10 MANDAMIENTOS DE LA FAMILIA

La familia debe ser un lugar agradable para vivir, un lugar seguro para llegar, un refugio emocional para todos. Todos deseamos vivir en una familia saludable, fuerte y estable, porque esta se extiende en el tiempo a partir de los hijos.
Los hijos se levantan sobre la construcción que hemos hecho en sus vidas. Por lo que a todos nos corresponde dejar un legado a las nuevas generaciones. Esta es la razón por la que debemos poner un fundamento que permita a la familia vivir en un ambiente donde tenga sentido de pertenencia, alegría de vivir, sepamos resolver las diferencias, y podamos comunicarnos saludablemente. Pero también debe ser el lugar donde prevalezca el abrazo, las palabras de afirmación y la aceptación.
Las familias se fundamentan sobre los valores que han abrazado como propios y estos se evidencian en la convivencia cotidiana.
Los valores son los rieles sobre los cuales vamos a construir nuestro proyecto de familia. Esta es la razón por la que debemos tener claros los diez mandamientos que deben vivir todas las familias saludables.
1. Aceptación. Aceptamos a cada miembro de la familia tal cual es.
2. Eliminado los gritos, la agresión, los sobrenombres que descalifican y el menosprecio.
3. Amor. Nos expresamos amor abiertamente entre todos los miembros de la familia.
4. Legado. Los padres dejamos un legado a las nuevas generaciones.
5. Somos solidarios, nos servimos mutuamente. Todos colaboramos en casa.
6. Perdón. Pedimos perdón cuando hemos lastimado y hacemos prevalecer la reconciliación. Resolvemos nuestras diferencias, y no acumulamos resentimiento.
7. Somos felices. Decidimos reír y disfrutar nuestra convivencia.
8. Somos optimistas y nos motivamos mutuamente. Por eso, somos agradecidos los unos con los otros.
9. Le damos valor a la palabra. Cumplimos lo que prometemos.
10. Amigos. Los miembros de la familia somos amigos. Tenemos confianza, y somos cercanos, a tal punto, que nos extrañamos y deseamos estar cerca.
Comprendemos que los valores no se imponen, se viven, se modelan y se inspiran. Por eso edificamos no a partir del discurso, sino a partir de la convivencia. Esto le da coherencia a nuestro comportamiento.
Para lograr construir familias fuertes y saludables, debemos hacer prevalecer la humildad, sobre la arrogancia, la identificación sobre el egoísmo y el amor sobre el menosprecio. Por eso, nos elogiamos mutuamente y nos concentramos en reconocer las virtudes antes que los defectos.
Quien sabe lo que tiene lo protege, lo cuida, y toma decisiones. Elija los diez mandamientos que regirán su familia.

LOS OBSTÁCULOS DEL AMOR

El corazón es el órgano spiritual que puede ser inundado por el amor de Dios o volverse frío y distante con Él. Esa es la razón por la que se le menciona primero en el primer y gran mandamiento: “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón” (Marcos 12:30).
En última instancia, el amor de Dios no puede ser obstruido. Pero podemos reducir su fluir a través de nosotros si permitimos que cualquiera de los tres obstáculos que se describen a continuación evita que nuestro corazón sea lleno de amor por Cristo.
Obstáculo 1: Incredulidad
El comienzo de nuestro enamoramiento con Jesús es que confiamos en que el Espíritu santo pondrá en nuestro corazón la misma fe de Cristo para que creamos en la Escritura. La palabra principal que Jesús habló con respecto a nuestro enamoramiento con Él se encuentra en Juan 17:26: “Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos”. Por lo tanto, la fe siempre debe ser el primer aspecto de cualquier avance espiritual. No podemos amar a Jesús hasta que confiemos en que Él sea en nosotras lo que Él requiere de nosotras (1 Corintios 1:30). El cristianismo no es una forma de vida en que hacemos más y más, y por lo tanto aparentamos ser más como Cristo. El cristianismo es una forma de vivir en la que nos quitamos de en medio cada vez más y seguimos a Cristo, para que Él se manifieste a través de nosotras (2 Corintios 4:10-11).
 Obstáculo 2: Falta de perdón
 Un segundo obstáculo para que fluya el amor de Cristo a través de nosotras es la falta de perdón. Siempre debemos recordar el incalculable amor de Dios en su perdón de nuestros pecados pasados mediante Cristo Jesús.
Extenderles un completo perdón a quienes pudieron habernos ofendido es clave para mantener nuestro corazón abierto y permitir que el amor de Cristo fluya a través de ellos. Pablo dijo que debemos comprometernos a vivir “perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros” (Colosenses 3:13). Por nosotros mismos somos incapaces de perdonar a los demás como Él nos perdonó: completamente y para siempre. Pero el amor divino de Cristo a través de nosotras hacia los demás conlleva su perdón para los demás.
Obstáculo 3: Un corazón dividido
 La Biblia nos dice que otro impedimento importante para que amemos a Jesús como su Padre lo hace es un corazón dividido. Para que el amor divino sea efectivo, nuestro corazón necesita estar completamente disponible para que Cristo more en él. Debemos ser fortalecidos con poder mediante el Espíritu de Jesús en nuestra persona interior, “para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones” (Efesios 3:17).
Por lo tanto, propóngase conocerle de verdad, y aprenda a amarlo por sobre
todas las cosas. No permita que el enemigo la engañe al decirle que existen búsquedas
igualmente gloriosas y logros igualmente grandes. No los hay. Él es el galardón,
y cuando usted le busca a Él, todas las cosas, le son añadidas (Mateo 6:33;
Romanos 8:32; 1 Corintios 3:21-23; Colosenses 2:10).

GRATITUD QUE ALEGRA EL CORAZÓN

Cada nuevo día tenemos la oportunidad de levantarnos con una buena actitud que nos impulse a sonreír, creer que todo va a salir bien y a confiar en Dios. 
Si queremos avanzar con pasos firmes debemos tener a mano las herramientas que nos ayuden a disfrutar de cada día, recordemos lo que Jesús nos dijo en Juan 10:10 “yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”, parte del propósito de Dios para nuestra vida es que seamos felices y disfrutemos acá en la tierra de las bendiciones que ya tenemos (lee Efesios 1:3).
Cada día estamos frente a un milagro, sin embargo, por las carreras diarias, podríamos no estar prestando atención a esos detalles que buscan llamar nuestra atención. Es tiempo de bajar el ritmo, levantar nuestra mirada al cielo, dar gracias por todo lo que tenemos y por lo que aún no ha llegado, esto sólo lo puede hacer un corazón que ha decidido caminar por fe, confiando en Aquel que es Todopoderoso.
Podría decirte que es tiempo de quitar la queja y poner gratitud, esto cambiará radicalmente lo que hablamos y pensamos. Si en este momento realizáramos un autoexamen sobre nuestro grado de queja y gratitud diaria, ¿cuál porcentaje sería más alto?
El diccionario define la gratitud como una apreciación, sentimiento, emoción o actitud que reconoce un beneficio que ha recibido o recibirá. ¡Wow! Si caminamos bajo esta verdad podríamos decir que cuando tenemos gratitud estamos demostrando nuestra fe y confianza en que Dios está al control, y aun cuando aquello que esperamos no ha llegado Él todo lo tiene bajo su cuidado. Confiar en Dios es estar totalmente seguro de que uno va a recibir lo que espera. Es estar convencido de que algo existe, aun cuando no se pueda ver (basado en Hebreos 11:1)
Es necesario aprender a dar gracias no sólo cuando ya tenemos el milagro, sino cuando nuestros ojos físicos no ven nada, eso es fe. El abrir nuestra boca y dar gracias por todo trae fortaleza, gozo y paz. Sabemos que nuestras palabras tienen poder creativo.
“Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para vosotros en Cristo Jesús” (I Tesalonicenses 5:18). Si prestamos atención a este versículo nos vamos a dar cuenta que la voluntad de Dios es que demos gracias por todo, esto incluye los buenos y no tan buenos momentos.
Todos los días estamos expuestos a compartir con muchas personas. Sin duda alguna nos hemos topado con personas positivas, que sonríen, que hablan bien y que cuando uno se despide siente paz en el corazón. Pero a la vez hemos compartido con personas que nos “cargan”, son negativas y se quejan de todo. ¿En qué grupo queremos estar? Sin duda alguna en el primero, pero para eso tenemos que trabajar y aprender a hablar bien, dando gracias a Dios por todo y en todo momento.
¿Sabes por qué a Dios le gusta ver en nosotros un corazón agradecido?
1.- Cuando somos agradecidos le damos la Gloria a Dios ( II Corintios 4:15)
2.- Un corazón agradecido reconoce la bondad de Dios (I Timoteo 4:4)
3.- Un corazón agradecido es característica de un adorador (Salmo 100:4)
4.- La gratitud es reflejo de obediencia a Dios. (I Tesalonicenses 5:18)
5.- La gratitud multiplica las bendiciones. (Mateo 25:4-28)
6.- Un corazón agradecido, trae gozo y paz. (Salmo 118)
7.- Un corazón agradecido, conmueve el corazón de Jesús. (Lucas 17:11-19)
En este pasaje bíblico vemos como 10 recibieron un milagro, pero solo uno se devolvió a dar gracias. Muchas son las veces que hemos sido parte de los “9”, Dios hace un milagro y nos acostumbramos, porque hemos perdido la capacidad de asombro. Hoy es un buen día para empezar a dar gracias por todo, sea grande o pequeño.
“No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho” (Filipenses 4:6).
El secreto de tener paz y fuerzas nuevas radica en preocuparnos menos, orar y confiar más, esto nos ayudará a fortalecer nuestra relación con Dios de una forma sorprendente.
Consejos prácticos:
n  Elimine las frases negativas y de queja.
n  Controle lo que sí puede controlar, esto es, su actitud ante los retos diarios.
n  Hágase rodear de las personas correctas, que sean positivas y agradecidas.
n  Sea perseverante, tenga confianza en Dios y en usted mismo.
n  Aprenda de los errores.
n  Aléjese de las personas negativas.
n  Tenga metas y alcáncelas.
n  Hable siempre bien de usted y los demás.
n  Sea agradecido en todo.