QUE TIPO DE TIERRA SOMOS?



Cristo en Marcos 4:3-9. Dijo: «Oíd: He aquí, el sembrador salió a sembrar, y al sembrar, aconteció que una parte cayó junto al camino, y vinieron las aves del cielo y la comieron. Otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra. Pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Otra parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto. Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, pues brotó y creció, y produjo a treinta, a sesenta, y a ciento por uno.


En términos hipotéticos, hay tres causas posibles del fracaso del evangelio a cambiar la vida de una persona. En primer lugar, puede ser la culpa del sembrador—es decir, el que nos da el evangelio. En este caso, el sembrador es Dios sí mismo. Quizás Dios sea la razón por la cual algunos no responden al evangelio. De hecho, hay una teoría que sostiene precisamente este punto. La teología Augustinia-Reformada, o sea el Calvinismo, alega que Dios arbitrariamente ha elegido a algunos para ser salvos y ha dejado a otros en la condenación por el pecado de Adán, elección que no se puede cambiar ni por nuestro libre albedrío, puesto que Dios es al autor de dicha elección. No obstante, ¡el punto primordial de la parábola del sembrador es precisamente al contrario! No es la culpa del sembrador cuando algunos no obedecen. Dios no les predestinó a algunos sin tomarse en cuenta su respuesta de fe y obediencia. No podemos echar la culpa a Dios por nuestros pecados. 2 Pedro 3:9 dice: «El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nostros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.» Entonces, no es la culpa del sembrador de que algunos no obedezcan al evangelio.


En segundo lugar, teóricamente pudiera ser la culpa de la semilla—el evangelio—cuando algunos no obedecen. Se oye que la bíblia, por ejemplo, es una «letra muerta» o que es «mero papel y tinta.» Tales dichos quieren menguar la importancia del evangelio. Pero, otra vez la parábola del sembrador en Marcos 4:3-9 nos asegura que no es una falta en la semilla cuando algunos no obedecen. Lucas 8:11 explica que «La semilla es la palabra de Dios.» Romanos 1:16 dice que el evangelio es el poder de Dios para salvarnos. Hebreos 4:12 agrega, «porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos….» Entonces, no es la culpa de la semilla, la palabra de Dios, cuando algunos no obedecen.


En tercer lugar, podría ser la culpa de la tierra, del suelo, cuando la semilla no da frutos. En la parábola del sembrador en Marcos 4, eso es precisamente el punto que Cristo quizo recalcar. Está hablando de la receptividad de la tierra. Pero, la tierra tiene que ver con el libre albedrio de cada individuo para escoger el bien o el mal. Cristo dijo a Jerusalén en Mateo 23:37, «…cuantas veces quise juntar a sus hijos…¡y no quisiste!» Es culpa del suelo, del corazón.



En la parábola del sembrador en Marcos 4, podemos notar cuatro tipos de tierra, cuatro tipos de corazones. En primer lugar, una parte de la semilla cayó junto al camino, y vinieron las aves del cielo y la comieron. En Marcos 4:15, Cristo dice: «y éstos son los de junto al camino: en quienes se siembra la palabra, pero después viene Satanás, y quita la palabra que se sembró en sus corazones.» A lo mejor, se refería a una senda entre las cosechas que fue usada para atravesar los cultivos sin hacer daño. Era una tierra dura, y simboliza el corazón duro. Es difícil para la semilla penetrar tal superficie. Entonces, viene el diablo y quita la palabra sembrada del corazón. Tales personas oyen el sonido del mensaje, y quizás entiendan el significado de las palabras en la superficie, pero no dejan que se les penetre en el fondo de su ser donde pudiera brotar la plena comprensión del evangelio. Se alimentan de todo, menos de la palabra, por lo tanto, su corazon no esta fortalecido y vienen las dudas u otras doctrinas y se desalientan o se van.


En segundo lugar, otra parte de la semilla sembrada «cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra. Pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó.» Cristo aquí describe la tierra rocosa. Es una capa fina del suelo sobre una roca dura. Representa el corazón seco y superficial. Al principio, recibe la palabra con alegría y entusiasmo. Pero, no tiene la perserverancia. Aunque responde pronto al evangelio, tal corazón no tiene raíz tampoco profundidad. Sobre todo retroceden al mundo cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la palabra. Es una advertencia para nosotros los cristianos contra el tropiezo. Hebreos 10:39 nos amonesta, «pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.»


El tercer tipo de tierra descrita en la parabola del sembrador de Marcos 4 es la tierra espinosa. Los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto. Esa tierra tiene una mezcla de semillas ya no visibles. En otras palabras, es un corazón impuro. Aquí, Cristo menciona tres influencias fuertes en la vida de tales personas. Primero, menciona «los afanes de este siglo.» El Diccionario de Cervantes muestra que «el afán» quiere decir el «trabajo excesivo, solícito y penoso.» La idea es que esas personas luchan con desmesurado afán para consequir las cosas físicas de este siglo, en esta vida terrenal.Segundo, Cristo menciona «el engaño de las riquezas». Pensemos en Lucas 12:15 donde Cristo nos exhortó, «mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.» Tercero, menciona «las codicias de otras cosas» que ahogan la palabra haciendola infructuosa.


El último tipo de tierra mencionada en la parábola del sembrador en Marcos 4 es la buena tierra. Explica, «y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la palabra y la reciben, y dan fruto a treinta, a sesenta, y a ciento por uno» (Marcos 4:20). Tal corazón es bueno y recto y posee el deseo genuino para hacer el bien (Lucas 8:15). Oye la palabra y la recibe. Esto quiere decir que es obediente a los mandamientos de la palabra y no tan solamente oidor de la palabra. Da fruto a treinta, a sesenta, y a ciento por uno. Lucas 8:15 añade que lo hace «con perserverancia.» A pesar de las pruebas, sigue fiel en la iglesia y en su vida cristiana. Ese tipo de corazón trata de conseguir resultados buenos y prácticos en la obra evangelística y en la benevolencia. Tiene metas y las cumple.


En vista de todo que Cristo dijo, ¿qué tipo de tierra soy yo? ¿Cuál de esas simboliza mi corazón? ¿Es duro, seco, ahogado, o bueno? Solo yo puedo decidir. La respuesta es individual y es mía