ESPERANDO EL AMOR

Si tengo seguridad en mí misma, en mi potencial y en lo que valgo como mujer, yo sé que tarde o temprano encontraré el amor que tanto estoy esperando.

No voy a precipitarme, seré paciente, esperaré por el amor correcto, esperaré a estar segura de que es él.

Confío en que Dios tiene alguien especial para mí.

¿Crees que tu corazón está preparado para recibir el amor? ¿Has perdonado? ¿Ya sacaste de ti todo el rencor que guardabas de aquella última relación que te dejó hecha pedazos?

Si todavía conservamostristes recuerdos, si aún no hemos podido sanar aquellas profundas heridas que dejaron nuestro corazón infectado de mentiras, engaños, celos, traiciones y maltratos… entonces nos será difícil recibir un compañero sentimental que nos llene de felicidad, que nos apoye en todo momento y nos ame de una forma incondicional.

Para recibir el amor del hombre que Dios tiene para ti, debes primero perdonarte a ti misma sin culparte, limpiar y renovar tu alma aceptándote y valorándote como un ser que es digno de amar y merece ser amado. Y si con ello mantienes la esperanza en que todo en tu vida mejorará, a pesar de las pruebas que enfrentes, al final habrá una recompensa para ti.

Mujeres que anhelamos ser amadas: debemos ser pacientes en la espera.

Dice un adagio muy popular que “la desesperación es parte del fracaso”… entonces, ¿por qué nos desesperamos? Dios tiene un plan perfecto con cada una de nosotras, él todo lo hace a su tiempo, él nos prepara para recibir un amor sin manchas, un amor verdadero, permitamos que sea él quien tenga el control de nuestra vida.

En nuestras relaciones, solemos ir de fracaso en fracaso, muchas veces por temor a la soledad, porque no concebimos unas semanas, unos meses, unos años sin tener a un hombre a nuestro lado. Y por eso tendemos a elegir mal…

Tú que quieres ser bendecida con un gran hombre, espera la promesa en el Todopoderoso, a él es quien debemos dejar que obre de manera perfecta en nuestra vida. Él sabe qué nos conviene y qué no, y lo más hermoso es que nos prepara para recibir a ese hombre que al igual que nosotras desea experimentar un amor sin condiciones, basado en la confianza, comprensión, en la unidad, en la comunicación y en los pequeños detalles que fortalecen y avivan toda buena relación.

A ti hermosa mujer que espera el amor, te invito a que descargues tus cargas y miedos en Dios, que sabrá prepararte, porque él desea que tanto tú como tu pareja disfruten un amor correspondido, donde la felicidad no sea una quimera, sino toda una realidad.

Cree en el amor, porque sí existe.
Y espera paciente en él.

NO OS UNAIS EN YUGO DESIGUAL

Quien profesa la fe cristiana tiene principios diferentes de quien no es cristiano. En ocasiones conocemos a hombres que nos pueden parecer compatibles, pero tarde o temprano nos daremos cuenta de que es un error unirnos a ellos.

Es difícil, pero debemos evitar unir nuestra vida a quien no comparte lo más importante para nosotras, seguir a Dios y serle fiel.


No os unáis en yugo desigual

Lo aprendemos rápido, lo memorizamos en segundos, pero ¿lo aplicamos? ¿Olvidamos estas palabras cuando ese chico bonito, que no es de la iglesia, nos dice lo mucho que le gustamos?, ¿o cuando nos dice cuan hermosa le parecemos?, ¿o cuando nos hace esos detalles que nos dejan enamoradas?

¿Somos capaces de decir que “no, no se debe, no me uniré en yugo desigual”?

Admiro y tengo un gran respeto por las valientes y hermosas mujeres que pese a sentir mariposas en el estómago al ver a un hombre, tomaron la sabia decisión de hacer cumplir la palabra que nos dice “No os unáis en yugo desigual”.

¿Por qué una mujer cristiana, no debe tener por pareja a un hombre que no lo sea, o tenga otra creencia?

Hay muchas razones que citaríamos aquí, pero la más sencilla y que encierra todo,

es esta: No puedo, no debo estar con alguien que no crea lo mismo que yo, no puedo compartir mi vida con alguien que no esté de acuerdo con lo que yo creo.

¿Por qué no debo?
Porque no irá a los mismos lugares que yo, no orará a mi lado, no respetará a Dios por lo tanto tampoco a mí, en sus reuniones yo no podré estar, con sus amigos yo no tendré mucho en común o de qué conversar… ¿y saben a qué trae todo esto? A dificultades que solo saldrán hiriéndonos.
A lo largo de la historia muchas mujeres ejemplares guardaron su vida y se la dedicaron a Dios. Y hoy día todavía hay muchas mujeres que siguen haciendo lo mismo.

¿Haremos nosotras eso? ¿Dedicaremos nuestra vida en cuerpo, alma y mente al servicio de Dios? Nos privaremos de tener una familia por el trabajo de la Obra de Cristo? Es hermoso servir a Dios, pero sé que muchas mujeres como yo, aparte de querer trabajar para Dios que es lo primordial en nuestras vidas, también queremos una familia, unos hijos, una casa y para todo esto, también queremos y necesitamos tener a nuestro esposo.

Pero, ¿por qué nos complicamos la vida fijándonos o enamorándonos de quien no debe ser?

Lo sé porque yo misma lo viví y lo digo con toda propiedad, equivocarse en este sentido duele mucho. Duele porque un día te das cuenta que eso que llamaste amor no lo es, o al menos esa persona ya no siente lo mismo que antes. Duele porque no es agradable descubrir que apostamos tanto y equivocadamente.

Ya no te dice:
Es que no me importa que seas cristiana, yo lo voy a ser algún día; no te preocupes” o “yo creo en tu Dios, pero me tienes que dar tiempo, todavía no es el momento” ni mucho menos “voy a acompañarte a tu iglesia y después salimos a comer”.

Descubres que son muchas las cosas las que te dijo que te hacían guardar la esperanza y llegaron a convencer de que todo cambiaría y sería mejor con el pasar del tiempo…pero todas esas cosas ya no las oirás, lee bien: NO LAS OIRÁS, ya ni siquiera te tratará de convencer, porque a su tiempo ya te supo convencer: ya te tiene de su lado, ya no te acompañará a la iglesia, es mas ahora te dirá “ya es hora de tu reunión, ¿no vas a ir? Yo voy a salir con unos amigos, llego mas tarde”, o“No quiero que hagas ese donativo, des ese diezmo o trabajes gratis para tu iglesia, que eso es algo de lo que debiéramos disfrutar los dos” y ya no seguirá molestándose en decirte que va a cambiar…

Ahora es cuando muestran lo que realmente son… te traicionan, hasta lo amoroso que eran se comienza a perder, y entonces te asombras de tener al lado a un hombre que no se parece en nada al que te conquistó. Cuando nos damos cuenta de ello sufrimos y lloramos largas horas, porque ahora no sabemos qué hacer… Y lo peor, estamos enamoradas, y eso ¿para qué?

Sí, ya pasamos de ser lo más importante en sus vidas, ya consiguió lo que quería, ya alcanzó eso que veía como inalcanzable, ya te volvió una mujer triste, cabizbaja, y hasta con poca autoestima, porque no hay nada que baje más la autoestima que no sentirte amada.

Esto duele, sí, duele hasta las entrañas….¿pero sabes qué duele mas? Acordarte que en tu Biblia dice:
No os unáis en yugo desigual”(2ª. Corintios 6:14).

Me dolió porque amé a quien nunca me amó y me dolió más porque le fallé a quien dije amar por sobre todas las cosas.