QUE DIJO DIOS DE TI?

Como cristianos, no podemos vivir tratando de llenar las expectativas del mundo o de los religiosos; no podemos vivir según lo que ellos creen que debemos hacer, o dejar que la perspectiva de otro establezca cuál es nuestra misión. Una de las expectativas que tiene la sociedad hacia la iglesia son las obras caritativas. Y la iglesia lo hace, pero esa no es nuestra única misión, sino que es una de las cosas que hacemos, porque estamos alcanzando nuestra primera misión, que es predicar la palabra del Señor.
En épocas críticas, Dios siempre levanta un grupo de creyentes. Sacó a Abraham, por ejemplo, de Ur de los caldeos, y levantó una familia, en medio de un tiempo crítico. La familia de Noé es otro ejemplo de esto. En medio de Egipto, Dios levanta a José, a Moisés; en Babilonia, a Daniel. En medio de la esclavitud, en Egipto, separó un lugar llamado Gosén, y allí puso un grupo de personas. Dios no tenía que eliminar al resto del mundo para hacer algo especial con su pueblo; pero su pueblo tenía que vivir de una manera en particular. Esa manera de vivir era lo que les aseguraba el éxito, la salvación, la comunión con Dios, en medio de tiempos de crisis.
A veces, pensamos que lo que necesitamos es tener políticos cristianos; pero, cuando Dios quiso moverse a favor de su pueblo, usó a Ciro, un rey pagano, y le llamó su ungido, y le ordenó ayudar a su pueblo para que saliera del lugar donde se encontraba. Ciro financió la salida del pueblo de Israel. No tenemos que poner un gobernador cristiano, un senador cristiano, para que nuestra nación cambie; cuando Dios da la orden, levanta al Ciro que sea, para que se mueva a favor de lo que él quiere hacer por su pueblo.
Dios puede levantar gobernantes cristianos; lo hizo con José, quien fue segundo en mando. Pero tampoco es necesario que sea un alto funcionario; Nehemías era un copero, y Dios lo levantó, y el sistema natural le dio los recursos para restaurar la casa de Dios, porque aun el sistema del mundo tiene que someterse a la autoridad del Dios Todopoderoso. Mientras haya un Nehemías, Dios va a hacer lo que él quiere hacer para este tiempo, sin tener que cambiar al rey, sin tener que cambiar el sistema del mundo. No tienes que esperar que el sistema cambie, para que Dios haga contigo lo que él quiere hacer. Párate firme en el lugar en que estás, y deja que Dios haga la obra a través de ti.
No está mal que queramos tener líderes creyentes, pero ese no puede ser nuestro enfoque, porque no es la única manera en que Dios puede obrar; esto no es lo que haría la diferencia. De la misma manera, no podemos pensar que el cambio que tanto necesita nuestra sociedad va a venir porque ayudemos a los más necesitados. Está comprobado que, por más ayuda que se dé, eso no saca a nadie de la pobreza. La iglesia da de comer a los pobres, por supuesto; pero no podemos pensar que eso es lo único que tenemos que hacer, no podemos apartarnos de lo que Dios quiere que hagamos.
Mateo 5 comienza con las bienaventuranzas. Más adelante, esta misma escritura dice que somos la sal de la tierra, una ciudad asentada, y la luz del mundo. Hay múltiples interpretaciones de lo que todo esto significa, de lo que nosotros debemos estar haciendo, basado en esto.
La sal se usa para preservar, por lo que tradicionalmente se dice que estamos aquí para preservar la tierra. La pregunta es ¿para qué queremos preservar la tierra, si está mal? Hay interpretaciones que lo que hacen es sacarnos del lugar que Dios quiere que tengamos; y es que no podemos leer la Biblia fuera de contexto. Cristo dijo estas palabras, luego de las bienaventuranzas. Cuando dice que los pobres de espíritu son bienaventurados, y más abajo dice que somos una ciudad asentada; una cosa tiene que guardar relación con la otra. El mensaje de las bienaventuranzas es para provocar que tú seas sal, para que seas una ciudad asentada, y que seas la luz del mundo.
En Lucas 4, estando en la sinagoga, Jesús lee el libro de Isaías, donde estaba escrito: 18 El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; 19 A predicar el año agradable del Señor. Con esta lectura, Jesús declara su propósito. Y las bienaventuranzas, no son otra cosa que parte del cumplimiento de su propósito. En ambas escrituras, la primera declaración es dirigida a los pobres; de la misma manera, cada declaración de estas dos escrituras guarda relación entre sí. En las bienaventuranzas, hay ocho declaraciones. En Isaías 61, donde se encuentran los versos que Jesús leyó en la sinagoga, también hay ocho declaraciones. En otras palabras, en las bienaventuranzas, Jesús predicó el mensaje de Isaías; el mensaje de las bienaventuranzas no sale de que Jesús quisiera predicar algo bonito, sino de él cumplir su misión profética aquí en la tierra. Con esto, Jesús demostró, entre otras cosas, que la unción que había sido depositada en su vida, se iba a desatar a través de la predicación de la palabra.
Jesús lo que hizo fue parafrasear el mensaje de un profeta.El mismo mensaje que Dios le dio al profeta Isaías para aquel tiempo, seguía vigente para el tiempo de Cristo, y sigue vigente para nosotros hoy. Jesús se encontró en aquel libro. Aquello era lo que él había venido a hacer. Si tú quieres alcanzar algo grande en tu vida, lo primero que tienes que hacer es encontrarte en la Palabra de Dios. Encuentra qué dice Dios de ti en su libro. Olvídate de lo que dice el mundo; busca lo que dice Dios de ti, y vive por esa palabra, camina en ella.

ALGUNOS HÁBITOS PARA MAMÁS

Un hábito es una costumbre, algo que hacemos sin pensar mucho en ello, algo para lo que hemos entrenado y que no nos cuesta trabajo llevar a cabo. Es algo intencional, que supone un esfuerzo mientras lo adquirimos, pero que nos aporta beneficios a largo plazo.

En nuestra vida como mamás, hay algunas cosas que podemos hace y que, si podemos convertir en hábitos, harán mucho más fáciles nuestros días. Si bien llegar a que estas cosas (o algunas de ellas según tu necesidad específica) se conviertan en algo habitual toma esfuerzo, trabajo y tiempo, una vez que las logremos, nos ayudarán enormemente.

1. Levántate antes que tus hijos.

Especialmente si son pequeños y muy especialmente si les gusta levantarse temprano.  Estas vacaciones han sido un desaaaaaatre para mí en cuanto a eso. Generalmente me acuesto sobre las 9 y me levanto sobre las 4:30-5. Pero últimamente paso despierta casi toda la noche y después, paso el día cansada y atrasada con todo. Mis hijos están llenos de energía y yo… no hay café que arregle cómo me siento yo.
Necesito volver a la rutina de acostarme temprano y levantarme temprano, eso me ayuda a que mi día vaya mejor porque me da tiempo a prepararme antes de que mi familia se despierte.
Haz de levantarte antes que los demás y de dormir bien un hábito y verás cómo tu día, automáticamente, mejora.

2. Ora y pasa tiempo con Dios

Otro desastre en este tiempo para mí…consecuencia directa del número 1. Cuando me levanto temprano y antes que el resto de la familia, tengo espacio para ese tiempo personal con Dios, para hacer mi devocional, para leer, para orar. Y, si no lo hago así, paso el día tratando de encontrar el momento…que, reconozco, a veces no llega.  
Sea cuando decidas tener tiempo personal con Dios, hazlo todos los días. No importa el momento, no importa la longitud, no importa el lugar. Lo que importa es que crees el hábito de pasar tiempo a solas con Dios todos los días. Piensa cuál es el momento del día que se ajusta mejor a tus necesidades y comprométete a reservar ese espacio para el Señor. Este será el hábito más importante de tu vida.


3. Planifica tu día y tu semana

Las planificaciones pueden ser tan detalladas o tan poco específicas como quieras. ¿Cómo funcionas mejor? ¿Con un horario exhaustivo que te marca hora a hora lo que necesitas hacer? ¿O con dos o tres ideas anotadas de cosas que debes lograr en el día? Sea como sea, acostúmbrate a hacer un plan para tu día o, mejor, para tu semana. Anota las cosas que sí o sí debes hacer y ponte de lleno a hacerlas. Anota ideas para tus menús, haz listas de compra, proyectos que necesites hacer en casa, reparaciones, reuniones, comidas especiales, celebraciones… ¡lo que esté en tu agenda!
Yo soy de las que funciona mejor con horarios detallados, pero, en estos días, me conformo con hacer una lista de cosas que tengo que hacer e ir tachando a medida que las hago. Y la sensación de tachar o poner una marquita al lado de lo que voy haciendo… ah, qué buena es.

4. Aprende a decir no.

Esta es una de las más difíciles para mí. Adoro los nuevos proyectos, las cosas interesantes, los retos… Me gusta hacer muchas cosas y hacerlas bien. Y eso demanda tiempo. Pero si algo he aprendido de la manera difícil, es que no lo puedo hacer todo. En estas vacaciones decidí no escribir en el blog, algo que me costó ¡y mucho! Pero decir que sí al blog implicaba decir que no a mi familia y estrechaba demasiado mi margen de maniobras. Así que, lo mejor, fue decir no.
¿Hay cosas en tu día a día –actividades, compromisos, proyectos…- que te roban demasiado tiempo y te hacen correr durante tu jornada? Entonces entrénate a decir que no e invierte tu tiempo de otra forma.


5. Encuentra tiempo para ti

Aunque sea por cinco minutos cada día, forma el hábito de hacer algo que disfrutes tú sola. Lee un libro, sal a caminar, pinta, borda, escucha música, haz manualidades… no sé cuáles son tus hobbies y aficiones. No las abandones, haz eso que tanto te gusta y te llena sin sentirte culpable por hacerlo sola… o por intentarlo, si tienes hijos pequeños ¡sabes a lo que me refiero!



6. Encuentra tiempo para tu vida en pareja.

Si tu día está tan lleno que no tienes tiempo para hablar con tu esposo o para pasar un tiempo a solas compartiendo con él… entonces algo va mal. La relación con tu esposo es la relación más importante después de tu relación con Dios. Haz el hábito de hacer cosas con tu esposo todos los días, de tener un tiempo especial de comunicación, de cariñitos, de compartir. Es necesario para el buen funcionamiento de tu familia.


7. Recuerda que no eres perfecta

Algo que también se me da mal J Oh esto debería venir de serie, pero no, es algo en lo que debemos trabajar. No somos súper woman, no somos perfectas, no lo tenemos todo bajo control.
Crea el hábito de pedir perdón y perdonar, de extender gracia a otros y a ti misma, de recordad que no, no eres perfecta y te equivocas.