EL AMOR: EL MAYOR DON



Cuando participemos en la guerra espiritual, debemos recordar que un ejército con soldados solitarios o llaneros solitarios fracasará. Aunque pueden ser destacados grandes guerreros, la fuerza de un buen ejército es la capacidad de que los soldados sean camaradas. En otras palabras, deben protegerse y respetarse unos a otros. A pesar del talento y la capacidad que los soldados puedan tener, el cuidar de la trinchera del compañero es obligatorio. La Biblia hace referencia a tener dones sin amor. Dice que es como un fuerte sonido musical que está muy desafinado.

El Señor usa todo tipo de personas en todo tipo de maneras. Incluso en la Iglesia, Dios ha d

ado diferentes dones a los hombres que se manifiestan en diferentes administraciones. Yo estoy orgullosa de ser parte del movimiento apostólico de Dios de los últimos tiempos. Mi alma se aviva cuando veo los milagros de Dios, y lo que especialmente me motiva es cuando Dios usa a personas con dones para ministrar a las naciones. A pesar de todo ello, no puedo pasar por alto que algunas personas con dones han causado reproche a los ministerios del Señor. Dios ha permitido que los dones y los llamados que Él nos ha dado permanezcan en nuestras vidas incluso si nosotros nos desviamos. Sus dones son irrevocables (Romanos 11:29).

Debemos llegar a entender que cuando un santo falla, eso afecta a todo el cuerpo. Como
soldado en el ejército de Dios, debe usted aprender a sostener a sus compañeros soldados espirituales y orar por ellos, especialmente en tiempos como estos. Nuestro testimonio como creyentes es muy importante en estos tiempos. ¿Cómo comenzamos a sostener a otros? En primer lugar, debemos orar por todos los creyentes, y especialmente por quienes están en el frente de batalla.

Es la misericordia y la gracia de Dios lo que mantiene alejado el reproche de nuestra vida y ministerio. Yo hago todo lo que sé para servir a Dios fielmente, pero las trampas del enemigo son muy reales. No creo que la mayoría de líderes o laicos planean meterse en situaciones que causan reproche
al evangelio de Jesucristo. La Biblia dice que si fuera posible, incluso los escogidos serían engañados (Mateo 24:24). He estado predicando por años que debemos practicar nuestra salvación con temor y temblor. He visto muchas veces que cuando las personas piensan de sí mismas más de lo que debieran, caen presas de las trampas del enemigo. Solamente por la misericordia y la gracia de Dios somos verdaderamente libres. Nuestra libertad no es mediante nuestra propia capacidad para guardarnos a nosotros mismos; es mediante el poder de Dios para guardarnos.

Debido a que los dones y llamamientos de Dios son irrevocables, debemos vigilar nuestro caminar de amor. Tenemos que tener cuidado de no quedar tan atrapados en nuestros dones que perdamos nuestra relación con Dios. Eso es lo que les sucedió a los sacerdotes en Ezequiel 44. Ellos cayeron en pecado, pero Dios les permitió quedarse en sus puestos sobre el pueblo; ellos siguieron a cargo del templo, pero Dios los quitó de sus posiciones en Él. ¡Ellos ya no pudieron estar cerca de Dios! Los creyentes deberían tener temor a esta maldición: tener un gran ministerio hacia la gente pero nunca ser capaces de acercarse a Dios.

El Señor nos ha dado un camino seguro para mantener nuestros ministerios hacia la gente y mantener una sana relación con Él.¡ Él quiere que nos aseguremos de tener el mayor don de todos! Hay muchos dones espirituales estupendos, y estoy segura de que muchos dirían que el poder profético es el mayor don. La capacidad de entender todas las verdades y misterios secretos en nuestro manual de operaciones, la Palabra de Dios, estaría en el primer punto de la lista para muchos. Para otros, mover montañas y resucitar muertos son los mayores dones. Aunque todos esos dones son estupendos y verdaderamente deben desearse, no se comparan con el mayor don de todos, que es el amor. Podemos tener todas las cosas que he mencionado anteriormente y seguir siendo nada ante los ojos de Dios si no tenemos amor. Sin amor, las personas pueden seguir llamándole grande y desear estar en su presencia, pero usted no podrá permanecer en la presencia del Señor.

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