CAMINA EN EL ESPIRITU


Hay problemas, situaciones, que son normales y no podemos canalizarlos como batallas espirituales.  A veces pensamos que la batalla espiritual es la batalla de la vida.  Pensamos que la batalla de la fe es sobrevivir nuestros problemas naturales.  Usamos nuestra oración para sobrevivir, para pasar un momento más, un mes más, un año más.  
La victoria de Cristo es total. Lo que Génesis 3:15 dice, se cumplió hace 2 mil años atrás.  Ya hubo uno que le aplastó la cabeza al enemigo. La Biblia dice que le dio un nombre sobretodo nombre, ante el cual toda rodilla se tendrá que doblar. El Dios al que le servimos nos dio la victoria en la cruz del Calvario.  La victoria nos pertenece.
La batalla de la fe, entre varias cosas, es permanecer fiel en la tarea que Dios te encomendó, sin que tu fe claudique.  La batalla de la fe es reconocer, por encima de las circunstancias, que Dios sigue siendo Dios. Aunque la economía siga cayendo, Dios sigue siendo tu proveedor. Aún en el último momento, mantente creyendo, firme, que nada te haga vacilar en la fe.  El problema es que tratamos de aclimatar nuestra fe, para tratar de aclimatar a la gente el Dios al que le creemos. 
Muchos naufragan porque, cuando salen hacia la meta que se trazaron, llegan las tormentas, se rinden y se detienen en el primer pedazo de tierra firme que vean, cuando realmente son nuestras convicciones las que nos deben dar firmeza, aun en medio de las tormentas.
No podemos decir que hemos peleado la buena batalla de la fe como los apóstoles.  La biblia nos narra que los perseguían para darles muerte.   Esta es la clase de fe que hay que tener para cumplir la tarea que Dios te ha encomendado.  No es que sea el sufrimiento lo que nos haga buenos cristianos, sino que, a pesar del sufrimiento, seguimos creyendo, seguimos firmes y caminamos hacia adelante, en fe, porque, para alcanzar la tarea que hay delante de ti, es importante que mantengas tu fe.  Nada puede hacerte vacilar.
Para ganar la batalla de la fe, tienes que vencer, además, uno de los retos más grandes que tenemos los cristianos: vivir en obediencia.  Pretendemos vivir democráticamente para servir a Dios, y no debe ser.  Hay cosas que tú tienes que hacer, no porque quieres, sino porque tienes que hacerlas.   Vive en obediencia a Dios. 
Muchos quieren una relación con el Espíritu Santo, pero no aprenden a vivir en obediencia a él.  Vivir en el espíritu no es caminar en una nube.  Cristo dijo que nos dejaba al Consolador, quien nos recordaría lo que él dijo, nos convencería de pecado, de justicia y de juicio, y nos daría dirección.

Para caminar en el espíritu, es necesario un corazón de obediencia.  En la medida que seas capaz de recibir una instrucción, serás capaz de seguir la próxima y lograr un nuevo nivel y obtener la victoria.  No pidas explicaciones, ante las instrucciones del espíritu.  La obediencia no necesita explicación, sino que requiere de tu acción.  Si conoces y amas a Dios, puedes confiar en que todo obra para bien en tu vida.

DIOS CUMPLE LO QUE DICE


No hay nada que cambie más una vida, que hacer lo que Dios ha ordenado.  Si obedeces haciendo lo que Dios te ordena, comienzas a prosperar y a vivir en bendición, por encima de las circunstancias.
Abraham vivió experimentando cómo se cumplían las promesas de Dios en su vida porque vivió en fe y obediencia.  Dios le dijo: Sal de casa de tu padre y de tu parentela, y salió.  Luego, le dice: Te voy a dar hijos y, más adelante, le dice: Sube a la montaña y sacrifícalo y, después, le dice: No lo sacrifiques.  Él no cuestionó; él sólo obedeció, y se le contaron su fe y obediencia, por justicia.
Para lograr la encomienda que te ha sido dada, tienes que creer que eres el cumplimiento de las profecías pasadas.  Mucha gente está esperando nuevas profecías para ver qué es lo que se va a cumplir, sin saber que son ellos el cumplimiento de esas profecías. 
Eres el cumplimiento de lo que Dios ha dicho que va a hacer en tu casa, en tu país.  Para este momento, para este tiempo, Dios te ha llamado.  Sé tú el cumplimiento; levántate y créele a Dios, obedece a Dios. 
La esperanza de nuestros países no está en el gobierno. En la biblia, ningún gobierno fue la esperanza del pueblo de Dios.  Los gobiernos, lamentablemente, por lo general, van opuestos a lo que Dios establece. Por complacer a la mayoría, hacen todo lo contrario a lo que establece Dios.  Donde único hubo alineamiento fue cuando Dios tocaba el corazón de uno, como Ciro, para libertar al pueblo de Israel.
Preguntarás por qué tantos problemas, y es porque el enemigo sabe el potencial que Dios ha puesto en ti.  En tu matrimonio, en tu familia, en tu trabajo, cree que eres el cumplimiento de Dios para los que te rodean y ellos son el cumplimiento de Dios para tu vida. 
Tienes que estar dispuesto a batallar.  Milita la batalla de la fe.  No te rindas sin dar la pelea, sin hacer lo que Dios dijo que hicieras.   Por encima de la gente que te diga que no se puede, por encima de los que te abandonen, no te rindas.
Lo que está delante de ti es tan bueno, que vale el esfuerzo batallar.  Pelea la batalla hasta lo último.  Tienes que entender que no te puedes rendir ante cualquier adversidad, y tienes que estar claro que la victoria no va a llegar sin lucha, sin batalla y que, desde que te levantas, hasta que vas a dormir, tienes que creer. 
Cree; ten certeza; la victoria es segura, por encima de las circunstancias adversas.    ¿Por cuánto tiempo?  No sabemos cuánto tiempo, pero lo único que sabemos es que, Dios lo prometió, y hay que luchar.  A los cristianos, los creyentes, a aquellos que le aceptamos como nuestro Señor y Salvador, nos han dado una orden: Mantenernos firmes y luchar, hasta el último momento, porque la victoria es nuestra.