la mayoría de las veces!) para recordar la obra de Dios en los problemas y dolores del ayer, para recordar su misericordiosa provisión, presencia, fidelidad y compasión.

Recordar lecciones que Dios nos ha enseñado y olvidar aquellos elementos del pasado que obstaculizarían nuestro progreso pudiera parecer un equilibrio muy difícil de mantener. ¿Qué más nos enseña el apóstol Pablo acerca del "arte de olvidar" esos elementos del pasado que obstaculizarían nuestro crecimiento cristiano y nuestro progreso hacia la semejanza a Cristo?

Una cosa que nos lleva a seguir adelante hacia el crecimiento espiritual saludable es recordar olvidar lo malo que hicimos antes de llegar a ser cristianos. Antes de venir a Jesucristo como Señor y Salvador, Pablo era Saulo, el perseguidor de los cristianos. Fue apodado por un erudito como "el espíritu guiador de la maldad". A Pablo se le describe como actuando con "crueldad brutal... [como] un animal salvaje atacando con fiereza a un cuerpo". La Biblia dice que Pablo "asolaba la iglesia, y entrando casa por casa, arrastraba a hombres y a mujeres, y los entregaba en la cárcel" (Hch. 8:3).

También es muy posible que, en vez de ser un simple testigo del apedreamiento de Esteban, Pablo participara en la sentencia y diera su aprobación incondicional para el asesinato (Hch. 7:58; 8:1). Luego, gracias a Dios, yendo rumbo a Damasco, con cartas en su mano del sumo sacerdote autorizándolo a apresar y llevar a los cristianos a Jerusalén para que fueran juzgados (Hch. 9:1-3), ¡Pablo tuvo un encuentro con Jesucristo! Solo su encuentro con Cristo impidió que las manos de Pablo siguieran manchándose de sangre.

Tú y yo no hemos cometido asesinato, pero es probable que hiciéramos cosas antes de que conociéramos a Cristo que debemos olvidar si vamos a crecer como cristianas. ¿Qué podemos hacer tú y yo cuando recordamos esos pecados pasados?

En primer lugar, recuerda, ¡prohibido pescar! Debemos recordar la verdad de 2 Corintios 5:17: "Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas". Si eres cristiana, tú -¡sí, tú!- eres una nueva criatura. Has sido creada por completo de nuevo. ¿Qué significa eso? Significa que las viejas cosas, incluso el pecado que cometiste antes de conocer a Jesucristo, ¡se han ido para siempre! Todo lo que eras y todo lo que hiciste cuando no eras cristiana se ha ido para siempre, ha sido quitado al igual que "está lejos el oriente del occidente" (Sal. 103:12). Como le gustaba decir a la escritora y evangelista Corrie ten Boom: "Cuando confesamos nuestros pecados, Dios los echa en lo más profundo del mar y desaparecen para siempre. Y aunque no puedo encontrar un pasaje bíblico para eso, creo que Dios entonces pone un cartel que dice: ‘Prohibido pescar'".

Amada lectora, el amor de Dios por ti conquistó el perdón de tu pecado, tu purificación, tu nuevo nacimiento y tu nuevo comienzo. De seguro, las consecuencias de tus acciones pueden permanecer, ¡pero el pecado como tal es perdonado! Estás cubierta y limpia por la sangre preciosa de Cristo. Puedes, por lo tanto, continuar con tu vida sin vergüenza y sin ser refrenada. Y puedes mostrar tu amor a Dios al negarte a estar pensando en cosas de las cuales Él ya se ha ocupado y ha quitado. Cuando tu pecado pasado viene a tu mente -y lo hará-¡deja de pescar!

Reconoce el perdón de Dios, dale muchas gracias a Él y sigue adelante. En segundo lugar, ¡recuerda proseguir! Además de dejar ir esos pecados cometidos antes de reconocer a Jesucristo como Señor y Salvador, tú y yo necesitamos dejar ir los pecados que hemos cometido y las malas cosas que nos han ocurrido desde que somos cristianas. El apóstol Pablo, por ejemplo, sufrió mucho por el nombre de Cristo (Hch. 9:16). Sufrió golpes, traiciones, hambre y sed por su fe en Jesucristo (vea 2 Co. 11:23-27). Dios también le permitió a Satanás que afligiera a Pablo con "un aguijón en la carne" (2 Co. 12:7). Estar pensando en estas cosas y preguntar por qué sucedieron, habría obstaculizado el crecimiento espiritual de Pablo y su avance. Por lo tanto, él necesitaba olvidarlas y seguir adelante.

Cualquiera que sea el sufrimiento que has experimentado (desde inexplicables pérdidas hasta un comentario irreflexivo) y sin importar cuándo haya ocurrido (sea hace veinte años o apenas dos minutos), el remedio de Dios es el mismo. No te estanques. No permitas que te obstaculice tu amor por el Señor. No, sigue el consejo del Señor por medio de Pablo: ¡Prosigue! Olvida lo que queda atrás. Deja que quede detrás de ti. Déjalo en el pasado. No permitas que el dolor o las preguntas te mantengan derribado. Mi amada lectora y amiga, haz que tu dolido corazón mire hacia arriba. Reconoce que los caminos de Dios no son tus caminos (Is. 55:8), que los inocentes sufren cuando las personas pecan, que vivimos en un mundo caído. ¡Y luego prosigue! Continúa con tu vida. En otras palabras, ¡recuerda olvidar

LIBRES DEL ESPIRITU DE CONTROL


Seis maneras de identificar un estilo de liderazgo poco saludable en una iglesia o ministerio.

Una semana como esta hace 20 años, mi mundo se estremeció. El 10 de noviembre de 1989, un día después que unos manifestantes alemanes derrumbaron el Muro de Berlín, también cayó un ministerio cristiano del cual fui parte por 11 años.

El Maranatha Campus Ministries era un ministerio de alcance vibrante en los campus universitarios. Fue fundado en Kentucky durante el "Jesus Movement" (Movimiento Jesús) fundado por la apasionada pareja carismática Bob y Rose Weiner, quienes por consiguiente fundaron iglesias en más de 50 universidades estadounidenses. En los buenos tiempos, durante la época de Reagan, los estudiantes de Maranatha llevaron el evangelio alrededor del mundo.

Sin embargo, con todas las buenas intenciones y el entusiasmo por el evangelismo, el ministerio no sobrevivió. Teníamos una falta, un modelo de liderazgo autoritario, lo que hizo peor la falta de consejeros maduros. Cuando los jóvenes pastores de Maranatha crecieron y se dieron cuenta que el ministerio tenía una estructura poco saludable y opresiva, votaron por disolverse. Las iglesias, o se hicieron independientes, se unieron a otros grupos o cerraron.

Mientras tanto, muchos jóvenes que fueron disciplinados en Maranatha tuvieron que lidiar con su forma única de trastorno por estrés postraumático. Se levantaron y se dieron cuenta que Maranatha fue influenciada por el Shepherding Movement (Movimiento del pastoreo) que enseñaba que todos los cristianos debían someterse a pastores personales que daban consejos y aprobaban todas las decisiones.

El Shepherding Movement que tuvo una vasta influencia en muchas iglesias carismáticas, colapsó al mismo tiempo. Dado que viví esa época, soy muy sensible a la manera que el espíritu de control funciona en una iglesia. Puedo asegurarle que las actitudes controladoras destruyen un ministerio. Aquí encontrará seis señales obvias de un espíritu de control en funcionamiento:

1. Poca o ninguna rendición de cuentas. Hay seguridad en la multitud de consejos (vea Pr 11:14). Hay mucho menos seguridad, quizás hasta peligro, cuando un líder no se preocupa en buscar consejos de diversos grupos de sus contemporáneos, así como de los hombres canosos y las mujeres que han tenido la sabiduría que viene con la edad. Si un pastor o líder de la iglesia no está abierto a recibir corrección, va de camino al desastre.

2. El elitismo espiritual. Si hay un espíritu de control en una iglesia, usualmente se le dice a la gente que su grupo es superior. Supuestamente tienen privilegios espirituales de Dios superiores, así como revelación "exclusiva". Si las personas escogen irse, son rechazadas o catalogadas como renegadas. Algunas veces, en casos extremos, maldicen a las personas si se van. (La semana pasada, cuando estuve en Hungría, supe de un líder carismático que maldice a las personas públicamente cuando abandonan la congregación.) Este comportamiento sectario causa inimaginable sufrimiento emocional y también divide a las familias.

3. Una atmósfera opresiva. Los líderes autoritarios saben cómo controlar la gente con la manipulación. En algunos casos, este control puede que simplemente sea en forma de sutiles sugerencias o persuasiones. En gran parte de las situaciones abusivas, puede venir en forma de amenaza, exigencias legalistas, requisitos irrazonables o falsas doctrinas. En algunos casos, especialmente en los círculos carismáticos, puede venir en forma de profecías erróneas o visiones místicas. En tales iglesias, no se le permite a nadie que haga preguntas. La pesadez espiritual cae como una densa nube sobre la congregación, unos pocos creyentes manifiestan gozo genuino, porque están sobrecargados por los sentimientos de culpa y miedo.

4. Dominio con enojo. Los tiranos son sorprendentemente similares. Porque quieren control de su entorno, muchas veces se molestan cuando no se cumple con sus exigencias. Aún así, el apóstol Pablo enseñó que los líderes de la Iglesia no deben ser violentos ni pendencieros, sino apacibles y dulces (vea 1 Tim 3:2-3). Luego, instruyó a Timoteo que el siervo de Dios "no debe ser contencioso, sino amable para con todos" (2 Tim 2:24). Siempre va a encontrar mucho coraje dondequiera que haya un espíritu controlador.

5. Se desanima la dirección individual. La Biblia enseña que cada cristiano tiene acceso directo a Dios a través del mediador, Jesucristo. Cada creyente puede escuchar la voz de Dios personalmente y debe esperar recibir la dirección de Dios.

No obstante, en las iglesias autoritarias, a los miembros no se les anima a buscar la dirección de Dios por sí mismos. En vez de eso, se les anima a conformarse a las preferencias del líder o el grupo. En algunos casos, los líderes le han enseñado a su congregación a buscar consejos y aprobación de un pastor antes de tomar grandes decisiones. Los miembros de la iglesia desarrollan una dependencia poco saludable en el hombre para funcionar espiritualmente, y su habilidad para confiar en Dios se reduce.

Esta clase de control es emocionalmente atroz. Para muchos que se han sometido a la filosofía detrás del Shepherding Movement, les tomó años recuperarse de la pérdida de su habilidad para tomar decisiones. Relegaron su voluntad y perdieron su identidad porque vieron la absoluta obediencia a sus líderes espirituales como una virtud cristiana.

6. Las mujeres se consideran inferiores. Algunas iglesias hoy día permiten la ordenación de mujeres hasta como pastoras u obispos, mientras que otras mantienen que las Escrituras no permiten que las mujeres tengan estas posiciones. Aparte de estas diferencias de opiniones en la interpretación bíblica, se debe señalar que las iglesias autoritarias desaniman a las mujeres de buscar un genuino rol en el ministerio. Se ven a las mujeres como útiles sólo en sus funciones de esposas y madres, y no las animan a dar pasos más allá para buscar oportunidades en el ministerio.

Esta baja visión de la mujer lleva al hombre a tratarlas como objetos sexuales ordenados por Dios o como ignorantes que sólo sirven para hacer trabajos de ínfima importancia. A las mujeres que tienen dones de liderazgo, las catalogan de rebeldes o "Jezabeles".

Cuando el Muro de Berlín cayó en 1989, hubo murallas similares del control comunista que cayeron en sucesión hasta que se desplomó la Unión Soviética. Todavía las murallas de cautiverio espiritual existen en muchas partes de la Iglesia, y el fantasma del Shepherding Movement aún acosa.

Somos llamados a ser emancipadores, no esclavizadores. Mientras buscamos construir iglesias saludables, recordemos estas palabras de Gálatas 5:1: "Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud".


J. Lee Grady es el editor de la revista Charisma, una publicación de Strang Communications.

LIBRE DE VERGÜENZA


¿Tiene una naturaleza basada en la vergüenza? ¿Está arraigado o plantado en la vergüenza? La maldición y el poder de la vergüenza pueden ser arrancados de usted por el poder de Dios. Sabemos por Isaías 54:4 que el Señor ha prometido quitar la vergüenza y la deshonra de nosotros para que nunca más las recordemos. De hecho, Dios ha prometido que en su lugar derramará sobre nosotros una doble bendición. Poseeremos una doble porción de lo que hemos perdido, y tendremos gozo perpetuo (vea Isaías 61:7).

Póngase firme en la Palabra de Dios. Eche raíces y plántese, no en la vergüenza y la deshonra, sino en el amor de Cristo, estando completo en Él.

Pida al Señor que obre un milagro de sanidad en su mente, voluntad y emociones. Permítale entrar y completar lo que Él vino a hacer: sanar su corazón quebrantado, vendar sus heridas, darle hermosura en lugar de cenizas, gozo en lugar de luto, manto de alabanza en vez de opresión, y un doble honor, en vez de una doble vergüenza (vea Isaías 61:1-3).

Determínese, desde este momento en adelante, a rechazar las raíces de amargura, vergüenza, pesimismo y perfeccionismo, y a alimentar las raíces del gozo, la paz, el amor y el poder.

Por la fe, trace la línea de la sangre de Cristo a través de su vida, y declare con valentía que está sano de los dolores y heridas de su pasado; ha sido liberado a una nueva vida de salud y sanidad. Continúe alabando al Señor y declarando su Palabra sobre usted mismo, solicitando perdón, limpieza y sanidad.

Deje de culparse y sentir remordimientos, de sentirse indigno, y como si nadie lo amara. En cambio, comience a decir: "Si Dios es por mí, ¿quién puede estar contra mí? Dios me ama, y yo me amo. ¡Gloria al Señor, soy libre en el nombre de Jesús, amén!".