EL ABUSO DE AUTORIDAD


En este escrito deseamos enfocar, a la luz de la Palabra de Dios, que es autoridad, hasta donde tiene derecho de imponer orden y cuando se cae en vicios o errores de conducta en el ejercicio de la misma. Espero que lo aquí expuesto nos ayude a buscar un equilibrio entre la autoridad incorrecta y la correcta para que podamos establecer una vivencia familiar, social y eclesial saludable
Los  problemas de la autoridad
            Existe un principio básico y lógico en cuanto al surgimiento de la autoridad, porque todo en la vida tiene un origen, partiendo primeramente del Ser Eterno que es Dios, el cual no tiene ni principio ni fin y del cual depende y subsisten todas las cosas (Col 1:17. Si partimos de este punto de vista: “Dios es el principio de todas las cosas”, entonces determinamos que todo fue creado para un fin y bajo un propósito. Estos dos conceptos; “fin”  y “propósito”, determinan  las leyes que rigen lo creado. Cuando estudiamos estos elementos encontramos las normas que rigen el cosmos, la creación, y todo lo que en ella existe.
            Al observar las leyes determinamos los principios. Es entonces cuando descubrimos las normas que rigen tal o cual acción, así como las consecuencias que acontecen cuando esas norman son alteradas. Por ejemplo, en la física sabemos que todo cuerpo pesado siempre cae hacia abajo, esto es debido a lo que denominados ley de gravedad. Tenemos leyes físicas, que regulan el funcionamiento cósmico de la creación, leyes biológicas, que regulan el funcionamiento de la vida y leyes morales, que regulan la conducta moral.  ¿Pero que significa ley? Según el diccionario son “normas constante e invariables de las cosas”, las cuales determinan que para que existan leyes debe de haber un legislador y una autoridad suprema que rija dichas leyes, existiendo por lo tanto consecuencia a su violación. Así que la autoridad nace como producto de las leyes, ya que no puede existir ley sin gobierno, ni gobierno sin ley.            Como el tema que nos ocupa esta relacionado con la autoridad dentro del orden humano, debemos reflexionar en las leyes que rigen la vida física de las personas. Al respecto clasificaremos tres tipos de leyes o normas de conducta:
A:   La leyes física que rigen la vida.
B: La ley moral y civil que rige la vivencia humana.
C: La ley espiritual que rige los valores individuales de las personas.
LA LEY FÍSICA: Regula la vida biológica y de subsistencia del ser humano. Por ejemplo, sabemos que los elementos físicos son los que determinan la existencia de la vida. El oxigeno, el agua, el sol, las estaciones, la rotación y traslación de la tierra, etc. marcan toda nuestra conducta humana e incluso determinan nuestra condición física. Cuando rompemos las leyes físicas; no dormimos, no comemos bien o descuidamos la obediencia a las reglas de higienes existentes, o rompemos el ecosistema biológico y ecológico,  sufrimos consecuencias desastrosas en nuestro cuerpo y entorno, ocasionándose la muerte.
            Las leyes físicas con imperativas. El no obedecerla trae consecuencias inmediatas. Es por ello que Dios establece en los libros del pentateuco, principalmente en Deuteronomio y Levítico, reglas de cuidado físico para que la salud sea patente en su pueblo. Toda desobediencia a estas norma acarrean consecuencias y por lo tanto toda imprudencia se paga carísimamente.
LEY MORAL O SOCIAL: Sin embargo existen otras normas de conductas que su aceptación o desobediencia depende de la actitud personal de cada ser humano, y aunque sus consecuencias a la violación no traen efectos inmediatos, pues no son imperativas, a la larga producen males sociales y personales que pueden ser muy serios. La ley moral regula la conducta personal en la vida familiar o social y esta marcada por los valores establecidos, tanto por Dios, como por la misma comunidad.
            A la hora de analizar la ley moral y social la pudriríamos clasificar en:
Valores humanos: que tiene que ver con la conducta individual en relación a la vida espiritual o familiar y social, como por ejemplo los conceptos de respeto, justicia, honestidad, verdad, igualdad, santidad, integridad, sinceridad, responsabilidad etc. Los valores humanos determinan las virtudes y los principios morales sobre los cuales edificara su familia y su relación con Dios y su prójimo Ver Éxodo 20.
Valores sociales: Son las que regulan su trabajo en relación a la sociedad y comunidad. Es de índole legal, y determina  retribución, justicia social, equidad, indemnización, restitución, impuestos, comercio, salarios etc. Por ejemplo establece principios colectivos para legislar sobre acciones globales que puedan afectar a la comunidad, como por ejemplo, el alterar las medidas, balanzas o precios (Levítico 19:35-36).
Valores Espirituales: Va más allá de la ley moral y social. Envuelve no solo observar leyes humanas o sociales de conducta, sino de cuidar de forma constante la relación del ser humano con  Dios por medio de la observancia de ciertos preceptos que van más allá de la ley común. Es la actitud de pasar los límites de la lógica y las directrices humanas, para ir a de demandado por Dios. Jesús lo resumió de esta forma: “Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo y diente por diente”. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra:”(Mateo 5:38). “Entonces Jesús llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestades. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor” (Mateo 20:25-26). En otra palabra, la ley espiritual, que da vida, demanda algo más que una obediencia a la ley moral o social, la cual todos, aun los nos creyentes observan, espera un sometimiento voluntario y absoluto al Señorío de Cristo.
 Los valores espirituales potencian las virtudes de Cristo en nosotros, llevándonos al amor fraternal, al desprendimiento aun de nuestras propias vidas por lo demás, a la renunciación a todo tipo de egoísmo y presunción, para comprometerme con la negación del “yo” y vivir así para él. Quien posea los valores espirituales ha sobrepasado todos los anteriores y automáticamente vive más allá de la demanda física, moral y civil. En él se encierra el amor como ley fundamental.   Cuando seguimos de forma normal este proceso, la autoridad tendrá su razón de ser y los efectos de la misma serán positivos, pero si esta autoridad rompe los esquemas naturales y lógicos, para abrazar principios o conceptos contrarios a las pautas trazadas, entonces aparecerá los males terrible del depotismo, avasallamiento, dictadura, hegemonía, arbitrariedad y destrucción, convirtiéndose estos en el fundamento global de la existencia. Esto males terribles desencadenaran tormentas destructivas para la civilización, pues se destruirán la familia, la sociedades y la humanidad en pleno.
LA AUTORIDAD FAMILIAR DEFORMADA
Con la unidad de dos personas en matrimonio aparece la primera comunidad humana. Esta unión de “dos” forja el principio básico de la vivencia humana, pero “¿andarán dos junto, si no estuvieren de acuerdo?”(Amos 3:3). Cuando Dios constituyo la primera pareja en el huerto del Edén, determino las bases de esta unión, que contenía dos principios básicos según Génesis 2:24:
1ro= Que ambos dejarían sus hogares y sus padres   para forjar una nueva familia, sin intervención extraña y poniendo un fundamento nuevo en donde ambos serian los elementos indispensables.
2do= Que cada uno perdería los derechos sobre sí mismo, viviendo el otro para el otro (1 Cor 7:4), siendo entonces “dos es una sola carne”, por lo que la unidad de criterios reinaría en este gobierno familiar. Estas ordenanzas determinan que por cuestión de lógica, el hombre seria cabeza de la mujer, mientras Cristo era la cabeza del hombre (1 Cor 11:3). Este es el orden establecido por Dios, y no puede haber gobiernos sin un orden y una leyes. Si es-tos principios están claro en la Palabra de Dios, ¿De donde viene la hegemonía del hombre en el hogar y el abuso que a través de la Biblia ha ejercido éste sobre la mujer y los hijos?           Al respecto hay muchas teorías. Unos afirman que por causa de la caída el hombre cobro más señorío sobre la mujer, otros que al ser creada del hombre, la mujer es inferior, algunos que los derechos de autoridad fueron dados al hombre, y que la mujer carece de capacidad para gobernar, por ser muy vulnerable emocionalmente. Considero que el problema no está en ninguno de los puntos de vistas señalados, sino que simplemente él hombre al apartarse del plan de Dios se volvió egoísta y se tomo una autoridad fuera de la Palabra y a través de la historia se impuso, ya que cuando no hay ley, si deseo de sujetarse a ella, la fuerza siempre se sobrepone a los más débiles, produciendo la sojuzgación, y la mujer, por ser madre, es vulnerable emocionalmente.
En la historia bíblica vemos dos hechos singulares. Dios estableció un orden, el hombre es cabeza o responsable del hogar, pero jamás negó, relego o estableció el derecho del abuso físico o moral del hombre sobre la mujer, porque para Dios “no hay excepción de persona”. La igualdad humana no altera el orden divino. En la época de los patriarca los hombres durmieron con sus criadas para tener descendencia, apareciendo la poligamia, pero esta fue bajo el consentimiento de la esposa, que era la primera o aquella que tomaba como compañera.  Tenemos el ejemplo de Sarai, que al no poder darle hijos a Abram, le pidió a este que durmiera con la criada Agar (Génesis 16:2). En este caso la circunstancias impusieron el hecho de la poligamia, algo que en el decálogo judío fue prohibido (Deut cap 24) y que Jesús condeno radicalmente, aclarando que esto ocurrió por la dureza del corazón, (por hacer de la poligamia un estilo de vida) ya que al principio no fue así (Mateo 19:4-12).
El fenómeno machista es de origen oriental. Fue el producto de la evolución del hombre en su relación sobre la mujer, la cual es más frágil y vulnerable en su naturaleza física y emocional. Los Arabes introdujeron el machismo dentro de la cultura Ibérica cuando conquistaron España. De ahí nace el conocido “machismo ibérico” que es la actitud de prepotencia del hombre sobre la mujer, mediante la cual tiene derecho a practicar el adulterio (conocido entre los Arabes como poligamia) y de abusar incluso  de la mujer, maltratándola físicamente, y demandando de este que sea virgen antes del matrimonio, aunque él no lo es. El  maltrato femenino por el hombre es un fenómeno muy latinoamericano, aunque aparece en todas las culturas, y desde el punto de vista bíblico no se puede justificar y mucho menos aprobar. La Biblia enseña que la mujer debe ser tratada por su marido como el mismo le gustaría que le trataran, aplicando aquí la ley de oro “No hagas a otro lo que no quiera que otros te hagan a ti”, ya que “con la misma vara que midas, serás medido”( Marco 4:24), además la Palabra demanda que debemos tratar a nuestras mujeres “con sabiduría” dándole “honor” y como “vaso frágil”, esto es delicadeza, no siendo ásperos o groseros con ellas y como “coheredera de la gracia”, lo cual  envuelve ser copartícipe de la herencia del gobierno familiar (Ver 1 Pedro 3:7, Colosenses 3:19, Efesios 5:28). ¿Qué hacer cuando la autoridad no cumple estos lineamientos? Una vez una mujer me escribió a un programa radial que tengo, y me dijo que su marido, que era líder en la iglesia, le pegaba y cuando hablo con él pastor este le dijo; “sopórtalo, para eso es tu cabeza” y me preguntaba; ¿qué podía hacer? Mi respuesta fue sencilla, le respondí; “dígale a su pastor que se case con su marido a ver si después le da el mismo consejo”. Nadie tiene porque aguantar malos tratos. El abuso de autoridad no se puede tolerar ni siquiera en el matrimonio. Tenemos el derecho a proteger nuestras vidas y ninguna autoridad puede ir contra la palabra de Dios, porque en tal caso, mi obediencia a Dios es superior a mi compromiso  cualquier autoridad humana. Cuando un esposo se sale del lineamiento de la autoridad bíblica, deja de ser cabeza y se convierte en cabezón, por lo tanto, yo tengo el derecho de en tal caso de romper mi vinculo a esa autoridad y dejarla, rechazándola.
¿Podemos decir que un marido tiene tanta autoridad que puede  maltratar o hacer de su mujer una ramera? ¿La autoridad de los padre sobre los hijos les da derecho a que estos abusen de ellos sexualmente, mandarlo a delinquir o maltratarlo brutalmente?  !NO¡ Cuando una autoridad se sale de las normas establecida, y violenta los principios para los cuales fue creada, tal autoridad es ilegal, arbitraría e incorrecta y en tal caso la desobediencia es una virtud y la obediencia sería un error. Es bueno definir que dentro del hogar el orden de autoridad no rompe el equilibrio del gobierno divido. Hombres sujetos a Cristo y sus palabras, mujeres sujetas a sus maridos como al Señor Jesús e hijos sujetos a sus padres en aquello que sea bueno, recto y correcto. Si estos patrones funcionan bien, haremos de la vivencia familiar un modelo perfecto de gobierno, y todo lo que de él se desprenda seguirán los mismos patrones.
NIÑOSMALTRATADOS
            Hemos hablado del papel del hombre en el gobierno familiar, y como se debe regir un hogar de acuerdo a la autoridad familiar. Sin embargo, del ejercicio correcto de una autoridad delegada y de la forma en que asume una autoridad paternal (o filial) dependerá la salud  moral y emocional de los hijos.      Tener autoridad no significa ser déspota, abusivo o violento. Debemos saber diferenciar entre “corregir” y  “reprimir”. La Biblia le da autoridad a los padres para disciplinar a los hijos, e incluso recomienda muchas veces el uso del castigo físico (Proverbios 10:13, 26:3, 22:15, 2915,) pero advierte que no se debe de hacer con una actitud de ira, violencia o exasperándolos (Efesios 6:4,  Colosenses 3:21,) sino con dominio propio, amonestación en el Señor y con cuidado.
En esta era que vivimos el afán económico y la falta de tiempos, junto al fenómenos del estrés, más la neurosis que padecen muchos padres influenciados por el medio, en donde se hace una continua apología a la violencia, ha originado dos actitudes opuestas diametralmente: Por un lado una permisividad tremenda, en donde no existe disciplina, y en otros casos, unos padres tan violentos que han causado daños físicos a sus hijos, creándose un fenómenos catalogado por la medicina y psicología como “el síndrome del niño maltratado”. Esta violencia en el castigo físico ha hecho que se establezcan leyes que protejan a los menores de los abusos de sus padres, los cuales, abusando de la autoridad, aplican una disciplina que a veces es una tortura pues envuelve una violencia fuera de lo normal y lógico. Este fenómenos ha llevado a los legisladores a aprobar leyes que buscan evitar el abuso de los padres  de forma tal que se les ha quitado a todos los padres su capacidad de castigar a los hijos, ya que para remediar los abusos, se les ha quitado a todos el derecho al castigo físico, anulándose la autoridad disciplinaria de los padres a través de leyes que proclaman los “derechos del niño” a no ser castigados ni azotado por sus padres cuando cometen una acción incorrecta.
El humanismo ha fijado el principio del dialogo y la negociación como única alternativa. Pero no en todos este mecanismo funciona, y por lo tanto, no hay forma de infundir temor, porque muchos padres tienen sus manos atadas frente a tales disposiciones, que queriendo evitar un mal (el abuso físico a los niños) han creado otro peor (la incapacidad de los padres para corregir a estos) dándose las condiciones para la violencia infantil, las pandillas, la rebeldía extrema de jóvenes, que incluso abusan de sus padres, y la perdida del respeto a todo tipo de autoridad. La autoridad se forja mediante leyes que impone castigo a los violadores de las mismas, pero cuando no hay castigo, y desaparece el temor ¿Cómo podemos ejercer una autoridad que infunda respeto o temor? 
Se ha socavado tanto la autoridad familiar frente a un énfasis desmedido a derechos no funda-mentales, que vivimos en un anarquismo social dentro de nuestra juventud y como dice Fernand Keuleneer “El derecho se convierte de este modo en una coartada para el individualismo, bajo el derecho de autodeterminación se reclama el derecho a poner fin a la propia vida cuando se desee y además con la asistencia de la sociedad” y a su vez priva a los padres de la autoridad para corregir los males de sus hijos, porque queriendo evitar un mal se produce otro peor. No podemos olvidar que los derechos jamás nos deme eximir de la responsabilidad y de el pagar las consecuencias de nuestros errores. Si los padres se exceden hay que castigarlos, pero si los hijos fallan hay que corregirlos con autoridad, dominio propio y de acuerdo al método bíblico enseñado en la palabra.
LA TIRANÍA DE LOS SANTOS
            Otras de las áreas en donde vemos abuso de autoridad y que actualmente se ha convertido en un serio problema es en la vida de algunas iglesias cristiana. No es nada nuevo este fenómeno al que denominaremos “la tiranía de los santos” ya que comenzó a partir de que la iglesia predio su sencillez, su pluralismo ministerial en igualdad y nació de forma paulatina, pero aniquiladora, cuando los líderes o ancianos que gobernaban la congregación se convirtieron en la clase “clerical”. EN la medida que la iglesia pierde el Espíritu y la Palabra, la hegemonía del ministro sobre los hermanos se convierte en una fiera acción en donde la excomunión se vuelve método dominante a cualquier discrepancia y la inquisición en la metodología de castigo a los que no aceptaran los dogmas de las “autoridades” que llegaron a usurpar el papel del Espíritu Santo y las Sagradas Escrituras, dando origen a los dogmas de fe que convirtieron al cristianismo en una religión corrompida dentro del catolicismo romano de la Edad Media.
            ¿Como nació el clericalismo y el autoritarismo eclesiástico? Mediante la asimilación del esquema del gobierno romano una vez que la Iglesia paso a ser parte del Estado Romano con el edicto de Constantino (312 d.C.). Es importante notar que “Esta situación comenzó cuando el Imperio aceptó la fe cristiana. Puesto que Roma era, al menos nominalmente, la capital del Imperio, la Iglesia y el obispo de ese ciudad pronto lograron gran relieve” y absorbieron el poder y la estructura romana naciendo el papado, considerándose que uno de los primeros papas fue León el Grande.
            Fueron los concilios los que abrieron la puerta al autoritarismo papal. Al principio los concilio trataban de afrontar las herejías de las doctrinas gnósticas como el de Nicea (325) que enfrento  la controversia Arriana. Después aparecieron otros concilio como el de  Constantinopla que además de abordar temas doctrinales y heréticos, consolidaron mediante acuerdo el reconocimiento de autoridades eclesiásticas como el canon tercero que confirmo el siguiente acuerdo “El obispo de Constantinopla debe tener prerrogativa de honor después del obispo de Roma, porque su ciudad es la Nueva Roma”. De esta forma el poder de la iglesia fue cayendo en manos de hombres carnales que convirtieron la autoridad en un arma de manipulación y no de formación.        Con la reforma de Lutero (1517) y a través de la evolución del protestantismo el clericalismo fue menguando en su autoritarismo, hasta que se llego a sistemas de gobiernos pluralistas y congregacionalistas. Sin embargo, esto no ha librado a que algunas denominaciones e iglesias vivan en un verdadero autoritarismo espiritual abusivo.
            ¿Cómo es que se abusa de la autoridad en la vida de la Iglesia? Sencillo, tan solo afirmamos cosas que no tienen fundamento bíblicos y demandamos de los demás un rendimiento condicional a las proclamas, dogmas o mandatos de los hombres que como “ungidos, papas, iluminados o representante de Dios” se toman derechos que la Biblia no les otorga, y manipulando las escrituras tratan de hacer que la gente se les someta como que ellos fueran Espíritu Santo o Cristo mismo. Estos personajes autoritarios crean principios de vanagloria que acentúan su poder mediante milagros, enseñanzas o revelaciones para hacer que la gente, sin usar la razón, acepten sus mandatos. Son como aquellos que el apóstol Pablo describe: “queriendo ser doctores de la ley, sin entender ni lo que hablan ni lo que afirman” y por medio de palabrerías “desvían a algunos” (1 Timoteo 1:6-7).
            No podemos negar que hay líderes espirituales que “devoran a las ovejas” hasta destruirlas, como comenta un escritor cristiano: “Nosotros, los líderes cristianos queremos distanciar-nos de las ideas de creer que hay líderes que devoran a las personas, no queremos creerlo que así  lo hacemos. Las consecuencias dañinas suelen venir en paquetes sumamente sutiles” y sin embargo así ocurre. En mis doce años en España pude describir en muchas iglesias el reflejo de ese autoritarismo familiar y social impregnado en la vida de algunas Iglesias Evangélicas. Conocí el caso de un siervo del Señor que se proclamo “Apóstol” y mediante una serie de enseñanzas estableció criterio de que solo el apóstol podía recibir la dirección e iluminación de Dios y por lo tanto se tomo el derecho de determinar quien tenia llamamiento y quien no, y enviaba a las personas como que él fuera “dios” y lo triste es que muchos obedecieron yendo estos al fracaso. Si alguien se le enfrentaba, y no acataba sus ordenes, caía en “anatema”,  porque estaba yendo contra la voz de Dios. ¿Han visto forma más vil de manipulación? Toman un texto para afianzar la autoridad del “Siervo de Jehová” diciendo  “Hay de aquel que se levante contra el ungido de Jehová” y que ocurre: !Pobrecito aquel que no acate sus ordenes¡. El hecho de que los líderes religiosos no pueden ser cuestionados por sus miembros ofrece un serio peligro para la salud de la Iglesia. El ser cabeza significa el presidir y hacer cumplir el orden establecido, pero el poder este en aquel que esta sobre toda cabeza. Si hablamos del hogar, afirmamos que la cabeza de los hombres es Cristo. Si hablamos de un gobierno afirmaría que la cabeza del presidente es el poder legislativo y sobre este, esta la constitución. Respecto a la Iglesia el poder sobre los líderes esta en la Palabra y en las normas dejadas por el Espíritu Santo a través del modelo de Jesús.
Para defendernos contra el abuso de la autoridad, la tiranía de los santos debemos entender que:
A: La obediencia al líder no debe ponerme fuera o en oposición a la obediencia al Señor (Efe5:21,22).
B: La Autoridad espiritual no se impone despóticamente, por presión miedo o amenaza. Debe conquistar la voluntad y la libre disposición a la obediencia (1 Jn 4:18, Mat 20:25-28, Mr 10:42-45, Luc 22:25-27).
C: Toda autoridad espiritual se somete a las escrituras (II Tim 3:16).
D: El que ejerce una autoridad, debe a su vez estar sujeto a otra autoridad o autoridades para su propia disciplina y acoyuntamiento (Hch 15:28)”
            Estas definiciones y otros conceptos que definiremos a continuación nos darán las bases para confrontar y resistir cualquier abuso de autoridad en cualquier área de nuestra vida
¿POR Qué SE ABUSA DE LA AUTORIDAD?
Sí todo efecto tiene una causa, y las malas acciones reflejan un mal de fondo ¿Cuál será la causa de que muchos líderes abusen de la autoridad y se comporten despóticamente, con soberbia y prepotencia máxime estando en los caminos del Señor? Es natural que los que ignoran a Dios y viven como “animales” busque el poder, la soberbia y la grandeza, razón por la cual desarrollan la prepotencia que los lleva al depotismo, pero ¿Es posible esto en la iglesia del Señor? Jesús enfoco esta dualidad de conducta, entre los que tienen poder y autoridad en el mundo y los que serian los líderes de su naciente Iglesia, veamos su enseñanza:“Entonces Jesús, llamándoles, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ella potestades. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo” (Mat 20: 25-27). Esta enseñanza determina claramente que en todas las iglesias  somos hermanos, aunque alguna ejerza una función de magisterio o liderato. El ser autoridad no me coloca sobre los demás en “potestad” sino en “servicio”.
            El abuso de autoridad tiene su razón de ser en algunas causas, la principal  radica en el “egoísmo humano” fruto del pecado original. El hecho de “querer ser más” y la ambición de poder nos lleva muchas veces a buscar protagonismo, titulo, control. Cuando el egoísmo se enquista y produce el orgullo la soberbia nos lleva a actitudes despóticas y altaneras.            Otra causa que origina el abuso de autoridad son los complejos y temores. Líderes cristianos desencadenan sus frustraciones pasadas con actitudes negativas. Por ejemplo el caso de un pastor que vino de un hogar en donde el padre autoritario dejo huellas de resentimiento en el hijo que no poder exteriorizar su malestar pues le tenía miedo al padre. Una vez adulto desencadeno su frustración, ejerciendo una autoridad radical y dominante. Cuando las personas traen un temperamento fuerte y además arrastran modelos machistas o despóticos del hogar, lo más probable es que desencadenen este tipo de actitud. Los temperamentos flemáticos mezclado con coléricos y procedente de marcos rígidos tienden a reproducir el deportismo en su forma de comportarse. Los deseos de grandeza y algunos problemas mentales, tales como algunas psicopatías, o los que padecen de megalomanía se convierten en líderes autoritarios y dominantes. Es fácil, si somos simple observadores identificar estas características de trastornos mentales, como por ejemplo el imponer siempre sus ordenes, el mantener una obstinación a veces irracional, el buscar y promover reconocimientos, el  controlar a todos los que le rodean y mantener un perfeccionismo propio llevado a los demás, el ser muy dogmático, el aislarse del grupo y formar en torno suyo una argolla de personas proclive a su punto de vista etc. Este tipo de persona no acepta contradicción. Cuando alguien puede opacarle  o confrontarle, lo elimina con astucia. En realidad los grandes dictadores de la historia eran hombre con desequilibrios emocionales y con una gran inteligencia.
Como enfrentar el abusos de autoridad
            Cuando nos enfrentamos a personas que abusan de las autoridades, también nos enfrentamos a conceptos, términos o enfoque bíblicos con los cuales  tratan de justificar ese tipo de autoridad arbitraria. Uno de los ejemplos que podremos dar es la afirmación de que debemos “obedecer si queremos tener bendición” o que “las autoridades son puestas por Dios y debemos respetarla en todo como dice Romano 13”. En algunas congregaciones se enseña que no sujetarse al líder puesto por Dios es rebelarse contra Dios, pero ¿qué hay de cierto en todas estas expresiones? Ninguna autoridad es infalible. Reconocemos que para muchos “sistemas sociales la obediencia es una suprema virtud, la desobediencia el supremo pecado[16] pero esto no es así, ya que en muchas ocasiones la obediencia a una autoridad arbitraria nos puede llevar al pecado. ¿Acaso las autoridades no intimidaron a los apóstoles para que no predicaran, pero estos saliendo del recinto iban a predicar la Palabra? Fue Pedro que enfrentando la oposición religiosa y judicial de sus sistema exclamo“que hay que obedecer primero a Dios que a los hombres”. El mismo Daniel, servidor y consejero del rey de Babilonia rechazo su edicto que prohibía pedirle a otro dios u hombre, fuera del rey, por lo que el que desobedeciere tal edicto seria echado en el foso de los leones. ¿Qué hizo Daniel? Rechazo las orden y la confronto orando con las ventanas abiertas tres veces al día para ser visto (Daniel 6:7,9, 10). ¿No fue esta una clara desobediencia y rebelión a la autoridad dominante? Sobre toda autoridad esta:
Primero= La Palabra de Dios. 
Segundo= Mi conciencia.
Tercero= Mi derecho a la libre determinación.
Nadie puede invadir mi intimidad y mi criterio. No hay autoridad suprema, infalible y absoluta, excepto la de Dios, y a pesar de ello Él respeta mí libre albedrío. Dice Fromm que:“El individuo no está forzado a obedecer, se hace la ilusión de que actúa voluntariamente, de que sólo sigue a la autoridad “racional” ¿Quién puede desobedecer lo “razonable”?[17]Nadie, absolutamente nadie, tiene derecho a manipular, anular o castrar nuestra conciencia.
Nuestra razón rige nuestro comportamiento, aunque sabemos que si la misma esta corrupta, nos llevará a cometer actos incorrectos, pero así y todo, nadie puede forzar lo que no deseamos hacer.  El papel del esposo, padre y pastor es formar la conciencia con valores claros, para que de acuerdo a nuestras propia experiencia y el trato personal de Dios con nuestras vidas podamos establecer nuestros propios criterios; “Porque el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y el mal” (Heb 5:14), ya que el culto cristiano es “racional” y con “entendimiento” (Rom 12:1,  1 Cor 14:15) y la autoridad debe formar criterios, pero no manipular las conciencias.
Cuando un superior o pariente trate de violar tu conciencia y tus esquemas de valores, debes con mansedumbre rechazarlo, expresando tu punto de vista (Mt 18:15). No podemos aceptar la manipulación, máxime cuando esta toma signos autoritarios. Debemos no“Favorecer el personalismo más extremo que ahoga toda libertad de pensamiento y todo atisbo de reflexión crítica, bajo la terrible y siempre amenazadora expulsión por <>, de ser <> por incurrir en falta, no ya contra la sacrosanta doctrina sana, o todo el consejo de Dios, sino contra algo más etéreo e indefinible como es el  principio de separación, cuya aplicación depende del capricho del grupo o del líder mismo”[18]. Por lo tanto, debemos saber definir ¿cómo, cuando y hasta donde? podemos sujetarnos a una autoridad humana. Si no aprendemos las regulaciones legales, morales y bíblicas que rigen toda autoridad “el resultado puede ser muy lamentable[19].             ¿Sabemos definir los tipos de líderes que tenemos en nuestras congregaciones y los modelos correctos de conducta que estos deben ejecutar? El Pastor José Gómez Panete[20] los clasifica de la siguiente forma:
Estilo de liderazgo:
a.- Liderazgo participativo: Todos participan en una decisión.
b.- Liderazgo representativo: Algunos señalados toman las decisiones.
c.- Liderazgo autocrático: Una persona toma las decisiones por todos.
d.- Liderazgo legalista: Los reglamentos determinan las decisiones.
e.- Liderazgo variado: El líder varía el estilo según la situación.
f.- Liderazgo permisivo: El líder que provee un mínimo de dirección y un máximo de libertad para mover al grupo.
g.- Liderazgo teocrático. El líder ungido por Dios y en obediencia a la Palabra opera bajo potestad para promover fe y acción.
Dentro de estos modelos de liderazgos el pastor José Gómez Panete establece como el más correcto el modelo de “liderazgo variado”, pues en si, hay momento en que al ejercer una autoridad debo hacerlo basado en las circunstancias. A veces se necesita usar la ley, otra la misericordia y en muchas ocasiones el consejo y la delegación. Sea cual sea el estilo de liderazgo, debemos ceñirnos a patrones de conducta rectos y correctos, evitando que un líder tenga un control supremo, pues en tal caso aparece un poder absoluto que refleja algo muy enfermizo en el hombre[21].             Nuestro mundo esta amenazado por dos gran-des peligros respecto al problema de la autoridad. Por un lado tenemos la influencia humanista[22] que trata de anular la autoridad, proclamando derechos y slogans permisivos, que promueven más que un principio de autoridad recta, un anarquismo y una permisividad excesiva, en donde no hay deberes, solos derechos. En la iglesia se manifiesta por una relación impersonal entre líderes y miembros, en donde el concepto burocrático esta sobre la estructura de cuerpo[23]. En otro aspecto hay una tendencia a producir autoridades caciquista, absorbente y piramidal, con poderes extremos, donde la confianza ciega a un líder carismático lleva a sus seguidores a una esclavitud avasalladora.
Principios bíblicos que rigen toda autoridad
Después de haber razonado y enfocado las realidades que originan y desencadenan los abusos de autoridad, deseo definir, a través de las Sagradas Escrituras, las normas que deben regir el sometimiento a una autoridad, sea paternal, social o eclesial y  la forma en que debemos rechazar todo esquema alusivo, venga de quien sea. Lo primero que debemos tener e mente son las características de los que se proclamen líderes. Un  elemento básico en todo el Nuevo Testamento es que Jesús jamás envío a un discípulo solo, siempre los mandaba de dos en dos. Este esquema lo definiré como “el principio de la autoridad compartida” (Ecl  4:9,  Mr 6:7, Mt 18:19) Si andamos dos, estamos protegidos contra calumnias, arbitrariedades y errores, porque “por boca de dos o tres testigo se debe tratar todo asunto” (Mt 18:16, 2 Cor 13:1, Heb 10:28). Otro elemento del líder, además de trabajar en equipo y diluirse en el grupo esta su carácter ministerial, esto es su conducta moral y social en ña vida practica. En la Biblia se le describe según 1 Timoteo 1:5-6 como que:          1- Tiene un “amor nacido de un corazón limpio”, donde no hay interés en ganancias, ni deseo de beneficio propio, sino que se da desinteresadamente (1 Pd 5:2) como una nodriza que cuida con ternura a sus hijos (1 Ts 2:7) .2- Tiene “una buena conciencia”, por lo que su acciones son transparentes, andando siempre en luz (1 Jn 1:7) y presentándose como modelo al cual los demás deben imitar. Nunca exige algo que el mismo no esté dispuesto a dar. 3- Tiene una “fe no fingida”, por lo que sus enseñanzas son sinceras, basadas en la Palabra y encarnada en su vida. Sus órdenes emanan más de su conducta y vida que de sus palabras y mandato. Es como una carta escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo” (2 Cor 3:3)

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