SÁCALE JUGO A LA PRUEBA

En Proverbios 3:5 dice: “Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia inteligencia”. Esto quiere decir que ante los desafíos que se presentan, debemos tomar la decisión de acallar las voces del razonamiento y la lógica para descansar en los brazos amorosos del Padre celestial. Los resultados no tienen que ver con lo que dicen nuestros sentidos, sino que tienen que ver con la FE. Esto es la convicción de que lo que no estoy viendo ahora, pero que lo voy a ver (lee Hebreos 11:1).
Tomar la decisión de caminar en esperanza es  una actitud de ganancia. Entonces, ¿qué te parece si le sacamos el jugo a la prueba?
Las aflicciones en este mundo son inevitables, pero podemos determinar con valentía que tienen desenlaces buenos, agradables y perfectos. Ante un diagnóstico de cáncer que estoy viviendo, le recuerdo a mi alma que la fruta se exprime para que de ella salga ¡lo mejor! Así que dale, ¡vamos a sacarle el jugo!
Le sacamos el jugo a la prueba cuando:
  1. Crees que lo que estás pasando fue diseñado con un propósito para ti: Dios sabía que había actividad molecular cancerosa y determinó en Su soberanía que no se detuviera. Dios me ama y lo ha permitido para enseñarme algo. El punto es que al final del proceso se exclama como Job: “De oídas había oído de Dios, pero ahora mis ojos lo están viendo” (lee Job 42:5). No es castigo, es tránsito de gloria excelente y eterna.
  2. No buscamos nuestras probabilidades, sino las de Dios: Las nuestras son finitas, las de Dios son infinitas. Las nuestras son pasajeras, las de Dios son eternas. Las nuestras son limitadas, las de Él no tienen fin. Un ejercicio que he hecho es mirar retrospectivamente las vivencias que he tenido en el pasado con el poder de Dios. ¡Wow! He sido testigo de milagros y portentos. En Su amor no hay variación. ¡Qué bueno, lo veré actuando sobrenaturalmente otra vez!
  3. En vez de estar tristes, ¡estamos con gozo! El solo hecho de que estamos en un proceso de dar testimonio de Cristo, nos hace más que felices.  No sólo por el resultado (sea, cuál sea, es bueno), sino porque podemos afirmar que en este mundo habrá dolor, pero en medio del dolor Él está con nosotros.
En lo personal donde he escuchado de forma ensordecedora a Dios ha sido en los desiertos. Estoy contenta, porque todos los días frente a las noticias médicas, el Señor me está diciendo: YO ESTOY AQUÍ. ¿Puedes escuchar cómo te lo está diciendo hoy a ti? Vamos, ¡sácale el jugo a esa prueba!

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