NO TE PIERDAS TÚ

Un factor importante para poder entrar en las nuevas oportunidades que Dios tiene para nosotros es la pasión. La Biblia dice que Ezequías lloró con gran lloro, al momento de elevar su oración a Dios, luego de recibir palabra, a través del profeta Isaías, de que debía ordenar su casa porque moriría. Aquel llanto demostraba pasión. Ezequías quería vivir. Había algo dentro de él que lo motivaba, que lo impulsaba.

Como creyentes, tenemos que llevar una vida apasionada. Una clave para lograr esto es admirar y celebrar el don, la habilidad que Dios nos ha dado. ¿Cuál es el don, la habilidad que tú tienes? ¿Cuál es el talento que Dios te dio? ¿Qué es lo que tú sabes hacer bien? Otra clave es estar apasionados por descubrir el misterio de nuestra vida, el misterio de la causa detrás de todas las cosas que nos han pasado. Romanos 8 nos dice que todas las cosas obran para bien. Así que, lo que debe mantenerte apasionado, es estar a la expectativa de qué Dios va a hacer en tu vida, a pesar de las circunstancias que estés viviendo. Cuando comienzas a vivir de esta manera, comienzas a vivir una vida apasionada.

Todo esto tiene que ir dentro de un contexto muy importante. Como seres humanos, creaciones del Dios Todopoderoso, siempre se ha hablado de nuestra libertad de escoger, de nuestro libre albedrío, pero también está el concepto de la predestinación divina. A veces, vemos un contraste entre lo que podemos creer que es determinado por Dios, y nuestra capacidad de decidir. En 2 Reyes 20, vemos uno de los ejemplos más claros que pudiéramos ver de esto, porque el profeta llega a decirle a Ezequías: Morirás, y no vivirás. En otras palabras: Esta enfermedad que tienes no va a terminar bien. Isaías era un profeta. Lo que él decía, se cumplía. Y acababa de darle estas palabras al rey Ezequías, de parte de Dios. Lo curioso es que la oración de Ezequías cambia la decisión de Dios. El profeta fue detenido por Dios para que se diera la vuelta y le dijera al rey que las cosas cambiaron, en respuesta a su oración. La decisión de Ezequías de orar en aquel momento, su fe, hizo un cambio en el plan divino; su oración transformó la circunstancia en aquel momento.

Ahora bien, lo primero que Dios le dice a Ezequías, en medio de sus circunstancias, fue: Ordena tu casa. En otras palabras: Prepárate. Aquella también es una frase espiritual, que nos habla del orden interior, de ordenar nuestra mente, nuestros pensamientos, nuestra vida. Y la reacción de Ezequías fue orar por una oportunidad para culminar el llamado de Dios para su vida. El problema de muchos es que, cuando llegan circunstancias difíciles a su vida, que parecen determinadas por Dios de manera final y firme, su enfoque es dirigido a aquellas cosas que le van a hacer sentir bien, en vez de recurrir a ellas para hallar salida del momento que están viviendo. Y en esa búsqueda se pierde lo más importante: Se pierden a sí mismos, dentro de sus circunstancias.

Tu libertad, tu capacidad de tomar ciertas decisiones, tiene encerrada en sí misma el poder de cambiar ciertos cursos de acción en tu vida, y ciertos resultados. El problema es cuando tomamos esas decisiones porque nos encontramos entre la espada y la pared, y permitimos que el mundo nos desenfoque, perdiéndonos a nosotros mismos en nuestra decisión. Cabe señalar que no siempre un hombre se pierde cuando todo va mal. Cuando todo está bien, es uno de los peores momentos en que una persona, si no toma autoridad en su vida, se puede perder a sí misma.

Un confinado, por ejemplo, tiene una capacidad de decisión muy limitada. Pero una persona que está confinada, que tiene pocas opciones, tiene la única opción que todos nosotros también tenemos: No perdernos dentro de la limitación de decisiones que tenemos. Lo peor que puede pasar no es haber perdido ciertas oportunidades en la vida, sino perderte tú, en el problema que estás viviendo.

En ocasiones, cometemos el error de pensar que nuestras decisiones no pueden tener verdadero efecto, sino que son las decisiones de otros las que pueden cambiar todas las cosas. Entonces, vivimos dependiendo de las decisiones de otros para ver un cambio en  nuestras vidas. Esto lo que crea es frustración. Tú fuiste llamado a tomar decisiones, en tu nivel. Puede que no puedas cambiar todo tu país; pero tu comunidad puede ser diferente, si tú decides tomar una decisión, una acción. El problema es que nos frustramos y perdemos nuestra esencia, quienes somos, nuestra autoridad.

Puede ser que te encuentres entre la espada y la pared y sean pocas tus opciones; pero no puedes permitir que el lugar donde te encuentras te lleve a un punto donde pierdas lo más importante, que eres tú mismo, tu mente, tu casa. Tienes que permanecer firme, creyendo y siendo quien eres para que, cuando llegue el momento de tu oportunidad, Dios te pueda abrir la puerta, y tú puedas alcanzar todo lo que él te ha prometido. 

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