10 TÁCTICAS DE ORACIÓN

Creo que la oración es una de las contribuciones más poderosas que un cristiano puede hacer para que el mundo sea un lugar mejor. No aprendemos a orar poderosa y eficazmente a través de leer un manual de instrucciones. Aprendemos a orar cuando oramos. Cuando lo haga, descubrirá que no hay continente, nación, organización, ciudad, puesto, situación, circunstancia, condición, gobierno, caso, problema ni batalla que esté fuera del límite de la fuerza de su efecto. No hay persona ni poder político en esta Tierra que pueda mantener la oración callada.
La oración es revolucionaria y marca una diferencia. Sin oración, nuestra vida cristiana solamente está intentando seguir una lista de reglas que alguien más nos da. Con la oración, el cristianismo es vital, relevante, transformador, y lleno de conocimiento y la presencia de Dios.
La oración es un punto de contacto entre el cielo y la Tierra, o quizá sea mejor decir que la persona que ora es ese punto de contacto. Su lugar de oración es su lugar de poder. Es su lugar de control de cambios. Nosotras podemos crear un cambio a través de la fuerza de la voluntad y de la persuasión inteligente, pero no durará. El verdadero cambio irrevocable solamente se da mediante la oración.
Con eso en mente, me gustaría proporcionarle algunas tácticas diferentes a considerar cuando ore:
1)      Ore con fidelidad
Cuando ore, asegúrese de que no vacile en su fe. Aférrese a lo que ha aprendido y a la confianza que ha recibido de su relación con Cristo. Dios puede resucitar una vida muerta, un sueño muerto, todo lo que esté muerto, si tiene fe: “Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen” (Romanos 4:17).
2)      Ore decididamente
Usted no puede ser fluctuante cuando ora: un día confía y al siguiente no. Un día ora esto, al siguiente día desea lo contrario. Le dice una cosa a Dios en oración, y  luego sale a tomar café con sus amigas y dice que nunca podrá suceder. Usted es de doble ánimo con lo que desea y a donde se dirige. Como dice la Biblia: “Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió” (Hebreos 10:23).
3)      Ore contundentemente
¡No sea débil! Mateo 11:12 nos dice: “Desde los días de Juan el bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan”. Usted no está rogando, no está gimiendo y no está persuadiendo; usted está viniendo a tomar lo que legalmente le pertenece con respecto a la Palabra de Dios. Debe acercarse confiadamente como una hija a su padre, como un príncipe o una princesa a un rey, como acude a un juzgado un demandante que ha sido ofendido.
4)      Ore con amor
No hemos sido llamadas a vengarnos de ninguna persona o grupo de personas; si la venganza debe llevarse a cabo, será Dios quien lo haga, no nosotras. No hemos sido llamadas a ser jueces de los infractores de cualquier delito, desastre o enfermedad. Hemos sido llamadas a ser liberadoras, rescatistas y sanadoras. Entonces no podemos tener fe por algo si no estamos caminando en amor, porque lo único que prevalece es “la fe que obra por el amor” (Gálatas 5:6).
5)      Ore con sinceridad
Hay ocasiones en las que, honestamente, estamos en negación acerca de la verdad de una situación, o podemos equivocarnos en los hechos o en cómo estamos interpretando las cosas. Pero uno de los nombres del Espíritu Santo es el “Espíritu de verdad”. Si nos abrimos a Él en oración y escuchamos más de lo que hablamos, entonces hay espacio para que el Espíritu Santo ajuste nuestra perspectiva.
6)      Ore firmemente
La oración nunca se desperdicia. La Biblia nos dice que estemos “firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano” (1 Corintios 15:58). Aférrese a las promesas de Dios en oración sin importar cómo luzcan las cosas en lo natural.
7)      Ore con seriedad
La vida nos lanza bolas curvas, y aunque tenemos contextos diferentes e historias personales, todas tenemos emociones, sueños y pasiones. Cuando estamos involucradas emocionalmente en una lucha, tendemos a orar menos en lugar de más. Si deseamos tener una vida vencedora de oración, necesitamos convertir esas emociones  y pasiones en oración (lea Santiago 5:17-18).
8)      Ore conociendo su posición
Necesitamos saber dónde estamos para orar con eficacia. Sabemos que estamos sentadas en lugares celestiales con Cristo Jesús y que Jesús está “viviendo siempre para interceder” (Hebreos 7:25). De ahí que el mejor lugar para que oremos sea desde nuestra posición en Cristo, haciendo la misma intercesión que Él sobre cada situación.
9)      Ore con autoridad
Orar en el nombre de Jesús no es solo una conclusión que se supone que debemos hacer antes de decir amén. Orar en el nombre de Jesús es acercarnos ante Dios como un embajador  que se acerca al trono de un rey extranjero en nombre de su propio rey.
10)  Ore magistralmente
Para ganar magistralmente en algo, debe practicarlo continuamente. Él desea que nos acerquemos a Él para poder conocerle nosotras mismas. Desea participar con nosotras en nuestro viaje y vivir con nosotras día a día. Lo que Dios desea absolutamente es una relación, y la clave de ello es la oración magistral. 

CONTRA LA PARED

En 2 Reyes 20, se nos narra el momento en que, en medio de la enfermedad de Ezequías, el profeta Isaías le trae palabra de parte de Dios, diciendo que debía ordenar su casa, porque moriría. Aquellas no eran buenas noticias. A mucha gente, hoy, le fascinan los profetas, pero, si fueras a un servicio profético y la palabra de parte de Dios para tu vida fuera “ordena todas las cosas, porque vas a morir”, ¿creerías que ese es un profeta de Dios? Muchos, no creerían, porque lo que esperan es todo lo contrario.
La mayoría de las profecías del Antiguo Testamento eran profecías de juicio. El profeta llegaba y decía: Las cosas están mal, y hay que arreglarlas. Las profecías eran una radiografía de la condición del pueblo, seguidas de los pasos para cambiarlas. Pero la gente prefiere profecías espectaculares, sin darse cuenta que la palabra profética más certera que hay es la palabra de Dios. Cuando vas a un servicio y escuchas la palabra, el Espíritu Santo comienza a hablar a tu vida y mostrarte cosas que están mal, y te dirige en las acciones que tienes que tomar para arreglar tu vida.
En Malaquías 3, cuando se habla de los diezmos, es después de un capítulo en el que el profeta habla al pueblo acerca de lo mal que estaba; y el profeta dijo que era porque no estaban honrando a Dios, y añadió que, si honraban a Dios, él abriría las ventanas de los cielos sobre sus vidas, y derramaría bendición hasta que sobreabunde. Aquella era una palabra para cambiar una situación. Lo que pasa es que no es lo que la gente quiere oír.
El profeta Isaías, con sus palabras, obligó a Ezequías a hacer una introspección. Ante las mayores oportunidades de nuestra vida, en los momentos difíciles, en vez de examinar nuestro exterior, lo primero que tenemos que hacer es examinar nuestro interior. La palabra de Dios para Ezequías no fue que organizara el reino y las demás cosas, sino su casa. Específicamente, Ezequías debía ver quién sería su sucesor, para que la obra que se comenzó pudiera completarse. David fue uno de los pocos reyes que lograron ordenar su casa. Con todo lo que enfrentó, aun así, preparó a Salomón, le dio los recursos y las instrucciones para lo que debía hacer, tan pronto fuera rey. Y esto solo se logra, haciendo un análisis introspectivo. Mirando hacia adentro, Dios comienza a dirigir los pasos para que alcances lo que él te ha prometido.
Lo interesante es que, cuando Ezequías escucha las palabras del profeta, se torna a la pared. En aquella actitud de Ezequías, podemos ver que él no quería escuchar opinión de más nadie; quería concentrarse, obviar todo lo que otro tuviera que decir; aquello lo iban a hablar él y Dios. Hay cosas en la vida a las que tú tienes que darle la espalda, dejar atrás, olvidarlas y enfocarte en lo que Dios quiere que tú hagas porque, si no, no vas a salir de esa situación.
El problema es que, cuando se encuentran entre la espada y la pared, muchos quieren darle frente a todo, y no están dispuestos a darle la espalda a nada. Hay cosas a las que es mejor que no le prestes atención. Hay momentos en los que tienes que tornarte contra la pared, para ver la oportunidad que Dios tiene para ti, para salir de la situación en la que estés.
No vas a ver las oportunidades que Dios tiene para tu vida, sino hasta que estés dispuesto a darle la espalda a ciertas cosas. Hay cierta gente que tú tienes que dejar de oír, cosas que tienes que dejar atrás, gente que gasta tu energía y que debes dejar atrás. Hay cosas que, mientras estés prestándoles atención, no vas a poder enfocarte en lo que Dios quiere hacer contigo.
Aquella no era una actitud de falta de respeto hacia el profeta. Ya el profeta había hablado. Nadie más tenía que hablarle. La prioridad de las cosas que tenía que hacer tenía que decírselas Dios. Es él quien sabe dónde tú estás, y es él quien tiene que dirigir tus decisiones. Podemos recibir consejos, pero hay momentos en que hay que dejar los consejos, tornarnos a la pared, y ver qué es lo que Dios quiere que hagamos.
Una de las cosas que el mundo trata de hacer es captar tu atención. Hay cientos de cosas tratando de captar tu atención. Tú decides a cuál tú se la prestas. Tienes que darle la espalda a lo demás, para enfocarte y ver lo que Dios quiere que tú hagas en este tiempo.
El problema es que nos desenfocamos por cualquier cosa. ¿Te llegó un momento difícil? Tórnate contra la pared. Enfócate en lo que Dios quiere que tú te enfoques. Deja de estar oyendo opiniones de los demás. Haz los ajustes que tengas que hacer, y entiende que Dios te puede bendecir, puedes seguir hacia adelante. Te va a tomar trabajo, esfuerzo, enfoque, pero Dios pone delante de ti la oportunidad de alcanzar todo lo que él estableció para tu vida. 

UNA VIDA APASIONADA

Si quieres entrar a las nuevas oportunidades de Dios para tu vida, es vital que demuestres pasión. El problema es que, a través de la historia, el término pasión ha sido confundido, malinterpretado. Por lo general, la gente que busca su pasión lo hace intentando perseguir lo que aman y lo que ellos entienden les llevará a una vida próspera.  El problema es que esto no es verdad; si analizas y miras a tu alrededor, lo que te apasiona y apasiona a otros, es aquello que haces y que demuestra tener resultados. Son los resultados los que te apasionan a seguir.
La pasión no viene de encontrar aquello que te guste tanto como para decir: “¡Wow! ¡Esto es lo que voy a hacer!” La verdadera pasión viene de persistir en el lugar donde Dios te puso y ver los resultados de lo que has hecho y alcanzado.  Muchos buscan sentir un gozo extremo, levantarse con fuerzas todos los días y disfrutar su trabajo a diario. Buscan oportunidades, pero quieren primero encontrar algo que les motive, que les inspire a seguir todos los días, pero no es así. Aun quienes encuentran aquello que trae resultados a su vida, lo que les apasiona, tienen días donde pierden la motivación y viene el desánimo. Por esto, es importante creerle a Dios por nuevas oportunidades, y permanecer en ellas, aunque, de primera instancia, no creas que son para ti.
Por mucho tiempo se enseñó que se debes seguir lo que te apasiona para prosperar, y esto es incorrecto.  Gracias a este tipo de pensamiento, se ha comprobado que la gente se hace inestable y tiene menos satisfacción laboral, porque se enfocan en la búsqueda de la pasión, en vez de ser apasionados.
La pasión viene de una decisión interna de tú decir: Voy a alcanzar lo que Dios quiere para mi vida.  La verdadera pasión nunca llega a tu vida a través de la alegría. La persona apasionada sufre y vive una vida con dolor.  Por ejemplo, cuando se habla de la pasión de Cristo, no se está hablando de los milagros y prodigios que Cristo hizo en la tierra, sino de todo lo que sufrió para cumplir aquello a lo que fue llamado, el propósito que Dios tenía para su vida. Se conoce como la pasión de Cristoporque él hizo lo que tenía que hacer, sabiendo y no importando todo lo que sufriría para obtener el resultado que buscaba, para cumplir su propósito. Eso es la verdadera pasión.
1ra de Corintios 12 habla de los dones que el espíritu da, según su voluntad, y cómo cada uno de esos dones tiene una función que forma parte de un mismo organismo. Pablo hace una comparación, diciendo que cada parte del cuerpo tiene su propia función y que en conjunto forman parte de un solo cuerpo. El espíritu ha puesto unas capacidades en ti, que no le ha dado a ningún otro. Estas capacidades no son menores que las capacidades que le dio a otro. Aunque, hoy, la gente quiera hacer ver que, por ejemplo, tener un título de apóstol te pone por encima del pastor o del maestro, en jerarquía, esto no es cierto. Según 1ra de Corintios 12, toda habilidad y don repartido a cada persona, tiene el propósito de formar parte y cumplir una meta mayor que la de llegar a posiciones dentro de la iglesia. Estas habilidades y dones son la llave para vivir apasionado.
Así que entiende que la verdadera pasión no está en aquello que aún no has encontrado, en la eterna búsqueda de desempeñarte en algo que amas. La pasión la encontrarás en la oportunidad de desempeñar el don que Dios ya te dio, en el lugar en el que Dios te posicionó, y provocar resultados. Cuando descubres aquello en lo que eres bueno y tienes habilidad, cuando descubres tu don, descubrirás también tu pasión, porque te traerá buenos resultados para glorificar a Dios y la satisfacción que ninguna otra cosa puede lograr. Cuando ves los resultados que esto trae, cada mañana te levantarás con la pasión de activar lo que Dios ha depositado en ti. 
Por esto, no se trata de tener pasión, sino de tener una vida apasionada.  Y, para lograrlo, hay que saber y aceptar los dones, talentos y habilidades que Dios ha puesto en ti.  Es necesario que conozcas, aceptes, celebres y admires estos talentos.  No dejes que nada ni nadie menosprecie el don que hay en ti.
Muchos viven frustrados pensando qué será lo que los apasionará.  Viven frustrados pensando cuál puerta de oportunidades se abrirá; no sabiendo que las oportunidades de Dios llegan cuando haces, no lo que amas, sino la voluntad de Dios en tu vida. 
¿Quieres oportunidades?  Necesitas ser apasionado.  Para esto, tienes que amarte y aceptar el don que Dios puso en ti. 

NO TE PIERDAS TÚ

Un factor importante para poder entrar en las nuevas oportunidades que Dios tiene para nosotros es la pasión. La Biblia dice que Ezequías lloró con gran lloro, al momento de elevar su oración a Dios, luego de recibir palabra, a través del profeta Isaías, de que debía ordenar su casa porque moriría. Aquel llanto demostraba pasión. Ezequías quería vivir. Había algo dentro de él que lo motivaba, que lo impulsaba.

Como creyentes, tenemos que llevar una vida apasionada. Una clave para lograr esto es admirar y celebrar el don, la habilidad que Dios nos ha dado. ¿Cuál es el don, la habilidad que tú tienes? ¿Cuál es el talento que Dios te dio? ¿Qué es lo que tú sabes hacer bien? Otra clave es estar apasionados por descubrir el misterio de nuestra vida, el misterio de la causa detrás de todas las cosas que nos han pasado. Romanos 8 nos dice que todas las cosas obran para bien. Así que, lo que debe mantenerte apasionado, es estar a la expectativa de qué Dios va a hacer en tu vida, a pesar de las circunstancias que estés viviendo. Cuando comienzas a vivir de esta manera, comienzas a vivir una vida apasionada.

Todo esto tiene que ir dentro de un contexto muy importante. Como seres humanos, creaciones del Dios Todopoderoso, siempre se ha hablado de nuestra libertad de escoger, de nuestro libre albedrío, pero también está el concepto de la predestinación divina. A veces, vemos un contraste entre lo que podemos creer que es determinado por Dios, y nuestra capacidad de decidir. En 2 Reyes 20, vemos uno de los ejemplos más claros que pudiéramos ver de esto, porque el profeta llega a decirle a Ezequías: Morirás, y no vivirás. En otras palabras: Esta enfermedad que tienes no va a terminar bien. Isaías era un profeta. Lo que él decía, se cumplía. Y acababa de darle estas palabras al rey Ezequías, de parte de Dios. Lo curioso es que la oración de Ezequías cambia la decisión de Dios. El profeta fue detenido por Dios para que se diera la vuelta y le dijera al rey que las cosas cambiaron, en respuesta a su oración. La decisión de Ezequías de orar en aquel momento, su fe, hizo un cambio en el plan divino; su oración transformó la circunstancia en aquel momento.

Ahora bien, lo primero que Dios le dice a Ezequías, en medio de sus circunstancias, fue: Ordena tu casa. En otras palabras: Prepárate. Aquella también es una frase espiritual, que nos habla del orden interior, de ordenar nuestra mente, nuestros pensamientos, nuestra vida. Y la reacción de Ezequías fue orar por una oportunidad para culminar el llamado de Dios para su vida. El problema de muchos es que, cuando llegan circunstancias difíciles a su vida, que parecen determinadas por Dios de manera final y firme, su enfoque es dirigido a aquellas cosas que le van a hacer sentir bien, en vez de recurrir a ellas para hallar salida del momento que están viviendo. Y en esa búsqueda se pierde lo más importante: Se pierden a sí mismos, dentro de sus circunstancias.

Tu libertad, tu capacidad de tomar ciertas decisiones, tiene encerrada en sí misma el poder de cambiar ciertos cursos de acción en tu vida, y ciertos resultados. El problema es cuando tomamos esas decisiones porque nos encontramos entre la espada y la pared, y permitimos que el mundo nos desenfoque, perdiéndonos a nosotros mismos en nuestra decisión. Cabe señalar que no siempre un hombre se pierde cuando todo va mal. Cuando todo está bien, es uno de los peores momentos en que una persona, si no toma autoridad en su vida, se puede perder a sí misma.

Un confinado, por ejemplo, tiene una capacidad de decisión muy limitada. Pero una persona que está confinada, que tiene pocas opciones, tiene la única opción que todos nosotros también tenemos: No perdernos dentro de la limitación de decisiones que tenemos. Lo peor que puede pasar no es haber perdido ciertas oportunidades en la vida, sino perderte tú, en el problema que estás viviendo.

En ocasiones, cometemos el error de pensar que nuestras decisiones no pueden tener verdadero efecto, sino que son las decisiones de otros las que pueden cambiar todas las cosas. Entonces, vivimos dependiendo de las decisiones de otros para ver un cambio en  nuestras vidas. Esto lo que crea es frustración. Tú fuiste llamado a tomar decisiones, en tu nivel. Puede que no puedas cambiar todo tu país; pero tu comunidad puede ser diferente, si tú decides tomar una decisión, una acción. El problema es que nos frustramos y perdemos nuestra esencia, quienes somos, nuestra autoridad.

Puede ser que te encuentres entre la espada y la pared y sean pocas tus opciones; pero no puedes permitir que el lugar donde te encuentras te lleve a un punto donde pierdas lo más importante, que eres tú mismo, tu mente, tu casa. Tienes que permanecer firme, creyendo y siendo quien eres para que, cuando llegue el momento de tu oportunidad, Dios te pueda abrir la puerta, y tú puedas alcanzar todo lo que él te ha prometido. 

LA INCREÍBLE COMPASIÓN DE CRISTO

Hace unos tres mil años, el rey Salomón atestiguó un molesto incidente en su ciudad. Por medio de la inspiración del Espíritu Santo, lo escribió como una advertencia a los demás para evitar situaciones similares. El séptimo capítulo de Proverbios ofrece un vistazo poderoso sobre cómo opera el espíritu de lujuria y la advertencia de Salomón puede ser altamente útil para nuestro beneficio y aprendizaje en la actualidad.
Salomón empezó exhortando a sus oyentes a vivir una vida sabia y prudente. En la actualidad, este también necesita ser nuestro objetivo como creyentes. Vivir sabiamente es raramente promocionado en la cultura popular; sin embargo, la Biblia no ha cambiado su exhortación con el paso del tiempo. “Atesora mis mandamientos contigo”, escribió Salomón: “Guarda mis mandamientos y vivirás,…para que te guarden de la mujer extraña, de la desconocida que lisonjea con sus palabras”(Versículos 1-2, 5).
Como puede ver, Salomón le escribió específicamente a la audiencia masculina, es decir, su hijo. Aun así, vivir de manera inmoral e imprudente no está reservado solamente para los hombres y estos mandamientos bíblicos aplican a las mujeres de igual manera. Aunque Salomón habló acerca del peligro generado por una “desconocida”, el problema que cubrió en realidad era el espíritu de lujuria, el cual puede influenciar a ambos géneros.
Empezando en Proverbios 7:6, Salomón describió estar viendo por la ventana y notar a “un joven falto de juicio” (versículo 7). Aquí, él no está menospreciando a los jóvenes, solamente describiendo una persona joven en particular, quien no vivió una vida sabia y prudente. El joven ya estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado; y él se había colocado a sí mismo allí por elección.
¿Por qué alguien se pondría a sí mismo intencionalmente en peligro? Se debe al espíritu de lujuria que roba la sabiduría y el entendimiento de la gente. Cuando está bajo la influencia de este espíritu, la gente actúa de manera ilógica. Yo veo esto siempre en la gente que está atada por la lujuria. Cuando las personas verdaderamente meditan sobre sus acciones, saben que lo que están haciendo está mal y a pesar de ello, continúan haciéndolo.  El apóstol Pablo describió esta desconexión lógica en Romanos 7:15: “No entiendo qué me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco” (RVC).
Entonces, el discipulado y la liberación van de la mano. Si creemos estar en atadura, entonces el discipulado (aprender más acerca de Cristo y aprender a andar en sus caminos), reformará la manera en que pensamos, y la liberación nos librará de la atadura espiritual.
Algunas iglesias creen que solamente necesitamos una u otra; sin embargo, ambas, discipulado y liberación, son necesarias en el proceso. Hay algunas que tratan de disciplinar a la carne mientras se rehúsan a reconocer la opresión espiritual. Otras, quieren echar fuera demonios, pero nunca instruyen a la gente en la fe. Usted no puede echar fuera a la carne. Y no puede discipular a un demonio. La gente necesita desconfiar del mal, pero, también, crecer en la gracia y el conocimiento de Cristo.
Segunda Corintios 10:3-5 muestra cómo la liberación y el discipulado funcionan juntos:
“Pues aunque andamos en la carne, no luchamos según la carne; porque las armas de nuestra contienda no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas; destruyendo especulaciones y todo razonamiento altivoque se levanta contra el conocimiento de Dios, y poniendo todo pensamiento en cautiverio a la obediencia de Cristo” (LBLA).
Eso significa que luchamos en terreno espiritual, y que también necesitamos crecer en fe. Necesitamos tanto liberación como discipulado.
La palabra fortaleza usada en ese pasaje es una palabra neutral, tal como deseo es neutral. Una fortaleza puede ser buena o mala. Así es como funciona en el sentido perjudicial: usted se cansa o tiene un mal día en el trabajo, o los negocios empiezan a declinar, o tuvo un desacuerdo con su cónyuge. Usted está agotado o triste o preocupado, y es tentado a correr hacia la fortaleza equivocada.
¿Sabe lo que generalmente es eso? Es un tren de pensamiento. Nuestra mente es como la Gran Estación Central. Trenes de pensamiento entran y salen cada segundo. Nuestros destinos dependen de cuál tren abordemos. El enemigo pondrá un tren de pensamiento de lujuria en nuestra mente. Ese es el tren que se dirige a la muerte: la muerte de nuestros matrimonios, muerte de nuestras familias, muerte de nuestras carreras, tal vez hasta muerte física. Mientras más abordemos esos trenes nocivos, más fácil se vuelve subirnos a ellos cuando estemos estresados.
Esta es una advertencia simple: No se suba en ese tren. En  cambio, aborde el que le lleva a una fortaleza de Dios.
¿Sabía usted que Dios puede ser una fortaleza? Él es un refugio fortificado a donde podemos correr (o subir en el tren que nos lleva allá) y estar seguros. En Él hay vida.
Filipenses 4:8 dice: “todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto meditad”. Ese es un versículo para memorizar y decírselo a sí mismo cada mañana y cada noche, y siempre que sea tentado a subirse en el tren equivocado.
Oremos ahora:
“Señor Jesús, Hijo de Dios, Dios todopoderoso, pedimos por tu ayuda en esta área de lujuria, esta área en la que tanta gente tiene problemas. Nos arrepentimos de este pecado. Confesamos que hemos pensado en las cosas equivocadas y hemos actuado de manera equivocada. Hemos abordado los trenes incorrectos que llevan al destino de muerte. Padre, nos humillamos a nosotros mismo bajo tu mano justa y poderosa, pidiéndote que nos levantes.
Líbranos de toda opresión espiritual en esta área. Líbranos del espíritu de lujuria. Con la ayuda de tu Espíritu Santo, nos alejaremos del mal y adoptaremos la plenitud de Cristo. Vístenos con tu ser, oh, Señor Jesús. Vístenos con tu compasión y bondad. Permítenos llenar nuestra mente con las cosas de Dios. Por tu gracia, meditaremos en cosas que son justas y puras y santas y verdaderas. Abordaremos el tren hacia el destino correcto: la libertad y vida que tú nos das en Cristo. Tú eres nuestra fortaleza y libertador. Te adoramos a ti, Dios todopoderoso. Amén”.
Si ha tenido problemas con la lujuria, quiero que sepa que hay gran esperanza para usted. Cuando se arrepiente, Jesús no le da la espalda. Él no le condena o avergüenza. Él siempre le da la bienvenida con los brazos abiertos.
Uno de los jugadores de futbol americano de la NFL que asiste a nuestra iglesia empezó un estudio bíblico, y uno de los otros atletas profesionales que fueron al estudio le confesó al grupo que había sido infiel años atrás. El grupo le animó a que se lo confesara a su esposa, y él lo hizo. ¿Sabe cuál fue la respuesta de su esposa? Ella dijo: “Amor, estoy profundamente dolida por tu pecado. Pero Jesús te perdona, y yo también. De hecho, lamento que hayas llevado esta carga solo todos estos años”.
Esa es una imagen de la compasión que solamente Jesús puede darnos.

DECLARE PALABRAS DE FE

Cuando se trata de nuestras palabras, muchas veces nosotros somos nuestros peores enemigos. Quizás culpemos a todo y a todos, pero la verdad es que estamos profundamente influenciados por lo que decimos sobre nosotros mismos. Las escrituras dicen: “Verbalmente te has comprometido, enredándote con tus propias palabras” (Proverbios 6:2, NVI).
Nuestras palabras son fundamentales para lograr que nuestros sueños se materialicen. No es suficiente verlos con los ojos de la fe o en nuestra imaginación. Debemos comenzar a declarar palabras de fe, victoria, salud y éxito sobre nuestras vidas. Nuestras palabras tienen un enorme poder creativo. En el momento en que decimos algo, lo estamos trayendo a la vida. Este es un principio espiritual, y funciona tanto si lo que decimos es positivo como si es negativo, así que pronuncie palabras de fe.
Si oraciones negativas, como: “Nunca me pasa nada bueno”, son la norma en su vida, estas literalmente le impedirán avanzar en la vida. Es por ello que debemos aprender a refrenar la lengua y pronunciar solo palabras de fe. Este es uno de los principios más importantes que podemos adoptar. En resumen, nuestras palabras pueden edificarnos o destruirnos.
Debemos entender que evitar pronunciar palabras negativas no es suficiente. Debemos comenzar a utilizar nuestras palabras para avanzar en la vida. Cuando creemos en la Palabra de Dios y comenzamos a declararla de manera decidida en combinación con nuestra fe, estamos confirmando esa verdad y haciéndola válida en nuestra vida. Y todo el cielo viene en nuestra ayuda para respaldar la palabra de Dios y hacer realidad las grandes cosas que Dios nos tiene preparadas.
Dios nunca nos ordenó a que verbalizáramos constantemente nuestro dolor y sufrimiento. Él no nos dio instrucciones de que estuviéramos todo el tiempo contando nuestra situación negativa a nuestros amigos y vecinos. En vez de eso, Dios nos pidió que habláramos constantemente de su bondad; que habláramos de sus promesas en la mañana durante el desayuno, en la noche durante la cena, antes de dormir, continuamente, permaneciendo siempre en la
s cosas buenas de Dios.
Usted podrá experimentar un nuevo sentimiento de gozo en su hogar si simplemente deja de hablar de las cosas negativas que existen en su vida y comienza a hablar de la Palabra de Dios. Si siempre habla de sus problemas, no debe sorprenderle si vive en una perpetua derrota. Deje de pronunciar palabras de derrota y comience a pronunciar palabras de victoria. No use sus palabras para describir su situación, use sus palabras para cambiarla.

ENTRENAMIENTO ESPIRITUAL

Actualmente existe una buena tendencia que nos invita a tener un estilo de vida más saludable, lo cual logramos por medio de la alimentación balanceada, el descanso y la práctica del ejercicio físico, todo esto para lograr una mejor calidad de vida. Cuando entrenamos logramos tener músculos más fuertes, la circulación de nuestra sangre mejora y nos vamos a sentir físicamente mucho mejor, ya que liberamos endorfinas (llamadas las hormonas de la felicidad).
Así como entrenamos en la parte física debemos de sacar todos los días un espacio necesario para nuestro entreno espiritual, acá comparto algunos puntos vitales.
1. Calentamiento: Son ejercicios previos que debes de hacer para ir acondicionando el cuerpo para que resista sin producirse algún daño por movimientos más rudos. Sino calentamos podríamos lesionar un músculo o tendón de nuestro cuerpo.
 Querido hermano, oro para que te vaya bien en todos tus asuntos y goces de buena salud, así como prosperas espiritualmente” (1 Juan 1:2).
 El mejor resumen del crecimiento espiritual es parecerse más a Jesucristo. Si relacionamos el calentamiento con nuestra vida, podríamos decir que es esa preparación espiritual al saber que es el deseo de Dios que cada uno de nosotros crezca de manera integral.
Para que ocurra el crecimiento espiritual, primero necesitamos asegurarnos que poseemos una vida verdaderamente espiritual a través de la fe en el Señor Jesucristo.  "Y este es el testimonio: Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en Su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida" (1 Juan 5:11-12).
El crecimiento espiritual sólo puede ocurrir en una persona que conozca al Señor Jesucristo como su Salvador. 
Aprender cómo crecer espiritualmente es un viaje de toda la vida, el cual ocurre cuando usted lee y aplica la Palabra de Dios en su vida.
Para que ocurra el crecimiento espiritual, debemos ser enseñados, redargüidos, corregidos, e instruidos por la Palabra de Dios. Luego, estaremos completamente equipados para toda buena obra.
¿Cuáles son los resultados?
 El crecimiento espiritual es un proceso de toda la vida, de manifestar menos los hechos de la carne (Gálatas 5:19-21) y de producir más y más el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23).
Note que es el Espíritu Santo el que produce el fruto en nosotros. Sí, debemos someternos a la guía del Espíritu, pero es el Espíritu el que produce el fruto del crecimiento espiritual en nuestras vidas.
2. Descanso: Cuando tenemos un entrenamiento físico también se aconseja tener como mínimo un día de descanso a la semana, ya que esto ayudará para que los músculos puedan estar en reposo y los resultados sean mejores. El descanso físico debe incluir dormir bien, es decir, entre siete y ocho horas, ya que así se recupera la energía que se ha gastado.
Lo mismo sucede en la vida espiritual, en donde necesitamos descansar de nuestras cargas emocionales. Esto lo logramos por medio de la oración. Orar es  hablar con Dios, y para hablar con Dios es necesario que creas que Él es y que está para galardonar a los que le buscan. En otras palabras, tienes que tener fe en el Dios de amor. "Sin fe es imposible agradar a Dios..." (Hebreos 11:6).
Solo podemos establecer esa relación de amistad con Dios a través de Jesucristo, quien tomó nuestro lugar en la cruz para que pudiéramos tener paz con Dios. ("Nadie viene al Padre...sino por mí" [Juan 14:6].) Por eso, oramos al Padre en el nombre de Jesús. Y como no sabemos pedir como conviene, necesitamos la asistencia del Espíritu Santo, quien nos ayuda en nuestra debilidad intercediendo por nosotros conforme a la voluntad de Dios (lea Romanos 8:26-27).
Cuando oramos afirmamos nuestra fe, confirmamos lo que somos en Cristo, reconocemos nuestra debilidad, dependencia, necesidad de Él y fortalecemos los lazos de amistad con nuestro Salvador.
3. Alimentación balanceada e hidratación: Todos necesitamos alimentarnos bien, de lo contrario moriremos, igualmente nuestro cuerpo está compuesto por un 70-80% de agua, sino nos hidratamos nuestros órganos se pueden ver alterados y dañados.
Nuestro alimento espiritual lo encontramos en la Biblia, la cual es de origen griego y proviene de la palabra biblioteca o sea libros, por lo que decimos que es un conjunto de libros que con el pasar de los siglos se fue formando en forma oral y escrita. Sabemos que fue escrita alrededor de los años 1250 a. C. y fue finalizada cien años después del nacimiento de Jesús.
 “Toda la escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo.3:14-17).
“...No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4).
¿Qué debemos de hacer para estar alimentados espiritualmente?
Estudia: Nunca comiences un día sin leer mínimo un versículo de la Biblia.
Ora: Tienes acceso directo a la presencia de Dios, clama a Dios quien siempre te escucha.
Anota: La verdad que Dios te enseña, anótala al margen de tu Biblia o en tu libreta.
Practica: La verdad que has recibido en la mañana, vívela durante el día.
Comparte: Trata de compartir con alguien lo que has aprendido.
Toma la decisión de entrenar todos los días, cuida tu salud física y espiritual, si lo haces lograrás tener grandes resultados. La fe se ejercita cuando asumes desafíos y decides creer más allá de lo que tus ojos pueden ver.

A TI NO TE VA A FALTAR

En 1 Reyes 17:8, en adelante, la Biblia nos narra el momento del encuentro entre Elías y la viuda de Sarepta.  Curiosamente, en el Nuevo Testamento, Jesús cita la historia de esta mujer, para darles una enseñanza a los religiosos, queriendo decir: En Sarepta, había muchas viudas, pero el profeta fue enviado a una en específico.
Había sequía en aquel lugar, por la palabra que había declarado Elías, que no llovería, sino por su palabra.  Muchas viudas tenían necesidad, pero solamente una viuda logró el milagro de sustentarse en un tiempo tan difícil.  Y aquel milagro duró, hasta que la sequía se acabó porque, lo primero que hace falta para que haya un milagro, es una necesidad.  Hay quienes no ven milagros porque lo que están pidiendo no lo necesitan y, como no lo necesitan, no están dispuestos a hacer lo que la palabra de Dios les pide hacer para obtener aquello que solamente pueden obtener de la mano de Dios.
Dios no te va a dar aquello que tú puedas conseguir por ti mismo.  Hay momentos en lo que, lo que tienes que hacer, es salir a trabajar.  Pero hay momentos cruciales en los que solo la mano poderosa de Dios es la que te puede liberar y llevarte a un nuevo nivel.   Pero son estas necesidades las que mueven tu fe de manera sobrenatural.  Cada vez que llega un momento crítico en tu vida, un momento de necesidad real, eres el candidato perfecto para un milagro.  No vivas en temor ni ansiedad, porque es la oportunidad de estremecer tu fe y creerle a Dios por lo sobrenatural, por lo imposible en tu vida.
Al igual que en Sarepta, en muchos lugares, hoy, hay necesidad financiera, y va a haber quienes no lo van a superar, porque están esperando que sea el gobierno quien les resuelva; y lo importante es que entendemos que aquella era una oportunidad que Dios aprovechó para demostrar que él es más grande que el resto.
Esta historia ocurre luego de que el profeta Elías mata a los profetas de Baal, quisieron competir por cuál es el Dios verdadero.  Elías oró y hace que fuego baje del cielo.   Baal no pudo hacer que la sequía se acabara y de suplirle a la viuda y a los huérfanos.  Muchos ya habían aceptado ese momento natural adverso como el final de sus vidas.  Pero, el Dios al que le servimos, no tiene que acabar la sequía para darte de comer a ti y a tus hijos.
Tu oración no tiene que ser que bajen los impuestos.  Créele a Dios que, por encima de ellos, él te va a prosperar y, en tu casa, siempre habrá provisión.  
Dios no cambió la sequía para bendecir a aquella viuda, pero, en medio de la sequía, una viuda comió por muchos días.  Quizás no había sobreabundancia, pero todos los días había; no escaseó el aceite ni la harina.
Quizás han llegado noticias de que vendrán momentos más difíciles, pero Dios no tiene que cambiar el gobierno para que en tu casa no escasee la harina ni el aceite.  Si tú eres capaz de creer, tu harina no va a escasear, el aceite no va a escasear.  Quizás no habrá la sobreabundancia por unos días, pero, en momentos de sequía, lo que hace falta es que haya todos los días, hasta el momento en que lluvia porque, cuando llueva, tú te encargas del resto. 
El sistema del mundo no tiene solución ni para la sequía ni para dar de comer, pero el Dios al que le servimos, a pesar de la sequía, puede poner comida en tu casa, milagrosamente.
Esta viuda tenía la opción de creerle a Baal o al Dios Todopoderoso.  En momentos difíciles, ¿a quién le crees?  ¿Al sistema, al mundo, al gobierno que no ha podido hacer que llueva, ni ha puesto nada en tu mesa?  ¿O le crees a Dios, quien hará que en tu casa no escasee, mientras dura la sequía?  Así como se extienda la crisis, se extenderá la provisión de Dios en tu casa; tanto tiempo estés desempleado, Dios va a proveer en tu casa; tanto tiempo no tengas los clientes que antes tenías, Dios va a proveer en tu casa.  Y que se escriba en la historia que para tal año hubo tal crisis económica, pero había una viuda que comía todos los días y el aceite y la harina no escasearon. 

QUE DIOS SEA TU PRIORIDAD

En medio de la sequía, tú puedes recibir un milagro; en tu casa, puede haber provisión, en medio de la crisis.  Pero esto no le sucede a cualquier persona, sino a aquellos que son capaces de recibir órdenes.  
La Biblia nos narra el encuentro entre Elías y la viuda de Sarepta.  Dios le dice al profeta: Ve, porque he dado orden a una mujer viuda que te sustente.  Esta viuda fue obediente a la voz de Dios y fue a la puerta de la ciudad para encontrarse con el profeta.  Por aquella puerta, entra el profeta, que seguramente pensaría que era una viuda rica la que le sostendría. 
Las puertas de la ciudad son los lugares donde se reúne la comunidad, donde se hace cultura.  En las puertas hay que cuidarse de los estereotipos porque pueden cancelar el milagro de Dios en nuestras vidas.  Estando en las puertas, hay que tener ojo profético para esperar el milagro de la persona que menos nos imaginamos.
La conexión de estas dos personas, el profeta y la viuda, era lo que iba a provocar que se diera el milagro.  Los dos tuvieron que vencer la percepción de cómo debiera ser la persona a la cual Dios les había conectado.  Lo más seguro, el profeta Elías esperaría que fuera una viuda rica, y se encontró con una viuda recogiendo leñas.  La viuda, lo más seguro, esperaría que el profeta le supliera, y lo primero que dijo Elías fue: Dame un vaso de agua.
En medio de la crisis, hay que entender que la solución vendrá del lugar que menos la gente lo espera, pero que Dios ha establecido estratégicamente para bendecirte.
Camina a las puertas y te darás cuenta que la provisión a tu vida vendrá de un lugar inesperado, de una persona a la que ya Dios le ha dado una orden.  Tú que no tienes trabajo y vives con temor, no toques a las puertas que siempre has tocado.  Camina en fe y obedece porque tu ayuda viene de los lugares más inusuales.  No permitas que tu mente,  tu percepción, te saque del milagro que Dios tiene preparado para ti.
Tanto el profeta como la viuda tenían una orden de parte de Dios.  Dios le dijo a Elías que había dado orden a una viuda de que le sustentara, y Elías tenía orden de llegar hasta la puerta a encontrarse con aquella mujer.
Pero el profeta no llego a aquel lugar haciendo primeramente una declaración de bendición, sino que lo hace luego que la mujer demuestra su disposición a obedecer.  Muchos dan su ofrenda para que los bendigan; pero el milagro de la mujer estaba en poner prioridades, en medio de la crisis.  La orden que recibió aquella mujer fue: Dame a mí primero.  En otras palabras, lo que pensabas hacer por ti primero, lo harás por la palabra de Dios, lo harás porque Dios lo dijo, lo harás en obediencia.
El cambio de prioridad establecía en dónde estaba la fe de la viuda.  Un diagnóstico de muerte se cambia en uno de vida y de bendición, simplemente por poner las prioridades correctas en medio de las necesidades.
Dios te trae a una puerta para que corrijas tus prioridades.  Dios te da la orden de ir a la puerta, para que puedas ver el orden correcto y se desate la multiplicación de Dios en tu vida.  Si, llegado el día de gran necesidad, pones a Dios primero, por encima de lo que el mundo diga, lo poquito que tienes, Dios lo multiplicará.
El milagro llega a tu vida, por varios factores: Tener una necesidad, y poner a Dios primero.  ¿Perdiste el trabajo?  En vez de quejarte y encerrarte, corre a la casa de Dios para darle el primer lugar.  Si recibes un diagnostico médico no alentador, corre a la casa de Dios primero.
La viuda tenía un diagnóstico de muerte, pero no dejó que el mundo estableciera cuáles eran sus prioridades, sino que puso a Dios primero.  Por esto, la viuda comió por muchos días.
No le tengas temor a las malas noticias, a la mala economía, a la sequía.  Hay muchos saliendo del país, pero tú, pon tu confianza en Dios y ponlo en primer lugar.   De lo poco, Dios puede comenzar a bendecirte y llevarte a un nuevo nivel.  Él no tiene que cambiar un país entero y todo el mercado para bendecirte a ti.  Simplemente, pon a Dios primero, y habrá multiplicación en tu hogar. 

PERMANECE

Cuando estudiamos los evangelios, y estudiamos las cosas que Cristo decía, cómo las decía, los momentos en los que las decía, notamos la tranquilidad con la que él decía cosas que eran verdaderamente significativas, cosas que cambiaban la tradición, cosas que cambiaban lo que creían los fariseos.
Cuando uno trata de ganarse a una persona, uno trata de ser más simpático, le deja pasar algunas cosas. Sin embargo, cuando estudiamos la palabra del Señor, vemos que, a pesar de que Cristo, en muchos momentos, hacía esto mismo, cuando se trataba de los fariseos, él decía lo que tenía que decir, cuando tenía que decirlo, como lo tenía que decir. Él no tenía ningún problema con decirles las cosas de frente a estos hombres que se acercaban tan solo para retar la teología de nuestro Señor.
En Juan 6:59, en adelante, encontramos a algunos de ellos diciendo que la palabra que Cristo estaba hablando era dura de entender. Cuando, en el verso 60, dice que muchos de sus discípulos dijeron que aquella palabra era dura, se refiere a la gente que le seguía, y no como tal a los doce discípulos que conocemos. Los doce discípulos habían tenido la oportunidad de recibir la palabra de parte del Señor más de cerca, y Cristo había podido explicarles las parábolas, les había podido enseñar con más detalles.
Cuando estudiamos lo que Cristo estaba diciendo en los versos anteriores, la palabra a la que sus seguidores se refirieron como “dura”, realmente no eran cosas difíciles de entender, no eran palabras tan duras como ellos las percibían. Cristo hablaba en parábolas porque, aunque el mensaje fuera profundo, Cristo quería llegarles a las personas, para que pudieran recibirlo en su espíritu. Aquella palabra no era difícil de entender, sino difícil de aceptar, porque estaba compitiendo con toda la tradición, con el legalismo, con todo aquello que ya estaba cimentado en la mente y el corazón de los que escuchaban.
Podemos entender por qué existía cierta resistencia, si prestamos atención a las cosas que Cristo les decía. Por ejemplo, les dijo que él había bajado del cielo. ¿Qué clase de teología es esa? Hoy podemos entenderlo, y nos parece sencillo, pero, en aquel momento, aquella era una teología controversial que chocaba con lo que ellos habían estado creyendo. Un poco antes, les dijo que ellos tenían que comerse su cuerpo, que tenían que beberse su sangre. Hoy entendemos a lo que Cristo se refería, pero, en aquel momento, aquellas expresiones les chocaban a aquellos hombres.
En este pasaje, Cristo tiene el atrevimiento de decirles que por qué se sorprendían, si ellos mismos lo verían ascender al cielo, de donde él vino en primer lugar.
El tiempo del ministerio de Cristo, fue uno de los momentos donde más división había, y donde más seguidores se perdieron porque, después de este pasaje, muchos de ellos dejaron de seguirle, porque estas palabras les chocaban.
Muchas veces queremos que la palabra el Señor sea suave, que pueda llegarle a todo el mundo; y gloria a Dios por aquellas ocasiones en que tenemos la oportunidad de llevar mensajes con los cuales muchas personas se puedan identificar, pero gloria a Dios cuando también el Señor da revelación a nuestro espíritu, y podemos llevar mensajes que rompen con las tradiciones, con el legalismo de muchas mentes que ya están cimentadas en ciertos conocimientos. Hay personas que quisieran que se baje la línea del mensaje, pero no hay que bajar la línea del mensaje, porque, aun a Cristo le sucedía y, aunque había gente que se iba, había gente que se quedaba y recibía la bendición.
No importa si el nivel del mensaje está bien alto, o si se baja para tratar de llegar a la mayor cantidad de personas, Dios siempre tiene una cosecha de almas, Dios siempre tiene un grupo escogido para recibir revelación específica, en un momento específico.
No seas tú de los que escuchan la palabra y se van porque les parece dura. Recibe la palabra que Dios tiene para tu vida, recibe la revelación, y permanece.